Tanto en el Mundial que ganaron en el ’98 como ahora, la gran mayoría son africanos expatriados que inteligentemente Francia nacionaliza y los hace jugar para ellos.Por supuesto esto no es una regla general, lo que prima es todo lo contrario.
Por Adrián Sertanejo
Todos sabemos que la política de inmigración que elige este país es durísima contra todo aquel que quiera radicarse en el pis.
Los que logran cruzar el Mediterráneo (hay denuncias concretas de que la flota francesa persigue a las balsas en el medio de mar para que no lleguen a puertos franceses, condenándolos a una muerte casi segura) son tratados como ciudadanos de 2º y hacinados en lugares específicos.
En París, la ciudad ‘de la luz’, hay barrios marginales con asentamientos de africanos viviendo en condiciones paupérrimas, donde ante cada levantamiento la policía no tiene pruritos en reprimir violentamente cualquier manifestación, similar a cualquier país latinoamericano.
La historia de Francia en Africa es por todos conocida. País invasor, colonialista y esclavista, mantuvo por siglos sus posesiones en ese continente, sojuzgando a poblaciones enteras.
Y cuando a mediados del siglo XX esos pueblos buscaron liberarse de su esclavitud vivieron una auténtica odisea, desencadenando guerras y represiones que se llevaron la vida de centenares de miles de personas en Mauritania o en Argelia, por citar 2 casos emblemáticos.
Aun hoy Francia mantiene ciertas prácticas y figuras colonialistas enquistadas en esas sociedades. Para no hablar claro de las multinacionales del petróleo y minería que siguen extrayendo cantidades inmensas de riqueza de sus suelos, a precio vil y en condiciones espantosas.
Pero claro, si algún africano anda bien con la pelotita, lo bañan, lo visten, lo peinan y le ponen la camiseta francesa para que juegue para ellos. Vean los equipos de futbol, volley, basquet, handball, etc. tanto en hombres como mujeres y comprueben lo que digo.
La mayoría pertenecen a ex-colonias galas en Africa. Es la doble moral francesa, que se sepa.
Francia jamás se destacó deportivamente en ninguna disciplina. Pero gracias a esta política le permite potenciar sus ligas, participar de competencias internacionales y hacer desde ya negocios millonarios con sponsors y jugadores.
Capítulo aparte merece la ética de estos jugadores, que conocen las condiciones en las que viven sus hermanos tanto en Africa como en Francia y que aún así en su mayoría no dudan en ‘hacer la suya’, sintiéndose orgullosos de pertenecer a una elite que les permite disfrutar de privilegios sociales y económicos impensados para el resto de la población.