Lo sorprendente de las reacciones a los aparatos de excepción que se han implementado en nuestro país (y no solo en este) es la incapacidad de observarlos más allá del contexto inmediato en el que operan. Son raros quienes intentan interpretarlos como síntomas y signos de un experimento más amplio, como requeriría cualquier análisis político serio, en el que lo que está en el juego es un nuevo paradigma para el gobierno de los hombres y las cosas.
Por Giorgio Agamben
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