«Con la inteligencia en primer lugar, gracias a los métodos de la ciencia, el hombre aplicaría a todos los organismos vivos, sobre todo a sí mismo, las mismas reglas que ha aplicado al mundo físico. En la búsqueda de la economía y el poder, crearía una sociedad sin otros atributos que los que podrían asociarse a la máquina. En realidad, la máquina es, precisamente, la parte del organismo que puede ser proyectada y regulada por la inteligencia sola. Al establecer su organización fija y su comportamiento predecible, la inteligencia producirá una sociedad similar a la de ciertos insectos que no han cambiado en sesenta millones de años: porque cuando la inteligencia llega a una forma definitiva, no permite ninguna divergencia a su solución acabada». Lewis Mumford*
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