Al socializarnos, los seres humanos hemos sido domesticados tal como se amansa a un animal, a fuerza de estímulos y castigos. Siguió Castaneda: “Se nos ha entrenado para vivir y morir dócilmente, siguiendo códigos de conducta antinaturales que nos ablandan, haciendo que perdamos el ímpetu inicial, hasta que el espíritu del hombre ya casi no se nota”.
Por Armando Torres
Debemos aceptarnos como somos, de naturaleza guerrera y predatoria:
“El guerrero sabe que vive en un mundo predatorial. No puede bajar la guardia. A donde quiera que mira, él ve una lucha incesante, y sabe que es merecedora de respeto, porque es una lucha a muerte. Don Juan siempre se estaba moviendo, yendo o viniendo, apoyando o rechazando, provocando tensiones o descargándose como un rayo, gritando su intento o callando, haciendo algo. Estaba vivo, y su vida reflejaba el estira y afloja del Universo. Él me dijo que, desde el momento en que ocurrió la explosión que nos dio origen hasta el momento de nuestra muerte, vivimos en un flujo. Esos dos episodios son únicos, porque nos preparan para enfrentar lo que hay más allá. ¿Y qué nos alinea con ese flujo? Una batalla incesante”.
No obstante, siempre alguien enternecido entre el público levantaba la mano para preguntar sobre la conciliación de los brujos entre sus principios y los deberes para con la sociedad: “Los brujos son libres, no aceptan compromisos con la gente».
«La responsabilidad es frente a uno mismo, no frente a otros. ¿Sabes para qué fue colocado en ti el poder de la percepción? ¿Has descubierto a qué propósito sirve tu vida? ¿Cancelarás tu destino animal? Ésas son preguntas de brujos, las únicas que de veras pueden cambiar algo. Si te interesan los demás, ¡respóndete eso!”.
Castaneda “sostuvo que el interés social es una descripción que nos han implantado. No parte de un desarrollo natural de la conciencia. Más bien, es producto de la mente colectiva, del desajuste emocional, el miedo y los sentimientos de culpa, del afán por conducir a otros o ser conducidos”, y concretó: “El hombre moderno no lucha su batalla, libra guerras ajenas que nada tienen que ver con el Espíritu. ¡Es natural que un brujo no se conmueva por ello!. Mi maestro decía que él no honraba acuerdos tomados en su ausencia: ¡No estuve allí cuando decretaron que yo tenía que ser un imbécil!”.
Por si el sustento de la preocupación social fuera la compasión, Castaneda aclaraba que Don Juan “me demostró que la compasión, tal como la entendemos, es una enfermedad mental, una psicosis que nos enreda cada vez más fuerte con nuestro ego”. Y recuerda Torres cómo uno de los presentes le comentó a Castaneda que al contrario, la compasión hacia el prójimo es la idea esencial de todas las religiones, a lo que Castaneda dijo: “¡Sal de eso! ¡Los alegatos basados en la lástima son un fraude! A fuerza de repetirnos las mismas ideas, hemos sustituido el genuino interés en el espíritu del hombre por un sentimentalismo barato. Nos hemos vuelto unos compasivos profesionales ¿y qué? ¿qué ha cambiado?”.
Como dice Torres, recordando a Castaneda, el objetivo de los brujos es la “revolución de los brujos”, lo que Castaneda explicaba: “La tragedia del hombre actual no es su condición social, sino la falta de voluntad para cambiarse a sí mismo. Es muy fácil diseñar revoluciones colectivas, pero cambiar genuinamente, acabar con la autocompasión, borrar el ego, abandonar nuestros hábitos y caprichos… ¡ah, eso es otra cosa! Los brujos dicen que la verdadera rebeldía y la única salida del ser humano como especie es hacer la revolución contra su propia estupidez”.
-Comprometidos con el infinito, Armando Torres, «El sistema de conocimiento de Carlos Castaneda» (2003)
fuente: https://docplayer.es/55009721-Conversaciones-con-carlos-castaneda.html#show_full_text
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