Vivimos tiempos revueltos. El fundamentalismo científico ha tomado las riendas de los jinetes inquisidores que han salido al galope para castigar a los que quieren pensar por su cuenta. La Salud Pública se ha convertido en una mentira institucionalizada que ya no vela por la salud de los ciudadanos, sino por la salud de la Economía. Los grupos que se autodenominan “escépticos”, en realidad son círculos inquisidores que defienden una medicina fascista.
Categoría: • Entrevistas
Dialogando con preguntas y respuestas críticas para volver a preguntar
Sobre la jerarquización o desprecio de las formas elegidas para conseguir un objetivo
Fragmento de la conferencia de prensa brindada por el técnico de futbol dirigiendo al Athletic Club, de España, el 30 de mayo de 2013.
Por Marcelo Bielsa*
Entrevista con Miguel Grinberg: «El crecimiento económico ilimitado nos está llevando al suicidio.»
Miguel Grinberg dialogó en un programa de radio de la provincia de Córdoba, Argentina, sobre el cambio climático y la connivencia entre instituciones locales, nacionales e internacionales y la sociedad de consumo. Y dejando en claro que el comercio y el mercado están al servicio de la producción de miles de cosas inútiles que la gente verdaderamente no necesita.
Por Fabiana (Bajo el Mismo Sol)
21-10-2013
Informarse. Hoja de links con información, análisis, revistas, para difundir y/o imprimir
Que cada cual lo use como le parezca, difundiéndolo vía internet o imprimiéndolo y fotocopiándolo. Quizá no quiera hacer nada con esto, simplemente pase de largo y mande saludos!
“El espectáculo organiza con maestría la ignorancia acerca de lo que está pasando, y acto seguido, el olvido de cuanto, a pesar de todo, acaso haya llegado a saberse. Lo más importante es lo más oculto” Guy Debord, Comentarios Sobre la Sociedad del Espectáculo (1988)
Por raas
raas@riseup.net
Economía extraña: ¿Qué es el neuromarketing?. Entrevista con Daniel Arias Aranda
Averigua qué es el neuromarketing y cuales son sus principales técnicas. Cada año, las empresas gastan una ingente cantidad de dinero en investigación sobre neurociencia para descubrir nuevos métodos que les permitan influir en la mente de sus consumidores.
Por Días Extraños / Santiago Camacho (24-01-2018)
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El asesor de seguridad de Jimmy Carter: ¡Yo creé el terrorismo yihadista y no me arrepiento!
Dejé la mitad de mi vida en mis tierras persas, y cuando aterricé en esta península de acogida, entrañable plataforma de reclamo de pan y paz para todos, me puse a ejercer el desconcertante oficio de exiliado: conocer, aprender, admirar, transmitir, revelar y denunciar, estos últimos aprovechando las clases de la Universidad, los medios de comunicación y una docena de libros como ‘Robaiyat de Omar Jayyam’ (DVD ediciones, 2004), ‘Kurdistán, el país inexistente’ (Flor del viento, 2005), ‘Irak, Afganistán e Irán, 40 respuestas al conflicto de Oriente Próximo’ (Lengua de Trapo, 2007) y ‘El Islam sin velo’ (Bronce, 2009).
Por Nazanín Armanian
Público.es
20-08-2017
“La ciudadanía cree que está informada cuando está sólo entretenida”
Entrevista con Rosa María Calaf. La periodista mantiene su defensa del periodismo comprometido en conferencias y clases: «Es el único periodismo que conozco”.
Por Ana I. Bernal Triviño
03/05/2017
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Archivo de Frases con Sabiduría, 324 páginas
Archivo actualizado a septiembre de 2018 con selección de frases, opiniones, sentires, fragmentos y poesías de personas comunes, escritores, poetas, pensadores, filósofos, brujos, militantes, organizaciones, grupos, revistas, etc. sobre el mundo en el que vivimos y morimos.
Por raas
raas@riseup.net
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Entrevista con Patricio de Grupos de Estudio Autogestionados (Buenos Aires)
Conoce la experiencia de los Grupos de Estudio Autogestionados a través de la voz de Patricio Mc Cabe.
Estos espacios de auto-formación, impulsados por estudiantes de diversas carreras de la UBA, apuntan a la horizontalidad y la autonomía y son abiertos, gratuitos y de convocatoria permanente.
fuente http://lacolectiva.org.ar
Christian Ferrer: ‘Como voluntad de poder, la técnica va por delante de cualquier control’
Ensayista, sociólogo, crítico original de la época, cree que la tecnología se despliega hoy más allá de la moral, y que las personas «observan y soportan los juegos de la política», que es sólo «lucha ascendente a sitiales de poder».
Por Diego Genoud
La Nación
26 de junio de 2016
“La maquinaria social está construida en torno de ambiciones al eros universal, que es el dinero”
Para Christian Ferrer*, las nuevas tecnologías a los únicos a los que les ahorran tiempo es a los dueños de las empresas. “Que se sepa –dice–, los trabajadores trabajan las mismas horas que antes, no hay ahorro de tiempo, sino aumento de la productividad.”
Por Sonia Santoro
21 de julio de 2014
Mujer y cuerpo bajo control. Entrevista con Rita Segato
Rita Segato es una intelectual feminista lúcida. Vive en Brasil, nació en el barrio porteño de Constitución y se define como una mujer del Sur. Comprometida con el feminismo latinoamericano, los movimientos indígenas y el movimiento negro en Brasil, sus libros son un bálsamo al cual recurrir para poder penetrar los grandes dilemas de nuestro tiempo. Acaba de publicar La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez (Tinta limón). Esta entrevista realizada en Buenos Aires es un fragmento de una charla sobre renovados proyectos emancipadores.
Por Karina Bidaseca
10/02/2014
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Trampas mortales de la ciudad prisión
Por raas
raas@riseup.net
Junio-julio de 2013
Hay una gran avenida plagada de máquinas automovilísticas
cemento excesivo, nada de verde y cámaras por todos lados
el ambiente respiraba tensión asfixiante
conglomerado de sujetos deambulando mirando sin ver y viceversa.
Los autos iban y venían sin dirección alguna,
un detalle no cuajaba en el gris escenario
treinta centímetros o más de agua
semiocultaban los neumáticos de las topadoras inertes.
Y algo todavía menos percibido aún,
peces y pingüinos luchando sin chances contra
la marea enfurecida y multidireccional,
aunque muchos ya habían perdido la batalla desigual.
Y amontonados por todos lados
resultaban serios escollos para los maquinistas,
ensordecidos y apresurados que ni siquiera procuraban esquivar
lo que parecían ser animales sin valor alguno.
texto en PDF
Los intelectuales y el poder
Entrevista con Michel Foucault por Gilles Deleuze*
“La destrucción de la biodiversidad tiene las mismas causas que la degradación social.”
Barbault es un reconocido especialista de la biología de las poblaciones humanas y, a partir de los años ’80, uno de los primeros que reflexionó sobre el concepto de “biodiversidad”. En su reflexión se aúnan dos fuentes disociadas: la ecología naturalista y la ecología política. El resultado resalta una evidencia no siempre destacada: “Nuestra existencia se funda sobre los sistemas vivientes”. De allí su cruzada científica contra el crecimiento del PIB como única variable del desarrollo y su defensa de una “cooperación” con el tejido viviente del planeta.
Por Eduardo Febbro
Página 12
Dolor, miedo, pasión, amor*
7º charla de Jiddu Krishnamurti. 5 de agosto de 1962
(…) Hablamos sobre el temor, y si es posible acaso librarse por completo de él, que es la reacción que surge cuando uno se da cuenta del peligro. Y (…) quisiera, si se me permite, hablar sobre la terminación del dolor; porque el miedo, el dolor y lo que llamamos amor siempre van juntos. Si no comprendemos el temor, no podremos comprender el dolor, ni podremos conocer ese estado de amor en el cual no hay contradicción, ni fricción.
La colonialidad del poder. Entrevista con Ramón Grosfoguel
Ranón Grosfoguel, es un sociólogo puertorriqueño nacido en Puerto Rico, perteneciente al Grupo modernidad/colonialidad (Grupo M/C) que se desempeña en la Universidad de California en Berkeley. Define su pensamiento como perteneciente a la corriente decolonial, superadora de la corriente poscolonial con la que se considera emparentado. (Wikipedia)
Por Angélica Montes Montoya y Hugo Busso
revista Polis*
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La seguridad criminal como espectáculo para ocultar la inseguridad social*
Entrevista con Loïc Wacquant**
Mi trabajo sobre la marginalidad urbana me llevó a encontrar la prisión, porque para hacer un estudio sobre la transformación del gueto negro de Chicago, me inscribí en un Club de Boxeo del gueto (Wooldlawn Boys Club) como una forma de hacer una observación participante. Hice ese trabajo de campo para aproximarme a la realidad cotidiana, en particular, a la realidad de la juventud negra y pobre del gueto de Chicago.
Por Fernanda Bocco, María Livia Nascimento y Cecilia Coimbra
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Diálogo a fondo con Carlos Castaneda
Puso énfasis en que esta conversación fuese publicada en una revista de Sudamérica. Dice Graciela: «Lo entreviste en Los Ángeles. Fue una experiencia muy interesante, la cual compartí con tres amigos que me acompañaron. CC nos refirió, con franqueza y simplicidad, sus ultimas experiencias. En mi opinión, en la entrevista se nos mostró sin mascaras ni poses.
Por Graciela N. V. Corvalán*
La mafia médica, el negocio de crear enfermedades
“La Mafia Médica” es el título del libro que le costó a la doctora Ghislaine Lanctot su expulsión del colegio de médicos y la retirada de su licencia para ejercer medicina. Se trata probablemente de la denuncia publicada más completa, integral, explícita y clara del papel que juega a nivel mundial el complejo formado por el Sistema Sanitario y la industria farmacéutica.
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Los formateadores
“No podrán controlarte por completo, porque no pueden estar dentro tuyo”, decía animada Julia a Winston, en medio del totalitarismo de 1984. Más de veinte años después del imaginado por Orwell, poco margen parece haber quedado para esa ínfima pero amenazante “libertad interior”. El viejo escenario en el que unos pocos vigilan el comportamiento de muchos ha dejado de ser funcional a un mundo en el que, alentadas por el espectáculo del consumo, las sociedades aprenden a internalizar los mecanismos de control.
Por revista La Brumaria
Como un canto de sirenas, el poder pone en circulación un discurso que promete la desaparición de la escasez e incita a entrar en el simulacro de una fiesta capitalista en la que tanto trabajadores como patrones serían anfitriones. Para asegurar la efectividad de esta falacia, existe además un ejército de administradores de la conciencia que se encarga de implantarla en la subjetividad de cada asalariado. Son los encargados de procesar conflictos, aguar tensiones, diluir reclamos. Guardianes del dominio, los Formateadores operan sobre el más mínimo vestigio de resistencia, buscando convertir a cada individuo en cifra, contraseña, dato almacenable.
”Los tipos se desquitan”
Con una enorme sonrisa y a paso apresurado, Hernán Salas entra al kiosco-bar de San Juan y Paso, donde lo esperábamos. No nos conoce pero se lo ve confiado. Seguramente Salas piensa (sigue pensando) que efectivamente vemos las cosas del mismo modo.”Déjenme tomar una Coca antes de empezar porque estoy muerto”, dice en un tono que revela cansancio. Y no es para menos: viene de jugar un partido de fútbol bastante agotador. “¿Ven acá?”, dice señalando unos moretones y lastimaduras. “Es que estamos jugando el campeonato que organizamos en la empresa”, explica. ”Los obreros siempre nos cagan a patadas. Los tipos se desquitan”.
Entre coca y coca, Hernán admite que su tarea no es sencilla. Para él, que trabaja en el departamento de Recursos Humanos de la empresa CONUAR (Combustibles Nucleares Argentinos SA), “es difícil romper la barreras rígidas que están metidas en la sociedad. Es difícil sacarle al empleado la idea de que la empresa lo quiere cagar. Para eso estamos nosotros, para quebrar la estrechez mental que te hace pensar que siempre alguien te quiere joder, que te quieren usar para su propio beneficio. El empleado tiene que entender que la empresa es un equipo y que tiramos todos para el mismo lado”.
”Hay que venderles nuestra filosofía”
“La tarea de Recursos Humanos implica romper con todos los estatutos”, dijo con la solvencia de quién parece estar convencido de cada palabra. Y agregó: “Hay que romper con el panóptico del que hablaba Foucault”. Nuestro asombro era máximo. Entre todos los comentarios esperables no cabía lugar para una respuesta de ese tipo (mucho menos viniendo de ese tipo). “¿Leen Foucault?”, nos lanzamos como quién se arroja sediento a un pozo con agua. “Si, claro”, contesta entusiasmado. “Sirve mucho para pensar como romper con el viejo sistema de control”, dice entre sorbos de Coca. “Con el panóptico el empleado siente que lo están mirando aunque no lo estén mirando, se siente vigilado. Entonces el tipo trabaja mal, porque está presionado, siente que su trabajo es algo que no le gusta y que tiene que hacer por obligación”, dice con tono de especialista. “¿Y cómo quiebran con ese panóptico?”, preguntamos como si nuestro interlocutor fuese un idealista de la liberación humana. “Cuando el empleado deja de creer que hay alguien que lo vigila y empieza a pensar que lo que hace es para su propio beneficio, no para el de otro. Así se trabaja mejor, se produce mejor”.
Había capturado la hilacha del asunto: la vieja empresa en la que el jefe implicaba un mecanismo de control externo, comienza a ser reemplazada por una en la que, armados de conocimiento sobre el funcionamiento social, un grupo de expertos se encarga de hacer que la vigilancia esté incorporada en la mente de cada empleado. “Cuando hay un compromiso con la empresa, la gente pierde la noción de que está trabajando una hora más de la que dice el contrato, porque ya no trabaja por obligación, sino que lo hace porque piensa que es para su propio beneficio”, dice Hernán sonriente. Sus palabras revelaban el verdadero objetivo de su tarea: lograr una mayor producción con la menor cantidad de conflictos posibles.
El trabajo de “adecuar” personas.
”La psicología sirve para pensar cómo hacer que el empleado actúe como yo quiero”. Hernán Salas
“El nuestro es todo un trabajo psicológico”, dice Hernán. Tiene apenas 25 años, pero sabe perfectamente que si el conflicto entre trabajadores y patrones no fuera real, su tarea cotidiana no sería la de llevar adelante una verdadera labor de manipulación, o lo que en lenguaje gerencial se denomina marketing dentro de la empresa: fiestas de fin de año, torneos de fútbol o cualquier otra simulación de unión que permita suavizar asperezas al interior de la empresa. “Es para estimular al personal”, explica, “en ese momento el empleado deja de pensar en la distancia que lo separa del gerente”. Lo dice con la certeza de un matemático, pero sus lesiones futbolísticas muestran que ninguna técnica es tan efectiva. “Adentro de la fábrica todo funciona como en la teoría, pero en la cancha se nota que los tipos siguen pensando que sos un garca”, se sincera.
Sus ojos se encienden a medida que avanza el relato, y detrás de las anécdotas, asoma una sonrisa sospechosa. Algo en su mirada revela placer. “Los tipos nunca se olvidan de que sos de Recursos Humanos”, dice con una mueca de yuppie.
El lapsus no dura mucho y rápidamente retoma el eje de su discurso. “Es toda una mentalidad muy estrecha la que hay que quebrar, y no es fácil”, dice ocultando el desliz. “Pero existen técnicas que ayudan a romper con esos límites”. Se trata de la puesta en marcha de lo que él llama procesos de motivación, que implican la exploración de mecanismos que impulsen al trabajador a “moverse” hacia un objetivo. “Lo que se busca es que fluyan psicológicamente del propio trabajador las ganas de decir: me gusta este empleo y voy a seguir para adelante, voy a seguir trabajando porque me gusta”.
El formateo comienza desde el mismo proceso de selección, buscando ahorrarle a la empresa cualquier “dolor de cabeza”. “Las herramientas psicológicas ayudan a ver qué valores tiene la persona. Si esos valores se adecuan a los de la empresa, a vos te conviene”, dice con un gesto de complicidad. Sus palabras revelan la fórmula: el empleado que ingresa a la fábrica es aquel que sobrevivió ileso al “detector de resistencias” al que fue conectado durante el proceso de selección. Varios años después de Darwin, los formateadores confirman la supervivencia del más apto de la forma más paradójica: aquel que sobrevive es el que menos resiste, el que carece de defensas, el más “adecuado”, en suma, a la lógica de la acumulación.
La empresa protectora
Al igual que el señor feudal ofrecía seguridad a sus siervos, la nueva empresa se presenta como tutora, amparadora, benevolente. Lo que pide a cambio es nada menos que lo que demanda un padre a su hijo: fidelidad y entrega absoluta. “Si al empleado lo escuchás, le das beneficios y le vendés la idea de que va a poder escalar, te va a producir mucho más, porque va a pensar que cuanto más trabaja más prospera”, dice Hernán. Hace un tiempo atrás su empresa puso en marcha una política de paternidad destinada a lograr este objetivo: se organizó un concurso llamado “comentá tus ideas”, que buscaba que el empleado hiciera sugerencias para el mejor funcionamiento de la compañía. “Las ideas que aportaron le hicieron ganar a la empresa cerca de dos millones de pesos”, comenta entusiasmado. “Entonces a fin de año el empleado que aportó la mejor idea se va a llevar un premio de hasta diez mil pesos”, explica. El saldo para la empresa es más que beneficioso, ya que logra ligar emocionalmente al personal con la organización. “¿Querés estudiar inglés? Te hacemos estudiar inglés, la empresa se hace cargo. ¿Querés comprarte una casa? La hipoteca de tu casa te la pagamos nosotros”. El discurso patronal se vuelve así paternal, y como un chico ansioso por devolver una imagen deseable a los ojos de la autoridad, el empleado se esmerará ahora por saldar su deuda trabajando más y mejor.
Perros de Pavlov
”Hay infinidad de formas para hacer que el empleado se ponga la camiseta de la empresa” Lalo Huber
¿Por qué será que los perros empiezan a salivar cuando tienen en frente la comida? ¿Por qué será que los trabajadores producen más cuando se les ofrece un premio? Para los formateadores, una de las herramientas de motivación por excelencia es el otorgamiento de beneficios. “No se trata de que los empleados trabajen sólo porque se les paga, sino de que lo hagan fundamentalmente por un compromiso con la organización”, explica Lalo Huber, profesor de la facultad de Ciencias Económicas de la UBA, la UCA y El Salvador, y director de una importante empresa de informática. Para este experto formateador, el primer paso a seguir en el proceso de motivación es la creación de una lista de comportamientos que se pretende que el personal adopte (iniciativa, creatividad, puntualidad, etc). El paso siguiente consiste en premiar esos comportamientos. “Si yo quiero puntualidad, tengo que premiar a los puntuales, aunque más no sea un simple comentario halagatorio, o la posibilidad de acceso a una capacitación”, explica. Los jugosos premios ofrecidos por la empresa pueden ser desde seguros médicos privados, medios de transporte o planes de pensiones, hasta reconocimientos públicos de valor simbólico: un mail del jefe, una felicitación verbal frente al resto de los empleados o los famosos cuadritos del empleado del mes.
Como ratitas de laboratorio, los trabajadores son sometidos a un proceso de estímulo- respuesta, premios y castigos. El resultado es una mayor productividad, un quiebre de lazos de solidaridad entre los propios trabajadores (inducido a partir de un ambiente en el que todos quieren ser “el favorito”) y un plus adicional para el empresario, quién detrás del reality show de los premios, se evita el pago de cargas sociales (jubilación, vacaciones, cobertura médica, etc).
”Me están parando la planta”
Los grandes procesos de sindicalización de la clase trabajadora, sobre cuyos escombros se monta la nueva organización productiva, no parecen haber transcurrido en vano. Las empresas aprendieron una lección: el trabajo no debe ser visto por el empleado como lo que es, una actividad obligatoria que se realiza para obtener un salario con el cual satisfacer necesidades, sino que debe ser percibido como una forma de autorrealización, de alcanzar objetivos e ideales, de sentirse, en suma, feliz. Este simulacro implica no sólo una estrategia hacia una mayor productividad, sino también un antídoto contra la amenaza siempre latente de la organización gremial de los trabajadores. Si la tarea fuese sencilla, el departamento de Recursos Humanos no se habría convertido en un brazo fundamental de la nueva estructuración laboral.
“En una empresa de producción tenés que cuidar el capital humano, porque es fuerza de trabajo que viene con ciertas complicaciones, como los gremios, los sindicatos”, dice Hernán. Una de las mayores dificultades que recuerda haber vivido en la empresa fue cuando uno de sus colegas olvidó poner el ítem “cuenta de futuros aumentos” en el sueldo de los empleados, lo que significaba una quita de doscientos pesos al salario básico. A mitad de mañana todos los jefes de producción estaban parando la planta. “Tuvimos que salir de Recursos Humanos a la planta, ir al de los gremios y decir: muchachos, fue una equivocación humana, no les vamos a sacar del sueldo los doscientos pesos”. La aclaración consiguió volver a poner en marcha la producción, pero no logró salvar el puesto de quien cometió el error.
“¿Y si me toca a mi?”
Luego de esta anécdota, Hernán decidió profundizar el relato. Pero esta vez el tono de la conversación sufrió un cambio notable. Pasó a hablar como un pibe de 25 años preocupado por su propia estabilidad laboral. Así, las explicaciones sobre cómo cuidar el capital humano mutaron hacia la historia del “chico que se equivocó y lo rajaron”. “Diego hacía mucho que trabajaba en la empresa, pero estuvo solo un año en Recursos Humanos. No tenía experiencia, entonces lo mandaron a hacer cursos de liquidación, lo capacitaron. Pero al tipo le costaba, se mandaba muchas cagadas”, explica. “Fue ahí cuando entré yo, como pasante. Y ahora yo ocupo su puesto”. Su tono era pausado y lánguido, como quién da extrañas vueltas para no transmitir una noticia dolorosa. Se produjo una pausa. “Yo no hice nada para que lo rajaran, ¿está bien? Tengo la conciencia tranquila”, expresó entre risas. Sus gestos, sin embargo, parecían hablar otro idioma. “¿Ven?”, dijo volviendo a mirarnos a los ojos. “Así funciona la psicología en la empresa. Me pusieron a trabajar al lado de Diego para que él sintiera la presión”. Hablaba como un maestro a su discípulo, pero cada palabra parecía pesarle una tonelada, y la rueda de la conversación fue extinguiéndose hasta quedar flotando en el aire un silencio molesto. “¿Y si ahora me ponen a mí un pasante?”, dijo con un hilo de voz y tomó rápidamente lo poco que quedaba de Coca.
Extraído del sumplemento Precario de la revista La Brumaria Nº2
Entrevista con Roberto Rosler: ‘tenemos un cerebro del paleolítico’
Convencido de que la complejidad de lo humano no podía explicarse sólo por la interacción de neuronas y moléculas, el neurocirujano Roberto Rosler encontró respuestas en la neurobiología de la afectividad, un área de estudio relativamente nueva, que analiza los circuitos del sistema nervioso para explicar emociones como la agresividad, la tristeza y el miedo. «Las neurociencias de la afectividad muestran que Freud tenía razón y que el inconsciente de verdad existe», afirma.
Por Mori Ponsowy
La Nación
18-05-2008
Roberto Rosler trabajó muchos años como neurocirujano «duro» antes de interesarse por el novedoso campo de las relaciones entre el sistema nervioso y los afectos. En esa primera etapa de su carrera introdujo innovaciones en procedimientos quirúrgicos que lo llevaron a recibir reconocimientos como el Premio Neurocirugía (otorgado por la Sociedad Argentina de Neurociencias), el Premio Raúl Carrea (de la Asociación Argentina de Neurocirugía), el Premio Julio Monereo en Oncología Pediátrica y el Premio otorgado por la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva.
Sin embargo, con el paso de los años, Rosler empezó a preguntarse si todos los males de sus pacientes podían explicarse a partir de la interacción entre neuronas y moléculas. «La neurofisiología que se enseña en la Facultad de Medicina es ortodoxa, sigue la separación entre el alma y el cuerpo iniciada por Descartes», afirma Rosler. «Como los afectos no se pueden medir, muchas veces los médicos desatendemos ese campo.
A veces un paciente dice que se siente mal, pero si todos sus análisis de laboratorio arrojan resultados normales, nosotros le decimos que está bien.»
Sospechando que quizá había una manera de tender un puente entre lo que Descartes había separado, Rosler inició sus primeras lecturas en torno a la neurobiología de la afectividad, un área de estudio relativamente nueva, que «analiza los circuitos del sistema nervioso que ayudan a explicar emociones como la agresividad, la tristeza y el miedo».
Empezó entonces a considerar muchos padecimientos desde una nueva óptica. «Vivimos en la modernidad, pero nuestro cerebro sigue siendo del paleolítico», afirma. «Algunos síntomas que consideramos patológicos, en realidad no son más que reacciones sanas.»
Actualmente, Roberto Rosler trabaja como neurocirujano en el Hospital Británico y como docente en la Facultad de Medicina de la UBA y en la Maestría en Neuropsicología del Hospital Italiano. Su doble interés, por la fisiología del sistema nervioso y por la neurobiología afectiva, se ve reflejado en su producción escrita más reciente: por el lado más árido de la fisiología, es autor del libro Del síntoma al diagnóstico neurológico para estudiantes de medicina y, por el lado más «humanístico» de la psicología, es autor de trabajos como Un viaje neurobiológico al interior del lenguaje , Tratamiento neuroquirúrgico de la neurosis obsesivo compulsiva , y Bases neurobiológicas del psicoanálisis .
-¿Las neurociencias están reñidas con el psicoanálisis?
-No, de ninguna manera. Las neurociencias de la afectividad muestran que Freud tenía razón y que el inconsciente de verdad existe.
-¿A qué se refiere cuando afirma que el inconsciente existe? ¿Han encontrado el lugar donde se aloja en el cerebro?
-Topografiar el inconsciente es complicado, pero existen trabajos que demuestran su existencia. Hay una enfermedad que se llama negligencia, en la cual el paciente tiene una parálisis de un lado del cuerpo, pero aun así niega que está paralizado. Lo mismo ocurre con ciertos casos de ceguera en los que el paciente niega rotundamente su condición. Conscientemente, ambos pacientes creen que lo que dicen es verdad, pero en trabajos realizados por equipos multidisciplinarios se ha demostrado que el inconsciente de estos pacientes conoce su verdadera condición. Hay otro trabajo en el que a un paciente ciego se le muestran distintas caras, unas sonrientes y otras tristes. Es asombroso, pero ellos saben con exactitud cuándo se trata de una u otra. Además de nuestra visión consciente, tenemos una visión inconsciente, en paralelo, que también procesa información.
-Como si el nervio óptico llegara hasta el inconsciente…
-El nervio óptico tiene una terminal en la corteza moderna del cerebro, que es la parte consciente, pero tiene otra terminal en el complejo amigdalino, que es la corteza reptiliana, la que nos queda de una etapa evolutiva anterior. Esa vía procesa, sobre todo, gestos emocionales. Cuando una persona no nos cae bien, y no sabemos por qué, muchas veces lo que sucede es que hemos percibido algo de un modo no consciente.
-Todo esto parece decir que la psicología y la neurología tienen un área de estudio en común.
-Siempre ha habido el temor de que las neurociencias se abalanzaran sobre la psicología, pero para poder avanzar en el conocimiento se necesita que neurocientíficos, psicólogos y filósofos trabajen juntos.
-¿Las neurociencias de la afectividad pueden explicar todos los aspectos de nuestras emociones?
-No. Nuestros afectos son un cóctel, una mezcla de lo biológico con factores psicológicos, históricos y sociales. Uno viene con un programa genético, con un perfil afectivo que marca ciertas tendencias, pero ese programa está abierto a los estímulos que recibimos. La neurobiología de la afectividad muestra que muchas emociones que a veces consideramos patológicas, en el fondo, son normales. Sucede con el miedo y la tristeza. Hoy en día, a muchas personas que dicen que están tristes las diagnostican como deprimidas y les dan antidepresivos. En esta sociedad estar triste es estar enfermo, pero en la mayoría de los casos es normal ponerse triste. Está realmente enfermo quien nunca se pone triste.
-¿Y el miedo?
-Tener miedo es normal. Pasa como con la tristeza: si tenemos el circuito del miedo en nuestro sistema nervioso es porque a lo largo de milenios, al protegernos de daños corporales, eso aumentó nuestra posibilidad de supervivencia. Sorprendentemente, en el DSM-IV, el catálogo comúnmente aceptado de todas las enfermedades psiquiátricas, se describen muchas enfermedades entre cuyos síntomas está el miedo, ¡pero no se habla de ninguna enfermedad por no tener miedo! El miedo a las alturas, por ejemplo, y hasta el estrés, en realidad son mecanismos sanos de supervivencia.
-¿Está diciendo que el estrés es síntoma de buena salud?
-Los medios dicen que el estrés nos está matando y los libros de fisiología dicen que el estrés aumenta la supervivencia del hombre. Ambos tienen razón. Nuestro cerebro está brillantemente adaptado al paleolítico, una época en la que no había contadores, índices de inflación, políticos, ni suegras. El estrés era provocado por algún felino que nos quería devorar. Al cabo de unos minutos, el felino nos comía o nos subíamos a un árbol, y todo terminaba. Vivimos de esa manera durante un millón trescientos noventa y tres mil años. Hace sólo siete mil años que nos transformamos en sedentarios, pero fue sólo después de la II Guerra Mundial cuando nuestras sociedades se trastornaron a una velocidad nunca observada.
-¿Podría dar ejemplos de esas respuestas sanas que hoy se convierten en patológicas?
-Hoy se diagnostica a muchos chicos con síndrome de atención disminuida, pero ¿acaso es normal que un niño de cinco años tenga que quedarse ocho horas sentado prestando atención a la maestra? Neurobiológicamente, nuestro sistema nervioso central termina de madurar recién a los doce o trece años. Otras enfermedades, como el colon irritable, muchas veces ocurren porque vivimos constantemente estresados. En la década del 70, la mayoría de los infartados tenía más de 60 años; ahora no es raro ver a infartados de 30.
-¿Qué otras características de las sociedades contemporáneas representan un reto para ese cerebro paleolítico?
-La rapidez de los cambios. La incertidumbre constante. Antes uno empezaba a trabajar en un lugar y sabía que se jubilaría ahí. Ahora nunca se sabe dónde va a terminar. Hay un trabajo que se hizo con una chimpancé embarazada que a mí me parece que refleja el modelo del argentino. La chimpancé no sabía cuándo iba a comer, un día comía a mediodía, otro en cuanto se despertaba, otro recién a la caída del sol. La incertidumbre generaba un inmenso nivel de estrés. Pero no sólo eso: la cría de esa madre tuvo por el resto de su vida una respuesta al estrés diez veces superior a la de otras crías. Eso demuestra que el estrés impacta también en nuestra descendencia. La buena noticia es que también se demostró que la respuesta al estrés podía disminuir si la cría era cuidada por una madre tranquila, protectora y cariñosa.
-¿Qué tienen para decir las neurociencias acerca de la diferencia entre mujeres y hombres?
-La neurociencia de la afectividad es un argumento poderosísimo contra el machismo. El cerebro femenino es mucho más inteligente que el masculino y tiene muchas ventajas desde el punto de vista cognitivo. Las mujeres pueden procesar el lenguaje con ambos hemisferios cerebrales. Además, tienen conexiones más fuertes entre ambos hemisferios lo cual hace que el paso de la información de uno a otro sea más rápido y eficaz. Por otra parte, la mujer siempre ha tenido funciones más importantes que el hombre en la reproducción y en el aporte alimentario. Muchos científicos se preguntan por qué prosperó la reproducción sexuada, si en el fondo representamos un doble costo para ustedes.
-Si lo que dice es cierto, ¿por qué por lo general son los hombres los que detentan el poder?
-Porque somos más fuertes muscularmente, no porque seamos más inteligentes. Y por miedo. Uno siempre tiene miedo a quien es más inteligente. En el sistema nervioso, el circuito de miedo potencia el de la agresividad, y el de la agresividad potencia el del miedo. Siempre le digo a mis residentes que si se encuentran con una persona inexplicablemente agresiva con ellos es señal de que esa persona les tiene miedo. Si los hombres no tuviéramos miedo de las mujeres no tendríamos que ser machistas y les daríamos igualdad de oportunidades.
-¿Todas estas cosas que aprendió cambiaron en algo su manera de estar en el mundo?
-Sí. Especialmente con respecto a la Argentina. Hay que comprender que cuando una persona está en un estado de pobreza grande, cuando desde la infancia no ha tenido ninguna educación, cuando ha sido abusada y maltratada, la agresividad es una respuesta ineludible. La represión y la cárcel no son la solución. Estoy convencido de que lo único que se puede hacer para disminuir la agresividad es disminuir la pobreza y aumentar la educación.
-¿Hacia dónde cree que va la especie?
-Soy muy pesimista. Hay dos grandes tipos de organismos vivos: los especialistas y los generalistas. La cucaracha y el ratón son generalistas, porque pueden vivir en cualquier parte y bajo un abanico inmenso de condiciones. Nosotros, en cambio, somos especialistas. Eso significa que si hay un cambio brutal en el medio ambiente, lo más probable es que no sobrevivamos. El problema es que con nuestra cultura nos hicimos generalistas: podemos volar, hacer submarinismo, vivir en los polos y en los desiertos. Todo eso ha hecho que nos creamos invencibles. Confiamos tanto en nuestra cultura que creemos que somos generalistas, pero si nuestro medio ambiente cambia nos va a pasar como a los dinosaurios.
fuente http://www.lanacion.com.ar/1013181-roberto-roslertenemos-un-cerebro-del-paleolitico