El tema del pánico es muy actual. Suceden actos horribles constantemente y el pánico en que se convierte es una cuestión que nos involucra a diario. No hablamos más de la sociedad “chiflada” de lo “piantados” que estamos, sino que usamos una terminología de la psiquiatría. El Pánico hace que los pacientes sufran muchísimo.
Por Pedro Grosz
¿A quién le hace falta semejante superlativo?
Pocos días atrás hubo un atentado en Niza. Una pequeña ciudad preciosa del Mediterraneo. Los que fueron asesinados eran niños y adultos acompañantes.
Se habían reunido en una plaza para presenciar los fuegos artificiales de la fiesta de verano. Cuando empezaron los fuegos y la fiesta, los embistió un camión con explosivos que estalló. Todo ocurrió de repente, inesperadamente. Nadie sabía reaccionar al horror. Atónitos y en pánico, corrían, gritaban desesperados. Los periodistas que estaban allí para acompañar e informar sobre la fiesta, tuvieron que trasmitir lo increíble que les tocó vivir. Repetían con angustia, que no eran especialistas para este tipo de transmisión. Las informaciones y, sobre todo la televisión, hicieron vivir la experiencia de lo que sucedía como si estuviéramos allí mismo.
Actos de terrorismo semejantes han sucedido repetidas veces en el último tiempo.
Las reacciones de los políticos que hablan después, me dan muchas veces la sensación de una obra de teatro muy mal ensayada. Ya son varias las veces que se repite. Hablan un momento del duelo, de tristeza, de condolencia. Pasan luego y rápido a lo que tiene características de arenga; a no tener miedo, tener valor y patrióticamente a no ceder. Los valores de “nuestra sociedad libre” no se entregan. No se dan cuenta que haciendo así provocan y no consuelan y toman justamente la actitud de guerra que buscan los que provocan. Buscan lo sensacionalista y provocan el odio de las víctimas.
Los que amenazan con terror, lo hacen para producir miedo y pánico. Es inevitable que logran lo que se proponen, si los que reaccionan toman parte en las reglas del juego. Consejos que instan a no tener miedo, palabras que invitan a no sentir lo que se siente, son vanas e inútiles. Pertenecen a una pedagogía anticuada.
Sería sincero y veraz aceptar que sí, se tiene miedo, pánico y denunciar la incapacidad de hablar de aquellos que hacen estallar explosivos. El tema son las debilidades. Todos podemos hacer daño. Destruir y dañar es mucho más fácil que construir. La incapacidad de los que actúan y llenan a la gente de horror no se denuncia. No se habla de la cobardía de aquellos que tienen que actuar, matar, por ser incapaces de tratar y de hablar.
Las naciones en Europa no tienen guerras entre sí desde hace unos 60 años. Es una novedad histórica. Nunca se dio antes. Parece ser que se ha desarrollado un método con buenos resultados. Se exportan armas y las guerras se dan en otros lejanos lugares, tal vez en otro continente. A los países europeos les va económicamente mejor que nunca, esto consolida la unión de los diversos estados. Escribo desde Suiza, país en auge, según dicen, el país más rico del mundo en este momento, que no pertenece a la Unión Europea. Hace unos ochocientos años que no participa en las guerras. ¡Esto tan feo lo hacen los otros! Pero sí producen material bélico que se vende a los que lo usan.
El título de esta revista se refiere a lo social. Cotidianamente los medios de prensa nos confrontan con informaciones de vandalismos, agresiones y actos de terrorismo que producen miedo. Lo que a pánico se refiere, lo quiero aclarar más adelante.
Como psicoanalista trabajo con mis pacientes sobre sus miedos. Si me aproximo a lo social, deseo hacerlo con mucha cautela, ya que estoy habituado a la configuración en los tratamientos donde mis puntos de vista los verifico con el diálogo. Produzco ideas para luego discutirlas.
Si los pacientes no están en condiciones de discutir, se vuelve esto el tema primordial, hasta hacerlo posible. Solo podemos trabajar juntos, cuando se da la capacidad del diálogo. Con la sociedad, con el pueblo esto no es factible. Los periodistas suelen publicar sus maneras de pensar que no son verificables. La sociedad del pánico la puedo intentar describir desde mis puntos de vista, que hacen hincapié en los desarrollos económicos y sociales.
Leyendo el número anterior de Topía, quiero solo ejemplificar cómo se da la práctica actualmente y agregar lo que sucede aquí. Estoy muy de acuerdo con la opinión de Renán Vega Cantor “Neoliberalismo y violencia”. No creo que todo haya empezado en Chile, sino que el capitalismo con sus formas es viejo. África es el continente de los experimentos de dominación.
Los instrumentos de la violencia cambian, se desarrollan según la sociedad en las que se usa. Aquí en Suiza no se ven policías armados para enfrentarse con la gente que protesta.
El método de las protestas y huelgas ya casi no existe. Si en una empresa los empleados no están conformes, se transfiere la producción del mismo producto a otro país, donde la mano de obra es mucho más barata y conveniente para los jefes “pudientes”. Los gremios y las entidades de los trabajadores han perdido su instrumento de lucha clásicos y pasan por una gran debilidad e impotencia porque el neoliberalismo se nutre de la globalización y de los desarrollos tecnológicos que minimizan el efecto de las fronteras nacionales.
Por ejemplo, sé que si hoy voy a comprar ropa relativamente barata, si bien lleva el sello que es suiza, una parte de la producción se hizo en otro país, por ejemplo India, Vietnam, Bangladesh… Donde las condiciones de los trabajadores es infinitamente inferior y la mano de obra es mucho más barata. Tal vez el empaque se hizo aquí para estampar el sello, “made in Switzerland”.
La clase pudiente es cada vez más rica, los otros tienen cada vez menos. Parece como una tijera que cada vez se va abriendo más. Los extranjeros significan para Suiza un problema. Hay mano de obra que viene de los países limítrofes a trabajar cada día. Residen en Italia, Francia, Alemania, Austria, donde los costos de vida son inferiores, aquí ganan más. Pasan todos los días laborables la frontera, para regresar a descansar a su país.
También los inmigrantes significan un peligro para los trabajadores. Los que llegan como fugitivos, están dispuestos a trabajar con sueldos muy bajos, solo para salir de las penurias de sus países de origen. Por razones de tradición humanitaria el país que fundó la Cruz Roja, frente a la situación internacional con unas veinte millones de personas huyendo, no puede abandonar su responsabilidad de ayudar. Llega un número limitado de fugitivos que va a tener que pasar por muchas penurias.
La derecha usa esta situación. Promete cerrar las fronteras, limitar los inmigrantes y conservar los puestos de trabajo nacionales, reduciendo los impuestos, porque no habría gastos para extraños. Los discursos se atreven a explicar desventajas económicas con los extranjeros, ocultando así los problemas internos. Pero son los mismos que se enriquecen por la situación creada.
Cerca de mi casa hay una mezquita. Por lo general el público ni se da cuenta que existe. Está construida en un barrio que fue industrial. Las fábricas no existen más. Allí se construyeron nuevas viviendas. Hace poco se hizo conocida, porque varias veces apareció la policía. Se dice que en este lugar el “An’Nur Imam” recluta jóvenes para la Yihad (Estado Islámico).
Los temores, los miedos son incómodos a veces, pero imprescindibles. Varios fieles viajaron, fingieron ir de vacaciones a Turquía y pasaron así a Siria. Allí al adiestramiento militar y luego a la guerra. Mellizos menores de edad fueron y murieron. Otros jóvenes fueron y otros quieren ir, para ser mártires y héroes inolvidables. En esta sociedad no encontraron su lugar, les hace falta orientarse, tener pertenencia y ser importantes.
Pero no solo ellos van a los frentes bélicos, sino que aquellos que quieren defender los valores “humanitarios” van a enfrentarse y combatir. Al otro lado de la frontera, han sucedido actos atroces, insólitos de terrorismo hace muy poco. Aquí la policía está en alerta y muy presente. Justamente tanta presencia produce desconfianza. En las fiestas, en donde se baila o se hace deporte, siempre que se reúne gente lo hace con la presencia de la vigilancia.
El terrorismo intenta crear un clima de horror, miedo extremo, de alarma extrema. Las imágenes dolorosas de violencia inmensurables, asesinatos, destrucciones, ejecuciones y atentados suicidas dominan las publicaciones de prensa cotidianas. El mundo Occidental se ve confrontado con un tipo de guerra diferente, nuevo.
Desde aquel famoso once de septiembre de 2001, sigue el lugar de “lo malo“ en Medio Oriente. Hay muchas guerras en el mundo de las cuales el público se entera muy poco. Nos informan, luego desaparecen de las publicaciones y por lo general nos olvidamos. Estamos saturados de informaciones. Muchas veces producen noticias sensacionalistas, sobresaltos, sustos. Son tantas las informaciones, que superan la capacidad de la memoria. Saturados y como aceptando la impotencia, nos olvidamos.
Mientras escribo, esto están falleciendo de hambre, sed, por los bombardeos y los proyectiles más o menos un millón de personas en Alepo (Siria). Hay una guerra que no se declara, se da de repente, de sorpresa, en situaciones inesperadas en un acto irracional, psicótico. Es gente desesperada, que antes de suicidarse, asesina a quien puede… subrayan que no todo va bien. Disparan con ametralladoras, ponen bombas, dinamita, agreden a cuchilladas, a veces sin palabras, otras gritando, aullando el motivo de la desesperación.
El terrorismo provoca mucho miedo y desconcierto y, a veces, pánico. El Estado Islámico lucha contra la cultura y la sociedad del oeste. Pero también hay jóvenes, suicidas, francotiradores, que matan así no más, asesinan y se suicidan. No todos lo hacen por razones de fanatismo religioso con ideologías islamistas. Los motivos, individualmente vistos, son múltiples. Por lo general, luchan desesperadamente contra la frialdad, la indiferencia, agotados y con una acumulación de odio matan. Hay enfermos psíquicos que asesinan y aquellos que se suicidan solos. Existen los que matan y luego se matan.
En el mundo occidental se habla del auge del “Populismo“ en política. Es una manera superficial de explicar por qué gana en las votaciones la derecha. Pensar en los errores que comete y cometió la izquierda cuando está en el poder es mucho más difícil y comprometedor. Obligaría a ser creativos y aquí se impone siempre la pregunta :¿podemos? ¿No somos solidarios si criticamos y buscamos caminos?
La derecha usa interpretaciones rápidas, que confirman una y otra vez lo que ya sabemos. Palabras vanas circulan y apoyan el sistema acostumbrado. Se aprovechan de las frustraciones, ira, desilusiones y resentimientos para producir promesas que no son realizables. Políticos hábiles, reaccionarios utilizan el método para manipular y mentir, hacen promesas que crean nuevas esperanzas y hacen repetir las desilusiones, creando un clima de violencia.
Me parece que estas realidades están presentes en todos los países encadenados en el sistema del capitalismo neoliberal y sus consecuencias sociales. Menor valor adquisitivo del dinero, empobrecimiento de la clase media, también despidos, porque la automatización anula puestos de trabajo.
Muchos jóvenes desesperan por no saber qué rumbo profesional y social tomar en el futuro. No encuentran un rumbo en la sociedad para sus aspiraciones, parecen existir sin meta y en constante crisis de sus identidades. El suicidio asesino les da un papel de una “importancia” terrible, los hace famosos y muchos esperan ser vistos como héroes.
Peligrosamente reflexionando así, la política tiene una visión de la sociedad considerando cuestiones emocionales y sentimientos heridos de la autoestima. El siguiente paso lógico es tratar a los ciudadanos como casos de terapia. Usan los conocimientos de Psicopatología. Toman una actitud terapéutica de cuidado hacia los supuestamente “simples” o las personas “pequeñas” puestas cada vez más en duda. Así se da la impresión que precisamente estas personas no son tomadas en serio ya que sus necesidades provienen de una patología.
Nietzsche y Max Scheler estudiaron los resentimientos. Ambos estuvieron de acuerdo que los reproches y los resentimientos surgen de la incapacidad de transformar las emociones en acciones útiles. La falta de efectividad para cambiar las condiciones no complacientes de la vida, hacer crecer el descontento, el enojo, la ira, la violencia y si todo fracasa la desesperación.
Pánico es un término nuevo, que surge en nuestra época, se usa como superlativo del miedo. Pertenece en la nomenclatura médica a las patologías.
Aquí la descripción que presenta Wikipedia:
Síntomas del trastorno de pánico: DSM-IV. El trastorno de pánico con (o sin) agorafobia se valora según los criterios diagnósticos del DSM-IV (cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense de la forma siguiente:
A. Cumplimiento de los requisitos (1) y (2):
1. Ataques de pánico periódicos e inesperados.
2. Al menos uno de los ataques ha sido seguido durante 1 mes o más de al menos uno de los siguientes aspectos:
– Persistente preocupación por tener nuevos ataques.
– Preocupación por las implicaciones del ataque o por sus consecuencias (por ejemplo: perder el control, sufrir un ataque cardíaco, “volverse loco”, etc.).
Por lo general el pánico aparece en combinación con otras enfermedades. Tuve que tratar pacientes con este sufrimiento que habían superado la tortura y estaban aun en vida.
S. Freud en sus trabajos le dio gran énfasis al tema de los miedos, el “pánico” como tal no lo trató. Según su procedencia y motivo, intentó diferenciar los “Miedos Reales“ de aquellos que serían consecuencia de elaboraciones intrapsíquicas complejas que llamó “Fobias”. Éstas se convirtieron en un tema central de la investigación psicoanalítica. Muchas de sus publicaciones llevan como título “Fobia”.
Nos ponemos contentos, felices, orgullosos cuando podemos superar miedos. Buscamos situaciones en donde poder hacerlo. Es uno de los motores centrales de la iniciativa humana llegar a la posibilidad, ponernos en condiciones de vencer lo que nos frena, inhibe o presenta dificultades.
En los parques de diversiones los juegos que producen miedo son los más visitados, los juegos virtuales de internet, las apps que estimulan lo sensacional, el suspenso consisten por lo general en la habilidad de superar miedos. Se escalan montañas imposibles, se superan abismos, excavan túneles, se vuela al espacio. Hasta se construyó un avión que funciona con energía solar.
Se inventan cuentos que superan miedos. La capacidad de pensar en abstracciones, crear metáforas, analogías y símbolos es esencial para la creatividad humana y la actividad psíquica. El Miedo tiene como señal una función central en el organismo psíquico; avisa, solicita atención, es el sentimiento que pone en acción, la alarma. El Miedo inicia, despierta, despabila, busca, aclara el consciente. Usamos nuestra inteligencia para prevenir.
Semánticamente y en sinónimos tenemos en castellano cuarenta y ocho palabras para comunicar sentimientos cercanos a miedo. Pánico, espanto, atrocidad, horror, son superlativos. “No tengas miedo…” es una frase que se oye mucho, a veces en los educadores. También la usan los políticos. Se quiere decir así que somos fuertes, capaces, sobre todo no débiles, estamos en condiciones de superar una situación, un motivo o evento que produce miedo.
Pero también se la puede intentar inculcar a soldados para que obedezcan y vayan a la guerra, hasta a un pueblo, una nación para que piense en una manera que conviene. Esta arenga, esta exaltación maníaca puede reducir la función del consciente, reducir la crítica necesaria y seducir.
La capacidad de aceptar los peligros, enfrentarse seriamente con ellos, para superarlos veraz, adecuada y sinceramente es la fuente de la tranquilidad y confianza.
publicado en revista Topía nº78, Noviembre 2016, Buenos Aires.
fuente: https://www.topia.com.ar/articulos/sociedad-del-panico
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