La memoria del poder contra la memoria anticapitalista y viceversa
Por revista Ekintza Zuzena
Si la película «Salvador», a pesar de su eminente mediocridad, ha sido promocionada con tan gran despliegue de medios, entre los que no han faltado once nominaciones a los Goya y un premio, no será solamente porque la concentración de la oferta mediática haga que todo quede en casa, ni porque la mayoría de los «académicos del cine español» sean profesionales del espectáculo muy interesados en estar a bien con su productora, Mediapro, multinacional española de la «comunicación», prepotente en varios sectores del mercado correspondiente y un claro exponente de esa tendencia a la concentración. Será quizá también porque en el actual régimen totalitario de dominación mercantil-tecnológico-espectacular los medios se confunden absolutamente con los fines y la oferta crea directamente la demanda.
La historieta que cuenta sobre los últimos días de Puig Antich y los acontecimientos que le llevaron al garrote ha sido compuesta -partiendo de un libro del director de la televisión catalana, que también hizo un documental sobre el mismo tema- por unos mercenarios sin ideas. Su estilo es el de los telefilmes gringos, con el sentimentalismo como principal materia prima, moldeada en los humanitarios valores del individualismo burgués, pero, eso sí, en versión posmoderna. Así que no hace falta que el héroe tenga personalidad, basta con que sea guapo, amante de la familia y de talante bondadoso y tolerante, incluso con sus propios carceleros y verdugos, como corresponde a un «mártir de la lucha por la democracia».
Quizá otro de los factores de su éxito sea, precisamente, que lo cuenta todo desde la perspectiva de los arrepentidos, o más bien, de los que están de vuelta sin haber ido a ninguna parte, de manera que el espectador medio, por el precio de la entrada, pueda ver morir ejecutado al «joven idealista» que lleva dentro y volver, relajado después de la catarsis, a su vida normal de servidumbre voluntaria.
Por otra parte, semejante falsificación, no es más que una de tantas dentro de la corriente iniciada con la llamada «transición española a la democracia» y más vigente hoy en día que nunca, a través, por ejemplo, de la «ley de memoria histórica» o de los diversos intentos de revisión de hechos represivos de la dictadura, uno de ellos patrocinado por las hermanas de Puig Antich, las mismas que se han dejado manejar por los perpetradores de la película.
Un caso parecido es el engendro «Oriol Solé, el Che catalán», que maltrata la figura de otro miembro del MIL, asesinado dos años después que Salvador durante una fuga masiva de la cárcel, presentándole como una especie de «independentista catalán» y «luchador por la democracia», y que no nos sorprendería nada fuera llevado también al cine. Unos episodios cualesquiera de esa corriente revisionista animada desde sus inicios por el partido del orden producto de la reconciliación de todos los servidores fascistas o demócratas del capitalismo, los que ganaron la guerra para acabar con la revolución y los que acabaron con ella para perder la guerra.
La misma alianza que consiguió vencer durante la «transición» contra el proletariado autoorganizado que amenazaba sus sueños de prosperidad con su dinámica de huelgas salvajes, motines en las cárceles y otras actitudes insurreccionales, y que ha querido celebrar sus hazañas con tanto disimulo que pretende ocultar incluso la existencia de los vencidos. Las nuevas tendencias de moda entre la élite dirigente no parecen haber alterado gran cosa la dirección de esa corriente: ahora hablan de lo que ha estado censurado durante años, pero ocultando celosamente cualquier rasgo que pueda resultar peligroso para la dominación.
Los beneficiarios de esa victoria, los mismos que hoy se reparten el poder en la sociedad española, y sus servidores de todas las escalas, incluidos los recién llegados al socaire de la renovación tecnológica, estaban tan interesados entonces como lo están ahora en presentar el franquismo democratizado, una monarquía directamente heredera de Franco, con los mismos policías, jueces o militares que la dictadura y al servicio de los mismos intereses, como un régimen democrático y legítimo «al servicio de todos los españoles».
El mismo bajo el que nos encontramos ahora, así que, en realidad, estamos hablando de historia oficial. Al fin y al cabo, los subproductos mediáticos que sustituyen hoy en día la conciencia, histórica o de cualquier otra clase, son elaborados por un sector de esa capa social sin nombre que constituye la base humana del actual totalitarismo, para consumo de sus congéneres de otros sectores de la misma, de acuerdo con ellos en casi todo y, en primer lugar, en lo fundamental: en aceptar, comprar y vender, la falsificación de todos los aspectos de la vida en que consiste la dominación a la que sirven como si fuera vida auténtica.
Por eso, no se van a poner ahora unos mercachifles mediáticos a desenterrar las vergüenzas de sus mejores clientes contando la verdadera historia del Movimiento Ibérico de Liberación, para trasmitir su herencia envenenada contra el Capital y el Estado y ponerla a disposición de sus potenciales enemigos. No tiene nada de sorprendente que intenten ocultarla con esa especie de máscaras funerarias, verdaderos certificados de defunción de todo lo que tenían de revolucionarios sus protagonistas reales ¡Así se alimentan los chacales de la dominación con los despojos de los asesinados!
El verdadero MIL fue el producto efímero (de enero del 71 a agosto del 73) del acuerdo de personas y grupos de diferentes procedencias en apoyar los intentos de autoorganización del proletariado contra las maniobras dirigistas de los burócratas cristianos, leninistas y demócratas que luchaban por el poder dentro de las Comisiones Obreras de entonces. CCOO habían surgido unos años antes como espontáneos comités de huelga extendiéndose rápidamente por todo el territorio industrial, pero habían caído finalmente bajo la hegemonía de los estalinistas. Éstos propugnaban ya entonces la «Reconciliación Nacional» con el régimen franquista, la colaboración con sus estructuras sindicales, en una toma de posiciones con vistas a su posible democratización, y la negociación con los sectores liberales de la burguesía que habría de necesitar para sus proyectos de modernización económica y social «fuerzas políticas y sindicales progresistas» que, al estilo europeo, integraran en ellos a la clase obrera.
La línea del resto de las organizaciones izquierdistas sólo se diferenciaba en que soñaban con sustituir al PCE en la dirección mientras le seguían el juego. Frente a todo eso, los Grupos Autónomos de Combate, que utilizaron a veces la sigla MIL, o 1000, se propusieron contribuir al fortalecimiento de una corriente obrera autónoma y anticapitalista difundiendo textos antiguos y actuales en defensa de una concepción de la revolución comunista como insurrección general del proletariado autoorganizado.
Y también por medio de la agitación armada (consistente, en su caso, principalmente en expropiaciones de dinero y de material de impresión), que había de servir «como expresión de ira por la cotidianidad humillada del proletariado»; para autofinanciarse y apoyar económicamente las luchas autónomas y la agitación teórica en su defensa; y para demostrar que «el nivel de violencia con el que se puede, y por lo tanto se debe, responder a la violencia capitalista es mucho mayor de lo que comúnmente se cree».
Quisieron practicar, contra todo militarismo o vanguardismo, «el terrorismo mediante la palabra y el acto contra el capital y sus fieles guardianes, sean de derechas o de izquierdas». Para ellos la democracia era, como la dictadura, una forma de la dominación capitalista y los partidos llamados obreros y sus sindicatos, «la izquierda del programa político del Capital».
Tampoco es sorprendente que no cuenten nada nuestros serviciales publicistas del abandono en el que dejaron los «demócratas», empezando por la Asamblea de Cataluña (una especie de plataforma unitaria de la oposición democrática catalana) tanto a Puig Antich como al resto de los presos del MIL. Ni de la verdadera solidaridad con ellos, practicada, sobre todo en forma de atentados, manifestaciones violentas y alguna huelga salvaje, por algunos incontrolados, los cuales, a raíz de la condena a muerte y posterior asesinato de Salvador, respondieron al llamamiento lanzado un poco antes por el GAC Septiembre 73, que agrupaba a los antiguos miembros del autodisuelto MIL ahora presos, en el sentido de que «la intensificación de la lucha por la destrucción del sistema que engendra la represión es la mejor manera de desarrollar la solidaridad revolucionaria con los represaliados».
Hasta que cayeron presos algunos de los participantes, sólo se supo de ellos por sus actos, pues nunca utilizaron unas siglas fijas ni se pudo percibir ninguna estructura permanente en su manera de organizarse: se coordinaban sencillamente en y por la práctica. Y, de hecho, la mayor parte de sus acciones no las reivindicó nadie: se entendían por sí mismas y por el contexto. Todo lo cual recuerda también otra propuesta del MIL: «la organización es la organización de tareas».
La policía y la prensa, íntegramente adicta al régimen de dominación, más o menos como hoy en día, llamaron OLLA (Organització de LLuita Armada) a algunos detenidos, en un intento de aparentar que se había desarticulado una organización, supuestamente responsable de una parte de esas acciones. Además de en el territorio del Estado español, hubo acciones de ese tipo en Francia (donde, por ejemplo, fueron volados con explosivos varios puentes y otras vías de comunicación con España), en Suiza, Bélgica y otros países. Posteriormente, una coordinación de grupos autónomos utilizó las siglas GARI (Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista) para reivindicar una serie de acciones realizadas en territorio francés y belga entre mayo y agosto del 74, en solidaridad con los presos del MIL.
Por ejemplo: secuestro del director del Banco de Bilbao en París, atentado contra los autobuses de los peregrinos españoles a Lourdes, sabotajes contra el tour de Francia, atentados contra representaciones diplomáticas españolas, contra oficinas de Iberia, trenes y autobuses con destino a España, puestos fronterizos, etc. Otros grupos autónomos continuaron realizando después con parecido estilo acciones de solidaridad a ambos lados de los Pirineos.
Con todo, la peor omisión de ese «alegato contra la pena de muerte», como llama la crítica sumisa a la citada película, es que ni siquiera menciona el nombre de algunos antiguos miembros de varios de esos grupos, que continúan presos en Francia, condenados a una prolongada muerte en vida por haberse empeñado en continuar aquellas luchas bajo las siglas de Action Directe.
El Estado francés los mantiene encarcelados en un régimen de excepción parecido al FIES. Por ejemplo, Jean-Marc Rouillan, que participó en los GAC-MIL, en los GARI y en varios grupos autónomos posteriores; Nathalie Ménigon, miembro del Colectivo Autónomo de trabajadores de la Banca Nacional de París y de la coordinadora de grupos autónomos parisienses conocida por Camarades; Georges Cipriani, que militó también en diferentes grupos franceses y alemanes.Llos tres, condenados a dos cadenas perpetuas, cumplen este febrero los veinte años de prisión efectiva. Régis Schleicher, otro antiguo componente de los GARI, condenado también a cadena perpetua, lleva más de veintitres años en la cárcel.
Todos han pasado gran parte de ese tiempo en aislamiento sometidos a un verdadero programa de aniquilación en el que el Estado ha hecho de todo para destruirlos tanto física como psíquicamente. Desde luego, los citados productos «culturales» constituyen un insulto a la memoria de sus protagonistas y una provocación para quienes se identifiquen de alguna manera con sus propuestas, pero pueden tener un lado positivo: la posible reacción de los provocados.
Al contar, en versión amañada según los intereses de la dominación, lo que se puede considerar un episodio de su propia historia, les obliga a fijar la atención sobre la misma poniendo a prueba su memoria histórica, y les coloca ante la alternativa de abandonarla en manos del enemigo o dedicarse a fortalecerla. Por otra parte, los insultos duelen más cuanto más se corresponden con la realidad del insultado, y esta película recuerda por defecto que los presos de Action Directe, al fin y al cabo prisioneros de la guerra entre la dominación capitalista y las perspectivas autónomas, han sido abandonados en manos del enemigo por sus supuestos compañeros durante largos años y en las peores condiciones.
Ellos serán lo único que quede vivo de aquella historia a no ser que algunos de los que estamos en la calle decidamos darnos cuenta de que nosotros también somos prisioneros de esa misma guerra. Para terminar de explicar por qué decimos eso, vamos a continuar intentando reanudar, aunque sea parcialmente, el hilo roto de los acontecimientos. Aunque eso sólo se puede hacer realmente en la práctica.
Todavía no se había cerrado completamente la crisis revolucionaria en Portugal cuando en el territorio del Estado español se celebraba la muerte de Franco resucitando en multitud de frentes las tradiciones libertarias de acción directa. Las huelgas salvajes se extendían, poniendo en peligro tanto los beneficios capitalistas como los proyectos reformistas de la nueva «clase política» y haciendo efectiva la autonomía obrera a base de solidaridad, piquetes, asambleas soberanas y delegados revocables.
Mientras en la calle se luchaba, entre otras muchas reivindicaciones de quienes entendían la democracia a su manera y no a la del poder, por la ampliación de la amnistía a los acusados de delitos violentos, en las cárceles, los presos sociales, autoorganizados también por medio de asambleas y de una Coordinadora de Presos En Lucha, se amotinaban en cadena por una reivindicación no menos justa pero inaceptable para el sistema: que se les considerara presos de la dictadura y de la injusta sociedad correspondiente, o sea, presos políticos y que, por tanto, se les amnistiara. También se multiplicaban, con un elevado porcentaje de éxitos, los intentos de fuga, mientras crecía vertiginosamente el número de atracos, a bancos sobre todo, como si el MIL hubiera conseguido, al menos en este aspecto, el objetivo ejemplificante de su agitación armada.
Con todo y con eso, una gran parte de los componentes de los muchos grupos autónomos existentes entonces renunciaron a la defensa de la autonomía, tanto la suya personal como la de las luchas proletarias, participando en la reconstitución de la CNT o integrándose en otros sindicatos y grupúsculos izquierdistas. Sólo algunos individuos y grupos continuaron resistiendo, recurriendo a menudo a acciones violentas, como atracos, atentados con cócteles o explosivos y, en el caso de los autónomos vascos, algunos atentados personales, en apoyo de las luchas obreras autónomas, de las luchas de los presos o contra la represión estatal y paraestatal.
En el 81 cayeron los últimos participantes en una coordinación de grupos de Barcelona, Madrid y Valencia que habían continuado en activo a pesar de la detención de la mayor parte de sus compañeros, precisamente para intentar con todas sus fuerzas liberarlos. Los Comandos Autónomos Anticapitalistas de Euskadi todavía continuaron actuando hasta su desarticulación después de la matanza de Pasajes en marzo del 84, último episodio del verdadero linchamiento al que, una vez derrotados los intentos de autonomía proletaria, les sometieron en formación cerrada todos los poderes constituidos en las sociedades española y vasca, incluidos los sectores abertzales.
Entre el 68 y el 78, en Italia, alcanzó el grado más alto el enfrentamiento entre el proletariado salvaje y el Estado capitalista, el cual no retrocedió para vencer ante ningún medio (provocación, delación, leyes especiales, asesinatos, masacres…), siguiendo el camino abierto en Alemania occidental, en la guerra entre los grupos armados y el Estado, al recurrir éste a leyes antiterroristas, prisiones de alta seguridad con regímenes de tortura blanca y endurecer la represión hasta llegar al asesinato de los presos de la RAF, presentándolo como suicidio con la complicidad de la mayor parte de los medios de «comunicación» internacionales. Medidas que inauguraron el estado de excepción permanente en el que nos encontramos hoy. Los atentados de protesta se extendieron espontáneamente por toda Europa.
En Francia, a pesar del «reflujo» del 68, aún se producían algunas luchas obreras salvajes y ganaba fuerza una corriente autónoma. Eran numerosos los individuos y grupos que intentaban enfrentarse a la dominación capitalista, fuera de los partidos y sindicatos y casi siempre directamente contra ellos, organizando por sí mismos día a día su participación en las luchas sociales que se planteaba en diversos terrenos, como la lucha antinuclear o contra la precarización del trabajo, la solidaridad antirrepresiva, el movimiento anticarcelario, la autodefensa de los inmigrantes, las ocupaciones, etc.
Los intentos de coordinación práctica, aunque efímeros, se sucedieron unos a otros. Incluso en la extrema izquierda, algunas organizaciones se fragmentaron en pequeños grupos produciéndose una verdadera hemorragia de militantes hacia el área de la autonomía. De ahí proceden, por ejemplo, parte de los componentes de los NAPAP (Núcleos Armados Por la Autonomía Proletaria) que reivindicaron en 1977 varios atentados y sabotajes, empezando por la ejecución de un segurata de extrema derecha que en 1972 había matado, en un enfrentamiento entre vigilantes de la Renault y militantes de la GP (Gauche Proletarienne, organización del «maoísmo espontaneísta»), a uno de ellos, Pierrot Overney.
Muchos otros individuos y grupos autónomos anarquistas y comunistas, recurrieron también a acciones armadas, coordinándose de diversas maneras, unas veces coincidiendo espontáneamente en la elección de los objetivos, como las oficinas del paro, agencias de trabajo temporal, comisarías o juzgados, etc. Otras veces la coordinación fue más explícita recurriendo a siglas de circunstancias, al estilo de los GARI, algunos de cuyos antiguos componentes participaban también en ellas.
Por ejemplo, la «Nuit bleue» (Noche azul) antinuclear, jornada de lucha en la que se produjeron, en noviembre del 77, veintitantos atentados en todo el territorio del Estado francés, contra intereses ligados a la industria nuclear, sobre todo instalaciones de EDF (Electricité De France), reivindicados con la sigla CARLOS (Coordination Autonome Radicalement en Lutte Ouverte contre la Société); o las acciones del 78 en Toulouse contra oficinas de empleo y agencias de trabajo temporal en protesta por la precarización reivindicadas CACT (Coordination Autonome Contre le Travail).
De ahí surgió Action Directe, al decidir algunos de los grupos e individuos participantes en ese movimiento coordinarse bajo unas siglas permanentes en una estrategia común a más largo plazo. Mediante acciones armadas simbólicas, intentaron enfrentarse a la reestructuración capitalista que se iniciaba entonces, señalar sus puntos neurálgicos, poner de manifiesto sus principales líneas de fuerza, atacando, por ejemplo, en momentos clave, las sedes patronales, los ministerios de trabajo, comercio o sanidad, las oficinas de extranjería, del paro o de gestión urbanística, los bancos y empresas de armamento, inmobiliarias o de trabajo temporal, los bancos de datos informáticos, los comercios de artículos de lujo, las sedes del FMI o del Banco Mundial, de la UE, de INTERPOL o de la OTAN, atentando contra confidentes y policías, militares traficantes de armas, un dirigente empresarial responsable de miles de despidos… En una primera etapa, a partir del 1 de mayo de 1979, cuando hicieron su primera aparición reivindicando el ametrallamiento de la sede central de la patronal francesa, actuaron casi siempre en estrecho contacto con luchas sociales concretas. A principios del 81, al iniciarse la campaña para las elecciones presidenciales y legislativas a las que se presentaba una coalición de la izquierda liderada por François Mitterrrand, el número de presos de AD había crecido mucho. Durante la campaña y en la primera etapa de mandato de aquél la gente de AD decidió abandonar temporalmente las acciones armadas limitándose a apoyar las luchas de los presos por su libertad, las cuales se resolvieron con una amnistía del gobierno. A partir de ahí, actuaron durante un tiempo a la luz del día, participando abiertamente en las luchas sociales. Incluso mantenían una sede pública en una casa ocupada del barrio de Barbès. Muchos de sus integrantes decidieron abandonar el proyecto por no considerarlo ya necesario en la nueva situación. Entre los que quisieron seguir hubo varias escisiones. Aunque se mantuvieron las siglas, la organización resultó bastante disminuida numéricamente. Cuando el Estado volvió a declararla ilegal, y a medida que se iban debilitando las luchas sociales, la línea de acción, fue cambiando cada vez más en una dirección «antiimperialista», y de especialización en la lucha armada.
Finalmente se aliaron con la RAF alemana y otras «organizaciones de guerrilla» de corte leninista y los atentados se dirigieron mayoritariamente contra el «complejo militar-industrial» occidental, aunque sin olvidar la denuncia de la reestructuración capitalista. La última acción fue la muerte del director general de la Renault, un especialista en «reestructuraciones de plantilla», responsable de uno 50.000 despidos, reivindicada por el «comando Pierre Overney» en noviembre del 86. Poco después fueron detenidos los últimos militantes. Todavía siguen presos.
En la cárcel han mantenido siempre una actitud de enfrentamiento con el sistema penitenciario y contra el régimen especial que sufren. Han hecho varias huelgas de hambre reivindicado, por ejemplo, su abolición, o el reagrupamiento. Con muy poco apoyo exterior, han sufrido durante mucho tiempo lo peor de la represión. Las consecuencias se hacen notar: Georges fue psiquiatrizado a la fuerza; Nathalie ha sufrido varios ataques cerebrales y se encuentra semiparalizada y afectada por una grave depresión.
De un tiempo a esta parte ha habido movilizaciones en Francia, Alemania, Bélgica, Grecia y otros lugares, y alguna también en territorio del Estado español pidiendo su libertad. Pero no han sido suficientes. Sólo se consiguió la de Joëlle Aubron, que llevaba diecisiete años presa y sufría un tumor cerebral. Murió en marzo de 2006. Si los deseos que algunos manifiestan de que lleguen a reabrirse aquellas perspectivas revolucionarias han de cobrar siquiera un mínimo de realidad, se tienen que hacer cargo de sus presos, sin lo cual darían sencillamente risa por su falta de dignidad. Los presos de la lucha armada, son prisioneros de guerra, igual que otros miles de presos que abarrotan las cárceles del mundo: los presos de la precarización, de la inmigración, de la exclusión social, prisioneros de la reestructuración capitalista, igual que todos nosotros.
Ellos son, en relación con quienes estamos en la calle, lo mismo que los FIES respecto a los presos en general: son quienes sufren, como escarmiento por su rebeldía, la cárcel dentro de la cárcel. Pero, en realidad, todos estamos presos, más o menos voluntariamente. Las reivindicaciones actuales de la gente de Action Directe y de quienes les apoyan coinciden con las de quienes luchan hoy contra la cárcel, desde dentro y desde fuera, en Europa y en todo el mundo. La lucha por su liberación es un momento necesario de la lucha contra la opresión.
Más información: www.llibertatsebas.info
Cronología de Action Directe:
1979
– 1 de Mayo.: ametrallamiento de la sede central de la patronal francesa.
– 15 de septiembre: atentados contra los ministerios de Trabajo y Salud.
– 16 de septiembre: destrucción de la sede de la SONACOTRA (sociedad mixta que gestiona las residencias de trabajadores inmigrantes), después que los antidisturbios desalojaran las residencias tras varios meses en huelga de alquileres. Ametrallamiento de los locales oficiales del secretariado de los trabajadores inmigrantes.
– 27 de septiembre: atentado contra los locales de la patronal encargados de la gestión del empleo para la región parisiense.
1980
– 3 y 5 de febrero: atentados contra la dirección de la inspección de trabajo.
– 10 de febrero: atentado contra la UCPI, sociedad inmobiliaria implicada en expropiaciones de viviendas en barrios populares de París.
– 12 de marzo: atentado contra otra sociedad inmobiliaria implicada.
– 14 de marzo: atentado contra los locales de la DST (Dirección de Vigilancia del Territorio. Equivalente al CNI: Centro Nacional de Inteligencia). Atentado contra la sede oficial de la Organización Internacional de Cooperación de las Policías.
– 16 de marzo: ocupación armada del Ministerio de la Cooperación.
– 27-28 de marzo: 32 detenciones. Acciones de respuesta contra el cuartel del GIGN (Grupos de Intervención de la Gendarmería Nacional) y contra una comisaría de Toulouse.
– 15 de abril: lanzamiento de misiles contra Ministerio de Transportes y contra la Dirección de Seguridad de las Carreteras.
– 4 de julio: robo de documentación en blanco en la alcaldía del distrito XXIV de París.
– 28 de agosto: tiroteo con la policía durante un atraco.
– 13 de septiembre: detención de una docena de militantes después de otro tiroteo.
– 17 de septiembre: ametrallamiento del puesto de guardia de la Escuela de Guerra.
1981
– Al principio del invierno, AD suspende sus acciones durante la campaña presidencial.
– 15 de abril:: tiroteo durante el atraco a un banco en París; un policía muerto.
– Después de la elección de Mitterrand, dos huelgas de hambre de los presos de AD en seis meses con un gran apoyo en el exterior. Amnistía y liberación de todos los presos políticos comunistas y anarquistas. Escisión de AD en varias tendencias. Noviembre y diciembre: AD participa en la ocupación de talleres clandestinos en Le Sentier y de viviendas en Barbès (barrio de inmigrantes árabes en París).
– 22 de diciembre: Laouri «Farid» Benchelal, militante de AD, torturado hasta la muerte en la comisaría de Helsinki donde estaba detenido.
– 24/25 de diciembre: siete atentados contra tiendas de lujo, entre ellas la de Rolls Royce, en diferentes ciudades francesas.
1982
– 13 de febrero: ejecución del chivato Gabriel Chahine.
– 19 de febrero: atentado contra el local de las organizaciones fascistas turcas en París.
– 30 de marzo: ametrallamiento de la antena en París del Ministerio de Defensa israelí.
– Abril: sale el texto «Por un proyeto comunista», donde AD se define «comunista libertaria» o anarcomarxista, sin ninguna referencia a Lenin ni a Mao. Se dicen anarquistas, pero luchan por una «sociedad comunista». Detenciones y redadas en las okupas de Barbès. La sede de AD destruida por una bomba.
– Junio: cumbre del G7 en Versalles donde se están decidiendo las políticas neoliberales, atentado contra la sede del FMI y del Banco. Aparece el texto «Sobre el imperialismo», en el cual los USA y la URSS son equiparados como potencias imperialistas.
– Agosto: Acciones armadas contra empresas israelíes y norteamericanas, en respuesta por las masacres de refugiados palestinos en los campos de Sabra et Chatila. AD habla por primera vez de su alineación en el «Frente Antiimperialista».
– 19 de agosto: el Estado «disuelve» AD. Atentado contra el periódico fascista Minuit.
1983
– 31 de mayo: tiroteo con la policía: Dos policías muertos y uno gravemente herido.
– 26 de septiembre: atentado contra la Marina Nacional.
– 29 de septiembre: atentado contre el Círculo Militar Inter-aliado.
– 14 de octubre: tiroteo en París, Ciro Rizzato, militante italiano de los COLP (Comunistas Organizados por la Liberación Proletaria) muerto, y dos policías heridos. Otoño: aparición del mensual L’Internationale.
1984
– 29 de enero: atentado contra la empresa Panhard, que fabrica blindados militares.
– Febrero: detención de una decena de militantes en Francia y en Italia.
– 13 de marzo: emboscada de la policía en Bruselas. Varias detenciones a los pocos días.
– Primavera: con compañeros belgas, atracos a bancos, asalto la armería de un cuartel militar y robo de una tonelada de explosivos. Todo ello en Bélgica.
– 11 de julio: AD inicia la ofensiva «unidad de los revolucionarios en Europa del oeste» con un atentado contra el Instituto Atlántico.
– 12 de julio: atentado contra el Instituto de los Asuntos Atlánticos.
– 13 de julio: atentado contra los servicios informáticos de la oficina de investigación y programación del Ministerio de Defensa .
– 14 de julio: atentado contra edificios del Ministerio de Industria.
– 2 de agosto: atentado contra la sede de la ESA (European Space Agency).
– 23 de agosto: aparcan un coche-bomba bajo las ventanas del hemiciclo de la UE.
– 28 de agosto: atentados contra la sede del PSF y contra el Ministerio de Defensa.
– Septiembre: se inicia una huelga de hambre de 38 días de los presos de AD junto con otros presos por el reagrupamiento y contra el régimen de aislamiento.
– 20/21 de Octubre: atentados contra varias empresas de armamento. Diciembre: detenidos los miembros del colectivo de redacción de L’Internationale. Condenados a grandes penas por «asociación de malhechores».
– 31 de diciembre: Atentado contra la misión técnica del armamento de la Embajada francesa en Bonn.
1985
– 15 de enero: alianza con la RAF en un «frente antiimperialista».
– 25 de enero: ejecución del general Audran, responsable de los asuntos internacionales del Ministerio de Defensa (relación con la OTAN, venta de armas, etc.).
– 13 de abril: atentado contra la banca Leumi y contra la ONI.
– 14 de abril: atentado contra el periódico Minute.
– 27 abril: atentado contra la sede europea del FMI.
– 30 de abril : atentado contra las empresas de armamento TRT y SAT.
– 26 de junio: atentado contra el general Blandin, controlador general de los ejércitos.
– 8 de agosto: un comando común RAF-AD ataca la base aérea USA de Francfort. Tres soldados norteamericanos muertos.
– 5 de septiembre: atentados contra ATIC, Péchiney, Renault, Spie-Batignolles.
– Octubre: atentados contra Radio-France, Antena 2 y la Alta Autoridad del Audiovisual.
1986
– 15 de abril: atentado contra el vicepresidente de la patronal, Guy Brana, Presidente Director General de la rama de armamento de la multinacional Thomson.
– 16 de mayo: penetran en la sede de INTERPOL, ametrallan las diferentes oficinas y colocan varias decenas de kilos de explosivos.
– 21 de julio: atentado contra la sede de la OCDE.
– 9 de septiembre: el Estado francés adopta leyes de excepción antiterroristas. .
– 17 de noviembre : el comando Pierre Overney ejecuta a Georges Besse, PDG de Renault, responsable de 50.000 despidos. 1987
– 21 de febrero: detención de Nathalie Ménigon, Joëlle Aubron, Jean-Marc Rouillan y Georges Cipriani.