«La publicidad se convirtió en la herramienta perfecta para permitir el crecimiento económico que, a través de la industrialización, podía generar un exceso de productos, es decir, más de los estrictamente necesarios para sobrevivir. Para poder colocar estos productos y dinamizar la economía, paralelamente se creaban nuevas necesidades, asociando productos con estatus social, deseos, aspiraciones y temores, a veces de manera subliminal».
En gran medida, la economía capitalista en los últimas décadas ha crecido explotando ya no solamente los recursos naturales de la Tierra sino el espacio digital y los recursos mentales del individuo, al encontrar maneras de monetizar cada momento de atención individual. Para hacer esto se ha servido de la información. La «información» que en otras épocas era algo que estaba limitado a los diarios –y que connotaba lo transitorio, utilitario, efímero y novedoso– hoy se desborda sobre todas nuestras actividades, como una posibilidad ubicua de acceso a más datos (que prometen transformarse en conocimiento) y de ser parte de una narrativa colectiva (que promete darle sentido a nuestra vida y dotarnos de un sentido de pertenencia)». Alejandro Martínez Gallardo* (2020)
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* Por qué la información no se convierte en sabiduría (PDF)
• Imágenes para el Disenso Consciente (Telegram)
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