En la película «El hombre de Alcatraz» (John Frankenheimer, 1962), hay una escena, un motín suicida de algunos presos, donde uno de ellos dice poco antes de morir: «No he sido feliz ni un solo día de mi vida». Y esta frase se me grabó para siempre. Porque es cierta.
Por José Luis Cano Gil*
septiembre 2022
Infinidad de personas viven permanentemente atormentadas por distintas clases de miedos, ansiedades, bloqueos, culpas, paranoias, iras, tristezas, envidias, desamparos, desesperaciones, etc. No «a ratos», no «a veces», sino continuamente. Cada minuto de sus vidas. Puede notárseles más o menos, o pueden esforzarse en ocultarlo; pero ahí está su infierno crónico bajo sus adicciones, sus depresiones, sus narcisismos, sus «trastornos» (así los llamamos) psicológicos, sus obras creativas, sus ideas o compulsiones excéntricas, sus violencias contra sí mismos y/o los demás, etcétera. Para quien sepa o quiera reconocerlos, son los desamados de la tierra.
Los violentados, los malheridos, los mutilados del alma de esa guerra invisible y atroz que son millones de infancias.
* Psicoterapeuta
fuente: www.psicodinamicajlc.com
Audio (1:30 min.)