“Al convertirse en bienes encauzados, el ser humano ha perdido la fe en su propio poder político, que se deriva de su capacidad de caminar y hablar. Creen que la actividad política consiste en exigir más de esos servicios que fusionan humanos y mercancías. No exigen más libertad para los ciudadanos autónomos sino mejores servicios para los consumidores sumisos. No lucha por su libertad de movimiento y expresión sino por su derecho a ser transportados e informados». Ivan Illich, Energía y equidad* (1973)