Érase una vez un padre que, sabiendo que le quedaban pocos días, dejó una enseñanza a sus hijos. Entregó un mimbre seco a cada uno y pidió que lo rompan uno a uno. Fue muy fácil para cada uno. Luego les pidió ahora que tomen otros, pero esta vez les pidió que intenten romperlos pero ahora formando un haz atados por un junco.
Por Crdomeniconi