Los estudios tradicionales han identificado frecuentemente los distintos modos de producción con sus correspondientes ideologías. Sin embargo, estas investigaciones no siempre vinieron acompañadas de un acertado análisis de las diversas e históricas regulaciones del comportamiento humano. El tabú, por ejemplo, una de las formas más antiguas e inconscientes de control social, consistía básicamente en la ligazón del deseo prohibido con una negatividad extrema como, por ejemplo, la amenaza de un universo colapsado por todo tipo de desastres. Tan irracional como efectivo, bastaba que a un miembro de la tribu le asaltara cualquier deseo vedado en el tiempo productivo para que a la vez se le presentara asociado neuróticamente un tremendo pavor o un asco absoluto.
Por Julio Díaz y Carolina Meloni