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Categoría: • Control

Cuando el poder fantasmal crece en eficacia y tamaño sospechando de todos y todas

La residencia, eufemismos, paradojas, mitos y realidades

Publicada el 23/09/2008 - 06/09/2017 por raas

Un análisis sobre el papel de los centros de encierro modernos.

«La norma está representada por la eficacia o la productividad, quien no responde a estos requisitos tiene que encontrar su ubicación en un espacio en el que no entorpezca el ritmo social.» Franco Basaglia

Presentación

Las personas con grave discapacidad intelectual institucionalizadas en residencias conforman uno de los colectivos más olvidados de nuestra sociedad. En este artículo se pretende dar a conocer la situación de exclusión que padece este colectivo, así como los efectos negativos de la institucionalización. También se describe el funcionamiento y realidad interior de las residencias donde se materializa este género de marginación, haciendo hincapié en los aspectos técnicos que le dan cobertura.

A pesar de los esfuerzos por disfrazarla, la institucionalización de personas con graves discapacidades intelectuales sigue siendo uno de los escenarios donde más se vulneran los derechos humanos y una de las formas más graves de exclusión. Las instituciones dedicadas al confinamiento de este colectivo -oculto y marginado entre los marginados- pretenden adquirir un carácter terapéutico, huyen del término institución, incluyen en su propaganda conceptos como calidad de vida, atención especializada, rehabilitación, etc. Sin embargo, se utilizan exclusivamente como «depósitos» donde los internos son abandonados a una denigrante situación vegetativa, sin estimulación ni libertad alguna, y donde son víctimas de todo tipo de abusos.

Este es el caso, por ejemplo, de las macrorresidencias para «profundos» con capacidad para cien y más personas que, alejadas de los núcleos urbanos, controlan la totalidad de la vida de sus internos bajo el eufemismo atención integral (dispensan todos los servicios necesarios y «no hace falta salir para nada»). Gobernadas según criterios empresariales, en estas residencias se procura organizar la vida diaria de tantas personas con el mínimo gasto de recursos. De hecho, la única atención que reciben allí los residentes se limita a una misma y estricta custodia para todos. Asimismo los ambientes restrictivos y deshumanizados que reinan en su interior, lejos de ser terapéuticos, contribuyen a incapacitar totalmente a los individuos, aumentando sus minusvalías y cronificando su situación de dependencia.

De individuo a problema técnico

El internamiento en residencias de este tipo nunca es un acto libre y voluntario. En la mayoría de las ocasiones llega producto del deseo de los familiares, muchas veces tras conseguir éstos la incapacitación legal del afectado por sentencia judicial. Este mecanismo legal se basa en que un juez nombra un tutor (representante) «porque el individuo es incapaz de manifestar su voluntad puesto que su discapacidad se lo impide», limitando así la capacidad de obrar y de decidir sobre todos los aspectos de su vida.

En todos los casos el encierro supone reforzar los efectos negativos que se producen sobre la persona que padece una minusvalía. Estas instituciones anquilosadas y marginadoras no responden en absoluto a las necesidades de sus internos. Su ideología asistencial está cimentada sobre una manera superficial y obsoleta de concebir la realidad del colectivo, herencia de los prejuicios del pasado. Las personas con grave discapacidad intelectual son incapaces de aprender nada y muchísimo menos llevar una vida mínimamente independiente, tan sólo se les pueden cubrir las necesidades básicas (higiene, salud y alimentación).

Una vez dentro, el radical desarraigo que se produce con el mundo exterior y la vida diaria institucional originan un progresivo proceso de despersonalización. Al ingresar en grandes soluciones residenciales, donde es característica la masificación deshumanizante, los internos pasan a considerarse meros objetos pasivos de intervención técnica. Marcados, agrupados, clasificados y uniformados según su patología, van perdiendo paulatinamente su propia identidad. La persona que estaba ahí con sus dificultades y sus capacidades es despojada de toda su humanidad y convertida poco a poco en un cúmulo de registros e informes (control de crisis epilépticas, evaluaciones psicológicas, historias clínicas, informes médico-psiquiátricos, registros de medicación, de dietas, de actividades,…)
Efectos yatrogénicos

El entorno hostil y restrictivo en el que viven las personas institucionalizadas tiene realmente unos efectos catastróficos. Las relaciones humanas en el seno de estos centros son fuertemente jerárquicas. Evidentemente, los internos se encuentran degradados en el último peldaño de la estructura, obligados a adaptarse al disciplinado «existir» diario y sometidos al rígido reglamento de la institución, la cual no discrimina necesidades ni demandas particulares de los que allí residen. Todos reciben la misma oferta institucional basada en un «asistencialismo de contención».

Moldeados mediante la celosa privación de estímulos en un día a día absolutamente rutinario y vacío de contenido, los residentes son conducidos a la pasividad incondicional. No tienen derecho a manifestar preferencias ni derecho a decidir nada en ningún aspecto de sus propias vidas, teniendo que ir de una sala a otra en rebaño y resignándose a dormir, despertar, comer, hacer sus necesidades, etc. a la hora que toca y no a otra. Simplemente han de «portarse bien». Lo que quiere decir que su conducta ha de limitarse a la docilidad y a la obediencia. El interno «bueno» es el interno pasivo, el que no reniega ni perturba. Así, pasan la mayor parte del día sin hacer nada, vigilados de cerca por un escaso número de cuidadores no cualificados y en condiciones más que precarias.

La existencia en las entrañas de estas instituciones puede llegar a ser absolutamente tediosa y denigrante, inimaginable para quien no ha estado en una de ellas alguna vez. Los internos tan sólo reciben una cama para dormir, comida y se les pone delante de la televisión, que representa la única «ventana hacia el mundo». Nadie ha de preocuparse de nada porque todo lo deciden otros . La mayoría no desempeñan ningún tipo de actividad lúdica u ocupacional. Además la carencia de calor y de estimulación da lugar a una destrucción de las voluntades. Nadie tiene deseos ni esperanzas allí dentro. Todos los días son iguales.

La misma secuencia invariable de gestos y actos se repite diariamente hasta el infinito. Eventualmente este ambiente llega a proporcionar una falsa sensación de seguridad a los internos, que acaban temiendo cualquier cambio o novedad. Las pocas actividades y salidas que se realizan en la institución vienen rigurosamente programadas desde arriba y van dirigidas siempre al mismo grupito de internos (los que han aprendido a no crear problemas y a pasar desapercibidos). Pero la mayoría no tienen otra opción que replegarse en su autismo, indiferentes a todo lo que les rodea, abstraídos psíquicamente en cualquier rincón, sumergidos en una profunda apatía o golpeándose estereotipadamente contra la pared. De esta manera, día tras día, año tras año, la competencia y las aptitudes de los individuos se van deteriorando, se crean nuevas discapacidades adicionales y se fortalecen las dependencias. El resultado final es un grupo de personas totalmente ineptas para encarar los aspectos más básicos de su vida diaria.

Para facilitar este régimen carcelario en un contexto donde es característica la insuficiencia extrema de personal, existen todo tipo de medidas de control del comportamiento. Desde los cócteles de psicofármacos hasta las contenciones mecánicas como las muñequeras o el chaleco-cinturón son utilizados para acabar de restringir la capacidad funcional de aquellos posibles «alborotadores» del orden institucional.

Cobertura técnica

A pesar de la fachada terapéutica que le proporciona la presencia de médicos, psicólogos, asistentes sociales, rehabilitadores, etc., la residencia no es precisamente un espacio de salud ni de rehabilitación ni de integración social. El personal técnico se encarga básicamente de dar una apariencia ética a la institución. Cosa que no ha de ser nada fácil ya que, mientras por un lado se proclaman objetivos formales a favor de la inclusión social de sus internos, por el otro se ha de justificar la existencia de vallas, puertas cerradas, ventanas con rejas, aparatos de contención física, etc. Como dice Goffman respecto a las instituciones totales, «esta contradicción entre lo que la institución hace realmente y lo que sus funcionarios deben decir que hace, constituye el contexto básico donde se desarrolla la actividad diaria del personal» (Goffman: 2004, p. 83).

Las restricciones físicas, por ejemplo, se justifican argumentando razones terapéuticas o de seguridad (evitar caídas, eliminar conductas desadaptadas, mantener vías invasivas, vencer las resistencias a un tratamiento o alimentación, mantener la alineación corporal del interno,…) Sin embargo la mayoría de las veces se utilizan como simple castigo o como medida desesperada de un cuidador ante la terrible sobrecarga de trabajo. Cualquier indisciplina o desobediencia por parte de algún interno se interpreta como un síntoma de empeoramiento de su enfermedad y se corrige rápidamente con muñequeras y cinchas.

Posteriormente el incidente se traduce a un lenguaje técnico y queda registrado como una crisis de agitación psicomotriz. Sucede que ante la inexistencia de alternativas menos intransigentes, muchas de estas prácticas se acaban «institucionalizando», y a pesar de que atentan directamente contra los principios fundamentales del cuidado y chocan frontalmente con los fabulosos objetivos de la institución en relación con la autonomía, independencia y calidad de vida de los internos, la utilización abusiva de restricciones físicas termina formando parte de lo cotidiano y de lo habitual. De este modo podemos encontrarnos con residentes que pasan los días y los años atados «preventivamente» a la cama de manos y pies simplemente por el hecho de contar con antecedentes conflictivos.

Otros, los que presentan conductas «molestas» para sus cuidadores, pasan el tiempo inmovilizados por un acercamiento extremo entre la silla y la mesa, apretados como auténticos bocadillos humanos, o directamente sujetados a la silla con sábanas anudadas y correas. Es evidente que en estos casos el uso de dispositivos limitantes responde más a razones de gestión y organización que a criterios terapéuticos o de seguridad.

Lo mismo sucede con los psicofármacos. Las personas con discapacidad psíquica institucionalizadas constituyen una de las poblaciones más medicadas con neurolépticos. Aunque se argumenta para ello la alta frecuencia y gravedad de los trastornos de conducta presentes en esta población, no parece ser este el principal criterio para la utilización de estas drogas tan nocivas para la salud. Las prácticas de prescripción están fuertemente influidas por factores no médicos, como la falta de personal o la inexistencia de programas, actividades y estrategias más adecuadas. Además, pese a que los psicofármacos los prescribe un psiquiatra (que apenas pisa la institución), la persona que cuenta las gotitas de haloperidol que caen en el desayuno del interno es la misma persona que después ha de estar ocho horas custodiándolo (y… si hoy te has levantado un poco «motorizado» hoy te tomas cinco o seis gotitas extras).

Esencia y presencia

Muchas de estas instituciones desarrollan un obsesivo afán por el cuidado de su imagen. Se presentan a la sociedad como hogares donde las personas con discapacidad encuentran una atención especializada, y donde llegan a estar «mejor que en casa». Repetidamente los órganos directivos muestran en público su interés por la gestión de la calidad, pregonan principios de solidaridad, divulgan la mejora constante de sus servicios, anuncian su compromiso con las personas discapacitadas, se llenan la boca de objetivos y misiones, incluso inician procesos de certificación para acreditar la bondad de su manera de proceder.

En realidad esta gestión de la calidad nunca llega a salir de los despachos porque su verdadera finalidad es totalmente ajena al compromiso con sus usuarios. La implantación de un plan de calidad no deja de ser un lavado de cara de la organización que sirve para ganar posiciones en el mercado y estar en mejor situación para la consecución de subvenciones públicas. Subvenciones millonarias que sirven para engrosar las arcas particulares de gestores y fundaciones privadas, y que se justifican con la remodelación permanente de mobiliario y arquitectura del centro, pero que nunca suponen una mejora real para el usuario.

Se eliminan barreras arquitectónicas de los aseos para recibir una subvención, pero acto seguido se ha de derribar todo porque la próxima subvención exige lavabos individuales que preserven la intimidad de los residentes, se construyen de nuevo los lavabos y se vuelven a derrocar, se construye, se derriba… Esto explicaría la presencia continua de obras en estas instituciones.

Tras este discurso de sus gobernantes se oculta una clara preocupación por parchear los objetivos reales de la institución, procurando aparentar una realidad que, en el mejor de los casos, tan sólo existe sobre el papel. Todos los esfuerzos dirigidos a mejorar la imagen de la residencia son pocos. No obstante, de puertas para dentro la esencia sigue siendo la misma de siempre. De hecho, esa es precisamente la esencia de estas instituciones: que nada cambie, que siga todo igual.

Cualquier cambio es sinónimo de ansiedades, confusión y desconcierto, y no sólo para los internos. El personal, con el tiempo, también acaba padeciendo una institucionalización paralela donde la inercia es el motor de toda su actividad. Difícilmente cualquier innovación, por pequeña que sea, será tolerada por el rígido orden establecido. El tiránico equilibrio institucional entretejido durante años no es capaz de asimilar reformas que podrían llevar al caos. Todo está perfectamente dispuesto, jerárquicamente ordenado. Y eso hace que los profesionales se sientan terriblemente frustrados e insatisfechos, que no puedan desarrollar adecuadamente su profesión. Porque el buen hacer profesional es incompatible con la eficiencia institucional. Y tarde o temprano todos, internos y personal, tienen que adaptarse a las precisas «normas de la casa».

Lo cierto es que la última sensación que tienen los residentes es la de sentirse en su casa. Cada vez más medicados y menos autónomos, son sencillamente reducidos a un lamentable estado vegetativo, animados a dormir todo el día. Y así languidecen a través de los años hasta su extinción, víctimas día a día de la infantilización, los castigos corporales, las amenazas, las humillaciones y el trato vejatorio que reciben de sus cuidadores, los cuales, a su vez, son víctimas de un trato vejatorio por parte de su convenio laboral (célebre es la precariedad laboral que caracteriza al sector de las residencias privadas). Toda una violencia vertical que impregna la actividad diaria en el interior de la institución y que cristaliza en forma de clima humano irrespirable.

Es innegable que estas instituciones no tienen otra función que la de «almacenar» internos hasta el día de su muerte de la manera más económica posible. A pesar de su atención médica y «especializada», la residencia no cura ni rehabilita ni beneficia en nada. Más bien es un lugar oscuro de marginación y yatrogenia devastadora, del que ninguno de sus internos saldrá alguna vez para volver a su hogar.

Sílvia Broto Vizcaíno / silvia.broto@hotmail.com

Bibliografía
– Focault, Michel (1975): Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores, S.A. 13ª reimp. (2005). p.338
– Goffman, Erving (1961): Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales. Amorrortu editores. 8ª reimp. (2004). p. 383.
– Basaglia, F., Carrino, L., Castel, R., Espinosa, J., Pirella, A., y Casagrande, D. Psiquiatría, antipsiquiatría y orden manicomial . Barral Editores, Barcelona, 1975. Recopilación de textos a cargo de Ramón García.
– Editar una vida, documental de Raúl de la Morena, 2005.
– L’atenció a la gent gran dependent a Catalunya: Informe extraordinari del síndic de greuges de Catalunya

fuente www.nodo50.org/ekintza/article.php3?id_article=426

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La sociedad transparente. Tecnologías de control en la estructura empresarial moderna

Publicada el 23/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Detrás de la inclinación del capitalismo occidental de exhibir de modo obsceno un agresivo «poder pastoral» (aquel capaz de desarrollar el doble juego de la ciudad y el ciudadano, y el del pastor y el rebaño) e imponer sobre la espalda del sujeto el peso inabarcable de una organización que le trasciende, se ocultan los mecanismos que protegen precisamente a aquello que otorga fundamento y eficacia a las prácticas del sistema.Se asiste así a un universo de imperceptibles coacciones que se incrustan en nuestras vidas cotidianas, una microfísica del poder que se infiltra en los cuerpos de los individuos allí donde se materializa la acción capitalista. 

Por Carlos Hugo Sierra

Decía Michel Foucault que «el poder es tolerable sólo con la condición de enmascarar una parte importante de sí mismo».

Si bien eso es cierto, hoy en día difícilmente podemos encontrar una parcela de nuestras vidas que escape a su dominio, ya que el fondo ideológico y práctico que anima el discurso neoliberal (a pesar de que en apariencia resulte lo contrario) exige, para su perpetuación, la necesidad de intervención, de ordenación y ordenamiento de las colectividades. En este sentido, la floreciente emergencia de las tecnologías (ligadas a la información/comunicación) han contribuido a facilitar y, por ello, a «endurecer» el desarrollo de la economía neoliberal.

Algo que se contempla muy bien en el ámbito del trabajo, cuyas débiles resistencias (lo que queda de la histórica lucha de la clase trabajadora por sus derechos) ante cualquier ataque se han visto superadas por el ímpetu de toda una infraestructura tecnológica de control político/social. Del «departamento sociológico» encargado de investigar el comportamiento de los trabajador@s en las cadenas de producción fordistas se ha pasado a la integración en la gestión empresarial de las innovaciones y capacidades de los servicios de seguridad e inteligencia surgidos desde los Estados modernos.

Las tecnologías de control han favorecido una «humanización» de las relaciones con l@s trabajador@s, reduciendo la presencia de los actos de carácter represivo o de la disuasión basada en la fuerza, «normalizando» las condiciones de aceptabilidad del poder por l@s propi@s dominad@s. De esta manera las lógicas empresariales del liberalismo imperante no van a influir en la capacidad de elección de los trabajadores sino que, en un nivel más profundo, van a incidir en la elaboración de los criterios desde los que el sujeto selecciona la toma de una postura.

Hay pues «libertad» en la toma de decisiones del sujeto trabajador/a precisamente porque el sistema económico es capaz de naturalizar su imposición, es decir, de convencer de que la imposición a la que se ve sometido el individuo surge de su «libre actividad reflexiva» y de su «libre voluntad». Con ello se despliega una estructura disciplinaria de control basada en la ilusión ( ya lo dejó apuntado Bentham en «El panóptico») de l@s trabajador@s de estár bajo una vigilancia constante. De este modo, el sujeto termina por sumergirse en un «estado de conciencia y visibilidad permanente que asegura el funcionamiento automático del poder» (M. Foucault).

simultáneamente, parece evidente que el entramado de tecnologías de la información y de la comunicación han acelerado el proceso de reorganización de la estructura laboral y empresarial. Con su desarrollo se ha posibilitado la dispersión geográfica de l@s trabajador@s (teletrabajo) sin que por ello haya disminuído el poder de control sobre ést@s, ya que ahora la vigilancia empresarial puede introducirse en los espacios más íntimos con el fin de supervisar los horarios y la productividad. Hablamos, pues, de una reorganización de las estructuras de control desde la descentralización, algo que crea la figua del «cibersierv@» sujeto a un entramado comunicativo unidireccional que le lleva a convertirse en la parte terminal de la gestión económica.

Son las consecuencias de lo que David Lyon denomina «vigilancia desorganizada» y de lo que Abbe Mowshowitz, con cierta semejanza en sus planteamientos, sugiere con su término de «feudalismo virtual». En el desarrollo de ambos conceptos se reconoce el incremento de la vulnerabilidad del/la trabajador/a dado que las tecnologías se han convertido en instrumentos posibilitadores del «horario flexible», en mecanismos que revalorizan los aspectos de flexibilidad, rapidez, eficacia y productividad, y en las bases fundamentadoras de un discurso ideológico generado desde las instituciones políticas y socioeconómicas que prioriza la movilización del/la trabajador/a en un proceso cíclico de formación contínua, «normalizando» la arbitrariedad y la impunidad en las relaciones laborales (desde el contenido de las modalidades contractuales a los criterios de despido).

De igual modo, las tecnologías ejercen una labor de vigilancia interna (vigilancia reflexiva) que se ha convertido en fundamental en el aseguramiento de la «competitividad» de las empresas. No tenemos que ir muy lejos para escuchar este discurso: la Unidad de Consultoría Tecnológica de ROBOTIKER nos dice que «las personas deben tener conocimiento sobre su organización (misión, visión, valores, cultura, procedimientos, formas de trabajo, etc.) y las actividades que se realizan (ofertas, proyectos, cursos, ponencias, seminarios, artículos, etc.) de forma que se evite la duplicidad de esfuerzos, se aprovechen las lecciones aprendidas, etc. mejorando la productividad de las personas y su satisfacción» (en el Parque Tecnológico de Miramón, Donostia ya se están ofertando cursos de «Vigilancia Tecnológica e Inteligencia Competitiva» -BIC BERRILAN DIGITAL- cofinanciado por el Gobierno Vasco).

Esta «High Tech», esta sofisticada tecnología, le sirve a la clase empresarial para seleccionar, vigilar y controlar a l@s emplead@s, con el argumento justificativo de mejora de la competitividad de la productividad, de establecimiento de la Calidad Total, de la Reingenieria (Conceptos estos que ocultan toda una ideología de corte belicista que se añade a los fines del rancio liberalismo de siempre. Baste, para darse cuenta de ello, mencionar el éxito logrado en occidente de la traducción y aplicación de las técnicas del bushido japonés a la gestión empresarial). La ventaja de la vigilancia sistemática a l@s trabajador@s por parte de l@s empresari@s es clara, en la medida en que mejora el establecimiento de filtros de cara a reclutar al personal más conformista y sumiso ante las órdenes patronales, permite la elaboración actualizada de registros individuales de desempeño laboral y el perfeccionamiento de bases de datos con información personal e individualizada (datavigilancia), así como el establecimiento de medidas que garanticen el cumplimiento de las normas estándar de productividad.

El/la trabajador/a y, más allá, el individuo alcanza un grado de vulnerabilidad máxima pues se ha transformado en un sujeto «aislado, subcontratado en una red flexible» (Manuel Castells), al que se le conquistan los últimos espacios de intimidad que le quedan y acaba siendo «gestionado» sutilmente desde el control mediático y el procesamiento informacional. Convendría por ello, en lo que sigue, describir brevemente alguno de estos procedimientos a fin de ser conscientes de la real dimensión de este nuevo fenómeno.

Uno de los fenómenos más simples es el «monitoreo telefónico», en el que los números desde las extensiones de una línea telefónica pueden registrarse por medio de un aparato denominado «pluma registradora». Dicho aparato permite que el empresario disponga de una lista de los números de teléfono que se marcan desde la extensión que pueda poseer cada empleado, así como la duración de la llamada. No obstante, el procedimiento de control más generalizado es lo que R. Clarke denominó como «datavigilancia» que, aunque en un principio, se utiliza para referirse a la investigación de las personas utilizando la estela cibernética dejada, quizá hoy en día es aplicable además a los mecanismos de procesamiento, recuperación y consolidación de todo dato.

Para ello las tarjetas inteligentes (tarjetas de crédito, de control de asistencia, de identidad (ID), de identificación…) están siendo rediseñadas para facilitar la conexión de bases de datos múltiples. Mediante una técnica denominada «corrimiento de fusión» las nuevas tarjetas poseen un circuito microelectrónico que puede almacenar varias páginas de información de cada persona. Así se dispone de la capacidad tecnológica para elaborar perfiles sociales (data profiles) de l@s usuari@s (recordemos que ya existe software, como el llamado Falcon, capaz de reconocer patrones de conducta-cuándo y dónde se compra, cuándo y dónde se viaja, etc- tras el análisis de las transacciones económicas realizadas por l@s usuari@s). En ese sentido las tarjetas de identificación laboral son paradigmáticas ya que aseguran el control y localización del trabajador/a en las empresas públicas y privadas (controlando su rendimiento, cuánto tiempo tarda en tomarse el café, etc).

En todo caso, ésta no es la única técnica de vigilancia y de control de la identidad existente. Más allá del control básico a partir de la huella dactilar se están imponiendo las técnicas de verificación biométricas, o sea, sistemas automáticos que hacen «scan» electrónico y digitalizan partes del cuerpo humano singulares, y que nunca son idénticas a las de otra persona (iris, voz humana-sonometría…). Ejemplos de ello son el sistema de la geometría de la mano que mide, a través de un lector electrónico, la longitud y la distancia entre los dedos o, por otro lado, la terrmografía facial que mide las curvas del rostro desde varios ángulos, digitalizando la información y haciendo comparación computerizada con imágenes ya existentes en la bases de datos o en una tarjeta de identidad. En la actualidad ya es posible realizar una operación en un cajero automático mediante la exploración de la retina y el iris con unos lentes de cámara a las que se tendrá que aproximar el/la usuari@a (unos 30 ó 40 centímetros), esperando la confirmación de su identidad mediante el estudio comparativo con el código almacenado en la base de datos (se trata de una tecnología desarrollada en Gran Bretaña que «puede reconocer una huella ocular individual, el único patrón encontrado en el iris, una anilla coloreada de tejido que envuelve a la pupila. Cada persona tiene un patrón diferente de filamentos, marcas y estrías en el iris» Nigel Hawkes).

Otro de los métodos de vigilancia más extendidos es la introducción en las áreas de trabajo de las Cámaras de Televisión de Circuito Cerrado (CCTV). El sistema SEEHAWK, por ejemplo, es un modelo de la penetración del «ojo electrónico» proporcionada por la tecnología en el ámbito laboral, ya que mantiene las áreas vigiladas mediante una unidad conectada con cámaras que permite ver exactamente lo que sucede y llama al/la operador/a del PC controlador en el caso de que sucedan actividades sospechosas en las zonas monitoreadas, desplegando imágenes congeladas en la pantalla (es lo que se denomina «videocam», o sea, un sistema de cámaras dirigidas por ordenadores). El operador puede controlar la situación del empleado a distancia ya que dispone de una unidad remota manteniendo una red de seguridad que genera una grabación digital de ocho canales MPEG 1 (sistema de compresión) multiplexados. Termina por imponerse así, con este tipo de tecnología, la tendencia que deja a un lado la vigilancia con fines defensivos o de conservación de la empresa, y asume sin complejos el control activo de la localización de trabajador@s.

Sin embargo, si a este sistema se le añade el monitoreo de los sistemas computerizados, la vigilancia activa es casi completa. El empresario puede hacer uso de un software de ordenador que le permita ver lo que está en pantalla o guardado en las terminales y discos duros que vean los empleados. Además, las personas que trabajan intensivamente con procesador de palabras y captura de datos puede estar sujeta a la vigilancia del teclado (golpes por hora) e, incluso, es posible conocer y registrar el tiempo que desperdicia frente a la pantalla del ordenador o lejos de él.

Además, con la expansión del correo electrónico y del correo vocal como complemento indispensable en el trabajo han surgido simultaneamente los sistemas para su control. Si en la empresa funciona un sistema de correo electrónico el empresario es el dueño del sistema, y puede revisar el contenido. Es conveniente mencionar aquí que los sistemas de correo electrónico y vocal guardan los recados en la memoria del sistema, aún después de ser borrados, quedando registrados permanentemente en un archivo «respaldo» de cinta magnética, junto con el resto de información importante del sistema computerizado.

La cibervigilancia que puede realizar el/la empresari@ se incrementa mediante el registro de las cookies (códigos incrustados en el disco duro que identifican al usuario de la red), ya que a través de ellas es posible conocer las páginas web a las que entra el/la trabajador/a. No es de extrañar, entonces, que estados como Gran Bretaña, país pionero en la legalización de la intervención de las comunicaciones electrónicas sin autorización judicial, planteen la elaboración de normativas como las Lawful Business Practices Regulations, en desarrollo de la Regulation of Investigatory Powers Act 2000, que autorizan a la empresa a controlar, interceptar y grabar cualquier llamada telefónica, correo electrónico o la navegación por internet sin conocimiento del/la trabajador/a, «siempre que la finalidad de tal interceptación encaje en alguno de los supuestos que se establecen».

COmo consecuencia de ello, comienzan a surgir sistemas de vigilancia y control como el programa SurfWatch que está diseñado para bloquear los contenidos pornográficos y el lenguaje injurioso. El Spector 2.1 lleva a cabo pantallazos cada pocos segundos que, posteriormente se pueden contemplar como si se tratara de una sucesión de imágenes-del ordenador en el que está instalado. Estas se almacenan en un servidor, al que el/la espía puede acceder por contraseña o bien recibir las imágenes vía correo electrónico.

Las contramedidas tecnológicas tradicionales que se utilizan normalmente no sirven para Spector (no se pueden cifrar los mensajes con PGP ni ocultar las huellas en la web mediante un programa anonimizador). Y si con estos procedimientos tecnológicos de control no tenemos bastante siempre nos queda esperar a la aplicación en el terreno laboral (todavía tiene un uso estríctamente militar) de la tecnología TEMPEST, capaz de interceptar directamente (sin necesidad de red) las comunicaciones del ordenador y de penetrar en su disco duro aprovechando las radiaciones electromagnéticas que emite. O de otro modo, interceptar las comunicaciones laborales realizadas desde los teléfonos móviles mediante el control de las estaciones a las que llegan las señales (Reg Whitaker, en este sentido nos propone, como si de un juego se tratara, que tecleemos la siguiente dirección de AT&T: www.anywho.com y, una vez allí, tecleemos nuestro número de teléfono. Sorprendentemente quizá podamos encontrar información sobre nuestra propia localización). Así las cosas, si nos atenemos a las cifras que se dan en el más grande Estado policial laboral del mundo (EEUU) nos daremos cuenta de la importancia de todo ello: un 45% de las grandes empresas tienen instalados sistemas de vigilancia interna para controlar el correo electrónico de sus emplead@s (50 millones). De ellas más del 30% almacena y revisa los correos electrónico envíados y recibidos por sus empleados. El 20% de las compañías tienen instaladas cámaras de vigilancia.

La prolongación de la vigilancia del/la trabajador/a presenta otra dimensión que en un futuro ya cercano puede resultar trascendente como es la aplicación de las tecnologías a los procesos vitales del sujeto, es decir, la ingeniería genética. Los análisis genéticos se enmarcan en el contexto de la vigilancia médica de l@s trabajador@s, debido a la necesidad de prevención o protección de la salud del/la futur@ trabajador/a. Con ello se puede desencadenar un riesgo de medicina de la obediencia que intente establecer cuerpos menos opacos, más transparentes, más sujetos al «cuidado» y al «control». Aplicados por el/la empleador/a como instrumento de selección de l@s candidat@s en aras de la mejora de la productividad y de la rentabilidad de sus empresas, los análisis genéticos tienen el riesgo de abocar a la exclusión sistemática de ciertas personas y de crear también un «proletariado genético».

En definitiva, la productividad como valor no sólo sociopolítico sino también ético/moral (el/la empresari@ se transforma no sólo en un agente capaz de orientar los procesos políticos de primer orden sino en un verdadero «benefactor social» investido de un conjunto de atribuciones morales) se sobrepone e, incluso, justifica la intervención en la gestión de lo íntimo y de la corporalidad del sujeto. El empleado se encuentra así atrapado en una red de influencias coercitivas sutiles que descansan en un orden de «seguridad».

Orden generado por una tecnología que propicia, por su propia estructura panóptica, la interiorización de los propios esquemas de control -debido al miedo a ser vigilados- y genera actitudes de autocensura por parte del propio trabajador sin necesidad de que existan otros sistemas de control manifiestos. Y es que la tecnología sutiliza los sistemas de control social, haciéndolos invisibles a los ojos de los individuos aunque éstos se expongan con toda desnudez a la visibilidad de los propios sistemas. Esta lógica bipolar enfatiza y desarrolla actitudes de sumisión y de aceptabilidad por parte del sujeto.

En última instancia, parece evidente que el orden establecido asume sin tapujos unos dispositivos de control y vigilancia cada vez más complejos y eficaces. El neoliberalismo se ha metamorfoseado en una sofisticada red de gestión de los individuos. Sin embargo, en nuestro mundo contemporáneo todavía pueden encontrarse rendijas por las que escapar a ese dominio.

Es necesario recordar aquí que la propia tecnología, fuente de control y represión, puede convertirse también en el principal instrumento de liberación y de lucha. Una primera vía que se plantearía sería la propia defensa frente a la ofensiva controladora, que las estructuras neoliberales fortalecen desde la tecnología de control mediante programas «trituradores de cookies», sistemas de «retransmisión» (re-mailing, en los que las personas envían sus comunicaciones canalizadas por un centro de retransmisión que presenta la capacidad de borrar marcas de identificación o trayectorias virtuales tanto del/la emisor/a como del/la receptor/a), encriptación en clave pública de los mensajes (sistema asimétrico en el que se utiliza una clave pública y otra privada de decodificación de los mensajes imposibles de relacionar entre sí y que permite únicamente al receptor la posibilidad de leerlos.

Al mismo tiempo, mencionemos la versatilidad defensiva de programas de encriptación de mensajes como el PGP-Pretty Good Privacy, capaz de asegurar la inviolabilidad del mensaje gracias a un sistema de 128 bites, frente a los de 56, o la llamada «esteganografía» (ocultación de mensajes en otro conjunto de información para que se ignore y no se intercepte. Normalmente se mezclan los bites del mensaje con los de un archivo de imagen o de sonido). La segunda vía, complementaria a la primera, se hace eco de la capacidad subversiva de la tecnología para infiltrarse en los centros económicos y políticos principales del sistema para desestabilizarlo.

Los ciberasaltos a las agencias de seguridad, la emisión de virus informáticos y saqueo de los centros informáticos de las grandes estructuras económicas, así como la llamada «infoguerra» organizada sobre las bases de datos de los estados y el aprovechamiento de la infotecnología como un elemento de guerra mediático desde el que es posible acceder y proyectar las situaciones reales de ciertas luchas (Palestina, Euskal Herria, Chechenia…) suponen un conjunto de posibilidades y recursos que ofrece la propia tecnología a muchos colectivos y que son imposibles de eludir si se desea afrontar con realismo la compleja trama del poder existente en las sociedades modernas.

Vivimos cada vez más en la ciudad de cristal que tan brillantemente muestra Zamiatin en su obra «Nosotros», un cristal transparente a través del cual el poder dominante contempla las trayectorias vitales de todos sus «subdit@s». Si la tecnología de control ha contribuído a su consolidación quizá también nos permita, por otra parte, construir espacios de invisibilidad, lugares «conspirativos» y opacos, ajenos a la mirada vigilante del poder contemporáneo.

fuente: https://www.nodo50.org/ekintza

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Congo, siglos de saqueo

Publicada el 21/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Los delitos contra el Congo se repiten siglo tras siglo. Hoy hay allí un gobierno corrupto y ávidas compañías transnacionales mantienen al país en un estado de semicaos para poder seguir extrayendo los riquísimos minerales qua hay en su suelo al menor costo posible, sin consideración alguna a las vidas humanas. El tenebroso corazón del colonialismo late de modo tan repugnante hoy como hace cien años.

Por Carolina Jemsby

Hay una piedra verde en mi escritorio. Es una piedra de cobre, de la mina de Ruashi en Kongo-Kinshasa. Cuando nadie veía me agaché rápidamente y me la metí en el bolsillo, después la escondí mejor y la saqué del país. Ahora resplandece venenosa en el medio de mi escritorio, denunciando siglos de despojo.

A primera vista, la mina Ruashi es un hormiguero. Miles de seres humanos que cavan en una mina a cielo abierto, que llevan con grandes esfuerzos pedazos de metal que extraen de la arena plateada y verde brillante que cubre la zona.
Parece algo irreal. Desde el borde superior se ve a los trabajadores mineros como pequeños muñecos que tropiezan y avanzan a los tumbos con enormes bolsas con piedras de cobre, con pantalones cortos gastadísimos y con ojotas deshechas. Damos una vuelta por el borde para ver la mina en toda su extensión. Tropezamos, nos resbalamos. Mis borceguíes reforzados para escalar montañas resbalan en algo más resbaladizo que el hielo. Me siento una infeliz, deslizándome por la pendiente, recupero el equilibrio y puteo para mí misma mientras veo que al fotógrafo le pasa lo mismo y entonces sí tengo miedo, porque el fondo de la mina está a por lo menos 50 o 60 metros, pero se reincorpora con su cuerpo y la cámara a salvo.

–No tenemos ningún equipo de seguridad, nos dice, con amargura,  Patrick, 35 años, que hace uno trabaja en la mina y nos relata de los accidentes que se suceden uno tras otro.

–Cada semana muere o se lastima alguno; necesitamos yelmos y overoles. Es peligrosísimo trabajar así. Y ganamos poco. A gatas si cobramos, murmura con rabia.
Alrededor se apresuran los trabajadores. Muchos son niños y llevan enormes bolsas pesadas sobre sus enjutas y pequeñas espaldas. Todos los rostros están impregnados de polvo, un polvo brilloso blanquiverdoso, de aspecto muy venenoso que se asienta alrededor de la nariz y la boca.
En los caminos alrededor de la mina transitan camiones permanentemente, que cargan el cobre y desaparecen tan rápidamente como vinieron. ¿Adónde? Nadie lo sabe con certeza. Pero fuera del país. De eso y sólo de eso se trata.

La República Democrática del Congo es un país desangrado, deshecho, saqueado por Occidente desde hace más de un siglo.  Las riquezas del país son enormes, tal vez sea la región de mayor riqueza minera del mundo entero.
Es repugnante ver cómo los delitos contra el Congo se repiten. Jospeh Conrad en El corazón de las tinieblas describe el saqueo del marfil. Luego se dedicaron a saquear el caucho en condiciones igualmente terroríficas. Hoy son diamantes, aceite, oro, coltán, cobre y cantidad de otros minerales que atraen a compañías mineras sin escrúpulos. Y las compañías hacen todo lo posible por mantener la guerra en el Congo y el desorden generalizado, que les permite aumentar los precios.

Imagínese que usted es un director de una minera transnacional importante. Haga usted lo que hiciere, su objetivo es siempre encontrar tanto metal como sea posible al más bajo precio, factores que harán que tu compañía resulte la mayor y más exitosa.
Puede resultar éticamente problemático trabajar en el Congo, pero aquí están los mayores yacimientos del planeta de, por ejemplo, coltán, un metal que se usa en celulares y del que no se conoce otros yacimientos.

Si hay paz, no hay más remedio que conseguir un costosa licencia para explotar el mineral, Además hay que pagar regalías al gobierno y a las autoridades locales y una parte de los metales hay que purificarlos en el lugar, en el Congo. No se puede exportar directamente el mineral en bruto, se necesita algún tipo de inversión en el lugar.  Todo esto, siguiendo las leyes nacionales e internacionales, lo cual es complicado y costoso.

Pero si en cambio rige un estado de conflicto de baja intensidad, todas las legislaciones quedan fuera de juego. Y si se pone un importe adecuado en una cuenta suiza del presidente, se compra una licencia de explotación que te conceda un líder local o un señor de la guerra, es fácil ponerse a extraer el mineral. Y cuesta sólo una fracción  de todo el procedimiento “legal” y no
hay que costear inversiones locales. Todo se hace ilegalmente, pero ¿quién controla?

Ése es, por ejemplo, el concepto de éxito que tiene Lundin Minings, empresa sueca, que está por cierto en la primera línea de “trabajo” dentro del Congo.
La guerra en el Congo viene arreciando desde 1997. Se la ha denominado Primera Guerra Mundial africana y parece haber hecho estallar todos los límites para la crueldad y la maldad humanas. La población civil está siendo permanentemente maltratada, perseguida, violada, mutilada y aterrorizada desde hace casi una década.Ninguna guerra desde fines de la Segunda

Guerra Mundial ha aniquilado tantas vidas como la del Congo, se estima que han muerto hasta ahora unos cinco millones de seres humanos.
Uno siente que se trata de una grosera reiteración de la historia. A fines del siglo XIX, el Congo pertenecía al rey Leopoldo II, de Bélgica y durante su treinta años de “gobierno” se estima que entre tres y veinte millones  [sic] de congoleses fueron asesinados. Los sicarios de Leopoldo presentaban manos derechas seccionadas de sus cuerpos para que se contaran los asesinados y recibir la recompensa calculada sobre esas bases. Los congoleses sobrevivientes fueron forzados a la esclavitud en los plantíos de caucho o en las construcciones ferroviarias y en caminos.
Hoy tiene lugar un proceso de paz. Por primera vez en cuarenta años hay elecciones en el país.  Pero, irónicamente, la paz y la democracia están amenazadas por las enormes riquezas del suelo y el subsuelo. Las compañías mineras tienen muy escaso interés en un proceso de democratización.

Un ejemplo es la empresa minera australiana Anvil Mining. Anvil Mining proveyó a soldados congoleses de camiones y aviones para llevar a cabo una matanza y volverlos a sus sitios. Con ese operativo un centenar aproximado de seres humanos fue masacrado a sangre fría. La empresa también avitualló a los soldados durante el operativo. Ahora ha sido llevada a juicio.
Lubumbashi es una ciudad pletórica de sedes de companías mineras transnacionales y a su ingreso hay un enorme portal que da la bienvenida a “la capital del cobre”.

Como en el Lejano Oeste o en Disneylandia, como si se tratara de cavar y ponerse contento, se hacen cruceros para ricachones en enormes camiones blancos que desfilan por los pésimos caminos hasta que resultan casi intransitables. Desde Lubumbashi a Zambia es corto el camino y por lo tanto no es tan difícil llevarse por allí los metales fuera de frontera. A lo largo de las rutas se ven enormes propagandas de camiones Volvo. Lundin Mining no es por cierto la única empresa sueca que se aprovecha de la situación en el Congo.

La mina de Ruashi queda apenas fuera de la ciudad. Yendo para allí, pasamos al lado de mujeres que venden frutas a la orilla de las rutas, alguna vende carbón para conseguir alguna extra. La pobreza en el Congo es enorme y pocos son los que tienen la posibillidad de comer a satisfacción cada día.
–Ganamos un par de dólares diarios, nos diche Patrick en la mina. [Unos seis pesos argentinos. Unos cincuenta uruguayos].

De aquí procede el bienestar occidental, pienso y contemplo los cuerpos que se hacen trizas buscando afanosamente metales que aquí son tan baratos, con los cuales se hacen celulares baratísimos, baratísimos anillos de matrimonio o diamantes. ¿Cuál es la responsabilidad para los habitantes cualesquiera de los países enriquecidos? ¿Y cuánto derecho tenemos de descargar la responsabilidad sobre las empresas mineras que a su vez tiran tan abajo los precios?
Un muchachito se nos aproxima agitado. Jean-Jacques Lumumba tiene 13 años y arrastra, tira y lucha para poder llevar consigo la bolsa cargada de cobre a lo largo del camino.
–No, si no pesa nada, nos dice. No pasa nada.

El polvo ha coloreado su nariz de un blanquecino brillante y sus ojotas están destrozadas.
–Mis padres no tienen trabajo, no tienen guita y yo quisiera estudiar, verdaderamente, nos cuenta. Por eso va a la escuela de mañana y trabaja en la mina de tarde. Consigue dinero para los gastos escolares, lapiceras, cuadernos de apuntes y libros.

Serge Kapend es geólogo y está preocupado por el trabajo infantil. Nos acompaña hasta el lugar de extracción del cobalto, algunos kilómetros más adelante. Hay cada vez más niños que trabajan en las minas. A menudo son huérfanos que tienen que trabajar para sobrevivir. Son los que hacen los peores trabajos, los más pesados, transportan las bolsas del pozo hacia afuera, por ejemplo. Serge es congoleño y trabajó antes en distintas empresas multinacionales en Lubumbashi. Al día de hoy se cambió de bando y trabaja para el sindicato minero, se hastió de ver y formar parte del saqueo.

–Se necesitan mejores leyes respecto de la explotación de nuestras minas. En la situación actual, las normas se acomodan a lo que se hace. Quien gobierna localmente, o los señores de la guerra, venden el derecho a explotar un sitio, la empresa minera va a ese lugar, extrae las riquezas y se marcha con el botín. El proceso da algunas, muy transitorias, posibilidades de trabajo, pero los recursos desaparecen para siempre del país.
Uno de los objetivos del sindicato es el de poner en regla la extracción y retener una parte de las ganancias dentro del país, nos explica un colega de Serge, Komichelo.
–En verdad, habría que conseguir que las licencias sean otorgadas exclusivamente por el gobierno. Hoy en día cualquiera que tiene una Kalaschinov vende licencias para explotaciones mineras.
–El problema que tenemos hoy en día es que las empresas procuran mantener en pie los conflictos, porque ganan mucha plata con eso. Y mientras el Congo hace todo lo posible por alcanzar la pacificación, hay un actor muy poderoso que hace todo lo posible en sentido contrario, continúa Komichelo.
Alrededor suyo seres humanos se hunden en agujeros negros de cobalto. Ese metal, por ejemplo, se usa en los auriculares de los pequeñísimos MP3.
De pronto estalla el caos y se oyen voces airadas que hacen eco y salen del pozo mayor.
–¡Una mujer en la mina! ¡Esto significa una desgracia! ¡Debe ser una bruja! ¡Mátenla!
Algunos de los revoltosos son sujetados por los guardias que nos acompañan, otros vuelven al trabajo. Yo me voy de allí de prisa. El linchamiento en una mina congoleña pertenece a una de mis pesadillas.

El MONUE, de la ONU, tiene como cometido vigilar la llamada paz en el Congo. Alexandre Essome es jefe de esa repartición en Lubumbashi. Participará de las elecciones como observador y supervisor de la ONU. Su principal preocupación son las minas extranjeras y la presión extorsiva que ejercen sobre los políticos locales y los grupos armados.
–¿Cómo vamos a tener elecciones democráticas y como vamos a poder soñar en alcanzar la paz cuando hay intereses tan poderosos para que continúe la guerra? Las empresas mineras ganan enormes ganancias gracias a la guerra, nos aclara.
En Lubumbashi. hay todo un semillero de empresas mineras extranjeras. En el ámbito del desarrollo global que hoy impera no son sólo empresas occidentales las que llevan delante el despojo; al lado de las belgas, francesas, canadienses y australianas también las hay sudafricanas, libanesas, indias, israelíes y sobre todo, chinas. Todas igualmente brutales en su rapiña.

–Aquí puede pasar cualquier cosa, si contás con el dinero suficiente. Las minas son saqueadas, los interesados son incontables. Hemos comparado la compra de metales y la importación de armas: van juntas: cuanto más metales se embarcan hacia el exterior, más armas entran de contrabando, sostiene Alexandre.
–Le he escrito a las autoridades y les he pedido que hagan algo, pero no hay respuesta.
Levanta los hombros en señal de impotencia. Su oficina está en un barracón en un descampado limitado por alambre de púa en Lubumbashi. Los supervisores para las elecciones ya han llegado y se están entrenando en control de ejercicios democráticos. De alguna manera hay una esperanza de paz y democracia en el Congo. Pero la inmensa mayoría de los delitos desaparecen como en un agujero negro, de ceguera y olvido. Bajo responsabilidad “occidental”.

Sostengo mi piedra verde. Resplandece hermosamente,  tengo en mi mano un pequeño trozo del conflicto. Un signo bien concreto de mi culpa. Fui rápida para tomarla, la escondí con disimulo en mi equipaje y ahora descansa en mi escritorio. Al lado de decenas de toneladas de diamantes, oro y otro metales, testimonia el saqueo ininterrumpido que tiene lugar en el Congo. Y testimonia nuestras culpas.

El artículo con fotografías www.argentina.indymedia.org/news/2007/06/530314.php con fotos del artículo

artículo publicado en Revista futuros nº10 (2007) https://revistafuturos.noblogs.org

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La Huerta Orgázmika de Caballito corre peligro de desalojo

Publicada el 10/09/2008 - 07/09/2018 por raas

La Huerta Orgázmika de Caballito se encuentra entre una sociedad que mira, en general, para otro lado y el Gobieno de la Ciudad de Buenos Aires que emitió un decreto intimatorio, ilegítimo y por supuesto arbitrario.

Por raas
raas@riseup.net
9-8-2008

«La idea de que el mundo que debería ser, existe verdaderamente, es una creencia de los improductivos, que no anhelan crear un mundo tal y como debería ser. Consideran que existe ya, buscan los medios para llegar a él.» Friedrich Nietzsche (1)

La Sala

Hace unos meses largos la Huerta se vió amenazada por el gobierno de Tellerman que quizo extender la basofia arquitectónica, aunque muy ‘bella’ estéticamente hablando, sobre todo con esos hermosos hierros grises bordeando el perímetro de la plaza Giordano Bruno.

No pudieron por entonces doblegar la resistencia aunque muy focalizada y casi aislada -socialmente hablando- (2) de la Huerta, que mancomunadamente con el Centro Cultural La Sala, Avellaneda 645 (3), intentan modificar la absurda existencia humana en algo digno de ser vivido y disfrutado.

Basta con darse una vuelta por la Huerta, Rojas y las vías del ferrocarril TBA (Sarmiento) o por La Sala para apreciar lo que allí se cocina diariamente, que contrariamente a lo que se ‘vive’ (4) en las calles de toda ciudad neoliberal, postcapitalista o como un@ la quiera mencionar la gente -el grueso- no espera más que la llegada del fin de semana, después de una semana de tedioso trabajo (si es que lo tiene) enfermizo, alienante, estructurante, y disciplinario para poder descansar frente al televisor, tomar pastillas para dormir plácidamente, sacar a los hijos a pasear por patios de comidas, shoppings, drogarse con sustancias u objetos inanimados, o cualquiera otra diversión espectacular y masiva de esta sociedad de adictos (5).

Decía que cuando se ingresa a La Sala si se presta atención y no se es un enfermo mental medicado por los medios masivos, el consumo, la publicidad (la megamaquinaria de control) percibe claramente una atmósfera distina, un universo que vale la pena disfrutar: profilácticos para agarrar, carteles de actividades, afiches anti-sistema, hasta que uno llega a donde está la biblioteca popular ‘Los Libros de la Buena Memoria’ que se había iniciado enfrente de la ex plaza- devenida en cárcel de paseo verde- en Giordano Bruno 831.

En este lugar, además, funcionan cooperativas y colectivos de trabajo como la imprenta Kosme y Fulanito y la editorial Pedaladeorxs del Infierno (6) (que ya editó 2 libros), la cooperativa de productos de limpieza Burbuja Latina (7) que acaba de cumplir seis años, la cooperativa y taller de serigrafía Pedaledorxs, la cerveza artesanal Barbarie, el grupo El Cineasta Ameba (edición de video, salas y problemas), el taller de zapatos y destrucción de la casa King Kong y Pocahontas, el espacio de recuperación y reparación de bicicletas Bicichorros. una cooperativa de consumo responsable, además de talleres de danza, plantas medicinales, y un largo etcétera.

Pero para no alejarme del tema central que nos ocupa y preocupa les cuento que además de una biblioteca hay una pequeña sección de libros y folletos de plantas medicinales, algo tan caro a nuestra civilización que los habitantes de las ciudades (y much@s otro@s también) desprecian con santa ignorancia apoyándose automátamente en el saber biomédico, o sea los grandes laboratorios biotecnológicos (8) de producción de venenos agroquímicos – (9) (10) que se usan para producir más rápidamente cantidades industriales de soja -por ejemplo-, y medicamentos (drogas legales) para hospitales, manicomios y otros centros de encierro- y en la dependencia absoluta que genera esta organización social de libre mercado que cuanto más lejos estén los productores de los consumidores mayor la ganancia y mayor la cantidad de intermediarios que posibilitan que el precio final de un producto alimenticio aumente considerablemente.

No hace falta ser muy sabio para calcular lo que podría pasar a nivel social-alimenticio, amen de la gravedad ya existente para grandes sectores poblacionales, si nuevas crisis como las que se avecinan (11) llegan a golpear en esos y otros sectores de la población de bajos y medios recursos económicos.

Decía que el archivo que tiene la Huerta en la biblioteca sobre el uso medicinal de plantas es un tesoro que no debe perderse, como así tampoco que se efectúe el desalojo anunciado por la administración del mafioso mega-negociante Mauricio Macri y sus secuaces para agrandar el espacio de cemento y control de la plaza Giordano Bruno que el poder -y la desidia, el apoyo pasivo e ignorancia del grueso social- convirtió paulatinamente en un (casi) no-lugar del que Zygmunt Bauman nos habla. (12)

Tampoco deberíamos permitir las personas y grupos resistentes ceder las semillas ancestrales a los grandes grupos transnacionales (13) armando bancos de semillas dispersos por muchos lugares e intercambiarlos entre sí para que no se agoten la variedad de dichas semillas, como vienen haciendo ancestralmente los mapuche y hace un tiempo ‘Semillas para la Vida’ de Marcos Paz en los regulares encuentros de intercambio de semillas (14) en los que la Huerta Orgázmika participa; el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MO.CA.SE.), La Cooperativa de Trabajadores Rurales (C.T.R.) de San Vicente y tantos otros espacios minúsculos.

La Huerta Orgázmika

«Los consumidores guiados por el deseo deben ser ‘producidos’ constantemente, a expensas de una fracción intolerablemenente grande de los costos totales de producción- una fracción que tiende a crecer, y no a achicarse, con la competencia-. Pero (afortunadamente para los productores y consumidores de productos de consumo) el consumismo actual, no se basa en la regulación (estímulo) del deseo, sino en la liberación de fantasías y anhelos» Zygmunt Bauman (12)

Es casi lógico que una sociedad -y no me refiero sólo a la gente y los sectores que tienen con qué comprar o hipotecarse y tampoco sólo de Argentina o de Buenos Aires- que guía sus pasos a la velocidad del que más tiene (que es la imagen que emana del poder establecido) no vea ni asocie las consecuencias de sus actos (consumir acríticamente, repetir maquínicamente lo que en los medios grandes ‘aparece’ como válido), o mejor dicho, de sus no-acciones, de sus ‘yo no fui’, ‘a mi nunca me va a pasar’ reiterados, aburridos, pro-liberalismo y tampoco, claro está, prevea el drama social en el que está inmerso -ni hablar del que se avecina con la grave crisis socio-política-alimentaria a las puertas- pero que ni siquiera se sospecha, no ya como parte integrante del desastre y caos social, sino como generador-productor-repetidor constante de actitudes, acciones, opiniones que configuran una red social complejamente destructiva y arrasadora, en donde la ‘guerra de tod@s contra tod@s’ (15) pareciera ser la pintura más exacta para describir lo que nos sucede.

En este contexto de grave incomunicación entre las personas, enorme carencia de ver y sentir al ‘otro’ como parte integrante de la ‘misma realidad’ (aunque muy dispar entre sí), donde todos los gobiernos sólo corrigen y siguen el rumbo -que es un mandato- de lo que ya está planificado globalmente por el Mercado, en donde cada cual se acopla como puede o quiere al aparato estatal-privado de gestión del desastre (16), ya sea en pequeñas, medianas o grandes empresas, o en el abanico de instituciones y ramas que conforman el Estado, donde el crimen violento- por ‘ser’, ‘tener’ o ‘pertenecer’- contra la propiedad de mercancías o personas, donde una persona puede llegar a matar a otra porque ‘ya no le pertenece’, donde el ‘vale todo’, ‘a mi no me importa’, donde las personas y sectores empobrecidos  económicamente hablando (acorralados por todos lados) razonan con la misma vara -y la misma lógica- que el poderoso y el rico (17), donde el delincuente-asesino es juez, policía, trabajador, desempleado, lumpen, político, obrero, capataz, encargado, empresario, ateo, religioso, hombre o mujer. (18)

En este contexto de fricciones y contradicciones constantes existe la Huerta Orgázmika de Caballito, en medio de un barrio en general ‘bien puesto’, en el barrio donde también existe un agrupamiento de vecin@s que lucha contra la construcción de más y más torres (porque l@s van a perjudicar directamente a est@s vecin@s oportunistamente resistentes), en el barrio que recorren cartoneros en busca de desechos, en el barrio donde las gentes-bien pasean sus mascotas o asean sus autos lujosos, en el barrio donde se realiza todos los jueves al mediodía Comida No Bombas (*). Pegada a las vías del conflictivo y desastroso ferrocarril Sarmiento (propiedad de Trenes de Buenos Aires -T.B.A.), enclavada geográficamente en lo que antes era «…En el 2002, un basural estéril, completamente ignorado por el Estado, y se recuperó desde una iniciativa de los vecinos de la zona. Ahora es un lugar de búsqueda y encuentro, de trabajo y descanso: un desafío al cemento y la vida urbana en el que crecen y se cuidan más de cien variedades de plantas». Además, la huerta, utiliza los desperdicios orgánicos para así fomentar el ciclo natural de la tierra y sus componentes no generando basura que de otra manera (la mía por ejemplo que tiro todo, orgánico o no, en la misma bolsa) irán a parar a los basurales tóxicos a cielo abierto (19) de graves consecuencias socio-ecológicas. Ahí crece la huerta flanqueada por el cemento de las casas del lado de la calle Giordano Bruno, las vías y casi inmediatamente edificios que ‘rompen’ la vista desde la huerta.

Hay que dejar pues, inexorablemente, de reaccionar tarde a los acontecimientos (20) y al status quo que el poder diseña y estampa aquí y allá, antes y ahora; la Huerta de Caballito es un espacio que ‘se anticipa a los hechos’. Asumiendo que ‘debemos comer lo que cosechamos’, alterando el flujo ‘normal’ de la civilización de consumidores y pasivos receptores de valores, creencias y acciones, ralentizando la destrucción casi total de los espacios verdes y desalentando la intención siempre oculta del poder -a veces no tanto como es el caso del actual gobierno de la ciudad- de mantener a las poblaciones aisladas, separadas, dependientes de centros lejanos de producción de alimentos en manos, como es obvio, de grandes terratenientes y otros adinerados que siguen las directrices del capital y monopolizan y explotan la tierra- y todo lo que se encuentre dentro- sin miramientos de ninguna índole.

Mientras se formen organizaciones y grupos ‘después’ de que el accionar capitalista actuó sobre el cuerpo, ‘desapareciéndolo’ como en la última dictadura cívico-militar iniciada en 1974 (21) -que aún hoy día no termina de terminar- matándolo con cáncer (en el caso de las antenas de celular de las empresas de telefonía) (22) enfermándolo de mil maneras (con el glifosato lanzado por avionetas para el crecimiento ‘sano’ y ‘libre’ de la soja transgénica), eliminando de la faz de la Tierra parte de un bosque como pasa en Jujuy, Salta y otros muchos lugares de Argentina y el mundo; seguiremos padeciendo el avasallamiento, pero percibiéndolo aislada e individualmente como si fueran ataques personales y no sociales. Si la huerta desaparece de la Tierra, habrá desaparecido otro espacio de acción y producción autónomo y sustentable (en pos del ‘desarrollo’ y ‘progresos’ capitalistas), pero no su recuerdo, ni todo lo que se logró con semejante espacio de contra-información ‘verde’, de resistencia, de producción e intercambio de saberes.

El legado de la huerta seguirá en nuestros recuerdos, corazones y caminos emprendidos pase o no pase este impedimento burocrático-estratégico-comercial…

Y toda esta perorata sirvió para no poder describir con palabras todo lo que hace la gente de la Huerta de Caballito con un espacio tan acotado en espacio, pero tan hermoso y creativo.
Pase y vea…

Audios relacionados:

· Entrevista de Radio La Colectiva www.lacolectiva.com.ar (6-9-2008)
www.argentina.indymedia.org/uploads/2008/09/2008_09_06_-_orgaz_en_lacolectiva_comprimido.mp3

· Entrevista en el Programa La Mar en Coche www.marencoche.wordpress.com, de FM La Tribu www.podcast.fmlatribu.com (9-8-2008)
www.argentina.indymedia.org/uploads/2008/09/2008_09_08_-_orgazmika_en_tribu_edit_comprimido.mp3

· Sitios de la Huerta Orgázmika
www.orgazmika.blogspot.com * www.flickr.com/photos/orgazmika (fotografías de actividades, acciones, talleres, etc…)

notas:

1) ‘La Voluntad de poder. Ensayo de una transmutación de todos los valores’ (1888)
2) ¿Qué lucha acaso goza del apoyo ‘masivo’ y ‘popular’ en territorio argentino?, quizá tendríamos que remontarnos a la resistencia activa del pueblo de Oaxaca, y más lejos en el tiempo -aunque todavía en pie- del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (E.Z.L.N.) en Chiapas. Para tratar de encontrar algún ejemplo contemporáneo de un grupo social más o menos unido en cuanto a resistencia a los planes y los deseos del poder. La ciudad de Esquel, enfrentando a la mina de oro, de alguna manera representa también este modo de resistir un designio del capital. El M.S.T. brasilero es otro ejemplo que me viene a la memoria. Los mapuche en tierra chilena pueden ser otro buen ejemplo de resistencia. Pueblos Originarios y acción directa ambientalista www.nodo50.org/ekintza/article.php3?id_article=423
3) http://cclasala.blogspot.com/
4) Permítaseme este oxímoron tragicómico
5) Vease ‘La Sociedad del Espectáculo’ (1967) de Guy Debord
6) www.pedaleadorxs.blogspot.com ‘Salud Mental y revuelta’ (agotado), y ‘Anarquía Ontológica’ de Hakim Bey, compilación de textos del escritor-poeta neoyorkino. En breve saldrán a la luz ‘El resurgir de los bárbaros’ de Willful Desobedience y ‘Dejar de pensar’
7) Entrevista al colectivo de trabajo Burbuja Latina- 6 años de vida! http://argentina.indymedia.org/news/2008/09/624885.php
8) Bayer, Monsanto, Bagó, Novartis y un largo etcétera.
9) Los efectos de los agroquímicos y otros contaminantes en la salud, de Sandra V. Miguez http://www.ecoportal.net/Contenido/Contenidos/Eco-Noticias/Los_efectos_de_los_agroquimicos_y_otros_contaminantes_en_la_salud
10) Es sabido por quienes buscamos más allá de lo que nos muestran los ‘mass media’ que Mosanto junto a Dow Chemical fabricaron el gas naranja que las tropas norteamericanas echaron desde 1961 a 1971 en el territorio invadido de Vietnam. Cerca de tres millones de vietnamitas sufren los efectos del gas naranja, de Dani Triadó http://www.asiared.com/noticia_pais_info.php?ident=398&id_pais=VN
11) Las soluciones mágicas y las inevitables catástrofes subsiguientes, del Grupo de Reflexión Rural http://argentina.indymedia.org/news/2008/08/621518.php
12) Modernidad Liquida (2000)
13) El Mundo Según Monsanto (2007) de Marie-Monique Robin http://www.imdb.com/title/tt1189345/
14) 2º Feria Intercambio de Semillas de 2008 http://organicsa.net/2%C2%BA-feria-intercambio-de-semillas-de-2008.html
15) «Moralistas, filósofos, legisladores, aduladores de la civilización, he aquí el plano de vuestro París puesto en orden, he aquí el plano perfeccionado en el que están reunidas todas las cosas semejantes. En el centro, y en un primer recinto: hospitales de todas las enfermedades, hospicios de todas las miserias, casas de locos, prisiones, presidios de hombres, de mujeres y de niños. En torno del primer recinto, cuarteles, tribunales, comandancia de policía, casa de los esbirros, emplazamiento de los patíbulos, morada del verdugo y de sus ayudantes. En los cuatro extremos, cámara de los diputados…, Instituto y palacio del Rey. Al margen, lo que alimenta el recinto central, el comercio, sus bribonadas, sus bancarrotas; la industria y sus luchas furiosas; la prensa, sus sofismas; las casa de juego; la prostitución, el pueblo muriéndose de hambre o revolcándose en el desenfreno, siempre al acecho de la voz del Genio de las Revoluciones; los ricos sin corazón… en fin, la guerra encarnizada de todos contra todos» La Phalange, 10 de agosto de 1836, París, Francia. Extraído del libro de Michel Foucault ‘Vigilar y Castigar, el nacimiento de la prisión’ (1976)
16) Entrevista a ‘Los Amigos de Ludd’ http://www.nodo50.org/ekintza/article.php3?id_article=440
17) Entrevista al líder (encarcelado) de Primer Comando Capital http://argentina.indymedia.org/news/2006/09/441276.php
18) Las redes del poder (1976) Michel Foucault http://ecotropia.noblogs.org/post/2008/09/08/las-redes-del-poder
19) Los desechos cotidianos de una sociedad moderna, accidental… y cretina, de Luis E. Sabini Fernandez http://revistafuturos.com.ar/index.php/otros-escritos/44-otros-escritos/60-desechos-cotidianos-sociedad-moderna
20) El negocio del hambre, de Devinder Sharma http://ecotropia.noblogs.org/post/2008/09/04/el-negocio-del-hambre
21) Se podría decir que, de alguna manera, en este suelo nunca exisitó nada siquiera parecido a la ‘democracia real’ (al menos en grandes porciones de territorio) y que entonces algo que nunca dejó-de-ser no puede ‘empezar’ por consiguiente. Sólo basta recordar o analizar cómo se fundó el Estado-Nación argentino.
22) Ahogándonos en un mar de microondas, de Mae Wan-Ho http://revistafuturos.com.ar/index.php/editorial/30-editorial/46-ahogandonos-en-microondas

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Decreto de desalojo de la huerta

El día miércoles 3 del corriente mes llegó la cédula de notificación con el decreto firmado por el Jefe de Gabinete del Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, intimando a la desocupación de la Huerta Orgánica de Caballito en los próximos 5 días.

La Huerta Orgázmika de Caballito se encuentra entre la calle Rojas, las vías del Ferrocarril Sarmiento (a 30 metros de la estación de Caballito) y la Plaza Giordano Bruno. Este espacio era, en el 2002, un basural estéril, completamente ignorado por el estado, y se recuperó desde una iniciativa de l@s vecin@s de la zona. Ahora es un lugar de búsqueda y encuentro, de trabajo y descanso: un desafío al cemento y la vida urbana en el que crecen y se cuidan más de cien variedades de plantas.

Desde hace varios años, la huerta viene siendo “llamativamente” amenazada, pudiendo, mediante el trabajo cotidiano, seguir creciendo. En este sentido y ratificando nuestra labor, el día 3 de noviembre de 2007, recibimos el dictamen favorable del Representante Fiscal remitiendo la causa al Juzgado Nacional en lo Correccional Nº 5 para su resolución ordenando el archivo de la causa por usurpación DECLARANDO LA INEXISTENCIA DE DELITO.

Ahora, el gobierno, ignorando el dictamen citado pretende: “recuperar el terreno de la huerta” argumentando ponerlo a disposición toda la comunidad, haciendo, de esta forma, notorio su absoluto desconocimiento de la realidad, siendo que el espacio siempre fue objeto de goce y uso de la comunidad toda.

Frente a este ATAQUE A LA LIBERTAD por parte de la gestión macrista vamos a estar en la Huerta Orgázmika de Caballito y en el Centro Cultural La Sala en forma permanente realizando una mesa informativa y continuando con la recolección de firmas.

En las horas siguientes estaremos comunicando las próximas iniciativas y actividades que estaremos realizando durante estos días.

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Las redes del poder

Publicada el 08/09/2008 - 10/09/2019 por raas

Vamos a intentar hacer un análisis de la noción de poder. Yo no soy el primero, lejos de ello, que intenta desechar el esquema freudiano que opone instinto a represión -instinto y cultura. Toda una escuela de psicoanalistas intentó, desde hace decenas de años, modificar, elaborar este esquema freudiano de instinto vs cultura, e instinto vs represión-me refiero tanto a psicoanalistas de lengua inglesa como francesa.

Por Michel Foucault

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La sociedad industrial- del espectáculo (fragmento de 1836)

Publicada el 08/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Por Michel Foucault

«Moralistas, filósofos, legisladores, aduladores de la civilización, he aquí el plano de vuestro París puesto en orden, he aquí el plano perfeccionado en el que están reunidas todas las cosas semejantes. En el centro, y en un primer recinto: hospitales de todas las enfermedades, hospicios de todas las miserias, casas de locos, prisiones, presidios de hombres, de mujeres y de niños. En torno del primer recinto, cuarteles, tribunales, comandancia de policía, casa de los esbirros, emplazamiento de los patíbulos, morada del verdugo y de sus ayudantes. En los cuatro extremos, cámara de los diputados…, Instituto y palacio del Rey. Al margen, lo que alimenta el recinto central, el comercio, sus bribonadas, sus bancarrotas; la industria y sus luchas furiosas; la prensa, sus sofismas; las casa de juego; la prostitución, el pueblo muriéndose de hambre o revolcándose en el desenfreno, siempre al acecho de la voz del Genio de las Revoluciones; los ricos sin corazón… en fin, la guerra encarnizada de todos contra todos» La Phalange, 10 de agosto de 1836, París, Francia

Extraído del libro de Michel Foucault, Vigilar y Castigar, el nacimiento de la prisión (1976). Fondo de Cultura Económica.

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El negocio del hambre

Publicada el 05/09/2008 - 07/09/2018 por raas

En el distrito Sheopur en Madhia Pradesh en India, los pueblerinos no tenían con qué alimentarse pero estaban provistos de celulares.

Por Devinder Sharma

Era demasiado tarde. Cuando Jai Lal, un campesino sin tierra de Bandali, en el distrito Sheopur en Madhia Pradesh ubicado en el corazón de la India, regresó para contarle las buenas noticias a su esposa, de que finalmente consiguió un trabajo mediocre en una tienda, ella ya había sucumbido a causa del hambre. Una semana más tarde, enterraron a sus dos hijos, ambos derrotados en la dura batalla contra el hambre.

La familia de Jai Lal pagó un precio alto por las políticas agrícolas erradas que están siendo despiadadamente promovidas e impulsadas en nombre del crecimiento y el desarrollo económico. Jai Lal no es la única víctima del modelo de desarrollo que se rehúsa a ver el sufrimiento que provoca. Cuando viajo por el país, ya no me sorprendo ante las dificultades que atraviesan las masas rurales que, sin saberlo, continúan pagando los altos costos de las políticas agrarias desplegadas en su nombre. Lo que me lastima es que a 57 años de la independencia, el hambre y desigualdad crecientes no logran despertar la conciencia de una nación.

No existe otra causa plausible que explique lo que le pasó a la familia de Jai Lal. Porque esta familia murió de hambre cuando 45 millones de toneladas de granos estaban apiladas a cielo abierto, pudriéndose porque no existe tal capacidad de almacenamiento. Esto pasó en 2003. Dos años después, el país logró un excedente máximo histórico de 65 mill. de tn mientras que aproximadamente 320 millones de personas (la tercera parte de la estimación total de hambrientos de mundo: 840 millones) miraban, sin poder creer, las montañas de comida que se pudrían ante sus ojos secos.

Ninguno de los laureados del Nobel, los académicos distinguidos o los grandes ejecutivos de compañías de tecnologías de información, que nunca se cansan de jurar por la erradicación de la pobreza, hicieron siquiera la más mínima referencia a la criminal indiferencia demostrada ante la paradoja humillante de abundancia: montañas de comida pudriéndose mientras millones viven con hambre.

Un informe del comité titular del parlamento estima que el gobierno gastaba 62.000 millones de rupias por año para el mantenimiento de los graneros. Los principales economistas o científicos no cuestionaron, tan solo una vez, la necesidad de mantener estos almacenes mientras millones se van a dormir con el estómago vacío. Algunos parlamentarios incluso sugerían arrojar los excedentes de comida al mar. En vez de alimentar a los pobres, aproximadamente 17 mill. de tn del inmanejable excedente de comida fueron derivadas a la exportación en 2002-2003 a un precio ideado para personas que viven bajo la línea de pobreza. Otras 6 millones de tn fueron al mercado internacional al mismo precio bajo.

El objetivo de la muy publicitada “Metas del Desarrollo para el Milenio” es reducir a la mitad la población mundial que vive en la pobreza y la indigencia para el año 2015. Si al menos India hubiese intentado alimentar a sus 320 millones de indigentes en 2002-2003, un tercio del hambre mundial podría haberse eliminado. Privándose de alimentar a su propio pueblo, los sucesivos gobiernos se excusan diciendo que el costo de alimentar a los pobres incrementaría el déficit fiscal. Por otro lado, entre 2000 y 2005 se invirtieron 720.000 millones de rupias en el sector de telecomunicaciones. La escasez de dinero no existe cuando se trata de industrias emergentes. Esto se defiende, sin embargo, con la promesa de construir una economía rural basada en la información.

La brecha tecnológica

Hace diez años, cuando investigaba para mi libro En la trampa del hambre (publicado por UK Food Group, Londres) viajé por Kalahandi, una región infame en el oeste de Orissa. Durante esa época se supo de algunas muertes por inanición en el distrito de Balangir. Me dirigí hacia el pueblo para conocer a los familiares de quienes habían sucumbido ante el hambre. Mientras arribaba al pueblo polvoriento, me horroricé ante la aparición de dos torres satelitales enormes instaladas en el corazón del pueblo. Créase o no, cada casa tenía su teléfono satelital. Los pueblerinos no tenían con qué alimentarse pero estaban provistos de teléfonos.

¡Torres satelitales en un pueblo donde la gente no tenía para comer! ¡Sin duda, ésa es una manera bizarra de salvar la brecha tecnológica para ayudar a los golpeados por la pobreza a que se unan al boom de los celulares!

En un país, que por sí sólo alberga a un tercio de los indigentes del mundo, el hambre y la muerte por inanición ya no despiertan compasión ni reacción. Las noticias sobre muertes por hambre ya no adornan las tapas de los diarios. El hambre, en realidad, es una no cuestión. Es algo que debemos despreciar, algo que debemos ignorar. Después de todo, la élite no tiene por qué arruinar su desayuno mirando fotos de hambrientos esparcidas por las tapas de los diarios.

Los campesinos constituyen la mayoría rural. Algunos economistas liberales lideraron el asalto a la agricultura afirmando que no son los campesinos pobres quienes necesitaban infraestructura adecuada, crédito barato, un mercado seguro y un precio remunerativo sino el pequeño porcentaje de ricos industriales, negocios y comercio el que necesitaba ser rociado con la chequera del estado. El resultado es que mientras los activos no devueltos (no se puede llamar fraude bancario cuando fue efectuado por ricos) a los bancos nacionalizados de India ascendieron a un billón de rupias [22 mil millones de dlrs.], con muchos industriales que deben sumas individuales de 5 000 millones de rupias [más de 110 millones de dólares], el cobro de deudas extraordinarias a campesinos pequeños y marginales continuó en el rango del 85%.

Es regocijante que la mayoría de estas empresas en falta ya hayan incursionado en el sector de tecnología de información y comunicación (TIC). Las brechas tecnológica o digital se ahondan cuando los fondos públicos escasos son, en primer lugar, mal repartidos y luego invertidos por esas mismas empresas beneficiadas con la “devota” intención de mejorar la pobreza.

Tomemos el caso de la agricultura. Miles de campesinos se suicidaron en Andhra Pradesh, Karnataka, Uttar Pradesh oriental, Bihar, Tamil Nadu, Maharashtra, Madhia Pradesh y hasta en la provincia agrícola de frontera, Punjab. Agobiados por la presión de deudas gigantescas y con las cosechas a merced del comercio privado de granos, miles prefirieron una salida fatal a tener que afrontar la humillación que provoca la insolvencia. Se ha sabido de otros miles que vendieron sus órganos. Entre los sobrevivientes, la mayoría ha migrado hacia centros urbanos. Gran parte de la crisis agraria se debe a que los términos del intercambio cargan pesadamente a las áreas rurales: se les saca más dinero del que se les invierte.

Más recientemente, entre mayo y agosto de 2003, cientos de campesinos de Karnataka, en el sur de India, paradójicamente el centro de la industria de ingeniería genética, también han tomado esa decisión fatal para escapar a la pesadilla del hambre y la humillación que avanza con el fracaso de las cosechas. De hecho, tal es la crisis en ascenso en el mundo rural que difícilmente pase una semana sin que una pareja de campesinos no se suicide en alguna parte del sur de India. Si se escoge un diario local de cualquier región del sur, probablemente se encuentre algún reporte sobre suicidios de campesinos. Incapaces de comprender la realidad más elemental, un comité de expertos de Karnataka solicitó al gobierno que envíe un equipo de psiquiatras para hablar con los campesinos.

También hace algunos meses, y con esto vemos una tendencia que se remonta desde hace algunos años, un puñado de educados empresarios de la capital de Karnataka, Bangalore, en poco tiempo se convirtieron en los favoritos de la chequera estatal. Muchas compañías extranjeras, incapaces de operar en Europa por el ambiente hostil a los transgénicos, han mudado sus negocios a Bangalore. El ratón, se dice, no puede resistir el queso. Por eso, la inversión extranjera seduce a muchos jóvenes educados de la capital. Invariablemente, todos vienen con promesas de cultivos con mayores rendimientos, más nutritivos y con el presupuesto tácito de erradicar el hambre. La mayoría de estas unidades de ingeniería genética, muy subsidiadas por el estado indio, funcionan como centros de servicios para las compañías extranjeras.

Por eso, no sorprende que Bangalore sea sede de cinco cónclaves estelares por mes y, ello también, en nombre de la lucha contra el hambre. Ningún delegado, repito, ni uno solo ha puesto un pie fuera del hotel para, aunque sea, visitar y conocer a las familias de aquellos que dieron sus vidas para sostener estas políticas erradas que ponen un énfasis totalmente fuera de lugar para producir cultivos transgénicos. Aquellos que hablan de hambre y pobreza nunca estuvieron ni siquiera cerca de sentir hambre. Para los educados y la élite, hambre sólo significa perderse un almuerzo. En consecuencia, la ingeniería genética es una “herramienta tecnológica” que, para ellos, puede ayudar a mitigar el hambre y la malnutrición. Pero la cuestión que habitualmente se omite es, el hambre y la malnutrición ¿de quiénes?

La brecha digital

En un tiempo en que la tasa de desempleo aumenta en progresión geométrica, al gobierno se le ha ocurrido una salida fácil. Dándose cuenta de la importancia de desarrollar una economía rural basada en la información y el conocimiento “especialmente entre los indigentes y los sectores sin privilegios de la sociedad”, el gobierno inició un ambicioso programa para llevar la tecnología de información y conocimiento (TIC) a las aldeas. ¿No escuchamos acaso sobre la costurera del remoto Tadul Nadu que pudo vender saris cosidos a mano a un precio fabuloso? ¿No leemos en The New York Times acerca de los info-quioscos y los “sitios-e?” que la Indian Tobacco Company instaló en las zonas rurales? ¿No sabemos acaso de las iniciativas del gobierno para alentar a los campesinos a comercializar commodities? (1) Se nos dice a menudo que esto es sólo una pequeña parte del enorme potencial de TIC para promover la inclusión, la igualdad de género, para unir áreas remotas y revertir desequilibrios regionales.

Con un enfoque similar se plantea fundar universidades agrícolas virtuales. En Maharashtra, se sugirió una universidad virtual para la prosperidad agraria. Ya se instalaron cincuenta kioscos de Internet como parte de una prueba piloto en aldeas de Baramanti y Khed, en Pune. Como el abandonado sistema de “entrenamiento y visita” para la extensión agraria, donde se esperaba que cada campesino entrenado difundiera la tecnología aprendida a otros diez campesinos de su pueblo, la universidad virtual se basa en la misma estrategia. Lo que quizás se desconozca es que a pesar del respaldo del Banco Mundial, el sistema de “entrenamiento y visita” para la extensión agrícola fracasó miserablemente. Mientras tanto, Maharashtra gastó 15 millones de rupias en el proyecto piloto durante 2003-2004 y prometía otras 17,5 millones para 2004-2005.

El nuevo paradigma de capacitación está siendo calificado como un cambio revolucionario en la vida del campesino indio. Después de todo, el proyecto de quioscos-e ya ha beneficiado a cerca de 2,4 millones de campesinos en seis estados. En los próximos diez años alcanzará a 100.000 aldeas más, así como también creará más de 10 millones de campesinos electrónicos ¿Qué pasará entonces? El sistema mejorará la capacidad gerencial del campesino, creando una cooperativa virtual de productores que contribuirá al agregado de demanda y facilitará el acceso a insumos de alta calidad a costos más bajos.

Esto es más o menos lo que se prometía mientras el país se introducía en el universo televisivo. El gobierno ingenió numerosos programas para proveer a la comunidad de sus respectivos equipos de televisión en cada aldea, con las mismas aspiraciones y objetivos. Mientras la TV fallaba en inspirar a la comunidad campesina la revolución tecnológica, la realidad indica que a pesar del alcance de la TV, el hambre y la pobreza continúan creciendo en números absolutos.

Quienes sí se beneficiaron en el proceso fueron los fabricantes y proveedores de equipos de televisión.
En primer lugar, analicemos qué hay detrás del intercambio de commodities. Mientras en los últimos años miles de campesinos de todo el país se suicidaban, el interés del gobierno en incorporar arroz, trigo y otras commodities al comercio a futuro, revela una total insolvencia para encontrar alternativas reales al problema específicamente indio. En India, el tamaño medio de los predios rurales es de 1 ½ ha. y sólo el 5% de la población agrícola posee extensiones que superan las 4 ha. Contar con que estos campesinos, que continúan sobreviviendo año tras año contra todos los obstáculos y expectativas, se conecten y comercien electrónicamente sólo parece ser posible para la imaginería de un corredor de bolsa que ha sido apáticamente aceptada por la maquinaria oficial.

Se sabe que el gobierno se está retirando poco a poco de la distribución de alimentos valiéndose de que la infraestructura está deteriorada, y de la ineficacia del sistema. Sin embargo, la distribución de alimentos resultaba una política vital para asegurar un mercado a los campesinos. Retirándose, resulta obvio que los campesinos están siendo culpados por la ineficacia de la corporación de alimentos y de varias otras agencias gubernamentales, como algunos de los promotores originales de la National Multi-Commodity Exchange of India Ltd.

Al mismo tiempo, el gobierno también está abandonando el precio fijo para los campesinos, argumentando una y otra vez que el precio de soporte mínimo (MSP, por su sigla en inglés) se convirtió en el precio de soporte máximo. Esta conclusión es errada y totalmente falsa. La realidad indica que el MSP es más alto que los precios internacionales porque los subsidios agrícolas masivos en los países occidentales deprimen los precios globales.

En el bloque comercial más rico, la Organización de la Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), se otorgan mil millones diarios de dlrs. de subsidio a la agricultura; por consiguiente, los precios internacionales caen.
La cuestión es: ¿por qué se castiga a los campesinos indios por los subsidios agrícolas de los países enriquecidos? Al retirarse del precio de apoyo, el gobierno indio sólo esta ayudando a los agricultores norteamericanos y europeos a que continúen produciendo con precios subsidiados con los que luego inundan los mercados globales. Estas commodities subsidiadas y baratas que colman los mercados mundiales son la causa principal del aumento de la pobreza y la pérdida de vidas.

Incluso en EE.UU., no son los agricultores quienes comercian en el mercado de valores. Es el comercio el que hace eso. Si la comercialización a futuro fuese un mecanismo viable para asegurar los precios o la venta y si administrara eficientemente los riesgos de precio a través de los acuerdos a futuro, no habría necesidad de que los países enriquecidos desembolsaran subsidios monumentales. Si los agricultores estadounidenses, con su nivel educativo y el tamaño de sus explotaciones, no encuentran útil la comercialización a futuro, es extraño que el gobierno de India la promueva como la salvación de la comunidad campesina.

En realidad, el comercio a futuro es una receta para destruir de una vez por todas las ganancias obtenidas a partir del advenimiento de la revolución verde. Se trata de una receta para la erradicación de los agricultores pequeños y marginales, que constituyen el 80% de la mano de obra agrícola, y su objetivo es preparar el camino para el sutil ingreso del sector privado corporativo. Ésta es una receta para marginar aún más a las comunidades campesinas. Es una fórmula para que la India regrese a los días oscuros de la vigencia del régimen de provisión de alimentos “del barco a la boca”.

El surgimiento del quiosco informático viene acompasado con el abandono de las redes de seguridad social de los campesinos. Llega en el momento en que las redes de supermercados avanzan rápidamente sobre las áreas rurales. El objetivo real de los quioscos-e es crear un canal directo de estímulo a las ventas para los consorcios promotores a través de lo que se denomina “evitar múltiples intermediarios”.

Su verdadero propósito es adquirir una cartera de clientes para tales consorcios en vez de ayudar a la comunidad campesina con sistemas a favor del ambiente, de la mujer y hacia una agricultura que permita una calidad de vida sustentable.

Si el comercio al menudeo (léase supermercados) fuera el que garantizara la concreción de objetivos tan preciados como el desarrollo social y económico, los agricultores de los países enriquecidos no habrían sido expulsados de sus tierras.

Está comprobado que las corporaciones agrícolas junto con los supermercados han saqueado los recursos naturales a la vez que convertido a la agricultura en improductiva y dañina para el ambiente. Promover semejante sistema en India profundizará inevitablemente la crisis agraria y conducirá a problemas socioeconómicos imprevisibles.
Fomentar una revolución en la manera de ver la ruralidad no es, por cierto, incorrecto. Pero lo que se necesita es un programa que se base en el conocimiento y la sabiduría ya existente en las áreas rurales y que incorpore estrategias que realmente ayuden a mitigar los problemas existentes.
El cambio no sólo es deseable, es vital.

Pero las tecnologías ancestrales no pueden ser confinadas a un museo muerto. Tómese el caso del cultivo tradicional en estanques. Éste ha sido perfeccionado con el tiempo, y ha incorporado la sabiduría de la gente que ha sufrido la escasez de agua. Lo que hace falta es reconstruir estas estructuras en vez de permitir que la mafia de los camiones de agua arruine este notable sistema tradicional.

La historia nos enseña que las civilizaciones se han desarrollado a lo largo de los ríos, el serpenteo de los ríos se comporta como líneas de vida. A su vez, la población de las ciudades se abastecía de alimentos desde las áreas aledañas. De esta forma, la sinergia entre las ciudades y poblados (llámese lo urbano) con las zonas rurales se daba a través de la integración económica. Esto ha sido gradualmente desmantelado. Ahora, en cambio, se pone empeño en privatizar ríos y lagos, desligándolos de la gente que protegía estos cuerpos de agua. De la misma manera, la provisión de alimentos a las megaciudades o centros urbanos está pasando a manos de los supermercados. Estos centros de comercialización altamente subsidiados están, ahora, ubicándose en las aldeas.

Empujar a los campesinos y pobladores rurales a otro sistema enajenante de “conocimiento” no concuerda con el sueño de Mahatma Gandhi de gram swaraj (autonomía, autoconfianza). Gandhi reconoció la fuerza de las comunidades y quiso que éstas fueran autosustentables. Lo peor es que quienes diseñan estos programas masivos contra la pobreza y el hambre han perdido todo contacto con la realidad. Los problemas están en otra parte y aparecen “soluciones” que en realidad ayudan a que las corporaciones acumulen más ganancias.

Es un hecho que el sector TIC, a pesar de los fondos masivos recibidos del gobierno, no ha creado más de 600.000 puestos de trabajo. Por su parte, la red de servicios de tercerización, BPO (Business Process Outsourcing), emplea a unas 200.000 personas. Esto no representa ni una gota en el océano en relación con la gran crisis de generación de empleo en la India.(2) Estamos al tanto de las promesas de que el sector TIC llegará a crear un millón de puestos de trabajo para el 2007.

También está comprobado que la industria TIC puede afrontar sus compromisos con sus propios recursos. La tecnología es realmente útil y este escritor no se opone a la intervención de la tecnología, pero lo que debe ser urgentemente revisado es el promover los intereses comerciales de los fabricantes de hardware en nombre de la creación de medios para la vida rural.

Es tiempo de redefinir las prioridades nacionales. Es tiempo de que el gobierno reconozca primero las limitaciones de su propio “conocimiento” para lidiar con los problemas y obstáculos reales del desarrollo rural. Las conversaciones para fomentar la generación de empleo para los indigentes con ayuda del sector TIC recuerdan a la fábula de los cuatro ciegos intentando reconocer a un elefante. Jai Lal es uno de los millones de indigentes. ¿Donde está la intervención tecnológica que aporte al bienestar o a la emancipación de personas como él y tantos otros sin privilegios? ¿Y a quién le importa mientras nuestra calidad de vida permanezca intacta y sostenida gracias a tales afirmaciones llenas de gloria? La pobreza no se erradica distribuyendo celulares y quioscos informáticos entre los pobres así como el hambre tampoco se combate instalando una red de “centros-e” por toda la nación. Si somos honestos en nuestra causa contra el hambre y la miseria, empecemos por hacer algún esfuerzo donde se necesita.

notas:
fuentes.:”The Business of Hunger”, Znet, Cambridge, Mass., EE.UU., jun. 2005. Original: “ICT and Rural Livelihoods. Whose livelihoods are we talking about?”, Mainstreaming ICT”, One World South Asia, marzo-abril 2005.
1) Los productos, en este caso de la tierra, convertidos en mercancía, donde la cantidad se hace más importante que la calidad. Los precios se forman a través de bolsas de comercio, lo cual implica la especulación pues se establecen precios a futuro. Una vía para ahondar el proceso de privatización [n. de ed.].
2) India tiene más de mil millones de habitantes y más de la mitad viven en zonas rurales [n. de ed.].

artículo publicado en revista Futuros nº9, verano- otoño (2004). https://revistafuturos.noblogs.org

 

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Obra y control social

Publicada el 03/09/2008 - 08/09/2018 por raas

La experiencia de una persona que sufrió la ‘medicina’ de una Obra Social

Por revista La Brumaria

Dos años, cuatro cambios de turno e innumerables cambios de tarea y área después, ese tipo iba a ser Salcedo, de Recursos Humanos, el que me encontraba en el ascensor para recibir sermones sobre alguna de mis “faltas” o mi escasa “disponibilidad”, pero en ese momento Salcedo todavía era sólo una cara sin nombre que leía mi currículum, y me decía: “¿Está dispuesta a resignar calidad de vida?” Le tuve que decir que sí, porque necesitaba el trabajo.

Curiosamente, el lugar que reclamaba semejante renunciamiento a sus empleados, estaba dedicado a la salud, era la Obra Social del Personal de Sanidad (personal jerárquico de laboratorios), llamada “Luis Pasteur”. Además reafirmaban esto con un discurso constante de preocupación por la salud de todos, me mandaban cartas a mi casa para que me hiciera revisaciones ginecológicas, mamografías, etcétera. Organizaban “maratones por la salud” y seminarios sobre la tercera edad para los afiliados en los que nos mandaban a acomodar sanguchitos. Pero, detrás de esa preocupación, los que trabajábamos estábamos todos enfermos, con picos de stress, los propios médicos del centro de atención no podían evitar decirnos lo mal que estábamos. También te agarraba gastritis porque te obligaban a comer en tiempo récord: media hora dentro de la cual tenías que subir al comedor, pedir (había un solo mozo en el comedor, que aparte tenía que atender a clientes de afuera), comer, bajar y seguir atendiendo.

Además la filosofía empresarial que te inculcaban era una de total entrega a la obra social, tenía que poner mi cabeza y mi cuerpo al servicio de ellos, cuando me iba de ahí tenía que seguir pensando “aportes”, no sé que esperaban realmente. Querían que atendieras como si estuvieras dando tu vida en la Cruz Roja. Esto implicaba además constantes eventos y reuniones fuera del horario de trabajo: por ejemplo, desayunos de trabajo, cada dos o tres meses, en los que ibas en representación de tu área, dónde te “sobornaban” con un café con leche y unas medialunas exquisitas, pero atragantadas te quedaban de tener que compartir la mesa con el consejo directivo de la obra social, los representantes de los centros médicos, los directores administrativos. Supuestamente querían fomentar la comunicación cara a cara con el empleado, recibir tus inquietudes y propuestas, pero la verdad es que ahí también aparecía la exigencia de que estuvieras puesto en cuerpo y alma con la camiseta de ellos.

Por supuesto que estaban los infaltables cursos de capacitación, con un tarado que te hacía hacer un role play de cómo atender el teléfono, o el festival del día del niño en el que tenía que ir un domingo a hacer de animadora, dar globos, repartir golosinas…Y claro, me decían “los niños afiliados quieren ver caras conocidas, si es la fiesta del día del niño, ¿cómo no va a estar Sol, de pediatría?”. Después en el “Día del Jubilado” primero me apalabraron para que fuera a bailar salsa, pero después hubo un cambio de planes: tuve que hacer de moza y subir con los otros empleados a un escenario a cantar “Color Esperanza”, por supuesto que no lo canté y me escabullí en el fondo. A mi no me pasó, pero un fin de año a una compañera recepcionista, se la llevó una encargada a comprar adornos de Navidad al Once, obviamente que se pasaron del horario de la jornada de trabajo.

La participación en todas estas tareas nominalmente era voluntaria, pero cuando te negabas a ir, te tenías que atener a las consecuencias: te llegaba el “castigo”, bajo la forma de una reprimenda verbal primero y después con un cambio de horario o el traslado a otra área de laburo más ingrata.

Otro aspecto con el que insistían era la presentación del empleado ante el paciente, bah, el cliente, en consonancia con la mentalidad de prepaga. Tenías que cuidar la postura, siempre parada y con una sonrisa, aunque hubieras trabajado doce horas. La sonrisa la tenías que sostener aún cuando hablabas por teléfono porque, según decían, “del otro lado se dan cuenta”. A las mujeres (todas lo éramos en atención al público) nos hacían ir de uniforme, con camisa transparente y pollera. Una vez pedimos que nos dejaran usar un uniforme con pantalón y nos lo negaron porque la pollera era “más atractiva”.

Pero lo más impresionante que viví en este laburo era el despliegue de mecanismos de control: era tal la pulsión de control que tenían desarrolladores de software propios, aunque después lo tercerizaron, claro que para poder sobrefacturar y currar guita. Había cámaras por todos lados, en el comedor, en los pasillos, en las salas de espera, en la recepción. Te seguían “en vivo” desde un cuarto de máquinas arriba de todo y por las dudas además te grababan. Yo cuando podía me iba al sótano a tomar mate con el de mantenimiento, tenía como una necesidad corporal de generar prácticas contrahegemónicas.

Aparte grababan todas las llamadas telefónicas y como una compartía el teléfono con otros empleados tenías que marcar una clave personal antes de atender para que quedara registrado quien eras: también había una clave similar en las computadoras, que también se compartían. Cada acción realizada tenía que estar a nombre de alguien y ese alguien tenía que quedar registrado. Aparte medían el tiempo ocioso, según cuanto tocabas el teclado y mouse, y al final de mes se emitía una planilla de tiempo ocioso. Y si estabas un determinado tiempo sin hacer nada (es decir, sin tocar el teclado), tenías que correr a otro piso y aprender algo, ya que la idea era que pudieras hacer cualquier tarea. Y mientras te ibas a “capacitarte” tenías que derivar tu interno hacia donde estuvieras para seguir atendiendo las llamadas de tu piso. La filosofía empresarial era que tenías que saber de todo, que no tenías puesto de trabajo fijo, que cualquier oportunidad era buena, y que para capacitarte tenías que tener tu proactividad dispuesta para aprovechar los tiempos muertos del trabajo y, por ejemplo, aprender información complejísima de autorizaciones y reintegros en el área administrativa, con un oído atento simultáneamente por si sonaba una llamada de tu piso. Y así, una mañana llegabas y te podían a mandar a cubrir cualquier tarea que se les ocurriera. Esto se fue haciendo cada vez más común con el tiempo.

Por eso mismo tenían la idea de que si derivabas una llamada a otro interno, eso revelaba una incapacidad de tu parte, era un problema que no habías podido resolver, así que aparte te contabilizaban las llamadas derivadas para calcular tu porcentaje de resolución de problemas. Tenías que saber todo, incluyendo las preparaciones de los pacientes para todas las prácticas médicas. Un día, sábado para peor, me llama un médico desde la puerta del quirófano, porque tenía un paciente ya anestesiado y todavía no había llegado una prótesis que tenía que colocarle. Yo no tenía idea de que hacer, ni tenía a quien consultar, porque un sábado no hay nadie, así que dejé la llamada en “hold”, hasta que a la una terminó mi horario y me fui. Quedó la llamada en “hold”. Lo mismo pasaba cuando te mandaban a atender salud mental, no te daban ningún tipo de contención, nadie te explicaba como tratar con esa gente, que venía sacada, hostil, te amenazaban, aparte muchas veces demandando cosas justas.

A fin de año, te entregaban una “evaluación de desempeño”, una planilla en la que tu jefa te evaluaba de 1 a 5 en ítems tales como “Productividad”, “Motivación”, “Iniciativa y creatividad”, “Adaptación a los cambios”, “Cumplimiento de normas internas”, “Aptitud de servicio” y “Disponibilidad”. Debajo de cada uno había una breve explicación: por ejemplo en el de motivación decía: “mide el compromiso personal, lealtad y empeño para asumir responsabilidades o encarar un trabajo. Tendencia a superar las exigencias del puesto, a ir más allá de lo requerido”. En “Identificación y compromiso” explicaba: “grado de alineamiento con los valores culturales, políticas y acciones llevadas a cabo por la obra social”. Bajo el ítem “Disponibilidad”, en cambio, el interés del empleador aparecía de manera menos metafórica: “Evalúa la predisposición para cumplir tareas voluntariamente en horarios no habituales”. Al final, como en un boletín de la primaria, te agregaban “aspectos a destacar” y “aspectos a mejorar” de puño y letra de tu superior. A mí, por ejemplo, una vez en “a mejorar” me recomendaron “trabajar con la idea de que todos los cambios dentro de la faz laboral son positivos”.

Tenían además un sistema de quejas y reclamos a disposición del afiliado que funcionaba como escupida de músico: pasaba algo e inmediatamente te llamaba el gerente: por culpa de una de esas me derivaron, como “castigo”, al “call center”. Bah, esa fue la excusa. Ya me habían mandado de pediatría al piso de atención general, y entonces, una mujer me metió una queja y me citaron al edificio central de la obra social (que no era dónde yo trabajaba). Ahí me dijeron que mi calidad de atención era mala (cuándo esta había sido casi la única queja en contra mía), hasta que mostraron la hilacha: el problema era que yo no estaba nunca disponible para quedarme después de hora. ¡Y claro, era verdad, pero yo no iba a ser su esclava!

Me mandaron entonces al call-center, dónde lo que me salvó fue la sensación de hermandad y apoyo entre todos los compañeros, porque fuera de eso…ahí las mismas estrategias de control de toda la empresa estaban exacerbadas al límite. Era una habitación ínfima, no habilitada como call-center, toda cerrada, sin ventanas: una caja de zapatos forrada con goma espuma. Había, eso sí, una pared de vidrio, pero que daba a la oficina del jefe médico del servicio de urgencias, que te podía vigilar si quería. Igual, por supuesto, estaban las cámaras.

Pero lo peor era la información que registraban a partir del teléfono, porque tenías que poner una clave para ir a almorzar, una para tomarte un café, otra para ir al baño. A partir de esto, calculaban cuántas llamadas atendías, cuántas llamadas derivabas (como ya expliqué, cuando no podías “resolver” la llamada), cuánto tiempo estabas atendiendo, cuánto tiempo tardaba cada llamada (porque tenías que atender rápido), cuánto tiempo estabas adentro del baño, cuánto tiempo estabas comiendo: y a partir de todos estos datos generaban un informe mensual y se lo mandaban por mail a todos los empleados. Después lo imprimían y había que firmarlo. La idea era fomentar la competitividad y el resentimiento entre los empleados, por suerte la mayoría se cagaba en eso, pero la intención de la empresa estaba. Además la jefa de esa área, si no había llamadas te dejaba leer el diario, pintarte las uñas, tejer, porque creo que era consciente que si no descomprimía un poco, en esa caja de zapatos nos psicotizábamos todos. En las otras áreas, por ahí te comías un reto por estar tomando un café. Al final terminé aprovechándome del sistema de control, porque dejé de levantar llamadas a propósito, y la computadora dio que estaba atendiendo con bajo rendimiento y me mandaron de vuelta a atención en piso.

Por cierto que los médicos eran objeto de un control bastante parecido, los controlaban igual que a nosotros: los desarrolladores de software de la empresa, que antes mencioné, estaban de lo más orgullosos con un sistema que ellos llamaban “la bandera italiana”, que era un sistema para recomendar prestadores. Básicamente, registraban qué médicos le salían más baratos a la obra social a partir de su historial, si recetaba mucho, si recomendaba estudios de alta complejidad. A partir de eso, clasificaban a los prestadores según los colores de la bandera italiana. Y a vos te capacitaban para que lo usaras: cuando el afiliado llamaba para pedir turno, los “rojos” estaban

prohibidísimos, y yo tenía que persuadirlo para que fuera con el prestador “verde”, aunque el otro le quedara a la vuelta de la casa. Yo siempre me cagué en el sistema igual, recomendaba a cualquiera, pero la lógica en esa obra social era siempre la de costo/beneficio, también a la hora de elegir los médicos. “Luis Pasteur” era una obra social, pero tenía una mentalidad absoluta de prepaga, sobre todo después de esta oleada de reestructuración y que les vino esta fiebre de informatizar todo, poner comités de evaluación de planillas, etcétera.

A los médicos que trabajaban en el centro de atención también les hacían un seguimiento estadístico total: La obra social tenía un absoluto dominio de la consulta médica. Les medían cuanto tiempo demoraban con cada paciente (los presionaban para que atendieran rápido), contrastaban el horario del turno dado y el horario real de atención, cuántas y cuáles prácticas mandaban. Encima te presionaban a vos empleado, para que llamaras a los médicos para retarlos: “lográ que de alguna manera este tipo atienda más”. También nos hacían mentirles para que tomaran franjas horarias con poca demanda de turnos, en las que no había nadie (los médicos alquilaban los consultorios pagando una suma fija por hora).

Para peor, la obra social promocionaba un servicio de médicos de guardia, de demanda espontánea para que los afiliados fueran a atenderse sin turno, que no era tal, es decir, el médico de guardia era el mismo que atendía a los que tenían turno, porque no querían gastar en más profesionales. Muchos médicos no querían tomar sobreturnos, pero a vos te hacían darles sobreturnos. Y nosotros estábamos entre la presión de los médicos por un lado y la presión de la obra social por el otro, total la ponías vos la cara con el médico, que te quería achurar. Bueno, y para completarla, con los pacientes que faltaban, también se armaban planillas, y te hacían llamarlos por teléfono y “retarlos”. No quedaba nadie afuera del control.

Un día, a partir de la información que surgía de sus infaltables planillas, determinaron que al mediodía no había demanda de turnos, con lo cual lo que se les ocurrió para remediar tal “ineficiencia” fue cortarnos el horario: 4 horas y media a la mañana y 4 horas y media a la tarde, divididos de una manera que prácticamente te abarcaba todo el día: de 8 a 12:30, y de 16 a 20:30. A mi eso desde ya me impedía tener la cursada de la facultad y armé un zafarrancho, porque encima no les cortaban el horario a todos, sino que elegían a los empleados que ellos catalogaban como “resistentes al cambio” y te atacaban con esto. En el medio de esta disputa, me lo mandan a Salcedo de Recursos Humanos, el de la calidad de vida, me lo encuentro “casualmente” en un ascensor, y me explica con una poética expresión: “Acá no se trata de hacer pasar a nadie por el fuego de las ametralladoras”. Al final, de tanto oponerme zafé, aunque me mandaron al turno tarde con horario de corrido, pero a otra chica que protestó menos se tuvo que bancar el horario cortado.

La política empresarial era no gastar un peso de más si podían obligar al empleado a que hiciera alguna concesión: por ejemplo, cuando tu compañera de trabajo -la que atendía el mismo mostrador que vos- se pedía día de examen, se iba de vacaciones o se enfermaba (enfermedades que te producía el mismo laburo a veces), tenías que cubrir su lugar, con lo cual tu jornada se extendía a doce horas (las horas extra a veces te las pagaban y a veces no, según si ellos consideraban que “estaban dadas las condiciones”). Y en el transcurso de cada día, lo mismo: cuando tenías que irte a almorzar o cualquier otra cosa, tenías que obligar a otro a que te cubriera, tenías que arreglarte vos tu reemplazo. Y, obviamente, de la misma manera que lo hacía uno, también te caían pedidos similares a vos, para que reemplaces a otro. Todo era así, tenían la filosofía de que si dos personas se encimaban en un puesto la empresa perdía plata, con lo cual no tenías quien te sustituya.

Con todo esto sumado, las presiones con las que había cumplir eran agobiantes y encima a veces eran contradictorias, ni siquiera era que podías seguir un manual para someterte y hacer buena letra: por ejemplo, a la gente tenías que tratarla bien, con una sonrisa, pero no demasiado bien, porque no se tenían que encariñar con vos, por si no estabas. Muchas veces con la gente mayor pasa, que necesitan una relación personal, piden por la persona que los atendió la vez anterior. Creáse o no, si pasaba que un afiliado pedía por fulano de tal, a fulano de tal se le armaba quilombo, porque no era absolutamente reemplazable. Vos tenías que ser una mera tuerca, pero con capacidades comunicativas, eso sí.

Por suerte terminé renunciando, a la vuelta de unas vacaciones, mandé un mail cagándome en todo el mundo, después varios compañeros me llamaron para felicitarme. Ese factor humano es lo único que puedo rescatar de esta experiencia. Me sentía como adentro de un videojuego, el más mínimo movimiento (o no movimiento, como cuando no tocabas el teclado), tenía que dar como resultado un número. En ese lugar, todo era codificable.

Extraído del sumplemento Precario de la revista La Brumaria Nº2.

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Una historia repetida de negaciones y sueños

Publicada el 21/08/2008 - 07/09/2018 por raas

Historia del ‘Malón de la Paz’ que en 1946 caminó 2000 kilómetros para intentar recuperar sus tierras durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón.

Por Marcelo Valko  

¿Quién tiene presente al Malón de la Paz que en 1946 caminó 2000 kilómetros durante 81 días para recuperar sus tierras? ¿Quién recuerda que los kollas de la Puna y de Orán durante casi tres meses fueron tapas de diarios y revistas apareciendo incluso en medios dedicados al espectáculo y la farándula como Antena y Radiolandia o en la sección de deportes? ¿Alguien sabe que por primera y única vez en la historia argentina, dos indígenas estuvieron en el balcón de la Casa Rosada ante una Plaza de Mayo colmada? ¿Quién conoce cómo terminó aquella fiesta inicial?

A mediados de 1946 un grupo de 174 indígenas kollas, representantes de comunidades originarias ubicadas en las provincias de Salta y Jujuy que padecían condiciones de explotación extrema, resolvieron realizar una marcha multitudinaria. Hartos de soportar la usurpación de tierras comunales, el látigo del capataz, el cepo del hacendado, pasando por jornales arbitrarios, golpizas intimidatorias a los que alzaban la voz por sus derechos y hasta impunes abusos sexuales como el derecho de pernada, las comunidades resolvieron realizar una gran protesta que tuvo como finalidad llegar hasta la lejana Plaza de Mayo, centro simbólico del poder político nacional. Desde tiempos inmemoriales habían elevado pleitos ante las autoridades provinciales y enviado pequeñas delegaciones de 2 o 3 comuneros a la Capital Federal.

Eran concientes que, para lograr sus objetivos, debían emerger del estigma de invisibilidad. “El Malón de la Paz por las Rutas de la Patria”, tal como ellos mismos se denominaron, se convertiría en un hito en los anales de las reivindicaciones indígenas y en uno de los mas inusuales capítulos de la historia nacional. En primer lugar, el Malón kolla, fue la protesta indígena de mayor exposición pública, siendo además, el primer reclamo multitudinario que tuvo que afrontar el flamante gobierno de Perón a pocos días de asumir. Los kollas que el 15 de mayo partieron de los ejes Abra Pampa y Oran, reclamaban las tierras que les había arrebatado, entre otros terratenientes, el tristemente célebre Robustiano Patrón Costas, uno de los mayores latifundistas del Noroeste argentino y poseedor de una enorme proyección política. Cabe recordar al respecto, que el golpe de 1943, en el cual Perón era una figura relevante, buscó impedir que Patrón Costa apelara al “fraude patriótico” para apoderarse de la presidencia de la Argentina.

Vayamos por partes. Durante los casi 4 mesas que el Malón estuvo instalado como tema cotidiano en los medios de difusión escritos, radiales y cinematográficos, ocurrieron los episodios más inauditos de los que se tenga memoria en relación con una demanda de estas características. Menciono algunos de ellos. El 9 de julio de 1946, los casi doscientos maloneros con sus caballos y mulas, desfilaron junto a regimientos de infantería por las principales avenidas de Rosario, para terminar alojados en guarniciones del Ejército. Los indígenas argentinos conocían el interior de los cuarteles sólo en calidad de cautivos y las veces que marcharon con las tropas, lo hicieron como trofeos de guerra. Cuando el Malón de la Paz ingresó en la provincia de Buenos Aires, millares de personas salieron a su encuentro vitoreándolos como “nuevos héroes”. De hecho ante su mera aproximación, se creaban comités “Pro Reforma Agraria”. Al llegar a la Plaza de Mayo, varios de sus integrantes se unieron en un abrazo fraternal con el general Perón, nada menos que en el mítico balcón de la Casa Rosada, a la vista de la multitud que observaba emocionada la escena.

Jamás en nuestra historia había pasado algo similar. ¿Indios en el balcón de la Casa Rosada? Paradójicamente, después de tan apoteótica recepción fueron alojados en el Hotel de Inmigrantes, que como todos sabemos, era el lugar donde internaban a los extranjeros ni bien descendían de los barcos. Después, cuando el gobierno advirtió que se había metido en un laberinto, comenzaron a devaluar las aspiraciones de los kollas. Entre las actividades extravagantes en las cuales les obligaron a participar, se destaca el partido de fútbol que jugaron previo al tradicional River – Boca, encuentro al que asistieron 40.000 espectadores que no comprendían que hacían jugando a la pelota aquellos esforzados kollas que habían venido por sus parcelas. Tres semanas después de su apoteótica llegada, la esperanza kolla terminó de la peor manera: en medio de gases lacrimógenos, golpes, insultos, llantos y vejámenes. El reclamo tuvo una enorme resonancia pública y también una profunda repercusión política hasta que se desencadenó su abrupto final.

En virtud de la antinomia “civilización o barbarie”, en el momento del reclamo kolla, la percepción del grueso de la sociedad argentina oscilaba entre no advertir la presencia de los indios dejándolos en las sombras, o en su defecto, considerarlos como habitantes de un territorio que invariablemente los remitía a un pasado inculto y salvaje. En 1946, el indio vivo que respira, sueña y tiene necesidades era un asunto “inactual”, no era “marquetinero” ni siquiera para los especialistas. De hecho, las carreras universitarias de antropología no se crean hasta 1957 en La Plata y al año siguiente en Buenos Aires. Precisamente para contrarrestar los efectos negativos de esta percepción, es que el último tramo de la marcha del Malón, ya en la provincia de Buenos Aires, tuvo un evidente itinerario simbólico con el que demostrarían que también ellos eran chacareros, criollos y católicos. Examinemos este proceso con mayor detenimiento.

Cuando el Malón ya estaba en el eje Rosario-Buenos Aires, a la altura de San Nicolás, modifica la ruta prevista, y en lugar de seguir al sur rumbo a la Capital, gira al oeste internándose en la provincia con el objetivo de tocar tres puntos específicos: Pergamino, San Antonio de Areco y Luján. Cada una de estas ciudades representaba distintas aspiraciones o imágenes que el Malón pretendía brindar a la Nación. Tocar Pergamino implicaba adentrarse en el centro del granero argentino, es decir, en el eje del problema de la tenencia de tierras y mostrarse como trabajadores del campo. Cultivar la parcela propia no era una problemática circunscripta a la Puna, era una herida que lastimaba a todas las regiones por igual. De hecho la Pampa Húmeda, en la que todavía resonaba el “Grito de Alcorta” se encontraba atravesada por la misma aspiración. Los humildes kollas habían experimentado una mutación que tenía que ver con la repercusión y los contactos que establecían a diario a lo largo de la ruta; esa maduración puso en evidencia la extraordinaria capacidad de los indígenas para anudar alianzar estratégicas con otros sectores de la sociedad y ganarlos para su causa. De alguna manera querían enviar un mensaje a los retardatarios y “forzar” al primer mandatario a dar los pasos necesarios hacia la reforma agraria que había prometido en la campaña electoral.

En ese momento, julio de 1946, Perón tenía apenas un mes en el ejercicio de la primera magistratura y nadie sabía a ciencia cierta hasta donde se proponía llegar. Por lo pronto la fama del Malón llevó a que varias firmas comerciales como la tabacalera 43/70 o el analgésico “Geniol”, se aprovecharon de los kollas para vender sus productos. Por su parte, pasar por San Antonio de Areco significaba imbuirse de la tradición criolla y argentina que en todo momento intentaron asumir como propia. Areco era la cuna de Ricardo Güiraldes autor del libro gauchesco Don Segundo Sombra, allí desde 1940 se celebraba la Fiesta Nacional de la Tradición. La tercera localidad en la mira fue Luján, emplazamiento de la basílica donde se encuentra el santuario de la principal Virgen patrona de la Argentina. Peregrinar hasta Luján significaba hacer una demostración de fe religiosa, cerrando la trilogía agraria, argentina y católica.

Mientras tanto, la impactante cobertura periodística irá in crescendo en forma proporcional con su cercanía a la Capital Federal. Esta aparente contradicción, tiene que ver con el propósito inicial del gobierno de convertir a los maloneros y su reclamo en un ejemplo de los alcances de la Nueva Justicia Social. La solución del pedido kolla sería inmediata. Radios, periódicos y noticieros cinematográficos como “Sucesos Argentinos” se ocupaban de kollas, brindándoles un espacio destacado con titulares, entrevistas y primeras planas. Finalmente el 3 de agosto ingresaron a la Capital aclamados por millares de porteños. Desde las ventanas de los edificios de la Av. de Mayo los vecinos arrojaban flores al paso del Malón. ¿Flores ante el paso de una caravana indígena? Tras ser homenajeados por el Congreso Nacional, atendidos por el mismísimo Perón, su vicepresidente y varios ministros, con muestras de enorme simpatía por parte de la ciudadanía y del arco político, en menos de un mes pasaron de ser “huéspedes oficiales de la Justicia Social” a transformarse en una incómoda presencia que se obstinaba en permanecer en Buenos Aires a todo trance “sin pagar un centavo, sin esfuerzo, sin trabajo”. Una fuerza conjunta compuesta por cientos de soldados de la marina de guerra y una brigada lanzagases de la policía federal obtuvieron “otra épica victoria contra la barbarie”.

El gobierno había comprendido tarde los alcances del Malón de la Paz. Si les otorgaban las parcelas a los 174 kollas, una lluvia de malones indígenas y de criollos necesitados de tierras se lanzaría contra el Ejecutivo. El presidente no tenía opción, o les daba la tierra a los kollas afrontando lo que vendría después, o los borraba de la vidriera nacional. Así los maloneros fueron secuestrados, arrojados dentro de un tren y desterrados a sus provincias en un convoy con custodia armada para que no pudiesen descender antes de arribar a la Siberia Argentina, nombre inicial de Abra Pampa. En las numerosas entrevistas realizadas para la investigación sobre el Malón, constantemente afloraba el neologismo “envagonar” enhebrado del modo siguiente: “a mi papa lo envagonaron”. A partir de aquel envagonamiento, prácticamente todo el periodismo que se había encolumnado para narrar sus padecimientos y lo justo de sus reclamos, se lanzó sin misericordia sobre ellos difamándolos burdamente o, en el mejor de los casos, manteniendo un mutismo tan escandaloso como cómplice.

Esto nos lleva a incursionar en la herencia recibida por el imaginario argentino sobre el concepto del indio y los alcances de la nacionalidad. Un ejemplo de ello fueron los estériles y absurdos debates que tuvieron lugar en la Cámara de Diputados, en relación con los kollas, como cuando el diputado Teodoro Saravia de Jujuy saltó en su banca gritando: “en Jujuy no existen indios ni kollas”. Para el imaginario argentino en general y del legislador puneño en particular, nuestro país es blanco y europeo, y por ende resulta natural la ausencia de indios y kollas. Pero las infamias todavía fueron más lejos. Para terminar con el problema, distintos sectores de la prensa como del poder político “descubrieron” que los maloneros no eran indios.

Una de las “pruebas contundentes” en tal sentido, la constituía el hecho que numerosos integrantes del Malón supieran leer y escribir. Nada más “sospechoso” para el imaginario que un indio lector. Otros, aprovechando su procedencia de provincias limítrofes con Bolivia, comenzaron un proceso de bolivianización de los kollas, es decir, comenzaron a extranjerizarlos. En síntesis, si eran extranjeros, el problema desaparecía. En general, se dio rienda suelta a un racismo visceral, como el del periódico La Voz de Luján cuando señaló que los kollas regresaron a sus lares “con el cerebro estragado por el vértigo de la civilización”, o como Criterio, principal semanario católico cuando afirmó alegremente que los indígenas no querían regresar a Jujuy para continuar degustando “las delicias de la mayonesa” descubierta en la Capital Federal.

Para salir del paso, desde el gobierno además de negar su participación en el envagonamiento, se sucedieron los acostumbrados pedidos de informe y ficciones varias al gusto argentino. Entre otras se designaron tres comisiones investigadoras pertenecientes a los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo con el mandato imperativo de investigar hasta las ultimas consecuencias. En el caso de los kollas ni uno sólo de los sospechosos o damnificados fue indagado.

Como consecuencia de esa nula investigación, al año siguiente se iba a producir un episodio aún más grave y dramático. Casualmente el 12 de octubre de 1947, en Rincón Bomba, Formosa, centenares de indígenas pilagás hambrientos fueron ametrallados impunemente por la Gendarmería Nacional en el mayor genocidio indígena del siglo XX. Por supuesto, al igual que en el caso del Malón, no se investigó absolutamente nada. Alrededor de 400 cadáveres terminaron en fosas comunes o pudriéndose en la selva. Gendarmería se ufanó de haber restablecido el orden tras el “malón” al mínimo costo de 4 muertos.

Si bien la reforma constitucional del 1949 suprimió pasajes vergonzosos como el de “mantener un trato pacífico con los indios, o “la obligación de convertirlos al catolicismo”, el gobierno no volverá a promover ninguna marcha indígena para la restitución de tierras originarias. La visibilidad pública que el gobierno facilitó para la percepción del reclamo del Malón de la Paz, fue producto de la vorágine de aquellos primeros meses del gobierno justicialista que había asumido las riendas del estado el 4 de junio de 1946. Perón había aprendido la lección.

La historia en un país que hace un culto de la impunidad y el olvido siguió su curso. En el 2006, se realizó un segundo Malón de la Paz que llegó hasta Humahuaca pidiendo lo mismo que 60 años atrás: tierras, dignidad, salud, justicia. El 16 de julio de 2007, casi una semana después de presentar el libro Los indios invisibles del Malón de la Paz en Abra Pampa, los kollas tomaron los edificios públicos de la localidad exigiendo que las autoridades ofrecieran soluciones con respecto a la montaña de 12.000 toneladas de deshechos de plomo que la fundidora Metal Huasi “olvidó” hace 25 años a dos cuadras de la plaza principal. Esta acumulación de residuos tóxicos provocó la contaminación de la mayoría de la población infantil de este pueblo de 14.00 habitantes.

El 81% de los niños que participó de la muestra tiene valores por encima de cinco microgramos por decilitro en sangre (a partir de ese valor se estima que los niños tienen daños neuromadurativos). Cuando sopla viento norte la ceniza que se desprende de la escoria de metal llueve sobre Abra Pampa, y ese fino y mortal polvillo de plomo es lo que respiran y se les pega en la piel. Es un envenenamiento paulatino y letal. Hoy existe un proyecto de resolución en la Cámara de Diputados solicitando al Ejecutivo se informe qué resolución se tomará con esta vergüenza. La plombemia ha sido detectada desde el 2004 y todavía ninguna autoridad hizo algo que tuviera sentido, mientras tanto el nivel de plomo en la sangre de los niños sigue aumentando.

El Malón de la Paz de 1946 como el que se produjo 60 años después, solicitó los títulos de propiedad de las tierras donde tienen enterrados a sus abuelos. La Federación Pilagá interpuso una demanda contra la Nación por el mayor genocidio del siglo XX. En el caso de la plombemia de Abra Pampa existe un pedido de informes al Poder Ejecutivo. Existe impunidad. Existen gobernantes insensibles. Existen denuncias, existen trámites y esperas y papeles. Muchos papeles y la pregunta de siempre: ¿cuándo la tinta saldrá por fin de las hojas y folios, y los pedidos y reclamos se corporizarán en soluciones concretas? ¿Cuándo?

Fragmentos del libro «Los indios invisibles del Malón de la Paz»

artículo publicado en revista Futuros nº11, primavera-verano 2007-2008, Río de la Plata. https://revistafuturos.noblogs.org

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60 años israelíes

Publicada el 20/08/2008 - 07/09/2018 por raas

En el Luna Park se produjo el pasado 7 de mayo un acto de grandes proporciones. El Estado de Israel tiraba la casa por la ventana. 60 años no se cumplen todos los días. Un gran operativo de tránsito y de control.

Por Luis E. Sabini Fernandez
luigi14@gmail.com

Fácilmente comprensibles. El de tránsito a cargo de la policía y el de control, combinado de la policía con la seguridad propia de los organizadores, aunque no estuviera del todo claro quiénes eran los organizadores.

Había estado un rato antes, en el acto de recordación que palestinos y árabes habían realizado conmemorando precisamente los 60 años de la tragedia que denominan Nakhba. La Catástrofe. Allí, en Corrientes y Florida, centenares de palestinos y afines reunidos hablaban con dolor y rabia del avasallamiento y el despojo, y sobre todo el silencio cómplice de “el mundo” ante hechos que, realizados por cualquier otro estado que no fuera Israel habría levantado montañas de indignación. Salvo que los hubiera hecho EE.UU.: los comportamientos de estos dos estado resultan cada vez más indiscernibles.

Me acerco hasta las barreras del Luna, muestro mi carnet de periodista y cordialmente me señalan que no puedo entrar por ese control, que vaya a Alem. Voy a Alem y me señalan que no es en ésa la esquina para la prensa, que me corra hasta Lavalle. Allí me preguntan a la vez guardias israelíes y policías federales qué busco. Otra vez el carnet y ahora me derivan a un cuarto control, en Alem y Tucumán. Allí muestro el carnet, me piden un documento de identidad, los cotejan lenta y cuidadosamente, me piden revisar la mochila, lo hacen bolsillo por bolsillo. Finalmente paso, guardo toda la documentación porque creo estar ya dentro del vedado, pero hay otra valla, otro control, otro grupo ahora sólo de civiles.
Vuelven las preguntas. Fue un interrogatorio duro. Como se trata al “enemigo”. Como la policía trata al que ya “sabe” que es delincuente. Como hacían los nazis con los que no pertenecían… a la raza. Como se mira al que es de otra especie, de otro bando, de otro mundo.
Con una desconfianza radical. Otra vez me pidieron las credenciales y la identificación y como yo andaba buscándolas porque ya las había guardado, el que llevaba la voz cantante medio quiso apurarme diciendo que las mostrara de una vez y tuve que explicarle que justo me las habían pedido cien metros atrás, que las había guardado y no me acordaba dónde…

Se las di, me revisaron ocularmente una vez más el bolso, preguntando qué contenía. Poniendo los ojos chiquitos como hacen los “malos” en una policial yanqui clase B y echándose hacia atrás, el fulano que retenía mis documentos me quiso ir sonsacando: –¿periodista de qué, de dónde, de qué medio? –¿cómo se enteró?, –¿pertenece a la comunidad?, –¿estuvo en algún otro acto?, –¿estuvo antes en actos de la comunidad? Luego del ametrallamiento de preguntas, llamó a un veterano del MOSSAD y le dijo: “–tomá nota de sus datos” y le extendió mis credenciales y la cédula de identidad. El fulano, que apenas hablaba castellano, apuntó deletreando trabajosamente mi nombre y apellido y el domicilio y finalmente me devolvió los documentos que había estado observando del derecho y del revés.
Una sensación nauseosa. De que estos tipos están absolutamente separados de lo que no son ellos mismos. El abismo se siente. Lastima el maltrato.

Un transeúnte, intrigado por el paso cortado le había preguntado, en los vallados de Alem, a un guarda, mientras yo esperaba dictamen en uno de mis tantos puestos de control: -¿qué pasa, por qué no se puede cruzar? “Hay un acto por la paz”, le contestó el joven sionista.
Cuando llegué al edificio propiamente dicho, le pregunté a una chica dónde conseguir el programa que tenía en su mano. Me dijo que lo conseguían sólo quienes tienen asiento reservado pero que uno se apiadó con ella y por eso lo consiguió. Está en hebreo y castellano. Le pregunté a la joven que significa lo que parece ser el título: “60 años de la independencia”, me dijo. Y me acordé de “la paz” con que el guarda había titulado el mismo acontecimiento. El oportunismo enmascara la realidad con diversos disfraces.

Es para tener en cuenta la adicción por la paz de los imperios; la Pax Romana, la Pax Britannica, la Pax American. Si vis pacem para bellum. Un viejo y conocido latinajo: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. Pero se le podría agregar con justicia una enmienda: “Si quieres o vives de la guerra, invoca la paz”.
La denominación “sesenta años de independencia” también tiene sus bemoles. En todo caso, una mezcla sui generis de independencia y conquista. Israel no es como Ghana, Irak o Paraguay; una colonia que se independizara. En todo caso, procurando la mayor neutralidad, “fundación del estado israelí”. Y si habláramos con cierta continuidad histórica, se podría recordar en el 2008 los 91 años del Hogar Judío que el colonialismo británico le otorgó a algunos judíos prominentes como “derecho” para establecerse en Palestina/Israel.

La conmemoración no se refiere a la convención de la ONU de 1947 mediante la cual se decidió, sin tomar para nada en cuenta el parecer de sus pobladores árabes palestinos (la mayoría), la partición de Palestina (56% para Israel, 43 % para Palestina, 1% para Jerusalén internacionalizado). Recuerda en cambio, la derrota de los ejércitos árabes que no habían aceptado la formación del estado israelí. Mucho más ventajoso ese momento, porque con esa guerra, el territorio israelí pasó del 56% inicial al 78%. Por eso entiendo que es un mezcla de independencia y conquista. Y por eso, la autocalificación de algunos grupos sionistas “de izquierda”, como “movimiento de liberación nacional” confunde los hechos: no hubo una población judía colonizada que luchara por su independencia. Las atrocidades nazis contra los judíos dieron una justificación psicológica al sueño sionista, porque entre judíos perseguidos hubo quienes nucleados en el sionismo, optaron por establecerse en tierra ajena, con el fundamento bíblico e histórico de que en algún momento había sido tierra propia (pero el interregno había sido milenario, con lo cual todo se complica; ya no se trata de recuperar un territorio usurpado mediante la reconquista contra quienes los habían despojado). En realidad, allí vivían otros despojados que tuvieron que sufrir las consecuencias de una guerra librada entre Israel y algunas jefaturas árabes luego de haber sido arrancados de su tierra ancestral.

Todo de blanco. El color de la pureza. El color dominante en el acto. El blanco. La blancura. No pude menos que recordar el culto a la luminosidad de los nazis en la década de los ’30. Ellos también encarnaban algo puro. Es decir, la simbología nazi postulaba la belleza, la salud, en aquellos desfiles de hombres y mujeres vestidos de blanco, gimnastas. Los que aparecen en las documentales de L. Riefenstahl. Que no eran sino la contracara y la fachada de un proyecto político superautoritario, que hacía un uso intensísimo de la oscuridad en mazmorras para doblegar y eliminar lo disidente.
Las banderas celestes y blancas. Como estaban recogidas no pude ver si eran argentinas o israelíes. Tal vez aquellas con asta terminada en chuza fueran argentinas y las terminadas con la Estrella de David, israelíes, pero no pude saberlo.

No me quedé a toda la celebración. Desde mi muy periférica ubicación apenas si oía. Escuché, con mucha dificultad, al primer orador, un veterano que repasó la etapa “heroica” del establecimiento sionista, la vida esforzada y espartana. Su mirada, como la de todo colonialismo, ignoraba radicalmente lo que estaba antes, los que estaban de antes, los transferidos, los avasallados, los matados. Pero ¿cómo hacer un mundo sin “el otro”? diría Martin Buber…

Es patético el esfuerzo de la pureza, el endiosamiento de algunas entidades. Siempre pienso en una observación de Blas Pascal, transmitida por uno de mis inolvidables profesores, Mario Sambarino: “El hombre es mitad ángel, mitad bestia. Y cada vez que procura transformarse totalmente en ángel, se convierte totalmente en bestia.”

Indudablemente, el socialismo fue un intento de transformarnos en ángeles, implantando el paraíso en la Tierra. El socialismo nacional, mal traducido como nacional-socialismo, y simplificado como nazismo, también. Por cierto este atroz mecanismo mental no comenzó con el socialismo. También EE.UU. se forjó como tierra de salvación, tierra única, utopía del mundo nuevo, que arrancó proclamando la igualdad absoluta en el género humano mediante la abolición de los títulos nobiliarios mientras negaba ciudadanía y derechos a los nativoamericanos (1) porque no estaban integrados a la “Unión”, “no pagaban impuestos”. Y negaban esa tan proclamada igualdad también a los afros transportados a la fuerza y en condición de esclavos a la “Unión”. ¿De qué “género humano” hablaban?

La América “Latina” es otra cadena de humanidades excluidas, y el sionismo otro trágico eslabón en ese cadena de atrocidades. De establecimientos puros, de “focos de civilización” contra la barbarie. Recordemos las escalofriantes palabras del mismísimo fundador del sionismo, Theodor Herzl: “Para Europa formaríamos allí [en Palestina] parte integrante del baluarte contra el Asia: constituiríamos la vanguardia de la cultura contra la barbarie.” El pensamiento motriz del colonialismo: la justificación de toda apropiación, de todo avasallamiento, de todo asesinato en la lucha de la civilización contra “la barbarie”. Un Sarmiento redivivo.

La pregunta que me queda retumbando es: ¿por qué se separan tanto de lo demás, es decir de los demás? ¿Cómo pueden sentirse tan ajenos al resto de humanidad? ¿Por qué todo lo demás tiene que ser (y ser tratado como) enemigo? Entiendo perfectamente el mecanismo de defensa por las atrocidades ejercidas por el antisemitismo. Entiendo perfectamente una “neurosis de destino” con lo vivido a manos del nazismo y antes, a manos de tantas autocracias como el zarismo. Entiendo incluso una actitud de mucha desconfianza por los atroces y asesinos atentados habidos en Argentina, en la embajada israelí y en la AMIA. Con mi escasez de conocimiento, las considero de los peores atentatos contra las colectividades judías después de 1945 en el mundo entero. En Europa, por ejemplo, desde 1945 se ha debilitado mucho ese vénero antisemita, subsiste pero como fenómeno residual.

En las zonas privilegiadas del planeta, al menos las occidentales, han ido creciendo, en cambio, otros racismos generadores de otros “anti”: un antiarabismo, por ejemplo, el ya clásico y siempre usable racismo contra los afro-negros y un antiislamismo más racial que religioso (aunque también religioso).
Pero en Occidente, el antisemitismo está en franco retroceso. Por eso es tan chocante la actitud de desconfianza generalizada desde el sionismo hacia “el resto del mundo”.

No atinamos con una explicación satisfactoria a ese deliberado exclusivismo. No sabemos si proviene de la propia ideología sionista, que tanto ha puesto el acento en la noción de “pueblo elegido”, noción racista de las más “perfectas”.

O si se trata de una suerte de sindrome de Estocolmo que habría provocado una identificación con el victimario, y el sionismo organizado estaría cumpliendo una metamorfosis que lo vaya acercando al nazismo.

Israel se ha ido convirtiendo en uno de los principales poderes nucleares del planeta. En uno de los principales exportadores de armas del planeta. En uno de los principales exportadores de instructores para la represión y la tortura a los más diversos lugares del planeta. Todo eso junto a la identificación cada vez mayor con EE.UU. que ejerce un imperio cada vez más discrecional en el mundo entero, que está regando de bases militares los siete mares, que va extendiendo su política de violación sistemática de los derechos humanos a más y más humanidad, no puede sino atestiguar un proceso de creciente abuso y represión.

Nos parece irrelevante si eso merece el nombre de nazificación o americanisation.
Lo que sí vemos es que EE.UU. e Israel son los dos únicos estados que han legislado públicamente a favor de la tortura (que muchos otros estados, ciertamente, aplican sin confesar), que son los dos únicos estados en cuyos parlamentos se discute y menciona con descaro, a quienes hay que condenar a muerte según los intereses políticos dominantes (otra vez: el asesinato político no es exclusivo de tales estados, pero en otras partes, no tienen más remedio que ocultarlo; lo que preocupa no es la exclusividad ante tan aberrantes y condenables actos sino el desparpajo de que gozan políticos que puedan mencionarlo públicamente sin merecer con ello la repulsa pública (ni desde dentro ni desde fuera de fronteras, por otra parte).

El Estado de Israel coarta la vida cotidiana y la sobrevida de palestinos desde hace años, cada vez peor, apretando todos los resortes de una sociedad para que estalle en pedazos, con una racionalidad escalofriante, bombardeando puertos, aeropuertos, usinas, fuentes energéticas, archivos, bibliotecas, bloqueando alimentos, medicamentos, agua (que se otorga una vez por semana), combustibles, talando cultivos, impidiendo a barcos pescadores que se alejen de la costa tras un cardumen, baleando a quienes se acercan a los basureros a rescatar algo dado el estado de indefensión, hambre y vicisitudes que pasa la población.

Existe consecuentemente un proceso de encanallamiento creciente que se expresara, por ejemplo, en los saludos que alegremente niños y niñas israelíes rubricaran en bombas que iban a caer en población civil (palestina o libanesa) o, como lo expresa el dolido e indignado testimonio del periodista italiano Genaro Carotenuto que no podía entender cómo se puede llegar a impedir el acceso al agua a niños sedientos del lado palestino mientras que a pocos cientos de metros la población israelí la usaba o dilapidaba en piscinas y lavados de autos.

Hay una terrible explicación para semejante pérdida de “el otro” que formula un sionista desengañado, Avraham Burg: él sostiene que la sociedad israelí ha ido perdiendo la compasión. La compasión es un senti-miento muy profundo, instransferible, que tiene que ver precisamente con el otro, con el “tú” de Martin Buber. Burg sostiene que esa pérdida es tan radical que afecta a los mismos judíos israelíes entre sí.
Los nazis no eran compasivos, los marines no lo son ni pueden serlo (por eso existen suicidios, p. ej.). Por lo mismo, existen los refuseñik.

Si observamos que la invisibilizaciòn de lo palestino implica la invisibilización de los comportamientos que acabamos de reseñar, el resultado es que el aniversario festejado aquí en Buenos Aires, o en todo el Estado de Israel, constituye un homenaje a la fuerza, al despotismo, que ha logrado sentirse satisfecho de sí mismo.

Nada más lejos de la idiosincrasia clásica del pueblo judío, a menudo segregado, a menudo perseguido, aunque muchas veces también amparado dentro de los pliegues del comercio, las profesiones liberales y la banca. La instauración del estado israelí parece haber metamorfoseado la mentalidad dominante, a través de los mismos pasos cumplidos: el desalojo de millones de palestinos pero también la matanza de algunos miles.

Y el sionismo y su estado, nutrido desde al principio por una clara minoría dentro de la comunidad judía pasó sin embargo a ser mayoría tras la política genocida del nazismo que precipitó a muchos judíos dentro de la organización sionista.
Paradójicamente y con o sin sindrome de Estocolmo, el sionismo puede “agradecer” al nazismo su enorme fortalecimiento dentro de la judería internacional.
Los 60 años de la Nakhba palestina, de la fundación del estado israelí, no pueden ser considerados, de la paz. ¿De qué paz? Hay demasiada sangre inocente inmolada en ese proyecto.

Afortunadamente, son varias las voces judías que lo advierten. Desde hace ya mucho tiempo, diversos pensadores judíos han temido ese posible acercamiento sionismo-nazismo, esa posible negación del judaísmo mediante el sionismo. Un rabino extraordinariamente lúcido, Yeshayahu Leibovitz, hace un tiempo fallecido, temía y condenaba al sionismo precisamente por esa ominosa potencialidad. Muchos pensadores judíos han visto en el desarrollo sionista, cumplido siempre al amparo de grandes poderes políticos y económicos, un desarrollo potencialmente temible.

Tanto es así, que en el mismo día en que el Estado de Israel proclamaba su fiesta de los 60 años en el Luna Park, llegaba a las librerías porteñas un libro de Yakov Rabkin, un rabino de origen canadiense, declaradamente antisionista. Más aún: dedicado a fundamentar la incompatibilidad entre judaísmo y sionismo; “narra la historia de la oposición del judaísmo al movimiento sionista”.

Rabkin nos recuerda el repudio que desde el sionismo se le dispensó en su momento a Hannah Arendt, quien siendo inicialmente sionista, como tantos otros judíos, abandona esa posición. Como le pasara a Israel Shahak, a quien se le acaba de traducir y publicar, aquí en Buenos Aires, un libro sobrecogedor de denuncia contra el Estado de Israel.

Rabkin nos revela algo de la mentalidad sionista: no aceptaron discutir con Arendt. ‘Están con nosotros o contra nosotros.’ Tal actitud es la que reconocimos, hace décadas en el franquismo, en el nazismo. Tal es exactamente la disyuntiva que nos plantea hoy en día la barbarie bushiana. Dicho esto, con disculpas a los bárbaros. No hay matices, no hay verdades relativas; hay un absolutismo mental.
Es lo que da miedo. Desagrado, asco. Pero es también lo que despierta la resistencia. Rabkin no está solo.

nota:
1) Y ciertamente, la vida, salvo a los encerrados en las indian reservations, que fueron los bantustanes del s. XIX; ni siquiera en sus atrocidades fueron originales los sudafricanos blancos, que han constituido uno de los principales aliados que ha tenido el Estado de Israel en su historia y fuente de inspiración de la “bantustanización” de los territorios palestinos.

Publicado en revista Futuros nº12, primavera-verano 2008, Río de la Plata. https://revistafuturos.noblogs.org

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(poesía) El dueño del mundo

Publicada el 20/08/2008 - 07/09/2018 por raas

Por raas
raas@riseup.net
24-03-2007

Yo, el dueño del mundo
decido desde ahora
y para siempre
que la tragedia será
pan y castigo, escasez y desolación;
que los peces, los mares
las plantas y la gente serán
extintos a mi anotojo.
Trabajarán para mi a destajo,
y los que sobren
desaparecerán por obra
y gracia de mis ejecutores:
los gobiernos del mundo.

Yo, el camaleón azul, verde,
rojo, marrón o amarillo
comandaré, como un viento negro y frío
el trabajo, mi espada favorita,
con su brillo esencial que
tragará mujeres y hombres,
agua, plata, oro, bosques,
sal, tierra, seda y bronce
mandaré a plantar cercos
y brutos seres con
bastones, botas y soberbia
les obsequiaré miseria legal
a cambio de todo;
su espíritu y voluntad.

Yo y solo yo seré rey y amo;
donde haya esperanza e ideas
esparciré opresión, silencio y paz,
con prensa, con astucia,
con garrote y seguidores fieles
agotaré y exprimiré todo lo
que a mi alcance esté.

Mi nombre es uno y todos
ascendí al trono de las mentes
para catapultarme al castillo
del odio y la amenaza.
Los que dictan leyes serán
mis intérpretes, los generales
mis marionetas; mi idioma
es universal y la pobreza,
mi salvación eterna.
Estoy sin ser, palpito sin latir
y muerdo sin dientes.

Oh, yo soy religión y obediencia
fantoche que camina observando.
Yo, el monstruo más temible,
estaré en todas partes;
habrá templos en mi nombre
donde la gente luchará y luchará
y yo siempre venceré…
Soy el verdugo y la cárcel,
la escuela y el banco,
el orden y el caos:
yo, el cementerio volátil.

No habrá sobre este mundo
Carta Magna que no me contemple
seré espurio y contagioso
senil y competitivo
confundiré a locos y sabios
trabajarán para mi,
matarán por mi, con la ciencia
motorizaré el gran plan.

No existirá lugar donde
no hablen de mi.
Las mujeres parirán
para darme más poder.
Yo, soy número y eficacia
control y matanza
suicidio y bonanza
ilusión y progreso.

Se elogiará la paz
a través de la guerra,
se firmarán pactos
que romperán para mi,
por propia decisión.
Yo fabrico armamento
y ofrezco libre albedrío.

Yo gobernaré con sangre
por los siglos de los siglos
y todos gritarán
a coro mi sinfonía, sin tregua.
No tengo secretos
porque lo oculto me pertenece,
las ánimas serán mi advertencia,
el desierto mi testigo,
el tiempo mi aliado.
La jerarquía daré para engañar
a idiotas y guerrilleros:
mi pirámide de cristal líquido
seducirá por doquier.

Hágase mi voluntad
porque yo seré grande y papel,
tintura y fábrica
omnívoro y terrestre.
No existo más allá del mundo,
no tengo terrenos en Marte,
mi poder es inerte en Júpiter,
pero aquí seré fuego, terremoto y agua…
No hay nada, yo seré todo.

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Reflexiones en torno a la guerra y el integrismo tecnológico

Publicada el 20/08/2008 - 07/09/2018 por raas

«… Hay que recuperar el mundo. Hay que dejar de fantasear sobre el más allá del mundo, sobre el más allá de la Tierra y sobre el más allá del hombre […] en cuanto a crear atmósfera artificial sobre la Luna o sobre Marte ¿a quién pretenden tomarle el pelo?.» Paul Virilio (1)

Por Loreto Echeverría

Conspiradores de lo viviente

El vizconde Étienne Davignon niega que el ya quincuagenario Bilderberg Group que él preside, constituya «una clase dirigente global». Tal cosa no existe. «Los negocios influyen en la sociedad y la sociedad es influida por la política… eso es puro sentido común». Se trata, nos explica, que se reúna gente «que tiene influencia interesada en conversar con otra gente influyente».(2) A sus miembros, todos en la cima de la jerarquía política-corporativa «occidental» (que comprende desde los presidentes del Banco Mundial y British Petroleum hasta los cinco mayores propietarios de prensa y el rey de Bélgica) suelen incorporarse futuros líderes elegidos por el Estado Llano. El gobernador de Arkansas Clinton y el parlamentario Blair ya estaban en el club, que según dicen, se inicia en Holanda en 1954 .

Con perfecta regularidad, el poder habla al poder, que con agenda desconocida ha de aceitar una de las «hélices mundializadoras»: «el cuatrimotor»: ciencia, técnica, industria e interés económico.(3)

¿Es el fenómeno Bilderberg la punta del iceberg?  Muy probable. Las teorías conspirativas, ejercicio que despierta tanto escarnio dentro del establishment académico, hoy apenas demandan elucubraciones. Porque si en un mundo globalizado los órganos directivos de las finanzas, la industria, los medios de comunicación sostienen «conversaciones» tan inaudibles como las de una logia masónica y cuyo contenido permanecerá secreto  in perpetuum ¿no es legítimo concluir que se está gestando un supra-estado en la sombra?

Por otra parte, ¿no es obvio que la Guerra Fría de los últimos 60 años ha moldeado la economía mundial como una economía de guerra bajo el comando de la tecnocracia militar-corporativa (TMC) y en consecuencia, impedido un efectivo funcionamiento democrático?

Ni las fuerzas de «disuasión» ni la «conquista» espacial, que siguen marcando la carrera armamentista en la era post-soviética, permiten una economía justa o una democracia genuina. La nuclearización en sí despoja a la sociedad civil de parte importante de su capacidad de escrutinio (baste recordar lo sucedido en Kashiwazaki, en las cercanías de Tokio, en julio pasado; véase recuadro). La complejidad de la tecno-ciencia, que espanta tanto como asombra, deja al margen del debate a la mayor parte de la clase política, que no sabe ni contesta. Y algo parecido pasa en la brumosa esfera financiera, progresivamente más ininteligible, aun para los «expertos».

La patria extraterrestre

En estos años de guerras frías y sangrientas, de déficit incontrolable, de mega bancarrotas, Washington, fiel a su propia lógica autística, ha alentado con obstinado celo la aventura espacial, piedra angular de todo tecno-utopismo. A pocos meses de «la caída» de Bagdad se lanza la Declaración de la Luna, entre cuyos signatarios (estadounidenses en abrumadora mayoría y con la conspicua ausencia de China) figuran Boeing y Lockheed Martin. El documento es elocuente: necesitamos de nuestro satélite, no sólo por sus recursos de agua y energía, sino como un refugio en caso de catástrofe (4) y finaliza con una romántica proclama: «nuestra visión es la de una humanidad expandiéndose en el espacio en un viaje sin término».(5)

Conscientes que sin robots la colonización del espacio es inviable, los arquitectos de la Declaración subrayaron que el progreso en este campo era fundamental. Rodney Brooks, «Panasonic Professor» de robótica en MIT, figura cumbre en la inteligencia artificial (IA) y un militante ferviente de la astronáutica, ha dedicado sus mejores esfuerzos a construir robots para misiones espaciales. Su objetivo, sin embargo, va más allá de la creación de máquinas que nos abran el camino en el sombrío espacio estelar. Lo que busca el profesor Brooks es «alterar nuestra percepción de las capacidades potenciales de los robots»

En su popular libro Cuerpos y máquinas: de los robots humanos a los hombres robot (6) explora «la recíproca conexión entre humanos y sus hermanos tecnológicos» («Technological Brethren»), e impugna indignado la concepción que tenemos de nosotros. «Nos hemos programado» afirma, para creer que constituimos seres únicos, cuando nuestro cuerpo «es una masa de biomoléculas», una máquina que actúa de acuerdo con reglas específicas. De ahí se infiere que debamos mirar a los robots con ojos fraternos.

Su «biologicismo» es paradigmático de lo que E. Morin y su escuela (Asociación para el pensamiento complejo, APC) denominan «la cosmovisión unidimensional de un pensamiento simplificante y reduccionista».(7) Y que entendemos como la ideología dominante de la TMC en general y del alto sacerdocio de la IA en particular.
En sus antípodas, la antropolítica, el movimiento ciudadano que percibiendo a la Tierra como «la casa de todos» reacciona «contra los efectos de una civilización reducida a lo cuantitativo, el dinero, lo prosaico y lo agresivo».(8)

Un caso interesante de esta reacción contra la TMC es el de James Hansen, director del Instituto Goddard de la NASA a quien la administración Bush ha tratado de silenciar. Décadas atrás, a raíz de sus investigaciones climáticas de Venus, Hansen fue uno de los primeros en hacer sonar la alarma respecto al calentamiento global, advirtiendo que «nuestro modo de vida es insostenible» y que si no hay cambio de rumbo inmediato, el daño será irreparable.(9) Reconoce el interés científico que encierran Venus y Marte, pero no vacila en enfatizar que el planeta en el que vivimos «es más importante» y que tenemos «una obligación hacia nuestros hijos y nietos» . Para este rebelde que ha abandonado la nave de los locos es «esencial» que la comunidad científica pueda establecer una comunicación directa con la gente, ya que «la preocupación pública es probablemente lo único capaz de imponerse a los intereses corporativos que han confundido (obfuscated) el tema».(10)

Confrontado por C. Gracie a la pregunta de si hay o no «una conspiración en el corazón del establishment norteamericano», Hansen (quien ha sido amordazado y sujeto a implacable vigilancia como es de público conocimiento) soslaya el término «conspiración» y se limita a denunciar manipulación de información y «fraude científico». Su insistencia en que ni el Congreso ni la ciudadanía están siendo debidamente informados sobre una situación próxima a escapar a todo control es muy reveladora.

Fraude jurídico: derechos robóticos y corporativos

Los desarrollos en el campo de la biónica y de la IA nos aproximan con celeridad al advenimiento del «robo sapiens». Lo más notable de todo, sin embargo, es la mutación que parece estar sufriendo el robot en el imaginario colectivo y en consecuencia en el concepto de lo humano. David Levy de la Universidad de Maastricht en Holanda profetiza que habrá matrimonios «legales» entre hombres y robots. Tal vez a mediados de este siglo en los EE.UU.(11)

Una revolución que según él es similar a la suscitada por la primera unión interracial en EE.UU. o entre individuos del mismo sexo («Live science», 12-10-07). Las proyecciones políticas y jurídicas que intenta darle la TMC son también escabrosas. Debido a que se espera, como una suerte de fatalidad cósmica, «la llegada» de las máquinas autorreplicantes, evolutivas y autónomas, el gobierno de Blair («New Labour») financió una curiosa investigación. A través de una organización gubernamental (The UK Office of Science and Innovation’s horizon Scanning Centre) encargó a diversas consultoras y «think tanks» (Outsights, Ipso Mori, Institute For The Future) dilucidar el status jurídico que los robots, como «sentient machines» podrían adquirir dentro de las próximas décadas. El estudio, publicado a fines de 2006, concluye que si los robots desarrollan conciencia y son capaces a su vez de generar IA, requeriremos «reglas éticas» que regulen nuestra interacción. El sueño del profesor Brooks se haría realidad: tendremos que amarlos como a nosotros mismos. «La sociedad «, nos advierten, «tendría el deber de cuidar a estos nuevos ciudadanos digitales», contribuyentes con derecho a voto y «quizás», ¡sujetos a servicio militar obligatorio!

Esto a su vez ha abierto otros debates. En el programa «Reporting Religion» de la BBC, Dan Demon entrevistó en julio pasado a un «experto» sobre el tema, Ronald Arkin, un roboticista de Georgia Institute of Technology, Atlanta, EE.UU. ¿Cómo enseñarles los principios de la Guerra Justa y quienes serían en última instancia los responsables de sus actos? Porque un error mecánico podría convertirse en «crimen de guerra», pero Arkin nos tranquiliza. Los robots, desprovistos de emociones, tendrían un mejor desmpeño que los humanos, circunscribiéndose a «blancos legítimos».(12)

En este contexto de enajenación y necrofilia es muy natural que en el seno del universo corporativo las empresas estén demandando derechos comparables a los que, en teoría, el sistema democrático garantiza a las personas. «Puede que las grandes corporaciones no respiren, ni hablen ni coman, pero ellas ahora están utilizando la legislación de derechos humanos para exigir protecciones y libertades legales».(13) Por muy exiguo que sea nuestro conocimiento respecto al círculo de Bilderberg estamos en posición de hacer un pronóstico: su «quehacer» será cada vez más siniestro y destructivo. Junto con corromper absolutamente, el poder absoluto también enloquece por completo…

El soldado-máquina

Las dificultades de reclutamiento, las incesantes deserciones, el costo de las fuerzas mercenarias, etcétera, han forzado al «mundo civilizado» a una creciente tecnificación de la guerra. Foster-Miller corp. dio a luz «EL ROBOT GUERRERO», capaz de perseguir y atacar al enemigo (BBC Report: US  plans «robot troops» for Iraq, 23-1-05). Aún suponiendo cierta exageración con fines propagandísticos, la tendencia es clara. Recientemente el Ministerio de Defensa británico convocó, con tentadores premios y fondos, a un concurso para seleccionar los mejores robots destinados a incorporarse a las filas (BBC Report: «Robots battle for military prize», J.Fildes, 31-7-07)

Por otro lado, el sinnúmero de combatientes que han sufrido amputaciones ha conducido a sorprendentes logros, bien publicitados en la web por el Departamento de Defensa de EEUU. Ahí podemos observar, por ejemplo, cómo un ingeniero biomecánico enseña al sargento Ramón Padilla a usar armas de fuego con su prótesis, ya que de lo que se trata ahora es de «reciclar» el reducido contingente disponible: re-habilitar y reintegrarlos en el frente.

En Escocia Touch Bionics ha manufacturado «una mano biónica completamente funcional» que se ha colocado con éxito en los ex-soldados. Y la American Forces Press Service anunció, también en julio, prótesis con un avanzado sistema, provisto de mayores sensores y velocidad y de mejor memoria, para  2009.

Terremoto

En el terremoto del 16 de julio de 2006 la mayor central nuclear del mundo, la de Kashiwazaki-Kariwa (proveedora del 12 % del consumo eléctrico de Tokio) –ahora cerrada “por reparaciones” –, sufrió daños desastrosos: incendio, decenas de agrietamientos y múltiples escapes radioactivos, contaminando agua, suelo y atmósfera. La Tokyo Electric Power Co. guardó silencio sobre lo ocurrido y la globalización se encarga de que el «incidente» y sus indeterminadas víctimas caigan en el olvido.

notas:
1) P. Virilio, Cibermundo ¿una política suicida?, Dolmen, Stgo. 1997, p. 83.
2) Bill Hayton , «Inside the secretive Bilderberg Group», BBC REPORT: 29-9-05.
3) Edgar Morin, E. Roger Ciurana y R.D. Motta, Educar en la era planetaria, Gedisa , Barcelona 2003, p. 11. La otra “hélice mundializadora” es: “las ideas humanistas y emancipadoras del hombre”.
4) Véase mi nota «La Carrera Espacial: control cibernético y fiebre sideral», Futuros n· 7, primavera-verano 2004-2005, pp. 33-35.
5) Conferencia Lunar Internacional 2003. «The Hawai Moon Declaration». Días después Bush visita la NASA y autoriza financiamientos para exploraciones a la Luna y a Marte, obteniendo un incremento presupuestario para la agencia «más allá de la tasa de inflación». Guardian Weekly, 15-22 enero, 2004.
6) Ediciones B.  Título original: Flesh and Machines: how robots will change us ( Feb. 2002).
7) E. Morin, ob. cit,  p. 73
8) Ibíd , p. 110.
9) C.Gracie en «The Interview», BBC World Service Radio, 16-9-07.
10) Ibíd. Véase además la entrevista a Hansen de Andrew Revkin, 29-1-06.
11) Financial Times, 19-12-06,  BBC World Service News, «Robots could demand legal rights», 24-12-06.
12) Reporting Religion, 29-7-07.
13) «On a legal absurdity», columna de G. Monbiot, Guardian Weekly, 19-25 oct. 2000.

Publicado en revista Futuros nº11, primavera-verano 2007, Río de la Plata. https://revistafuturos.noblogs.org

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