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Ecotropía

Aniquilando un planeta por vez…

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Categoría: • General

No militar…

La crisis como momento de la dominación social

Publicada el 13/03/2011 - 24/08/2023 por Ecotropía

1. Una de las consecuencias más nefastas de la consolidación del discurso sobre «la crisis económica», es la reaparición del izquierdismo, que viene a entonar un coro que suena más o menos a «ya lo habíamos dicho nosotros: el capitalismo se hunde por sí mismo, y ahora es nuestro turno».

Por Juanma Agulles

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Publicado en • Análisis, • Control, • Ecocidios, • General, • Insalubridad, • Multiviolencias, • Neoesclavitud, • Psicopatologías, • Revueltas, • TecnocidioEtiquetado como análisis socioeconómico, bases sociales y ecológicas, crisis global, desarrollismo depredador, desposesión creciente, efecto de valorización del valor, infraestructuras del Estado, Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión, Juanma Agulles, mundo industrializado, recesión económica, revista Ekintza Zuzena

Poder tecnológico: ¿autonomía o heteronomía?

Publicada el 21/02/2011 - 27/02/2011 por raas

Vamos a aproximarnos al concepto de “poder tecnológico” buscando sus raíces, de dónde proviene. Propongo el par conceptual de esta presentación, autonomía o su opuesto, como otro hilo conductor de lo que vayamos examinando. Vemos de inmediato que lo tecnológico no viene solo, está íntimamente ligado a lo científico. Y que la dimensión tecnocientífica funciona como religión en nuestra sociedad. Digo religión en sentido etimológico, lo que liga a los hombres entre sí. Lo tecnocientífico como una dimensión inescindible de la cultura vigente. Un sentido común que a todos nos gobierna.

Luis E. Sabini Fernández

nota completa en http://revistafuturos.com.ar/ciencia-tecnica-y-poder/303-poder-tecnologico-autonomia-o-heteronomia o  en PDF

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Geopiratería. Argumentos contra la geoingeniería

Publicada el 16/02/2011 por raas

Este informe revela la verdadera cara de esta «Plan B» para afrontar la crisis del clima: se trata de una estrategia política que permitiría a los países industrializados evadir su deuda climática.

Desde ajustar el termostato global hasta modifica la química de los océanos, éstos remiendo ténicos a mega escala son una amenaza para la humanidad y el planeta. El informe contiene un panorama histórico, científico y de los intereses que están detrás del rápido desarrollo de la geoingeniería, así como la disputa por quien puede decidir el destino de esta riesgosa aventura.

Grupo ETC
www.etcgroup.org/es

Descargar en PDF aquí o acá

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Nuevas tecnologías: modas, mentiras y peligros

Publicada el 16/02/2011 - 20/02/2011 por raas

Por todos lados escuchamos noticias preocupantes sobre los distintos aspectos de la crisis: las finanzas, el clima, la salud, la escasez de alimentos y agua.

Frente a ello, los gobiernos y empresas que propiciaron la crisis insisten en que la solución no está en cambiar radicalmente los modos de producción y consumo ni terminar con el acaparamiento de tierras, la injusticia social, o con la relación explotadora y contaminante con el ambiente y la naturaleza. Que lo necesario es promover remedios tecnológicos nuevos.

Nos encontramos ante un triple ataque a la humanidad y al planeta: por un lado, hambre, caos climático, contaminación y enfermedad ocasionados por la industrialización; por otro, riesgos de salud, ambientales y económicos provocados por nuevas tecnologías (biotecnología, nanotecnología, geoingeniería, biología sintética); finalmente, la tiranía de las corporaciones —que imponen estas tecnologías como “necesarias” para salir de las crisis. Muchos gobiernos tienden a aceptar los remiendos tecnológicos impuestos por las corporaciones y las subsidian con recursos públicos. Este triple ataque ocurre en distintas versiones, en todos los rincones del planeta.

Las tecnologías de moda

Las universidades, los medios de comunicación y el mercado pregonan los nuevos descubrimientos sobre el genoma humano, las infinitas posibilidades de chips electrónicos cada vez más pequeños, la inminente creación de nuevas formas de vida, el dominio sobre los átomos y las moléculas, el control de las condiciones climáticas. Quieren convencernos de que todas las modas tecnológicas son buenas para todos y de que no aceptarlas es una necedad porque la humanidad y el planeta necesitan de ellas para resolver sus problemas. ¿Cuáles son estas modas tecnológicas y porqué debemos considerarlas y evaluarlas de un modo crítico?

El delirio por dominar la materia

Cuando escuchamos “nanotecnología”, “nanopartículas”, “nanómetro”, “nano”, nos hablan del reino de lo inmensamente pequeño, más pequeño aún que lo microscópico. Nanotecnología es el conjunto de técnicas utilizadas para manipular la materia desde de los átomos y las moléculas. Un nanómetro equivale a la millonésima parte de un milímetro. Un cabello humano mide unos 80 mil nanómetros de grosor.

Y es que los bloques de construcción de toda la materia son así de minúsculos. Son los átomos y las partes de los átomos que forman los elementos químicos. Por eso, los instrumentos y procesos de la nanotecnología se pueden aplicar a casi cualquier cosa fabricada en algún sector de la industria. La materia manipulada desde sus moléculas puede mostrar propiedades que antes no aparecían: mayor conductividad eléctrica, elasticidad, resistencia, o reactividad. Con tecnologías que manipulan lo inmensamente pequeño se están produciendo computadoras más rápidas, medicamentos dirigidos a sitios específicos del cuerpo humano, materiales a prueba de balas, cosméticos, filtros solares, insumos agrícolas, aditivos para los alimentos, embalajes, textiles, enseres electrodomésticos.

Hay en el mercado más de 700 productos que contienen nanopartículas, sin regulación en ningún país y sin etiqueta (es decir, sin que sepamos que las contienen) aunque cada vez hay más evidencias de sus posibles impactos en la salud y el ambiente y de que son un riesgo para los trabajadores que las manipulan. El sistema inmunológico no detecta las nanopartículas, por eso pueden atravesar la barrera sanguínea que protege al cerebro, llegar a la placenta o depositarse en otros órganos, intoxicando las células, causando tumores y cáncer.

Por si fuera poco, la posibilidad de trabajar con los pedazos de los átomos y de inventar moléculas, ha provocado una absurda fiebre de patentamiento de los elementos químicos, que son el punto de partida de todo lo existente, de lo vivo y lo inerte (lo “no vivo”).

Jugar a Dios

Otra moda tecnológica es la biología sintética, que busca construir en laboratorio nuevas formas de vida para desempeñar tareas particulares. La biología sintética quiere reescribir la vida ensamblando grupos de genes de modos nuevos y hacer organismos “diseñados a la medida” que produzcan compuestos químicos, fármacos o combustibles.

Las compañías de biología sintética, que reciben muchos fondos de los gobiernos, se promueven alegando que producirán la cura para la malaria, plásticos biodegradables, bacterias que limpien los desechos tóxicos, árboles especiales para producir etanol. El poder para crear vida artificial se está concentrando en manos de las mayores corporaciones petroleras, farmacéuticas, semilleras y agroindustriales, cuestionadas por su modo salvaje de usar los derivados del petróleo y ocasionar gran parte del calentamiento global.

La vida no es un diseño electrónico ni un código de cómputo: los errores podrían ser letales e irreversibles. Las compañías buscan ganancias en vez de preocuparse por las necesidades sociales o por el mal uso de sus inventos, deliberado o accidental. Con esa actitud pueden provocar nuevas y desconocidas catástrofes.

Pretenden “mejorar” a los humanos

La genómica estudia el funcionamiento, origen y evolución de la herencia biológica. La genómica humana, especialmente, promete un nuevo paraíso de salud basado en el conocimiento profundo de esta herencia personal. A partir de entender las diferencias en esta herencia, la genómica humana pretende desarrollar una medicina personalizada y fármacos, para según ellos, mejorar el desempeño humano.

La medicina personalizada se basa en la creencia de que podemos detectar, prevenir y curar las enfermedades según los genes de cada quien y, aunque todavía este argumento está muy lejos de demostrarse, ya están a la venta más de mil pruebas genéticas personales diferentes (sin regulación alguna) para detectar identidades raciales, tendencias a enfermedades, deficiencias o genialidades de personalidad y supuestos defectos de crecimiento físico. La publicidad de las empresas pretende hacernos creer que nuestros genes marcan absolutamente nuestro destino, pero pueden ser la llave de la salud, el bienestar y ¡hasta el éxito!, si se manipulan mediante los remedios que nos promete esta nueva moda científica.

La información derivada de estas pruebas le sirve sobre todo a las empresas que quieren demostrar la relación entre las enfermedades o “deficiencias” y las variaciones genéticas. Además, estas pruebas son costosas y con ellas ya hay instancias privadas y gubernamentales en varias partes del mundo que violan la privacidad y promueven la discriminación.

La idea de “mejorar el desempeño humano” es una idea exitosa para las empresas porque al convencernos de que podemos ser mejores, más precisos, más agudos, más eficientes, con fármacos y “alimentos especiales”, pueden obtener más ganancias. Son entonces medicamentos para gente sana, que espera ser más guapa o más feliz a punta de pastillitas. Las drogas para personas sanas son mucho más rentables que los medicamentos para los enfermos. La genómica sueña con un futuro de personas diseñadas para ser perfectas. Millones hoy en día están ansiosos de superar limitaciones reales o imaginadas (incluidas las emocionales) mediante remedios genómicos. ¿Serán considerados buenos ciudadanos los que no se “mejoren”? ¿Serán discriminados aquéllos que no se sometan a los tratamientos de mejora? Tenemos ante nosotros un panorama aterrador donde las empresas y el mercado tal vez lleguen a definir qué es un ser humano “normal”.

Burlándose del planeta

La geoingeniería es la manipulación intensa y/o radical del ambiente en gran escala, y hoy se intenta con ella combatir el caos climático provocado por las actividades industriales. La geoingeniería propone, entre otras cosas, alterar los ciclos del agua o aumentar artificialmente la vegetación del océano. Es real que existe la posibilidad de alterar el clima de la Tierra: por ello padecemos el actual desastre en el clima. Sin embargo, pretender que se corregirán los daños con más manipulaciones planetarias a nivel industrial es totalmente irresponsable, ya que con cualquier alteración en una región, otros sufrirán los desequilibrios provocados en el planeta, que funciona integralmente, como totalidad.

Las grandes industrias y los gobiernos poderosos son los mayores culpables de la contaminación, la devastación ecológica y el calentamiento global, y ahora son los principales promotores y financiadores de la geoingeinería. Quienes más sufrirán las consecuencias, nuevamente, serán los países de Sur que seguramente tendrían que cargar con los “efectos secundarios” de la geoingeniería.

Actividades antiguas que alteran radicalmente el mundo y que hoy podríamos llamar geoingeniería:

• Talar la mayoría de los bosques.
• Convertir selvas, sabanas y “tierras marginales” en grandes parcelas de monocultivo.
• Construir grandes y pequeñas represas. Poner diques a las cascadas, desviar ríos, secar humedales y drenar acuíferos, trasvasar cuencas completas.
• Emitir miles de millones de contaminantes industriales, desechos de automóviles y otros químicos tóxicos a la atmósfera y a los suelos cada año.
• Eliminar especies y diversidad biológica de ganado y cultivos.
• Sobreexplotar y contaminar tierras de cultivo y tierras marginales, ocasionando erosión del suelo y desertificación.
• Contaminar prácticamente todas las reservas de agua dulce del mundo.

Algunas acciones de la geoingeniería:

• Producir agrocombustibles o “carbón vegetal” (biochar) a partir de devastar los territorios considerados “marginales” o de crear vastas plantaciones de árboles (desiertos verdes).
• Crear vastas plantaciones de árboles para producir agrocombustibles.
• Promover la construcción de nuevas plantas de energía nuclear.
• Estimular nubes para provocar lluvias.
• Contaminar los centros de diversidad genética con cultivos transgénicos.
• “Fertilizar” el océano con hierro y urea para ocasionar florecimientos acelerados de la minúscula vegetación marina y supuestamente capturar dióxido de carbono.
• Cubrir desiertos con película reflejante para rebotar los rayos solares

Las mismas industrias que han destruido el planeta encabezan la farsa de la geoingeniería, y exigen que les paguemos por aplicarla para “salvarnos a todos”. Éste es otro aspecto del mercado de bonos de carbono, que es la venta de “permisos de contaminación”. Con el dinero obtenido de tales permisos, las compañías que promueven la geoingeniería realizan experimentos con poca crítica y una validez científica muy pobre.

Amenazas de las nuevas tecnologías

La estrategia de los científicos y la industria de combinar la acción de estas nuevas tecnologías es amenazante para nuestras comunidades, nuestras organizaciones y para cada uno de nosotros en nuestras vidas cotidianas.

Con la nanotecnología sobrevienen nuevos peligros tóxicos para nuestros cuerpos, ambientes, naturaleza. La gente usa bloqueador solar para protegerse del cáncer de piel y no sabe que los filtros solares que usan nanotecnología pueden ser cancerígenos. Con la biología sintética, estudiantes pueden construir nuevas especies casi como sus padres jugaban con casitas para armar.

En vez de discutir abiertamente los riesgos de las nuevas tecnologías, los gobiernos y las empresas cambian el diálogo por mayor control. Con el pretexto de las distintas crisis, del bioterrorismo y el caos climático todos nos volveremos sospechosos y la diferencia de opiniones políticas o las alternativas de producción y consumo pasarán a ser criminales.

¿De quién es la naturaleza?

Hoy, las corporaciones globales controlan 24% de la vegetación (productos agrícolas comestibles, fibras textiles, caucho, madera, las primeras generaciones de agrocombustibles) al transformarla en mercancía. Las más grandes compañías químicas, agro/biotecnológicas y de energía están formando empresas de innovación tecnológica para poder aprovechar toda la vegetación antes considerada marginal (que se había mantenido fuera del mercado mundial) para mercantilizarla.

Las materias primas (por ejemplo el algodón, el cobre, el caucho) tienen ahora un futuro incierto. Hoy hay nuevos materiales que podrían eliminar el comercio y las formas de supervivencia de las comunidades más pobres y los trabajadores más vulnerables. Las naciones que más dependen de las exportaciones de recursos naturales o productos agrícolas son las que sufrirán los impactos más graves.

La erosión de suelos y la pérdida de biodiversidad agrícola y pecuaria, la contaminación de las aguas, la creciente crisis de salud humana y animal no tienen precedentes en la historia de la humanidad. Y de esto las grandes empresas también hacen gran negocio: la crisis climática y los altos precios de los combustibles son ahora argumentos de la industria para sustituir la economía del petróleo por una nueva “economía del azúcar” cuya materia prima sería la biomasa a la que se le extraigan azúcares, que fermentados se pretenden convertir en combustibles o directamente en plásticos y otros materiales nuevos. Entrar en una era de “la economía del azúcar” implica mercantilizar el 76% de la naturaleza que no está todavía en manos de las industrias.

Las nuevas tecnologías no sustituyen la justicia social

Las nuevas tecnologías necesitan funcionar para ser rentables. Sólo necesitan destruir la competencia y torcerle la mano a los gobiernos. Una vez que el mercado está monopolizado, poco importa cuáles son los resultados de una nueva tecnología. Los fracasos tecnológicos no son una barrera para las ganancias. Una ciencia descuidada y unas malas tecnologías pueden ser rentables si los gobiernos les hacen leyes a la medida. Todas las tecnologías pueden resultar un fracaso y ocasionar catástrofes, pero eso no implica que dejen de usarse.

Los promotores de las nuevas tecnologías prometen el paraíso: que resolverán los problemas de hambre y pobreza, encontrarán la cura del cáncer y limpiarán el ambiente. Que pueden diagnosticar enfermedades de modo más barato y eficiente; mejorar la purificación del agua y la eficiencia de las celdas solares, reducir la demanda de materias primas y bajar drásticamente los costos de trasporte y energía. Pero ¿acaso la investigación financiada por las empresas se enfocará en los problemas de los desposeídos?, ¿serán accesibles a todos los productos patentados de las nuevas tecnologías? La verdad simple es que las nuevas tecnologías no pueden resolver viejas injusticias. Ningún remiendo tecnológico novedoso sustituye políticas sociales sanas y efectivas. Al contrario, aplicadas en sociedades injustas, las nuevas tecnologías abren más la brecha entre los poderosos y los necesitados, entre las oligarquías (económica, científica, intelectual) y la inmensa mayoría de la población trabajadora.

El control de las nuevas tecnologías permanece en manos de los ricos, porque los regímenes de propiedad intelectual y los oligopolios de mercado, junto con la complicidad de los gobiernos, siempre han logrado imponer qué tipo de tecnologías salen al público y a qué intereses sirven.

Todas las nuevas tecnologías tienen en común la falta de regulaciones, la ausencia de un debate serio y abierto sobre su desarrollo, la imposición de decisiones por parte de las empresas y un aparato propagandístico con ejércitos de periodistas y medios de comunicación. La ciencia en la que se basan no es independiente y carece de la rigurosa metodología que la ciencia siempre reivindicó como base de su nivel de confianza. Finalmente, los remedios tecnológicos son la solución menos apropiada para resolver los problemas provocados por la propia tecnología.

La resistencia existente

Las nuevas tecnologías acechan nuestras vidas cotidianas independientemente de los campos en que trabajemos.

El modo industrial de pensar se coló al quehacer de la ciencia y es ahora la tecnología, consentida por las grandes empresas, la que se apoderó de la visión del futuro y su control.

Si no confiamos en los gobiernos, corporaciones o los científicos, ¿qué hacemos?

Como individuos y sociedades tenemos que dejar de pensar únicamente en términos industriales. Comparar diversos modos de pensar y de hacer técnica, revisando la historia de la ciencia y el saber. Imaginar modos respetuosos que definan o limiten por consenso común las dimensiones, la escala y la intensidad de cualquier procedimiento tecnológico.

Tenemos que exigir cambios drásticos en los procesos de producción y los patrones de consumo para que la naturaleza descanse. Que ya no se hagan cosas que empeoran el calentamiento global. Restaurar los ecosistemas para que la Tierra pueda respirar de nuevo. Respaldar los saberes de las comunidades campesinas y pesqueras en un intento por descentralizar la ciencia. Fortalecer la resistencia de las comunidades urbanas para que resuelvan sus necesidades básicas, por lo que será crucial impulsar una reforma agraria verdadera y una soberanía alimentaria con soluciones locales basadas en saberes propios, colectivos. Trabajar desde nuestras regiones soluciones creativas, de escala humana, que enfrenten los desastres climáticos en el planeta, luchar por la alimentación, el agua, la salud, la vivienda y los saberes compartidos.

Existen soluciones reales y son diametralmente opuestas a los remiendos tecnológicos o los delirios de nuevas ciencias.

Hasta ahora, por ejemplo, son los agricultores campesinos, los pescadores artesanales, los pastores y pueblos indígenas quienes producen la vasta mayoría del alimento mundial. Lo hacen sin la erosión y contaminación de los sistemas industriales y custodian la fortaleza genética necesaria para hacer frente a la pérdida de biodiversidad y logran mucha soberanía alimentaria a partir de economías agrícolas locales, descentralizadas, diversas, libres de patentes, basadas en saberes y culturas campesinas. El 85% de los alimentos mundiales sigue produciéndose cerca de donde se consumen, y escapa en gran medida al sistema formal del mercado. De los 450 millones de establecimientos agrícolas del mundo, 85% son predios pequeños de menos de 2 hectáreas.

Tres cuartas partes de los agricultores del mundo (1 400 millones de personas) siguen guardando semillas de su cosecha y cultivan variedades mejoradas localmente.

La mitad de la población mundial vive ahora en ciudades, y los problemas asociados con la pobreza urbana son profundos. Pero entre 15 y 20 por ciento de la comida mundial se produce en áreas urbanas; la agricultura en las ciudades, ahora practicada por 800 millones de personas, aumenta cada día.

Pese a los monopolios farmacéuticos y la biopiratería, 70% de la población mundial depende de medicinas tradicionales para el cuidado de su salud.

Necesitamos tecnologías de bajo impacto, saberes que no persigan la ganancia sino el bienestar de la gente. Debemos recuperar el control social y político de nuestras soluciones prácticas y de la visión a la que están asociadas: debemos rechazar los llamados “imperativos tecnológicos” (la idea de que sólo la tecnología, y su producción industrial, nos puede salvar), y fijar entre todos unas fronteras humanas a la ciencia, más allá de las cuales en vez de impulsar entendimiento y justicia se promueve sinsentido, zozobra, riesgos al planeta y enajenamiento político y social.

Grupo ETC

fuentes: Toda la información basada en documentos del Grupo ETC: http://www.etcgroup.org
–¿De quién es la naturaleza? El poder corporativo y la frontera final en la mercantilización de la vida, noviembre de 2008
–Pruebas personales de ADN y el mito de la medicina personalizada. Informe especial sobre genómica humana, marzo de 2008
–Jugando con Gaia. Informe sobre Geoingeniería, febrero de 2007

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La cultura de la muerte en la sociedad del espectáculo

Publicada el 30/01/2011 - 02/11/2022 por Ecotropía

Desde las Danzas de la Muerte medievales nunca como hoy estuvo la muerte tan presente de tantas maneras coincidiendo con esta cultura decadente que la usa de espectáculo, espantapájaros y como negocio.

Por Originario

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Turismo, consumo y “acorralamiento” de recursos nativos

Publicada el 28/01/2011 por raas

En la actual conformación social la vida de verano suele tener lugar como tal siempre y cuando permita la concreción de ciertas aspiraciones burguesas como la autoridad económica que canaliza derroche, opulencia, cierto capricho.

Entre el inmenso cúmulo de mercancías que se ofrece para su ávido consumo, se mercantilizan incluso aquellos recursos naturales nativos que ya se presentan como escasos: de ser propios a un lugar determinado, adquieren valor comercial por haberse tornado extraños. Los ejemplos más visibles son sólo el ápice perceptible de la irracionalidad inherente a los parámetros de consumo moderno-occidentales. Pues el propio sistema capitalista-neoliberal explota hasta la extinción los insumos que necesita para generar las mercancías que hacen a su esencia. ¿Se escribirá el fin del capitalismo en paralelo a los límites “físicos” del planeta?

Temporada estival: miles de familias huyen del agobio de las grandes metrópolis hacia los destinos que prometen distensión y relax. Respetando sus habituales parámetros de abundancia, determinado sector social permuta el diario consumo propio a la vida en la inmensa ciudad por otros pintorescos objetos: artesanías, adminículos para la playa, platos extravagantes, ropa de colores excéntricos y un inacabable catálogo de enseres “imprescindibles”.

La mercantilización de la vida profundizada con las transformaciones económicas de la década del ’90 trastocó los sentidos de muchas prácticas sociales. Entre otros, los de la recreación veraniega. El turismo de los estratos relativamente acomodados y de las clases medias –muchas veces auto representadas como portadoras de aspiraciones, valores y privilegios burgueses-, parece materializarse “objetivamente” sólo si adquiere el estatus de espacio y tiempo de consumo. Excede, de esta manera, al simple ocio y descanso familiar.

¿Cuántos paradisíacos lugares aparecen como desolados, no son anotados como destino de plácido descanso en las respectivas guías ni beatificados con el título de “paisaje”, si no cuentan con una feria fenicia que garantice el paseo comercial diario, dador de sueños y de pasajera felicidad?

Voraz e inescrupulosa, la economía neoliberal se caracteriza entre otras cosas por producir mercancías –en diferentes escalas y ámbitos- sin importar los costos sociales, culturales y ecológicos de ello.

Respecto de estos últimos, y considerando el caso de las serranías cordobesas, uno de los más promocionados destinos turísticos argentinos, es tan llamativo como variado el abanico ofrecido de mercaderías y servicios elaborados con “insumos” de la flora y fauna nativas que por distintos motivos hoy resultan escasos o casi extintos en la región(2). (Irracionalidad que se adosa, por cierto, a la tan común dilapidación de recursos naturales en general).

“Muebles de algarrobo”, peperina (y distintas especies aromáticas y de uso medicinal francamente amenazadas por la extracción compulsiva), “Carbón de quebracho blanco”, escabeches de liebre y de pato silvestre, “Cabrito a la leña” (léase madera de monte nativo), labores con cueros de animales no domésticos, “Cabañas de troncos”. Estos y otros insólitos placeres son anunciados por carteles y volantes. Parecen sólo unos ítems dentro del exhaustivo menú preparado para satisfacer la avidez de los comensales. Pero, tanto los mencionados como muchos más, son amasados con los pocos especimenes del tipo que la explotación intensiva del hombre permite subsistir en la región (3).

Extrañas, inhallables exquisiteces que otorgan a los apetitosos compradores cierta distinción social; o el particular deleite individual de estar allí en donde otros no, ni en el presente ni a futuro.

¿Se ofrece sólo un plato caliente que se digiere ingenuamente, sin sopesar la inevitable destrucción supuesta en esta transformación de recurso natural a producto de mercado? ¿O se trata por parte de quien lo consume de la obtención de un souvenir, de un simbolismo que se fundamenta en el acceso y la conquista de lo más recóndito y último del medio nativo, vivo desde tiempos inmemoriales hasta el momento de aparecer etiquetado en la góndola?

Como sea, por unos pocos pesos generosamente el sistema permite participar del singular (y quizá no dimensionado) privilegio de maltratar al ambiente, de desbaratar su equilibrio.

Dentro de la lógica del consumo indetenible e irreflexivo, el gozo se erige sobre el cadáver de lo virgen. La vida es momento, es presente y yo: no hay ni tiempo ni sentido de la alteridad para reparar en las bellas y diminutas lumbres que se manifiestan frente a los ojos, que si bien pequeñas, son en fin las que hacen al indescifrable rompecabezas de la biodiversidad planetaria. Los ejemplos antes referidos son sólo pequeños testimonios distinguibles entre tantos gestos inciertos, borrosos. Pero permiten certificar con nitidez la triste insensatez del modelo de hombre dominante en esta época de la historia. Pues cuanto menos sustentable son las acciones humanas, más evidente se hace la formulación de Franz Hinkelammert según la cual la globalización del capitalismo constituye una conformación caníbal respecto del sujeto y del entorno. Aunque también, suicida, en tanto para asegurar su existencia socava los propios basamentos en los cuales se asienta la humanidad(4).

En las antípodas del sistema y fuera de esta factibilidad autodestructiva –y de la consecuente eliminación de los hombres que lo padecen a la vez que sostienen- sólo puede pensarse en una posibilidad para evitar este escenario: la sensibilidad por la sencillez de la vida; y la consciencia colectiva, revolucionaria, emancipatoria.

Emiliano Bertoglio

Notas:
(1) Por Emiliano Bertoglio. Sierras de Punilla (Córdoba, Argentina). Enero, 2010.
(2) Anótese que las diferentes especies amenazadas son valiosas en sí mismas, pero tanto más en tanto parte de un conjunto (considerar a los ejemplares de la flora y de la fauna como existentes independientemente de los demás, es contemplarlos desde una perspectiva excesivamente “técnica”, aislados del contexto en el cual desarrollan su vida). Dentro del conjunto que componen, cada acción violenta del hombre altera la delicada necesidad mutua entre quienes conforman la biodiversidad, y no sólo a tal o cual animal o planta.
(3) Además de estas delectaciones autóctonas, como goces exóticos o provenientes de ignotas regiones, los locales de venta de “productos regionales” ofertan “opciones” como ciervo ahumado y salames de jabalí, entre otros. (En sintonía con las anteriores graficaciones, un selecto restaurant de la Capital Federal honra a sus comensales con un plato formado por carne de yacaré asada).
Debe considerarse que en las serranías cordobesas los ofrecimientos constituyen o alternativas de economía de subsistencia para los auténticos lugareños, en donde la explotación generalmente es menos intensiva; o relativamente importantes emprendimientos comerciales de los migrados capitalinos que buscan en los nuevos aires una vida lejana al vértigo de la ciudad.
(4) Franz Hinkelammert, El nihilismo al desnudo. Los tiempos de la globalización. 2001. Colección Escafandra. Santiago de Chile. En sintonía con esta expresión, dice Ceceña que “El mercado, por sí mismo, es autodestructivo. (…) (Con muchos de) los desarrollos tecnológicos que se han conocido en los últimos 30 años, se traspasó el umbral de la mayor catástrofe ecológica registrada en el planeta. Esta lucha del capitalismo por dominar a la naturaleza e incluso intentar sustituirla artificialmente, ha terminado por eliminar ya un enorme número de especies, por provocar desequilibrios ecológicos y climáticos mayores y por poner a la propia humanidad, y con ella al capitalismo, en riesgo de extinción” (Ana Esther Ceceña, El posneoliberalismo y sus bifurcaciones. Artículo publicado en http://www.rebelion.org, el 5 de enero de 2010 y días ss.).

fuente: www.rebelion.org/noticia.php?id=100607

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La colonialidad del poder. Entrevista con Ramón Grosfoguel

Publicada el 28/01/2011 - 29/01/2025 por Ecotropía

Ranón Grosfoguel, es un sociólogo puertorriqueño nacido en Puerto Rico, perteneciente al Grupo modernidad/colonialidad (Grupo M/C) que se desempeña en la Universidad de California en Berkeley. Define su pensamiento como perteneciente a la corriente decolonial, superadora de la corriente poscolonial con la que se considera emparentado. (Wikipedia)

Por Angélica Montes Montoya y Hugo Busso
revista Polis*

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Los avatares de la cultura como mercancía

Publicada el 11/01/2011 - 07/02/2012 por raas

La palabra «cultura» deriva del latín colere, que significa cultivar, cuidar, preservar. El primero en referirse a ella en el sentido de cultivar el espíritu, mejorar las facultades intelectuales y morales, fue Cicerón. Se ha sugerido que quizás los romanos inventaran el concepto para traducir la palabra griega paideia. Según Hannah Arendt los romanos concibieron la cultura en relación con la naturaleza y la asociaron al homenaje y respeto a las obras pasadas. «Culto» comparte raíz con cultura. Todavía hoy, cuando hablamos de cultura nos vienen a la mente esas ideas de naturaleza trabajada y monumento del pasado, aun cuando la realidad haga mucho que no tiene nada que ver.

La cultura como esfera separada de la sociedad donde se ejercita la creación libremente, como actividad justificable en sí y por sí misma, es una imagen idealizada. Su autonomía tiene un momento falso. La cultura pasó por las cortes de los reyes, se alojó en los monasterios e iglesias, fue protegida por los mecenas de los palacios y los salones. Cuando éstos la abandonaron la compró el burgués. El goce de la cultura ha sido el privilegio de la clase ociosa, liberada de la obligación de trabajar. Hasta el siglo XVIII la cultura fue patrimonio de la aristocracia; después, ha formado parte del acervo de la burguesía.

Los escritores y artistas han tratado de preservar su libertad manteniendo independiente el proceso de creación, viviendo ellos mismos al margen de las convenciones sociales, pero a fin de cuentas es el burgués quien paga por el resultado final, es decir, por la obra. El burgués le pone precio, tanto si le complace como si le provoca y da pasmo. Tanto si sirve para algo como si es perfectamente inútil. Para el burgués la cultura es objeto de prestigio; quien la posee asciende en la escala social. La demanda de la clase dominante determina pues la formación de un mercado de la cultura. Para el burgués la cultura es un valor como los otros, un valor de cambio, una mercancía. Incluso las obras que rechazan la condición de mercancías, cuestionan la cultura mercantilizada e imponen sus reglas son también mercancías. Su valor consiste precisamente en ser rupturistas, ya que impulsan la renovación, esencial para el mercado. La cultura en conflicto con la burguesía es la cultura burguesa del futuro.

Por haberse atrincherado aparte en tanto que producción especial del espíritu humano, por no haberse involucrado en la transformación de la sociedad, es por lo que la cultura bajo el dominio burgués ha fracasado. Las vanguardias de comienzos del siglo XX -futuristas, dadaístas, constructivistas, expresionistas, surrealistas- trataron de corregir ese error ideando y difundiendo nuevos valores subversivos, nuevos comportamientos disolventes, pero la burguesía los supo trivializar y expropiar.

El secreto consistió en impedir la formación de un punto de vista general. Los mejores descubrimientos eran esterilizados al separarse de la investigación global y de la crítica total. Los mecanismos comerciales y la especialización conseguían levantar una barrera entre el creador y el movimiento obrero revolucionario, el que le podría servir de base para acentuar todos los aspectos subversivos contenidos en su obra. Así renunció a cambiar el mundo y aceptó su trabajo como disciplina fragmentada, productora de obras degradadas e inofensivas.

Resulta significativo que cuando el pueblo llano se proletariza, desaparezca la cultura popular. El sistema capitalista somete al pueblo a la esclavitud asalariada y la burguesía culta descubre y se apropia de su folklore. La primera cultura específicamente burguesa es la cultura romántica. Como corresponde a un periodo revolucionario, es al mismo tiempo apologética y crítica; ensalza los valores burgueses y los cuestiona. Ese aspecto crítico influirá en la clase obrera. Cuando el proletariado concibe el proyecto de apropiarse de la riqueza social para ponerla al servicio de todos se percata de su aislamiento cultural y reivindica la cultura -principalmente en su vertiente romántica- como instrumento imprescindible de emancipación.

Las bibliotecas, los ateneos, las escuelas racionalistas, las publicaciones formativas revelan la voluntad de los obreros por tener una cultura propia, arrebatada a la burguesía y puesta fuera del mercado en provecho de todos. Dependía de la vanguardia cultural, movimiento que hace tabla rasa con el pasado, que ese detournement obrero de la cultura burguesa no introdujese sus taras ideológicas en el medio proletario y desembocara en valores realmente nuevos y revolucionarios.

Entonces hubiera podido hablarse de una auténtica cultura proletaria. No fue así. Las propias victorias obreras, especialmente las que acarreaban una disminución del tiempo de trabajo, fueron usadas en contra de los trabajadores. El ocio se volvía de alguna manera proletario y la vida cotidiana de millones de trabajadores se abría al capitalismo. La dominación dispuso de dos poderosas armas creadas por la racionalización del proceso productivo: el sistema educativo estatal y los medios de comunicación de masas, el cine, la radio y la televisión. Por un lado teníamos una cultura burocrática, destinada a trasmitir las ideas de la clase dominante, por el otro, una expansión sin precedentes del mercado cultural, determinando la aparición de una industria de la cultura.

El creador y el intelectual podían escoger entre la poltrona del funcionario o el camerino del animador. «Para conferir a los trabajadores el estatuto de productores y consumidores «libres» del tiempo-mercancía, la condición previa fue la expropiación violenta de su tiempo» (Debord). El espectáculo empezó a hacerse realidad con esa desposesión llevada a cabo por la industria cultural. Por una astucia técnica de la dominación la abolición del privilegio burgués no introdujo a las masas trabajadoras en la cultura, las introdujo en el espectáculo. El ocio no las liberó sino que culminó su esclavitud.

El tiempo «libre» es tal sólo de nombre. Nadie puede emplear su tiempo libremente si no posee los instrumentos adecuados para construir su vida cotidiana. El tiempo llamado libre existe en condiciones sociales de falta de libertad. Las relaciones de producción determinan absolutamente la existencia de los individuos y el grado de libertad que han de poseer. Esta libertad se ejerce dentro del mercado. En su tiempo de ocio el individuo desea lo que la oferta le impone. A más libertad, mayor imposición, o sea, más esclavitud.

El tiempo libre es ocupación constante; es pues una prolongación del tiempo de trabajo y adopta las características del trabajo: la rutina, la fatiga, el hastío, el embrutecimiento. Al individuo la diversión le viene impuesta no ya para reparar las fuerzas gastadas en el trabajo sino emplearlas de nuevo en el consumo. «La diversión es la prolongación del trabajo en el capitalismo tardío» (Adorno).

La cultura entra en el campo del ocio y se convierte en cultura de masas. Si la sociedad burguesa clasista utilizaba los productos culturales como mercancías, la sociedad de masas los consume. Ya no sirven para perfeccionarse o para mejorar la posición social; su función es la de divertir y pasar el rato. La nueva cultura es entretenimiento y el entretenimiento es ahora la cultura. Se trata de distraer, de matar el tiempo, no de educar y menos liberar el espíritu. Divertirse es evadirse, no pensar, por consiguiente, estar de acuerdo.

Así se hace soportable la miseria de la vida cotidiana. La cultura industrial y burocrática no enfrenta al individuo con la sociedad que reprime sus deseos, sino que doma el instinto, embota la iniciativa y acrecienta la pobreza intelectual. Busca estandarizar cambiando al individuo por un estereotipo, el que se corresponde con el súbdito de la dominación, a saber, el espectador. La cultura industrial convierte a todo el mundo en «público».

El público por definición es pasivo, procede por identificación psicológica con el héroe televisivo, con la vedette, con el líder. Son los modelos de la falsa realización propios de una vida alienada. La imagen domina sobre cualquier otra forma de expresión. El espectador, no interviene, hace de bulto; tampoco protesta, más bien es el decorado de la protesta. Es más, si las conductas rebeldes se vuelven moda cultural es porque la protesta se ha vuelto mercancía. Sirva de ejemplo reciente la «movida» madrileña o su homóloga, la contracultura barcelonesa de los setenta.

La verdadera función del espectáculo contestatario es integrar la revuelta, revelando el grado de docilidad o el nivel de idiotez de los participantes. El espectáculo extiende al máximo los momentos vulgares de la vida disfrazándolos de heroicos y únicos. En plena derrota de las ideas de igualitarias y libertarias, el espectáculo es el único que construye situaciones, aquellas en que los individuos ignoran todo lo que no divierte. Así se incuba el espectador, ser disperso a quien el régimen cotidiano de imágenes «ha privado de mundo, cortado de toda relación y vuelto incapaz de fijar la atención» (Anders).

Además de frívolos los productos de la cultura industrial son efímeros, pues la oferta ha de renovarse constantemente ya que el dominio sobre la vida cotidiana sigue las pautas de la moda, y en la moda la inconstancia es la regla. La moda siempre vive en presente. Incluso el pasado parece actual: el márketing consigue presentar a El Quijote como un libro acabado de escribir y a Goya como un pintor de la jet. El diluvio informativo que soporta el espectador está descontextualizado, privado de perspectiva histórica, dirigido a mentes preparadas para recibirlo, maleables, sin memoria y, por lo tanto, indiferentes a la historia.

Los espectadores no viven más que en el instante. Sumergidos en un perpetuo presente son seres infantiles, incapaces de distinguir entre distracción banal y actividad pública. No quieren madurar, quieren pararse eternamente en la edad del pavo. Creen que la farsa lúdica es la conducta pública más apropiada, la única que surge espontáneamente de su existencia pueril. Esa valoración espectacular de la parodia juguetona hace del mundo de los niños un absoluto, donde han de ser confinados los adultos. La infantilización separa definitivamente al público espectador de los verdaderos actores, los dirigentes. El hecho es más que perverso; difícilmente la protesta puede sobrevivir a las maniobras de los recuperadores infiltrados, pero nunca sobrevivirá a una versión cómic. La ideología ludista es la buena conciencia de las mentes infantilizadas bajo el espectáculo.

El espectáculo integrado reina donde la cultura estatal y la cultura industrial se han fusionado. Las mismas normas rigen las dos. La creciente importancia del ocio en la producción moderna ha sido una de las causas que han impulsado el proceso de terciarización económica característico de la globalización. La cultura, en tanto que objeto de consumo en tiempo ocioso, se ha desarrollado como fuerza productiva. Crea empleos, estimula el consumo, atrae visitantes. El turismo cultural es mayoritario ya que la oferta cultural es prioritaria en las ciudades. La industria cultural se ha diversificado y ahora el mercado de la cultura es global. Se exporta y se importa cultura, como se importan y se exportan pollos. Los adelantos técnicos en el transporte favorecen esa mundialización; la basura, como los medios de comunicación nos muestran, es igual para todos. En las cuatro esquinas del mundo se oye «Macarena».

Los nuevos sistemas técnicos -internet, video, DVD, fibra óptica, televisión por cable, telefonía móvil -han acelerado el proceso globalizador de la cultura burocratico-industrial; también le han proporcionado un nuevo territorio: el espacio virtual. En esa nueva dimensión el espectáculo efectúa un salto cualitativo. Todas las características de la susodicha cultura, a saber, banalización, unidimensionalidad, frivolidad, superficialidad, ludismo, eclecticismo, fragmentación, etc., se hallan realizadas a niveles insuperables.

La cultura del monitor culmina a la carta la colonización de la vida cotidiana proyectando en la nada virtual la realización de los deseos. La «interactividad» que permiten las nuevas tecnologías rompe en el éter electromagnético alguna de las reglas del espectáculo, como la pasividad o la unilateralidad, y gracias a eso el espectador puede comunicarse con otros y participar activamente, pero sólo en tanto que fantasma.

El alter ego virtual puede ser dentro de la matriz tecnológica todo lo que quiera, especialmente todo lo que el ser real no será jamás en el espacio real, de forma que a través de ese desdoblamiento del ser, el individuo contribuye a su propia imbecilidad y por lo tanto, a su aniquilamiento. La alienación moderna se descubre a través de los nuevos mecanismos de evasión como una modalidad de esquizofrenia.

En la actual fase histórica y en la medida en que un proyecto contra el sistema dominante es concebible, recobrar la cultura como cultura animi ciceroniana no significa dedicarse a una paciente erudición, o a una habilidosa cultura artesanal, o a una restitución militante de la memoria. Es ante todo práctica del sabotaje cultural inseparable de una crítica total de la dominación.

La cultura murió hace tiempo y la sustituyó un sucedáneo burocrático e industrial. Por eso todo aquél que hable de cultura -o de arte, o de recuperación de la memoria histórica- sin referirse a la transformación revolucionaria de la vida social tiene en la boca un cadáver. Toda actividad en ese campo ha de inscribirse en un plan unitario de subversión total; por consiguiente toda creación será fundamentalmente destructiva. No ha de rehuir el conflicto, ha de plantearlo y permanecer en él.

Miguel Amorós

fuente: www.caosmosis.acracia.net

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(libro) ¡Escucha, pequeño hombrecito!

Publicada el 02/01/2011 - 17/06/2021 por Ecotropía

¡Escucha, pequeño hombrecito!, de Wilhelm Reich, no es un documento científico, sino humano. Fue escrito en el verano de 1945, para los archivos del Instituto Orgón, sin que se pensara entonces en publicarlo. Refleja la lucha interior de un médico y científico que había observado al pequeño hombrecito por muchos años, y visto, en un principio con espanto, luego con horror, lo que el pequeño hombrecito hace consigo mismo, cómo sufre, se rebela, honra a sus enemigos y asesina a sus amigos; cómo, cuando llega al poder como «representante del pueblo» lo utiliza mal y lo transforma en algo más cruel que la tiranía que había sufrido anteriormente en manos de los sádicos de las clases dominantes.

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Desposesión

Publicada el 02/01/2011 - 20/10/2022 por Ecotropía

Recogemos aquí parte de nuestra intervención en Can Masdeu sobre “Implicaciones de la desposesión humana por parte de la sociedad industrial”, al hilo de sus encuentros sobre crítica de la sociedad industrial.

Por Revista Etcétera
junio 2010

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El universo técnico y su exterior

Publicada el 31/12/2010 - 12/05/2021 por Ecotropía

Elementos para una comprensión de nuestro universo técnico.

Por Etcétera
noviembre 2010

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La verdad es una tierra sin caminos

Publicada el 19/12/2010 - 22/12/2021 por raas

El hombre no puede llegar a ella por medio de ninguna organización, a través de credos, dogmas, sacerdotes ni rituales, ni tampoco por medio de conocimientos filosóficos ni técnicas psicológicas. Debe hallarla mediante el espejo de la relación, mediante la comprensión de los contenidos de su propia mente; por la observación y no por el análisis intelectual ni la disección introspectiva.

Por Jiddu Krishnamurti

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La difícil tarea del verbo ‘oir’

Publicada el 17/12/2010 - 24/03/2023 por Ecotropía

Uno de los mayores problemas de la comunicación, tanto la de masas como la interpersonal, es cómo el receptor- o sea, el otro- oye lo que el emisor- o sea uno, la persona- ha hablado.

Por Artur Da Távola

En una primera escena de telenovela, información de telenoticiero o en una simple charla o debate, observo que la misma frase permite diferentes niveles de entendimiento. En la conversación ocurre lo mismo. Raras, rarísimas, son las personas que procuran oír exactamente lo la otra esta diciendo.

Ante este cuadro, vengo desarrollando una serie de observaciones, y como ando bastante entusiasmado con su formulación, las comparto con el competente lectorado que, por cierto, me ayudara pasándome las pesquisas que tenga al respecto.

Observen que:

1. En general el receptor no oye lo que el otro habla: Oye lo que el otro no está diciendo.

2. El receptor no oye lo que el otro habla. Oye lo que quiere oír.

3. El receptor no oye lo que el otro habla. Oye lo que ya escuchó antes y coloca lo que el otro está hablando en aquello que se acostumbró a oír.

4. El receptor no oye lo que el otro habla. Oye lo que imagina que el otro iba a hablar.

5. En una discusión, en general, los discutidores no oyen lo que el otro está hablando. Oyen apenas lo que están pensando para decirlo enseguida.

6. El receptor no oye lo que el otro habla. Oye lo que le gustaría oír que el otro dijese.

7. Una persona no oye lo que la otra habla. Oye apenas lo que está sintiendo.

8. Una persona no oye lo que la otra habla. Oye lo que ya pensaba respecto de aquello que la otra está diciendo.

9. Una persona no oye lo que la otra está hablando. Retira del habla de la otra apenas las partes que tengan que ver con ella y la emocionen, agraden o molesten.

10. Una persona no oye lo que la otra está hablando. Oye lo que confirme o rechace su propio pensamiento. Vale decir, transforma lo que el otro está hablando en objeto de concordancia o discordancia.

11. Una persona no oye lo que la otra está hablando: Oye lo que pueda adaptarse al impulso de amor, rabia u odio que ya sentía por la otra.

12. Una persona no oye lo que la otra habla. Oye del habla de ella apenas aquellos puntos que puedan tener sentido para las ideas y puntos de vista que en el momento la estén influenciando o tocando más directamente.

Estos doce puntos muestran qué raro y difícil es conversa. ¡Que raro y difícil es comunicarse! Lo que hay, en general, o son monólogos simultáneos canjeados a guisa de conversación, o son monólogos paralelos a guisa de dialogo. Hasta puede haber dialogo sin que, necesariamente, exista comunicación. Puede haber hasta un conocimiento de dos sin que necesariamente haya comunicación. Esta solo se da cuando ambos polos se oyen, no en el sentido material de «escuchar», sino en el sentido de procurar comprender en su extensión y profundidad lo que el otro esta diciendo. Oír, por lo tanto, es muy raro. Es necesario limpiar la mente de todos los ruidos e interferencias del propio pensamiento durante el habla ajena.

Oír implica una entrega al otro, una dilución en el. De ahí la dificultad de que las personas inteligentes efectivamente oigan. Su inteligencia en funcionamiento permanente, o su habito de pensar, evaluar, juzgar y analizarlo todo interfieren como un ruido en la plena recepción de aquello que el otro esta hablando. No es solo la audición plena. El acto de oír es perturbado por otros elementos. Uno de ellos es el mecanismo de defensa.

Hay personas que se defienden de oír lo que las otras están diciendo, por verdadero pavor inconsciente de perderse a si mismas. Precisan «no oír» porque «no oyendo» se libran de la rectificación de los propios puntos de vista, de la aceptación de realidades diferentes de las propias; de verdades ídem y así en adelante. Se zafan de lo nuevo, que es salud, pero que las aterroriza.

No oír es, pues, un sólido mecanismo de defensa. Oír es un gran desafío. Desafío de apertura interior: de impulso en la dirección del prójimo, de comunicación con el, de su aceptación como es y como piensa. Oír es proeza. Oír es rareza. Oír es acto de sabiduría.

Después que la persona aprende a oír, pasa a hacer descubrimientos increíbles ocultos o patentes en todo aquello que los otros están diciendo a propósito de hablar.

fuente: revista Mutantia nº13, extraído a su vez de un folleto del Colectivo Hasta las Chapas.

texto en PDF / Audio (5 min.)

https://ecotropia.noblogs.org/files/2010/12/La-dificil-tarea-del-verbo-‘oir.ogg

 

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Deuda pública

Publicada el 20/11/2010 - 31/01/2018 por raas

«La deuda pública, vale decir la enajenación del Estado, ya sea despótico, constitucional o republicano, imprime su sello a la era capitalista. La única parte de la llamada riqueza nacional que entra realmente en posesión colectiva de los pueblos modernos es su deuda pública. Por lo tanto, no hay que asombrarse de la teoría moderna según la cual un pueblo es tanto más rico cuanto más se endeuda. El crédito público es el credo del capital; la falta de fe en la deuda pública, desde que esta se incuba, pasa a reemplazar al pecado contra el Espíritu Santo, el único imperdonable antaño.

La deuda pública actúa como uno de los agentes más enérgicos de la acumulación primitiva. Como por arte de magia, dota de virtud reproductiva al dinero improductivo convirtiéndolo así en capital, exento de los riesgos y problemas inherentes a su empleo industrial e incluso a la usura privada. En realidad, los acreedores del Estado no entregan nada, ya que su capital principal, convertido en títulos de la deuda pública, fáciles de negociar, sigue obrando en sus manos como el dinero en efectivo. Pero, aun prescindiendo de la clase de rentistas ociosos creada de esta forma, y de la riqueza improvisada de los financistas intermediarios entre el gobierno y la nación, así como de los arrendatarios de impuestos, comerciantes, manufactureros particulares, a quienes una buena parte de cualquier empréstito estatal les aprovecha como un capital caído del cielo, la deuda pública ha impulsado a las sociedades anónimas, al comercio de toda clase de documentos negociables, a las operaciones aleatorias, al agio; en resumen, a las especulaciones bursátiles y la bancocracia moderna.»

Karl Marx, El capital, I. 1867.

fuente: revista Etcétera nº46
http://www.sindominio.net/etcetera/REVISTAS/NUMERO_46/DEUDA46.htm

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«El automóvil genera problemas no previstos ni resueltos todavía»

Publicada el 20/11/2010 - 31/01/2018 por raas

Entrevista a Roxana Kreimer, filosofa.

Ciudades colapsadas por embotellamientos y altas tasas de accidentes de tránsito son el efecto no buscado de un medio de transporte que nació como instrumento de confort y expresión de poderío.

Pocas relaciones parecen más intensas que la del hombre con el automóvil. ¿Por qué cree que ocurre?

—El auto es una suerte de hogar ambulante. De hecho, como el automóvil ha sido tan identificado con lo masculino, hay muchos relatos que revelan hasta qué punto, para el varón, el automóvil es incluso más que su propio hogar. Es aquel reducto en donde puede tener un dominio absoluto y con el que puede fugarse hacia donde lo desee. Macedonio Fernández decía: «Los autos estarían muy bien utilizados como morada, como habitáculo, si sólo fueran utilizados por dentro y no por fuera». El problema aparece cuando empezamos a medir la cantidad de muertes que provoca esta morada tan hecha a imagen y semejanza del sujeto moderno.

¿La autonomía del sujeto moderno es condensada en el automóvil?

—Es así. Las palabras que empiezan con auto, hasta más o menos el siglo XIX, tenían que ver con la autonomía del ser humano. Luego, están todas relacionadas con la autonomía de la máquina. Y el automóvil, no casualmente llamado así, pretende una autonomía que habría que ver si es tal, por cuanto también presupone, como señaló Adam Smith, que si cada uno procura su propio interés, eso va a coadyuvar al interés general. Y lo que se ve es que este presupuesto a veces proclamado como democrático —todos podrían tener su automóvil y ser autónomos— es falso, porque si todos fueran al mismo tiempo al centro de la ciudad con su automóvil, no sería posible circular. Si todos los seres humanos que habitan este planeta tuvieran un automóvil, sería imposible circular, por más grandes que fueran las autopistas que construyeran. Cuanto más crece el parque automotor, aumentan las muertes proporcionalmente. De hecho, si en la actualidad hay por año un millón doscientos mil muertos por accidentes de autos en el mundo (según indican organismos internacionales), en veinte años la cifra se va a duplicar.

Pero todas no pueden ser desventajas…

—Es que el automóvil genera problemas no previstos ni resueltos todavía. Por ejemplo, el espacio público se degradó, porque se ha convertido en un espacio de y para los autos. La ciudad antes era un lugar mucho más habitable para el peatón. Todos somos peatones, pero no todos somos automovilistas. Nuestras ciudades están al servicio del automóvil; se han convertido en un pasadizo de vehículos y estacionamientos. Pero la ciudad, desde los griegos, siempre fue vista como el lugar de la política, de la comunicación y la sociabilidad. De modo que, además de convertir a las ciudades en lugares tóxicos para la salud y pletóricos de ruidos, lo que ha hecho el automóvil es producir más aislamiento.

¿No es paradójico?

—En muchos lugares, el automóvil disolvió la ciudad por completo. Y como éstas se convirtieron en lugares inhabitables, la gente quiere ir a vivir fuera de ellas, lo cual produce la paradoja de que el automóvil amplía las distancias. Porque, en tanto existe el automóvil, se supone que uno puede trabajar lejos y desplazarse durante mucho tiempo. El ideal que muchos urbanistas han sustentado es el de no estar demasiado lejos del trabajo ni del lugar donde están los amigos. El automóvil parecería acortar distancias, pero en conjunto, las amplía. Los embotellamientos, que son cada vez más frecuentes en el mundo entero, hacen que uno demore cada vez más en llegar a su destino.

¿En vez de celeridad, el auto produce demoras?

—En muchos lugares el automóvil marcha a la misma velocidad que una persona caminando. No olvidemos además los costos y cargas que tiene. Esta es otra de las paradojas que produce el automóvil: le consume mucho más tiempo al individuo que el que le ahorra.

¿Por qué pone tanto énfasis en las muertes que el auto provoca?

—Porque la gente suele creer que hay accidentes porque se maneja mal. No se sabe que aun en los países en donde se respetan las señales de tránsito, que es el caso de Alemania o Japón, hay miles y miles de muertos por año. Por eso proponen —y ya la Unión Europea está en esto— una reducción gradual del parque automotor y que se suspendan facilidades para la construcción de rutas y la fabricación de autos. Es cierto que la fabricación de autos aparece como un signo central de la salud de la economía. Pareciera que si se venden menos autos, la economía desciende. Pero es una idea muy reduccionista de lo que implica una economía sana.

¿No es apropiado, entonces, hablar de «accidentes»?

—No. El resultado llamado «accidental» es intrínseco al funcionamiento del transporte automotor, porque el automóvil se fabrica en base a un arquetipo de sujeto moderno que nunca se distrae y que goza plenamente, en todo momento, de todas sus facultades. Y tal individuo no existe. Las personas se distraen, a veces beben un vaso de alcohol, no tienen una racionalidad del ciento por ciento todo el tiempo. De modo que el automóvil fue construido al servicio de un ser que no existe.

Con el auto, funciona un mecanismo de reproducción y de iniciación. Así como los adolescentes son iniciados en el cigarrillo, para alcanzar a ser adultos, dueños de sí mismos, ¿necesitarían también del automóvil?

—Mucho antes de la adolescencia, de niños, lo que se les regala a los varoncitos son autos de juguete, y lo que se les regala a las nenas, todavía hoy son muñecas. A ellos se los prepara para ser conductores, y a ellas para ser madres. Hay una socialización desde muy temprano para la existencia del automóvil que, en cuanto a su simbología, reemplazó muy fielmente lo que representó el caballo para la cultura medieval. El caballo era el signo viril del señor feudal. Hoy hay una verdadera identificación de la masculinidad con el automóvil. Y aun con la liberación femenina, estos refuerzos se siguen produciendo desde la infancia. No hay duda de que hay toda una educación para el automóvil.

A hombres y mujeres se los prepara de manera distinta para el auto. ¿Unos y otras son causantes parejos de accidentes?

—No, las mujeres conductoras son mucho más prudentes. Los hombres son educados, más allá del automóvil, en una cultura de la agresividad. Son más educados para la ira y las mujeres, más para la tristeza.

Sigo pensando que es excesivo considerar al automóvil como responsable de una aniquilación a gran escala.

—Las peores aniquilaciones son aquellas que aún no han sido identificadas. Y ésta es una de ellas. Han muerto, en el siglo XX, más personas por accidente de auto que en muchísimas guerras. Muere más gente, en una semana, por accidentes de autos en la Argentina, que en Cromañón. Pareciera ser una catástrofe natural. A tal punto se ha naturalizado esta calamidad que pareciera que no existe forma de evitarla. La Organización Mundial de la Salud ya lo considera un problema sanitario, y no un problema vial. Pareciera que recién cuando un familiar se nos muere en un accidente de auto tomáramos conciencia de esto. Y que mientras no nos pase a nosotros, esto puede seguir como si nada. Incluso, víctimas de accidentes en automóvil creen que ha sido la fatalidad, como si fuera un designio divino y no un instrumento creado y mal manejado por el ser humano.

Casi nadie cree que maneja mal…

—Casi toda la humanidad —sobre todo los varones— cree que conduce excelentemente y que los malos conductores son los demás, y que como ellos manejan bien, van a salvar la vida. Muy pocos usan cinturón de seguridad; casi no hay, en taxis de la Ciudad de Buenos Aires, un cinturón de seguridad que funcione bien en la parte de atrás. Sin embargo, se sabe que se ahorran muchos accidentes con el cinturón.

¿Las autopistas testimonian nuestra barbarie?

—Sí, absolutamente. Por la cantidad de muertos que dejan día a día, y también porque, como dice el filósofo español Agustín García Calvo, las vías creadas por los romanos duraron siglos y siglos, pero las autopistas modernas deben permanentemente ser arregladas, consumiendo dinero que paga la sociedad entera.

A la velocidad del vigor sexual

«El automóvil adquiere una serie de representaciones simbólicas que se han arraigado poderosamente de un siglo a esta parte, especialmente identificadas con la figura masculina, con su vigor, con su potencia», explica Kreimer.

«Hay una identificación con la sexualidad masculina. La dimensión simbólica fue un trabajo de construcción muy eficaz y logró asimilar la velocidad con la potencia. Y la velocidad es una engañifa mortal. La gente no tiene conciencia de ese peligro. Ballard escribió la novela ‘Crash’ después que un íntimo amigo suyo murió en un accidente de automóvil. Hizo una analogía entre la sexualidad y los accidentes de auto, pero no en su aspecto erótico, de atracción, sino como metáfora del tipo de explotación descarnada, porque es una sexualidad muy violenta la que muestra tanto el libro como la película que se hizo. Una sexualidad descarnada en la que los seres humanos nos esquilmaríamos los unos a otros. La Pantera Rosa, en cambio, muestra otra faceta: en varios capítulos de la serie quiere cruzar la calle y no puede. Busca mil formas distintas y nunca puede.»

Claudio Martyniuk
2006

fuente: clarin.com

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La sociedad unidimensional

Publicada el 14/11/2010 - 20/10/2025 por raas

Cuanto más racional, productiva, técnica y total deviene la administración represiva de la sociedad, más inimaginables resultan los medios y modos mediante los cuales los individuos administrados pueden romper su servidumbre y alcanzar su propia liberación.

Por Herbert Marcuse

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La propaganda subversiva y los “ismos”

Publicada el 21/10/2010 - 19/10/2022 por raas

¿Cómo hacer? En esta sociedad habemos personas que estamos, por decirlo de alguna manera, «disconformes» con la misma. Queremos destruir las relaciones sociales de explotación y de dominación y reemplazarlas por otras relaciones sociales, donde la libertad del individuo sea condición para la libertad de la sociedad. Queremos la sociedad sin clases ni Estado, queremos la autogestión de nuestras vidas.

Por Ricardo Fuego
08-05-2006

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La tecnofobia, de Gutemberg a Internet

Publicada el 17/10/2010 - 31/01/2018 por raas

Algunas impresisiones sobre nuestra realidad virtual

En toda época existió la encarnadura del mal. Aquello que nos hace «perder humanidad», o por lo menos «la cabeza». Y no me refiero a las tentaciones de la carne ni a la poca disponibilidad interna de muchos sujetos para recibir la salvación. No.

Me refiero, sí, a aquellos fenómenos que «sirven» para ver afuera de los individuos razones muy potentes que explican desvíos de lo «correcto», alienación y adicciones diversas. Puntualmente voy a hablar de las tecnologías. De lo que hoy se llaman las nuevas tecnologías en el campo de la comunicación.

A lo largo del siglo XX aparecieron diversos inventos tecnológicos que modificaron radicalmente el mapa cotidiano de la gente: la radio, el cine, la televisión, la computadora y, recién sacada del horno, Internet.
Obviamente que no son tecnologías salidas de la nada y sin historia. Son producto del largo desarrollo de la experiencia cotidiana, de la ciencia y la técnica, que reconoce innumerables hitos de los cuales la creación de la imprenta y el teléfono son solo dos de los más impactantes y relativamente cercanos en el tiempo.

¿Encarnadura del mal la imprenta?…

La pregunta viene bien para empezar por que hoy en día el libro, principal producto de aquella tecnología, es un objeto de culto en nuestra sociedad, así como los diarios y revistas en general. ¿Pero que pasó cuando Gutemberg dio a luz las primeras copias de la Biblia desencadenando uno de los fenómenos de multiplicación mas impresionantes después del de los panes y los peces?

Se alzaron las voces cultas de la sociedad de entonces, los monjes cuidadores del saber y de los libros manuscritos, alegando que la imprenta, la reproducción de los libros, iba a llevar a la humanidad a la perdición.

No estaba la gente preparada para leer, alegaban, para leer lo que le cayera en las manos sin el filtro de los custodios del saber. En «El nombre de la rosa», el excelente texto de Umberto Eco, el «Libro de la Risa», supuesto tercer tomo de la Poética Aristotélica, era guardado por el Venerable Jorge para que nadie tomase contacto con un texto que negaba las sagradas escrituras, que era portador de otra moral y otra filosofía. Así también en la trama de esa novela, los monjes copistas eran asesinados uno a uno por la curiosidad de lectura del libro prohibido. La imprenta vino patear el tablero de la exclusividad del saber y de su almacenamiento.
Hoy sabemos que fue un arma imprescindible en la lucha por la democratización de la sociedad y empuñado por las clases y grupos progresistas y revolucionarias de cada época.

¿Que se dijo del libro en el momento de su nacimiento?
Que era un arma del diablo que enfermaba las mentes de las personas, que les cambiaba hasta el color de piel y ensombrecía el semblante -piénsese que se leía a la luz de velas, muchas veces a escondidas-. Además era un objeto que venia a destruir la comunión de la gente que hasta ayer nomás formaba rondas para escuchar las narraciones orales y hoy se aislaba para establecer contacto con un objeto: el libro. ¿Les suena ésto?

El sujeto y un objeto…¡horror!. Un evidente ataque al vinculo de las personas perpetrado por un aparato que apareció hace quinientos años y todo indica que tiene para largo aun: la imprenta. Y su producto preferido: el libro. De ahí en más cada nueva tecnología en el campo de las comunicaciones fue recibida no solo con impacto y expectativas. Siempre era, para ciertos círculos ligados al saber, un elemento de engaño para las masas, un peligro que ellos debían detener o al menos denunciar ya que la gente «compraba» acriticamente.

¿Recuerdan las infinitas polémicas acerca de la televisión? La caja boba, la inductora de violencia para las criaturas, la estupidizadora, la fragmentadora, la manipuladora, etc, etc.

Cada tanto reaparece, aunque sin la fuerza de otrora, en algún articulo de nuestros periódicos, en algún debate… televisivo o en los congresos de los científicos sociales y psicólogos, puestos a custodiar el Libro de la Risa de Aristóteles u Olmedo. Y aparecieron los «apocalípticos y los integrados», los fanáticos de los medios en sí y los críticos a izquierda y derecha.

En nuestros ámbitos Psi, es casi el «tiro al pichón»: la TV empobrece los vínculos, aliena al sujeto, inyecta violencia y sadomasoquismo… «Yo no veo televisión» era casi un guiño en la década del ’70 de un buen número de intelectuales y de gente de ideas.

Y claro, ¿como compartir los gustos con la masa, no?. Algo debía de andar mal ahí, claro. La TV fue un blanco exquisito del ataque de la inteligencia durante más de treinta años hasta que apareció (sonido de clarines, por favor) la computadora.

Otra vez el mal encontraba una manera de seguir robando la mente y la voluntad de los niños inocentes e incautos, otro ataque a los vínculos, nuevamente el sujeto, solo, con un objeto. «¿Que va a pasar con esos chicos que pasan horas jugando solos con los videogames?». «Ya no necesitan de un otro, se vuelven autistas», se desesperan los profesionales del diván.

Y los pibes, y no tan pibes, siguen frente a las pantallas como si nada. Para colmo, como si la computadora y los jueguitos fueran poco, aparece Internet, (¿red de redes o rey de reyes?) y ahora si, grandes, chicos, hombres y mujeres, todos solos con la computadora, soñando que se comunican con el mundo mientras venden, sin saberlo quizás, el alma. Como con el libro podríamos decir, que su piel se palidiza, su semblante se oscurece y pierde horas de sueño y vinculo tecleando solos frente a una pantalla luminosa.

¿El fin de la familia? ¿El fin de la comunicación cara a cara? ¿El fin del amor? Como a mi no me gustan los apocalipsis pero si las «provocaciones», mas que contestar estas frenéticas preguntas que hoy se hacen muchos, les dejo una primera hipótesis: En la esfera de lo humano nada es más real que lo virtual.

Nuestra realidad virtual

«En la esfera de lo humano, nada es mas real que lo virtual». Bueno, no todos los días uno tiene el privilegio de citarse a si mismo. El problema es sostener los dichos, ser racional, convencer o dar argumentos verosímiles. Y estas cuatro operaciones que acabo de enumerar, no son mas que pura virtualidad.

«Te quiero», afirman los enamorados. Y uno que los ve a cierta distancia -sentados, como describía Roberto Arlt en un Aguafuerte Porteña, en un banco de plaza haciéndose mimos aunque diluvie- puede tener la maldita costumbre de preguntarse: «¿Será verdad? ¿Estarán viviendo una ilusión? ¿Terminaran casándose para despertar una mañana, después de 17 años, sin reconocer al ser que tienen al lado?». Bueno. Tanto el cinismo de éstas preguntas, como el enamoramiento de aquellos jóvenes, tal vez no sean otra cosa que pura virtualidad.

Son tan virtuales como el lenguaje, las convenciones sociales o el pulgar extendido hacia arriba. Enredados en estas cuestiones virtuales vivimos. Eso si, nos pasamos buena parte del tiempo discutiendo con los demás acerca de quien tiene la verdad, quien ‘ve’ o ‘interpreta’ la realidad tal cual es.

A nuestros amigos con problemas les pedimos ‘que sean objetivos’. A los adolescentes, que crecen a razón de dos centímetros por minuto, ‘que no se confundan’. Y a los abuelos, que reclaman un poco mas de atención, les devolvemos cosas del tenor de ‘ubicate, tenes que entender como son las cosas’. ¿Y como son las cosas? Son, amigos y amigas, virtuales.

Claro, a todos nos gusta hablar de la Realidad, así, con mayúscula. Ser ‘realista’ es una virtud en nuestros días, en contraposición al soñador, al que no posa sus pies sobre la tierra, al que vive en un mundo, digámoslo así, virtual.

Pero lo que los sujetos humanos llamamos realidad, es la realidad de nuestras percepciones, el ‘mapa’ que vamos construyendo del mundo, no el mundo en sí. Alguien dijo alguna vez «el mapa no es el territorio», lo que en nuestro caso seria como decir: lo que pensamos de la realidad no es la realidad. Es nuestra construcción, nuestra representación mental del mundo, que puede coincidir o no con la ‘realidad’ que ven y viven los demás. Así que en éste texto, estimados lectores, equiparamos la realidad subjetiva con la realidad virtual.

No fueron internet ni las computadoras las que introdujeron la virtualidad en nuestras vidas. Tal vez, sí, son responsables de haber puesto de moda el termino, como también despertar la recurrente polémica acerca de las ventajas y desventajas de la tecnología, de la reubicación de todo el mapa vincular que estos cambios traen aparejados, de polarizar a la opinión publica entre apocalípticos e integrados. ‘Opinión pública’… si ese concepto no es un himno a la virtualidad, será por lo menos su bandera.

¿Vínculos virtuales?

Volvamos.
En el comienzo de este trabajo me preguntaba qué sucederá con los vínculos humanos en la era informática y con la masificación de la internet. Sintetizaba en esa preocupación varias decenas de notas aparecidas en diarios y revistas, donde diversos especialistas alertan sobre los riesgos de una sobredosis tecnológica o de una adicción a la pantalla y a sus tentaciones en red.

¿Y que sucede? Sucede que muchos utilizan estas tecnologías para trabajar, otro tanto para entretenerse, algunos estudian y aquellos otros buscan distracción. Muchos chicos y chicas toman contacto por medio de los chat (conversaciones en vivo con participantes de cualquier rincón del planeta…o de acá a la vuelta) así como otros se especializan en la búsqueda de material erótico, educativo o comercial.

Miles y miles se suscriben a ‘listas de discusión’, foros abiertos donde se debate o intercambia información sobre un tema mas o menos especifico, encontrando no pocas veces gente afín o tercos enemigos, estableciéndose lazos que muchas veces pasan de la computadora al encuentro en un café, del café al cine, del cine al parque, etc, etc, etc.

Conforman de esta manera verdaderas comunidades virtuales, ‘cibergrupos’ donde circulan afectos, tareas y vínculos diversos. Pero el ‘corazón’ del enganche con la red tiene que ver con el uso del correo electrónico. Aquel que se estaba olvidando de escribir, o que siempre fue fiaca para las esquelas, en poco tiempo se convierte en escritor, sino nobel, por lo menos ampliamente leído. Escribir y contestar mensajes que a diario pueblan las casillas de correo (e-mail) es una nueva gimnasia que mantiene aceitadas las articulaciones de la mano y del cerebro.

A la niña bonita de la internet, sin embargo, se la identifica con las letras WWW. De alguna manera es el aspecto de mayor crecimiento que tiene la red y revolucionario como soporte de todo tipo de información. En la Web (otra manera de denominarlo) uno encuentra desde diarios y revistas ‘on-line’ hasta sitios de universidades, instituciones, empresas comerciales y paginas personales. Desde Coca-cola hasta su vecino, desde la Universidad de Buenos Aires hasta el club Colón de Santa Fe pueden, y de hecho tienen, posibilidad de ‘colocar’ su pagina en la red.

Hoy por hoy son cerca de 90 millones las paginas que están disponibles para el visitante o navegador de todos los ítems que uno pueda imaginar. Con el atractivo de que su manejo es hipertextual (posibilidad de lectura seleccionando un enlace -o link- de acuerdo al propio interés), multimediatico (combinación de texto, imágenes, animaciones y sonido) y con la posibilidad de recorrerlo ‘off-line’ , guardarlo en la propia computadora o imprimirlo.

Pero ¿qué es la internet?

Los que quieran ver en la Internet una continuación y síntesis de los tradicionales medios de comunicación están en lo cierto. Los que hablan que es una biblioteca universal, también. Quienes vislumbran que es la base de datos mas grande al alcance de cualquiera que tenga conexión, no se equivocan. Los que se entusiasman con la creación de redes al margen del poder político y la creación de verdaderas comunidades de intereses, pueden comprobarlo a diario. Y los que suponen que es algo así como un Aleph donde van converger todas las informaciones, datos, sonidos, gráficos, videos, etc. no están lejos de la verdad.

De ahí la fascinación que este nuevo medio de comunicación-herramienta despierta. Pero volviendo a aquella pregunta de que pasara con los vínculos humanos mediados en buena medida por estas tecnologías, yo respondo -y me respondo-: no sé.

¿Esperaban otra respuesta? Algunas cosas cambiaran, muchas otras sugerirán como hasta ahora. Me preocupa mas que sucederá con los vínculos con la creciente tendencia a la perdida del trabajo y la desocupación, con la brecha cada vez mas honda entre los que mas tienen y los excluidos del sistema, con la indiferencia de los gobiernos hacia la salud y la educación de la gente. Internet y sus alcances son del reino de este mundo, como la guerra y la paz. La pesadilla -ya no la virtualidad- es política, no tecnológica.

Román Mazzilli
revista Campo Grupal

fuente: www.campogrupal.com/tecnofobia.html

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Superar el activismo

Publicada el 17/10/2010 - 13/02/2021 por raas

Por Andrew X

Introducción

Un problema evidente en el día de acción del 18-J* fue la adopción de una mentalidad activista. Este problema fue particularmente obvio con el 18-J precisamente porque las personas involucradas en organizarlo y las que participaron en el día trataron de ir más allá de estas limitaciones. Este artículo no es para criticar a alguien involucrado – más bien un intento de provocar un poco de pensamiento sobre los desafíos que nos enfrentan si somos serios en nuestra intención de eliminar el modo de producción capitalista.

Los expertos

Por «mentalidad activista» me refiero a las personas que piensan en sí mismas principalmente como activistas y como pertenecientes a una amplia comunidad de activistas. El activista se identifica con lo que hace y piensa en ello como su papel en la vida, de la misma manera que un trabajo o carrera. Del mismo modo algunas personas se identificarán con su trabajo (como un médico o un profesor), y en lugar de ser eso solamente algo que están haciendo, se convierte en una parte esencial de su imagen de sí mismos.

El activista es un especialista o un experto en el cambio social. Pensar en tí mismo como activista significa pensar en tí mismo como alguien de algún modo privilegiado o más avanzado que los otros en su apreciación de la necesidad del cambio social, en los conocimientos de cómo conseguirlo y sobre cómo liderar o estar al frente de la pelea práctica por crear este cambio.

El activismo, como todos los roles expertos, tiene su base en la división del trabajo – es una tarea especializada separada de las demás. La división del trabajo es el cimiento de la sociedad de clase, donde la división fundamental es la del trabajo mental y el trabajo manual. La división del trabajo opera, por ejemplo, en la medicina o la educación. En lugar de que curar y criar a niños sea un conocimiento general y tareas en las que todos participen, estos conocimientos se convierten en propiedad especializada de doctores y profesores, expertos de los que debemos depender para que hagan estas cosas por nosotros. Los expertos guardan celosamente las destrezas que tienen y las mistifican. Esto mantiene a las personas separadas e impotentes y refuerza la sociedad de clase jerárquica.

Una división del trabajo implica que una persona asume un papel en representación de muchos otros que renuncian a esta responsabilidad. Una separación de las tareas quiere decir que otras personas harán tu comida y tu ropa y te proporcionarán electricidad mientras tú sigues con tu tarea de conseguir el cambio social. El activista, como experto en el cambio social, asume que las otras personas no están haciendo nada para cambiar sus vidas y por esto siente un deber o una responsabilidad de hacerlo en su nombre. Los activistas piensan que están compensando la falta de la actividad de otros. Definirnos a nosotros como activistas significa definir *nuestras* acciones como las que provocarán el cambio social, por lo tanto ignorando la actividad de miles de miles de otros no-activistas. El activismo está basado en la falsa idea de que son solamente los activistas los que hacen el cambio social – mientras que por supuesto la lucha de clases transcurre constantemente.

Forma y contenido

La tensión entre la forma de «activismo» en la que nuestra actividad política aparece y su contenido cada vez más radical justamente ha estado creciendo durante los últimos años. El origen de muchas de las personas involucradas en el 18-J es el de ser «activistas» que «hacen campaña» sobre un «asunto». El progreso político que se ha logrado en el campo activista durante los últimos años ha resultado en una situación donde muchas personas han pasado de hacer campañas sobre un asunto particular contra proyectos y compañías específicas a una ambiguamente definida y sin embargo prometedora perspectiva anti-capitalista. Pero aunque el contenido de la actividad de las campañas ha cambiado, la forma del activismo sigue igual. Así que en lugar de tomárnosla con Monsanto e ir a sus oficinas centrales y ocuparlas, hemos visto más allá de la faceta particular de capital representada por Monsanto y de esta manera desarrollamos una «campaña» contra el capitalismo. ¿Y qué mejor lugar para ir y ocupar que lo que es percibido como las oficinas centrales del capitalismo – la ciudad?

Nuestros métodos de operar todavía son los mismos como si estuviéramos enfrentando a una corporación o proyecto particular, a pesar del hecho de que el capitalismo es mucho más que eso y los medios para derribar a una compañía particular no son para nada los mismos que para derribar al capitalismo. Por ejemplo, la vigorosa campañas de activistas por los derechos del animal han conseguido destrozar tanto a los criadores de perro Consort como los criadores de gatos de Hillgrove Farm. Las empresas quebraron y entraron en bancarrota. De forma semejante la campaña emprendida contra los archi-vivisectores Huntingdon Life Sciences tuvo éxito en reducir el precio de sus acciones cerca de un 33 %, pero la compañía se las arregló para sobrevivir a duras penas a través de una desesperada campaña de relaciones públicas en la Ciudad para recuperar los precios (1). El activismo puede ser muy exitoso para hacer caer un negocio, sin embargo para hacer caer al capitalismo se requerirá mucho más que simplemente extender esta actividad a cada negocio en cada sector. De forma semejante al ataque de las carnicerías por activistas de derechos del animal, el resultado neto es probablemente solamente ayudar los supermercados al cerrar todas las  pequeñas carnicerías, ayudando de esta manera al proceso de la competencia y de la «selección natural» en el mercado. Por lo tanto, los activistas a menudo consiguen destruir una pequeña empresa mientras refuerzan al capital en general.

Una cosa similar es aplicable con el activismo anti-autopistas. Las protestas anti-autopistas a larga escala han creado oportunidades para a todo un nuevo sector del capitalismo – la seguridad, la vigilancia, los constructores de túneles, los expertos y los consultores. Somos ahora un «riesgo del mercado» entre otros para ser tenidos en cuenta en las licitaciones por un contrato de autopistas. Podemos haber ayudado al dominio de las fuerzas de mercado, forzando fuera de él a las compañías más débiles y menos capaces. La consultora anti-protestas Amanda Webster dice: «El advenimiento del movimiento de protesta en realidad proveerá las ventajas del mercado a aquellos contratistas que puedan manejarlo eficazmente.» (2) De nuevo, el activismo puede hacer caer una empresa o parar una autopista pero el capitalismo sigue su camino alegremente, más fuerte que antes.

Estas cosas son seguramente una señal, si una fuera necesaria, que desestabilizar al capitalismo requerirá no sólo un cambio cuantitativo (más acciones, más activistas) sino también uno cualitativo (tenemos que descubrir una forma más eficaz de operar). Parece que tenemos muy poca idea de lo que exige en realidad derribar el capitalismo. Como si todo lo que haría falta fuera alcanzar algún tipo de masa crítica de activistas ocupando oficinas y luego tendríamos una revolución….

La forma del activismo ha sido conservada incluso mientras el contenido de esta actividad se ha movido más allá de la forma que lo contiene. Todavía pensamos como «activistas» que hacen una «campaña» sobre un «asunto», y como somos activistas de «acción directa» iremos a «hacer una acción» contra nuestro blanco. El método de hacer campaña contra un proyecto o una compañía particular ha sido trasladado a esta nueva forma de enfrentar al capitalismo. Estamos intentando enfrentar al capitalismo y conceptualizar lo que estamos haciendo en términos totalmente inapropiados, utilizando un método de operar propio del reformismo liberal. Así tenemos el espectáculo bizarro de «hacer una acción» contra el capitalismo – una práctica completamente inadecuada.

Los roles

El rol del «activista» es un rol que asumimos de la misma forma que el de policía, padre o sacerdote – una extraña forma psicológica que usamos para definirnos a nosotros mismos y a nuestra relación con otros. El «activista» es un especialista o experto en el cambio social – sin embargo mientras más nos aferramos a este rol y noción de quien somos, más impedimos el cambio que deseamos. Una revolución verdadera implicará la desaparición de todos los roles preconcebidos y la destrucción de toda especialización – la reclamación de nuestras vidas. El tomar el control de nuestros propios destinos (en esto consiste el acto de la revolución) involucrará la creación de nuevas identidades y nuevas formas de interacción y de comunidad. Los «expertos» solamente pueden ser un obstáculo a esto.

La Internacional Situacionista desarrolló una crítica severa de los roles y particularmente del rol del «militante». Su crítica estaba dirigida en su mayor parte contra las ideologías izquierdistas y social-democrátas porque esas eran las principales de su momento. Aunque estas formas de alienación todavía existen y están claramente a la vista, en nuestro entorno especial encontramos con más frecuencia al activista liberal que al militante de izquierda. Sin embargo, comparten muchas características en común (lo cual por supuesto no es ninguna sorpresa).

El Situacionista Raoul Vaneigem definió los roles de esta manera: «Los estereotipos son las imágenes dominantes de un período…. El estereotipo es el modelo del rol; el rol es una forma de comportamiento. La repetición de una actitud crea un rol.» Desempeñar un rol es cultivar una apariencia de negligencia para todo auténtico ser: «sucumbimos a la seducción de actitudes prestadas.» Como «actores» que desempeñamos un rol caemos en la falta de autenticidad – reduciendo nuestras vidas a una serie de clichés – «convirtiendo [nuestro] día en una serie de poses escogidas más o menos inconscientemente entre el rango de los estereotipos dominantes.» (3) Este proceso ha funcionado desde los primeros días del movimiento anti-caminos. En Twyford Down luego del Miércoles Amarillo en Diciembre del 92, la cobertura de la prensa y medios de comunicación se concentró en la tribu Dongas y el aspecto contracultural de las protestas. Inicialmente éste no era de ningún modo el elemento predominante – había un gran grupo de vagabundos en el desalojo por ejemplo (4). Pero las personas atraídas hacia Twyford por la cobertura periodística pensaban que cada persona allí tenía rastas. La cobertura periodística tenía el efecto de hacer que personas «corrientes» se desinteresaran y los del tipo contracultural se integraran – reduciendo la diversidad de las protestas. Más recientemente, una cosa similar ha ocurrido en la manera en la que personas atraídas a sitios de protesta por la cobertura de Swampy a quienes habían visto en la tele empezaron a reproducir en sus propias vidas las actitudes presentadas por los medios de comunicación como características del rol del «eco-guerrero» (5).

«Justo como la pasividad del consumidor es una pasividad activa, la pasividad del espectador reside en su habilidad de asimilar los roles e interpretarlos de acuerdo con las normas oficiales. La repetición de imágenes y estereotipos brinda un juego de modelos del que todos debemos escoger un rol.» (6) El rol del militante o del activista es sólo uno de estos roles, y allí, a pesar de toda la retórica revolucionaria que va con ese rol, yace su conservadurismo.

La actividad supuestamente revolucionaria del activista es una rutina aburrida y estéril – una repetición continua de algunas acciones sin potencial de cambio alguno. Los activistas probablemente resistirían el cambio si viniera porque afectaría las certezas fáciles de su rol y el bello y bonito refugio que han construido para sí. De la misma manera que dirigentes sindicales, los activistas son eternos representantes y mediadores. Al igual que los dirigentes sindicales estarían contra sus trabajadores si estos tuvieran éxito en su lucha -ya que esto los dejaría sin trabajo-, el rol del activista es amenazado por el cambio. Efectivamente la revolución, o incluso cualquier movimiento verdadero en esa dirección, perturbaría profundamente a los activistas al deprivarlos de su rol. Si *todos* se están convirtiendo en revolucionarios entonces ya no eres tan especial, ¿o sí?

¿Así que por qué actuamos como activistas? ¿Simplemente porque es la alternativa más fácil? Caer en el rol del activista es fácil porque se ajusta a esta sociedad y no la desafía – el activismo es una forma aceptada de disenso. Incluso si como activistas estamos haciendo cosas que no son aceptadas y son ilegales, la forma misma del activismo es como si fuera un trabajo – quiere decir que encaja en nuestra psicología y nuestra crianza. Tiene cierta atracción precisamente porque no es revolucionario.

No necesitamos más mártires

La clave para comprender tanto el rol del militante como el del activista es la abnegación – el sacrificio del ser propio hacia «la causa», que es identificada como algo separado del propio ser. Esto por supuesto no tiene nada que ver con la verdadera actividad revolucionaria que es el apoderamiento del propio ser. El martirio revolucionario va de la mano con la identificación de alguna causa como algo separado de la propia vida – una acción en contra del capitalismo que identifica el capitalismo como algo «allá afuera» en la ciudad está básicamente equivocada – el verdadero poder del capital está aquí mismo en nuestra vida diaria – recreamos su poder todos los días porque el capital no es una cosa sino una relación social entre las personas (y por lo tanto clases) mediada por cosas.

Por supuesto no estoy sugiriendo que todos los involucrados en el 18 de Junio compartan en la misma medida la aprobación de este rol y la abnegación que va con él. Como dije arriba, el problema del activismo se hizo particularmente evidente el 18 de Junio precisamente porque fue un intento de escapar de estos roles y de nuestras maneras corrientes de operar. Gran parte de lo que está expuesto aquí es una idea extrema (worst case scenario) de a lo que puede llevar jugar el rol de un activista. La cantidad de similitudes que podamos reconocer dentro de nuestro propio movimiento nos dará una señal de cuánto trabajo tenemos por delante.

El activista hace de la política algo aburrido y estéril y aleja a las personas de ella, pero interpretar el rol eventualmente también termina perjudicando al mismo activista. El rol del activista causa una separación entre el fin y los medios: la abnegación implica crear una división en la revolución como amor y placer en el futuro pero deber y rutina en el presente**. La cosmovisión del activismo es dominada por la culpa y el deber, porque el activista no está luchando a favor de sí mismo sino por una causa separada: «Todas las causas son igualmente inhumanas.» (7)

Como activista tienes que negar tus propios deseos porque tu actividad política es definida de tal forma que estas cosas no cuentan como «política». Pones a «la política» en un compartimento separado del resto de tu vida – es como un trabajo…. Haces «política» de 9 a 5 y luego te vas a casa y haces otra cosa. Y como está en un compartimento separado, la «política» permanece inmune a toda consideración práctica de eficacia en el mundo real. El activista se siente obligado a seguir ejecutando de manera autómata la misma vieja rutina todos los días, sin detenerse o considerar lo que está haciendo. El activista es mantenido ocupado y lidia con su culpa golpeando su cabeza contra una pared, si es necesario.

Parte de ser revolucionario debería ser saber cuándo hay que detenerse y esperar. Debería ser importante saber cómo y cuándo atacar para lograr una máxima eficacia y también cómo y cuándo NO atacar. Los activistas tienen esta actitud de «Debemos hacer algo ahora!’ que parece alimentada por la culpa. Esto es completamente anti-táctico.

La abnegación del militante o del activista es reflejada en su poder sobre otros como experto – de la misma manera que en una religión hay una clase de jerarquía basada en el sufrimiento y la rectitud. El activista asume el poder sobre otros en virtud de su grado más grande de sufrimiento (los grupos de activistas «no- jerárquicos» en realidad constituyen una «dictadura del más comprometido»). El activista usa la coerción moral y la culpa para ejercer poder sobre otros menos experimentados en la teología del sufrimiento. La subordinación de sí mismos va de la mano con la subordinación de otros por ellos – todos esclavizados por «la causa». Los militantes y activistas abnegados atrofian sus propias vidas y su propia voluntad de vivir – esto genera una amargura y una antipatía hacia la vida que se vuelve hacia afuera para marchitar todo lo demás. Son «los grandes despreciadores de la vida…. los partisanos de la abnegación total…. sus vidas retorcidas por su monstruoso ascetismo.» (8) Podemos ver esto en nuestro propio movimiento, por ejemplo in situ, en el antagonismo entre el deseo de holgazanear y pasarlo bien versus la ética llena de culpa de trabajar/construir/fortificar/armar barricadas y en la pasión a veces excesiva con que se denuncia los descansos o pausas. El mártir abnegado se ofende e indigna cuando ve a otros que no se están sacrificando. De la misma manera que cuando el «trabajador honesto» ataca con saña al haragán, sabemos que esto se debe a que en realidad odia su trabajo y el martirio que ha hecho de su vida y odia ver alguien librarse de ese destino, odia ver a alguien que se divierte mientras está sufriendo – debe arrastrar a todos a la mugre junto con él – una igualdad de la abnegación.

En la vieja cosmología religiosa, el mártir exitoso fue al cielo. En la cosmovisión moderna los mártires exitosos pueden aspirar a quedar en la historia. La abnegación más grande, el éxito más grande en crear un rol (o incluso mejor, en diseñar uno por completo para que las personas lo imite – por ejemplo el eco-guerrero) gana una recompensa en la historia – el cielo burgués.

La vieja izquierda era muy abierta en su llamado para el sacrificio heroico: «¡Sacrifíquense con alegría, hermanos y hermanas! ¡Por la Causa, por el Orden Establecido, por el Partido, por la Unidad, por la Carne y las Papas!» (9) Pero en estos días es mucho más velado: Vaneigem acusa a los «jóvenes izquierdistas radicalizados» de «entrar el servicio de una Causa – la «mejor» de todas las Causas. El tiempo que tienen para la actividad creativa lo despilfarran en repartir planfletos, poner afiches, manifestarse o abuchear a políticos locales. Se convierten en militantes, fetichizando la acción porque otros están pensando por ellos.» (10)

Este nos resulta familiar – particularmente lo de fetichizar la acción. En grupos de izquierda a los militantes participan en interminables trabajos de rutina porque el jefe de grupo o el gurú ya tiene delineada la «Teoría», la cual sólo puede aceptarse y engullirse: la «línea» del partido. Con los activistas de acción directa es algo ligeramente diferente – la acción es fetichizada, pero por la aversión hacia cualquier teoría, la que fuera.

Aunque está presente, ese elemento del rol del activista que depende de la abnegación y el deber no fue tan significativo en el 18 de Junio. Lo que es más importante para nosotros es el sentimiento de separación de «las personas corrientes» que viene con el activismo. Las personas identificadas con alguna rara subcultura o grupo exclusivo que serían los «Nosotros», como opuesto a los «Ellos» de todos los demás en el mundo.

Aislamiento

El rol del activista es un aislamiento autoimpuesto de todas las personas con las que deberíamos estar conectándonos. Asumir el rol de un activista te separa del resto de la raza humana como alguien especial y diferente. Las personas tienden a pensar de sí mismas en primera persona del plural (¿a quién te refieres cuando dices «nosotros»?) como si hiciera referencia a alguna comunidad de activistas, en vez de una clase. Por ejemplo, durante algún tiempo en el entorno activista ha sido popular arguír a favor del «no más campañas aisladas» y la importancia de «conectarse». Sin embargo, la concepción de muchas personas acerca de lo que esto involucraba era la de «conectarse» con *otros activistas* y otros grupos de campaña. El 18 de Junio lo demostró muy bien; la idea fue juntar a todos los representantes de todas las causas o asuntos en un lugar en cierto momento, relegándonos voluntariamente a nosotros mismos al guetto de las buenas causas.

Del mismo modo, los diversos foros de debate en la red que han surgido recientemente en el país (la Alianza Rebelde en Brighton, NASA en Nottingham, Asamblea Disturbiosa en Manchester, el London Underground, etc.) tienen un objetivo similar – conseguir que todos los grupos de activistas en la zona se comuniquen. No estoy criticando esto – es un elemento esencial indispensable para la acción futura -, pero debería ser reconocida por la forma sumamente limitada de «conectarse» que representa. También es interesante que lo que tienen en común los grupos que asisten a estas reuniones es que son grupos de activistas – lo que realmente les ocupa parecer ser una consideración secundaria.

No es suficiente simplemente el buscar conectar a todos los activistas del mundo, ni tampoco tratar de transformar a más personas en activistas. Contrariamente a lo que algunas personas pueden pensar, no estaremos más cerca a una revolución si muchas personas se hacen activistas. Algunas personas parecen tener la extraña idea de que lo que hace falta es que todos sean persuadidos de algún modo en hacerse activistas como nosotros y entonces tendremos una revolución. Vaneigem dice: «La revolución es hecha todos los días a pesar de, y en oposición a, los especialistas de la revolución.» (11)

El militante o activista es un especialista en el cambio social o la revolución. El especialista recluta a otros en su propia área diminuta de especialización para incrementar su propio poder y por lo tanto disipar la comprensión de su propia impotencia. «El especialista…. se enrola sí mismo para enrolar a otros.» (12) Como un esquema de venta en pirámide, la jerarquía se auto-replica – tú eres reclutado y para no estar al final de la pirámide, tienes que reclutar a más personas para que estén debajo tuyo, quienes después hacen exactamente lo mismo. La reproducción de la sociedad alienada de los roles se consuma a través de los especialistas.

Jacques Camatte en su composición que «Sobre la organización» (1969) (13) llega a la sagaz conclusión de que las agrupaciones políticas terminan siendo como «pandillas» que se definen por la exclusión – a menudo la primera lealtad de los miembros es hacia al grupo en vez de hacia la lucha. Su crítica es aplicable especialmente a las miríadas de sectas izquierdistas y grupúsculos a las que estaba dirigida pero es aplicable también aunque en menor grado a la mentalidad activista.

El grupo político o partido sustituye por propia iniciativa al proletariado y su propia superviviencia y reproducción se convierten en primordiales – la actividad revolucionaria se convierte en sinónimo de «construir el partido» y reclutar miembros. El grupo tiende a creer que goza de una apreciación única de la verdad y todos fuera del grupo son tratados como idiotas con necesidad de ser educados por esta vanguardia. En lugar de un debate igualitario entre compañeros conseguimos la separación de teoría y propaganda, donde el grupo tiene su propia teoría, que es guardada casi en secreto en la creencia de que los candidatos a entrar no tienen todavia la capacidad mental suficiente para comprenderla y deben ser atraídos hacia la organización con alguna estrategia de populismo. Este método deshonesto de lidiar con aquellos en el exterior del grupo es similar a un culto religioso – ellos nunca te dirán por adelantado lo que son.

Podemos ver aquí algunas semejanzas con el activismo, en la manera que el entorno activista actúa de la misma forma que una secta de izquierda. El activismo como un todo tiene algunas de las características de una «pandilla». Las pandillas activistas a menudo pueden terminar siendo alianzas de clase, incluyendo a toda clase de liberales reformistas porque también ellos son «activistas». Las personas se conciben principalmente como activistas y su lealtad primaria es a la comunidad de activistas y no a la lucha en sí. La «pandilla» es la comunidad ilusoria, distrayéndonos de crear una comunidad más amplia de resistencia. La esencia de la crítica de Camatte es un ataque a la creación de una división interior/exterior entre el grupo y la clase. Tendemos a pensar de nosotros mismos como activistas y por lo tanto como seres distintos y con intereses diferentes de la masa de personas de clase obrera.

Nuestra actividad debería ser la expresión inmediata de una lucha real, no la afirmación de la diferencia y la separación de un grupo especial. En los grupos marxistas la posesión de la «teoría» es la cosa esencial que determina el poder. Es diferente en el entorno activista, pero no tan diferente. La posesión de un «capital social» relevante – conocimientos, experiencia, contactos, equipamiento, etc. – es la cosa principal que determina el poder.

El activismo reproduce la estructura de esta sociedad en sus operaciones: «Cuando el rebelde empieza a creer que está luchando a favor de un bien mayor, el principio autoritario consigue una marca (filip).» (14) Este no es un tema trivial, pero está en la base de las relaciones sociales capitalistas. El capital es una relación social entre las personas mediada por cosas – el principio básico de la alienación es que vivimos nuestras vidas al servicio de una *cosa* que nosotros mismos hemos creado. Si reproducimos esta estructura en el nombre de una política que se declara anti-capitalista, hemos perdido antes de empezar. No puedes luchar contra la alienación con medios alienados.

Una propuesta modesta

Ésta es una propuesta modesta de que debemos desarrollar maneras de operar adecuadas a nuestras ideas radicales. Esta tarea no será fácil y el autor de este breve artículo no tiene más claro que otros el cómo debemos continuar. No estoy argumentando que el 18 de Junio debio haber sido abandonado o atacado, efectivamente fue un intento valiente de ir más allá de nuestras limitaciones y crear algo mejor que lo que tenemos actualmente. Sin embargo, en sus intentos de romper con las maneras antiguas y formales de hacer las cosas ha mostrado mas claramente los lazos que todavía nos atan al pasado. Las críticas del activismo que he expresado arriba no son todas aplicables al 18 de Junio. Sin embargo hay un cierto paradigma de activismo que en el peor caso incluye todo lo que he descripto arriba y el 18 de Junio comparte este paradigma en cierto punto. Dejo el lector la decisión de hasta qué punto lo comparte.

El activismo es una forma que nos es impuesta en parte por la debilidad. Como la acción conjunta emprendida por Reclaim the Streets y los portuarios de Liverpool – nos encontramos en una época donde la política radical es a menudo el producto de la debilidad mutua y el aislamiento. Si este es el caso, puede no estar dentro de nuestro poder el escapar del rol de activistas. Puede ser que en épocas de un descenso en las luchas, aquellos que continúan trabajando por la revolución social se marginalizan y llegan a ser vistos (y verse a sí mismos) como un grupo especial separado de las personas. Puede ser que esto solamente es capaz de ser corregido durante un resurgimiento general de la lucha cuando no seremos más fenómenos y bichos raros ya que simplemente estaremos diciendo lo que está en las mentes de todo el mundo. Sin embargo, para trabajar en aumentar la lucha será necesario romper con el rol de activistas lo más que podamos – tratar de superar constantemente nuestras limitaciones y restricciones.

Históricamente, los movimientos que más cerca han estado de desestabilizar, remover o ir más allá del capitalismo no han tomado en absoluto la forma del activismo. El activismo es esencialmente una forma política y un método de operar adecuado para el reformismo liberal que está siendo empujado más allá de sus propios límites y usado para propósitos revolucionarios. El rol del activista en sí debe ser problemático para aquellos que desean la revolución social.

* Se refiere al 18 de Junio de 1999, donde miles de activistas anti-globalización tomaron las calles de Londres y se enfrentaron a la policía. También hubo manifestaciones y acciones en otras partes del mundo, incluyendo a la famosa “batalla de Seattle” en EEUU (Nota del traductor).
**  «El presente es lucha, el futuro es nuestro» (Nota del traductor al castellano)

notas:
1) Rodeando la Milla Cuadrada: Una Guía Básica para la Ciudad de Londres (J18 Publications (UK), 1999) p. 8
2) Ver ‘Acción Directa: Seis Años de Trayectoria’ en Hacer o Morir No. 7, p. 3
3) Raoul Vaneigem – La Revolución de la Vida Cotidiana, Trans. Donald Nicholson-Smith (Left Bank Books/Rebel Press, 1994) – publicado por primera vez en 1967, pp. 131-3
4) ver ‘El Día que Derribaron a Twyford’ en Hacer o Morir No. 1, p. 11
5) ver ‘La Política de la Personalidad: La Espectacularización de Fairmile’ en Hacer o Morir No. 7, p. 35
6) Op. Cit. 2, p. 128
7) Op. Cit. 2, p. 107
8 ) Op. Cit. 2, p. 109
9) Op. Cit. 2, p. 108
10) Op. Cit. 2, p. 109
11) Op. Cit. 2, p. 111
12) Op. Cit. 2, p. 143
13) Jacques Camatte – ‘Sobre la Organización’ (1969) en Este Mundo que Debemos Abandonar y Otros Ensayos (New York, Autonomedia, 1995)
14) Op. Cit. 2, p. 110

Traducido del inglés por Ricardo Fuego en Octubre del 2005.

Fuente Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques

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Contaminación sideral, basura espacial

Publicada el 11/04/2010 - 31/01/2018 por raas

Estados, empresas y entes como la NASA están inundando el espacio, que es de todos, de basura. ¿Qué podemos hacer ante esta gravísima agresión?

Podría dar la impresión de que la parte proporcional de espacio que rodea nuestro planeta puede acoger de forma inagotable las incipientes ciudades espaciales que hasta hace apenas unos pocos años pertenecían exclusivamente al mundo del cine y de la ciencia-ficción. Podría incluso dar la impresión de que la proliferación de restos espaciales, satélites, plataformas científicas y diferente instrumentación desechada en el frío espacio por los científicos astronáuticos tiene vía libre en la inmensidad del universo, pero esto no es verdaderamente así y, si lo creyéramos de esta manera, seríamos, desde luego, unos ilusos. La corteza espacial que rodea nuestro planeta tiene una órbita propia que atrapa de forma irremediable toda aquella chatarra espacial que se vuelve inservible para los astronautas una vez están en el exterior.

Esta chatarra no deja de producir una fuerte contaminación espacial que también se traduce en contaminación medioambiental cuando estos restos, o sus consecuentes elementos tóxicos, se deslizan paulatinamente hacia nuestro planeta. Según hemos sabido siempre, nuestra atmósfera terrestre es la campana de protección perfecta ante cualquier actividad perjudicial para el ser humano ya que su composición evita la entrada de cualquier elemento perjudicial para la vida. Se podría decir pues que es esta, más que otra, la principal causante de que la vida en nuestro planeta haya podido evolucionar a través de miles de años, teniendo, en comparación con otros planetas, sólo unos cuantos cambios evolutivos importantes. Aún así, el hecho de que la gravedad siempre venza… hace que los elementos ajenos al estado natural de su órbita, tales como meteoritos o los citados residuos, sean arrastrados hacia el interior como atraídos por la fuerza inconmensurable de un gigantesco imán, que no deja de ser otro que el núcleo terrestre.

De esta forma, se mantiene la vida, pero también corremos el riesgo de colisionar en cualquier momento con cualquiera de los elementos espaciales que rodean nuestro universo, incluidos, obviamente, los restos tecnológicos espaciales. Si a esto le sumamos el hecho de que no sólo no se ha estudiado seriamente la forma de eliminar estos residuos, sino de que campan a sus anchas y de forma arbitraria por el espacio, nos daremos cuenta del peligro real que corre nuestro planeta.

Historia

Todo comenzó con el Sputnik… En 1957, con el lanzamiento del Sputnik, comenzó a generarse basura espacial. Desde entonces se han puesto en órbita más de 5.000 ingenios, los cuales, conforme van cumpliendo su tiempo de vida útil, van siendo abandonados. Actualmente existen tres órbitas que almacenan basura: la órbita baja (LEO), la órbita cementerio, y la órbita geoestacionaria. La geoestacionaria es la más preocupante. Es donde se encuentran situados los satélites (a 36 Km. de la Tierra); se estima que hay en ella unos 3.000 fragmentos de diferentes tamaños (de entre 15 cm. y 1 metro) y donde se pueden hallar objetos de lo más diverso, desde una simple botella, hasta material de reparación y montaje, pasando por restos de satélites dañados o accidentados. El cohete Pegasus, por ejemplo, enviado al espacio en 1994, explotó dos años después y generó varios cientos de miles de fragmentos, incluso los más milimétricos son sumamente peligrosos; un astronauta que realizase un paseo espacial e impactase en su traje un diminuto fragmento de pintura, le causaría la muerte en el acto, ya que la mayoría de ellos viajan a varias docenas de miles de kilómetros por hora.

Para ejemplo aún más elocuente, en 1965 el astronauta Edward Hite perdió un guante en el espacio de unos 30 cms que se desintegró en la atmósfera un mes después, pero mientras tanto estuvo viajando a 28000 Km. por hora; a esa velocidad, si una nave interceptase el guante en su camino quedaría destruida. En el año 1979, la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos (NASA) reportó que ya han sido lanzados al espacio 11.366 objetos espaciales de los cuales 4.633 objetos, y luego unos 6.733, ya habían entrado en la atmósfera de la tierra. Nueve años más tarde, en 1989, la Comisión Norteamericana de Defensa Aeroespacial (NORAD), quien tiene la capacidad de juntar objetos en el espacio del tamaño de 10 cms de diámetro, a una distancia de 500 km… reportó que habían sido lanzados un total de 19.037 objetos en el espacio, de los cuales unos 12.000 habían ingresado en la atmósfera de la tierra.

De esos objetos espaciales, si bien los mismos fueron lanzados adicionalmente constituyendo un testimonio del progreso logrado en la exploración y explotación del espacio ultraterrestre, un 95% hoy en día no funcionan, no se controlan y constituyen lo que se llama basura o desechos espaciales.

Consecuencias

También las acciones voluntarias generaron basuras. La MIR rusa, como ejemplo de negligencia, lanzó al espacio cientos de residuos durante sus 10 años de vida. No es descabellado pensar que, metafóricamente, «el cielo puede caer sobre nuestras cabezas».

Aunque en general todos esos fragmentos y residuos que viajan sin rumbo se desintegrarían si entrasen en nuestra atmósfera, existen antecedentes de la caída a la Tierra sin control de varios de ellos; al menos han sido detectados 60 casos, algunos muy llamativos, como las 20 toneladas de chatarras procedentes del Skylab, que se dispersaron por Australia y el Índico en 1979. Otro caso significativo ocurrió en 1997, cuando el cohete Delta se estrelló en una granja de Texas a sólo 50 metros de sus habitantes.

Miles y miles de pedazos de satélites y otros objetos que se salieron de control pululan alrededor de la tierra. Según promedio, un pedazo de desecho reingresa todos los días a la atmósfera terrestre y mientras la mayoría se incendia o se desintegra, un gran número sobrevive y puede aterrizar, amenazando la vida y propiedad de las personas.

Se dice que existiría un 30% de posibilidades de que un objeto golpee la tierra, y es más remota aún la posibilidad de que aterrice en área poblada, pero como dice mi estimado colega el Prof. DOO Hwan KIM: “No estamos en el ámbito de la teoría sino en el de la realidad y, a medida que el número de objetos espaciales crece, también crece el número de pedazos o partículas, contaminando el espacio y constituyendo una seria amenaza presente y futura para la humanidad”.

En noviembre de 1960, partes de un satélite norteamericano cayeron sobre Cuba causando daños a propiedades y la muerte de una vaca. También el 5 de junio de 1969, navegantes japoneses fueron lastimados al ser golpeados por fragmentos de un satélite soviético. Rusia lanzó su satélite de poder nuclear Cosmos 954 para vigilancia naval, el 18 de setiembre de 1977; este satélite se desintegró sobre Canadá en 1978, resultando una polución radiactiva sobre un área del tamaño de Austria. Canadá pidió a Rusia que se le proveyera información sobre especificaciones del Cosmos 954. Rusia respondió ofreciéndose a limpiar los restos de su Satélite Cosmos 954. Canadá declinó la oferta soviética.

La unión de Estados Unidos y Canadá para limpiar fue lo que se llamó «Operación luz de la mañana». Canadá facturó a Rusia por seis millones de dólares en 1979, pero no buscó que se le reintegraran los gastos norteamericanos que habían ascendido hasta los 25 millones de dólares. El incidente del Cosmos 954 en 1978 dio pautas sobre cómo deben comportarse los estados con respecto a los accidentes de satélites; esas pautas se relacionan con las obligaciones de: a) El deber de poner sobreaviso; b) El deber de proveer información; c) El deber de limpiar; d) El deber de compensar los daños.

En 1989 la NASA reportó que un satélite norteamericano estaba fuera de control y que se desintegraría sobre parte de Árica, Sudamérica, India, el Sudeste Asiático y Australia, a menos que una operación de rescate fallara al querer regresar el satélite sano a la tierra. En 1991 cayeron sobre Argentina sin causar milagrosamente ningún daño las 40 toneladas de la estación espacial Salyut. De acuerdo al informe del Grupo de Estudios de Desechos Espaciales del Japón de marzo de 1993, nosotros deberíamos observar unos 7.000 desechos de más de 10 cms de diámetro a una altura de 5.000 km. en la órbita espacial. Dicho grupo de estudios concluyó que el promedio de colisión entre desechos espaciales ya nha crecido alrededor de tres veces en el año 2005.

La NASA ha informado que entre 20.000 y 70.000 desechos espaciales dentro de una altura de 800 a 1.000 kms se encuentran girando alrededor de la Tierra. La conclusión es que existen miles de pedazos de satélites y otros objetos que salieron de control, no funcionan y están en órbita alrededor de nuestro planeta.

Causas

Los satélites inservibles, las etapas y equipos astronáuticos, o las plataformas de investigación, se pasean por nuestra órbita planetaria de forma arbitraria y sin ningún tipo de control. Cuando entran por azar, o debido al desgaste y corrosión, en el ámbito terrestre, efectúan su aparición cumpliendo con las normas físicas del rozamiento espacial. Al igual que los meteoros o rocas expulsadas al espacio, cuando se encuentran en la estratosfera, se deshacen (siempre dependiendo del material, claro: recordemos que la estación espacial rusa MIR cayó casi al completo, sobre el océano afortunadamente) y debido al rozamiento se descomponen, evitando así los males que podrían causar al caer sobre una ciudad, pero desprendiendo de esta manera ciertos elementos tóxicos perjudiciales para la vida.

Los residuos espaciales, al no haber sido planteados como un problema, no toman una órbita definida una vez que han dejado de ser útiles para el trabajo. Muchos de ellos se encuentran en cotas de altitud espacial relativamente bajas (unos 1500 kms. aproximadamente) y es ahí donde los peligros acechan de forma más directa. Aunque algunos ingenios constan de ajustadores orbitales que seguirán funcionado mucho tiempo después de su desmantelamiento o degradación, llegará un momento en que estos impulsores o ajustadores orbitales cedan; entonces llegará el momento decisivo, si éstos se mantienen en una órbita superior a la atracción terrestre, podrán permanecer flotando en el espacio hasta tiempo indefinido; si, por el contrario, bajan hasta donde la atracción orbital sea más poderosa, será cuestión de poco tiempo que entren en la atmósfera y comiencen con el proceso de rozamiento y desintegración. Malo lo uno y malo lo otro. Malo el hecho de quedarse flotando en el espacio dado que el peligro de choque con meteoritos, estaciones espaciales activas o naves tripuladas es tangente; malo entrar en la atmósfera porque, al deshacerse, los elementos tóxicos se expanden por encima de la vida y los que no se deshacen por completo pueden causar pequeños trastornos físicos en determinados lugares.

Información sobre la proliferación espacial

La proliferación espacial consiste en la creciente acumulación de objetos artificiales circulando en órbitas geocéntricas no controladas.

Estos objetos provienen fundamentalmente de varias fuentes, a saber:

a) Fragmentación explosiva, deliberada o no de un objeto artificial. b) Colisiones entre estos objetos. c) Permanencia en órbitas no controladas de satélites que han terminado su vida útil. Cabe distinguir la diferencia entre órbitas bajo los 5000 km. de altitud denominadas LEO («Low Earth Orbit») y las que originan en objetos geostacionarios, es decir que recorrían órbitas circulares en el plano ecuatorial a una altitud aproximada de 36.000 km. con velocidad angular igual a la de rotación de la Tierra. Estas últimas se denominan GEO («Geostationary Orbit») y son las de los satélites de comunicaciones que han superado su vida útil.

b) La mayor proliferación se produce en LEO y se estima que actualmente la masa total de circulación es del orden de las 3.000 toneladas. Por otra parte se ha podido constatar en algunas misiones del tipo «Space Shuttle» que dicha nave ha recibido un número considerable de impactos de los objetos en circulación no controlada. La proliferación originada en GEO es menos peligrosa por la altitud y menor abundancia de objetos originales.

Posibles soluciones

No existen soluciones inmediatas, ni parece que las haya en un futuro cercano, a la acumulación progresiva de la basura orbital. Independientemente de que se adopten medidas para evitar las emisiones de basuras al espacio, mientras se sigan realizando lanzamientos desde tierra… seguirán existiendo riesgos de contaminación diferida. Sólo queda observar y catalogar la basura existente, hasta que se cuente con tecnología adecuada para proceder a su destrucción sin riesgos ni costes dramáticos.

Aunque la ciencia avanza a pasos agigantados y la evolución tecnológica es constantemente perfeccionada, aún no se ha planteado seriamente una posible solución a la eliminación de todos estos desperdicios espaciales. En los últimos años, la medida máxima tomada por los gobiernos y las agencias espaciales ha sido limitar el lanzamiento anual de satélites al espacio, evitando la indiscriminada y descontrolada invasión tecnológica que parecía cernirse sobre el espacio a mediados de los años setenta. No obstante, esto no hace si no retrasar ligeramente los peligros que afectan nuestra órbita espacial, ya que todos estos ingenios tecnológicos tienen una vida limitada y atada a las condiciones climatológicas espaciales, con temperaturas exageradamente frías y la excesiva presencia de elementos químicos naturales que resultan corrosivos a la larga. El problema, pues, llega cuando estos ingenios ya inservibles comienzan a desprender elementos tóxicos o combustible residual que podrían llegar a ser peligrosos, tanto en el ámbito espacial, debido a la posibilidad de un encuentro casual entre uno de estos elementos desechados y uno en plena actividad, como a nivel terrestre, ya que, como hemos citado anteriormente, las consecuencias contaminantes pueden ser nefastas.

Si entramos en la página virtual de la NASA, podremos comprobar cómo ya hay un departamento destinado a seguir el proceso orbital de los desperdicios espaciales. No obstante, aún así, no hemos podido constatar que se plantee algún tipo de solución al respecto; se catalogan los restos con diferentes números y se pretenden seguir para evitar cualquier tipo de problema a la hora de lanzar una nave tripulada, pero lo que no hemos podido ver es que dicho departamento se esté planteando alguna solución en cuanto a la eliminación o recuperación de estos y mucho menos se plantean el problema medioambiental que esto conlleva. Tampoco en la página oficial del NORAD se habla del tema medioambiental, aunque sí parece ser que el seguimiento es más exhaustivo. Lo que sí podemos ver claramente en estos departamentos es que, aun manteniendo un control sobre el tema de los residuos espaciales, que deben sumar una cantidad de ochenta o noventa mil elementos diferentes, sólo debe haber catalogados unos quince mil aproximadamente, lo que nos da una diferencia considerable de restos de astronáuticos de pequeño tamaño que continúan girando a su libre albedrío alrededor de nuestras cabezas. Ya no hablemos de los residuos tóxicos, los cuales deben ser totalmente incontrolables.

Un futuro incierto

La otra cara de la aventura espacial no es que sea demasiado divertida, como se puede comprobar, aunque, a instancias de los grupos ecologistas, que poseen un interesante lugar en el senado americano y la comunidad europea, parece ser que se están empezando a plantear posibles medidas de precaución en el futuro, tales como controlar los residuos tóxicos que podrían formarse o la expulsión hacia cotas más lejanas y altas de los satélites que tengan su vida finalizada, o incluso controlar de forma dirigida la reentrada y el lugar de caída exactos de estos residuos, aunque, obviamente, esto no es tampoco una solución al problema de la contaminación espacial. Quizás habrá que esperar a que el hombre tome conciencia ecológica, no sólo en el ámbito terrestre, sino también universal. De ello depende nuestro futuro.

Por todo esto se han hecho numerosos estudios, investigaciones y trabajos teóricos y experimentales para el análisis y posible control de este fenómeno. En la NASA se encuentran en desarrollo un programa cuyos objetivos son los siguientes:
a) Minimización o reducción de la proliferación espacial.
b) Definición del estado actual de las proliferación, desarrollo de modelos de evolución y mantenimiento de bases de datos para agencias espaciales norteamericanas y extranjeras.
c) Desarrollo de técnicas avanzadas de protección física de futuras emisiones espaciales.
d) Estudio y desarrollo de políticas de regulación de las actividades espaciales.

Kelvin Bolivar
1-1-2010

Revista The Ecologist para España y Latinoamérica
www.theecologist.net/files/articulos/40_art4.asp

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Diálogo a fondo con Carlos Castaneda

Publicada el 10/04/2010 - 08/06/2023 por Ecotropía

Puso énfasis en que esta conversación fuese publicada en una revista de Sudamérica. Dice Graciela: «Lo entreviste en Los Ángeles. Fue una experiencia muy interesante, la cual compartí con tres amigos que me acompañaron. CC nos refirió, con franqueza y simplicidad, sus ultimas experiencias. En mi opinión, en la entrevista se nos mostró sin mascaras ni poses.

Por Graciela N. V. Corvalán*

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Terremoto y tsunami social. Dos millones de chilenos más sin casa

Publicada el 06/03/2010 - 31/01/2018 por raas

“Se puede mentir a pocas personas durante mucho tiempo, o a muchas personas por poco tiempo, pero es imposible mentir a todo el mundo por todo el tiempo.” Lincoln

El esfuerzo del gobierno pareciera estar puesto en continuar nuestra tradición nacional de confundir las cifras con los hechos y es por esto, que en vez que intentar paliar los catastróficos daños del cataclismo, se prodigan esfuerzos desmedidos en contener las cifras de muertos y desaparecidos.

La cifra de muertos llegó a setecientos y algo antes que se arribara a Pelluhue, Dichato y Cauquenes, poblados que desde el cielo se asemejan a Hiroshima en 1945, de eso ya van 48 horas y nada ha cambiado. Todavía nadie dice una palabra sobre otras de las cientos de caletas, poblados y caseríos del Maule y Ñuble, del borde costero, de los sectores conrdilleranos y pre cordilleranos. Nada dicen de Bucalemu, Vichuquén, Hualañé, Licanten, Vilches, El Planchón, Los Queñes, etc. Ninguna información respecto al cauce de los ríos, al estado general de las cuencas hidrográficas olvidando que en el terremoto de 1960 se tuvo que hacer frente al cierre, por derrumbe, de la desembocadura del río Riñihue, lo que amenazó con destruir lo poco que quedaba en pie dos semanas después del sismo.

Parece que en este caso la presidenta está esperando, como en todos los demás, a que se despierte el interés del macro empresariado y emprendan por sí mismos las tareas de reconstrucción cuando el dulzor de la zanahoria sea el óptimo. Ha quedado demostrado, que los militares de nuestra patria, solo sirven para labores de relaciones públicas internacionales. Sin embargo todos exigen su presencia pues antes de la zanahoria es indispensable el garrote.

Un gobierno dedicado a la gestión de riesgos es incapaz de sobrellevar una catástrofe, con menor razón un cataclismo. Por ello el gobierno prefiere esconder a los muertos y desaparecer aún más a los desaparecidos, invisibilizándolos, que reconocer los alcances de lo sucedido y lo por suceder.

Ayuda nacional e internacional.

La polémica por la negativa inicial del gobierno chileno por recibir ayuda internacional contiene verdad, pero también exageración u omisión de datos importantes.

La experiencia de Haití mostró la futilidad de transportar ingentes cantidades de ayuda internacional a un estado fallido, que se encontraba incapacitado de administrar y distribuir estos bienes. Se llegó al escándalo de filas de aviones sobrevolando la pista de Puerto Príncipe por no tener espacio para aterrizar y no poder gestionarse el tráfico aéreo por daños en las comunicaciones. O de toneladas de ayuda bodegada sin poder distribuirse. Finalmente los EEUU se hicieron “cargo de la situación” excluyendo la ayuda de otras potencias, en especial la de Francia.

Negarse a recibir ayuda que no es posible entregar de inmediato a los afectados es una decisión correcta.

El error por lo tanto no se encuentra en la reticencia inicial a captar recursos foráneos, los cuales pueden aumentar inclusive el caos en ciertas zonas, lo indefendible es el modo en que se ha desplegado el estado chileno en la zona de catástrofe y su incapacidad de distribuir la ayuda que está aún guardada en nuestras bodegas.

Es grave que los haitianos no pudieran comer al faltar alimentos pero es aún peor el que los chilenos, teniendo los alimentos incluso el dinero para comprarlos, estén en la misma circunstancia.

Lula ayer hizo lo suyo, le dio un abrazo de oso a Bachelet y no aceptó un no como respuesta. Tras él han corrido Hilary Clinton y Alan García, entre otros. Este último ha dejado desplegado a un ministro de estado en nuestro país.

Es que lo que no se quiere reconocer es que se dispone de recursos pues nuestro país es rico pero uno de los más injustos del mundo. Esa es la razón de la escasez, la mezquindad, los que están esperando la oportunidad para hacerse “la América” con el dolor de todos. Y como ese es el motor de nuestra economía el gobierno no hace más que reiterar sus elusivas declaraciones llamando a la calma mientras el Titanic se hunde.

Un pescador damnificado reclamaba en la TV que Bachelet en 24 horas tenía a un avión en Haití y en la mayor parte de la zona afectada no han arrojado ni raciones de emergencia desde helicópteros.

Más que bienes lo que falta en nuestro país es una institucionalidad adecuada para distribuirlos, es decir, la zona central de Chile, la más poblada, es un Estado fallido. Si no es posible atajar el caos del sur, producido por la incompetencia de nuestras autoridades, pronto llegará a Santiago. Que no se nos olvide que existen barrios y comunas completas en condiciones similares a la de Concepción, lugares en que las autoridades han actuado con las misma desidia. Es posible que en Santiago existan tantos damnificados como en Concepción. Según el gobierno existen DOS MILLONES DE DAMNIFICADOS es decir, más del diez por ciento de la población nacional.

El ofrecimiento generoso de balas a quienes no se resignen a la lenta muerte de hambre y sed es una consecuencia del modo de relacionarse el Estado con sus ciudadanos. Si el gobierno no reacciona ahora, distribuyendo ayuda en vez que plomo, en vez que necesitar puentes mecanos y hospitales de campaña lo que nos faltará serán cascos azules de la ONU.

El gran Negocio de la Reconstrucción Nacional.

El terremoto de Tocopilla, el enjambre sísmico de Aisen, la erupción del volcán Chaiten y Llaima, el “terremoto blanco” en Lonquimay, son algunas de las catástrofes que ha debido sortear nuestra presidenta. En todos ellos ha sido su rostro de conmoción casi su único aporte.

Muchos dicen que el gobierno está en Shock y esa es la razón de su inacción. El caso es otro, las competencias del gobierno son meramente comunicacionales en un país privatizado, hecho exponenciado con el carácter titeresco de nuestros gobernantes.

Es cierto, gran parte de las actividades económicas son más eficientes cuando los privados las emprenden con la motivación del lucro. Las críticas a la privatización son otras: Primero, la trasferencia de poder público a empresas a veces es tan grande que los estados terminan subordinados a ellas, lo que impide que sean fiscalizadas, haciendo ilusorio el incremento de eficiencia pues un monopolio inadecuadamente controlado conduce inexorablemente a la corrupción; Segundo, existen actividades económicas que el Estado debe reservarse a pesar de la pérdida de eficiencia pues están comprometidos principios más importantes, es decir, se trata de empresas estratégicas.

En nuestro país se olvidó esto, presente en la propia economía dogmática neoliberal que profesan las elites, y de este modo se regala a Barrick Gold el mayor yacimiento de oro en el mundo a pesar de lo estratégico que es la posesión de este mineral o la conservación de la cuenca del río Huasco. Ya sabemos la calamidad que ha producido la privatización de la energía lo que nos tiene amarrados de manos ante la carestía mundial.

En el cataclismo que nos concentra la privatización de la producción y distribución de energía eléctrica y de combustibles, del agua potable, de las telecomunicaciones, de la venta de medicamentos, de la salud, de las carreteras, puertos y aeropuertos, transforma a las víctimas de la catástrofe en cautivos del macro empresariado quien espera el momento el momento adecuado para incrementar sus ganancias, o su poder, para asegurar ganancias futuras. El primero en pronunciarse fue Hols Paulman quien obtuvo que el gobierno le pagara los daños en sus supermercados so pretexto de abastecer a las víctimas.

La ayuda internacional o nacional, sea que venga del fisco o de las campañas solidarias, de no variar esta situación, llegará finalmente al bolsillo de las grandes empresas.

Si las carreteras son privadas ¿Quién será el beneficiado de la construcción de un puente por los EEUU o Brasil? ¿Si las telecomunicaciones son privadas quién gana con la instalación de redes redundantes, de emergencia o alternativas?

Para variar se quieren eludir las discusiones importantes arreando a la opinión pública al guarismo y al cosismo.

El tema que debe discutirse, aquel que bloquearán so pretexto el estado de catástrofe, la criminalización de toda protesta que es y será calificada de “turba” dispuesta a un saqueo, es si la calamidad pública será utilizada como el negocio del siglo -o del bicentenario- para buena parte de nuestra clase corsaria enriquecida a fuerza de la venta de agua en el desierto, o bien servirá para transformar la institucionalidad del país de modo de poder abordar adecuadamente el próximo cataclismo.

Pasen a ver el circo.

Las extensa transmisión de las cadenas de TV aumenta las posibilidades de que se filtren informaciones sin editar y contra las pautas blancas de los medios de comunicación.

Imprecaciones contra el gobierno, los empresarios, los medios. La verdad como un fluido que rebalsa los diques que en tiempos de normalidad funcionan a la perfección.

Políticos fomentando la fascista y psicótica autodefensa de sus semejantes, autoridades sobrepasadas y delirantes.

Ha sido el caso de Alejandro Navarro llamando a los militares a responder enérgicamente, antes siquiera de llamarlos a entregar agua y alimentos; los vecinos que declaraban que carabineros los autorizó a portar armas; o el saqueador que portaba un carro lleno de electrodomésticos y le gritó a Macarena Pizarro “hicimos cagar el cupo de la tarjeta”.

Pero los mejores que he presenciado merecen capítulo a parte:

Recién ayer llegó un periodista de Chilevisión a Talcahuano, ciudad a la que cualquiera podría llegar caminando desde Concepción pero que nadie había visitado. Las escenas eran conmovedoras, todo destruido, ningún tipo de ayuda, ni un sólo perro en las calles. Desde Santiago la conductora le pedía al reportero que informara en qué condiciones se encontraba el buque capturado a los peruanos, HACE CASI 150 AÑOS, que recala ahí, el Huascar. Sin duda un asunto de suma importancia.

La ministra de educación Mónica Jimenez demostró una vez más, las manos negras que permitieron que se instala en aquel cargo. En el canal 13, no soportó dos preguntas sin entrar en una crisis de histeria disparando a mansalva a todos quienes criticaban al gobierno. La ministra es la encargada de la JUNAEB, y por lo tanto de la distribución de alimentación calientes en la zona de catástrofe, pero no se trata de alguien que esté en sus cabales ni menos, alguien que posea las competencias educacionales para dirigir su cartera. Es como si nombraran al dueño de COPEVA ministro de la vivienda o a Bonbalet subsecretario de interior. Mientras se refería al maremoto dijo, entre otras brutalidades, “en el terremoto de los chinos…” refiriéndose al tsunami del océano índico. Se trata de una señora que debiera estar recaudando fondos para una organización sin fines de lucro y sin propósitos relevantes. La culpable, quién la designó, es otra señora simpática, anodina e insulsa, su excelencia la presidenta Michelle Bachelet.

A falta de agua balas.

Y mientras todos los sectores políticos, falta que hable el Partido Comunista -quizá están de vacaciones en Cuba-, exigen que el gobierno declare el estado de sitio, ni un vaso de agua le llega a los sobrevivientes.

Todos condenan a los saqueos y promueven el pandillaje de psicótica autodefensa, pero nadie con agua en su casa parece desesperado por quienes hasta hoy no pueden beber. Quizá con plomo a esos flaites se les quite el hambre, piensan, y a veces hasta lo dicen.

Los payasos.

Qué sería de un circo sin payasos.

Ya volvió de Miami el bofe de Don Francisco, en un vuelo diferente del que arribó el animador. Quieren que entreguemos dinero al diablo para que él, como en la Teletón o en el techo para Chile, se arroguen la reconstrucción “moral” y material, suculentos ingresos monetarios mediante, del país.

La acción es estos payasos es tan infame como si pintaran con el logo de Coca-cola los carros de bomberos.

Y el estado fallido, la ex república de Chile, no sólo prefiere sino que quiere que sea la “turba de saqueadores legalizados”, el macroempresariado, quién se avoque a la “ayuda”, la reconstrucción a la pinta de ellos, actuando los medios de masas como sus jureros y la ‘manu militari’ del abaleo de los disconformes.

Ariel Zúñiga Núñez

fuente: www.violenciaycontrol.blogspot.com

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Google: espeluznante y malvado *

Publicada el 06/03/2010 - 31/01/2018 por raas

Boletín de Noticias de Febrero de 2010. Edición especial respecto a Google

El lema de Google: «no seas malo» ha sido clave en el éxito de la compañía. Cuando hizo su aparición, Google era el único motor de búsqueda que no privilegiaba los resultados de búsqueda de los anunciantes, un factor significativo en su rápido ascenso. Recientemente, su CEO (del inglés «chief executive officer», director ejecutivo) Erich Shmidt dijo que Google está «tratando de no cruzar la línea del horror» cuando se trata de la retención de datos personales. Tal vez la nueva consigna debería de ser: «no seas espeluznante».

Sin embargo, Eric Schmidt no perdió el tiempo en cruzar la línea del horror en Diciembre cuando dijo en una entrevista que: «si hay algo que no quieres que nadie sepa, tal vez no deberías de estar haciéndolo en primer lugar.» En efecto, el jefe de la corporación con la mayor cantidad de datos de vigilancia en el mundo apenas anunció que si eres «inocente», no deberías tener nada que esconder. Como mucha gente habrá notado, la declaración de Schmidt es hipócrita y perturbadora. Su lógica es casi idéntica a la ‘reivindicación’ totalitaria de que si quieres libertad de palabra, tal vez no deberías decir nada controvertido.

Los comentarios de Eric Schmidt son particularmente problemáticos a la luz de los recientes cambios en la política de Google. En marzo de 2009, Google dió marcha atrás en su política, mantenida por mucho tiempo, en contra de vigilar el comportamiento [de los internautas]. Ahora, Google rastrea la conducta de los usuarios de Internet (hayas firmado contrato y entrado en Google o no) con el propósito de mostrar a la gente publicidad más enfocada. En febrero de 2010, el Washington Post reveló que Google incluso dio marcha atrás a la política existente asociándose con la NSA -(Agencia de Seguridad Nacional) el brazo espía electrónico secreto de los EE.UU.- para combatir los «ciberataques».

En ambos casos, se nos ha dicho que no nos preocupemos por que Google sólo compartirá datos que han sido anonimizados (es decir, la información que nos identifica personalmente es retirada). Pero hay todo un caudal de razones para alarmarnos. Recientes investigaciones han mostrado como los sitios de redes sociales permiten que se filtre una gran cantidad de información personal a sus socios anunciantes y cuán excepcionalmente difícil es crear un conjunto de datos que no pueda ser des-anonimizado.

De hecho, el departamento de defensa de los EE.UU. tiene una nueva iniciativa basada exactamente en este principio. Llamada ‘ADN Digital’, El propósito es desarrollar una base de datos de huellas digitales electrónicas, muy parecida a las bases de datos de ADN que guardan muchos gobiernos nacionales. La meta es identificar con precisión individuos a partir de datos que se piensa comúnmente que son anónimos -las pequeñas huellas digitales que vamos dejando siempre que usamos una computadora.

A despecho de todo esto, Google sigue asegurando a sus usuarios que no hay nada de que preocuparse. Después de todo, si tienes tiempo, puedes usar el tablero de Google para ajustar un complejo conjunto de opciones de «autoprotección» de tu privacidad. El problema es, que esta interfaz sólo aplica a los datos ligados directamente a tu cuenta de Google y que no puede hacer nada respecto a las muchas maneras en que Google retiene datos indirectos y fácilmente des-anonimizados acerca de ti. Por ejemplo, eso no te permite eliminar los datos de localización que Google mantiene sobre ti cuando envías un correo a un usuario de gmail.

Google quiere nuestra confianza. Se nos pide tener fe en el mago -detrás de la cortina- que controla el más grande conjunto de datos que el mundo jamás haya conocido. El nuevo lema de Google es clarísimo: «no seas tan malo que la gente se empieza a dar cuenta». Y estamos empezando a darnos cuenta.

Como proteger tu privacidad en línea.

Abordar esta cuestión es realmente un problema social, no individual. Pedir a los individuos que ocupen mucho tiempo practicando ‘higiene de privacidad’ es además de impráctico, políticamente sospechoso. Crear privacidad en línea, en nuestra opinión, debería ser hecho en comunidad y a través de alternativas de apoyo.

Sin embargo, hay algunas cosas que recomendamos que son principalmente ‘instala y olvídate’ y no requieren continuo y tedioso mantenimiento.

Si usas Firefox, un navegador que recomendamos, puedes instalar varias extensiones que usar mientras navegas. Firefox es software libre y mientras miembros de la comunidad han escrito software para añadir nuevas características, cualquiera puede descargar y usar estas extensiones (mira https://addons.mozilla.org para más información acerca de las extensiones para Firefox).

Aquí hay algunas extensiones de Firefox que recomendamos:

-Customize Google https://addons.mozilla.org/es-ES/firefox/addon/743
-TACO: Targeted Advertising Cookie Opt-Out https://addons.mozilla.org/es-ES/firefox/addon/11073
-Adblock Plus https://addons.mozilla.org/es-ES/firefox/addon/1865

Puedes también hacer búsquedas Google en la web a través de Scroogle
https://ssl.scroogle.org
Este buscador no guarda cookies. Los logueos de acceso se borran después de 48 horas. Además de búsquedas anónimas, la herramienta permite a los usuarios realizar búsquedas Google sin recibir publicidad. Scroogle tiene soporte para 28 idiomas y la herramienta también está disponible como un complemento para ciertos navegadores.
Mas sobre Scroogle? http://es.wikipedia.org/wiki/Scroogle

* Las notas del articulo fueron suprimidas por una cuestión de orden idiomatico, estaban todas en ingles. Para leer el texto con las notas
http://argentina.indymedia.org/news/2010/03/721056.php

:: Otras noticias sobre Google

Cómo espía Google, los riesgos de ingresar al buscador mas utilizado en el mundo
http://argentina.indymedia.org/news/2009/12/713713.php

Asociación entre Google y Agencia de Seguridad Nacional recibe fuertes críticas de defensores de privacidad
http://www.cubadebate.cu/noticias/2010/02/05/asociacion-entre-google-y-agencia-de-seguridad-nacional

:: Sobre la Agencia Nacional de Seguridad- NSA

Cryptome sube la apuesta: «La NSA accede a los ordenadores y redes que usan productos de Microsoft»
http://www.kriptopolis.org/cryptome-sube-la-apuesta

Microsoft y la Agencia Nacional de Seguridad de los EE.UU.
http://argentina.indymedia.org/news/2010/03/721893.php

Los servicios secretos de EEUU colaboraron en el desarrollo de Windows Vista
http://argentina.indymedia.org/news/2010/03/721894.php

:: Programas de protección

Caja de Herramientas de Seguridad, incluye una Guía Paso a Paso, la cual se ocupa de varios temas de seguridad digital. También proporciona una colección de Guías Prácticas, cada una de las cuales incluye una herramienta específica de software gratuito o de código abierto, así como las instrucciones necesarias sobre cómo utilizar dicha herramienta para asegurar tu computadora, proteger tu información o mantener la privacidad de tus comunicaciones por Internet.
http://es.security.ngoinabox.org

Manual de seguridad, consejos y programas para protegerse
(en PDF)

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Entre el miedo y la violencia. Estrategias de terror y de represión para el control social

Publicada el 06/02/2010 - 24/08/2023 por Ecotropía

Caminando sobre el miedo

Vivimos sobre el miedo. Miedo al fracaso, miedo a la soledad, miedo a la muerte. Miedo a la pobreza, miedo a la marginación. Miedo a enfermedades, a la inseguridad. Miedo a la exclusión. Miedo a los delincuentes, miedo a la prisión. Miedo a los extraños, miedo a perder el trabajo, a perder la vivienda. Miedo a la violencia. Y miedo tras miedo marcan el sino de nuestras acciones, de nuestras decisiones, de nuestras opiniones y de nuestra visión de la sociedad.

Por Jaume Balboa
Colectivo Escuela Libre

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Publicado en • Análisis, • Control, • Ecocidios, • General, • Insalubridad, • Multiviolencias, • Neoesclavitud, • Psicopatologías, • Revueltas, • TecnocidioEtiquetado como 000000, Jaume Balboa, Miedo a la pobreza, revista Ekintza Zuzena, Vivimos sobre el miedoDejar un comentario

Jacques Ellul y la revolución necesaria

Publicada el 06/12/2009 - 31/01/2018 por raas

La obra publicada de Ellul es muy amplia y variada, sociología crítica, teología, historia del derecho, historia de la propaganda, artículos polémicos, etc.

En este breve artículo nos centraremos únicamente en exponer la importancia del concepto de «revolución» en la obra de Ellul a finales de los años sesenta, tema sobre el que trata exhaustivamente en sus dos libros Autopsia de la revolución y ¿Es posible la revolución?, publicados en 1969 y 1972, respectivamente, y que en su época fueron traducidos al castellano. Ellul cerró su trilogía en 1982 con el libro Changer de revolution, libro que reviste un interés especial porque supone una inflexión con respecto a la perspectiva que Ellul había mantenido sobre la tecnología desde los años cincuenta.

La figura de Jacques Ellul (1912-1994) es un tanto desconcertante dentro del panorama intelectual francés. Teólogo protestante, cristiano y profesor de derecho, Ellul es sobre todo conocido por haber sido uno de los críticos más lúcidos de la tecnología y de la sociedad técnica o «tecnificada» ya desde comienzos de los años cincuenta, si tenemos en cuenta la aparición de su libro La edad de la técnica, publicado en 1954 y del que disponemos de una traducción al castellano reciente en la colección Octaedro. Como se sabe, este libro fue editado en Estados Unidos gracias a la mediación de Aldous Huxley y fue allí donde alcanzó una repercusión considerable. En Francia y en Estados Unidos Ellul ha sido considerado como un espíritu polémico e independiente, y sus ensayos críticos forman hoy parte de lo que muchos consideran una sociología libertaria.

Desde los años treinta, junto con su amigo Bernard Charbonneau, Ellul formará parte del pequeño movimiento personalista, corriente que en aquella época se oponía tanto al fascismo y al comunismo, como a la sociedad liberal, aunque pronto ambos autores tomarán distancia con dicho movimiento, entre otras razones, por discrepancias con su principal animador, Mounier.

Durante la guerra Ellul sería revocado de su puesto de enseñanza por el gobierno de Petain y pasaría a practicar la agricultura por un tiempo, participando en la Resistencia pero sin llegar a tomar las armas. A partir de la guerra Ellul se establecería como profesor y seguiría animando grupos de reflexión junto a su amigo Charbonneau. En 1962 enviaría a Guy Debord su libro Propagandes que sería apreciado por los situacionistas. Sin embargo, a la petición de Ellul de entrar a colaborar con ellos, los situacionistas se negaron debido a las creencias cristianas de Ellul. Y aquí debemos de hacer un inciso.

Recientemente, el filósofo lean Claude Michéa (ver su libro La pensée double) hacía alusión a las dos grandes aportaciones críticas que habían supuesto los conceptos de «sociedad del espectáculo» (Debord y los situacionistas) y «sociedad técnica o tecnificada» de Ellul. El hecho de que la colaboración entre Ellul y los situacionistas fuera abortada por un motivo tan nimio es de lamentar ya que de la unión entre ambas corrientes críticas podría haber surgido un análisis verdaderamente profundo y eficaz de los procesos sociales que estaban en marcha en aquella época. Los situacionistas se habían mostrado especialmente agudos en el desarrollo de una teoría que delataba el funcionamiento ideológico de la sociedad de consumo, sin embargo se habían quedado a las puertas de comprender cual era la importancia de la base material y técnica de dicha sociedad. Esta era la aportación fundamental de Ellul y de Charbonneau. Ambos autores habían sabido ver las implicaciones potencialmente revolucionarias de una crítica del modo de organización técnico de la sociedad y de las consecuencias que esto podría traer para la elaboración de un discurso emancipador.

El sectarismo de los situacionistas y, en general, su confianza en el aparato industrial de la sociedad, al que según ellos bastaría adaptar a la gestión de los consejos obreros, impidió que en Francia se pudiera formar un frente de pensamiento crítico que hubiera podido superar las lacras del vanguardismo y del obrerismo, y que hubiera planteado la cuestión ecológica como cuestión de primer orden. No afirmamos, claro está, que este hecho circunstancial haya sido el único impedimento para la formación de una tal conciencia, pero sí nos parece sintomático de una época, donde el extremismo izquierdista permanecía ciego al problema de la ecología. En ese sentido las aportaciones de Murria Bookchin, con las insuficiencias y contradicciones que podamos detectar en sus obras, abrieron una perspectiva necesaria para la evolución del pensamiento emancipador (1).

De 1972 a 1982, de nuevo junto a Charbonneau, Ellul participó en la formación del Comité de Defensa de la Costa de Aquitania, que pretendía salvar la costa del programa de zonificación turística del Estado. En 1977, Ellul publicaría Le System technicien, tal vez su obra más acabada sobre el fenómeno técnico, donde Ellul responde a muchas críticas lanzadas desde la aparición de su primer libro sobre el fenómeno técnico y donde el autor esboza un cuadro muy completo de la sociedad informatizada que sería la nuestra treinta años después.

Cabe decir que tanto ElIul como Charbonneau son en Francia dos referencias para la ecología radical y, aunque no se puede decir que sean autores «populares», sus escritos y aportaciones reciben una atención cada vez mayor. En fin, hasta aquí hemos dado algunas pinceladas para ayudar a situar un poco al personaje. Alguien podría preguntarnos con razón ¿por qué hablar de Ellul? ¿Cuál es su importancia? O, mejor dicho ¿por qué deberíamos leerle o interesarnos por lo que dice? ¿No estamos ya un poco cansados de tantos pensadores supuestamente revolucionarios que teorizan sobre esto y aquello y escriben libros sin parar?

Es evidente que no es en los libros de Ellul, ni de ningún otro autor donde vamos a encontrar las soluciones para nuestros problemas inmediatos ni tampoco la vía mágica para organizar la transformación social. Por el contrario, hay que darse cuenta de que muchos de los problemas que hoy se nos presentan fueron ya, de alguna forma, pensados y discutidos por las generaciones que nos precedieron. Creo que hoy falta reflexión sobre ciertas cuestiones, por eso merece la pena invertir un poco de tiempo en la lectura de Jacques Ellul, porque en su obra hay argumentos suficientes para fundamentar una crítica de esta sociedad que sea a la vez una crítica de sus modos de vida, de sus creencias, prejuicios y de su ideología progresista. Las obra de Ellul, junto con las de Charbonneau, Illich, Anders, Polanyi, Mumford, Bookchin, Goodman, etc., si se tomaran en serio, podrían servir como fuente de inspiración de un futuro movimiento de transformación que tuviera como preocupación primera el desarrollo de la libertad humana en el respeto de las demás especies y de la vida del planeta en su conjunto.

Dicho todo esto hay que señalar que no es necesario estar de acuerdo con todo lo que dice Ellul, ni con la forma en que lo dice, para darse cuenta de que grosso modo, Ellul es capaz de desentrañar cuales son las cuestiones centrales, y cuales son secundarias, dentro de las luchas políticas de la modernidad. La cuestión de la revolución es una cuestión que parece caduca, pero a la vez sigue obsesionando a todos aquellos empeñados en el debate político, en el análisis de los sistemas de dominación, en las luchas prácticas, en la acción directa, etc., El análisis del concepto de la revolución de Ellul viene en un momento considerado crucial, al final de los años sesenta del pasado siglo, cuando e! mundo occidental vivía una especie de efervescencia revolucionaria.

La autopsia de la revolución

En concreto, el libro que comentaremos aquí será Autopsia de la revolución, aparecido hace cuarenta años, en 1969. Este libro intenta hacer un recorrido sumario del concepto histórico de «revolución», para lo cual Ellul divide su libro en cinco secciones. En la primera sección, se muestran las diferencias entre las revueltas anteriores a la Revolución francesa, las llamadas revueltas populares, las revueltas campesinas, las revueltas iluministas. Para Ellul se trata sobre todo de fenómenos sociales que se oponen al curso de la historia, reclaman una vuelta al principio, un reinicio. Contienen objetivos claros y, a veces, programas, pero no un verdadero proyecto revolucionario. No hay doctrina de la revolución como tal.

En la segunda sección, con la Revolución Francesa nace el mito de la revolución. Se crea toda una religión revolucionaria, una doctrina, un modelo. La revolución se universaliza y se convierte en un esquema que se puede aplicar a otras zonas de la historia. A la vez, y lo que es más importante, la revolución se sitúa ahora en la historia, y no por oposición a ella. Se crea un progresismo de la historia donde la revolución aparece como el triunfo de la libertad. Pero con el triunfo de la revolución llega el triunfo del Estado. Se crea también la religión del Estado. Según Ellul, hasta ese momento las revueltas se habían hecho contra el poder y, en general, contra el Estado. La Revolución Francesa perfecciona y amplía al infinito los poderes del Estado. El Estado es ahora, increíblemente, el garante de la libertad. Los revolucionarios franceses se apoyaron sobre las clases populares y los clubes radicales para, una vez en el poder, instituir el Estado racional omnipotente.

En la tercera sección, todo se precipita: la racionalización del fenómeno revolucionario y su entrada en la historia como modelo lo convierte rápidamente en un fenómeno que encaja en el sentido de la historia y, es más, en un fenómeno capaz de crear la historia. La teoría marxista se apodera del concepto de revolución y convierte ésta es un mecanismo automático de la historia, en un esquema científico y objetivo. Para Marx, y para muchos de sus seguidores, era suficiente considerar la combinación de ciertos factores objetivos en la realidad histórica para determinar que esto desembocaría en un proceso revolucionario. Para el marxismo, sin embargo, no quedaba muy claro cuáles eran estos factores.

¿Por qué la revolución se había desencadenado en Rusia, un país industrializado a medias y con una estructura social que guardaba rasgos del antiguo régimen y no en países avanzados como Inglaterra o Alemania? Era necesario entonces, para Lenin y sus compañeros, el modificar un poco la teoría para que pudiera seguir siendo un instrumento científico de análisis revolucionario. Por lo demás, Ellul insiste en el hecho de que la revolución, en el sentido de la historia, no puede de nuevo sino desembocar en el reforzamiento del Estado, como ocurrió en 1917. Igual que en Francia el Estado fue el garante de las nuevas libertades burguesas, en la Rusia bolchevique el Estado, el Partido, el Comité Central, se convierten en los guardianes de la verdad de la revolución proletaria, con los resultados que conocemos.

En la cuarta sección, Ellul habla de la revolución «banalizada», es decir, la revolución que se ha convertido en un fenómeno de moda. A finales de los años sesenta todo tiene que ser revolucionario. Para Ellul la palabra «revolución» se convierte en un nuevo ídolo de masas. Analiza de manera sumaria fenómenos pretendidamente revolucionarios: el underground y el cine de Godard, el castrismo y la teología de la liberación, los movimientos sindicales y la protesta juvenil. Ellul ironiza incluso sobre el verdadero contenido revolucionario de mayo de 1968.

Finalmente, en la parte quinta del libro desarrolla el concepto de «revolución necesaria». Esta es la aportación más importante del libro y la que, a mi juicio, contiene elementos de análisis que pueden servir de inspiración en nuestros días. Ellul considera como un imperativo moral el hecho de rebelarse. Ante todo, hay que rebelarse y oponerse. Negar en su conjunto la sociedad actual.

La rebelión en sí es un hecho absurdo porque no contiene ninguna garantía de éxito, pero eso es justamente lo que lo convierte en un hecho valioso. Pero lo que es más importante: la revolución debe actuar contra las verdaderas estructuras de la sociedad. Esto es, contra la Técnica y el Estado, los dos pilares de la dominación. La revolución no puede ser movida por el deseo de justicia distributiva, ni para sacar a los pueblos de su pobreza, ni para acabar con el hambre y la guerra, con ser todos estos fenómenos muy graves, para Ellul no alcanzan la raíz del problema. Nuestro principal problema reside en la estructura misma de la sociedad que compartimos, su estructura técnica, su modo de producir y consumir, la ideología del espectáculo que la protege. Hacer la revolución contra esta sociedad requiere pues un esfuerzo considerable para combatir la misma ideología que promueve y que se apodera de nuestras mentes: hedonismo consumista, autonomía individualista, búsqueda de felicidad y de bienestar a toda costa.

Ellul señala justamente que nuestra sociedad moderna es una sociedad que cada vez más tiende a integrar, se convierte en sociedad global. Con sus técnicas de información, publicidad, adoctrinamiento de masas, ocupa cada vez más parcelas de la vida cotidiana y de la conciencia de los individuos. Señala también que es una sociedad donde el crecimiento económico es el único dogma. Para Ellul los revolucionarios de mayo de 1968 han atacado sobre todo espejismos del poder que ya habían sido desacreditados por la misma modernidad: las verdaderas estructuras del sistema quedaron intactas. El tipo de revuelta humana que preconiza Ellul exige, por tanto, una puesta en cuestión radical de la forma de vida en las sociedades avanzadas. Y, sobre ese punto, Ellul no se hace ilusiones, ya que sabe que eso significará, en muchos casos, renunciar a muchas cosas que los revolucionarios de su tiempo consideraban conquistas irrenunciables.

Ellul propone un fortalecimiento de la conciencia individual, una ascesis imprescindible para que la persona pueda sobreponerse a la disciplina de masas. La revolución necesaria exige la creación de nuevos valores, ya que toda moral ha quedado arruinada por el paso de la sociedad tecnificada. Ellul corta prácticamente toda herencia de un pasado revolucionario y habla de volver al punto de partida, de volver a comenzar. Al señalar que una verdadera revolución debería dirigirse contra las estructuras centralizadas del Estado y de la tecnificación, deja entender el enorme reto que supone este objetivo.

Dos o tres años después, en su libro ¿Es posible la revolución? completará y profundizará su estudio sobre los fenómenos revolucionarios de su época y llegará a conclusiones tremendamente sombrías sobre el futuro y la posibilidad de la revolución: «En la medida en que la revolución necesaria se opone a esa facilidad que el progreso técnico otorga al hombre, en la medida en que pone en juego la satisfacción de ciertas necesidades convertidas en vitales por costumbre y persuasión, en la medida en que rechaza el avance demasiado evidente hacia ese paraíso, la revolución necesaria no tiene ninguna probabilidad de éxito. El mito del progreso ha matado el espíritu revolucionario y la posibilidad de una toma de conciencia de la actual necesidad revolucionaria. El peso que hay que levantar es demasiado pesado. El hombre tranquilo, seguro de que la técnica le proporcionará todo cuanto pueda desear, no ve la razón para hacer otro esfuerzo que no sea el facilitar este desarrollo técnico, ni por qué habría que lanzarse a una aventura incierta y dudosa.»

En 1982 Ellul publicaría su último libro sobre la revolución Changer de revolution. L’inéluctable prolétariat. Este libro llamó la atención a los lectores de la obra de Ellul, ya que en él Ellul, contradiciendo las ideas de sus obras anteriores, anuncia una posibilidad de aprovechar la informatización y la automatización para construir un socialismo descentralizado y libertario. Es verdad que las condiciones sociales que exige Ellul para esta reorientación son inalcanzables para nuestra sociedad, a no ser que se produjera una transformación radical de todas sus estructuras. La proposición de Ellul queda pues como un elemento incongruente en su obra, y él mismo, en su último libro sobre la técnica Le Bluff technologique (1988) se encargará de renunciar a tales esperanzas puestas de manera efímera en la tecnología. Por lo demás, el libro Changer de revolution contenía reflexiones y análisis muy interesantes en cuanto a la evolución del socialismo en la sociedad industrial.

Un balance

Una obra tan amplia y ambiciosa como la de Ellul no puede evitar caer en excesos, injusticias, contradicciones. Ellul ha pretendido captar cuáles son los principales obstáculos que en la sociedad moderna se oponen a la realización de la libertad humana y a veces ha incurrido en simplificaciones o juicios demasiado categóricos. Sus ideales cristianos no suelen interferir con sus obras de sociología crítica, que son las que aquí nos interesan, pero a veces, como en Changer de revolution, su aparición ciertamente no ayuda a esclarecer ciertos puntos de su argumentación.

Al final de su libro Autopsia de la revolución Ellul hacía un balance elogioso de la última corriente que él consideraba como revolucionaria: el situacionismo. Este elogio sin embargo no dejaba de plantear problemas. Era lógico que Ellul sintonizara con el análisis despiadado y radical que los situacionistas hacían de la ideología alienante de la sociedad de consumo, del conformismo intelectual y universitario, del estalinismo, de la pseudovanguardia, etc., todo eso estaba ya de muchas formas presente en los libros de Ellul de los años cincuenta y sesenta. Ver, por ejemplo, su libro sobre la propaganda, o bien su libro L’illusion politique (1965). Ahora bien, el libro Autopsia de la revolución contiene elementos suficientes para criticar muchos de los aspectos de la filosofía revolucionaria y progresista que había detrás del situacionismo. De hecho había una parte muy importante de la teoría situacionista que estaba montada sobre la filosofía marxista de la historia y que por tanto compartía muchos de sus errores.

Toda la retórica situacionista sobre los consejos obreros, sobe la toma de conciencia de la alienación por parte de la clase trabajadora, sobre el movimiento real que suprime las condiciones existentes, etc., etc., ¿Quién podría hoy leer todo eso sin soltar una carcajada? Los situacionistas elevaron a un pedestal las revueltas de mayo-junio de 1968 queriendo ver en ellas una nueva época de la contestación social, hecho que podría ser admitido a condición de relativizar el ámbito y el alcance de esa contestación. Si Ellul desdeña la contestación de mayo, a pesar de su valoración de la crítica situacionista, es porque justamente ve su carácter limitado y banal.

Intentando no hacer una proyección revisionista sobre la historia contemporánea, uno se da cuenta de que el análisis de Ellul, aunque sólo fuera una reflexión inserta en un libro, estaba más cerca de la verdad que cualquier otra teoría radical o subversiva de la época. La revolución de la vida cotidiana anunciada por los situacionistas no tomaba cuenta de los límites materiales y ecológicos donde cualquier forma de vida colectiva debe asentarse. Y el tiempo, en general, ha dado la razón a autores como Ellul, Illich, Charbopneau, Mumford. Cuarenta años después de mayo de 1968, la sociedad ha continuado su tecnificación, su desarrollo productivista, su hundimiento en la alienación industrial y en la destrucción de la naturaleza.

El hecho de que Ellul conciba que en la edad contemporánea la revolución, en el sentido en que la piensan muchos considerados revolucionarios, es imposible, no quiere decir que todas las vías hacia la transformación de esta sociedad estén cortadas. Únicamente se trata de tener en cuenta lo que ya no se puede hacer, lo que ya carece de sentido, lo que ya es inesencial (¡cuando ya lo era hace cuarenta años!). Tiene razón Ellul cuando dice que nuestra sociedad moderna es sobre todo una sociedad de la integración, y no exactamente una sociedad de la exclusión, como pretenden muchos izquierdistas. No es una sociedad de la represión, sino sobre todo de la adaptación y del consenso. Tampoco es una sociedad de la precariedad, sino una sociedad de la abundancia. Obviamente en las sociedades industriales avanzadas hay fenómenos de exclusión, de represión y de precariedad obligatoria, pero esos no son los problemas centrales, son problemas que derivan de un sistema tecnificado, desarrollista y estatalizado, que ha logrado imponer una dominación social mediante un conjunto de estrategias diversas. En general podemos decir que el conjunto de la sociedad vive de acuerdo con el sistema político y cuando muchas personas se quejan y hablan de precariedad y de exclusión, justamente lo que reclaman es que el sistema se cure de sus errores, que se mejore, que pueda llegar a todos, que todo el mundo pueda tener un sueldo decente, una vivienda cómoda y segura, unas buenas redes de carretera, una buena sanidad, zonas verdes donde pasear y hacer jogging, etc. Lo de siempre.

Asistimos, por parte de la izquierda parlamentaria y extra parlamentaria, a una propaganda intensa y constante para que el sistema se haga menos precario y excluyente, que todo el mundo pueda tener acceso a la educación y a contratos de trabajo decentes. Por un lado, esto es comprensible, ya que las personas buscan tener una mínima seguridad material para el desarrollo de sus vidas. Por otro lado, es aberrante, porque esta supuesta seguridad material se piensa ya únicamente en la forma que ofrece la sociedad industrial estatalizada, sin tener en cuenta que dicha sociedad oculta o falsifica todos los efectos catastróficos que produce sobre la libertad humana y la naturaleza. Es por eso que la toma de conciencia crítica en nuestra sociedad es hoy un fenómeno tan absolutamente abstracto, ya que es necesario que parta del cuestionamiento de todo, lo que es increíblemente arduo.

Hay que darse cuenta que sólo grupos muy minoritarios se atreven a emprender iniciativas que ponen en cuestión la globalidad del sistema. Las personas que se implican en una lucha antidesarrollista mediante la acción directa, como puede ser la asamblea anti-TAV o la asamblea Transgenics Fora, los grupos autogestionados como el BAH, u otros grupos que buscan convivir en comunidades autónomas, gente que se implica en .la profundización de la agroecología, en la defensa incondicional de espacios naturales, en la Red de Semillas, en el asociacionismo y la ayuda mutua … Todas estas experiencias pueden servir como punto de apoyo para un futuro movimiento que ganará fuerza y que representará una oposición real.

Es verdad que si hace cuarenta años libros como Autopsia de la revolución de Ellul hubieran sido tomados en cuenta, los movimientos radicales se habrían librado de muchos falsos dilemas. Habrían ganado un tiempo precioso en la lucha contra el sistema que padecemos.

José Ardillo

Notas:
(1). Bookchin criticó también a Ellul en su época, tachándole de fatalista, entre otras cosas. En cualquier caso hay que decir que la obra de Bookchin está plagada de incongruencias. No podemos olvidar que por lo menos hasta principios de los años setenta del pasado siglo fue un defensor de la energía nuclear y de la agricultura con pesticidas. Para una amplia crítica de Bookchin es imprescindible acudir al libro de David Watson Beyond Bookchin. Preface for a future social ecology (Autonomedia 1996).

Extraído de Ekintza Zuzena. Nº 36. www.nodo50.org/ekintza

publicado en www.argentina.indymedia.org/news/2009/12/708939.php

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