Advertencia: la entrada puede contener detalles sobre el argumento.
«Norman Mailer tiene una teoría la cual utilizaba para justificar las casualidades ocurridas el día del asesinato de JFK: en el despertar de los grandes eventos tanto antes como después detalles físicos sufren espasmos por un momento se separan y cuando retoman su estado normal todos estos coinciden en una forma inusual. Nombres, cumpleaños, segundos nombres, cosas superfluas coinciden entre sí. Es ‘el efecto de onda’ Bien, ¿qué significa?, significa que algo sucederá, algo importante. Pero sabemos que siempre hay algo que está a punto de suceder». Grant Mazzy
Hoy ingresa en la sección películas malditas un gran largometraje que con “Carriers”, “Vals con Bashir” o “Déjame entrar” sean de las obras maestras que hemos podido ver el año pasado, hablo nada más y nada menos que del filme canadiense “PONTYPOOL” de Bruce McDonald. Esta película no ha sido comprada por ningún distribuidor tras su paso por la pasada edición del Festival de Sitges (2009), donde recibió más que una cálida acogida, y donde surgieron multitud de seguidores. Creo que estamos ante toda una obra de culto. Tony Burgess se encarga de adaptar sobre su propia novela llamada “Pontypool Changes Everything” para generar una ficción distópica que le sirve para hablar de sus temores sobre la sociedad actual.
Para ello nos sumerge en un claustrofóbico universo del interior de una emisora local de radio CLSY 660, donde Sydney Briar es productora de un talk show matutino presentado por la estrella en horas bajas Grant Mazzy. Ambos son como el perro y el gato hasta que la situación en el exterior de la emisora haga su relación cambie. Os parecerá un inicio un tanto insulso pero realmente esconde una maravillosa película, imprescindible para todo aquel que se llame a sí mismo cinéfilo. No había visto nada igual desde el impresionante arranque del largometraje de Lars Von Trier “Europa”. Ambos están a la misma altura, son igual de hipnóticos e inquietantes.
Títulos de créditos iniciales
Como ya hiciera con los títulos de crédito de “ALIEN”, vamos a analizarlos para ver qué esconden. En su secuencia inicial Bruce McDonald nos plantea la tesis del largometraje de una forma muy curiosa. Para ello mezcla la fascinante banda sonora creada por Claude Foisy, a partir de sobria y minimalista programación creada con sintetizadores, y la increíble voz del actor Stephen McHattie que da vida al presentador Mazzy Grant. Entre ambos se sientan las bases de todo lo que el espectador verá a continuación, es decir, las letras, las palabras, el lenguaje, la comprensión y la el juego entre significados y significantes. Los primeros hallazgos de maestría los tenemos en cómo nos muestran el nombre de la película. De una forma totalmente intencionada el director comienza a darnos más pistas sobre el diálogo declamado en ese mismo instante, y así establece un curioso juego con el espectador y así iremos leyendo lo siguiente…
Pontypool- Títulos de créditos iniciales
“P” pero esta letra pronunciada en inglés suena “pi”, luego puede tener dos significados, en primer lugar el número “pi” o también la letra “p”.
Lo siguiente que leemos es “TYPO” que significa “Error tipográfico”.
Pero enseguida el espectador puede leer lo siguiente “O TYPOO” que realmente es un error tipográfico porque typo se escribe con una sola letra O, pero además viene a ser un juego por el que manifiestan su sorpresa ante el error tipográfico, Oh!, que a su vez es otro error. Lo siguiente que nos aguarda es “ONTYPOO” que podríamos traducir como “sobre el error tipográfico” o “en el error tipográfico”. El siguiente mensaje es “ONTYPOOL” que vienen a ser tres palabras “ON-TY-POOL” que podemos traducir como “té en la piscina” porque “ty” se pronuncia igual que “tea”.
Para acabar mostrando el nombre de la localidad donde todos los extraños acontecimientos vana tener lugar, hablo obviamente de “Pontypool” Y con una transición para adentrarnos en el gélido amanecer de esta peculiar e imaginaria localidad canadiense. Este párrafo esconde en sí mismo la misma tesis que la película, y que para el lector de este análisis cobrará mayor sentido tras el visionado del filme.
Un largometraje psicológico
El argumento realmente versa sobre el uso del lenguaje, el significado de las palabras, de cómo las alteramos y cómo deterioramos su significado hasta hacérselo perder del todo. Es ahí donde los personajes encontrarán una salida a su problema. Pero también de la incomprensión en la que vivimos en la sociedad actual, en la que todos hablamos y escuchamos pero en la que nadie acaba por entenderse. Donde hacemos prevalecer nuestros intereses personales sobre los de los demás. De este modo el espectador asistirá impasible a un espectáculo donde el uso del lenguaje nos hace prisioneros a pesar de los postulados del personaje principal.
Con tres breves pinceladas nos describe a los personajes principales. Estamos ante un presentador en decadencia, alcohólico, que acaba de despedir a su representante y que tendrá que encarar la peor jornada laboral de su vida en la CLSY 660. A lo largo del programa iremos viendo como usa subterfugios lingüísticos para poder justificar sus injustas acciones, y será en este momento donde la directora del canal de radio le enfrente a la realidad y sea su espejo. Así el cristal de la cabina donde Grant hace su programa diario se convierte en un eje de simetría y en un lado estará ambos contendientes, por un lado Grant y por otro la productora del programa matutino Sidney Bryar. Y el personaje que hace de bisagra entre ambos, es la joven Laurel-Ann Drummond, que interpreta a la técnico de sonido que acaba de llegar de la guerra de Afganistán, y que trata de que las cosas continúen su curso de una forma suave.
Pero también posee más cargas de profundidad porque habla de la manipulación de los medios de comunicación al reinventar la realidad, el día a día. Donde algunos personajes no son lo que parecen o no están donde dicen hallarse. Que para algunos eso puede tratarse como un homenaje a lo que nuestros mayores decían que era “la magia de la radio”, pero en realidad habla de la manipulación de los hechos porque en cierta media los está reinventado.
Este valiente largometraje en un tour de force nos adentrará en dónde residen los límites de la libertad de expresión, dejando este tema abierto para que tras el visionado el público pueda debatir sobre estos aspectos, y otros más como lo que es una noticia relevante o pertinente a diferencia de lo que es un mero chisme o cotilleo. Inclusive, si es lícito lanzar una noticia sin haberla contrastado antes, y lo que puede tener más delito en ese caso, introducir comentarios editorialistas irónicos con los supuestos protagonistas del hecho noticiable convirtiéndolos en protagonistas de un enorme chiste. Así el guionista juega su gran baza con el personaje del presentador, y será a través de sus ojos cuando contemplemos el enorme problema de consecuencias no ya catastróficas sino apocalípticas.
Para un espectador europeo será exótico ver cómo los presentadores de radio norteamericanos establecen curiosas relaciones con sus audiencias, donde estos se erigen en guardianes de la libertad de expresión y amparándose en ellas, realizan todo tipo de críticas, justificadas o no, y dan rienda suelta a sus sermones propagandísticos. Pero hay un último detalle importante que es la forma en la que nos muestra la gran magia de un medio de comunicación de masas como es la radio, me refiero a que puedes hacer creer a tu audiencia que estás en cualquier punto del globo terráqueo y todos han de creerte, porque nadie te ve realmente. Y si encima aderezas el “engaño” poniendo efectos de sonido, bien puede parecer que vas en el interior de un helicóptero a pesar de que estés en el interior de una camioneta Dodge en lo alto de una colina.
Narrativa fílmica
Bruce McDonald abusa intencionadamente de los primeros planos a lo largo de todo el film. Las razones son varias. La primera es que estamos ante un relato absolutamente claustrofóbico. Una vez ubicados en el escenario realiza un montaje a partir de primeros y primerísimos planos, donde los detalles son exhaustivos. Pero la narración no se hace monótona al mover la cámara. Los dos recursos más usados por el director canadiense son las panorámicas y los zooms. La manipulación del lenguaje y de la palabra queda resaltada con el manejo del sonido, introduciendo efectos de sonido donde las palabras acaban resonando en un eco en un espacio totalmente abierto, y donde este fenómeno físico sería totalmente inverosímil.
Uno de los grandes aciertos es narrar todo desde el punto de vista de los miembros de la emisora, así pues el exterior entra a través de conexiones telefónicas, con lo que una vez más deja en manos de la imaginación del oyente y del espectador de la película que recree los hechos que va narrando el personaje de Ken Lonney desde su helicóptero “Sunshine”. O también de lo que pueden escuchar en la emisora de radio de la policía, las llamadas de teléfonos móviles o de lo que pueden leer en Internet. Es justo en esos momentos donde los efectos de sonido, los silencios y las programaciones de Claude Foisy cobran especial relevancia y su auténtico protagonismo haciendo de este maravilloso largometraje toda una joya artesanal, creada pieza a pieza, en la que todo acaba encajando.
Pero donde uno ya aprecia el enorme talento como director de Bruce McDonald es en la gran compenetración que tiene con su director de fotografía Miroslaw Baszak. Primero he de introducir un concepto de fotografía llamado profundidad de campo, que según la Wikipedia es el espacio por delante y por detrás del plano enfocado, comprendido entre el primer y el último punto apreciablemente nítido reproducidos en el mismo plano de enfoque. Bien, eso nos lleva a que ambos planifican el encuadre, dentro del mismo plano podemos tener un personaje enfocado u otro, destacando su gestualidad. Mirad estos dos planos de la misma escena donde McDonald y Baszak juegan con la profundidad de campo, eso lleva aparejado planear cuidadosamente la puesta en escena y los diálogos, darle la luz adecuada, para reducirlo, así genera momentos de gran tensión dramática cargados de mucho suspense y de actuaciones muy naturales por parte de los actores. Así apreciamos el talento de estos profesionales, que resuelve las cosas con mucha imaginación, al construir un relato de máxima tensión con los pocos elementos que tiene a su alcance.
Humor fino y otras curiosidades
Es soberbio por ejemplo el particular homenaje que realiza el guionista a uno de los mayores realizadores hablo nada más y nada menos que del director británico David Lean. Así el grupo musical que acude a la radio para ser entrevistado se llaman “Lawrence and the Arabians”, aludiendo al escarizado film Lawrence de Arabia protagonizado por Peter O’Toole. De esa manera el humor irrumpe y rompe la línea dramática para dar un respiro al espectador. Pero este homenaje esconde algo más, ninguno de los integrantes son árabes, y todos van maquillados de forma estrambótica, de esta forma construye la escena como si se tratara de un scketch de los Monty Python, interpretando a capella una canción llamada “The Nefud desert” y es en ese momento donde aparece el guionista del largometraje Tony Burgess, dando vida a Lawrence.
La genialidad del guionista de la película se aprecia al introducirnos en un universo absolutamente orwelliano. George Orwell entre 1947 y 1948 escribe una de sus novelas más famosas, hablo de “1984”, editada en España por la Editorial Planeta. En una de sus múltiples líneas argumentales está la de cómo se puede acceder al cerebro de una multitud para manipularles y persuadirles a través de la neolengua o nuevahabla, en inglés “newspeak”. Porque la palabra se altera y pierde su significado. Se trata de una perversión del lenguaje y del significado de las palabras, así el emisor del mensaje necesita menos variedad de palabras para expresar una idea. Una variante de ello lo vivimos en la actualidad sin ir más lejos cuando en los telediarios o en los periódicos podemos leer “daños colaterales” para referirse a la cantidad de civiles muertos por ejemplo durante la última guerra de Irak.
En el caso de “Pontypool” Burgess juega con el concepto de contagio. A diferencia de “28 días después” de Danny Boyle en el que la ira se contagia a través de la sangre, aquí es a través de la lengua, lenguaje y la comprensión de la palabra. A diferencia de otra película maldita llamada “The signal” que pudimos ver en una de las muestras Scifi dirigida en comandita en 2007 por David Bruckner, Dan Bush y Jacob Gentry, en el que el vehículo es otro medio de comunicación de masas, la televisión. Pero el resultado es el mismo, el receptor del mensaje al escucharlo comienza atener impulsos agresivos. Mientras que en el filme de McDonald es la palabra enunciada que al comprenderla y asimilarla se contagia y a partir de ese momento siente unos deseos irrefrenables de comerse a sus congéneres y de matarles.
Así llegamos a otra referencia literaria, en este caso del escritor norteamericano William Burroughs dijo que “el lenguaje es un virus que vino del espacio exterior” en su novela “El billete que explotó” editada en España por la Editorial Minotauro, donde explora la idea de que la palabra es una entidad en sí misma capaz de alienar al individuo. Pero sin duda el espectador al finalizar el metraje no podrá evitar acordarse de la figura del actor y realizador norteamericano, Orson Welles y en su Mercury Theatre. Concretamente a la mítica retransmisión de “La guerra de los mundos” por la CBS el 30 de octubre de 1938, con la que consiguió sembrar el pánico extendiéndose como el virus de la película.
Otras emisoras y locutores de radio
Bruce McDonald a diferencia de otros directores consigue no salirse en ningún momento de la emisora de radio, y consigue mantener la atención del espectador, no llegando a aburrirle en ningún momento. Pero en la filmoteca hay otros largometrajes que se centran en el maravilloso y mágico mundo de la radio, que sólo los que hemos trabajado años en ese medio sabemos sus potenciales y hasta donde llega su poder.
En la cinematografía española tenemos dos películas que giran en torno a la figura de este medio de comunicación. En primer lugar tenemos un filme firmado por José Luis Sáenz de Heredia en 1955 titulado “Historias de la radio” en la que nos introducía en este particular mundo a través de tres historias basadas en los concursos radiofónicos, todas ellas entrelazadas a través del locutor Gabriel y su prometida. Tendremos que esperar hasta 1978 para que el escarizado José Luis Garci dirigiera el que sería el largometraje estandarte del cine realizado durante la transición, hablo de “Solos en la madrugada” En este caso partió de un guión firmado por el propio realizador y que nos adentraba en la vida de un locutor de radio nocturno llamado José Miguel García Carande interpretado por José Sacristán, que atraviesa una crisis sentimental y además intenta superar sus problemas generacionales. Los de mi generación recordamos esta cinta por otros motivos, sobre todo porque fue una de las primeras oportunidades de ver un seno femenino en pantalla grande.
En 1971, el actor y director Clint Eastwood construyó un thriller con tres elementos básicos la radio, la noche y los asesinos en serie, se llamaba ”Escalofrío en la noche“. Para muchos es una obra menor, para otros esconde muchas de las claves de lo que sería su cine a caballo entre lo artesanal e industrial, entre lo personal y lo manufacturado. Patillas, pantalones de campana, mucho jazz y sobre todo, quién no recuerda con ansiedad esta imagen.
En 1987, Barry Levinson dirige una de las más recordadas por toda la comunidad cinéfila, hablo de “Good Morning, Vietnam” que nos adentra en la vida de un Dj llamado Adrian Cronauer, interpretado con soltura por Robin Williams, de la emisora de las fuerzas armadas estadounidenses destacadas en Saigón durante la guerra de Vietnam que trata a diario de levantar la moral a las tropas. Pero en este caso no consigue mantener la atención del respetable y tiene que salir de la emisora para mantener viva la acción.
Lo mismo le pasa a Oliver Stone en “Hablando con la muerte” realizada en 1988. El guión corrió a cargo del propio director y de su actor principal, Eric Bogosian que se alzó en el Festival de Berlín con el oso de plata a la mejor interpretación masculina en la edición de 1989. Bogosian interpretaba a Barry Champlain, un cínico y cruel presentador de un programa de radio nocturno de gran audiencia en Dallas, que se caracterizaba por tener una personalidad un tanto voluble, a veces simpático, pero en otras odioso, llegando incluso a recibir amenazas por sus afirmaciones y opiniones claras y contundentes.
En 2007, y en la misma línea abierta por Oliver Stone, la directora norteamericana Kasi Lemmons levantó otro proyecto maldito llamado “Talk to Me”, lo digo porque este filme no se llegó a estrenar nunca en España y desconozco si salió incluso al mercado de DVD. Esta vez estamos ante un largometraje inspirados en hechos reales y es el gran actor afroamericano Don Cheadle el encargado de meterse en la piel de un Dj un tanto radical de una emisora de radio privada llamado Petey Greene Jr., que usa su programa para desarrollar su activismo social. En este caso al igual que Levinson sus guionistas Rick Famuyiwa y Michael Genet no saben resolver la ecuación porque aunque son escasas acaban abandonando la localización principal para salir a exteriores para seguir desarrollando la historia.
Uno de los últimos títulos es la comedia británica ”Radio encubierta” donde Richard Curtis reunía a un gran elenco de actores al igual que lo hiciera en su anterior filme “Love actually”, así Philip Seymour Hoffman, Bill Nighy, Kenneth Branagh pasaban por una radio pirata en alta mar repleta de sexo, drogas y rock&roll, rencillas, amistad, por no hablar de fuertes dosis de nostalgia del swing de los 60 y un cierto toque de comedia romántica.
fuente www.videodromo.wordpress.com
PONTYPOOL
Direcciónr: Bruce McDonald
Guión: Tony Burgess
Año: 2008
Duración: 85 minutos.
Mas sobre la película www.filmaffinity.com/es/film580839.html