«La eliminación de lo viviente y de lo orgánico tuvo lugar muy rápidamente con las primeras fases del desarrollo de la máquina. En efecto, la máquina era una falsificación de la naturaleza; de la naturaleza analizada, regulada, restringida y dirigida por la mente del hombre. Empero, el fin supremo de la máquina no consistía simplemente en conquistar la naturaleza, sino en hacer una nueva síntesis de ella. Desmembrada por el pensamiento, la naturaleza había sido unida de nuevo mediante nuevas combinaciones: síntesis materiales en la química y síntesis mecánicas en la ingeniería. El rehusarse a aceptar el medio ambiente natural como condición fija e ineludible es lo que siempre había fomentado en grado sumo las artes y las técnicas del hombre; pero desde el siglo XVII esa actitud se convirtió en compulsión y el hombre recurrió a la técnica para ponerla por obra». Lewis Mumford, El hombre y la máquina*
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La intensísima intervención humana sobre la Tierra está simplificando la naturaleza…
«Las zonas de amortiguación ecológica están siendo erosionadas a una velocidad sin precedentes. La intensísima intervención humana sobre la Tierra está simplificando la naturaleza. La apropiación humana de la biomasa terrestre y la destrucción de la integralidad de los ecosistemas que ello conlleva no encuentran parangón en la historia. Una muestra de ello es que, del total de la biomasa de vertebrados terrestres, la mayoría es ganado (59%) o seres humanos (36%), y solo alrededor del 5% está compuesta por animales silvestres (otros mamíferos, aves, reptiles y anfibios). La destrucción y simplificación de la naturaleza nos hace más vulnerables ante organismos patógenos que en sus ecosistemas naturales mantenían un equilibrio que ahora se rompe al entrar en contacto con el nuestro». Santiago Álvarez Cantalapiedra (2021)*
El hombre moderno está enajenado de sí mismo, de sus semejantes y de la naturaleza…
“El hombre moderno está enajenado de sí mismo, de sus semejantes y de la naturaleza. Se ha transformado en un articulo, experimenta sus fuerzas vitales como una inversión que debe producirle el máximo de beneficios posible en las condiciones imperantes en el mercado. Las relaciones humanas son esencialmente las de autómatas enajenados, en las que cada uno basa su seguridad en mantenerse cerca del rebaño y en no diferir en el pensamiento, el sentimiento o la acción.” Erich Fromm, El arte de amar (1956)
El problema no son los virus: el problema es un sistema socioeconómico expansivo (y hasta una dinámica civilizatoria)…
«(…) Esto no significa que no debamos hacer un esfuerzo social enorme y cuasi-bélico para mantener al coronavirus SARS-cov-2 fuera de nuestros cuerpos: lo estamos haciendo en 2020 para proteger a los miembros más vulnerables de nuestra comunidad, sobre todo nuestros mayores. Pero esa intimidad y codependencia con los virus sí que debería hacernos pensar de otra forma sobre lo que significa ser vivientes en el planeta Tierra.
El problema no son los virus: el problema es un sistema socioeconómico expansivo (y hasta una dinámica civilizatoria) que reduce cada vez más el espacio ecológico de los seres silvestres, favoreciendo los saltos de microbios entre especies que pueden desencadenar epidemias. El problema, también, son dietas cárnicas y hábitos culinarios que favorecen la zoonosis. Es la destrucción de la naturaleza, en muchos casos, la que causa las enfermedades infecciosas». Jorge Riechmann* (2020)