«Debajo de cada metro cuadrado del suelo del bosque se esconde una vasta red de vida interconectada. La ecóloga canadiense Susanne Simard, de la Universidad de Columbia Británica, la compara con algún tipo de inteligencia oculta, una red de infinitos caminios biológicos que conectan árboles y les permiten comunicarse, interactuar y comportarse como un solo organismo.
Tras seguir el rastro a determinadas sustancias químicas, Simard y otros científicos han observado en los bosques de Abeto de Douglas de Canadá los árboles ‘se hablan’ y establecen una simbiosis subterránea con los hongos -llamada micorriza- para transmitirse señales de estrés y compartir recursos. La salud del bosque está estrechamente vinculada a esta interrelación y la tala indiscriminada acabaría con todos los vínculos». National Geographic, agosto de 2018
imagen: Una encina centenaria talada, Victorino García Calderón
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