Premiada en el Festival de Sundance y en el Festival de Berlín, el Atlantida Film Festival 2015 recoge en su Sección Atlas We Come as Friends, el último documental del director austriaco Hubert Sauper quien se adentra ahora en el territorio sudanés durante el período de transición política que desembocó en la oficialización de la independencia de Sudán del Sur en julio de 2011.
Por Samuel Lagunas
La mirada mordaz, aguda y contundente de Sauper toma en esta ocasión la forma de un collage de declaraciones y puntos de vista que reflejan la divergencia de opinión respecto al presente y futuro del territorio soberano más joven del planeta. Ante la cámara del austriaco desfilan trabajadores chinos de una compañía petrolera, evangélicos y empresarios norteamericanos así como militares y gobernantes sudaneses que buscan –a tientas y a oscuras– defender su territorio cediéndolo temporalmente a la iniciativa privada extranjera. Sauper, en este sentido, logra un documental despiadado que enfrenta al espectador con el esqueleto ideológico de las formas de colonización y exterminio que amenazan destruir la población y el territorio sudanés. Resulta una metáfora espléndida del porvenir que algunas tribus se vean obligadas a desplazarse de sus casas y comiencen a habitar encima de un cementerio: Sudán del Sur no es más que otro país de un continente harto dividido que se construye sobre miles de huesos humanos.
Sauper amalgama su colmillo anticapitalista con fuertes dosis de ironía en dos momentos cruciales: la visita misionera y el foro de inversionistas. Ambos colocan al espectador en una posición ambigua entre la rabia, la sonrisa y el triunfalismo ingenuo. Una mujer texana sufre grandes congojas porque los niños no cubren su cuerpo con ropas mientras que un empresario ansía que los sudaneses entiendan que la tierra no es de nadie y por eso es un deber compartirla. Así de absurda es la historia; por ende, el futuro es apabullante. Precisamente, la genialidad de We Come as Friends es que es un documental que habla también del futuro.
No es azaroso, pues, que Sauper haya elegido mostrarnos a los trabajadores chinos disfrutando en su monitor escenas de Star Trek, Star Wars y de la épica 2001: Odisea del Espacio. Tampoco es casual la voz over que abre el documental con una eficaz y sucinta parábola: los norteamericanos son dueños incluso de la luna pero ignoran que cuando aterrizan en África ellos son los extraños, ellos son el alien. Y su vocación destructora es inclemente y polifacética: desde la política, la economía, la educación y la religión su intención imperialista es inocultable. Sí, Sudán del Sur puede ser la “Nueva Texas” pero para ello los sudaneses deben vestir jeans y sandalias, beber Coca-cola, entender inglés, aprender a usar dólares y creer en un Cristo que lo único que puede hacer por ellos es vivir en sus corazones, no puede garantizarles la propiedad de sus tierras ni mucho menos asegurarles el alimento diario. Es la nueva forma de “encomienda”. Tienen que firmarla aunque no entiendan las palabras del documento. No hacerlo es la guerra. Hacerlo, es el despojo, la ruina, la esclavitud y la pobreza. No hay alegría al final de esos caminos, solamente temor, oscuridad, desierto, horror, incertidumbre y una pequeña semilla de venganza que intenta germinar en las nuevas generaciones.
We Come as Friends
Dirección: Hubert Sauper
Guión: Hubert Sauper
País: Francia
Año: 2014
Duración: 105 min.
Más sobre el documental http://www.filmaffinity.com/es/film536458.html
fuente http://cinedivergente.com/festivales/festivales-2015/atlantida-film-fest-2015/we-come-as-friends