Han pasado ya 38 años desde que los primeros repobladores llegaron a la aldea de El Calabacino situada en la Sierra de Aracena provincia de Huelva. El Calabacino es una ecoaldea perteneciente a la RIE (Red ibérica de Ecoaldeas) y la componen un grupo de 115 personas, 40 de ellos niños, con un índice de natalidad muy por encima de la media de cualquier municipio español.
Por El Calabacino
elcalabacino@gmail.com
Estas familias fueron comprando ruinas y huertas y construyendo sus casas. Sin ser una comunidad, la población de El Calabacino es una aldea especialmente sensible con el medio ambiente. Tiene una particularidad y es que a esta aldea no se puede acceder en vehículo a motor por lo tanto se ha vuelto a recuperar el empleo de burros, algo casi inexistente en esta sierra.
Se abastecen únicamente de energía solar, cultivan sus huertos, recogen la aceituna y hacen su propio aceite… Pero hoy esta ecoaldea está en peligro porque oficialmente sus viviendas bioclimáticas no pueden cumplir las normativas de lo que hoy es Parque Natural, porque ha sido declarado suelo no urbanizable obviando que la antigua aldea del Calabacino llegó a tener 230 habitantes repartidos en casas y montes.
Es por este motivo que la Fiscalía de Huelva ha intervenido de oficio como si de un problema gravísimo se tratara. El caso es que este asunto, que se podría arreglar fácilmente con voluntad política, se está agrandando tras recibir las familias la orden de derribo por parte del Ayuntamiento de Alájar, localidad a la cual pertenecen. La Fiscalía a su vez pide miles de euros y de dos a cuatro años de cárcel.
Como posible solución los habitantes de esta aldea han encontrado una figura legal para recalificar el suelo, aprovechando que actualmente están en proceso de revisión los planes generales de ordenación del territorio.
El Habitat Rural Diseminado de Interés Social y Ecológico es lo que se aporta ahora mismo de esta aldea, además de haber realizado numerosos estudios arquitectónicos, urbanísticos, sociológicos, de impacto medioambiental etc., que demuestran que lejos de ser perjudiciales para el medio ambiente vivir de nuevo en la aldea es beneficioso, porque se limpia el monte, se recuperan albercas y sistemas antiguos de riegos y canalizaciones de aguas, se mantienen los caminos, se mantiene la escuela de Alájar, se crea autoempleo y una economía local, etc.
Los habitantes de esta aldea han decidido mantenerse unidos y firmes y presentarse a los futuros juicios como asociación de vecinos. Lo importante ahora es dar a conocer la situación que están viviendo un grupo de gente tranquila, amante y respetuosa de la Naturaleza y que ha apostado conscientemente por otra forma de vida no capitalista y alejada de la sociedad de consumo.
La historia está llena de ejemplos de cómo para avanzar ha hecho falta explorar más allá de los límites de la legalidad del momento, porque de seguir así caminamos hacia la destrucción del planeta, que será una destrucción legal, pero destrucción al fin y al cabo. ¿Queremos una sierra despoblada y unos pueblos sin niños cuya exclusiva ocupación sea el turismo rural? ¿O apostamos por un camino intermedio en el que cada actividad tenga su espacio y se puedan mantener los pueblos vivos?