“Se puede mentir a pocas personas durante mucho tiempo, o a muchas personas por poco tiempo, pero es imposible mentir a todo el mundo por todo el tiempo.” Lincoln
El esfuerzo del gobierno pareciera estar puesto en continuar nuestra tradición nacional de confundir las cifras con los hechos y es por esto, que en vez que intentar paliar los catastróficos daños del cataclismo, se prodigan esfuerzos desmedidos en contener las cifras de muertos y desaparecidos.
La cifra de muertos llegó a setecientos y algo antes que se arribara a Pelluhue, Dichato y Cauquenes, poblados que desde el cielo se asemejan a Hiroshima en 1945, de eso ya van 48 horas y nada ha cambiado. Todavía nadie dice una palabra sobre otras de las cientos de caletas, poblados y caseríos del Maule y Ñuble, del borde costero, de los sectores conrdilleranos y pre cordilleranos. Nada dicen de Bucalemu, Vichuquén, Hualañé, Licanten, Vilches, El Planchón, Los Queñes, etc. Ninguna información respecto al cauce de los ríos, al estado general de las cuencas hidrográficas olvidando que en el terremoto de 1960 se tuvo que hacer frente al cierre, por derrumbe, de la desembocadura del río Riñihue, lo que amenazó con destruir lo poco que quedaba en pie dos semanas después del sismo.
Parece que en este caso la presidenta está esperando, como en todos los demás, a que se despierte el interés del macro empresariado y emprendan por sí mismos las tareas de reconstrucción cuando el dulzor de la zanahoria sea el óptimo. Ha quedado demostrado, que los militares de nuestra patria, solo sirven para labores de relaciones públicas internacionales. Sin embargo todos exigen su presencia pues antes de la zanahoria es indispensable el garrote.
Un gobierno dedicado a la gestión de riesgos es incapaz de sobrellevar una catástrofe, con menor razón un cataclismo. Por ello el gobierno prefiere esconder a los muertos y desaparecer aún más a los desaparecidos, invisibilizándolos, que reconocer los alcances de lo sucedido y lo por suceder.
Ayuda nacional e internacional.
La polémica por la negativa inicial del gobierno chileno por recibir ayuda internacional contiene verdad, pero también exageración u omisión de datos importantes.
La experiencia de Haití mostró la futilidad de transportar ingentes cantidades de ayuda internacional a un estado fallido, que se encontraba incapacitado de administrar y distribuir estos bienes. Se llegó al escándalo de filas de aviones sobrevolando la pista de Puerto Príncipe por no tener espacio para aterrizar y no poder gestionarse el tráfico aéreo por daños en las comunicaciones. O de toneladas de ayuda bodegada sin poder distribuirse. Finalmente los EEUU se hicieron “cargo de la situación” excluyendo la ayuda de otras potencias, en especial la de Francia.
Negarse a recibir ayuda que no es posible entregar de inmediato a los afectados es una decisión correcta.
El error por lo tanto no se encuentra en la reticencia inicial a captar recursos foráneos, los cuales pueden aumentar inclusive el caos en ciertas zonas, lo indefendible es el modo en que se ha desplegado el estado chileno en la zona de catástrofe y su incapacidad de distribuir la ayuda que está aún guardada en nuestras bodegas.
Es grave que los haitianos no pudieran comer al faltar alimentos pero es aún peor el que los chilenos, teniendo los alimentos incluso el dinero para comprarlos, estén en la misma circunstancia.
Lula ayer hizo lo suyo, le dio un abrazo de oso a Bachelet y no aceptó un no como respuesta. Tras él han corrido Hilary Clinton y Alan García, entre otros. Este último ha dejado desplegado a un ministro de estado en nuestro país.
Es que lo que no se quiere reconocer es que se dispone de recursos pues nuestro país es rico pero uno de los más injustos del mundo. Esa es la razón de la escasez, la mezquindad, los que están esperando la oportunidad para hacerse “la América” con el dolor de todos. Y como ese es el motor de nuestra economía el gobierno no hace más que reiterar sus elusivas declaraciones llamando a la calma mientras el Titanic se hunde.
Un pescador damnificado reclamaba en la TV que Bachelet en 24 horas tenía a un avión en Haití y en la mayor parte de la zona afectada no han arrojado ni raciones de emergencia desde helicópteros.
Más que bienes lo que falta en nuestro país es una institucionalidad adecuada para distribuirlos, es decir, la zona central de Chile, la más poblada, es un Estado fallido. Si no es posible atajar el caos del sur, producido por la incompetencia de nuestras autoridades, pronto llegará a Santiago. Que no se nos olvide que existen barrios y comunas completas en condiciones similares a la de Concepción, lugares en que las autoridades han actuado con las misma desidia. Es posible que en Santiago existan tantos damnificados como en Concepción. Según el gobierno existen DOS MILLONES DE DAMNIFICADOS es decir, más del diez por ciento de la población nacional.
El ofrecimiento generoso de balas a quienes no se resignen a la lenta muerte de hambre y sed es una consecuencia del modo de relacionarse el Estado con sus ciudadanos. Si el gobierno no reacciona ahora, distribuyendo ayuda en vez que plomo, en vez que necesitar puentes mecanos y hospitales de campaña lo que nos faltará serán cascos azules de la ONU.
El gran Negocio de la Reconstrucción Nacional.
El terremoto de Tocopilla, el enjambre sísmico de Aisen, la erupción del volcán Chaiten y Llaima, el “terremoto blanco” en Lonquimay, son algunas de las catástrofes que ha debido sortear nuestra presidenta. En todos ellos ha sido su rostro de conmoción casi su único aporte.
Muchos dicen que el gobierno está en Shock y esa es la razón de su inacción. El caso es otro, las competencias del gobierno son meramente comunicacionales en un país privatizado, hecho exponenciado con el carácter titeresco de nuestros gobernantes.
Es cierto, gran parte de las actividades económicas son más eficientes cuando los privados las emprenden con la motivación del lucro. Las críticas a la privatización son otras: Primero, la trasferencia de poder público a empresas a veces es tan grande que los estados terminan subordinados a ellas, lo que impide que sean fiscalizadas, haciendo ilusorio el incremento de eficiencia pues un monopolio inadecuadamente controlado conduce inexorablemente a la corrupción; Segundo, existen actividades económicas que el Estado debe reservarse a pesar de la pérdida de eficiencia pues están comprometidos principios más importantes, es decir, se trata de empresas estratégicas.
En nuestro país se olvidó esto, presente en la propia economía dogmática neoliberal que profesan las elites, y de este modo se regala a Barrick Gold el mayor yacimiento de oro en el mundo a pesar de lo estratégico que es la posesión de este mineral o la conservación de la cuenca del río Huasco. Ya sabemos la calamidad que ha producido la privatización de la energía lo que nos tiene amarrados de manos ante la carestía mundial.
En el cataclismo que nos concentra la privatización de la producción y distribución de energía eléctrica y de combustibles, del agua potable, de las telecomunicaciones, de la venta de medicamentos, de la salud, de las carreteras, puertos y aeropuertos, transforma a las víctimas de la catástrofe en cautivos del macro empresariado quien espera el momento el momento adecuado para incrementar sus ganancias, o su poder, para asegurar ganancias futuras. El primero en pronunciarse fue Hols Paulman quien obtuvo que el gobierno le pagara los daños en sus supermercados so pretexto de abastecer a las víctimas.
La ayuda internacional o nacional, sea que venga del fisco o de las campañas solidarias, de no variar esta situación, llegará finalmente al bolsillo de las grandes empresas.
Si las carreteras son privadas ¿Quién será el beneficiado de la construcción de un puente por los EEUU o Brasil? ¿Si las telecomunicaciones son privadas quién gana con la instalación de redes redundantes, de emergencia o alternativas?
Para variar se quieren eludir las discusiones importantes arreando a la opinión pública al guarismo y al cosismo.
El tema que debe discutirse, aquel que bloquearán so pretexto el estado de catástrofe, la criminalización de toda protesta que es y será calificada de “turba” dispuesta a un saqueo, es si la calamidad pública será utilizada como el negocio del siglo -o del bicentenario- para buena parte de nuestra clase corsaria enriquecida a fuerza de la venta de agua en el desierto, o bien servirá para transformar la institucionalidad del país de modo de poder abordar adecuadamente el próximo cataclismo.
Pasen a ver el circo.
Las extensa transmisión de las cadenas de TV aumenta las posibilidades de que se filtren informaciones sin editar y contra las pautas blancas de los medios de comunicación.
Imprecaciones contra el gobierno, los empresarios, los medios. La verdad como un fluido que rebalsa los diques que en tiempos de normalidad funcionan a la perfección.
Políticos fomentando la fascista y psicótica autodefensa de sus semejantes, autoridades sobrepasadas y delirantes.
Ha sido el caso de Alejandro Navarro llamando a los militares a responder enérgicamente, antes siquiera de llamarlos a entregar agua y alimentos; los vecinos que declaraban que carabineros los autorizó a portar armas; o el saqueador que portaba un carro lleno de electrodomésticos y le gritó a Macarena Pizarro “hicimos cagar el cupo de la tarjeta”.
Pero los mejores que he presenciado merecen capítulo a parte:
Recién ayer llegó un periodista de Chilevisión a Talcahuano, ciudad a la que cualquiera podría llegar caminando desde Concepción pero que nadie había visitado. Las escenas eran conmovedoras, todo destruido, ningún tipo de ayuda, ni un sólo perro en las calles. Desde Santiago la conductora le pedía al reportero que informara en qué condiciones se encontraba el buque capturado a los peruanos, HACE CASI 150 AÑOS, que recala ahí, el Huascar. Sin duda un asunto de suma importancia.
La ministra de educación Mónica Jimenez demostró una vez más, las manos negras que permitieron que se instala en aquel cargo. En el canal 13, no soportó dos preguntas sin entrar en una crisis de histeria disparando a mansalva a todos quienes criticaban al gobierno. La ministra es la encargada de la JUNAEB, y por lo tanto de la distribución de alimentación calientes en la zona de catástrofe, pero no se trata de alguien que esté en sus cabales ni menos, alguien que posea las competencias educacionales para dirigir su cartera. Es como si nombraran al dueño de COPEVA ministro de la vivienda o a Bonbalet subsecretario de interior. Mientras se refería al maremoto dijo, entre otras brutalidades, “en el terremoto de los chinos…” refiriéndose al tsunami del océano índico. Se trata de una señora que debiera estar recaudando fondos para una organización sin fines de lucro y sin propósitos relevantes. La culpable, quién la designó, es otra señora simpática, anodina e insulsa, su excelencia la presidenta Michelle Bachelet.
A falta de agua balas.
Y mientras todos los sectores políticos, falta que hable el Partido Comunista -quizá están de vacaciones en Cuba-, exigen que el gobierno declare el estado de sitio, ni un vaso de agua le llega a los sobrevivientes.
Todos condenan a los saqueos y promueven el pandillaje de psicótica autodefensa, pero nadie con agua en su casa parece desesperado por quienes hasta hoy no pueden beber. Quizá con plomo a esos flaites se les quite el hambre, piensan, y a veces hasta lo dicen.
Los payasos.
Qué sería de un circo sin payasos.
Ya volvió de Miami el bofe de Don Francisco, en un vuelo diferente del que arribó el animador. Quieren que entreguemos dinero al diablo para que él, como en la Teletón o en el techo para Chile, se arroguen la reconstrucción “moral” y material, suculentos ingresos monetarios mediante, del país.
La acción es estos payasos es tan infame como si pintaran con el logo de Coca-cola los carros de bomberos.
Y el estado fallido, la ex república de Chile, no sólo prefiere sino que quiere que sea la “turba de saqueadores legalizados”, el macroempresariado, quién se avoque a la “ayuda”, la reconstrucción a la pinta de ellos, actuando los medios de masas como sus jureros y la ‘manu militari’ del abaleo de los disconformes.
Ariel Zúñiga Núñez