Las sociedades industriales avanzadas tienen mucho interés en la mantención de la legitimidad epistemológica de las entidades nosológicas. Mientras la enfermedad sea algo que se posesiona de la gente, algo que se «pesca» o que «se pega», las víctimas de estos procesos naturales pueden quedar exentas de responsabilidad por su condición. Se les puede tener piedad más que culparlas por un desempeño negligente, vil o incompetente en sufrir su realidad subjetiva; se les puede transformar en elementos manejables y aprovechables si aceptan humildemente su enfermedad como una expresión de que «así son las cosas».
Por Ivan Illich
Se les puede descargar de cualquier responsabilidad política por haber colaborado en aumentar la tensión mórbida de la industria de alta intensidad. Una sociedad industrial avanzada es morbosa porque inhabilita a la gente para enfrentar su ambiente y, cuando la gente se quebranta, sustituye las relaciones rotas por una prótesis «clínica». La gente se rebelaría contra tal ambiente si la medicina no le explicara su desorientación biológica como un defecto en su salud, más bien que como un defecto en la forma de vida impuesta o que ella misma se impone. La garantía de inocencia política personal que un diagnóstico ofrece al paciente sirve como una máscara higiénica que justifica una ulterior sujeción a la producción y al consumo.
El diagnóstico médico de entidades nosológicas sustantivas que supuestamente toman forma en el cuerpo del individuo resulta un modo subrepticio y amoral de culpar a la víctima. El médico, perteneciente él mismo a la clase dominante juzga que el individuo no encaja en un ambiente proyectado y administrado por otros profesionales, en vez de acusar a sus colegas de crear ambientes en los que el organismo humano no puede encajar. La enfermedad sustantiva puede así interpretarse como la materialización de un mito políticamente conveniente, que adquiere sustancia dentro del cuerpo del individuo cuando dicho cuerpo se rebela contra las demandas que la sociedad industrial le impone.
La clasificación de enfermedades -la nosología- que adopta la sociedad refleja su organización social. Las enfermedades que produce la sociedad son bautizadas por el médico con nombres amados por los burócratas. La «incapacidad de aprendizaje», la «hipercinesia» o la «disfunción cerebral mínima» explican a los padres la razón por la cual sus niños no aprenden, sirviendo así de coartada para la intolerancia o la incompetencia de la escuela; la alta presión arterial sirve de coartada a la tensión creciente, la enfermedad degenerativa a la organización social degenerante.
Mientras más convincente sea el diagnóstico y más valiosa parezca ser la terapéutica, más fácil resultará convencer a la gente de que necesita ambas cosas y con menos probabilidad se rebelerán contra el crecimiento industrial. Los obreros sindicalizados exigen la terapéutica más costosa posible, aunque sólo sea por el placer de recuperar parte del dinero que han pagado en impuestos y seguros, y se engañan creyendo que esto significa una mayor igualdad.
Hasta que la enfermedad llegó a percibirse como una anormalidad orgánica o de la conducta, el que se enfermaba podía hallar aún en los ojos del médico un reflejo de su propia angustia y un cierto reconocimiento de la particularidad única de su sufrimiento. Ahora lo que encuentra es la mirada de un contador biológico embebido en cálculos de «input, output» (insumo/producto). Le arrebatan su enfermedad y se la transforman en materia prima para una empresa institucional. Se interpreta su estado de acuerdo con un conjunto de reglas abstractas que él no comprende. Se le instruye acerca de entidades ajenas que el médico combate, pero sólo en la medida que el médico considera necesaria para ganar la cooperación del paciente. Los médicos se apoderan del lenguaje: la persona enferma queda privada de palabras significativas para expresar su angustia, que aumenta más aún por la mistificación lingüística.
Capítulo del libro de Ivan Illich, Némesis Médica (Medical Nemesis), 1975. Libro en PDF http://www.ivanillich.org.mx/Nemesis.pdf
fuente: http://nemesis-medica-1978.blogspot.com.ar/2013/01/