Ante una emergencia planetaria, ¿sigue siendo posible una profunda transformación ecológica, una ‘megamorfosis’ de la sociedad moderna?
Por Herbert Girardet*
The Ecologist
28 de noviembre de 2022
Aniquilando un planeta por vez…
Ante una emergencia planetaria, ¿sigue siendo posible una profunda transformación ecológica, una ‘megamorfosis’ de la sociedad moderna?
Por Herbert Girardet*
The Ecologist
28 de noviembre de 2022
«(…) Las sociedades democráticas muestran un abrumador grado de conformidad. La razón radica en el hecho de que debe existir una respuesta a la búsqueda de unión, y, a falta de una distinta o mejor, la conformidad con el rebaño se convierte en la forma predominante. El poder del miedo a ser diferente, a estar solo unos pocos pasos alejado del rebaño, resulta evidente si se piensa cuán profunda es la necesidad de no estar separado. A veces el temor a la no conformidad se racionaliza como miedo a los peligros prácticos que podrían amenazar al rebelde. Pero en realidad la gente quiere someterse en un grado mucho más alto de lo que está obligada a hacerlo, por lo menos en las democracias occidentales.» Erich Fromm, El arte de amar (1956)
¿Estamos dispuestos a cambiar de civilización para reconectarnos con la animalidad, pensando en el animal tal como es y no como fantaseamos sobre él?, se pregunta el filósofo y etólogo francés Dominique Lestel en su libro Nosotros somos los otros animales (FCE), y su reflexión lo lleva a terrenos polémicos, a ideas audaces y a conclusiones incómodas.
«El (…) perverso mecanismo del capitalismo de ocultar las verdaderas causas de los problemas para no hacer nada sobre ellas, porque afecta sus intereses, pero sí hacer negocios con la aparente cura de los síntomas. Mientras tanto, los estados gastan enormes recursos públicos en medidas de prevención, contención y tratamiento, que tampoco actúan sobre las causas, por lo que esta forma de ‘enfrentar’ los problemas se transforma en negocio cautivo para las transnacionales, por ejemplo, con vacunas y medicamentos.» Silvia Ribeiro* (2020)
Continue reading «El capitalismo no soluciona los problema, pero sí lucra con las consecuencias…»
“En el apogeo de las hazañas tecnológicas, perdura la impresión irresistible de que algo se nos escapa; no porque lo hayamos perdido (¿lo real?), sino porque ya no estamos en posición de verlo: a saber, que ya no somos nosotros quienes dominamos el mundo, sino el mundo es el que nos domina a nosotros. Ya no somos nosotros quienes pensamos el objeto, sino el objeto el que nos piensa a nosotros. Vivimos bajo el signo del objeto perdido, ahora es el objeto el que nos pierde.
Estamos en plena ilusión de la finalidad de la técnica como extensión del hombre y de su poder, en plena ilusión subjetiva de la técnica. Pero hoy este principio operativo es derrotado por su misma extensión, por esta virtualidad sin freno, que supera las leyes de la física y la metafísica.” Jean Baudrillard, El crimen perfecto (1995)
«Debajo de cada metro cuadrado del suelo del bosque se esconde una vasta red de vida interconectada. La ecóloga canadiense Susanne Simard, de la Universidad de Columbia Británica, la compara con algún tipo de inteligencia oculta, una red de infinitos caminios biológicos que conectan árboles y les permiten comunicarse, interactuar y comportarse como un solo organismo.
Tras seguir el rastro a determinadas sustancias químicas, Simard y otros científicos han observado en los bosques de Abeto de Douglas de Canadá los árboles ‘se hablan’ y establecen una simbiosis subterránea con los hongos -llamada micorriza- para transmitirse señales de estrés y compartir recursos. La salud del bosque está estrechamente vinculada a esta interrelación y la tala indiscriminada acabaría con todos los vínculos». National Geographic, agosto de 2018
«La propaganda política, científica y/o la fe religiosa requieren una creencia que puede llegar a ser impuesta por la fuerza y transformarse en hiperstición, en una realidad forzada que adquiere tal solidez social que no creer en la idea política, en la propuesta científica o en el credo sagrado significa convertirse en anti-sistema, terraplanista o hereje (…) La pandemia covid19 ha generado condiciones favorables para que el poder del capitalismo imagine futuros inmediatos y nos aboque a ellos con sus hipersticiones (que se transforman en las únicas alternativas posibles, y de facto en las únicas opciones). El miedo a la incertidumbre, y el miedo a la enfermedad favorecen el control de las masas y el cumplimiento profético de las hipersticiones». Juan Gérvas (2021)*
«Las zonas de amortiguación ecológica están siendo erosionadas a una velocidad sin precedentes. La intensísima intervención humana sobre la Tierra está simplificando la naturaleza. La apropiación humana de la biomasa terrestre y la destrucción de la integralidad de los ecosistemas que ello conlleva no encuentran parangón en la historia. Una muestra de ello es que, del total de la biomasa de vertebrados terrestres, la mayoría es ganado (59%) o seres humanos (36%), y solo alrededor del 5% está compuesta por animales silvestres (otros mamíferos, aves, reptiles y anfibios). La destrucción y simplificación de la naturaleza nos hace más vulnerables ante organismos patógenos que en sus ecosistemas naturales mantenían un equilibrio que ahora se rompe al entrar en contacto con el nuestro». Santiago Álvarez Cantalapiedra (2021)*
«La propaganda de los grandes grupos económicos y mediáticos oculta la realidad e impide comprender adecuadamente lo que está ocurriendo. Transformar la compleja estructura social de un tren sin frenos, como el capitalismo, requiere imaginar una sociedad distinta y realizar un cambio radical con políticas globales sistémicas en ecología, economía y salud, que diseñen y experimenten formas alternativas de vida en un modelo productivo y de consumo más justo, homeostático, simple y saludable. Un primer paso necesario es no engañarnos con las informaciones incompletas, emocionales o tóxicas del relato mediático hegemónico del coronavirus y tratar de comprender la crisis sistémica que oculta.» Joan Benach (2020)*
“La mecanización y la industrialización han transformado en poco tiempo el planeta, haciendo trizas los ecosistemas y las comunidades humanas mediante el monocultivo, la nocividad industrial y los mercados de masas. El mundo se parece hoy más a las advertencias proféticas de los pueblos primitivos que a la huera propaganda del sistema industrial: las plantas desaparecen y los animales mueren; los suelos quedan tan yermos como el espíritu humano, los grandes océanos envenenados (…) Cada imperio se tambalea sobre el olvido que él mismo ha creado, y tarde o temprano acabará cubierto de arena. ¿Sobrevivirá entre las ruinas un mundo digno de ser habitado?” David Watson
“El hombre moderno está enajenado de sí mismo, de sus semejantes y de la naturaleza. Se ha transformado en un articulo, experimenta sus fuerzas vitales como una inversión que debe producirle el máximo de beneficios posible en las condiciones imperantes en el mercado. Las relaciones humanas son esencialmente las de autómatas enajenados, en las que cada uno basa su seguridad en mantenerse cerca del rebaño y en no diferir en el pensamiento, el sentimiento o la acción.” Erich Fromm, El arte de amar (1956)
«La noticia como mercancía es económicamente interesante. Al igual que otros bienes de consumo masivo las noticias se producen y distribuyen por intermedio de equipos constituidos por hombres y máquinas. Se distinguen sin embargo de la mayor parte de las demás mercancías en que cada noticia es el resultado cuidadosamente elaborado de un esfuerzo intelectual lo que hace de ella un curioso producto de juicio personal, tecnología y burocracia. Pero la importancia última del sistema de noticias no es económica, tecnológica ni organizativa, es social. La noticia forma parte del sistema nervioso periférico del cuerpo político que percibe el medio total y elige qué imágenes y sonidos se transmitirán al público. Más que cualquier otro mecanismo es este sistema el que decide cuales de los incontables acontecimiento del mundo han de ser conocidos por la generalidad de las personas. Y al así hacerlo altera la imagen perceptiva que de sí mismo y del mundo se forma el hombre, cuanto más rápida y vívida la comunicación tanto mayor la alteración.» Ben H. Bagdikian, Las máquinas de información (1970)
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Desde que existe el Covid-19 ya no ocurre nada. Ya no hay infartos ni dengue ni cáncer ni otras gripes ni bombardeos ni refugiados ni terrorismo ni nada. Ya no hay, desde luego, cambio climático.
Por Santiago Alba Rico*
CTXT
9/03/2020
►Imágenes para el Disenso Consciente
https://t.me/imagenes_disenso
“Un estremecimiento tremendo” sintió Darío Sztajnszrajber al ver El Colapso. Por eso analiza qué tiene en común la serie de ficción francesa de 2019 con las escenas a las que nos enfrenta la coyuntura pandémica. El fin del mundo, el futuro, el desabastecimiento, la ilusión del orden, la rotura de los lazos sociales y la descontrolada vuelta a lo natural. Hay que esperar, pero qué.
«Un aspecto particularmente opaco de estas modalidades de destrucción es la producción de una «subjetividad zombi»; la procuración de sujetos que asuman acríticamente las metas de este capital mórbido. La subsunción de la mente en el actual proceso de valorización capitalista desata una presión competitiva, aceleración de los estímulos y estrés de atención constante que provoca un a duras penas reparable deterioro del ambiente mental. Un ambiente psicopatógeno que se acompaña de la autoexplotación y la zombinización humana. Así, si el capitalismo industrial necesitó de la importación de fuentes energéticas para sus obreros mal alimentados (azúcar, café, té, cacao…), el capitalismo degenerativo precisa de toda una batería de drogas, unas legales, otras no, para mantenernos flexiblemente explotables». Andrés Piqueras, prólogo de Abecedario zombi. La noche del capitalismo viviente (2018)
Con un libro tan palpitante, apasionado, que por momentos se parece a un monólogo interior joyceano -aunque las frases todas tienen los signos de puntuación de rigor, constituye un torrente sin capítulos o en todo caso con capítulos innominados, casi sin referencias al pie-, con un libro con esta configuración cuesta buscar un inicio, descubrir «las partes».
Por Luis E. Sabini Fernández
revista Futuros
julio de 1997