Dice Durito que todas las opciones múltiples que el Poder ofrece, esconden una trampa.
Por Subcomandante Insurgente Marcos
Desde las montañas del Sureste Mexicano
México, Marzo del 2003
«Donde hay muchos caminos y se nos presenta la posibilidad de elegir se olvida algo fundamental: todos esos caminos llevan a lo mismo. Así la libertad no consiste en elegir el destino, el paso, el ritmo, la velocidad y la compañía, sino en sólo elegir el camino. Y más aún, la libertad que ofrece el Poderoso es sólo la libertad para elegir quién caminará en nuestra representación», dice Durito.
Y dice Durito que, en realidad, el Poder no oferta más libertad que la de elegir entre múltiples opciones de muerte.
Puedes elegir el modelo nostálgico, es decir, el del olvido. Éste es el que se le ofrece, por ejemplo, a los indígenas mexicanos como más adecuado para su idiosincrasia.
O también puedes elegir el modelo modernizador, es decir, el de la explotación frenética. Éste es el que se le ofrece, por ejemplo, a las clases medias en América Latina como más adecuado a sus patrones de consumo.
O si no, puedes elegir el modelo futurista, es decir, el de las armas del siglo XXI. Éste es el que, por ejemplo, ofertan los misiles teledirigidos en Irak y que, para que no haya duda de su espíritu democrático, igual matan iraquíes, que norteamericanos, saudí árabes, iraníes, kurdos, británicos y kuwaitíes (más las nacionalidades que se acumulen en la semana).
Hay muchos modelos más, casi uno para cada gusto y preferencia. Porque si de algo se puede preciar el Neoliberalismo es de ofrecer una variedad casi infinita de muertes. Y ningún otro sistema político en la historia de la humanidad puede decir lo mismo.
Durito pone entonces un vaso con agua sobre la mesita, hecha de palos y amarrada con bejuco, y dice: «El Poder nos dice, por ejemplo, que tenemos que elegir entre ser optimistas o pesimistas. El pesimista ve el vaso medio vacío, el optimista ve el vaso medio lleno. Pero el rebelde se da cuenta que ni el vaso ni el agua que contiene, le pertenecen y que es otro, el poderoso, el que lo llena y lo vacía a su antojo. El rebelde, por un lado, ve la trampa; pero también ve el manantial de donde sale el agua».
«Así que, cuando el rebelde se enfrenta a la opción de elegir entre varios caminos, mira más lejos y mira dos veces: mira que esas rutas llevan al mismo lugar, y mira que al lugar donde quiere ir no hay camino. Entonces el rebelde, en lugar de angustiarse por encuestas que dicen que un camino es mejor que otro porque tanto por ciento no puede equivocarse, empieza a construir un camino nuevo», dice Durito mientras reparte, en papelitos de todos los colores, muchos «NO» frente a las embajadas norteamericanas en todo el mundo que, como todos saben, se parecen sospechosamente a locales de venta de hamburguesas de plástico.
fuente http://palabra.ezln.org.mx/comunicados/2003/2003_03_a.htm