«La globalización avanza hacia un caos que escapa a todo control». Carlos Taibo
Seguir leyendo «Globalización que arrasa con todo hacia el caos irreversible…»
Aniquilando un planeta por vez…
«La globalización avanza hacia un caos que escapa a todo control». Carlos Taibo
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“Nos dirigimos ciegamente hacia nuestra extinción, y lo importante no es tanto proponer estrategias para acabar con el capitalismo, sino reconocer que ya caminamos entre sus ruinas”. Liam Young*
Seguir leyendo «Ya caminamos entre las ruinas de este mundo, pero aún no lo queremos ver…»
El destino inmediato del capitalismo liberal, que se precipita en caída libre hacia la implosión de un agujero negro impulsado por el continuo agravamiento de su crisis sistémica y fatalmente atraído por el succionante maëlstrom de un ominoso colapso global, exhibe fascinantes paralelos con la súbita extinción de la cultura de los moaís que tuvo lugar en la polinesia isla de Pascua.
Por Enrique Gil Calvo*
El País
25-02-2009
«Bajo el ‘green’ crecía el desierto. Pero no se veía…». El Roto
Extracto del documental Baraka de Ron Fricke. Hermoso videoclip que expone (sin agregar palabras) la desigualdad flagrante y sangrante que asota nuestras sociedades, donde millones de personas malviven en condiciones lamentables, no importa de qué país o región hablemos, mientras otros pocos, decenas de miles, nadan en la abundancia, el exceso y la superficialidad más bochornosa…
Seguir leyendo «(video) Dead Can Dance – The Host of Seraphim»
Amor Líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Editorial Fondo de Cultura Económica en Argentina, Buenos Aires, 2003.
Por Zigmunt Bauman
“Un estremecimiento tremendo” sintió Darío Sztajnszrajber al ver El Colapso. Por eso analiza qué tiene en común la serie de ficción francesa de 2019 con las escenas a las que nos enfrenta la coyuntura pandémica. El fin del mundo, el futuro, el desabastecimiento, la ilusión del orden, la rotura de los lazos sociales y la descontrolada vuelta a lo natural. Hay que esperar, pero qué.
«Un aspecto particularmente opaco de estas modalidades de destrucción es la producción de una «subjetividad zombi»; la procuración de sujetos que asuman acríticamente las metas de este capital mórbido. La subsunción de la mente en el actual proceso de valorización capitalista desata una presión competitiva, aceleración de los estímulos y estrés de atención constante que provoca un a duras penas reparable deterioro del ambiente mental.
Un ambiente psicopatógeno que se acompaña de la autoexplotación y la zombinización humana. Así, si el capitalismo industrial necesitó de la importación de fuentes energéticas para sus obreros mal alimentados (azúcar, café, té, cacao…), el capitalismo degenerativo precisa de toda una batería de drogas, unas legales, otras no, para mantenernos flexiblemente explotables». Andrés Piqueras, prólogo de Abecedario zombi. La noche del capitalismo viviente (2016)
El nuevo coronavirus (SARS-Cov-2) tiene muchas caras. La faceta relacionada con la salud lleva semanas siendo minuciosamente examinada, o mejor dicho escrutada, por los medios de comunicación. Desde la última semana de enero hasta el momento de escribir este texto, el 9 de marzo, el coronavirus ha infectado de forma reconocida a más de 114.000 personas en más de 100 países, ha causado la muerte de más de 4.000 individuos, y es más que probable que varios miles de fallecimientos más engrosen la cuenta en las próximas semanas o meses en lo que ya se prevé será una pandemia.
Por Joan Benach*
CTXT
11/03/2020
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«Cuando el lector se enfrenta por primera vez al texto de Energía y equidad, debería tener en cuenta que en realidad está leyendo un estudio de caso empleado por el autor para demostrar una tesis ya avanzada en otro de sus escritos. En palabras del propio Illich, «Energía y equidad no es sino un postfacio de La convivencialidad». Parece lógico, por tanto, introducir un breve análisis de lo señalado en este texto antes de continuar.
La idea principal, o tesis, que Illich plantea en La convivencialidad es que las sociedades en vías de desarrollo deben imponer límites al progreso industrial, para evitar que en ellas se produzcan las nefastas transformaciones socioculturales que ya experimentan las sociedades desarrolladas. Illich identifica diferentes efectos perversos provocados por el progreso industrial sobre el hombre y, en todos ellos, el elemento común que los define es la pérdida de libertad del individuo y de su capacidad para expresarse, pensar y obrar como ser individual.
Pero, ¿cómo ha podido producirse tal transformación sin que la sociedad se haya revelado? Precisamente por la ausencia de límites al desarrollo tecnológico. En pos de un mejor modo de vida, o bienestar, la sociedad ha permitido que el desarrollo tecnológico perfeccionase herramientas primero, máquinas después y autómatas por último, que aliviasen el esfuerzo de habitar. Pero debido a esta dependencia del bienestar, el individuo se ha vuelto débil y sumiso ante las instituciones, la tecnología y el progreso, las verdaderas productoras y controladoras del bien deseado.
La paradoja de esta sumisión está en que el estándar de vida ideal sólo es posible para unos pocos individuos, ya que los recursos naturales no son suficientes para proveerle a todo el mundo el nivel de confort soñado. En consecuencia, el individuo se somete cada vez más a sus dominadores con la esperanza de alcanzar un pedazo del bienestar ideal, quedando completamente anulado como ser libre. Ante tal panorama, Illich plantea como única solución para garantizar una sociedad libre y en equilibrio con su entorno el establecimiento voluntario de unos umbrales de crecimiento por parte de la sociedad». Sonia Freire Trigo