En la década de 1880, el matemático y teólogo Edwin Abbott trató de ayudarnos a comprender mejor nuestro mundo describiendo uno muy diferente al que llamó Flatland (Planilandia). Imagine un mundo que no es una esfera que se mueve a través del espacio como nuestro propio planeta, sino más bien una gran hoja de papel habitada por formas geométricas planas y conscientes. Estas personas de forma pueden moverse hacia adelante y hacia atrás, y pueden girar a la izquierda y a la derecha. Pero no tienen sentido de arriba o abajo. La sola idea de un árbol, un pozo o una montaña no tiene sentido para ellos porque carecen de los conceptos y experiencias de altura y profundidad. No pueden imaginar, y mucho menos describir, objetos que nos son familiares.
Por Jonathan Cook*
19 de abril de 2021