«Los organismos multicelulares se convirtieron en nuevos ecosistemas donde millones de microbios organizaron sus vidas de acuerdo a las estructuras que les servían de hogar. Y como todo ecosistema, la relación no era unidireccional sino bidireccional: los bichos evolucionaban según el entorno, y el entorno evolucionaba según los bichos.
Uno de esos ecosistemas evolucionó a humano, adquirió conciencia de sí y, en un proceso paralelo, se olvidó tanto de sí que acabó luchando contra sus componentes esenciales. Y es que, como se suele decir, no hay peor enemigo que uno mismo». Rafael García del Valle* (2014)