“Es aburrido explicar cómo una persona se enferma. El proceso de curación, por el contrario, resulta más creativo. Cuando cambiamos nuestras creencias conscientes y actitudes, cambia la química básica en nuestros órganos”. Carl Simonton*
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Entrevista con Javier Herráez: «Identificamos muy a la ligera ciencia actual con verdad»
Existen enfermedades a las que todavía no hemos vencido. Ante ellas, no solo tienen cabida los planteamientos de la medicina oficial, sino que algunas terapias diferentes, como la propuesta por el Dr. Herráez, pueden tener mucha importancia a la hora de controlar desarreglos tan importantes como el cáncer.
Por Héctor Gil
La enfermedad nos hace sinceros! En el síntoma de la enfermedad tenemos claro aquello que nuestra mente trataba de desterrar y esconder
«Todos los engaños de este mundo son insignificantes comparados con el que el ser humano comete consigo mismo durante toda su vida. La sinceridad para con uno mismo es una de las más duras exigencias que el hombre puede hacerse. Por ello, desde siempre el conocimiento de sí mismo es la tarea más importante y más difícil que pueda acometer el que busca la verdad.
El conocimiento del propio ser no significa descubrir el Yo, pues el ser lo abarca todo mientras que el Yo, con su inhibición, constantemente impide el conocimiento del todo, del ser. Y, para el que busca la sinceridad al contemplarse a sí mismo, la enfermedad puede ser de gran ayuda. ¡Porque la enfermedad nos hace sinceros! En el síntoma de la enfermedad tenemos claro y palpable aquello que nuestra mente trataba de desterrar y esconder.» Thorwald Dethlefsen – Rüdiger Dahlke, La Enfermedad Como Camino (1983)
Llamamos sombra a la suma de todas las facetas de la realidad que el individuo no reconoce o no quiere reconocer en sí…
“El ‘no’ ha quitado de nuestra vista un polo, pero no lo ha eliminado. El polo descartado vive desde ahora en la sombra de nuestra conciencia. Del mismo modo que los niños creen que cerrando los ojos se hacen invisibles, las personas imaginan que es posible librarse de la mitad de la realidad por el procedimiento de no reconocerse en ella. Y se deja que un polo (por ejemplo, la laboriosidad) salga a la luz de la conciencia mientras que el contrario (la pereza) tiene que permanecer en la oscuridad donde uno no lo vea. El no ver se considera tanto como no tener y se cree que lo uno puede existir sin lo otro.
Llamamos sombra (en la acepción que da a la palabra Carl Gustav Jung) a la suma de todas las facetas de la realidad que el individuo no reconoce o no quiere reconocer en sí y que, por consiguiente, descarta. La sombra es el mayor enemigo del ser humano: la tiene y no sabe que la tiene, ni la conoce”. Thorwald Dethlefsen- Rüdiger Dahlke, La enfermedad como camino (1983)
La sombra
El individuo dice «yo» y con esta palabra entiende una serie de características: «Varón, alemán, padre de familia y maestro. Soy activo, dinámico, tolerante, trabajador, amante de los animales, pacifista, bebedor de té, cocinero por afición, etc.» A cada una de estas características precedió, en su momento, una decisión, se optó entre dos posibilidades, se integró un polo en la identidad y se descartó el otro.
Por Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke