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Ecotropía

Aniquilando un planeta por vez…

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Si el amor alguna vez

Publicada el 25/03/2012 - 05/10/2014 por raas

Si el amor alguna vez
fuera algo más
que dos espejos frente a frente,
o el miedo al tiempo que no vuelve,
que se escapa, victorioso,
sin pedir perdón,
no sería
el ave que voló.
Si el amor alguna vez
fuera algo más
que encuentro de almas solitarias
en el rechazo de ser nada
que no es nada sino toda
la desolación,
no sería
la más pesada de las cadenas,
el pozo seco de la tristeza
ni la herida
que nunca cicatriza.
Si el amor alguna vez
fuera algo más
que la necesidad urgente
de que los cuerpos se alimenten
con los cuerpos perpetuando
su contradicción,
no sería
sustento del dolor.
Si el amor alguna vez
fuera algo más
que dos verdugos inconscientes
jugando al juego de la muerte
con la vida que se entrega
a la inmolación,
no sería
la más pesada de las cadenas,
el pozo seco de la tristeza
ni la herida
que nunca cicatriza.

Luis Eduardo Aute

Del disco Fuga (1981)

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Abraza la oscuridad

Publicada el 25/03/2012 - 05/10/2014 por raas

La confusión es el dios
la locura es el dios

la paz permanente de la vida
es la paz permanente de la muerte.

La agonía puede matar
o puede sustentar la vida
pero la paz es siempre horrible
la paz es la peor cosa
caminando
hablando
sonriendo
pareciendo ser.

no olvides las aceras,
las putas,
la traición,
el gusano en la manzana,
los bares, las cárceles
los suicidios de los amantes.

aquí en Estados Unidos
hemos asesinado a un presidente y a su hermano,
otro presidente ha tenido que dejar el cargo.

La gente que cree en la política
es como la gente que cree en dios:
sorben aire con pajitas
torcidas

no hay dios
no hay política
no hay paz
no hay amor
no hay control
no hay planes

mantente alejado de dios
permanece angustiado

deslízate.

Charles Bukowski

Versión de Rafael Díaz Borbón

Del libro Madrigales de la pensión. Primeros poemas escogidos 1946-1966 ‘The Roominghouse Madrigals: Early Selected Poems (1946-1966)’, Visor, 1999.

fuente http://amediavoz.com/bukowski.htm

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La guerra contra bacterias y virus: Una lucha autodestructiva

Publicada el 22/03/2012 - 19/10/2022 por Ecotropía

La guerra permanente contra los entes biológicos que han construido, regulan y mantienen la vida en nuestro Planeta es el síntoma más grave de una civilización alienada de la realidad que camina hacia su autodestrucción.

Por Máximo Sandín*
2009

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Publicado en • Análisis, • Control, • Ecocidios, • Ecosofía, • Insalubridad, • Multiviolencias, • Natura, • PsicopatologíasEtiquetado como capitalismo postindustrial, Charles Darwin, civilización alienada, civilización capitalista, colapso civilizatorio, guerra permanente contra los entes biológicos, humanidad al borde del precipicio, la salud como mercancía, lucha contra la vida, Máximo Sandín, organismo humano, pensamiento occidental contemporáneo, problemas de salud, somos virus y bacterias, virus y bacteriasDejar un comentario

La aldea de los molinos *

Publicada el 21/03/2012 - 08/10/2014 por raas

«Hoy día los seres humanos olvidan que también ellos son parte de la naturaleza; y que a ella le deben su existencia, pero la gente suele tratarla negligentemente, creyendo que son capaces de crear algo mucho mejor…

Especialmente los cientificos; puede que intelectualmente estén bien preparados, pero lo malo de ellos es que muchos ignoran el verdadero significado de la naturaleza…

Y esos sos los que se sienten orgullosos inventando cosas que sólo acarrearán tragedias a los seres humanos. Y lo que todavía es mucho peor, la mayoría de la gente suele conceder un gran valor a todos esos inventos absurdos; y como si de milagros se trataran, los adoran.

Ellos no saben que esas cosas arruinan la naturaleza, y consecuentemente se están destruyendo a sí mismo. Las cosas más importante para los seres humanos son el aire puro y el agua pura. Los árboles y las plantas nos proporcionan ambas cosas, pero absurdamente la gente continúa contaminándolas a su antojo. El aire y el agua contaminadas contaminan incluso la mente de los seres humanos.»

Akira Kurosawa

* Extracto del capítulo La aldea de los molinos: un rincón del mundo maravilloso en donde un anciano le habla a un niño en la película Los sueños de Akira Kurosawa (Akira Kurosawa’s dreams), 1990.

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El punto de vista de los no indígenas

Publicada el 21/03/2012 - 08/10/2014 por raas

Son considerados agresivos sin motivo y feroces como los “incivilizados”

El punto de vista de los no indígenas sobre los pueblos indígenas no contactados es una mezcla de miedo, desconfianza y racismo. Los esfuerzos de los indígenas por proteger sus vidas y hogares, a menudo motivados por el recuerdo de persecuciones violentas ocurridas en el pasado, son interpretadas por quienes viven cerca de ellos como agresiones injustificadas y salvajismo “incivilizados”.

“Los indígenas korubo son animales, no seres humanos. Matan y se comen a cualquiera que entre en sus tierras, incluyendo otros indígenas. Aléjense si quieren seguir vivos… Yo prefiero disparar a los salvajes que dejarles que maten a mi mujer y mis hijos”. Colono brasileño.

“Podías oler dónde habían estado ellos [los jarawa]. Huelen tan mal, no se lavan. Tenemos que entrar en la selva a buscar caña y hojas. Llevamos perros, ellos van delante y si huelen a jarawa se vuelven corriendo”. Colono de las Islas Andamán, India.

“Los indígenas son peores que animales. Ni siquiera te los puedes comer”. Terrateniente brasileño.

“Si yo estuviera al mando, exterminaría a todos los yanomami. Dejaría uno vivo para exhibirlo al público en un zoo”. Propietario de un hotel brasileño.

“A ningún ciudadano de la India debe permitírsele vivir en la selva o como salvajes después de más de cincuenta años de independencia de este país”. Funcionario de la India hablando sobre los sentineleses.

“Los nativos de esta tierra son crueles de espíritu, son ladrones, y la educación sólo les hace más astutos”. Colono australiano, Papúa Nueva Guinea.

“Quiero darles a la ‘Gente del cerdo’ (los indígenas ayoreo-totobiegosode) la oportunidad de escuchar la Biblia, porque si no lo hacen irán al infierno y serán condenados eternamente”. Misionero de la Misión Nuevas Tribus.

“Los yanomami carecen de toda inteligencia, vagan por ahí desnudos y se reproducen como animales”. General brasileño.

“Son animales, viven completamente desnudos igual que animales”. Colono hablando sobre los indígenas nómadas en Colombia.

Survival

fuente http://www.survival.es/articulos/3117-el-punto-de-vista-de-los-no-indigenas

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Populistas, demagogos y dictadura

Publicada el 19/03/2012 - 08/10/2014 por raas

Mi padre discutía con su cuñado, Pedro Fraga, el esposo de mi tía Isabel. Ambos eran libertarios, individualistas, pero tenían enfoques diferentes. Mi tío Pedro consideraba que había que redimir a los más humillados, a los más desamparados. Odiaba la demagogia y al clero con tanta vehemencia como mi padre. Reunía en la cocina de su humilde hogar a todo zaparrastroso que caminaba por Piñeiro. Los dejaba dormir en la cocina ante el miedo de mi tía Isabel, que sufría los estados emocionales de su esposo.

Quería que dejasen la bebida. Les servía sopa y un vaso de agua. Les leía El Quijote, les hablaba de la solidaridad humana, de la Guerra Civil Española y de la hipocresía de la Iglesia. Éstos solían estar dos o tres días como máximo escuchando sus sermones laicos para huir inesperadamente. Si alguno de ellos regresaba en estado de ebriedad, mi tío lo recibía con su escopeta apuntándolo a la cabeza. Mi padre le decía que eso no conducía a nada, que perdía el tiempo. Mi tío insistía en que la lectura, la sopa y el vaso de agua purificaban el espíritu.

No lo tome a mal, no deseo ser grosero ni ortodoxo. Ni populista ni monárquico. Usted sabe, fariseo lector, sostengo teorías aberrantes. Tal vez porque mis padres fueron campesinos de origen gallego, tal vez porque mi formación –formación que ya no existe – fue literaria, clásica, estética o porque colaboré muchos años con investigadores básicos, no conozco la obsecuencia. Ni la sonrisa insustancial, torpe, de clara felonía. Ni los aplausos o las pérfidas palmadas en la espalda. Gazmoños sin disfraces,  los vemos sonreír y aplaudir sin rubor, sin bochorno. Descarados, diría mi madre. Tal vez, pensándolo bien, por todo eso y porque además conocí y me formé con maestros sólidos, íntegros; verdaderos humanistas. Sin dobleces, entonces. Y también porque conocí a viejos libertarios de mirada transparente, hombres que sabían disimular vicisitudes extremas,  privaciones económicas. O porque los hombres del poder, desde niño, me parecieron patéticos.

Los textos griegos, latinos e isabelinos lo corroboraron tiempo después.
Durante décadas el Partido Comunista señaló en una suerte de Inquisición del hombre nuevo, que todo aquello que no pasase por su concepción era reaccionario, agente del imperialismo o secuaz de la CIA. Y quedó la marca. Diluida, sin criterio, pero el halo sigue dando vueltas. Nacieron los mitos, las leyendas. Hicieron listas negras donde estaban Camus y Ionesco, Pirandello y Orwell.

Se ocultaron datos de manera desenfadada, siniestra. Desde los campos de concentración o Gulag (qué no dijeron los camaradas de Solhzenitsyn) hasta los crímenes más absolutos en la Guerra Civil Española o en México. Pero los camaradas leían Novedades de la Unión Soviética y todo estaba en orden. El mal se hallaba afuera: en la Alemania nazi, en la España franquista, en la Italia de Mussolini o en el liberalismo inglés. Y naturalmente  lo falso, lo espúreo, lo irracional, lo conspirativo, provenía del Pentágono. Entre nosotros – argentinos hasta la muerte –  nacía el culto del bombo, se incrementaba la delación y los sindicatos se transformaban en burdeles. Y todo era idolatría y felicidad.

El potitburó, mientras tanto,  estaba ajeno al mundo. Era la Biblia, lo único digno, lo sagrado. Hasta embalsamaron a Lenin para cumplir con la tradición del culto a la muerte. Cientos, miles de documentos y antecedentes. Montañas de documentos, de contradicciones, de engaños. El pueblo, que nunca se equivoca, no escuchaba, no veía, no respiraba.Y paralelamente mártires, persecuciones, exilios. Insisto, hay bibliotecas enteras con fotografías, manuscritos, cartas. No se confunda, no sea mal pensado. Hoy todo es distinto. En esta tierra y en las otras. O viceversa. Nos basta ver con quienes están, a quienes acompañan en estos días.

Es así. Hay mapas genéticos, trabajos sucios, torniquetes. En política, digo, no se confunda. Hay segmentación, retórica, montaje. Comportamientos enigmáticos y de los otros. La imbecilidad, la torpeza, la ignorancia, nos empuja de manera fenomenal. Poco y nada es lo que va quedando. ¿Siempre fue así?
No deja de ser atractivo ver como se mueve el Estado. Nuestro Estado y los otros, ahora y en el pasado.

El Estado y los obsecuentes que crecen sin piedad y sin rubor. Aquí y en otras partes, reitero. A jugar al Gran Bonete. Ya lo señalaron los griegos y los latinos, todo está en sus páginas, en sus obras. En verdad no se diferencian mucho, depende las circunstancias, las aberraciones de turno, los caballeritos que se arrastran en nombre de lo que sea. Podemos hablar de Turquía, de Arabia Saudita, de Irán, de Wall Street.  De Vladimir Putin, de Fidel, de Chávez o de Kim Jong-un. Del duque de Edimburgo, del Generalísimo Francisco Franco por la Gracia de Dios o del Primer Trabajador, líder de los descamisados.

De los héroes mundiales, de los héroes latinoamericanos, del Santo Padre o de los ideólogos revolucionarios que piensan desde Londres o desde París el hambre de los desheredados, de los explotados, de los indignados. Y de los salvadores que hablan de los pobres pisando alfombras rojas, con oro en arcas secretas y estelas funerarias. En fin -desaprensivo lector- todo, absolutamente todo es posible desde la óptica de nuestros césares. Mientras, a engordar las arcas de nuestros bolsillos, en nombre de la patria. En nombre de la patria, no se olvide. Y lo peor es que los admiramos, los veneramos y los pensamos inmortales. (Sin palabras fervorosas, tilingas o alambicadas: espero que este artículo no sea incluido en la ley  antiterrorista. Uno nunca sabe.)

Le recomiendo, amigo lector, que analice el cine de Harun Farocki. Que vea dos veces Wie man sieht (Cómo se ve). La historia técnica como una sucesión de fases de automatización. Y no digo más.

«… Desde hace un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla.” Carta de Niccolò Machiavelli a Francesco Guicciardini, mayo de 1521.

Carlos Penelas
enero de 2012

fuente www.laletraindomita.blogspot.com.ar

texto en PDF

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(libro) La quiebra del capitalismo global: 2000-2030

Publicada el 19/03/2012 - 24/05/2020 por raas

Crisis multidimensional, caos sistémico, ruina ecológica y guerras por los recursos. Preparándose para el inicio del colapso de la Civilización Industrial. El “mundo de 2007” se ha acabado, ya no existe como tal, ni volverá jamás. Es un “mundo” que se está deshaciendo poco a poco ante nuestros ojos, pero sin darnos cuenta. Estamos en un punto de inflexión histórica. Una bifurcación de enorme trascendencia de la que todavía no somos conscientes. O tan sólo mínimamente.

Por Ramón Fernandez Durán

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Publicado en • Ecocidios, • Insalubridad, • Libros, • Neoesclavitud, • TecnocidioEtiquetado como agotamiento de recursos, agotamientos de recursos, Antropoceno, capitalismo destructivo, Capitalismo Global, capitalismo rapaz, capitalismo salvaje, capitalismo terminal, catástrofe ecológica, Civilización Industrial, destrucción de bienes comunes, fin de la energía fósil, postindustrialismo, quiebre del capitalismo, Ramón Fernández DuránDejar un comentario

Estupidez humana

Publicada el 13/03/2012 - 21/09/2012 por raas

Desde niño me ha preocupado lo que considero una cuestión importante: «¿Qué es lo que hace únicos a los seres humanos? ¿Hay algún atributo humano que ningún otro animal posea?» La primera respuesta recibida fue que los seres humanos tenemos alma, y los animales no. Esto me sonó extraño y doloroso, porque amaba y amo a los animales. Además, si Dios era tan justo y generoso hecho que yo todavía creía firmemente en esos días no hubiera hecho semejante discriminación. 0 sea, que no me convencí.

Varios años más tarde, bajo la influencia de mis primeros maestros, se me llevó a concluir que nosotros éramos los únicos seres inteligentes, mientras que los animales sólo tienen instintos. No me llevó mucho tiempo darme cuenta que estaba otra vez sobre la pista falsa. Gracias a las contribuciones de la etología, hoy sabemos que los animales también poseen inteligencia. Y reflexioné, hasta que un día finalmente creí que lo tenía; los seres humanos son los únicos seres con sentido del humor. Otra vez fui desengañado por estudios que demuestran que hasta los pájaros se hacen bromas entre sí y se «ríen».

Ya era un estudiante universitario y había casi decidido rendirme, cuando mencioné a mi padre mi frustración. Simplemente me miró y dijo: «¿Por qué no intentas por el lado de la estupidez?». Aunque al principio me sentí impactado, los años pasaron, y me gustaría anunciar, a menos que alguien más pueda reclamar una precedencia legítima, que estoy muy orgulloso de ser probablemente el fundador de una nueva e importante disciplina: la Estupidología. Sostengo, por lo tanto, que la estupidez es un rasgo único de los seres humanos. ¡Ningún otro ser vivo es estúpido, salvo nosotros!

Manfred Max Neef

Extraído del libro Desarrollo a escala humana, una opción para el futuro, escrito por Manfred Max Neef, Antonio Elizalde y Martín Hopenhayn, 1986.

Libro en PDF aquí o acá

fuente www.decrecimiento.info/2012/03/estupidez-humana.html

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«La transgenia es a la agricultura lo que la usura a la economía»

Publicada el 10/03/2012 - 10/03/2012 por raas

Entrevista a Vandana Shiva.

La líder ecologista mundial estuvo en España para participar en el programa de debates y conferencias del Rototom Sunsplash Festival de Benicàssim. Vandana Shiva explica cómo pasó de ser técnica nuclear a ecoactivista internacional. La modificación genética aplicada a la agricultura ha provocado miles y miles de suicidios en India.

Charlar con Vandana no es fácil. Tiene una agenda sin respiro. Y, a pesar de todo, siempre tiene una palabra amable para los que queremos saber más. Y siempre obtiene tiempo, también, para seguir estudiando la forma en que el tecnopatriarcado lleva a cabo estrategias cada vez más sibilinas de control y de poder.

-¿El tecnopatriarcado quiere controlar la fertilidad del mundo?

-Sí, y es una situación que ocurre en todas las partes del planeta, incluidos los países ricos. Esta es una situación que en términos políticos es contradictoria con el régimen democrático que los mismos países occidentales pregonan. Es algo muy similar a lo que ocurre con la energía nuclear, que fue el tema de debate llevado a cabo en el festival Rototom Sunsplash. Ambos modelos productivos están basados en el control total de la producción; la industria nuclear tiene además una relación directa con la industria armamentística. Ambas son producciones que dependen de un fuerte subsidio gubernamental… que lo pagamos los ciudadanos…

Miles de suicidios

-¿De qué manera el tecnopatriarcado controla la vida y la fertilidad en el apartado de la agricultura?

-En la agricultura industrial lo hace en varias etapas. Primero, por el control de la producción de semillas y por el sistema de patentes, lo que causa una dependencia total de los campesinos versus los productores. La segunda etapa ocurre con los fertilizantes, que también supone un control de la producción y una dependencia por parte de los campesinos hacia los fabricantes de estos fertilizantes químicos. Y la tercera, es por medio de los pesticidas. De esta manera se acaba con las alternativas. El último paso de la industria alimentaria se ha dado con los alimentos genéticamente modificados. El precio de estas semillas es altísimo y, en un primer momento, muchos campesinos en India, por ejemplo, se lanzaron a cultivarlas. Para poder comprarlas, pensando que eran semillas mágicas que no necesitarían de insecticidas, pues se decía que eran inmunes a plagas o insectos, tiraron la casa por la ventana. Lo que no sabían los campesinos es que eran semillas que producían, a su vez, semillas no aprovechables. Esta situación ha destruido a millares de pequeños productores, ha provocado el suicidio de muchos campesinos y está destruyendo el tejido social campesino en India.

-¿Cada vez se concentra el poder agrario en menos manos? ¿Cuáles?

-En la actualidad hay cinco grandes multinacionales que controlan más del 75% de la producción agraria, entre ellas están Monsanto, Bungue y Cargill. Pero la concentración también está en otros procesos de la producción alimentaria, como es la de alimentos procesados y su distribución. Su poder se extiende no sólo por su capacidad económica que destruye la alternativa y la competitividad, sino también por la complicidad de los gobiernos que han optado por impulsar la agricultura industrial y las legislaciones que benefician a este sector.

Granjas familiares

-¿Por qué las pequeñas granjas familiares son más productivas que los monocultivos industriales?

-Son más productivas si miramos la producción desde un aspecto amplio y cualitativo, desde la eficiencia energética… Por eso soy una defensora de la agricultura ecológica. En la agricultura ecológica, un productor consumirá menos energía para producir productos que, además, tendrán una mayor calidad. Utilizará semillas que él mismo produce, no usará fertilizantes o pesticidas que dañan el medio ambiente. La producción tendrá lugar en un ciclo natural, respetando el medio ambiente, es decir conservándolo. El sistema industrial de producción agrícola es rentabilista, favorece el monocultivo que produce grandes cantidades pero que necesita una inversión de energía mucho mayor, una energía que lamentablemente no se contabiliza dentro del sistema de producción, como puede ser la compra de semillas, fertilizantes, pesticidas, gasto energético en maquinaria, irrigación, etc.

-¿Qué papel tienen las mujeres en estas granjas, en India o en cualquier otro lugar del mundo?

-Las mujeres tienen un papel fundamental en todo el mundo. Hay regiones donde tienen un papel más prominente, como en África, donde el 90% de la población que trabaja en el campo está en manos de mujeres. Pero no es sólo en zonas menos desarrolladas donde las mujeres tienen un rol importante. En la producción ecológica de Europa y Estados Unidos, la mujer tiene un papel preponderante de impulsora de nuevas iniciativas. Hay que tener en cuenta que la mujer es quien administra el alimento a sus hijos y eso es fundamental.

Agricultura usuraria

-Los transgénicos en India han llevado a muchas personas al suicidio… ¿Los transgénicos son a la agricultura lo que la usura a la economía?

-Todo forma parte de un mismo sistema y no hay duda de que los transgénicos son la usura de la agroalimentación industrial y lo que la energía nuclear es a la producción de energía. Millares de campesinos se han suicidado angustiados por las deudas contraídas debido a la compra de semillas “milagrosas” que les fueron vendidas a precios muy elevados. En estos tres casos –transgénicos, banca y energía nuclear– lo que se percibe es que hay una ausencia de responsabilidad y es la sociedad la que paga los platos rotos con consecuencias alarmantes. ¿Cómo se pueden cuantificar las pérdidas que ha habido con el desastre de Fukushima? Son pérdidas que han recaído mayoritariamente en Japón pero no sólo en Japón. ¿Cómo se puede contabilizar la contaminación que ha provocado en el mar, la tierra, cuya producción agrícola está condenada por muchísimos años? Sabemos que habrá una valoración económica y que mucha gente será indemnizada pero la catástrofe tiene unas consecuencias que van mucho más allá de lo económico a corto plazo. En ese sentido, creo que estamos en un momento de cambio importante, y la gente está formando parte de él. El sistema de funcionamiento ya no da para más, eso se está viendo en muchos lugares, incluso en España con el Movimiento 15M; la gente está “indignada” con todas las barbaridades que están ocurriendo.

-En India, la situación de la mujer ¿dónde está peor? ¿En las megalópolis o en las zonas rurales?

-Eso es relativo, depende del contexto específico. Hay situaciones en el campo, donde las mujeres tienen que llevar todo el peso de la supervivencia del núcleo familiar, pues sus maridos se han suicidado a causa de las deudas contraídas por la compra de semillas transgénicas, que son muy delicadas. Hay otras, en este mismo entorno, que trabajan dentro de un sistema de integración social, lo que les hace la vida más fácil. Depende de la situación específica de cada una o de la comunidad en la que viven. Y de los casos particulares, claro.

Del pasado al futuro

-¿Cómo dio el paso de la complicidad con el Sistema, como técnico nuclear, hasta convertirse en una líder ecologista mundial?

-Empecé a trabajar como técnico nuclear cuando tenía 20 años cuando recibí una beca. Mi perspectiva profesional en aquel momento era la de la fascinación de tener un futuro brillante, era muy joven. Sabía que era reconocida profesionalmente y estaba orgullosa de ello. Mi conocimiento de la física nuclear era muy esquemático, se basaba en fórmulas y resultados, no estaba conectado con la Naturaleza o con el entorno. Mi hermana, que era médico y que era amante de la Naturaleza, tenía más contacto con las plantas, las hierbas y ella fue quien empezó a relacionar mi profesión con la vida orgánica, fue quien cuestionaba mi trabajo y quien me mostró la necesitad de dar un giro a mi profesión.

Navdanya

-¿Qué trabajo hace su fundación respecto a todo esto que hemos hablado?

-La fundación trabaja básicamente con la agricultura ecológica, por medio del programa Navdanya. La difusión es un elemento importante para propagar la importancia de la agricultura ecológica. También realizamos estudios para el mantenimiento de la biodiversidad. La razón de nuestro trabajo con las mujeres es para que se unan al movimiento ecologista y se debe a las razones que ya hemos comentado. La mujer tiene un papel fundamental en el campo, bajo su responsabilidad está la organización familiar, ella es un elemento de cohesión y de diálogo en las comunidades y por ello tiene una gran relevancia en la difusión y ejecución de prácticas ecológicas.

Esteban Zarauz
1-01-2012

fuente: Revista The Ecologist para España y Latinoamérica www.theecologist.net/files/articulos/48_art4.asp

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Los que se alejan de Omelas *

Publicada el 04/03/2012 - 18/03/2012 por raas

Variaciones sobre un tema de Willian James

Con un clamor de campanas que impulsó a las golondrinas a levantar el vuelo, el Festival del Verano llegaba a la ciudad de Omelas, que descollaba radiante junto al mar. En el puerto, los aparejos de los barcos destellaban con banderas. En las calles, entre las casas de rojos tejados y pintadas tapias, entre los viejos jardines donde crece el musgo y bajo los árboles de las avenidas; frente a los grandes parques y los edificios públicos desfilaba la multitud. Decorosos ancianos con largas túnicas rígidas malva y gris; graves y silenciosos artesanos, alegres mujeres que llevaban a sus hijos y charlaban al caminar. En otras calles, la música sonaba más veloz, un trémulo de batintines y panderetas y la gente iba bailando; la procesión era una danza.

Los niños correteaban de una parte a otra y sus gritos se alzaban sobre la música y los cantos como el vuelo cruzado de las golondrinas. Todos los desfiles serpenteaban hacia el norte de la ciudad, donde en la gran vega llamada Verdes Campos, chicos y chicas, desnudos en el luminoso aire, con los pies, los tobillos y los largos y ágiles brazos salpicados de lodo ejercitaban a sus inquietos caballos antes de la carrera. Los caballos no llevaban ningún tipo de pertrecho, sólo un ronzal sin bocado. Las crines trenzadas con cordones de plata, oro y verde. Resoplaban por los dilatados ollares, hacían cabriolas y se engallaban. Al ser el caballo el único animal que había adoptado nuestras ceremonias como propias, se hallaba muy excitado.

A lo lejos, por el norte y el oeste, las montañas se alzaban sobre la bahía de Omelas casi envolviéndola. El aire de la mañana era tan límpido que la nieve, coronado aún los Ocho Picos, despedía reflejos oro y blanco a través de las millas de aire iluminado por el sol, bajo el azul profundo del cielo. Soplaba el suficiente viento como para que los gallardetes que marcaban el curso de la carrera ondearan y chasquearan de vez en cuando. En el silencio verde de la amplia vega se oía la música que recorría las calles de la ciudad, y de todas partes y acercándose siempre, una alegre fragancia de aire que de vez en cuando se acumulaba y estallaba con el gozoso repique de las campanas.

¡Gozoso! ¿Cómo se puede explicar el gozo? ¿cómo describir a los habitantes de Omelas?
No eran personas simples, aunque si felices. Pero no pronunciaremos mas palabras de alabanza. Todas las sonrisas se han vuelto arcaicas. Al proceder a una descripción como ésta, uno tiende a hacer ciertas suposiciones, a dar la impresión de que busca un rey montado en un espléndido corcel y rodeado de nobles caballeros, o quizás en una litera dorada conducida por altos y musculosos esclavos. Pero no había rey. No usaban espadas ni poseían esclavos. No eran bárbaros. Desconozco las reglas y leyes de su sociedad pero sospecho que eran singularmente escasas. Al igual que se regían sin monarquía ni esclavitud, tampoco  necesitaban la bolsa de valores, la publicidad, la policía secreta y la bomba. Sin embargo, repito que no era un pueblo simple; nada de dulces pastores, nobles salvajes ni blandos utópicos, ni menos complejos que nosotros.

El mal estriba en que nosotros poseemos malos hábitos, animados por pedantes y sofisticados empeñados en considerará la felicidad como algo estúpido. Sólo el dolor es intelectual. Sólo el mal es interesante. Es la traición del artista: la negativa a admitir la banalidad del mal y el terrible fastidio del dolor. Si no puedes morder no enseñes los dientes. Si duele, vuelve a dar. Pero alabar el desespero es condenar el deleite; aceptar la violencia es perder la libertad para todo lo demás. Nosotros casi la hemos perdido; ya no podemos describir la felicidad de un hombre ni manifestar una alegría. ¿Cómo definir al pueblo de Omelas? No eran cándidos ni niños felices – aunque a decir verdad, sus hijos si lo eran – sino adultos maduros, inteligentes, apasionados, cuya vida no era desventurada. ¡Oh milagro! Mas, ¡ojalá supiera explicarlo mejor y convencerles! Omelas produce la impresión según mis palabras, de un país de un cuento de hadas: érase una vez hace mucho tiempo.

Quizá fuera mejor que se lo imaginaran según su propia fantasía, teniendo en cuenta que me pondría a la altura de las circunstancias, pues lo que sí es cierto es que no puedo armonizar con todos. Por ejemplo, ¿qué pasaba con la tecnología? Creo que no había coches ni helicópteros ni en las calles ni por encima de ellas, como lógica consecuencia de que el pueblo de Omelas era feliz. La felicidad se basa en una justa discriminación de lo que es necesario, de lo que no es ni necesario ni destructivo y de lo que es destructivo. Sin embargo, en la categoría intermedia – la de lo innecesario pero no destructivo, la del confort, lujo, exuberancia, etc. -, podían perfectamente poseer calefacción central, ferrocarriles subterráneos, máquinas lavadoras y toda clase de maravillosos ingenios que aún no se han inventado aquí; fuentes luminosas flotantes, poder energético, una cura para los catarros comunes o nada de eso; no importa, como lo prefieran.

Me inclino a pensar que las personas que han estado viniendo a Omelas desde todos los puntos de la costa durante estos últimos días antes del Festival, lo hicieron en pequeños trenes muy rápidos y en tranvías de dos pisos, y que la estación de ferrocarriles de Omelas es el edificio más bello de la ciudad, aunque más sencillo que el magnifico Mercado Agrícola. Pero aún, concediendo que hubiera trenes, temo que, hasta ahora, Omelas produzca en algunos de mis lectores la impresión de una ciudad gazmoña y cursilona. Sonrisas, campanas, desfiles caballos, garambainas.

En tal caso, agreguen una orgía. Si les sirve una orgía no vacilen. No obstante, no le pongamos templo que, con hermosos sacerdotes y sacerdotisas desnudos, casi en éxtasis, se hallen dispuestos a copular con quien sea, hombre o mujer, amante o extraño, por el deseo de unión con la profunda divinidad de la sangre, aunque ésa fue mi primera idea. Pero sería mejor no levantar templos en Omelas, por lo menos templos habitados. Religión, si. Clero, no. Por supuesto, los hermosos desnudos pueden deambular ofreciéndose como divinos suflés al hambriento del éxtasis de la carne. Que se incorporen a los desfiles. Que repiquen las panderetas sobre las cópulas y la gloria del deseo se proclame sobre los batintines y (un punto muy importante) que los vástagos de esos deliciosos rituales sean amados y atendidos por todos. Sé que en Omelas hay algo que nadie considera delito. Pero, ¿Qué puede ser?

Al principio pensé si no serían las drogas, pero eso es puritanismo. Para los que les gusta, la tenue y persistente fragancia del drooz perfuma las calles de la ciudad; el drooz, que al principio otorga una gran lucidez mental y fuerza a los miembros, y finalmente maravillosas visiones con las que penetras en los misterios y secretos más profundos del universo a la vez que excita el placer del sexo hasta lo indecible; y no crea hábito. En cuanto a los gustos más modestos, creo que debería ser la cerveza. ¿Qué otra cosa incumbe a la jubilosa ciudad? Sin dudad, la sensación de la victoria, la evocación del valor. Sin embargo, si suprimimos al clero, procedamos igual con los soldados. El júbilo que se erige sobre crímenes impunes no es verdadero júbilo; nunca lo será; es horrendo e inútil. Una satisfacción ilimitada y generosa, un magnífico triunfo que se experimenta no contra un enemigo de fuera, sino por la comunión de las almas más delicadas y hermosas de todos los hombres y el esplendor del verano del mundo es lo que inunda el corazón de los habitantes de Omelas y la victoria que celebran es la de la vida. En realidad, no creo que necesiten drogarse.

Casi todos los desfiles habían llegado ya a los Verdes Campos. Un delicioso aroma de manjares surge de las tiendas rojas y azules de los abastecedores. Las caras de los niños pequeños están llenas de graciosos pringues; en la afable barba gris de un hombre, se han enredado unas cuantas migas de un rico pastel. Los muchachos y muchachas han montado en sus caballos y comienzan a agruparse en la línea de salida. Una anciana, pequeña, gorda y sonriente, distribuye flores que saca de una cesta y un joven alto las prende en su cabello. Un niño de nueve o diez años se sienta al borde de la multitud, solo, jugando con una flauta de madera. La gente se detienes a escuchar y sonríe, pero no le hablan pues nunca deja de tocar ni tampoco los ve; sus ojos negros están totalmente absortos en la dulce y tenue magia de la melodía. Termina y lentamente alza las manos sosteniendo la flauta de madera.

Como si ese breve y reservado silencio fuese una señal, se oye de pronto el toque de una corneta que surge del pabellón junto a la línea de partida: imperioso, melancólico, penetrante. Los caballos se alzan sobre sus esbeltas patas traseras y algunos relinchan como respuesta. Con semblante sereno, los jóvenes jinetes acarician el cuello de sus monturas y las calman susurrando: <<Tranquilo, tranquilo, no te preocupes, todo saldrá bien, mi beldad, mi ilusión…>>  Ocupan sus puestos en la línea de salida. A lo largo de la pista, los espectadores son como un campo de hierba y flores al viento. El Festival de Verano ha comenzado. ¿Lo creen? ¿Aceptan el festival, la ciudad, la alegría? ¿No? Entonces, permítanme que lo describa una vez más.

En el subsuelo de uno de los hermosos edificios públicos de Omelas, o tal vez en el sótano de una de sus espaciosas casas particulares hay un lóbrego cuartucho. Tiene una puerta cerrada con llave y carece de ventanas. Una tenue luz se filtra polvorienta entre las rendijas de la carcomida madera y que procede de un ventanuco cubierto de telarañas de algún lugar del otro lado del sótano. En un ángulo del cuchitril un par de fregonas, con las bayetas tiesas, pestilentes, llenas de grumos, están junto a un balde oxidado. El suelo está sucio, pegajoso como es habitual en un sótano abandonado. El cuarto tiene tres pies de largo por dos de ancho: un simple armario para guardar las escobas y los enseres en desuso. En el cuarto hay un niño sentado. Podría ser un niño o una niña.

Aparenta unos seis años pero en realidad tiene casi diez. Es retrasado mental. Tal vez nació anormal o se ha vuelto imbécil por el miedo, la desnutrición y el abandono. Se hurga la nariz y de vez en cuando se manoseo los dedos de los pies o los genitales mientras se sienta encorvado en el rincón más alejado del balde y de las bayetas. Les tiene miedo. Las encuentra horribles. Cierra los ojos pero sabe que las fregonas siguen ahí, erguidas, y la puerta está cerrada y nadie acudirá. La puerta siempre está cerrada y nunca viene nadie salvo en ciertas ocasiones – la criatura no tiene noción del tiempo y los intervalos – en que la puerta cruje espantosamente, se abre y asoma una o varías personas. Entra una sola y de un puntapié le obliga a levantarse.

Los otros jamás se le acercan sino que lo observan con ojos de horror y asco. La escudilla de comida y el jarro de agua se llenan rápidamente, se cierra la puerta, los ojos desaparecen. La gente que está en la puerta nunca habla pero el niño, que no siempre ha vivido en el cuarto de los trastos y recuerda la luz del sol y la voz de su madre, a veces habla: <<Por favor, sáquenme de aquí. Seré bueno.>> Jamás le responden. Por las noches el niño gritaba pidiendo auxilio, gritaba muchísimo, pero ahora se limita a un débil quejido y cada vez habla menos. Está tan flaco que las piernas carecen de pantorrillas y tiene el vientre hinchado; solo se alimenta una vez al día con media escudilla de gachas con sebo. Va desnudo. Las nalgas y muslos son una masa de dolorosas llagas pues continuamente está sentado sobre su propio excremento.

Todos saben que existe, todo el pueblo de Omelas. Algunos han ido a verlo, otros se contentan únicamente con saber que está allí. Todos saben que tiene que estar. Algunos comprenden la razón, otros no pero ninguno ignora que su felicidad, la belleza de su pueblo, la ternura de sus amigos, la salud de sus hijos, la sabiduría de sus becarios, la habilidad de sus artesanos, incluso la abundancia de sus cosechas o el esplendor de su cielo dependen por completo de la abominable miseria de ese niño.

Se lo explican a los niños de ocho a diez años, siempre que estén capacitados para comprender, y casi todos los que van a verle son adolescentes, aunque con cierta frecuencia también un adulto acude y vuelve para ver al niño. Por muy bien que se lo expliquen, al verlo experimentan un asco que habían creído superar. A pesar de todas las explicaciones se les advierte furiosos, ultrajados, impotentes. Quisieran hacer algo por el niño, pero todo es inútil. ¡Qué hermoso sería si sacaran al sol a esa criatura, la limpiaran, le dieran de comer, la cuidasen. ¡Pero si alguien lo hiciera, ese día y a esa hora, toda la prosperidad, la belleza y la dicha de Omelas quedarían destruidas. Esas son las condiciones. Cambiar todo el bienestar y la armonía de cada vida de Omelas por esa sola y pequeña rehabilitación: acabar con la felicidad de millares a cambio de la posibilidad de hacer feliz a uno: pero eso sería, por supuesto, reconocer la culpa, admitir el delito.

Las condiciones son estrictas y terminantes; no debe dirigirse al niño una sola palabra amable.
A veces los jóvenes regresan a sus casas llorando o con una furia sin lágrimas cuando han vista al niño y se han enfrentado a esa terrible paradoja. Tal vez meditan sobre ello, semanas y años, pero a medida que transcurre el tiempo comienzan a darse cuenta de que aunque soltaran al niño, de poco le serviría su libertad; sin duda, una ligera, vaga satisfacción por el cuidado humano y el alimento, pero muy poco mas. Se halla demasiado degradado e imbécil para comprender la auténtica felicidad. Ha estado asustado demasiado tiempo para librarse del miedo. Sus costumbres son demasiado zafias e inciviles para que responda al trato humano. En efecto, después de tanto tiempo probablemente se sentiría infortunado sin los muros que lo protegen, sin la oscuridad para sus ojos, sin el propio excremento para sentarse. Sus lágrimas, ante la amarga injusticia, secan cuando empiezan a percibir la terrible justicia de la realidad y acaban aceptándola. Sin embargo, tal vez sus lágrimas y su rabia, el intento de su generosidad y la aceptación de su propia impotencia son la verdadera causa del esplendor de sus vidas. Su felicidad no es vacua e irresponsable. Saben que ellos, como el niño, no son libres. Conocen la compasión. La existencia del niño y el conocimiento de esa existencia hacen posible la elegancia de su arquitectura, el patetismo de su música, la profundidad de su ciencia. A causa del niño son tan amables con los niños. Saben que si ese desdichado no lloriquease en la oscuridad, el otro, el flautista, no tocaría esa alegre música mientras los jóvenes jinetes se ponen en filas sobre sus beldades para la carrera que se celebra la primera mañana de estío.

¿Que piensan ahora de ellos? ¿No son más dignos de crédito? Pero todavía tengo algo más que contarles, y esto es totalmente increíble.

A veces, un adolescente, chico o chica que va a ver al niño, no regresa a su casa para llorar o enfurecerse, no, en realidad no vuelve más a su hogar. Otras, un hombre o mujer de mas edad cae en un mutismo absoluto durante unos días. Bajan a la calle, caminan solos y cruzan sin vacilar las hermosas puertas de Omelas. Siguen andando por las tierras de labrantío. Cada uno va solo, chico o chica, hombre o mujer. Anochece; el caminante pasa por las calles de la ciudad, ante las casas de ventanas iluminadas, y penetra en la oscuridad de los campos. Siempre solos, se dirigen al Oeste o al Norte, hacia las montañas. Prosiguen. Abandonan Omelas, siempre adelante, y no vuelven. El lugar adonde van es aún menos imaginable para nosotros que la ciudad de la felicidad. No puedo describirlo, en absoluto. Es posible que no exista. Pero parece que saben muy bien adónde se dirigen los que se alejan de Omelas.
Fin.

Ursula K. Le Guin

* The Ones who walk away from Omelas.

fuente http://www.fenceec.org

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(libro) El placer de la revolución

Publicada el 01/03/2012 - 12/05/2021 por raas

“Sólo podemos comprender este mundo cuestionándolo como un todo… La raíz de la ausencia de imaginación dominante no puede entenderse a menos que seamos capaces de imaginar lo que falta, esto es, lo desaparecido, oculto, prohibido, y ya posible en la vida moderna.” Internacional Situacionista (1)

Por Ken Knabb

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Indignaciones

Publicada el 25/02/2012 por raas

Choca un tren contra la punta del andén. Centenares de heridos, medio centenar de muertos. Todavía no sabemos más. Es esperable que aumente la cifra de muertos, aunque todos deseamos que no. Las empresas periodísticas acuden todas a juntarla con pala cubriendo el desastre con información compulsiva. Se traen las tragedias anteriores para coleccionar y contabilizar, para aumentar la dimensión de la tragedia y para establecer récords. Un récord vale más que mil palabras.

Cada quien toma posición frente a la escena desgarradora de las víctimas, de las personas intentando tener noticias acerca de parientes o amigos. Se descubren secretos a voces como el mal estado de los sistemas de transporte, las implicancias de la política en la gestión de los negocios, las implicancias de los negocios en la gestión política. Azorados, miramos y padecemos. Nos indignamos.

Pronto la tragedia pasa. La noticia pasa. Pasa la novedad y todo vuelve al ruedo. Personas volviendo del trabajo, trenes hacinados; personas yendo a trabajar, trenes hacinados. Un sistema de transportes saturado en una ciudad saturada que concentra el tercio de la población de un país con aproximadamente 15 personas por kilómetro cuadrado. 15 personas por kilómetro cuadrado y 700 heridos y 50 muertos en un tren urbano. Pero la tragedia pasa. Nos indignamos.

Pronto todo vuelve al ruedo.

¿Qué es lo que estamos haciendo? ¿Qué es lo que hacemos cuando la tormenta pasa? Demandas al Estado, aserciones morales acerca de la falta de escrúpulos de los empresarios, de la desidia de los controladores, de la corrupción de los funcionarios. Los indignados protestan. Pero la tormenta pasa. Entonces los indignados se dignan. Se dignan a seguir sus vidas ordenadas en la continuidad de una humanidad autodestructiva, retoman la ruta de la cuenta bancaria y del televisor de mil pulgadas, de teléfonos biónicos y de alquileres imposibles. Reactivación del mercado interno a base de consumo, importación, exportación y producción. Crecimientos porcentuales, márgenes de ganancia, confianza para inversores. Autos como naves espaciales que aceleran cada vez más, con mayor estabilidad a mayores velocidades, asfaltos mejorados, autopistas y rutas. Lomas de burro, barreras y multas. Concesiones, subsidios, tarifas.

Crisis financiera, caída de los mercados, inestabilidad social. Nos indignamos. ¿Y qué es lo que hacemos? “Ha vuelto la política”, nos dicen. Votamos y volvemos. Dignos como nunca, recuperamos la nación después del cataclismo. Confianza, esperanza, dignidad. Malvinas argentinas, mineras canadienses, sindicatos peronistas y paritarias anuales. ¿Qué es lo que hacemos? Recuperar la fe. Como si no hubiera otro camino que rezarle a fantasías, retomamos el camino de que alguien haga bien las cosas, alguien otro, algún otro que nos represente y nos proteja, que administre bien, que ya no robe, que por fin se entere de las cosas que hay que hacer por la gente. Y que las haga.

“La gente”, dicen. “la gente necesita protección”. Toda la estructura social está montada sobre la espalda de trabajadores que no logramos organizarnos como para tomar la iniciativa. ¿Buscamos culpables? Ahí estamos: culpables de no hacernos cargo de la administración y de la responsabilidad sobre nuestra vida colectiva. Indignados por arranque, soltamos rapidito para que los responsables sean los demás. Sin organización desde abajo no habrá sino culpables desde arriba y muertos en la calle.

Aceptamos que la vida social sea una miserable agregación de negocios, legitimamos la comercialización de la vida en nombre de la competencia y de la propiedad. Y, de vez en cuando, nos indignamos.

La indignación es una purga: es una forma de enajenación de las culpas en busca de víctimas propiciatorias. Como en un ritual, todo el mundo acusa a los demás, busca responsables para no hacerse cargo de responder. ¿Nos acordamos de las privatizaciones? Ahora parece que el demonio neoliberal tiene rostro, cuando ese monstruo somos nosotros hace veinte años. El tiempo pasa, y, en vez de cambiar la ruta, echamos culpas a diestra y siniestra.

Somos los responsables de no comprometernos en nuestra propia realidad, responsables de no sostener las organizaciones barriales y obreras que puedan confrontar contra el modelo de negocios que establece que el seguro es más rentable que los frenos. ¿Dónde están los pasajeros del sarmiento cuando no chocan los trenes? ¿Dónde están los habitantes de la región andina cuando no reprimen los mulos y la policía? ¿Dónde están los trabajadores cuando no asesinan a nadie?

Vivimos pateando para adelante, e indignándonos cada tanto. Vivimos delegando decisiones y responsabilidades cotidianas en figuras útiles para recriminar después. “Negligentes militantes”, decía Enrique Piñeyro. No nos sirve de nada echarle culpas al Estado y a los empresarios. Eso es fácil y es obvio. El punto es que no somos capaces de accionar antes de que ocurra la tragedia. Subimos a los trenes como ganado, subimos a los colectivos colgándonos de las puertas, aplastados unos contra otros. Repartimos codazos para treparnos a un vagón y llegar a casa menos tarde. Arremetemos contra el que discute. Preferimos volver temprano antes de sostener una asamblea.

Los trabajadores tenemos la capacidad y la responsabilidad de intervenir en la gestión social de recursos y servicios de una manera definitoria y efectiva. No nos organizamos para mejorar nuestro salario y dejar que los demás decidan el resto. Matarnos en los trenes y vivir hacinados, empobrecidos y expoliados, es parte de lo mismo. Vivir alienados por la tarea y la explotación y padecer las decisiones de los otros, es parte de lo mismo. La ciudad (las ciudades) tienen una estructura y un funcionamiento sostenido sobre la división social del trabajo. Es un diagrama gestionado por quienes no viajan en tren, por quienes no comen chipá en las estaciones, por quienes no cruzan las vías saltándose el tercer riel. Hay un espacio de circulación para los pobres y otro para los que deciden. Y nosotros, desde abajo, preferimos victimizarnos antes que asumir la responsabilidad de confrontar su poder con nuestra organización. Preferimos putear al presidente, putear al patrón, putear al rico, antes que hacernos cargo de meterles el boleo en el orto que merecen, antes que hacernos cargo de asumir la responsabilidad de cambiar nuestra situación.

Nos indignamos. Miramos Crónica TV y nos indignamos. “Los que viajan en el tren son laburantes”, dicen por la tele, como si fuera normal que haya laburantes (es decir, que haya no-laburantes). Nos indignamos hoy. ¿Qué pasará mañana? El trabajo dignifica, decía Perón. Sí que dignifica. Nos vuelve dignos de la continuidad, dignos de una vida de mierda de la que no nos hacemos cargo. Ahora, desgarrándose las vestiduras, todos los monjes salen a la plaza a llorar verdades y lamentar los muertos. Y nosotros obedecemos eso también. Lloramos con los monjes, con los sabios, con los comunicadores y con los políticos. Lloramos un luto de dos días como religiosamente, dignos por obedecer, validados en tanto ciudadanos donde la libertad consiste en acomodarse de alguna manera a las decisiones de los otros. Nos acomodamos, sí. Surfeamos la milonga, hasta que nos damos el palo.

Mientras sigamos prefiriendo la obediencia con culpables a la organización colectiva, seguiremos viviendo para el orto y muriendo cada tanto.

Hernún
23 de febrero de 2012

fuente http://entornoalaanarquia.com.ar/2012/02/23/indignaciones

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Dialéctica del cénit y el ocaso

Publicada el 20/02/2012 - 21/05/2018 por raas

El capitalismo ha alcanzado su cenit, ha traspasado el umbral a partir del cual las medidas para preservarlo aceleran su autodestrucción. Ya no puede presentarse como la única alternativa al caos; es el caos y lo será cada vez más. Durante los años sesenta y setenta del pasado siglo, un puñado de economistas disconformes y pioneros de la ecología social constataron la imposibilidad del crecimiento infinito con los recursos finitos del planeta, especialmente los energéticos, es decir, señalaron los límites externos del capitalismo.

Por Miguel Amorós

La ciencia y la tecnología podrían ampliar esos límites, pero no suprimirlos, originando de paso nuevos problemas a un ritmo mucho mayor que aquél al que habían arreglado los viejos. Tal constatación negaba el elemento clave de la política estatal de posguerra, el desarrollismo, la idea de que el desarrollo económico bastaba para resolver la cuestión social, pero también negaba el eje sobre el que pivotaba el socialismo, la creencia en un futuro justo e igualitario gracias al desarrollo indefinido de las fuerzas productivas dirigidas por los representantes del proletariado. Además, el desarrollismo tenía contrapartidas indeseables: la destrucción de los hábitat naturales y los suelos, la artificialización del territorio, la contaminación, el calentamiento global, el agujero de la capa de ozono, el agotamiento de los acuíferos, el deterioro de la vida en medio urbano y la anomia social. El crecimiento de las fuerzas productivas ponía de relieve su carácter destructivo cada vez más preponderante.

La fe en el progreso hacía aguas; el desarrollo material esterilizaba el terreno de la libertad y amenazaba la supervivencia. La revelación de que una sociedad libre no vendría jamás de la mano de una clase directora, que mediante un uso racional del saber científico y técnico multiplicase la producción e inaugurara una época de abundancia donde todos quedaran ahítos, no era más que una consecuencia de la crítica de la función socialmente regresiva de la ciencia y la tecnología, o sea, del cuestionamiento de la idea de progreso. Pero el progresismo no era solamente un dogma burgués, era la característica principal de la doctrina proletaria. La crítica del progreso implicaba pues el final no sólo de la ideología burguesa sino de la obrerista. La solución a las desigualdades e injusticias no radicaba precisamente en un progresismo de nuevo cuño, en otra idea del progreso depurada de contradicciones.

Como dijo Jaime Semprun, cuando el barco se hunde, lo importante no es disponer de una teoría correcta de la navegación, sino saber cómo fabricar con rapidez una balsa de troncos. Aprender a cultivar un huerto como recomendó Voltaire, a fabricar pan o a construir un molino como desean los neorrurales podría ser más importante que conocer la obra de Marx, la de Bakunin o la de la Internacional Situacionista. Eso significa que los problemas provocados por el desarrollismo no pueden acomodarse en el ámbito del saber especulativo y de la ideología porque son menos teóricos que prácticos, y, por consiguiente, la crítica tiene que encaminarse hacia la praxis. En ese estado de urgencia, el cómo vivir en un régimen no capitalista deja de ser una cuestión para la utopía para devenir el más realista de los planteamientos.

Si la libertad depende de la desaparición de las burocracias y del Estado, del desmantelamiento de la producción industrial, de la abolición del trabajo asalariado, de la reapropiación de los conocimientos antiguos y del retorno a la agricultura tradicional, o sea, de un proceso radical de descentralización, desindustrialización y desurbanización debutando con la reapropiación del territorio, el sujeto capaz de llevar adelante esa inmensa tarea no puede ser aquél cuyos intereses permanecían asociados al crecimiento, a la acumulación incesante de capital, a la extensión de la jerarquía, a la expansión de la industria y a la urbanización generalizada. Un ser colectivo a la altura de esa misión no podría formarse en la disputa de una parte de las plusvalías del sistema sino a partir de la deserción misma, encontrando en la lucha por separarse la fuerza necesaria para constituirse.

Al final de la era fordista, tras la subida de precios del petróleo como consecuencia del cenit de la producción en Estados Unidos, conocemos la salida que buscó la clase dirigente para preservar el crecimiento: un desarrollismo de nuevo tipo, neoliberal, basado primero en el fin del Estado-nación, la privatización de la función pública, el abandono del patrón oro, la energía nuclear, la eliminación de las trabas aduaneras, el abaratamiento del transporte, la globalización de los mercados, la expansión del crédito y la desregulación del mundo laboral. Una segunda fase, algo más keynesiana, rentabilizaría la destrucción acumulada mediante un desarrollismo llamado sostenible, integrando el punto de vista ecologista en un capitalismo “verde”. El Estado recuperaría un tanto su papel de impulsor económico que tenía en la época anterior de capitalismo nacional financiando dicha modernización y forzando el reciclaje de la población en el consumo de mercancía labelizada.

También conocemos las alternativas progresistas neokeynesianas que en el marco del orden establecido reivindicaron “otra” globalización en donde las cargas estuvieran mejor distribuidas, o lo que viene a ser lo mismo, una mundialización tutelada por los Estados que respetara los intereses de la burocracia obrerista y el estatus de las clases medias. Esta propuesta descansaba en la falsa suposición de que el Estado era un instrumento neutral frente al capitalismo, y no la adecuada expresión política de sus intereses. Como quiera que fuera, ambas políticas –la neoliberal conservadora y la neokeynesiana socialdemócrata– fracasaron al tropezar el capitalismo con sus límites internos.

La liquidación de las economías locales arruinó poblaciones enteras que se fueron acumulando en las periferias de las metrópolis, dando vida a inmensos poblados de chabolas. Innumerables masas emigraron a los países “desarrollados”, extendiendo las consecuencias de la crisis demográfica a las zonas privilegiadas del turbocapitalismo. Esta nueva mutación del capital creaba una nueva división social: los integrados y los excluidos del mercado. La contención de la exclusión quedó fundamentalmente en manos del Estado, en absoluto neutro, obligado a desarrollar para la ocasión políticas represivas de control de la inmigración y extenderlas a cualquier forma de disidencia. Por otro lado, el carácter eminentemente especulativo de los movimientos financieros internacionales y las políticas estatistas clientelares, tras una década de euforia, condujeron a la bancarrota general del 2008, agravada por las deudas que los Estados no habían podido rembolsar, precipitando una vuelta al neoliberalismo mucho más dura. Las medidas draconianas son necesarias para traspasar la crisis provocada por los Bancos y los Estados a la población asalariada, mayoritariamente hipotecada.

La pauperización material de un tercio de la población se suma a una pauperización moral vieja de años, pero la incapacidad irremediable de crecer lo suficiente de los Estados Unidos y la Unión Europea si no es compensada con una demanda emergente, china o india, proporcionará un marco crítico duradero donde podrá invertirse el proceso de anomia. Potencialmente, y por mucho tiempo, el espectro de Grecia –las condiciones griegas—asediará la conciencia de los dirigentes. La venganza o la voluntad de desquite dominarán en los primeros momentos con toda la secuela de conflicto y violencia, pero para construir habrá de darse en las masas vapuleadas un sentimiento de dignidad a la par que el desarrollo de una conciencia verdaderamente subversiva.

Paradójicamente, en la fase actual de descomposición del sistema dominante, las contradicciones internas ocultan las externas. El drama de la exclusión, el paro, la precariedad, los recortes, los desahucios y el empobrecimiento de las clases medias asalariadas, al poner por delante sus intereses inmediatos todavía ligados al mantenimiento de un estilo de vida urbano, artificial y consumista, han oscurecido momentáneamente la cuestión esencial, el rechazo del credo del progreso, y, por consiguiente, el del modelo social y urbano que le es inherente.

En consecuencia, la creciente “huella ecológica” y la insostenibilidad intrínseca de la supervivencia bien o mal abastecida bajo el capitalismo no se han tenido en consideración, por lo que las exigencias desindustrializadoras y desurbanizadoras parecen fuera de lugar. La protesta urbana, obrera o populista, rechaza pagar la factura de la gestión desarrollista anterior y así se contenta con exigir “otra” política, “otra” banca u “otro” sindicalismo, a lo sumo, “otro” capitalismo, pero jamás se planteará seriamente la ruralización o la desaparición de las metrópolis, es decir, otra manera de convivir, otra sociedad u otro planeta.

La mayoría de los habitantes de las conurbaciones solamente busca o aspira a encontrarse con la naturaleza los fines de semana, en tanto que consumidores de relax y paisaje, por lo que una crítica antidesarrollista tiene serios problemas para darse a conocer fuera de estrechos círculos, ya que la mentalidad urbana es incapaz de asumirla y los desertores del asfalto son todavía pocos. Por otra parte, la población campesina, residual, sufre un deterioro mental aún peor, fruto de su suburbanización, y las más de las veces reproduce estereotipos ideológicos urbanos. La crítica antidesarrollista no cuaja pues, ni en el medio rural, que debía ser el suyo, ni en el medio urbano, mucho menos propicio. Por eso la materialización en la práctica del antidesarrollismo como defensa del territorio se ve sometida a multitud de inconsecuencias y limitaciones. El carácter específicamente local de dicha defensa juega en su contra. Apenas se conforma una oposición contra una nocividad particular, surgen acompañantes municipalistas, verdes o nacionalistas, que tratan de confinarla como “nimby” en la localidad, exprimirla políticamente y empantanarla en marismas jurídicas y administrativas.

Solamente en los casos en que ha conseguido aliados de las conurbaciones gracias precisamente a los irregulares de la post ciudad, ha podido formularse un interés general y desarrollarse un conflicto de envergadura (p. e. contra trasvases, contra las líneas MAT, contra el TAV, contra autopistas, centrales eólicas, etc.). Resumiendo, la defensa del territorio está lejos mostrarse como el único conflicto realmente anticapitalista, ya que, debido a las condiciones hostiles que debe afrontar, no consigue constituir una comunidad de lucha estable y suficientemente consciente que contribuya con eficacia a incrementar el número de renegados de la urbe.

Todavía no ha logrado transformar la descomposición urbana en fuerza creativa rural, ni la oposición al desarrollismo territorial en barrera contra la urbanización total. Será necesaria otra vuelta de tuerca en la crisis para que la cuestión urbana –el problema de desmontar la conurbación– aparezca en el centro de la cuestión social. En efecto, la conurbación es la forma ideal de la organización del espacio por el capitalismo; una gran concentración de consumidores hecha posible por la abundancia hasta ahora ilimitada de combustible fósil barato y de agua potable. Es de suponer que un encarecimiento del combustible conduciría a una crisis energética que pondría en peligro la agricultura industrial, el sistema de vida urbano y la existencia misma de las conurbaciones. Igual sucedería con una sequía prolongada que exigiera la construcción de numerosas desaladoras funcionando con petróleo.

Ese es el horizonte que perfila a corto plazo la gran demanda de los países emergentes y el cenit de la producción petrolífera a medio: el fin de la era de la energía barata. No hay remedio posible puesto que la energía nuclear y las llamadas “renovables” son caras, necesitan igualmente para su puesta en marcha ingentes cantidades de combustible fósil cada vez menos al alcance y el ritmo de su producción nunca podrá satisfacer las exigencias de un consumo creciente. El capitalismo verde es una falacia y la globalización está entrando en su fase terminal; las innovaciones tecnológicas no podrán salvarla. La perspectiva de un declive de la producción industrial de energía pinta de negro el futuro de las conurbaciones, puesto que un encarecimiento del transporte paralizará los suministros y las volverá inviables. Los bloques de viviendas, los rascacielos, los centros comerciales, los adosados residenciales, los polígonos logísticos, las autopistas y demás se deteriorarán a gran velocidad. Entonces, los sofisticados materiales de construcción, el aire acondicionado, los electrodomésticos, los ordenadores, la calefacción central, la telefonía móvil y los automóviles serán cosas del pasado.

Además, el calentamiento global es imparable puesto que el consumo de energías contaminantes es imposible de aminorar, y, en pocos años, cuatro o cinco, desbocará el cambio climático y entonces los daños provocados serán irreversibles. El decaimiento de la agricultura industrial –esclava del fuel, de los abonos y herbicidas petroquímicos—junto con las secuelas del calentamiento –incremento del efecto invernadero, deforestación, erosión, salinización y acidificación de los suelos, desertificación, sequías e inundaciones– desembocarán en una crisis alimentaria de graves consecuencias. La mayoría de la población urbana quedará desabastecida, viéndose impelida violentamente a buscar comida y combustible fuera, desperdigándose por un campo esquilmado. El que este proceso de expulsión del vecindario se efectúe de forma caótica y terrorista o transcurra positivamente dependerá de la capacidad integradora de las comunidades de lucha surgidas de la deserción y la defensa del territorio.

Si éstas son débiles no podrán enfrentarse a la avalancha de una población hambrienta y transformar su desesperación en fuerza para el combate por la libertad y la emancipación. La desagregación del turbocapitalismo daría lugar entonces a un reguero de formaciones capitalistas primitivas defendidas por poderes locales y regionales autoritarios. Será inevitable que la sociedad se contraiga y se vuelva intensamente localista, pero lo pequeño no siempre es hermoso. Puede ser horrible si la necesaria ruralización que habrá de afrontar las consecuencias de una superpoblación repentina y brutal, no discurre por vías revolucionarias, es decir, si se limita a una producción centralizada y privilegiada de comida y energía en lugar de orientarse hacia la creación de comunidades libres y autónomas capaces de resistir a la depredación post urbana. En definitiva, si el proceso ruralizador no respira esa atmósfera de libertad que antaño se atribuía a las ciudades.

A fin de no caer en profecías apocalípticas y evitar que la ciencia ficción se adueñe de los análisis futuristas postulando retornos al paleolítico o a la barbarie de género cinematográfico, conviene considerar la crisis energética como un marco general y un horizonte temporal que condicionará cada vez más el acontecer social con el chantaje consabido de ‘o la energía o el caos’ sin por lo tanto determinarlo completamente. La especulación novelesca es deudora de la actitud contemplativa frente a la catástrofe, típica de la religión –o de su equivalente secular, la ideología historicista– que considera lo que adviene como resultado forzoso y no como una posibilidad entre muchas, un desenlace en el tiempo fruto de múltiples variables: la conciencia del momento, la inteligencia de los cambios, la configuración de fuerzas independientes, la habilidad en captar las contradicciones que se manifiestan y en aprovechar las ocasiones que se presentan… Ni el resultado explica enteramente el proceso, ni el proceso, el resultado.

El cenit no precede necesariamente a la extinción. Entre los dos interviene el juego dialéctico de la táctica y de la estrategia entre contrincantes con fuerzas desiguales, a corto y medio plazo. El juego de la guerra social. Las esperanzas de los sectores aferrados a la conservación del capitalismo de Estado en un decrecimiento paulatino, pacífico y voluntario serán prontamente desmentidas por la brutalidad de las medidas de adaptación a escenarios de escasez y penuria y la dinámica social violenta que van a originar.

Si bien el colapso catastrófico no va a producirse en fecha fija, inminente, tampoco va a ser inevitable la entronización de un régimen ecofascista; sin embargo, la probabilidad más o menos cercana de ambos fenómenos puede servir para llevar la acción por derroteros consecuentes, lográndose así en las sucesivas confrontaciones una salida favorable al bando de los partidarios de un cambio social radical y libertario. Nada está decidido, por lo que todo es posible, incluso las utopías y los sueños.

fuente: www.decrecimiento.info/2012/01/dialectica-del-cenit-y-el-ocaso.html

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“Hay que destruir el aparato tecnológico”

Publicada el 20/02/2012 por raas

Conversamos con el filósofo John Zerzan sobre alternativas al desarrollo industrial y al modelo de progreso económico vigente en la sociedad de masas.

Diagonal: En una entrevista reciente decías que están surgiendo planteamientos que cuestionan eficazmente la modernidad y el progreso. ¿Qué opinión tienes del movimiento del decrecimiento y su capacidad de respuesta a la crisis económica global?

John Zerzan: Hace un par de años, en Barcelona, hubo una discusión considerable, sobre todo desde grupos franceses, de esta tendencia. Algunos aspiraban a integrarse en el juego parlamentario, lo que considero mala idea, y no sé qué grado de radicalidad implica su propuesta. Por un lado, algunos de sus conceptos no van demasiado lejos, como las “ciudades lentas”, la “alimentación lenta” o la idea de simplificación. Por otro, no tienen mucho alcance porque carecen de crítica sobre la totalidad del fenómeno. Todo el mundo va en la dirección del crecimiento industrial descontrolado: China, India y otros muchos países avanzan con rapidez hacia esta realidad. Así pues, el decrecimiento puede ser deseable, pero hay que plantear una lucha concreta contra todas estas dinámicas, instituciones y fuerzas que empujan en la otra dirección. Creo que promueven algo sano, pero, si optan por la vía de integración en partidos verdes y demás, creo que su enfoque quedará comprometido por la dinámica de partidos, aunque tal vez sean capaces de encontrar una vía alternativa.

D.: ¿Cuál sería tu acercamiento teórico a esta lucha?

J.Z.: El antiindustrialismo. Si no nos ocupamos de este problema, estamos evitando encarar la manifestación principal de la sociedad de masas, que ya tiene una vigencia de 9.000 años. No podemos sino reconocer una realidad que no hace feliz a casi nadie, ante la que están reaccionando grupos humanos en todos los continentes, en todos los países. La sociedad industrial envenena el aire, conduce a la esclavitud a millones de personas, acaba con los pueblos indígenas y sus formas de vida. Y hoy en día ni siquiera se trata de esconder su verdadera naturaleza; sus agentes operan a la luz del día. Copenhague ha sido un desastre completamente predecible y Obama es otro Bush; parece que definitivamente se ha terminado la ilusión y tal vez ahora nos podamos enfrentar con nuestros problemas verdaderos.

D.: ¿Qué opinión te merece internet? ¿Es un síntoma de domesticación o tiene un peso específico como herramienta transformadora?

J.Z.: Creo que ambas cosas. No sé aquí, pero en EE UU pasamos nuestra vida frente a la pantalla. Somos adictos a este tipo de interacción, supongo que por el nivel de desamparo existente. Hoy un amigo es alguien a quien probablemente nunca hayas visto en persona, vamos a todos lados con el móvil en la oreja. Parece que nadie quiere estar presente en este mundo arrasado, siempre estamos en otra parte. Pero no existe otra parte. Este mundo se define por la tecnología, la tecnocultura se expande con gran velocidad, a pesar de ser económicamente excluyente. Y en la base de este proceso está el posmodernismo, que se caracteriza por la adopción incondicional de la tecnología, así como por la pérdida de las ideas de causalidad, valor o significado. Sólo deja espacio a lo momentáneo y trivial.

D.: ¿Crees que este sistema se ha implementado desde arriba o se trata de una deriva que nos hemos trabajado nosotros mismos?

J.Z.: Creo que esta situación proviene de nuestro sistema de consumo. Y será imposible abordar el problema eficazmente sin aplicar una crítica radical a este fenómeno, porque la tecnología en sí es neutral. Si no politizamos la cuestión de su uso y las raíces de su existencia es imposible frenar esta situación. Los efectos negativos de este modelo son visibles en la salud física y mental de nuestra sociedad. Por ejemplo, el fenómeno de los tiroteos en escuelas e instituciones. Estas manifestaciones patológicas se producen en los países más desarrollados –EE UU, Finlandia o Alemania–, como síntomas de una sociedad disfuncional, del vacío de un mundo uniformizado que está acabando con la idea de comunidad y tantos otros conceptos importantes en nuestra vida. Mientras sigamos apostando por una sociedad tecnológica de masas, como hace la izquierda, no seremos capaces de librarnos de todo este lastre y regresar a una experiencia directa del mundo.

D.: ¿Y cómo enfrentar el proceso práctico de cambiar el modelo?

J.Z.: Poniendo el problema sobre la mesa, dándole la relevancia que merece e insistiendo en el papel central que debe jugar en la discusión pública. Nuestra postura implica destruir todo el aparato tecnológico antes de que nos destruya y de que elimine todo valor y textura de la vida. Se trata de reconectar con la tierra, por ello nuestra inspiración fundamental son los modos de vida de los pueblos indígenas.

D.: ¿Qué harías si el sistema cayera mañana y tuvieras la oportunidad de intervenir e implementar cambios concretos?

J.Z.: El problema es que la mayor parte de la población de las grandes ciudades moriría en tres días. No duraríamos mucho sin energía, con los alimentos pudriéndose, sin habilidades para sobrevivir y con el instinto atrofiado. No sabríamos qué comer, qué planta es cuál, como hacer fuego, buscar agua, refugio… Nos tenemos que preparar para ese proceso, porque la ciudad es artificial e insostenible, y no representa el mundo al que nos enfrentaremos cuando el sistema se detenga… Además, poseer esas herramientas de supervivencia empodera políticamente, da sensación de autonomía. Si quieres salir del sistema, pero no tienes estos conocimientos, al final seguramente no des el paso.

Ástor Díaz Simón
10 de febrero de 2010

fuente Diagonal nº 119, http://diagonalperiodico.net

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Escena de la película Concursante sobre la creación de dinero de los bancos

Publicada el 15/02/2012 - 29/05/2018 por raas

Concursante (2007). Sinopsis: Ácida sátira de la sociedad actual. Martín Circo Martín, el afortunado ganador del mayor concurso de la historia de la televisión, recibe un premio valorado en tres millones de euros. Sin embargo, el golpe de suerte de Martín dará un vuelco a su vida convirtiéndola en una auténtica pesadilla. “Un golpe de suerte… puede arruinar tu vida”.

Diálogo

Yo tengo gallinas y tú tomates. Yo quiero tomates y tú gallinas. ¿Qué hacemos? Un simple intercambio. Un huevo por un tomate. Pero a veces los tomates eran mejores o si quieres “comprar” algo mayor, como un caballo, nos hace falta una referencia, una equivalencia. Por ejemplo, el oro. El oro se convierte en moneda de cambio. Ya no se cambian los huevos por un caballo sino que se cambian éstos por monedas y se acerca uno al establo.

Necesitamos oro para comprar las cosas que no producimos, por lo que tiene que haber un lugar donde se almacene el oro para nosotros poder cogerlo: un banco. El hombre es un altruista y no quiere darnos el oro, nos lo quiere prestar. Por ejemplo, me da 10 monedas durante 12 meses al 10% pero necesita una garantía, por ejemplo, nuestro huerto. Tenemos un año para vender productos y conseguir ese interés y en el caso de no poder hacerlo, el banco se quedará con nuestro huerto.

PROBLEMA. El banco posee una cantidad de 100 monedas de oro. La cantidad total de oro que existe en el mundo. Existen 10 personas en total. Todos necesitamos oro para comprar y todos necesitamos un préstamo. Cada uno necesita 10 monedas. El banquero nos da todo su oro a cambio de una monedita por persona al año. Según Pitágoras tenemos un problema. Al final del año hay 10 monedas en intereses que no existen.

SOLUCIÓN RAZONABLE. El banco cede y pide que sólo se le devuelvan los intereses y el próximo año recibirá la cantidad prestada inicialmente. Esto lo que hace es agravar el problema: seguimos con el mismo problema pero tendremos menos dinero. Si repetimos la operación durante diez años (suponiendo que sea posible), habremos perdido todo el dinero y todavía deberemos el préstamo inicial. El banco tendrá todo el oro y el resto nada. No se podrán devolver porque no existen. Entonces el banco se quedará con todas nuestras posesiones. Esclavos del banco, por nada y a cambio de nada.

NOTA. Al cabo de unos meses el banquero se dio cuenta que sólo el 10% del oro depositado era reclamado por los habitantes para sus negocios habituales. Por lo que el banco podía represtar el dinero restante una y otra vez. Cuando un banco presta un millón, imprime un millón y no imprime el interés. Los bancos son insolventes, y están siempre al borde de la quiebra.

fuente http://www.pisitoenmadrid.com/blog/2010/09/el-concursante-y-la-economia-moderna/

Frases de la película

«La economía es un arma. Gracias a políticos y economistas vivimos en un mundo irracional.»

«La cifra diaria de dinero electrónico globalizado es de dos billones (con ‘b’) de dolares. Sólo el 5 % de dinero que circula en el mundo es real, puede tocarse y olerse, el 95 % restante es dinero falso, ficticio.»

«Hay que crear la gran mentira de que los bancos son solventes. No lo son. Están al borde de la quiebra.»

«El mayor deseo de los bancos es que no les paguen para quedarse con los bienes concretos. ¡Traten de devolver un crédito antes de tiempo, a ver qué cara les ponen!.»

«¿Por qué los principales bancos nunca salen afectados por los ciclos negativos o crisis profundas de la economía, sino que por el contrario ganan más en tales momentos? Se diría que anticipan esos ciclos, ¿verdad?, tal vez saben como crearlos.»

«Estamos acostumbrados. Estamos ciegos. Estamos en el paraíso de la usura legal.»

«Ahora los Bancos regalan, en vez de dinero, cacharros en su mayor parte inútiles que no le cuestan nada a cambio de promoción.»

«La gran ética de usureros bancarios consiste en ‘como convertir a la gente en esclavos del Banco por nada y a cambio de nada’.»

«Cuando hay un exceso de dinero sólo hay dos formas de equilibrio: o se hace desaparecer el 90 %» del dinero, es decir el ficticio (cosa que de momento no va a suceder) o se hacen crecer los precios entre diez y quince veces».»

CONCURSANTE
Dirección: Rodrigo Cortés
Guión: Rodrigo Cortés
Año: 2007
Duración: 88 minutos.
Mas sobre la película http://www.filmaffinity.com/es/film525053.html

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La sociología y el proyecto modernizador

Publicada el 13/02/2012 - 13/02/2012 por raas

La constitución de la ciencia social como disciplina es paralela a la fundación del Estado social y el progresivo encuadramiento de las sociedades occidentales en el proyecto de la modernidad [1].

Con la generalización de la industrialización, y la formación de unas clases sociales diferenciadas por la tenencia de los medios de producción, pero supuestamente libres para formular relaciones mercantiles contractuales, se desarrolló la especialización de una sociología que pretendía la transformación social -bien por la extensión del Estado social, bien por la toma del poder a través de la organización revolucionaria-. En cualquier caso, sin cuestionar el principio de desarrollo industrial, sino las formas sociales de distribución de la riqueza que generaban crecientes desigualdades.

La sociología crítica -que tuvo un corte fundamentalmente marxista- adolecía también de un escaso cuestionamiento a los límites del crecimiento y el desarrollo económico. La antropología que el joven Marx desarrolló, fundamentándose en Hegel contra el idealismo de Feuerbach [2], estuvo en la base de las teorías científicas del materialismo y del desarrollo de las «fuerzas productivas» como leit motiv del cambio revolucionario de las sociedades. Los esfuerzos de la URSS por industrializar y mecanizar la producción eran paralelos a la formación de una estructura social «sin clases», donde los cuadros del Partido sustituían la función que la burguesía había tenido en el desarrollo de las sociedades occidentales.

No es posible entender el desarrollo de la ciencia social sin el correlato de esa sacralización del desarrollo económico y la disolución a que sometía a antiguas formas de regulación social. Aquello que la Teoría Crítica denominó «sociedad de masas» fue el caballo de batalla de una crítica social que trató de apartarse de la doctrina marxista manteniendo los elementos críticos. Así, la Escuela de Frankfurt, desarrolló trabajos que analizaban las raíces comunes del totalitarismo y de las sociedades capitalistas en clave de una crítica a la Ilustración o una crítica de la razón instrumental. En muchas de aquellas obras sociológicas se constataba la ambivalencia del proceso de modernización y cómo profundizaba las condiciones de dominación social.

Finalmente, con la disolución de las formas de modernidad propiciadas por el desarrollo industrial, y la constatación de los límites del crecimiento y el progreso, acaba apareciendo un capitalismo sin sociedad, y una sociología aprisionada entre la matematización estadística o la interpretación autorreflexiva que la podría llevar al cuestionamiento de su propia existencia. Los intentos de refundación de una ciencia social transformadora se encuentran hoy en un callejón sin salida. Sólo el voluntarismo de aquellos que sobreviven en la academia, aún siendo críticos con ella, les permite reclamar su papel en la cogestión de unas sociedades que, al mismo tiempo que encuentran sus límites en la toxicidad tanto de sus residuos como de sus productos «aptos para el consumo», plantean un nuevo límite de la crítica social. Este límite se encuentra en el punto en que ya no es necesaria porque nadie la reclama. Toda crítica presupone una posible mejora y, en definitiva, un progreso. Pero el progreso es defendido hoy por todo el mundo precisamente porque ya muy pocos creen en él.

El método sociológico

Las reglas del método sociológico, que E. Durkheim publicó en 1895, nos permiten observar de cerca cómo la construcción del método en sociología está ligada inevitablemente a la formulación de un «deber ser» de lo social; y cómo, en su pretendida conquista de la objetividad, establece las bases para una superación de la ideología, al mismo tiempo que imposibilita esta superación, al proponer un supra-sujeto histórico del conocimiento al que es imposible cuestionar sin destruir el mismo método que lo hace posible.

La voluntad de Durkheim al establecer las reglas básicas para el conocimiento sociológico es encontrar una base de acuerdo similar a la que habían llegado según él las ciencias biológicas, para permitir su desarrollo universal. Este paralelismo entre Biología y Sociología que establecen Las reglas, ha estado siempre presente en las ciencias sociales, a la vez como horizonte y como impedimento más claro para el desarrollo del pensamiento crítico. Se parte de una aceptación ciega al desarrollo de las ciencias naturales sin analizar su relación con las condiciones sociales que lo hacen posible, y su aplicación a un mundo industrializado que convierte a cualquier ciencia en ciencia aplicada. El positivismo extremo de Durkheim en Las reglas, atiende a una voluntad de servir al orden que ha sido marca de nacimiento de la sociología como campo de conocimiento.

De esta voluntad nace también el precepto de explicar los hechos sociales mediante otros hechos sociales [3]. Con este principio, Durkheim superaba muchos de los prejuicios ideológicos que lastraban, según su concepción, análisis sociales anteriores. Si es cierto que esa regla es fundamental para cualquier pensamiento crítico, también lo es que la definición de un hecho social no puede atender como quería Durkheim a un consenso supra-social. Al carecer de autorreflexividad, el pensamiento de Durkheim olvida que su método debe ser puesto a prueba, tratando de explicarlo también por hechos sociales. Así se suele olvidar que la condición de posibilidad de una sociología positiva es el desarrollo de las fuerzas productivas y el orden industrial que se va reproduciendo; y que sus constataciones empíricas son un momento de la cimentación de las relaciones de dominación que el capitalismo produce. Como trasfondo a la institucionalización científica de la sociología que propone Durkheim, está la construcción del Estado social, la reforma solidarista, que necesitaba de un conocimiento y una pedagogía de la cohesión social bajo un régimen industrial.

El sociólogo como «apaciguador»

El proceso de generalización del método científico a toda la sociedad ha tenido también como consecuencia una axiologización [4] de las ciencias aplicadas. Ya que en su desarrollo se convierten en productoras de problemas sociales para los que se hace necesaria la participación social en la delimitación de riesgos, causas y consecuencias, y las posibles alternativas técnicas que la ciencia deberá desarrollar como solución. Así, por ejemplo, la medicalización de la vida está sujeta cada vez más al desarrollo de compuestos químicos que generan nuevos problemas (efectos secundarios), que la ciencia médica será quien deba solucionar con un mejor desarrollo, y que, finalmente, deberá hacer público con dos fines: la legitimación y (para) la comercialización. De este modo las ciencias naturales se socializan al mismo tiempo que las ciencias sociales tratan de cientifizarse.

Autores como U. Beck [5] han sostenido que esta ultracomplejidad relativiza el monopolio del saber científico y que, al politizarse el objeto de conocimiento, la ciencia tiende a la unidad. Esto es cierto, siempre que se añada que es una unidad para la dominación y el progreso de la servidumbre. La participación social en la discusión de distintas alternativas técnicas, y hasta su cuestionamiento, tiene lugar, precisamente, a condición de imposibilitar su impugnación desde argumentos que se salgan de las preguntas generadas por el mismo sistema técnico que nos brinda la posibilidad -ya convertida en obligación- de participar en la elaboración de la respuesta. Por eso el cuestionamiento del conocimiento científico logra reforzarlo, porque este cuestionamiento tienen lugar dentro de un marco de referencia que jamás se pone en duda, muchas veces porque ni siquiera es reconocible en su extrema complejidad. De modo que hoy el positivismo y el irracionalismo pueden hablar en un mismo idioma.

El papel de la sociología, en este contexto, es el de correa de transmisión y garante de la participación social. La cualitativización de sus métodos camina en ese sentido, sin dejar de generar conocimientos científicos y positivos, incluso siendo mucho más eficaz en el interior de unas sociedades tecnificadas e individualizadas, donde cada sujeto puede -y debe- tener su concepción técnica del funcionamiento de la sociedad. La conocida como IAP (Investigación Acción Participante) [6], puede ser entendida como un refinamiento más de este proceso por el que la especialización del conocimiento permite que el conflicto social, lo que los clásicos llamaban «la cuestión social», se sociologice. Es decir, que necesite de los expertos y técnicos que serán los interlocutores válidos con las fuerzas de la dominación. Estos interlocutores señalarán en todo momento las razones para la negociación, el camino a seguir para practicar una rendición sostenible.

La crítica de la ciencia social y la crítica del progreso

Quien realiza la crítica a la ciencia social, en las condiciones actuales, corre el riesgo de ser identificado con el conocido relativismo posmoderno, el cual sanciona que no hay ninguna «verdad» sostenible respecto al mundo que conocemos, que todo se reduce a diversos textos o discursos sobre él que, además, tienen múltiples equivalencias; es decir, que no valen nada. Lejos de esas posturas -o imposturas [7]- la crítica del conocimiento sociológico se enmarca dentro de una crítica más amplia a la idea de progreso social, emparentada desde hace casi doscientos años a la idea del desarrollo económico ilimitado y la infinita perfectibilidad de la condición humana a través de una reglamentación más exhaustiva de lo social.

Algunos historiadores de la idea de progreso [8] han concluido que la consagración de este concepto sólo se produjo cuando en el siglo XIX disciplinas como la economía política y la sociología realizaron un enorme esfuerzo por «naturalizar» el devenir de las sociedades occidentales más industrializadas, sancionando este desarrollo de la economía de mercado y su regulación estatal, como única vía por la que había transcurrido -y podría transcurrir a partir de ese momento- el proceso civilizatorio del ser humano. Un autor nada sospechoso de radicalismo político como Karl Polanyi [9], haciendo la crítica a la economía ortodoxa, constataba en los años cincuenta del pasado siglo lo siguiente:

«La civilización industrial ha revestido la fragilidad del hombre con la efectividad del rayo y el terremoto; ha movido el centro de su ser de lo interno a lo externo; ha conferido dimensiones desconocidas hasta ahora al alcance, estructura y frecuencia de las comunicaciones; ha cambiado la sensación de nuestro contacto con la naturaleza; y, lo que es más importante, ha creado nuevas relaciones interpersonales que reflejan fuerzas, físicas y mentales, capaces de autodestruir la raza humana.»

De este modo, una crítica al estatuto científico del conocimiento social es impensable sin realizar la crítica al mundo industrial que se ha venido desarrollando en los últimos dos siglos, y a las nefastas consecuencias que ha traído consigo para la mayor parte de habitantes del planeta. En ese contexto, la sociología se ha convertido en lo que algunos han llamado una ingeniería social; que no es más que la última vuelta de tuerca a esa sanción empírica de las relaciones de dominación imperantes.

Las dificultades para la cogestión de la catástrofe en la que nos vemos inmersos, ha hecho que cada vez sean más apreciados los conocimientos técnicos en cuanto al funcionamiento de la sociedad, para que éstos se conviertan en herramientas que fuercen el consenso y contengan cualquier rebrote de la conciencia crítica; desde las encuestas de opinión pública a los estudios cualitativos sobre los perfiles de la patología social, pasando por la participación efectiva en el aparato policial mediante la realización de los mapas de la pobreza, la migración, la delincuencia, etc.

En síntesis, la disciplina que toma el nombre de sociología está indisolublemente unida al nacimiento de las sociedades industriales y a la sacralización de la idea de progreso que en éstas tuvo lugar. En nuestros días, la sociología progresista -si es que tal cosa existe- se ha especializado en realizar la llamada al Estado social, al capitalismo con rostro humano, y otras endebleces ciudadanistas.

Un cuestionamiento radical de esta sociedad debe aprender a enfrentarse con estas disciplinas y con sus numerosos expertos, siempre prestos a servir al orden, incluso cuando, aparentemente, lo critican.

Juanma Agulles

notas
[1] Este artículo es una reelaboración de algunas partes del libro Sociología, estatismo y dominación social. Editorial Brulot, 2010.
[2] Cf. Kostas Papaioannou, De marx y del marxismo. FCE, 1991. (Este libro recopila varios artículos del autor escritos en la década de los 60 y publicados mayoritariamente en la revista Le Contrat social).
[3] Con este principio normativo, Durkheim quería delimitar los fenómenos sociales por sus «caracteres exteriores», y defendía este método realizando un paralelismo con las ciencias físicas: «Así como el físico sustituye las imprecisas impresiones […] El sociólogo debe tomar las mismas precauciones.» La concepción de Durkheim del hecho social, siempre ligada a una representación científica y objetiva, requería haberse «desprendido de los hechos individuales que los manifiestan». Esta división entre hecho social y hecho individual sólo se podía dar en el marco ya comentado de las sociedades industriales, donde las relaciones de producción mercantiles sustituían a otras formas de relación social. De ahí nace la socio-logía.
[4] El término se refiere a los planteamientos éticos que surgen del desarrollo científico y técnico en las sociedades modernas. Por ejemplo, en los congresos de CTS (Ciencia, tecnología y sociedad), es común que junto a ingenieros, informáticos y sociólogos, tomen parte filósofos, teólogos y religiosos que dirimen las cuestiones morales relacionadas con las consecuencias de estos avances -que, en la mayoría de los casos, se asumen como una fatalidad a la que debemos adaptarnos-.
[5] U. Beck, La sociedad del riesgo. Paidós, 2006.
[6] Se supone que la IAP es una versión participativa de la investigación social, en la que sujeto y objeto de estudio toman un papel activo en la producción de conocimiento. Ese conocimiento finalmente revierte en la transformación de algún aspecto de la sociedad. A día de hoy, la IAP puede enmarcarse sin dificultad dentro de la academia y ser financiada sin empacho por cualquier ente estatal.
[7] Cf. Alan Sokal: Imposturas intelectuales. Paidós, 2006
[8] John Bury: La idea de progreso. Alianza Editorial, 2009.
[9] Cf. Karl Polanyi: El sustento del hombre. Capitán Swing, 2009.

Publicado en revista Ekintza Zuzena nº38
fuente www.nodo50.org/ekintza

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Ellos están en guerra ¿y nosotros?

Publicada el 13/02/2012 - 02/11/2021 por Ecotropía

Es imprescindible conocer al adversario, estudiar las posibilidades y los medios que emplea para desarrollar sus estrategias sin por eso transformarle en una máquina omnipotente e indestructible. [1]

Por Moishe Shpindler
3 de enero de 2011

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Publicado en • Análisis, • Control, • General, • Multiviolencias, • Neoesclavitud, • Psicopatologías, • RevueltasEtiquetado como Boletín Oficial del Estado, Claudio Lavazza, Ekintza Zuzena, Errico Malatesta, Ley de la Carrera Militar, Louis Auguste Blanqui, militarización de los aeropuertos, Moishe Shpindler, Operation Urban Warrior, OTAN, revista Ekintza Zuzena, tendencias demográficas, The Independent, Unidad Militar de Emergencias (UME), urbanización de la pobrezDejar un comentario

Únete a la resistencia. Enamórate

Publicada el 07/02/2012 - 03/04/2018 por raas

Enamorarse es el más extremo acto de revolución, de resistencia al tedioso, socialmente restrictivo, culturalmente constrictivo mundo actual.El amor transforma el mundo. Donde la enamorada anteriormente sentía aburrimiento, ahora siente pasión. Donde antes era complaciente, ahora es guiada por las emociones y obligada a la acción auto-asertiva.

Por Crimethinc

El mundo que algún día parecía vacío y aburrido se llena de significado, de riesgos y recompensas, de majestuosidad y peligro. La vida para el enamorado es un regalo, una aventura llena de las más grandes emociones; cada momento es memorable y de una belleza que rompe el corazón. Cuando se enamora, una persona que antes se sentía desorientada, alienada y confundida ahora sabe exactamente lo que quiere. De repente su existencia tiene sentido para ella; de repente se vuelve valiosa, hasta gloriosa y noble.

La pasión loca es un antídoto que curará los peores casos de desesperación y obediencia resignada. El amor hace posible que individuos se conecten a otros de una forma significativa –los impulsa a dejar sus escudos y a arriesgar ser honestos y espontáneos juntos, a conocer al otro de maneras profundas. Así el amor hace posible que se preocupen el uno por el otro genuinamente, en lugar de al final de la pistola de la doctrina Cristiana. Pero al mismo tiempo, empuja al enamorado fuera de la rutina de la vida diaria y lo separa de otros seres humanos.

Se sentirá a un millón de kilómetros de la humanidad, como viviendo en un mundo totalmente diferente al de ellos. En este sentido el amor es subversivo, porque amenaza al orden establecido de nuestras vidas modernas. Los aburridos rituales de la productividad laboral y etiqueta socializada no significarán nada para un hombre que se ha enamorado, pues hay fuerzas más importantes guiándolo que la simple inercia y honor a la tradición. Las estrategias de mercado que dependen de la apatía o inseguridad para vender los productos que mantienen a la economía activa no tendrán efecto sobre él.

El entretenimiento diseñado para el consumo pasivo, que depende del agotamiento o cinismo en el observador, no le interesará a él. No hay lugar para el enamorado apasionado y romántico en el mundo actual, laboral o privado. Pues él puede ver que vale más la pena irse de autostop a Alaska (o sentarse en el parque y ver como se mueven las nubes) con su enamorada, que estudiar para su examen de cálculo o vender inmuebles, y si él decide que así es, tendrá el valor para hacerlo en lugar de estar atormentado por anhelos insatisfechos.

Él sabe que entrar a un cementerio y hacer el amor bajo las estrellas hará una noche mucho más memorable que lo que ver televisión jamás podrá. Así, el amor amenaza a nuestra economía conducida por el consumo, que depende del consumo de productos (enormemente inútiles) y la labor que este consumo necesita para perpetuarse. Similarmente, el amor amenaza a nuestro sistema político, pues es difícil convencer a un hombre que tiene mucho por vivir en sus relaciones personales de querer ir a pelear y morir por una abstracción como el estado; por ese motivo, será difícil convencerlo hasta de que pague impuestos.

Amenaza a todo tipo de culturas, pues cuando se les da sabiduría y valor por amor verdadero a los seres, ellos no se restringirán por las tradiciones o costumbres que son irrelevantes a los sentimientos que los guían. El amor amenaza a nuestra sociedad misma. El amor apasionado es ignorado y temido por los burgueses, pues significa un gran peligro para la estabilidad y pretensión que ellos codician.

El amor no permite mentiras, ni falsedades, ni siquiera corteses verdades a medias, sino que deja todas las emociones al desnudo y revela los secretos que los hombres y mujeres domesticados no pueden soportar. No puedes mentir con tu respuesta emocional y sexual; situaciones o ideaste excitarán o repelerán así lo quieras o no, así sean corteses o no, así sean aconsejables o no.

Uno no puede ser un enamorado y un (horrorosamente) responsable, (horrorosamente) respetable miembro de la sociedad actual al mismo tiempo; pues el amor te impulsará a hacer cosas que no son «responsables» o «respetables». El amor verdadero es irresponsable, irreprimible, rebelde, desdeñoso de cobardía, peligroso para la enamorada y todos los que la rodean, pues solo sirve a un amo: la pasión que hace que el corazón humano lata más rápido.

Desdeña todo lo demás, sea auto-preservación, obediencia, o vergüenza. El amor impulsa a los hombres y mujeres al heroísmo, y al anti heroísmo –a indefendibles actos que necesitan no defensa para aquel que ama. El enamorado habla un distinto lenguaje moral y emocional que el típico hombre burgués habla. El hombre burgués promedio no tiene esos deseos que queman. Tristemente, todo lo que conoce es la desesperación silenciosa de pasar la vida persiguiendo metas establecidas para el por su familia, sus educadores, sus empleadores, su nación y su cultura, sin siquiera haber considerado sus propias necesidades y deseos.

Sin el ardiente fuego del deseo para guiarlo, él no tiene criterio para escoger lo que es correcto o incorrecto para él. Consecuentemente, es forzado a adoptar algún dogma o doctrina a seguir durante su vida. Existe una amplia variedad de moralidades para escoger en el mercado de ideas, y cual moralidad compre un hombre no tiene importancia mientras escoja una, pues de otra manera estará perdido en cuanto a qué hacer con sí mismo y con su vida.

¿Cuántos hombres y mujeres, habiendo nunca comprendido que ellos tenían la opción de escoger sus propios destinos, vagan a través de la vida en una nube pensando y actuando de acuerdo a las leyes que se les enseñaron, solamente porque no tienen otra idea de qué hacer? Pero la enamorada no necesita principios prefabricados a seguir, sus deseos identifican lo que es correcto e incorrecto para ella, pues su corazón la guía a través de la vida. Ella ve belleza y significado en el mundo, porque sus deseos pintan al mundo en esos colores. Ella no necesita dogmas, ni sistemas morales, ni mandos e imperativos, pues ella sabe que hacer sin necesidad de instrucciones. Así ella realmente es una amenaza para nuestra sociedad.

Qué pasaría si todos decidieran que es lo correcto e incorrecto por ellos mismos, sin ningún respeto por la moralidad convencional? Qué pasaría si todos hicieran lo que quisieran, con el valor de enfrentar cualquier consecuencia? Qué pasaría si todos temieran a la monotonía sin amor y sin vida, más que lo que temen a tomar riesgos, más de lo que temen al hambre o al frío o al peligro? Qué pasaría si todos eligieran sus «responsabilidades» y el «sentido común» y se atrevieran a perseguir sus sueños más locos, de llegar lejos y vivir cada día como si fuera el último? Imagina que lugar sería el mundo! Ciertamente sería distinto a como es ahora –y es una verdad obvia que la gente común, los simultáneos guardianes y víctimas del status quo, temen al cambio.

Y así, a pesar de las imágenes estereotipadas usadas en los medios para vender pasta de dientes y suites para luna de miel, el amor genuino y apasionado es disuadido en nuestra cultura. Ser «llevado por tus emociones» es mal visto; en su lugar estamos educados a estar siempre a la defensiva por miedo a que el corazón nos lleve fuera del camino correcto. En lugar de ser alentados a tener el valor para enfrentar las consecuencias de los riesgos tomados al perseguir los deseos de nuestros corazones, se nos aconseja no tomar ningún riesgo, ser «responsables».

Y el mismo amor es regulado. Los hombres no deben enamorarse de otros hombres, ni las mujeres de otras mujeres, ni individuos de distintas etnias, o los mismos intolerantes que forman el frente de la ofensiva en la agresión de la cultura moderna occidental contra el individuo atacarán. Hombres y mujeres que ya han entrado al contrato legal/religioso con el otro no pueden enamorarse de nadie más, aun si ya no sienten pasión por su pareja marital.

El amor, como la mayoría de nosotros lo conoce actualmente, es un ritual cuidadosamente preescrito y preordenado, algo que sucede los viernes en la noche en cines y restaurants lujosos, algo que llena los bolsillos de los accionistas de las industrias del entretenimiento. Este «amor» comercializado y regulado, no tiene nada que ver con el amor apasionado, que quema y consume al verdadero enamorado. Estas restricciones, expectaciones y regulaciones suprimen al amor verdadero; pues el amor es una flor salvaje que no puede crecer dentro de los confines preparados para ella, sino que aparece donde menos se le espera. Debemos luchar en contra de estas restricciones culturales que lesionan y confunden nuestros deseos.

Pues es el amor lo que da un significado a la vida, deseo que hace posible que nuestra existencia tenga sentido y encontremos un propósito a nuestras vidas. Sin esto, no hay forma de que determinemos como vivir nuestras vidas, excepto someternos a una autoridad, a un dios, amo o doctrina que nos dirá que hacer y cómo hacerlo sin siquiera darnos la satisfacción que la auto-determinación da.

Así que enamórate hoy, de hombres, de mujeres, de música, de ambiciones, de ti mismo… de la vida! Alguien podrá decir que es ridículo implorar a los demás a enamorarse -uno se enamora o no, no es una opción que se pueda escoger conscientemente. Las emociones no siguen las instrucciones de la mente racional. Pero el ambiente en el que vivamos nuestras vidas tiene una gran influencia sobre nuestras emociones, y podemos tomar decisiones racionales que afectaran este ambiente. Debería ser posible trabajar para cambiar un ambiente que es hostil al amor a un ambiente que lo aliente.

Nuestra tarea debe ser construir nuestro mundo de tal manera que sea un lugar donde la gente pueda enamorarse y lo haga, y así reconstituir a los seres humanos para que puedan estar listos para la «revolución», para encontrar un significado y felicidad en nuestras vidas. Qué pasaría si todos decidieran que es lo correcto e incorrecto por ellos mismos, sin ningún respeto por la moralidad convencional? Qué pasaría si todos hicieran lo que quisieran, con el valor de enfrentar cualquier consecuencia? Qué pasaría si todos temieran a la monotonía sin amor y sin vida, más que lo que temen a tomar riesgos, más de lo que temen al hambre o al frío o al peligro? Qué pasaría si todos eligieran sus «responsabilidades» y el «sentido común» y se atrevieran a perseguir sus sueños más locos, de llegar lejos y vivir cada día como si fuera el último? Imagina que lugar sería el mundo!.-

“El amor es subversivo: lo que el amor conspira, la sociedad no lo tolera.»

fuente: http://crimethinc.com/espanol

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Reiteración de lo absurdo

Publicada el 07/02/2012 por raas

Imposible no sentir el impacto que ciega la vida
«8 tiros en la cabeza» por tener piel morena
Por cruzarse ese día en el instante preciso con la locura
el descontrol
la sospecha

Nunca podrás alcanzar la velocidad de los reyes
Ni de los presidentes
Ni de los ministros
Ni de las putas de lujo
Ni de las estrellas de la mediocridad barata

Tu sueño era es apenas un juego de ruleta rusa

Ave migratoria made in Brasil
Cuerpo paralizado en un combate desigual

Un norte perdido y un sur en el norte
Navegando océanos virtuales
De mentes sin cuerpos
De cuerpos sin sentidos
Naufragio en soledad en un día de verano
Siglo XXI

Sandra Petrovich

Publicado en Mundos transversos, Montevideo, Uruguay, 2010.

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Cómo la civilización llegó a ser demoníaca o cómo lo demoníaco llegó a ser civilizado

Publicada el 05/02/2012 - 03/02/2022 por raas

“El hombre es llamado un animal racional, pero está dando su raciocinio para fomentar sus propensiones animales en vez de buscar liberarse de esa situación desgraciada”. A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada

¿Libertad & alcohol? (¿pueden estar en la misma frase estas dos palabras?)

Por Crimethinc

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La globalización del miedo

Publicada el 01/02/2012 - 01/02/2012 por raas

Desigualdad e inseguridad son naturalizadas a nivel mundial como “daños colaterales” del sistema. En dos nuevos libros, Bauman analiza el fenómeno.

El término “daño colateral”, aplicado a estructuras edilicias, individuos o comunidades enteras, se utilizó hasta el hartazgo en los últimos años para describir las bajas materiales y víctimas “no intencionales” o “imprevistas” de las operaciones militares y pasó a formar parte de nuestro lenguaje cotidiano. El sociólogo polaco Zygmunt Bauman se vale de esta categoría para realizar un complejo y profundo análisis de la desigualdad en las sociedades contemporáneas. Su visión es lúcida y pesimista; su interpretación de los hechos precisa y contundente.

¿Cuál es la trampa mortal que Bauman reconoce en la lógica del daño colateral? Sus consecuencias fatales, que se presentan siempre como neutrales y azarosas, en realidad, forman parte de un calculado engranaje de dominación, cuyas víctimas son la mayoría de las veces las mismas: los pobres, los marginados, los indefensos. “En el juego de los riesgos –indica–, los dados están cargados”: “Quienes decidieron sobre las bondades del riesgo no eran los mismos que sufrirían las consecuencias”.

El libro Daños colaterales. Desigualdades sociales en la era global recopila una serie de conferencias pronunciadas por Bauman sobre el tema durante 2010 y 2011. Los temas que abarca son llamativamente diversos sin perder el hilo conductor: de la concepción griega del ágora a los nuevos comportamientos asociados a la web 2.0 y las redes sociales, pasando, entre otros, por la teología política de Carl Schmitt, el tratamiento de la pobreza en la ópera Wozzeck de Alban Berg, y el análisis de documentos clasificados sobre los ataques nucleares en Hiroshima y Nagasaki. Bauman reconoce en ellos el estigma de la desigualdad y lo estudia consecuentemente.

Nuestra época, señala, adolece de una dificultad estructural, la radical incompatibilidad entre el mundo global que habitamos y las políticas y leyes de matriz nacional que nos rigen. “Todas las instituciones políticas que tenemos hoy a nuestra disposición fueron hechas a medida de la soberanía territorial, de los Estados nacionales: se resisten a ser estiradas a escala supranacional o planetaria; y las instituciones políticas que sirvan a la autoconstitución de la comunidad planetaria no serán –no pueden ser– ‘las mismas, pero más grandes’”. La vieja fórmula del Estado de Bienestar europeo, o el “Estado social” como prefiere llamarlo Bauman, ya no satisface efectivamente las necesidades de sus habitantes. En la actualidad, la tarea de otorgar condiciones de vida dignas queda librada a cada individuo particular, a su capacidad de posicionarse satisfactoriamente en el juego impuesto por las leyes de mercado y de defenderse frente a la siempre presente posibilidad de perderlo todo; “El miedo que la democracia y su retoño, el Estado social, prometieron erradicar, ha retornado para vengarse”.

El mundo se ha vuelto multicultural y, no obstante, el par, el vecino, y mucho más el extranjero o el desconocido, se han vuelto un enemigo. La promoción de la libre circulación de capital choca violentamente con las fuertes restricciones a la circulación de personas en busca de trabajo; en ese enfrentamiento encuentran su fundamento las recientes políticas globales de seguridad, fallido intento de creación de un nuevo orden. Bauman las analiza a partir de dos perspectivas puntuales: por un lado, la de los pasajeros de avión, que diariamente asienten que oficiales de migraciones desarmen sus equipajes y escudriñen sus pertenencias personales, que perros los olfateen, que se someten a todo tipo de situaciones que en otras circunstancias les parecerían denigrantes y que, sin embargo, lo hacen sin protestar, “agradeciendo a las autoridades” por ocuparse de su seguridad. Por el otro, la de la apatía más o menos generalizada con la que se recibió la información de la existencia de una enorme cantidad de prisioneros que sin un juicio justo cumplen indefinidas condenas en prisiones irregulares como las de Guantánamo y Abu Ghraib.

En ambos casos, se trata de situaciones inéditas de vejación personal (pequeñas en un caso, realmente horrorosas en el otro) que saltan a la vista rápidamente al momento de reflexionar sobre el problema de la seguridad en el mundo post 11-S. Lo que estos dos ejemplos, que son más o menos excepcionales si consideramos a la totalidad de la población del mundo, no llegan a mostrar, y este es tal vez el punto más relevante de las tesis de Bauman, es el modo en que la desigualdad y la inseguridad vital se extienden ininterrumpidamente en todo el globo. Según esta lectura, la publicidad de una multiplicidad de amenazas, “ya se originen en pandemias y dietas o estilos de vida insalubres, o bien en actividades delictivas y comportamientos antisociales de la ‘clase marginal’ o, en los últimos años, del terrorismo global”, es el mecanismo reactivo que opera en una sociedad cuyo principal drama es la imposibilidad de resolver la inseguridad y las vulnerabilidades económicas que le son estructurales y contra las que los Estados hacen en general muy poco.

A este estado de cosas se le suma el problema de la “multiculturalidad”, una etiqueta amable que oculta una realidad poco amistosa. Sobre ella escribió en Comunidad: “Aparentemente el multiculturalismo está guiado por el postulado de la tolerancia liberal y por la atención al derecho de las comunidades a la autoafirmación y al reconocimiento público de sus identidades elegidas (o heredadas). Sin embargo, actúa como una fuerza esencialmente conservadora: su efecto es una refundición de desigualdades”.Y luego agregó: “Lo que se ha perdido de vista a lo largo del proceso es que la demanda de reconocimiento es impotente a no ser que la sostenga la praxis de la redistribución, y que la afirmación comunal de la distintividad cultural aporta poco consuelo a aquellos cuyas elecciones toman otros, por cortesía de la división crecientemente desigual de recursos”.

Guetos voluntarios

La configuración material de las ciudades no es ajena a este fenómeno. Históricamente, los centros urbanos fueron espacios de convivencia de lo heterogéneo, incluso resistentes a los esfuerzos unificadores coercitivos característicos de los Estados nacionales, en los que personas provenientes de lugares con diferentes costumbres crecían en contacto con otras pautas culturales. La globalización, en este sentido, no es un fenómeno reciente; basta considerar la situación de nuestro país a comienzos del siglo XX, un extraordinario laboratorio de hibridaciones desarrollándose a la vista del mundo. En las últimas décadas, sin embargo, las ciudades, que todavía son polos de atracción en las que se reúnen personas de múltiples proveniencias, han ido modificando progresivamente su fisonomía, de modo que ese contacto con lo extraño se parece hoy más a una gran excursión turística que a una experiencia vital relevante. Bauman ve las profundas dificultades e incertidumbres sobre las que se sostiene en la actualidad esta situación; sintéticamente, enuncia el problema de la siguiente manera: “Si bien en su origen fueron construidas para brindar seguridad a todos sus habitantes, hoy las ciudades se asocian más al peligro que a la seguridad”.

Las transformaciones urbanas ocurridas en los últimos años, así como los nuevos comportamientos que las acompañan, fueron copiosamente estudiados por investigadores locales y extranjeros, notoriamente en el caso argentino en los libros Los que ganaron. La vida en los countries y La brecha urbana. Countries y Barrios privados en Argentina de Maristella Svampa, Buenos Aires a la deriva, editado por Max Welch Guerra y Miradas sobre Buenos Aires, de Adrián Gorelik. Casos como el de los barrios cerrados han ocupado importantes segmentos de los medios masivos de comunicación, desde las secciones de espectáculo hasta las policiales, constituyéndose paradójicamente en un objeto un tanto agotado desde el plano discursivo pero completamente vigente en sus consecuencias negativas para la vida urbana.

Bauman encuentra un recurso interesante para seguir iluminando el problema de estos “guetos voluntarios” en la comparación de los comportamientos reales con los virtuales. Estamos, como todos sabemos y experimentamos diariamente, en los tiempos del imperio de las redes sociales: gran parte de nuestros intercambios con el resto de las personas se realiza a través de las plataformas virtuales; incluso el correo electrónico, el medio que más se asemeja a los utilizados en la comunicación tradicional por su similitud con el formato epistolar, está perdiendo el rol central que cumplía hace algunos años. Sin caer en la crítica simplista de esta realidad, Bauman realiza un comentario perspicaz: “Vivimos en la época de los teléfonos celulares (por no mencionar MySpace, Facebook y Twitter): los amigos pueden intercambiarse mensajes en lugar de visitas; toda la gente que conocemos está constantemente ‘en línea’ y en condiciones de informarnos por adelantado sobre sus intenciones de darse una vuelta por casa, de modo que un súbito golpe en la puerta o un timbrazo que suena sin previo aviso son eventos extraordinarios, es decir, potenciales peligros”.

Obtenemos así un monstruo de dos cabezas que combina el confinamiento a nivel territorial y urbano con la expansión de la exposición de la privacidad en el ámbito virtual. Esta referencia de extrema actualidad permite repensar el problema de la seguridad, incorporando nuevos matices. La conclusión, sin embargo, es la misma: el miedo, la razón primera por la que optamos por “comunidades cerradas”, sigue ahí; construimos barrios privados, enrejamos nuestras casas, nos encerramos en mundos virtuales, y, no obstante, el miedo no se disipa. La necesidad de seguridad, dice Bauman, puede volverse adictiva: “Las medidas de seguridad nunca son suficientes, Una vez que se da inicio al trazado y la fortificación de las fronteras, ya no hay manera de detenerse. El principal beneficiario es el miedo: prospera hasta la exuberancia alimentándose de nuestro empeño en demarcar fronteras para defenderlas con armas”.

Cambiar las reglas

Las recientes crisis financieras en Europa y los Estados Unidos han vuelto a colocar en primer plano el problema de la exclusión social: nuevos estratos sociales se están incorporando permanentemente al conjunto de los desplazados, dándole visibilidad a un problema que ciertamente ya afectaba a grandes sectores de la población. La pobreza, la inseguridad y la marginalidad, parecen ser una vez más un problema de todos en los países centrales.

En “La salida de la crisis”, una de las 44 cartas desde el mundo líquido que Bauman publicó quincenalmente entre 2008 y 2009 en la revista La Repubblica delle Donne, aparece la cuestión de las consecuencias socio-culturales del derrumbe económico: “No sólo han sufrido un duro embate el sistema bancario y los índices del mercado de valores, sino que nuestra confianza en las estrategias vitales, los modos de conducta, y hasta los estándares de éxito y el ideal de felicidad que, según se nos repetía constantemente en los últimos años, valía la pena perseguir, se han trastocado como si, de pronto, hubieran perdido una parte considerable de autoridad y atracción. Nuestros ídolos, las versiones modernas líquidas de las bestias sagradas bíblicas, se han ido a pique junto con la confianza en nuestra economía”.

Se plantea así entonces por primera vez en mucho tiempo la posibilidad de un nuevo inicio, de una revisión completa del sistema económico-cultural sobre el que se sostienen los países europeos. “Al contrario de lo que se afirma con respecto a las ‘medidas de emergencia’ prodigadas por los gobiernos a los administradores bancarios (pensando, principalmente, en los telespectadores) –continúa Bauman–, no hay remedios instantáneos para las dolencias prolongadas, y posiblemente crónicas”.

Si el problema de fondo que permitió que se llegase a situaciones terminales de desigualdad social, los “daños colaterales” que millones de personas viven diariamente, se encuentra en la constitución misma del sistema, quizá sea entonces éste el momento indicado para reformular algunas de sus reglas de juego.

Fernando Bruno

fuente http://argentina.indymedia.org/news/2012/02/777544.php

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(libro) Refuzniks. Los que se rehúsan a servir en la máquina de guerra israelí

Publicada el 29/12/2011 por raas

Libro que recoge 21 entrevistas a refuzniks, insumisos al ejército israelí. Para los que rechazan ir al ejército, la necesidad de exponer sus ideas al mundo es algo fundamental, urgente. Me impresionan, sobre todo los jóvenes; adolescentes que decidieron ir a la cárcel por sus ideas.

Los refuzniks israelíes no quieren incorporarse al ejército. Por razones diferentes según los individuos, rechazan lo que, sin embargo, parece ser una etapa obligatoria en una sociedad tan militarizada. Desde la infancia hasta la adolescencia, en la escuela y en el instituto, los israelíes reciben en sus clases a militares que les explican el papel y la importancia del ejército. En casi todos los trabajos, en la universidad, se les pregunta qué hicieron en el ejército.

Si un joven decide no ir al ejército y no quiere hacerse pasar por enfermo mental, le quedan dos soluciones. Puede declararse pacifista. En ese caso tendrá que comparecer ante una comisión que decidirá si tiene derecho a no hacer el servicio. Estos objetores de conciencia deberán demostrar, con testigos, que no soportan la violencia. Si la comisión decide que no son lo suficientemente pacifistas, pueden acabar en la cárcel.

Los israelíes que rechazan la ocupación de los territorios palestinos son una minoría. Los otros parecen vivir en la indiferencia.

Entrevistas de Martin Barzilai

Editorial Bardo Ediciones http://bardoediciones.net

Descargar libro en PDF aquí o acá

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Bibliografía sobre consumo, publicidad y contrapublicidad

Publicada el 26/12/2011 - 13/03/2012 por raas

Libros, por si tu cerebro tiene hambre. (…) Aquí le ofrecemos no sólo alimento encefálico sino incluso espiritual. Sírvanse ustedes mismos:

:: LIBROS SOBRE CONSUMO

EL CONSUMO ME CONSUME
Tomás Moulian. Ed. Libros del Ciudadano, 1998.
La fiesta chilena que desmitifica Molulina, a la cual no todos están invitados, constituye en rigor al espectáculo de una sociedad tercermundista, atrasada a pesar de sus presunciones zoológicas, que se consume a sí misma a través del deseo de tener.

CONSUMO SOSTENIBLE. PREGUNTAS CON RESPUESTA
Pilar Comín y Bet Font. Hispacoop. Ed. Icaria / Milenrama, 1999.
Se trata de una serie de cuestiones relacionadas con el consumo y sus impactos ambientales y sociales y de respuestas razonables, dentro de la sociedad actual, para desarrollar un consumo sostenible.

MODERNIDAD LIQUIDA
Zygmunt Bauman. Ed. Fondo de Cultura Económica, 2000.
La era de la modernidad sólida ha llegado a su fin. ¿Por qué sólida? Porque los sólidos, a diferencia de los líquidos, conservan su forma y persisten en el tiempo: duran. En cambio los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Por eso la metáfora de la liquidez es la adecuada para aprehnder la naturaleza de la fase actual de la modernidad. Es el momento de la desregulación, de la flexibilización, de la liberalización de todos los mercados.

NO LOGO
Naomi Klein. Ed. Paidós, 2001.
Imprescindible ensayo sobre las nuevas formas de producción y consumo desde el último tercio del siglo XX. La autora describe de forma minuciosa e inteligente cómo las grandes multinacionales han ido concentrando cada vez más poder a lo largo de un mundo perfectamente organizado para tal fin.

COME Y CALLA… O NO
CRIC (Centre de Recerca i Informació en Consum). Ed. Icaria, 2002.
¿Cómo incidir en el sistema a través del consumo?. Una guía que pretende mostrarnos que es posible compaginar la ética con nuestra actividad económica.

¿OTRO CONSUMO ES POSIBLE?
Anna Papiol, Joan Vinyets. Ed. La tempestad, 2003.
El gasto desmedido, la producción infinita de objetos y la acumulación de desperdicios se contraponen a la percepción de agotamiento de las fuentes de energía y materia y a la creciente y absoluta desigualdad social. Para que otro mundo sea posible es necesario que, desde su conciencia y su responsabilidad, cada ciudadano haga posible otra banca, otra vivienda, otra educación, otros vínculos sociales y otro consumo.

CITA DE LA ERA DEL CONSUMO
Luis Enrique Alonso. Ed. Siglo XXI. Madrid, 2005.
Estupendo y bien documentado análisis de la sociedad de consumo postmoderna a cargo de Luis Enrique Alonso, profesor de sociología de la Univ. Autónoma de Madrid.

CONSUMO, LUEGO EXISTO
Joan Torres i Prat, Ed. Icaria, 2005.
Un interesante ensayo sobre el poder del complejo comercial publicitario y sus efectos en la mercantilización de todo rastro de vida: « noticias, programas de entretenimiento, y evasión, películas y series, debate político, etc. A nuestra insaciable sed de sentido, aquí y ahora, prácticamente se le ofrece tan sólo el discurso publicitario. Promesa y discurso que se nos revela como el lenguaje básico de una civilización organizada por y para la mercancía.»

GENERACION MARKETING. LA SOCIEDAD ENTRE LA CODICIA Y LA INDOLENCIA
Víctor Molero. Ed. ESIC, 2006.
El autor, profesor de Investigación de mercados de la Universidad Complutense de Madrid, dice que «el marketing eetá contribuyendo a la creación de una sociedad acomodaticia y remolona que encuentra en el supermercado todo tipo de solución a sus demandas».

NACIDOS PARA COMPAR. LOS NUEVOS CONSUMIDORES INFANTILES
Juliet B. Schor. Ed. Paidós, 2006.
Schor nos habla en este libro del capitalismo actual y su claro sesgo publicitario a la hora de pensar en los pequeños compradores: hay empresas completamente decididas a convertir no sólo a las familias sino a los propios niños en el foco del consumismo.

VIDA DE CONSUMO
Zygmunt Bauman. Ed. Fondo de Cultura Económica, 2007.
En Vida de consumo, Zygmunt Bauman continúa y profundiza el análisis de la trama y los mecanismos por los cuales la sociedad actual, en su fase de modernidad líquida, condiciona y diseña las vidas de los sujetos centrándose en sus particularidades como consumidores. Con el advenimiento de la modernidad líquida, la sociedad de productores es transformada en una sociedad de consumidores.

:: LIBROS SOBRE PUBLICIDAD

ADIOS A LA PUBLICIDAD
Oliviero Toscani. Ed. Omega, 1996.
Curiosísimo libro de uno de los más importantes publicistas de toda la historia. En él da un repaso despiadado al modelo publicitario al uso e intenta defender una publicidad comprometida y revolucionaria. ¿Delirios de grandeza?

LA TIRANIA DE LA COMUNICACION
Ignacio Ramonet. Ed Debate, 1998.
Un análisis de los medios de comunicación en su nuevo papel de medios de la cultura global. Incluye un análisis de la mercantilización de la labor periodística y del papel de la publicidad en esto.

13,99 EUROS
Frédéric Beigbeder. Anagrama, 2001.
El escritor francés Frédéric Beigbeder lanza un duro alegato contra el mundo de la publicidad, al que había pertenecido hace unos años. «La novela es una crítica satírica de nuestra forma de vida, de nuestra época a partir de la historia que cuento de un redactor publicitario, que es al mismo tiempo un ganador y un perdedor, pues aunque simboliza la cúspide del éxito social y financiero, también es un desesperado y un impotente», comenta Beigbeder.

COERCION. POR QUE HACEMOS CASO A LO QUE NOS DICEN
Douglas Rushkoff. Liebre, 2001.
Cómo somos dirigidos, según Rushkoff, tanto de forma manifiesta como subliminal a comportarnos, consumir y participar. Con un resumen bien ilustrado de las técnicas de persuasión que se usan desde las agencias de publicidad, las grandes superficies o los gabinetes de imagen. Coerción está destinado a ser recordado como una línea divisoria en la batalla entre la industria del marketing y el público que ésta pretende manipular.

DE LA MISERIA HUMANA EN EL MEDIO PUBLICITARIO
Grupo Marcuse. Melusina, 2006.
Cada día nos vemos sometidos a más de tres mil mensajes publicitarios… ¿Por qué se gasta tanto dinero, tanto talento, tanta energía para crear una verdad publicitaria? El grupo Marcuse en este libro analiza los entresijos del sistema publicitario y denuncia un sistema perverso en donde la publicidad funciona como el carburante ideológico del capitalismo.

:: LIBROS SOBRE CONTRAPUBLICIDAD

WALL AND PRIECE
Banksy. Londres. Ed. Century, 2003.
¿Genio?¿Activista?¿Pintor?¿Decorador?¿Leyenda urbana?¿Grafitero? La obra de Banksy es inconfundible -a excepción quizás de cuando se instala cual ocupa en la Tate Modern or el Metropolitan Museum de Nueva York. Banksy decora calles, muros, puentes y zoos de ciudades de todo el mundo, pero sobretodo de Gran Bretaña y Bristol. Brillante y subversivo, en sus plantillas aparecen monos con armas de destrucción masiva, ratas con taladros, policías gays, caza-bombarderos con lacitos rosas, paraguas…

THE YES MEN. LA VERDADERA HISTORIA DEL FIN DE LA OMC
Andy Bichlbaum, Mike Bonano. Barcelona. Ed. El Viejo Topo, 2005.
Kinnithrung Sprat anunció el 2003 el cierre oficial de la OMC. Dicho portavoz era el representante oficial del mencionado organismo. En su declaración daba por cerrada la Organización Mundial del Comercio, el organismo comercial más influyente del planeta y anunciaba, sorprendentemente, que ésta no retomaría sus actividades hasta que no consiguiera que en su declaración de principios se defendiese que el comercio beneficiara especialmente a los pobres. Pero lo más curioso es que Kinnithrung Sprat no era, y nunca fue, el representante de la OMC. Quien estaba detrás de este acto eran The Yes Men, un singular colectivo popular por su original forma de practicar el activismo, lo que ellos mismos denominan “corrección de identidades”.

WHAT SHOULD I DO IR REVEREND BILLY IR IN MY STORE?
Bill Tallen. Ed. New Press, 2005.
El Reverendo Billy es el líder espiritual de la Stop Shopping Church, la religión de más rápido crecimiento desde la aparición del cristianismo. Nacida de la productiva imaginación de actor Bill Talen, el Reverendo se dio a conocer entre los predicadores de a pie que circundan y llenan el Times Square de Nueva York. Sus sermones apasionados desde el principio sorprendieron y asombraron a transeúntes y compradores que pasaban cerca de su improvisado púlpito.

EL SABOTAJE CULTURAL
Kalle Lasn. Barcelona. Ed. El Viejo Topo, 2007.
De la misma forma que luchamos para salvar el planeta de la contaminación ambiental, Kalle Lasn, director de la influyente revista Adbusters, ha iniciado una cruzada para denunciar la contaminación de nuestro espacio mental a través de la publicidad y los memes. Un libro imprescindible para conocer los orígenes del grupo contrapublicitario más importante e influyente del mundo.

fuente original http://www.letra.org/spip/spip.php?article1722 con agregados míos / raas- raas(@)riseup.net.

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Italia, la deriva hacia el estado policial

Publicada el 21/12/2011 - 21/12/2011 por raas

En líneas generales, tanto en Italia como en el resto del mundo existe una tendencia evidente hacia la formación de lo que podríamos definir como un estado policial. Los instrumentos establecidos para llegar a tal fin no son sólo de orden legislativo y ejecutivo, sino que también comprenden toda una serie de medidas que en el ámbito «cultural» contribuyen a sustentar el sueño de todo poder: tener todo bajo control y hacer que cada ciudadano se identifique con el orden público, dejando en manos del Estado su propia protección.

En el caso italiano, la creación artificiosa de una constante alarma social (hoy los gitanos, mañana las excarcelaciones fáciles, después los ultras, luego los rumanos…) cuenta con el sustento imprescindible de los medios de comunicación. De esta forma, el Estado se transforma en un paladín en la defensa de «su» población y fuerza -sin encontrar mucha resistencia, sino más bien cada vez más numerosos apologetas- intervenciones que no es exagerado definir como militares.

Sabemos bien que el Estado para su propia supervivencia tiene la necesidad constante de enemigos creados ad hoc y que sean percibidos por la población como sus propios enemigos. De este modo, la atención de la opinión pública puede ser dirigida contra amenazas prefabricadas que desvíen la atención lo más posible frente a la amenaza real para la vida y la libertad que el mismo poder supone. En este sentido, la realidad es sistemáticamente transfigurada. El control y la represión se convierten en garantía de seguridad y la casi la totalidad de los problemas reales más próximos a las personas (vivienda, devastación del territorio, contaminación, etc.) pasan simplemente a segundo plano ante la más apremiante alarma del momento.

No hay duda de que el terreno que el poder tiene ante sí es mayormente llano. Hoy por hoy, la ausencia de un movimiento real, amplio, determinado, radical, facilita en gran medida las cosas. Ante las intervenciones del Estado las respuestas son pocas y débiles, salvo raras excepciones que fácilmente son tachadas de subversivas, de rebeldes o, cada vez más a menudo, de terroristas. Tarea sencilla la de castigar a quien se permite alzar la cabeza, aunque sólo sea diciendo, por ejemplo, que los carabineros desplegados en Irak no son héroes, haciendo una huelga salvaje o criticando radicalmente la cárcel y ofreciendo apoyo a los presos.

Capítulo aparte merecen los emigrantes sobre los que se han vertido ríos de mierda por medio de una continua, apremiante e invasiva propaganda periodística en la cual no pasa un día sin el consabido titular: «Albanés viola a una mujer», o «Rumanos roban en un chalet». Política e información van de la mano para fomentar «el problema». Estos mismos sujetos que después derraman lágrimas de cocodrilo e invitan a la calma cuando, por ejemplo, un comerciante milanés mata a golpes a un muchacho negro al que acusa de haberle robado un pastelito (ejemplos como este hay muchos).

Este es el clima que se respira en Italia, tanto más evidente si tenemos en cuenta que el tema de la seguridad estuvo en el centro de la campaña electoral del año pasado. Pero no pensemos que la responsabilidad de todo esto corresponde en exclusiva al gobierno derechista de Berlusconi. Izquierda y derecha se mueven en este terreno y a grandes rasgos en la misma dirección. Basta leer las declaraciones del candidato de izquierda a la alcaldía de Roma, Veltroni, el día después de la sonora derrota en la confrontación con el fascista Alemanno (aclamado el día de la victoria con el saludo romano y el grito Duce!, Duce!): «Nuestro error en esta campaña electoral ha sido no incidir lo bastante sobre la cuestión de la seguridad, cosa que sí ha hecho la derecha…»

Cambios represivos

No bastaría una revista para hacer una relación de las medidas que el Estado ha tomado en materia represiva estos últimos años. El abanico de medidas ha traspasado a los sectores que tradicionalmente han mostrado conflictividad: estudiantes, trabajadores, «revolucionarios»…, para extenderse masivamente hacia los emigrantes y afectar posteriormente a sectores cada vez más indiscriminados. Son significativas algunas medidas del llamado «Paccheto sicurezza» (serie de proposiciones de ley emanadas del Gobierno), una de cuyas primera medidas puesta en vigor (agosto de 2008) fue la utilización del ejército en algunas ciudades con atribuciones de seguridad pública.

Se trata en total de 3.000 militares, de los cuales 1.000 se ocupan de la vigilancia externa de los Centros de Identificación y Expulsión (CIE, antiguos Centros de Permanencia Temporal, una especie de cárceles para inmigrantes), 1.000 al cuidado de «sitios sensibles» y otros 1.000 patrullando en las ciudades para reforzar a las fuerzas policiales en el «control del territorio como garantía del orden público y la seguridad». No es la primera vez que el ejército sale a las calles, ya había sucedido en sitios como Cerdeña (contra la alarma secuestros) o Sicilia (contra la alarma mafia), pero esta vez no ha sido necesaria una emergencia específica, ésta deviene constante, se integra, pasa a formar parte de la vida cotidiana.

Más recientemente (enero de 2009) se aprueba una ley que castiga la inmigración clandestina. De esta forma, entrar ilegalmente en territorio italiano pasa de ser una falta administrativa (que en cualquier caso conllevaba la detención en los centros de permanencia temporal y la expulsión) a convertirse en un delito penal. Además se da una vuelta de tuerca en lo que se refiere al derecho de asilo, reagrupación familiar y matrimonios mixtos.

Situación carcelaria

Si hablamos de las condiciones carcelarias en Italia, la sobrepoblación, las carencias sanitarias, la escasez de programas de actividades e, inevitablemente, la tortura física y psicológica por parte de los carceleros son sólo algunos aspectos a mencionar. Contra esta situación, pero sobre todo contra la pena del ergastolo (cadena perpetua), desde hace unos meses centenares de ergastolanos (a quienes se unieron muchos otros presos) han estado realizando una huelga de hambre rotatoria. Reclaman la abrogación de esta forma de cadena perpetua, una tortura dentro de la tortura para los condenados.

En teoría inclusos los ergastolanos tienen derecho al primer permiso después de 10 años de prisión y a la excarcelación después de 26, pero estas son reglas discrecionales y que dependen también del comportamiento del detenido. Por ejemplo, para aquellos que cumplen una condena por terrorismo la excarcelación (o los permisos) se consigue sólo si el detenido ha dado muestras de arrepentimiento y ha, en pocas palabras, pedido perdón a los familiares de las víctimas. Incluso por motivos graves de salud los ergastolanos tienen más difícil conseguir la excarcelación.

A esto hay que añadir la presentación hace pocos meses de un proyecto de ley sobre cárcel, el proyecto Berselli, con un contenido todavía más represivo. Entre otros aspectos este proyecto establece que los primeros permisos para los ergastolanos no se concederán antes del cumplimiento de 20 años de condena (actualmente son 10). A esto se añade la cancelación del descuento de 45 días por semestre de prisión cumplido, del cual disfrutan todos los detenidos «que han participado en las labores reeducativas», a lo que hay que añadir otra decena de artículos todos destinados a aumentar la permanencia en la cárcel y las vejaciones a los detenidos. Esta ley llega además montada sobre la ola de alarma social bien orquestada mediáticamente: la de las excarcelaciones fáciles o la supuesta sencillez con la que algunos «delincuentes» obtienen la liberación anticipada u otra serie de permisos.

Los regímenes especiales en Italia son: Alta Vigilancia (AS), Elevado Índice de Vigilancia (EIV) y el 41 bis, que es lo que comúnmente se llama «cárcel dura». El Estado lo introdujo en 1975 para poder suspender el tratamiento normal que se daba a los prisioneros en casos excepcionales de rebelión u otras situaciones de emergencia. Después del atentado de Capaci de 1992 (la mafia hazo saltar por los aires al juez Falcone) se introdujo un nuevo apartado que daba la posibilidad de aplicar el artículo 41 bis a los detenidos por delitos relacionados con la criminalidad organizada.

En 2002 se extendió esa posibilidad también para los delitos de terrorismo. Con el 41 bis se busca esencialmente aislar al detenido tanto de otros reclusos como del mundo exterior. Por lo tanto, se utilizan celdas individuales, horas de patio en solitario o en grupos de un máximo de cinco presos, un tope de dos horas de visita de familiares, separadas por un cristal y con grabación en audio y video del encuentro, además de prohibición o limitación de recepción de dinero o paquetes y censura del correo. Este es el 41 bis que, si bien ha sido objeto de críticas desde muchos lados, en la práctica se ha optado por endurecerlo todavía más.

La «guerra al terrorismo»

A nivel de la «guerra al terrorismo» (y en general de lucha contra la disidencia) el salto cualitativo se dio a finales de los años 70, cuando durante los llamados «años de plomo» la alarma terrorista justificó una durísima vuelta de tuerca represiva por parte del Estado. Otra ocasión fue sin duda el post-11 de septiembre, que dio paso a otras iniciativas represivas. De hecho, un mes después el Gobierno aumentaba la pena (de un año) por el delito «llave» en la lucha contra quienes se rebelan, el artículo 270 bis del Código Penal: «Asociaciones con finalidad terrorista incluso internacional o de subversión del orden democrático». «Cualquiera que promueva, constituya, organice, dirija o financie asociaciones que se propongan -no hace referencia necesariamente a la realización de actos concretos, sino simplemente a la ‘intención’ (NdA)- la realización de actos de violencia con finalidad terrorista o de subversión del orden democrático será castigado con la reclusión de siete a quince años. Quien participe en tales asociaciones es castigado con la reclusión de cinco a diez años (…)».

Hay después una serie de añadidos ligados al mismo artículo: 270c, colaboración con los imputados; 270d, reclutamiento con finalidad terrorista; 270e, adiestramiento con finalidad terrorista, hasta llegar al 270f, que detalla las conductas tipificadas como terroristas: «Son consideradas con finalidad terrorista las conductas que, por su naturaleza o contexto, pueden producir grave daño a un País o a una organización internacional y son cometidas con la finalidad de intimidar a la población u obligar a los poderes públicos o a una organización internacional a hacer o abstenerse de la realización de cualquier acto o desestabilizar o destruir las estructuras políticas fundamentales, constitucionales, económicas y sociales de un país o de una organización, además de otras conductas definidas como terroristas o cometidas con finalidad terrorista incluidas en las convenciones y otras normas de derecho internacional vinculantes para Italia». Esta definición se basa en una directiva europea que, aunque muy criticable, por lo menos establece una defensa formal de las libertades fundamentales y define las conductas penables (homicidio, secuestro, daños muy graves, etc.)

En Italia la definición es recortada con mucho cuidado y deviene así todavía más discrecional, de una discrecionalidad en que los confines de lo que puede ser considerado como terrorismo son extremadamente etéreos y utilizables en función de las necesidades políticas. Esta utilización política se da cada vez más a menudo a través, por ejemplo, de la conversión en delitos terroristas de actos que comúnmente habrían sido considerados como delitos comunes. A ello hay que añadir que cualquiera que se tope con el artículo 270 bis y siguientes tendrá un tratamiento del todo particular, como, por ejemplo, el encarcelamiento preventivo hasta un total de 4 años (con lo que se equipara con los delitos que prevén una pena mayor de 24 años de cárcel o al ergástolo).

Seguramente el área anarquista es considerada una de las más subversivas y como tal es sometida a una vigilancia especial. Más allá de los habituales procesos por ocupación, resistencia a la autoridad o daños realizados en manifestaciones (también en el terreno de las manifestaciones se tiende a tensar la cuerda, llegando a acusar por hechos como los enfrentamientos producidos en Milán durante una manifestación antifascista en marzo de 2003, del delito de devastación y saqueo que prevé penas de hasta 15 años de cárcel), la tendencia cada vez más frecuente es aplicar el artículo 270 bis.

Las investigaciones desarrolladas por los DIGOS (policía política) o por los ROS (Raggruppamento Operazioni Speciali – Agrupación de Operaciones Especiales) son las clásicas de seguimiento, colocación de gps en vehículos y, sobre todo, montañas de intervenciones telefónicas, microfónicas y grabación de videos, que no tienen otro fin que establecer «legalmente» la ligazón que permita construir la acusación de formar parte de un entramado terrorista. La meta es lograr alargar el campo de aplicación del artículo 270 bis y llegar a una condena definitiva para los anarquistas, a la vez que abre la vía a un uso más frecuente y sobre todo más indiscriminado. Porque condenar a los anarquistas bajo el delito de asociación subversiva significa «dotarles» de una organización, de un organigrama, de un jefe, es decir, de todo lo que los anarquistas no tienen.

Montar una asociación subversiva permite a la Fiscalía obtener fácilmente del juez una orden de arresto preventiva, la prolongación de la detención preventiva hasta 4 años, el aislamiento y/o anulación política de la actividad del grupo reprimido tachándola de terrorista, la aplicación de la dispersión y la integración de los arrestados en el circuito carcelario EIV (Elevado Índice de Vigilancia, un grado por debajo del art. 41 bis).

¿Cómo puede una Fiscalía plantear una acusación de asociación subversiva?

No se necesitan pruebas. Si una realidad se convierte en un problema político incómodo (y en ciertos casos si sobre un determinado territorio se producen actos de sabotaje y/o ataques) se inicia una investigación y los agentes proceden a pinchar los teléfonos de los compañeros investigados y, a menudo, también los de simples conocidos de éstos. Además se realizan seguimientos destinados a controlar desplazamientos, se instalan micrófonos en las habitaciones, en los automóviles, en los bares frecuentados habitualmente, en los vehículos…, se reseñan las actividades realizadas, se controlan las relaciones con otras ciudades y se recopilan los materiales producidos (panfletos, libros, periódicos, etc.) A estas datos se suele añadir (aunque no siempre) uno o dos delitos específicos (cuyas pruebas habitualmente son bastante volátiles) y se aplica el correspondiente artículo 270 bis.

Un ejemplo paradigmático se produjo en 1996, cuando el fiscal Marini (de ahí el nombre de «proceso Marini») trató de incluir a unos setenta compañeros de toda Italia en una asociación fantasma bautizada por él mismo (potestad de la magistratura) como ORAI (Organizzazione Rivoluzionaria Anarchica Insurrezionalista). Después de años de cárcel (fueron aplicadas 29 órdenes de arresto), de compañeros en la clandestinidad, de procesos y tantas otras cosas, Marini obtuvo en 2002 en la Corte de Casación la condena por asociación subversiva e integración en banda armada para 5 de los ocho condenados.

En estos años la magistratura blandió cada vez más a menudo la espada del 270 bis. En marzo de 1998 fueron arrestados en Torino tres anarquistas: Baleno, Sole y Silvano. Fueron acusados de ser responsables de algunos de los numerosos sabotajes efectuados en Val Susa contra el TAV desde 1996, además de ser acusados de asociación subversiva con finalidad terrorista. Este caso se acopla perfectamente a la construcción policial de una asociación subversiva: un territorio, Val Susa, donde se producen sabotajes, un grupo de anarquistas que luchan contra el TAV, los más media que amplifican la alarma y promueven el miedo, después la captura y los titulares eufóricos de los periodistas exultantes en su sucio trabajo de pintar a los tres como monstruos, ora como individualistas desesperados, ora ligados a los servicios secretos, ora a la extrema derecha.

El 28 de marzo Baleno es encontrado muerto colgado de una sábana en su celda de la cárcel de Turín. El sábado 11 de julio Sole, su compañera, se quitó la vida ahorcándose en una habitación del centro donde cumplía arresto domiciliario. Silvano fue condenado a 6 años y 10 meses de cárcel por asociación subversiva y un par de delitos específicos. En 2002 la Corte de Casación sentenció que la acusación de asociación subversiva no tenía sustento jurídico y la condena se le redujo a 3 años y 10 meses.

Mientras tanto, la acusaciones de asociación subversiva han llovido sobre los territorios en los cuales los anarquistas son activos: Milán, Pisa, Roma, Rovereto, Lecce, Turín, Florencia… El caso de Pisa es bastante emblemático. Desde 2004 hasta la actualidad se han realizado cuatro investigaciones diferentes por asociación subversiva con un total de un centenar de registros y decenas de arrestos.

Otro ejemplo significativo es el de Lecce (2004) donde la magistratura puso el punto de mira sobre la lucha que los compañeros llevaron contra los Centros de Permanencia Temporal para inmigrantes. Muchas de estas personas fueron arrestadas por asociación subversiva, pero al final de la primera instancia del proceso la acusación fue cambiada por la de «asociación para delinquir». En Roma, por su parte, la llamada «operación Cervantes» (por un artefacto que explotó en 2004 frente al Instituto Cervantes en protesta contra el régimen FIES) delineaba una asociación entre personas que jamás se habían visto.

Finalmente, la última investigación que muestra la «ligereza» en el uso de la acusación del delito de asociación subversiva con finalidad terrorista implica a cuatro compañeros arrestados bajo la acusación de haber tirado un petardo en el patio de la Policía Municipal de Parma, una ocasión óptima para regalarles igualmente un bonito 270 bis (tres de ellos se encuentran todavía en cárcel preventiva).

Si bien es cierto que después de la resolución del proceso Marini no se han dictado más condenas en firme contra los anarquistas por asociación subversiva, la acusación por este delito resulta un arma muy eficaz en manos de la magistratura.

Las luchas en defensa de la tierra y su represión

Si en muchos frentes es bien poco lo que se mueve en Italia, en el terreno de la lucha por la defensa de la tierra ha habido luchas importantes en los últimos años. Han sido luchas que no han sido llevadas únicamente por sectores militantes, sino que también han contado cun una fuerte participación de la población de los lugares afectados. En 2003, por ejemplo, los habitantes de Scanzano Ionico (Puglia) impidieron la construcción de un depósito de residuos nucleares. Igualmente en el sur de Italia se han producido resistencias constantes contra la apertura (o reapertura) de vertederos a cielo abierto con manifestaciones, asambleas, barricadas, enfrentamientos y sabotajes.

En el caso de la última protesta en Pianura (Nápoles) y frente a los violentos enfrentamientos con la Policía en su intento de permitir la realización de los trabajos en el vertedero, el estado ha respondido con una serie de arrestos y la aprobación de una ley que permite declarar cualquier área «zona militar» (por ejemplo, un vertedero o una incineradora) y así poder arrestar inmediatamente a quien se acerque para protestar.

En Vicenza hace más de un año miles de personas trataron de impedir la ampliación de la base militar de EEUU en Aviano. Y en el Trentino otros miles luchan contra el TAV y la ampliación del túnel del Brennero (entre Austria e Italia).

Indudablemente la lucha en defensa del territorio por excelencia es la desarrollada en Val Susa (Piamonte). Se trata de una larga lucha llena de explosiones de conflictividad (ocupaciones de carreteras o de la vía férrea, acampadas, manifestaciones,… y, por el momento, en «tregua». Son ya 15 años de lucha y no sin resultados, visto que a día de hoy los trabajos de construcción todavía no han comenzado. Evidentemente el Estado no puede tolerar que un movimiento de protesta paralice un proyecto europeo como el TAV, que debe seguir adelante «por las buenas o por las malas», como afirman los gobernantes, tanto de izquierda como de derecha, esto es, con acuerdos bajo cuerda o con la represión. En realidad, ambos métodos han sido ya ampliamente utilizados sin resultados concretos, es más, la represión policial de 2005 (1) ha contribuido a reforzar el movimiento.

Esto ha servido de lección al Estado (por ahora), cuya actuación trata de orientarse hacia una estrategia de división dentro del movimiento, denunciando la presencia de «violentos», «anarco-insurreccionalistas» o habitualmente de terroristas, al objeto de individualizar y aislar. Esta estrategia tiene como objetivo crear la habitual división entre buenos y malos, para tratar de negociar con los primeros y reprimir a los segundos. Pero no siempre estas maniobras surten efectos: participando hombro con hombro en los cortes, en las acampadas, en las barricadas, en las asambleas o compartiendo instantes de lucha, las relaciones se establecen tal como son, y no a través del código penal o de las mentiras de los periodistas.

Ekintza Zuzena

nota:
1) La noche del 6 de diciembre de 2005 en Venaus (Val Susa) la policía atacó salvajemente la acampada permanente montada meses atrás donde se debían iniciar los primeros sondeos. Los presentes aquella noche eran mayormente habitantes del valle, que sufrieron la brutalidad de las fuerzas policiales. Aquel día el estado perdía una partida: incluso aquellos que el día anterior habían ofrecido café a los policías se convencieron de que aquellos que tenían delante no eran humanos con un cerebro propio, sino máquinas dispuestas a obedecer cualquier orden. El 8 de diciembre una gran manifestación rebasó el fuerte despliegue policial, para dispersarse luego por las montañas y reagruparse en el lugar de la acampada, que fue reconquistado, expulsando a los policías que allí se encontraban y saboteando la maquinaria que allí se encontraba (el proceso en primer grado por estos hechos se ha resuelto con la condena a 1 año de cárcel para dos personas). Desde aquel día la acampada de Venaus continúa.

extraído del Dossier de la revista Ekintza Zuzena nº36.

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De cómo devastar la vida de un planeta, en menos de 300 años

Publicada el 06/12/2011 por raas

Algunas cifran pueden ayudarnos a ver mas claramente el asunto. Los geólogos y geofísicos modernos consideran que la edad de la Tierra es de unos 4440-4551 millones de años, sin embargo la vida en el planeta surgió hace unos 3.500 millones de años. Pero hace nada más que unos 100 mil años apareció en África el primer ser humano casi como el actual, casi como nosotros, se lo llamó Homo sapiens arcaico u hombre de CroMagnon.

Que la mayoría de las cosas que vemos, si miramos a nuestro alrededor, tienen menos de 300 años, no sería gran cosa. Sólo que no sólo tienen menos de 300 años de existencia, sino también de inventadas. Es más, verán que gran parte de ellas tiene menos de 50 o 100 años.

Veamos algunas de las cosas que hace poquito tiempo, se han transformado en parte de la vida cotidiana de la mayoría de nosotros.

Hace nada mas, repito, nada mas que 300 años, no existía por ejemplo el Motor de vapor, el automóvil, el retrete de agua corriente y las pilas. Menos de 200 años tienen la cocina de gas, la bicicleta, el motor eléctrico, la pólvora, el teléfono, la bombilla eléctrica, la estufa de gas y la plancha eléctrica. También el motor de combustión, el automóvil se inventó recién en 1885, la radio 1895.

Hasta el mismísimo siglo XX no existían la aspiradora, la lavadora eléctrica, la fotografía en color, el refrigerador eléctrico casero y menos de 100 años tienen la televisión, el polietileno, el caucho sintético, el nylon, los aerosoles, la energía nuclear, el computador y satélites espaciales. Increíblemente, hace 50 años se vivía sin comunicación vía satélite, transgénicos, fibra óptica, no había video juegos domésticos, ni código de barras, menos aún Internet, telefonía celular, cámaras digitales ni GPS.

300 años nos han bastado para convertir un planeta sano, exuberante, con una diversidad biológica infinita, en un planeta enfermo, agonizante, devastado por el abuso de la utilización de la naturaleza.

Los avances tecnológicos, los de las ciencias, los del conocimiento han sido en su gran mayoría, aprovechados para beneficio de unos pocos, para alimentar hambre de poder y no de estómagos. En menos de 300 años hemos mercantilizado el agua, el viento, la tierra, las montañas, los árboles, todo lo imaginable.

Mientras unos pocos juegan a ser dioses, otros muchos sobreviven sin poder cubrir sus necesidades más básicas o mueren por enfermedades totalmente evitables para la ciencia moderna, que no se encuentra a su alcance ya que no pueden pagar por ella.

Países que producen alimentos para abastecer largamente a su población, tienen altísimas tasas de desnutrición. Países con agua potable de sobra mueren de sed a manos de la minería y la agroindustria.

Como niños con sus padres, hemos estado buscando los límites. Y la Madre Naturaleza ha comenzado a ponerlos. Es doloroso, y lo será aun más, mucho más. Pero también es necesario para que un cambio de rumbo, hacia un mundo más justo, termine de gestarse en el interior de cada uno de nosotros y se convierta en una realidad visible.

Ricardo Natalichio *

* Ricardo Natalichio – Director EcoPortal.net

Editorial Ambiente y Sociedad N° 503
fuente www.ecoportal.net

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