«La saturación de información, su lógica instantánea y superflua, los espacios en los que se presenta (que fomentan la circulación rápida y no la reflexión) y las intenciones utilitarias con las que se crea y propaga, hacen que el mundo informático en el que vivimos no sea propicio para el cultivo y el control de la atención, con los cuales se puede desarrollar concentración, disciplina moral y finalmente sabiduría. Mucha de la información que se distribuye está programada, diseñada o contextualizada para producir una forma efímera y hedónica de placer, ya sea porque nos genera una forma de excitación (activando, por ejemplo, el circuito de recompensa del cerebro) o porque nos permite evadir nuestra realidad presente al distraernos con información «interesante». Hay pocas cosas que se contraponen más claramente a la sabiduría que la búsqueda del placer momentáneo». Alejandro Martínez Gallardo (2020)*
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