(…) Habiendo hecho las paces con el desertor en la realidad interior, no se sentirá tan hostil y a la defensiva cuando una figura semejante se presente en la realidad exterior. Pero lo más importante de todo es que habrá experimentado el poder de un arquetipo. La próxima vez, cuando conduzca sentado al volante, sabrá que no está solo en el asiento del conductor. Sabrá que unas fuerzas misteriosas están dentro de él y que pueden guiar su destino y absorber sus energías de manera invisible. Estará, pues, sobre aviso.
Por Sallie Nichols
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