Amigos de la Tierra y Justicia Alimentaria publican su informe Plastívoros: la verdad sobre el ingrediente más tóxico de nuestra alimentación, un informe que profundiza en el uso del plástico como piedra angular de nuestra cultura de usar y tirar, símbolo de la sociedad de consumo.
Por Amigos de la Tierra y Justicia Alimentaria
Introducción
En la película Gigante, de 1956, James Dean interpreta a Jett Rink, un trabajador pobre y menospreciado de una hacienda ganadera texana. Cuando descubre petróleo en su pequeña parcela de terreno, cree que con el oro negro se solucionarán todos sus problemas. En realidad, el petróleo no hará otra cosa que agravar su drama. Es posible que la invención del plástico provocara en la humanidad una sensación parecida a la del pobre Rink.
Se iniciaba una nueva era de prosperidad, riqueza y bienestar.
Sin embargo, al igual que con el petróleo, la historia ha puesto de manifiesto nuestra equivocación. Hoy en día, el plástico se ha convertido en una de las principales amenazas para el medio ambiente y, por consiguiente, para el ser humano. El símil entre petróleo y plástico no es casual.
El 99% de los plásticos que hay en el mercado derivan de los combustibles fósiles. El uso del plástico, piedra angular de la cultura del usar y tirar, se ha convertido en el símbolo y motor de la sociedad occidental de consumo, de modo que la una no podría existir sin el otro.
Su utilización hasta la década de 1950 fue residual. En esta época, se descubrió que se podía elaborar el cloruro de polivinilo (PVC), uno de los tipos de plásticos más usados en la actualidad, a partir de un producto de desecho de la industria petroquímica. Así, a mediados del siglo xx, la industria petroquímica decidió convertir este desecho en una fuente de beneficios e impulsó el uso de PVC, que es ahora el plástico más importante —sobre todo en la construcción—, junto con el polietileno —usado en botellas de bebidas, bolsas y envases alimentarios— o el polipropileno, usado en otros envases y asientos infantiles, entre otros.
Entre 1950 y 2017 se han producido más de 9,2 billones de toneladas de plástico, lo que significa más de una tonelada por habitante, y su producción ha ido incrementándose exponencialmente: más de la mitad se ha producido después de 20052 . La industria del petróleo había descubierto cómo lucrarse aún más con este oro negro y astutamente lo han ido incorporando en todos los aspectos de nuestra vida, y con más énfasis en lo que la sustenta: nuestra alimentación.
Este informe consta de cinco capítulos. En el primero, se abordarán diferentes aspectos del ciclo de vida de los plásticos, tanto su proceso de fabricación como sus principales impactos; en el segundo, se profundizará en la vinculación entre los plásticos y el sistema alimentario, con especial mención a los microplásticos; el tercer capítulo mostrará las principales prácticas del lobby plástico; en el cuarto, se analizarán cuestiones relativas al mundo plástico y su afectación a distintos aspectos de la justicia social y ambiental.
Finalmente, se hará una presentación de las principales propuestas y alternativas para revertir la problemática actual y sentar las bases de un sistema alimentario desplastificado.
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