Lo que se puede hacer se contemplar con tristeza a esa pobre gente, ahuecada, sospechosa de expandir la metástasis del poder microscopicamente día tras día, eligiendo voluntariamente rendirse ante los esclavos que ostentan el poder, allá y ahora, antes y acá. Tarde o temprano, esos buenos padres y madres de la normalidad mortuoria, se verán, al menos 1 minuto de sus amargas existencias frente al espejo y dirán en voz bien baja, a escondidas, ‘que triste persona soy’ para que solo ellos se escuchen y vuelvan, nuevamente, a encender el mismo botón para seguir reproduciendo silenciosamente las violaciones, las vejaciones, los atropellos por y para la quietud máxima de la paz de los cementerios.
La servidumbre voluntaria no es nueva, pero la muerte en vida de millones de personas miedosas adquiere aceleradamente rasgos absolutamente sombríos; espantados y aterrados se adosan al tieso esclavo triunfador, a la ley, al orden, a la policía… cualquier cosa antes que sus pálidas vidas den un vuelco de aunque sea 1 grado, suficiente quizá para mirar la verdad a la cara. Dicen que si la tierra cambia su eje al menos en 1 grado dejaría de existir la vida tal como la conocemos. Dicen que la tierra quizá no se tuerza nunca jamas por el caos cosmológico y la entropía universal, sino por los seres humanos que habitaron alguna vez este planeta y que tan rápido destruyeron.
Magia, risa y zonas temporalmente autónomas!
raas
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