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Ecotropía

Aniquilando un planeta por vez…

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Autor: raas

La medicina ¿el cuarto poder?

Publicada el 16/12/2008 - 08/09/2018 por raas

Bajo este epígrafe, la revista Esprit lanzaba en 1950 una encuesta a un buen número de médicos. Esta fue la respuesta de Pierre Mabille, singular surrealista francés, jefe de Clínica de la Facultad de Medicina de París.

Por revista Etcétera

Debo felicitaros muy sinceramente por la encuesta que estáis realizando, la considero muy oportuna. Contestaré con mucho gusto debido a que durante estos últimos años ya sea en conferencias, en diferentes artículos o en mi libro Iniciación al Conocimiento del hombre he insistido en los peligros que representa la utilización sistemática de la psicología y de la psico-fisiología moderna en la opresión del individuo o en la represión de las actividades opositoras. He defendido la idea de que, a la larga, estos peligros podían ser más graves que los que significan en la actualidad las bombas atómicas u otros procedimientos de destrucción militar.

La psicología experimental moderna presenta enormes posibilidades entre las que podemos resaltar las de una transformación de los individuos y de la sociedad provocando una «sobredomesticación» de la especie. Una vez señalado el peligro he recogido varias opiniones contradictorias que vale la pena analizar. Me gustaría resumirlas.

¿Cuáles son los logros modernos que pueden preocuparnos?

1º El conocimiento de las correlaciones psico-fisiologicas puede permitir modificar la energética interior mediante: a) un régimen alimenticio apropiado (vitaminas); b) suprimiendo ciertas secreciones glandulares (castración en casos de reacciones antisociales y agresivas), mediante la inyección o el implante de hormonas (aumento de la energía, de la virilidad, de la feminidad, del instinto maternal, etc.); c) mediante medicamentos sintéticos aplicados durante largos períodos de tiempo (cambios de humor); d) interrumpiendo vías de comunicación intracerebrales ‘lobotomía’ (modificación de la afectividad y de la sensibilidad)

2º Una mejor comprensión de los mecanismos psicológicos (psicoanálisis) permite atribuir nuevas interpretaciones a las tendencias instintivas mediante la utilización de una verdadera alquimia que opera mediante: la transferencia, la represión, la sublimación, etc.

3º Los tests objetivos permiten seleccionar a los individuos no sólo según sus aptitudes en vistas a un aumento del rendimiento sino incluso según sus reacciones psicológicas (no conformistas, revoltosos, etc.) para impedir el acceso de ciertos individuos a puestos de responsabilidad o para anular posibles opositores.

Podemos plantearnos si esta manera actual de actuar representa algo nuevo y si su eficacia es realmente tan grande como podríamos temernos. Deberíamos acudir a toda la historia de la humanidad, desde Babilonia a la Inquisición y a las expediciones coloniales, para constatar que desde siempre y en todas partes, los hombres han ingeniado métodos más o menos sutiles para doblegar a sus semejantes a las fantasías del poder. Los métodos modernos no son otra cosa que perfeccionamientos de los procedimientos antiguos. Teóricamente pueden ser más peligrosos debido a la sistematización científica. En el momento que escribimos esto los resultados, prácticamente son todavía fragmentarios. El fracaso de la política biológica hitleriana de eliminación de las razas denominadas «inferiores» nos lleva a la situación clásica de otras épocas de desnutrición de las clases pobres y del reforzamiento del potencial energético de las elites mediante un aumento del bienestar, aumento que se logra mediante intoxicaciones y una especulación psicológica que demandan el aporte de nuevos elementos de población.

En el dominio de la hormonoterapia, además de la castración de elementos antisociales practicada en algunos países anglosajones, no tengo constancia de ninguna otra intervención sistemática que no sea la destinada al tratamiento de síndromes netamente patológicos. Si algunos ensayos pueden parecer peligrosos, lo son al igual que todas las «locuras» terapéuticas (regímenes extravagantes, sangrías intempestivas). Da igual que se trate de terapias de choque que de lobotomías. Los nuevos tratamientos comportan errores y abusos. Parece ser que es el tributo que debe pagarse por el progreso. Y éste es constatable. Hasta hace poco, el psiquiatra de los asilos, como no podía curar, se convertía en un simple auxiliar del conformismo social al que se recurría como «experto» para que decidiera si el comportamiento de un individuo era conforme a las normas establecidas. Los directores de los manicomios privados, víctimas a menudo de la influencia de su entorno no poseían a menudo la mentalidad que esperaríamos encontrar en unos médicos. Los psiquiatras actuales se preocupan por curar a sus pacientes y lo logran aunque sea de manera parcial; la intención es de todas maneras excelente. Aunque hay que deplorar errores de diagnóstico no podemos sino alegrarnos por el cambio experimentado.

Estoy convencido que mis colegas especialistas han luchado para tranquilizar las opiniones referentes al narco-análisis, los medicamentos psicotrópicos y la utilización de los tests psicológicos.
El lector puede sorprenderse de que por un lado defienda la idea de que la humanidad corre un grave peligro y que por otro lado sostenga que las técnicas actuales ni son tan nuevas, ni tan poderosas como se podría creer.

Estoy convencido de que el hombre ha estado siempre amenazado. Su libertad no ha cesado de estar en peligro mortal y esta lucha parece hallarse escrita en las mismas condiciones de su vida. Afirmar que todos los instrumentos pueden utilizarse tanto para el bien como para el mal parece una perogrullada pero también le gana en evidencia la constatación de que los instrumentos de liberación (formas políticas, religiosas, científicas) se convierten a la larga en formas de dominación.

En esta lucha sin fin, el campo de los opresores no precisa ayudantes; cada uno de nosotros le presta nuestras propias tendencias sado-masoquistas, cada vez más poderosas. El fuego de la libertad, por el contrario, nos exige una constante vigilancia. Hay que mantenerlo y a menudo reanimarlo. Estáis en lo cierto al querer despertar las conciencias en un momento en el que algunos quieren hacernos creer que el paraíso de la libertad existe ya realmente, que con una revolución política y económica que establezca un orden social que excluya la alienación capitalista es ya suficiente para consolidar la liberación del hombre. Esta afirmación mesiánica fue el punto más débil de la filosofía de Marx. Y fue, a la vez evidentemente el más explotado.

El verdadero peligro reside en cualquier filosofía que legitimice el poder de los gobernantes. La mentira democrática reside en haber pretendido que se había acabado con los conflictos entre gobernantes e individuos ya que los primeros procedían del sufragio universal y eran, teóricamente, independientes de cualquier tiranía económica. La resistencia del individuo frente al Estado, derecho sagrado de autodefensa y de rebelión corre el riesgo de desaparecer. Otro peligro reside en que, debido a la progresiva especialización del individuo, éste se ve cada vez más impulsado a delegar ciegamente sus poderes a especialistas y a descargar en ellos las propias responsabilidades.

Debemos temer que sólo se producirán diagnósticos falsos o incluso sectarios, manías personales o compromisos excepcionales mientras los métodos psicológicos y terapéuticos estén en manos de un cuerpo médico relativamente independiente y de carácter liberal.

Pero, desde el momento en que la medicina del cuerpo y del espíritu se convierta en un servicio público sometido absolutamente a las directrices gubernamentales, hay que empezar a temer lo peor. El enfrentamiento que actualmente mantienen las profesiones liberales con la empresa estatal tiene, evidentemente, razones interesadas (intereses corporativos) pero tiene una explicación de un nivel superior. El enfermo si cesa en su condición de cliente del que se depende, de ser libre para ir a uno u otro, capaz de elegir su propia terapia o rechazar una operación puede convertirse, dentro de un sistema rígido de cuidados obligatorios en un sujeto anónimo sin defensas al que se le puede hacer de todo.

Pero además, haría falta que la idea de la experimentación encontrara su equilibrio con una cultura general satisfactoria. Pero esta cultura se halla en decadencia. Entre los sabios se ha ido creando poco a poco un estado de opinión como si se trataran de demiurgos capaces de negar cualquier armonía natural. Sólo ven una conjunción de casualidades, imaginando, de manera casi infantil, que al igual que se hace con los cuerpos químicos, se puede transformar desde sus raíces al hombre y a las especies vivientes. Tal alucinación es en extremo peligrosa, puede llevar a experimentos colectivos comparables a los que conocimos bajo el dominio nacional-socialista. Deben emplearse el máximo de esfuerzos para impedir que las investigaciones que sean necesarias no se orienten hacia fines neuróticos muy contagiosos.

Todo depende, en definitiva, de la organización del poder. El peligro de las nuevas técnicas y de las más precisas que irán creándose a medida que avance el desarrollo científico puede ser insignificante o no según el poder sea o no dictatorial, si hay lugar para que una oposición pueda o no existir y luchar.
Así pues, la ciencia psico-fisiológica moderna permite racionalizar de manera incontestable la dictadura gubernamental. ¿Cuáles son los métodos tradicionales de defensa individual? huir, disimular, aislarse, luchar de manera abierta. La lucha abierta parece cada vez más difícil: el conflicto de tendencias, como durante las guerras de religión, se resuelve eliminando al adversario.

Aislarse, en el seno de un Estado organizado aparece cada vez más como una opción casi imposible (la subsistencia de un hombre es muy difícil fuera de la maquinaria social). Creo que se podrá disimular durante un tiempo. Es un método muy antiguo, la de los hermetistas; es el camino de la clandestinidad que conlleva la creación de cofradías ocultas dentro de las cuales se salvaguarda el espíritu de libertad. No podemos considerar la «huída» como una posibilidad debido al carácter cada vez más internacional del «Orden» social.

En definitiva, dentro del universo cada vez más concentracionario que se está construyendo en la mayor parte del planeta, el hombre se hallará cada vez más en peligro. Deberá perfeccionar nuevas formas de defensa. Pero las referencias a un largo pasado de represión nos permiten tener esperanza. No se doblegará y contará, además, con la ayuda de un cierto número de intelectuales que continuaran a estimular su instinto de libertad.
Llamemos la atención, como hacéis vosotros, a los espíritus clarividentes para que el progreso de los conocimientos del que somos testigos se utilice para la liberación y no para la opresión. Reforcemos mediante una incesante lucha el campo de la libertad y, para lograrlo, empecemos a sacudir de nosotros mismos las tendencias que nos conducen a la alienación de la libertad del otro. Preparémonos a imaginar las condiciones de defensa individual dentro de un orden social que corre el peligro de convertirse muy rápidamente en mundial.

Artículo extraído de la revista Etcétera nº 42, junio de 2007. www.sindominio.net/etcetera/

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Medicina y sociedad capitalista

Publicada el 15/12/2008 - 08/09/2018 por raas

La enfermedad es correlativa al tipo de sociedad, tanto por las patologías que en ésta se desarrollan, como por el concepto mismo de patología y de enfermedad. Nuestra sociedad capitalista, en la que domina el valor de cambio, es decir que pone el trabajo y la producción al servicio de la valorización y no al servicio de las necesidades del hombre como parte de la naturaleza, va a generar sus propias patologías. Al ser considerados la naturaleza y el hombre sólo como fuente de valor, la generalización de la miseria, la radioactividad, la contaminación (del aire, agua, alimentos…), la actual aceleración de la vida cotidiana, etc., entrarán dentro del desarrollo lógico de esta sociedad y no sólo como excepción.

Por revista Etcétera

Tal tipo de desarrollo provoca una serie de patologías propias como por ejemplo el sida, el cáncer, el stress, los desequilibrios psíquicos, etc. Están aún por ver las patologías que puedan derivarse de los últimos avances de la Técnica: los organismos genéticamente modificados (OGM), las plantas genéticamente modificadas (PGM), la nanotecnología (técnicas que trabajan la materia átomo a átomo: nanotubos de carbono, nanoláseres en los lectores de DVD…), la telefonía móvil, etc. con su impacto contra la salud. Por ejemplo las consecuencias de la inhalación de las nanopartículas de carbono dispersadas en el aire que pueden fijarse en los alvéolos pulmonares y provocar, como antes el caso del amianto, cánceres. Detrás de todo este desarrollo está el mercado y la valorización, y no cabe por tanto pensar que su rechazo ético prevalecerá sobre su desenlace mórbido; sabemos que hoy la Técnica se ha autonomizado y no atiende a otras instancias, como por ejemplo la ética, sino sólo al principio técnico: si algo se puede hacer se hará.

La enfermedad es concebida como la llegada de un agente patógeno que viene a dañar un órgano de un cuerpo entendido, a su vez, como la suma de órganos, especie de marioneta a reparar. La medicina, la institución médica, el cuerpo médico jerarquizado van a reparar este órgano (o recambiarlo), luchando contra la enfermedad, contra lo que dicen que la ha causado (virus, microbio, bacteria…), y desarrollando, en su contra, una de las mayores industrias: la hospitalaria, la farmacéutica, el enorme negocio con las patentes… En tal concepción de enfermedad, la morbilidad propia de nuestra sociedad capitalista antes apuntada queda pues fuera de la causa desencadenante de la enfermedad.

La curación se entiende igualmente dentro de la lógica de la valorización y por tanto contempla el cuerpo como fuerza de trabajo. Llevando hasta el extremo la irracionalidad del sistema capitalista, no se contempla la cura como un fortalecer el goce de vivir, sino como la restauración del cuerpo para arruinarlo de nuevo en el trabajo (cualquier tipo de trabajo); igual que fertiliza la tierra para hacerla más productiva y no para que coma más gente sino para que de más beneficio. Sanear rima con destrozar, contaminar, valorizar y esto es lo que se lleva a cabo con el sanear la tierra (fertilizantes que agotan la tierra, plantas genéticamente modificadas que matan, transgénicos, patentes, etc.), con sanear la empresa (hacerla más rentable para el accionista…), sanear el cuerpo (para hacerlo más útil para el trabajo…). En este mundo al revés, en nombre de la vida se generaliza la muerte (aumento del hambre, de las enfermedades…). El mismo sistema que contamina, que generaliza la pobreza… es pues el que desencadena la enfermedad y el que a continuación desarrolla la industria para paliarla (Valium contra el stress, Prozac para soportar una vida insoportable, etc.).

La medicina bajo la órbita de la valorización

Una mirada a la actual medicina, lo más ingenua posible, no puede dejar de constatar la enorme industria que la contiene. Así la duda más cerrada sobreviene sobre el arte de curar desligado de la finalidad industrial del máximo beneficio; como la industria cultural, por ejemplo, que acaba con cualquier veleidad informativa para ser simplemente propaganda al servicio de la rentabilidad. Esto, claro está, es así en el límite, pues algo queda en ambas industrias de cura y de información, resto gracias al cual se sostienen. Si la tendencia del capital es reducir el valor de uso y aumentar el valor de cambio, siempre queda algo de valor de uso en la mercancía producida, como algo de cura queda en la industria médica o algo de información en la industria cultural.

Un respeto atávico a todo aquello que concierne a la vida y a la muerte, a las prácticas curativas y a sus expectativas, favorece la creación de un mito sobre la actual medicina alopática, que consiste en considerarla como un arte de curar por encima de todo. Pero una observación cualitativa y cuantitativa de este arte nos lo da a entender como una práctica (e ideología y propaganda) al servicio de la valorización: como industria (de la salud) propiamente, y como medio de facilitar el proceso de valorización (producción industrial o inmaterial y consumo) mediante la reparación de la fuerza de trabajo, objetivo no accidental o de añadido, sino prioritario, o haciendo aumentar la producción, mediante la detección de enfermedades contagiosas, vacunación, técnicas de orientación profesional… Reparar el cuerpo para hacerlo útil al trabajo y al consumo es el objetivo primero de la medicina y del cuerpo médico. Acelerar el proceso de «curación» vía antibiótico en lugar de esperar el lento proceso de recuperación del propio cuerpo a través de sus defensas naturales (a través de la propia enfermedad). En la orientación del saber médico lo que prima es el aspecto económico: horas de trabajo perdidas, coste de las patologías, etc.

Otra cuestión es que tal saber se convierte él mismo en industria, hoy una de las industrias más desarrolladas. La industria farmacéutica es la segunda en EEUU, y marca con su lógica del máximo beneficio la vida en el planeta a través de los medicamentos cuyo campo de acción se amplía sin cesar y a través de las patentes, que aseguran su monopolio.

La medicina invade cada vez más campos: la escuela, la vida cotidiana, la salud. Así la industria farmacéutica, para optimizar sus ventas se dirige ahora a los sanos para decirles que están enfermos. Manipulando el concepto de salud inventan nuevas enfermedades: lo que siempre ha sido, por ejemplo, un niño más movido hoy es catalogado médicamente como con síntomas de hiperactividad, o a uno más tímido se le adjudica un trastorno de ansiedad. Y tal catalogación se hace imperativa a través del miedo que imparte: ¡si no se atiende a tiempo tal disfunción puede acarrear problemas graves! La medicina invade así la salud misma: siempre somos posibles enfermos y para descubrir nuestras enfermedades se pone en marcha una gran industria. Situaciones normales o temporales de menor actividad sexual son calificadas de disfunción eréctil o de síndrome distónico premenstrual, lo cual generará un incremento de ventas de viagra o prozac. Con las patentes, la industria farmacéutica se arroga también el monopolio de los medicamentos. En nombre de la necesaria inversión en investigación y tecnologías reclama el derecho de patente e impide el desarrollo y venta de genéricos.

Otros saberes

Cualquier otra concepción de la enfermedad, cualquier otro saber es anatematizado, perseguido o simplemente despreciado por la medicina imperante. (Sin ir más lejos, los médicos colegiados de Barcelona acaban de impugnar el decreto de las terapias naturales con el que se quería dar cabida a la homeopatía, la naturopatía, la acupuntura y otras terapias). Erigida en ciencia, en logos, la medicina «oficial» remite a los anteriores saberes sobre el cuerpo al mito, a la vez que crea ella misma un mito.

Queremos ahora ver estos otros saberes, que vienen de un pasado más o menos lejano, sin mitificarlos: al revés, abordarlos con precaución y miedo: no por su antigüedad tienen más crédito. Como hemos anotado en otras ocasiones, al hablar por ejemplo de la historia, es muy fácil una mirada ideológica del pasado. La crítica que hacemos hoy a saberes religiosos para nosotros alienantes no podemos dejar de hacerla a otros saberes que así nos parezcan, por el mero hecho de ser arcaicos. No podemos desvalorar el esfuerzo de desencantamiento del mundo que la humanidad ha ido realizando a lo largo de su historia, lo cual no quiere decir que demos primacía a la razón sobre el mito. El mito y la razón son construcciones, cosmovisiones derivadas de las distintas formas de organización social.

El mito es una narración relacionada con una práctica mágica-religiosa, el rito, sin el cual el mito cae y se convierte en literatura. La razón occidental, instrumentalizada por la valorización, entiende la naturaleza sólo como dominación y explotación. Hoy, en nombre de no volver a una interpretación mítica de la naturaleza, corremos el riesgo de considerarla sólo como objeto a explotar, y no considerarla como una relación ínter subjetiva, y no considerar la ambivalencia del relato mítico, la parte que tiene de verdad i la parte de falsedad que consiste precisamente en reducir lo histórico a lo natural, tarea primordial del mito de ayer y de hoy. Hoy, el mito de la razón médica trata como hechos naturales las consecuencias mórbidas de nuestra sociedad capitalista.
 
El psicoanálisis discute la concepción organicista de la medicina imperante al abrir una profunda brecha en la seguridad del sujeto cartesiano, introduciendo la hipótesis de otro sujeto, el del inconsciente, que no es otro que el efecto estructural de la represión. El síntoma, expresión de deseos reprimidos, no puede desaparecer más que si la represión es levantada. Para permitir este paso, para tener conciencia de lo inconsciente, para acceder a lo inaccesible, Freud inventó una técnica: la verbalización a partir de la libre asociación sin crítica alguna.

La homeopatía, a partir de los descubrimientos de Hahnemmen en el s. XVIII al comprobar que algunos medicamentos administrados a un hombre sano provocan los mismos síntomas que habitualmente curan, entiende a la persona como un todo inseparable cuerpo-mente, y la enfermedad como el proceso de curación. Respeta los mecanismos propios de defensa y estimula, con substancias vegetales, animales y minerales, el sistema inmunitario. Trata los síntomas como defensas del cuerpo ante una enfermedad y por tanto deben ser ayudados y no suprimidos.

La antigua medicina china se basa en la circulación de la energía, el Qi, la energía vital que constituye el universo. Tiene una visión psicosomática de las patologías, dando importancia a los problemas emocionales y mentales relacionados con los órganos internos. No se trata de hacer desaparecer los síntomas sino restablecer la circulación armónica del Qi, el principio vital, lo cual evitará la enfermedad que se considera como un desequilibrio energético.

La medicina maya, curiosamente en continuidad con la medicina tibetana, otras medicinas ancestrales, el vasto campo del esoterismo, de las medicinas naturales, de las medicinas alternativas, etc., son igualmente saberes sobre el cuerpo, que discuten el saber médico occidental erigido en verdad al servicio de la valorización.

No se trata ahora de ver las respectivas formas curativas de estos otros saberes, de estas otras medicinas, ni del estudio de las sociedades que les han dado origen, sino de escuchar y acumular los saberes que sobre el cuerpo (enfermo) tienen. En síntesis, todas ellas insisten en una concepción holística de la persona, y no dualista a base de la dicotomía cuerpo-alma, enfermedades físicas y psíquicas; insisten en una concepción unitaria del cuerpo y en no considerarlo como suma de órganos. La enfermedad misma es, en todas ellas, considerada como proceso de curación, siendo las causas de la enfermedad múltiples (sociales, posturales, alimentarias, etc.) y siendo el protagonista de la curación el propio sujeto. Insisten también en una concepción unitaria con la naturaleza, hombres y mujeres como parte de la naturaleza, y en una concepción del sujeto basada en su autonomía.

Esta autonomía que requiere un saber propio sobre nuestro cuerpo, es lo que con la actual medicina y con la medicalización de la vida se ha perdido. Otros saberes se pierden a instancias de un saber hegemónico guiado, como hemos visto, no por el arte de curar sino por la lógica mercantil. Insistimos, no se trata de recuperar, sin más, prácticas ancestrales, también ellas recorridas por relaciones de poder, sino de hacernos cargo de nuestra salud, incorporando lo que reconozcamos de estos otros saberes. La cuestión es cómo. Cuando la industria médico-farmacéutica controla el mercado mundial de la salud, cuando están esquilmando las plantas medicinales que aún quedan en territorios vírgenes codiciadas por la industria farmacéutica, ¿cómo hacer frente a tal poder? Cuando el individuo ha perdido su autonomía y su relación con la naturaleza y con la comunidad, ¿es posible aplicar tales saberes sin invertir la actual tendencia del desarrollo técnico-capitalista?, ¿pueden estos otros saberes sobre el arte de curar enfrentarse a unas patologías que son provocadas por modos de vida que le son contrarios en su esencia?, ¿la curación no está precisamente en el abandono de estas nocivas formas de existencia?, porque es ya en la vida y no en la enfermedad o en su terapia donde se disocian cuerpo-psique, hombre-naturaleza, donde se pierde la autonomía del sujeto y el protagonismo de éste sobre su propia existencia.

Artículo extraído de la revista Etcétera nº 42, junio de 2007, www.sindominio.net/etcetera/

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El negocio de la salud y la medicalización de la vida

Publicada el 15/12/2008 - 08/09/2018 por raas

En el nº 38 de Etcétera hablamos y escribimos sobre El cerco a la Vida. El poder del Capital también bajo su forma de dominio político, mediante el Estado y sus burocracias, pretende y en mucho consigue apoderarse del control sobre la vida de sus «súbditos/ciudadanos». Los seres humanos, cada vez más, constituimos una multitud de repeticiones uniformadas, de clones. El control sobre la vida forma parte esencial de los objetivos de los poderes económicos y políticos: «el poder se hace cargo de la vida» y esto da lugar entre otras consecuencias a individuos aislados, inmersos en la fragorosa soledad de la aglomeración.

Por revista Etcétera

El incremento y la aceleración en el desarrollo de las técnicas biomédicas amenazan con una modificación significativa de la biología que está dirigida, además de promover el consumismo, a la búsqueda de nuevos medios y canales de control sobre los seres humanos. Nuevas formas de control y de dominio se gestan a la sombra de la medicalización de la vida (1), ocultas por la propaganda y el ruido que genera la autoproclamada «revolución» biotecnológica y su ideología, la bioética.

La industria farmacéutica: otra forma más de control

Iniciada en el siglo XIX, fue a lo largo del siglo XX que la industria farmacéutica y de las drogas se desarrolló tan aceleradamente que es junto a las industrias de las armas y las petroquímicas la que más beneficios le permite acumular al Capital. La industria farmacéutica, tal como actualmente está estructurada, surgió de las potentes corporaciones que dominaban la industria del petróleo y de la química, como una manera de diversificar sus ganancias y realizar nuevas inversiones que aportasen suculentos beneficios (en EE.UU. el impulsor fue el grupo Rockefeller que en las primeras décadas de este siglo controló el 90% de la industria petroquímica de América).

Principalmente después de la 2ª Guerra mundial estas ya grandes corporaciones se organizaron con el objetivo de controlar los sistemas sanitarios de todo el mundo, en primer lugar del llamado primer mundo capitalista que era donde más medicamentos podía consumir la población de manera inmediata y posteriormente del resto de países, promoviendo epidemias que se han convertido en plagas como el Sida. La nocividad capitalista origina enfermedades que se extienden sin querer entender sus causas, como el desmesurado aumento de todo tipo de cánceres o el de la diabetes, etc. El cuerpo humano y su salud se convierte en un medio para seguir acumulando beneficios y poder.

Actualmente las empresas farmacológicas más importantes son de EEUU, Europa y Japón. Sólo 25 empresas controlan más del 50% del mercado mundial de medicamentos. De las 10 empresas farmacéuticas y biotecnológicas más importantes 6 son de EEUU. Sus tasas de beneficios son las más elevadas de todos los sectores de la producción, en el año 2005 vendieron medicamentos con un beneficio de 605.400 millones de dólares. En el año 2004 los beneficios de Pfizer, la mayor multinacional farmacéutica, superó los 53 mil millones de dólares. Por el contrario y a pesar de sus ganancias billonarias, la carga impositiva del Estado sobre las empresas de este sector es la más baja de todas, pues cuentan con la justificación de invertir en la salud pública.

La industria farmacéutica forma el mayor lobby de Estados Unidos; durante el año 2004 invirtió más de 120 millones de dólares en influir sobre el gobierno, en los últimos siete años ha invertido más de 700 millones de dólares para este fin, esto supone el mayor gasto realizado desde un sector de la industria para influir en las decisiones del ejecutivo de EEUU; empresas como Pfizer o Glaxo fueron de las que más dinero donaron en las últimas elecciones que hicieron presidente a Bush II.

Algunos datos que sirvan de ejemplo: según un informe de la Asociación de Agentes de Propaganda Médica de la Argentina,1 la diferencia entre lo que realmente cuesta fabricar una droga y su precio en las farmacias puede alcanzar el 55.281 por ciento. El Valium, Diazepán fabricado por la multinacional Roche tiene un incremento del 33.623%. Un informe sobre las tendencias farmacéuticas elaborado por el Deutsche Bank afirma que los ciudadanos del planeta gastaremos en el año 2010, 40.000 millones de euros en comprar medicinas que no curan nada.

Los beneficios de la industria farmacéutica crecen vertiginosamente a nivel mundial: los ingresos para el sector fueron en el año 2004 de 550 mil millones de dólares, un 7% más que los registrados en el año 2003; pero en el año 2005 los beneficios ascendieron a 605.400 millones de dólares.

Los beneficios del 2004 para las principales empresas corporativas son estos: (cifras de beneficios netos, se han de añadir otras inversiones como las de I+D para obtener las cifras del beneficio global).

Empresa                           Ingresos (millones $)
1º.- Pfizer (EEUU)                      46.133
2º.- Glaxo Smith Kline (EEUU)           31.377
3º.- Sanofi _ Aventis (Francia)         30.919
4º.- Johnson & Johnson (EEUU)           22.128
5º.- Merck (EEUU)                       21.493
6º.- Astra Zeneca (Inglaterra)          21.426
7º.- Novartis (Suiza)                   18.497
8º.- Roche (Suiza)                      17.322
9º.- Bristol- Meyers (EEUU)             15.482
10º.- Wyeth (EEUU)                      13.964
11º.- Abbott Labs (EEUU)                13.756
12º.- Eli Llilly (EEUU)                 13.059
13º.- Amgen (Canadá)                    10.600
14º.- Boehringer- Ingelheim (Alemania)   8.698

La industria farmacéutica gastó el año 2004 en propaganda para promocionar sus medicamentos más de 60.000 millones de dólares, cifra que representa el doble de lo que las diversas empresas invierten en investigación.(2)

Ante estos datos es evidente reconocer los efectos iatrogénicos, es decir de origen médico, derivados de la medicalización de la vida. Las compañías farmacéuticas priorizando la usura han sometido a muchas personas a medicamentos y tratamientos que enferman y matan, usándonos como cobayas. Con procedimientos mafiosos han impuesto el uso de productos de dudosa eficacia y riesgos conocidos, comprando médicos a los que convierten en simples agente comerciales. Igualmente han salido victoriosos de los pleitos que les han puesto los afectados. No paran de inventar malestares para, gracias a la propaganda de los Medias y con la colaboración del Estado y de su Sistema Sanitario, convencer al máximo número posible de personas de que están enfermas, difundiendo falsas enfermedades que promueven males que no existen. Por ejemplo, según un estudio realizado por el «Public Library of Science Medicine», en EEUU últimamente se han hecho públicos informes que afirman que el 43% de las mujeres padecen disfunción sexual, cosa que es falsa; también promueven como enfermedades condiciones normales como la menopausia o que simples factores de riesgo como el colesterol sean presentados como enfermedades.

El establecimiento de unos estándares de normalidad en el funcionamiento de todos nuestros órganos impone que por encima o por debajo de ellos caigas en su categoría de enfermo; estas pautas son universales, iguales para niños o ancianos, asiáticos u africanos y válidas en cualquier circunstancia. Con ello se impone la neurosis del control médico, los análisis, las pruebas y sus consecuentes medicaciones de estabilización. Estos parámetros alcanzan incluso las categorías estéticas de estatura, peso, color, forma del físico y de cada uno de sus miembros. Fuera de ellos caemos en la desgracia social y personal, emprendiendo una carrera por la cirugía y sus implantes que no acaba con la vejez, porque tampoco se aceptan las secuelas de esta condición natural. Los pensionistas, inútiles ya como productores, se convierten en los mejores clientes de la industria farmacéutica ofreciendo sus vidas, como los niños, a las vacunas y a las visitas de ambulatorio. Esta situación de locura que impone el mercado provoca múltiples desarreglos mentales y miles de inadaptados que serán otro de los pilares del negocio químico que intenta reinsertarte con sus drogas allá de donde saliste rebotado o al menos paliar la incomodidad social del rechazado «normalizándolo».

Siempre enfermos

La medicalización de la vida o la influencia de la medicina sobre las costumbres (y por lo tanto sobre la moral), ha tomado actualmente tales proporciones que los conceptos de salud y enfermedad constituyen grandes criterios morales en los países avanzados del capitalismo. El Estado y sus burocracias sanitarias en una interesada interpretación de la «sanidad pública», se han adueñado del control de la salud de sus súbditos, convirtiéndose en los mediadores que deciden sobre el estado de salud o enfermedad de nuestros cuerpos. Como todos estamos afiliados al sistema sanitario (SS: Seguridad Social), desde que el Estado tomó su control (3), la población en general pasa a ser potencialmente paciente y potencialmente enferma, desde el momento en el que todos integramos las listas de sus estadísticas y de que todos somos objetivo de sus controles, estudios o propagandas médicas. La salud ya no es responsabilidad de cada uno de nosotros (lo es tan sólo en la culpabilización por nuestra mala salud), una relación o diálogo de uno mismo con su cuerpo sino que es el Estado, instrumento del Capital, como mediador de nosotros mismos y la salud de nuestro cuerpo, quien señala e impone las pautas y normas de comportamiento a obedecer respecto a la «cultura de la salud».

La imposición de la medicalización de la vida o el triunfo de la burocracia médica transforma la relación, siempre jerárquica, entre médico y paciente que al verse mediada por el Estado, en tanto que gestor económico del sistema sanitario, convierte la cuestión y el concepto de salud en una cuestión moral, en una de las moralinas civiles de las democracias capitalistas.

Ecológicamente constatamos que el «progreso» técnico de la humanidad, que ha evolucionado en razón de su dominio y control sobre la naturaleza, no ha significado implantar los medios suficientes para paliar la necesidad y encontrar una nueva libertad. Al contrario, los medios, la técnica, se han convertido en el único fin y en medio de dominación y control sobre la mayoría de los seres humanos. Esta supuesta «línea de progreso» se representa realmente como una regresión y más a partir del triunfo total del sistema capitalista, mediante el cual la potencia técnica de destrucción de la naturaleza (también de la humana) avanza en progresión geométrica. Es un hecho que con el Capital la destrucción del ecosistema abarca el mapa planetario, los efectos globales de las heridas producidas por la cultura del carbón y la electricidad o la nuclear y del petróleo son evidentes en el mundo entero. Este desprecio del sistema capitalista sobre el medio que lo alberga, es decir sobre la naturaleza, toma proporciones catastróficas y el único criterio que no altera ni alterará jamás es el del máximo beneficio, que permita la máxima acumulación de capital en el menor tiempo posible.

La destrucción del ecosistema plantea los mayores peligros para la salud medioambiental y por lo tanto para la in-salud de los seres humanos. La patología humana del ecocidio _patogénesis por alteración de los elementos: la tierra, el agua, el aire, y los alimentos, etc._ adquiere características de nuevas epidemias (se han curado viejas pandemias, se han generado nuevas), en forma de enfermedades respiratorias crónicas, alergias, cáncer, malformaciones congénitas a causa de productos químicos o nucleares, mutaciones de microorganismos y órganos, trastornos del comportamiento, estrés, enfermedades inducidas desde los laboratorios, etc. La patodicea ecológica, es la clave de las patologías que, en esta época intersecular, han convertido al ser humano en un ser doliente, así como la Tierra en un planeta enfermo.

Extraído de Coice de mula, dado que coincide con el objetivo de nuestro número al hablar de otro de los grandes campos de la industria química aplicado a la alimentación, traducimos unas líneas de la Revista Sentidos, Lisboa, Primavera de 2006:  (…) Según muchos investigadores, gran parte de los síntomas como los dolores de cabeza, fatiga, problemas gastro-intestinales, debilitamiento del sistema inmunitario y hasta perturbaciones de orden sexual, que surgen sin relación directa con una patología concreta, ocurren como consecuencia de nuestro estilo de vida «moderno». Tales disfunciones pueden desencadenar posteriormente enfermedades como artritis, alergias, obesidad, problemas de piel (acné), cáncer, afecciones cardiovasculares, entre otras.

La Organización Mundial para la Protección ambiental publicó recientemente un estudio llevado a cabo en Europa con vistas a la detección de la presencia de productos químicos en la sangre. Efectuado en tres generaciones de familias (abuelos, sus hijas y nietas), los resultados finales son preocupantes: Se encontraron 63 productos químicos en los abuelos, 49 en las madres y 59 en las hijas.

Este hecho está relacionado con la presencia de productos químicos, tales como pesticidas, en los diversos productos que consumimos diariamente. Como es obvio, el organismo humano posee un sistema de eliminación complejo preparado para expulsar las toxinas. Pero las complicaciones surgen cuando los órganos que efectúan la eliminación están sobrecargados por el exceso de sustancias nocivas, lo que a largo plazo origina algunos de los estados patológicos referidos.

En realidad el sistema médico y la medicina en la historia de la humanidad (fundamentalmente desde el triunfo de la sociedad jerarquizada y de dominio), siempre ha ejercido un poder normalizador, es decir, de control social que se basa en los conceptos y criterios de salud y enfermedad, lo normal o sano que señala la adaptabilidad y funcionalidad en el orden establecido y lo patológico que debe apartarse o encerrarse. La medicina como cosa de especialistas que quizás nació junto y paralela a la religión como especialización de saberes, logró crear un orden normativo y de derecho propios, alejado y ya rival de la religión, como otro poder. Pero será con el triunfo de la burguesía y su toma del poder del Estado, que le permitirá la implantación de la ideología surgida de la Ilustración, con el que el sistema médico adquirirá un auténtico y «racional» estatuto científico, profesional y político.

Es, sin embargo, a partir de la 2ª Guerra mundial y de las nuevas condiciones de ella surgidas (keynesianismo como modo de restaurar una Europa y parte de Asia completamente destruidas), que se impone este sistema sanitario ahora mundialmente dominante (cuya única variación es el modelo estatal o privado, desposeyendo ambos al ser humano de una autonomía respecto a su salud). Este sistema sanitario se basa en la medicalización de la vida como sinónimo de cultura de la salud. Esta medicalización se fundamenta en el enganche masivo de los pacientes a los fármacos. Categoría, la de pacientes, que pretende y cada vez consigue englobar más a todos los seres vivos del mundo. Este enganche masivo de los humanos y también de animales y plantas a los fármacos ha convertido a las empresas que los producen en riquísimas y poderosas corporaciones mundiales, con un poder que supera al de la mayoría de Estados. Bajo el nombre de sistema o «cultura» del bienestar y de la salud enfermó completamente el Planeta.

Pero tras la crisis del petróleo, en la década de los 70, aparecen en torno del poder de las burocracias del Estado, también en la medicina, nuevos discursos para imponer viejas ideas de dominio y de control sobre los «súbditos/ciudadanos», a los que a partir de ahora se los culpabiliza y se los considera responsables de los males del Planeta, de la contaminación de la tierra, del aire y el agua, y también de su mala salud generalizada, de la que se hace responsable al paciente por su mala conducta y mal estilo de vida. De esta manera el sistema médico consigue imponer la mala salud iatrogénica, y por lo tanto la expropiación del cuerpo por los profesionales de la salud. El ser humano no es ya una forma particular de vida, pasa a ser un objeto de control y estudio biológico, un número dentro de las estadísticas: un paciente. Para lograr convertir el género humano en pacientes el sistema sanitario impone la consigna extraída de una comedia: «La gente sana son enfermos que se ignoran».

Pero no sólo los seres humanos son convertidos en pacientes, todas las especies de plantas y animales que el hombre produce industrialmente en cautividad están sometidas al control de los técnicos, a la química y a los fármacos. Incluso ni los llamados «animales salvajes» se libran del manoseo y las molestias de los burócratas ecologistas en acción y cada vez que cae un animal en sus manos, además de colocarles chips, collares y anillas son controlados médicamente por especialistas veterinarios y, por lo tanto, medicalizados, entrando a formar parte del aislamiento de la estadística que los transforma en pacientes, pues padecen el sufrimiento que estos burócratas les infligen.

Las burocracias del Estado y entre ellas la del sistema sanitario medicalizan la vida, también, por supuesto, a través del lenguaje imponiendo un determinado uso de éste, señalando el uso de unos términos y el olvido de otros y lo que es más importante: aniquilando otros saberes. Se crea una muy determinada forma de acultura, mediante la propaganda masiva que difunde unas formas políticas que pretenden disciplinar y controlar a sus «súbditos», al igual que el sistema sanitario «cuida», es decir, disciplina y controla a sus pacientes.

El uso corriente de metáforas médicas en el lenguaje de los políticos no es un hecho de hoy, desde siempre los políticos han gustado de imaginar la sociedad como una masa enferma y a ellos mismos como los especialistas capaces de curarla, tienen «el hábito de describir exhaustivamente una enfermedad social y luego ponerle la correspondiente droga», (Chesterton).

Actualmente, en los medios de comunicación de la propaganda política, asistimos a la multiplicación de estas metáforas médicas en boca de los políticos, hay recetas políticas y económicas que son distribuidas por determinados órganos burocráticos del poder para que intercambiables políticos las apliquen y así tratar de recuperar la salud económica del país.

Así las categorías de salud y enfermedad, normal y obediente o díscolo y patológico, son trasladadas de la experiencia carnal o corporal del humano aislado al desorden de la organización social bajo el sistema capitalista. Mayoritariamente se nace en un hospital, pero también se muere en un hospital

Hasta los inicios del siglo XIX la función del médico no se entrometía directamente en la muerte de los humanos, cumplía su tarea de curar o aliviar enfermedades, evitar la muerte quizá sí entraba en sus funciones, pero diagnosticar la muerte no. Con el invento del estetoscopio en 1818 la técnica proporciona al sistema médico un instrumento adecuado, entre otras cosas, para certificar la muerte del ya paciente. En el siglo XX, con el dominio absoluto de la técnica sobre el sistema médico éste se convierte en sistema sanitario, regulado por el estado, que no sólo tiene que evitar la enfermedad, sino también controlar la salud de todos los súbditos que son ya pacientes. El médico se convierte, pues, en experto en controlar y corregir, no sólo la salud, sino también el cuerpo de todos los pacientes.

La formación de este formidable sistema burocrático y la aparición en los hospitales de departamentos especializados en «cuidados intensivos», combinado con la implantación de todas las «novedades» técnicas, permitieron definitivamente convertir al médico en el especialista que diagnostica la muerte, de hecho en su formación se halla «la enseñanza y el diagnóstico de la muerte». Uno no está muerto hasta que el médico correspondiente lo certifica.

Con el control médico de la muerte, ésta deja de ser un dominio exclusivo de la religión o de la especulación filosófica o de la poesía, etc., para pasar a ser patrimonializada por la ciencia, es decir, por la técnica. La muerte, por lo tanto, ha de producirse en el centro donde se almacena la mayor cantidad de técnica médica, en el hospital.

Al dejar de ser una cuestión que se dirime en el hogar para pasar a decidirse en un hospital, la muerte ya no se nos presenta como una cuestión personal y una realidad existencial a la que uno se enfrenta en común junto a los allegados y conocidos, sino que pasa a ser un asunto técnico y por lo tanto de técnicos y de especialistas, por lo que siempre ha de llevar añadido un calificativo también técnico: muerte asistida, muerte clínica, muerte cerebral, etc. En el hospital, en este ámbito tan jerarquizado como burocrático el paciente se enfrenta a la muerte aíslado, sometida totalmente su agonía al control y al orden del sistema sanitario.

Con la muerte en el hospital, concebido éste como el lugar de la muerte moderna, el sentido de ésta ha cambiado radicalmente. Lo que antes era anunciado (el moribundo sabía que se preparaba para la muerte), ahora es ocultado (muere ignorando su llegada). Lo que antes era finalmente una decisión de aceptación, ahora es censurado como no colaboración con la medicina. Lo que antes era un acto público, familiar, ahora es un acto privado, se muere en secreto y no se habla de ello. La muerte se ha convertido en un tabú, en palabras de Philippe Aries: «la muerte, esa compañera familiar, desaparece del lenguaje y su nombre se vuelve prohibido».

El consumo de medicamentos en el mundo en el año 2005
América del Norte                         44,4%
Europa (CE + Comunidad Estados Independ.) 30,8%
Japón                                     11,4%
Asia Sudoriental                           4,6%
América Latina                             4,4%
Oceanía                                    1,3%
Subcontinente indio                        1,2%
África                                     1,1%
Oriente Medio                              0,9%

notas:
1) Revista Topía, nº 45, Abril 2007. Editorial: «La medicalización de la vida cotidiana»: «Los diferentes factores que ponen en juego para difundir la medicalización en la sociedad explican las fabulosas ganancias que tienen los grandes laboratorios… Un informe de la Asociación de Agentes para la Propaganda Médica afirma que la diferencia entre lo que pagan por las drogas en el mercado mayorista y el precio que esta droga se vende en las farmacias llega al 55.281 por ciento. Por ejemplo el Diazepan, -principio activo- que el laboratorio suizo Roche comercializa con la marca Valium@, el precio por kilo es de $235 (0’0002 por miligramo), la presentación que se ofrece es de 10 mg. por 50 unidades, lo que supone 12 centavos, pero en las farmacias se vende a $40’40, es decir el 33.623 por ciento más».
2) Ver en todo esto el importante libro de Ivan Illich, Némesis Médica, Barral Editores. 1975. Barcelona.
www.sindominio.net/etcetera/REVISTAS/NUMERO_42/42-negsal.htm
3) El control del Estado sobre la salud no se corresponde con la reivindicación de una sanidad pública. Esta reivindicación originó un movimiento popular que posteriormente se perdió en la estatización del servicio sanitario.

Publicado en revista Etcétera nº 42, junio de 2007. www.sindominio.net/etcetera/

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Entre la movilización y la paz social subvencionada

Publicada el 14/12/2008 - 12/05/2021 por raas

Indicaciones acerca de la situación social en el Estado Español

Por Corsino Vela

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Escuelas contra la idiosincracia indígena

Publicada el 30/11/2008 - 07/09/2018 por raas

Penetración neocolonialista de la Escuela en el área indígena mejicana

Por Pedro García Olivo

Tradicionalismos revolucionarios

1) Partimos de una intuición teorética que nuestras experiencias de cooperación con organizaciones campesinas e indígenas del área centroamericana han corroborado plenamente: la existencia de “tradicionalismos revolucionarios”…
Andrei Tarkovsy hizo decir al protagonista de su película “El sacrificio” unas frases muy bellas en su aparente paradoja, que subrayan el circunstancial valor transformador del inmovilismo, la eventualidad de que también la tradición pueda revestirse de un potencial revolucionario:

“Sabes, algunas veces me digo a mí mismo que, si cada día, exactamente a la misma hora, realizara el mismo acto siempre, como un ritual, inmutable, sistemático, cada día a la misma hora, el mundo cambiaría. Sí, algo cambiaría, ¡a la fuerza!”

La Modernidad puede verse, de hecho Henri Lefebvre quiso verla así, como un “rodillo compresor”, un rodillo que oprime y aplasta la alteridad. Donde subsiste una peculiar especie de lo no-moderno, a un tiempo pre-moderna y anti-moderna, resistencia pos-moderna grávida de un futuro impensado, palpita también una forma de diferencia que el poder teme y persigue: no son “modernas”, por ejemplo, las Comunidades indígenas “en Usos y Costumbres” que persisten en varios estados de México; se apegan, de hecho, a unos valores y unas formas de organización “tradicionales” contra los que se dispone en nuestro tiempo el rodillo homogeneizador del Capitalismo tardío (1).

No es irrelevante que la “democracia directa”, bajo una versión no-occidental, y la “propiedad comunera” de la tierra, entendida de un modo que tampoco cabe en los idearios colectivistas o cooperativistas clásicos del utopismo europeo, ocupen un lugar muy destacado en los Usos que estos indígenas defienden con tanta tenacidad. No es irrelevante que el modelo de “transmisión cultural” sancionado allí por la costumbre, que podríamos denominar “la educación comunitaria”, en todas partes herida y en todas partes desfalleciente, nada tenga que ver con el consentido horror de nuestras Escuelas, con el crimen cotidiano de la Enseñanza Moderna.

2) A finales del período colonial se generaliza la “comunidad indígena” como forma peculiar de organización política y económica, resultado de una dura batalla campesina en un contexto histórico que, por otro lado, le garantizaba opciones de victoria; se forja así una estructura que, manteniéndose fiel a sí misma en lo sustancial, atravesará el espesor de los siglos y llegará hasta nuestros días como un “aspecto tradicional”, como una reificación del pasado, sobre todo como un inmovilismo estrictamente revolucionario.

La lucha contemporánea de las organizaciones indígenas que defienden, contra el neo-liberalismo hegemónico, la subsistencia de las “Comunidades en Usos y Costumbres”, el CIPO-RFM entre ellas (Comité Indígena y Popular de Oaxaca “Ricardo Flores Magón”, con quien tuvimos el privilegio de cooperar), recuerda, mantiene viva y reproduce en sus rasgos de fondo y en sus objetivos aquella otra lucha inicial de los “macehuales”, de las gentes “del común”, contra los poderes caciquiles y colonialistas (2).
Para que esta tradición de lucha desfallezca, la “revolución hecha gobierno”, como gusta de escribir Armando Bartra, las administraciones pos-revolucionarias del siglo XX, contarán con un aliado de excepción, con una herramienta idónea, con un expediente ‘universal’ de probada eficacia: la Escuela, dispuesta a resolver, como en cualquier parte y en todo tiempo, un “problema de orden público”. Sólo hizo falta una cosa, para redondear la estrategia: que el propio indígena la demandara, que pudiera aparecer como una aspiración popular, como un reclamo campesino…

La demanda “indígena” de escolarización: ¿un nuevo candor, medio milenio después?

3) Una literatura historiográfica simplificadora y experta en levantar cortinas de humo ante las atrocidades de los occidentales allende los mares habló de “candor” para señalar la actitud en ocasiones patéticamente bondadosa, crédula, bienpensante, de los indígenas americanos ante los españoles armados en los prolegómenos de la Conquista. Cabe dudar de ese cuadro; y habría que evaluar su cuota de verdad para cada caso concreto, en cada contexto específico. Consideramos, sin embargo, que sí se ha dado un segundo candor, un nuevo candor, una actitud peligrosamente acrítica, benevolente, idealizadora, en la relación de los indígenas con la Escuela, con el modo occidental de “administrar” (en el sentido fuerte, politológico, del término) la Educación. Candorosa está siendo también, en nuestra opinión, la actual práctica escolarizadora que promueve el zapatismo en sus territorios autónomos.

La demanda indígena de “escolarización” se fragua en la arena económica y es inseparable del proceso que convierte a la comunidad campesina en condición del desarrollo industrial nacional mejicano. Como “vivero” de mano de obra, la comunidad campesina relativamente autónoma, relativamente ‘autosuficiente’, proporciona a los sectores modernos de la economía fuerza de trabajo barata, pues el indígena obtiene “a su manera” los medios fundamentales de subsistencia (con el cuidado familiar de las parcelas que le surten de maíz, fríjol, chiles, calabaza,…). Cuando el campesino de la comunidad indígena se desplaza a la plantación, a la mina, a la factoría industrial, a la ciudad, en busca de un “complemento” para su economía personal, no será necesario retribuirle con un salario apto para cubrir toda su reproducción en tanto fuerza laboral –la lógica material de la comunidad libera al Capital de esa exigencia y permite sueldos literalmente irrisorios.

Esta increíble baratura de los bienes-trabajo de origen campesino, inconcebible sin el tradicional policultivo indígena de autoconsumo, se erige, así, en premisa de la acumulación de capital en los sectores sobreprotegidos de la economía mejicana: agricultura de exportación, empresas agro-industriales, enclave energético,…

Por otra parte, el variable excedente agrícola de las comunidades, de una fracción de ellas al menos, así como el monto de sus producciones circunstancialmente especializadas (café, azúcar, cacao, jitomate…), constituyen una fuente primordial de materias primas para determinados ramos industriales y de alimentos básicos para la hacinada población urbana; y, repercutiendo también en la índole de este aporte estratégico, la tradicional “economía de subsistencia” campesina, preservada por la comunidad y preservadora de los hombres de la comunidad, permite el mantenimiento de precios bajos para tales productos agrícolas, proporcionando especialmente maíz y fríjol ‘devaluados’ con que alimentar, a bajo costo, a las masas de trabajadores de la industria y de los servicios, que de este modo presionarán menos sobre el nivel de los salarios. El incremento de la tasa de ganancia capitalista proviene, pues, no sólo de la depreciación permanente de las materias primas, sino de la estabilidad asegurada en el coste de la reproducción de la mano de obra por la provisión de alimentos y artículos de primera necesidad indefectiblemente baratos –favoreciendo el descenso, la congelación o en todo caso el alza moderada de las remuneraciones.

De esta inserción inducida de la comunidad en el desarrollo económico de México arranca también la “demanda” campesina de instrucción y el interés gubernamental en la escolarización de la población rural. Los indígenas que salen a trabajar fuera de la comunidad, que venden sus productos a intermediarios ‘ciudadanos’, que se integran de un modo u otro en la economía estatal y federal, y por fuerza han de solicitar créditos, asesorías técnicas, insumos urbanos, etc., sienten como una necesidad acuciante el dominio de determinadas facultades y destrezas (la expresión oral y escrita en lengua castellana, la familiaridad con determinados aspectos contables y matemáticos elementales, el conocimiento somero de la historia y de la organización político-económica regional,…) a fin de defender cabalmente sus intereses, evitar fraudes, abusos y discriminaciones de todo tipo, desenvolverse mejor en un medio extraño y a menudo hostil. La Escuela aparece como el medio más sencillo y más rápido de subvenir a esas necesidades… Y la clase política no dejará pasar la ocasión de injertar, en el tejido extraordinariamente tupido de la comunidad, ese “cuerpo extraño” capaz de desgarrarla, deshilarla, descomponerla y recomponerla a voluntad. Cuerpo extraño de la Escuela occidental, avezado en las artes de la domesticación social, de una pacificación interna resuelta como docilidad y mimetismo.

4) La historia contemporánea de México nos muestra que esta “demanda de educación” y aquel interés estatal-empresarial en satisfacerla bajo los modos de la Escuela se acentúan en los períodos en que las fuerzas políticas de izquierda, socialistas, reformistas radicales o populistas, acceden al gobierno de la Nación…
Para Cárdenas (1934-1940) como para Echeverría (1970-1976), la Escuela es el Estado que penetra por fin la intimidad indígena; el Estado y su proyecto de “ciudadano”; el Estado con su concepto particular de Progreso, de Desarrollo, de Justicia; el Estado y los intereses que, para preservar mejor, vela y no nombra. Para Cárdenas como para Echeverría la Escuela es el Estado, es la Modernidad y es la Nación; es decir, el principio del fin de la autonomía indígena. El “deseo de saber”, la “necesidad de educación”, es una bandera popular, obrera y campesina, robada por estos gobiernos reformistas como robaron también, desde un primer momento, la bandera de la “reforma agraria”, del “derecho a la tierra”.

5) La “petición de Escuela” surge en la medida en que se desdibuja la comunidad indígena tradicional, autónoma y casi autárquica. Desde la educación informal indígena no se puede “castellanizar” con eficacia; desde ella no se puede imbuir a nadie de “espíritu nacional”; desde ella no se pueden forjar jornaleros dóciles, votantes crédulos, consumidores compulsivos, individualistas viscerales; desde ella no se puede vaciar la conciencia comunitaria hasta el punto de generar “emigrantes”, hombres sentimental e intelectualmente ‘disponibles’,… Desde la educación tradicional de los pueblos indios no se puede llevar la Comunidad al lugar que, en secreto, anhelan todas las fuerzas políticas del país: el lugar de un “residuo”, de un “resto”, de un “sobrante”, reminiscencia del pasado que se mantendrá con vida si y sólo si no concurre un interés económico concreto por el territorio que ocupa (explotación de la biodiversidad, minas, negocios madereros, proyectos turísticos, canales de paso, ubicación de maquiladoras,…), y que se mantendrá, además, con una vida ‘alterada’, tiznada de modernidad capitalista y de alineación cultural, una vida ‘para el afuera’, como correspondería a un mero reservorio desnaturalizado de mano de obra empobrecida.

El desengaño ante la institución escolar y la “vacuna” contra el desengaño

6) Mario Molina Cruz, escritor indígena, natural de Yalálag, comunidad zapoteca de la Sierra Juárez de Oaxaca, aparece como un admirable exponente del “desengaño” ante la institución escolar. En su opinión, la Escuela, al promover valores de éxito individual, personal, contribuye a la erosión de la diferencia indígena, una idiosincrasia étnica construida en torno a un fuerte sentido de los comunitario. La Escuela invita a una promoción social que tiene por sujeto al individuo, a la familia en todo caso, y que conlleva, como condición de su posibilidad, la exigencia de la emigración. El emigrante, esta figura social emergente a partir de la segunda mitad del siglo XX, refleja, al mismo tiempo, el declive de la educación comunitaria y los progresos de la Escuela occidental en su labor descampesinizante y erosiva de los valores indígenas.

7) Hace algunos años, Roland Barthes hablaba de una estrategia por la cual los poderes políticos y culturales se inmunizaban para la crítica radical auto-infligiéndose un pequeño correctivo, denunciándose a sí mismos en términos moderados, señalando sus propios “males menores” para ocultar el “mal mayor” que los constituía. Despistaban así a sus adversarios y alardeaban de una sana capacidad de auto-crítica y auto-enmienda… La nombró “estrategia de la vacuna”.
La intelligentsia indígena involucrada en los programas de educación “bilingüe”, en las campañas de escolarización y alfabetización en lengua castellana, etc., ha sabido, constantemente, de esa estrategia. Indígenas enquistados en el aparato educativo del Estado se han encargado de “vacunarla” periódicamente, desde los años 70. El antídoto que se inocula al intelectual indio implicado en la destrucción cultural de su pueblo se presenta como una forma atenuada de “desengaño”, desengaño retórico, “para la ocasión”, desengaño “de usar y tirar”, un lavarse las manos antes de estrangular al hermano caído.

Los gobiernos neoliberales que se suceden en el poder a partir de 1982 prorrogan y aumentan las prerrogativas de la capa étnica (ampliada y “funcionarizada” con Cárdenas y Echeverría), consolidan este “estado de las cosas indígenas oficiales”, en el convencimiento de que, para gestionar el espacio social de las comunidades, es imprescindible contar con una tropa en parte estabilizada y en parte remozada de malinches burocratizados. Para uso interno de estos funcionarios indios del consenso, se difundirán periódicamente documentos amargos, casi derrotistas, en los que se dejará constancia, una y otra vez, de lo poco que se ha avanzado en el camino de la educación “intercultural” y de lo mucho que queda por hacer. Es el antídoto, la vacuna que inmuniza contra todas las críticas posibles; es el testimonio de un “desengaño” deslavado, un desengaño engañoso.

Miseria de la educación “multicultural” mejicana

8) El multiculturalismo deviene como forma sofisticada del asimilacionismo; su objetivo sigue siendo la “incorporación”, marcando por añadidura al estudiante ‘distinto’ de cara a su desenvolvimiento futuro por la sociedad mayor.

Por otro lado, la Escuela, como fórmula educativa particular, una entre otras, hábito relativamente reciente de sólo un puñado de hombres sobre la tierra, no se aviene bien con unas culturas (indígenas) que exigen la informalidad y la interacción comunitaria como condición de su producción y de su transmisión. La Escuela sólo podría desnaturalizar, violentar, amputar, tergiversar, en el caso que hemos elegido como ejemplo, el legado cultural zapoteco. Convertir la cultura zapoteca en “asignatura”, “materia”, “currículum”, “objeto de examen”, etc., es asestarle un golpe de muerte. Probablemente, se le haría más daño que con la exclusión actual… Por la Escuela no caben, en modo alguno, las cosmovisiones indias, debido a la desemejanza estructural entre la cultura occidental y las culturas indígenas. Sostener lo contrario es atribuir a la modalidad educativa de una determinada cultura, da igual que se pretenda la más influyente, un poder codificador universal, un privilegio hermenéutico incondicionado, una capacidad de captación y transmisión de conceptos literalmente sobreterrenal.

Nada garantiza que la Escuela como fórmula pueda preservar la cultura zapoteca; antes al contrario, en la medida en que la Escuela excluye y condena las maneras tradicionales de la “educación comunitaria indígena” atenta contra la pervivencia del mencionado legado cultural. Una cultura es también sus modos específicos de producirse y socializarse. Desgajar los contenidos de los procedimientos equivale a destruirla.
La leyenda zapoteca de la langosta, por ejemplo, tan henchida de simbolismos, se convierte en una simple historieta, en una serie casi cómica, si se ‘cuenta’ en la Escuela, y en un insulto a la condición india si, además, la relata un “profesor”. La leyenda de la langosta sólo despliega el abanico de sus enseñanzas si se narra en una multiplicidad ordenada de espacios, que incluyen la milpa, el camino y la casa, siempre en la estación de la cosecha, si se temporiza adecuadamente, si se va desgranando en un ambiente de trabajo colectivo, en una lógica económica de subsistencia comunitaria, si parte de labios hermanos, si se cuenta con la voz y con el cuerpo… El mito de la riqueza, que encierra una inmensa crítica social, y puede concebirse, por la complejidad de su estructura, como un “sistema de mitos”, se dejaría leer como una tontería si hubiera sido encerrado en una unidad didáctica. Convertir el ritual del Cho’ne en objeto de una pregunta de examen constituye una vileza, una profanación, un asalto a la intimidad,…

Por añadidura, la educación “bicultural” no es psicológicamente concebible. De intentarse en serio, abocaría a una suerte de esquizofrenia. En ninguna subjetividad humana caben dos culturas. El planteamiento meramente “aditivo” de los defensores de la interculturalidad sólo puede defenderse partiendo de un concepto restrictivo de “cultura”, un concepto positivista, descriptivista, casi pintoresquista. Decía Artaud que la cultura es un nuevo órgano, un segundo aliento, otra respiración. Y estaba en lo cierto: el bagaje cultural del individuo impregna la totalidad de la subjetividad, determina incluso el aparato perceptivo. Por utilizar un lenguaje antiguo, diríamos que la cultura es alma, espíritu, corazón,… Y no es concebible un ser con dos corazones, con dos percepciones, con un hálito doble. La educación “bicultural” se resolvería, en la práctica, como hegemonía de la cultura occidental, que sería verdaderamente interiorizada, apropiada, ‘encarnada’ en el indígena; y, desde ahí, desde ese sujeto mentalmente colonizado, como apertura ‘ilustrativa’, ‘enciclopedística’, a la cultura étnica, disecada en meros “contenidos”, “informaciones”, “curiosidades”,… La posibilidad contraria, una introyección de la cultura indígena y una apertura “ilustrativa” a la cultura occidental no tiene, por desgracia, los pies en esta tierra.

Ni desde el punto de vista de la psicología social, ni desde el de la lógica expositora diferenciada de la culturas, ni desde el de las utilidades económicas y políticas de la escolarización es defendible el fantasma de la educación “bilingüe-bicultural”.

9) Un objetivo inextirpable de la organización escolar es reproducir la estructura de clases y cuenta con medios sobrados para que el indígena “fracase”, “deserte” y continúe en posiciones sociales subordinadas.
La intelligentsia india ha denunciado incansablemente la discriminación de esos jóvenes, los mecanismos que los apartan de las carreras y de las titulaciones que dan acceso a los empleos mejor retribuidos y a los cargos públicos o de responsabilidad en las empresas; se ha hablado de un proyecto universitario “criollo”, de una secundaria “etnocida”, de un clasismo voraz en el sistema educativo nacional,… Nosotros no vamos insistir en algo tan obvio. Pretendemos ejercer una meta-crítica, una crítica de las propuestas y alternativas que la capa ilustrada indígena, los prohombres de la cultura progresista mejicana y los reformadores del aparato del Estado ofrecen para “adaptar la educación a la realidad pluriétnica y pluricultural del país”, “construir un México nuevo en el que quepan todos”, etc.

Lo que estos políticos e intelectuales bienintencionados quisieran implantar en México, si damos fe a sus palabras, es algo que ya hemos conocido en Occidente, casi la cultura oficial educativa de Europa: la mentira de la educación “multicultural”, de la Escuela respetuosa con la diferencia cultural y psicológica, la Escuela del diálogo entre las alteridades,… Es ésta, no nos cabe duda, la Escuela que va a polarizar, en las próximas décadas, el debate pedagógico latinoamericano, el deux ex machina de la política cultural reformista en el Centro y Sur de América. Ajenos a la parcialidad constitutiva de la Escuela (3), los proyectos educativos interculturales, las experiencias escolares multiculturalistas, se prodigan, abrazando el tránsito de milenios, en los diferentes Estados de México.

10) La represión cotidiana de la Diferencia, que el indígena padece nada más salir del ámbito comunitario, se acentúa en las Escuelas, de uno u otro tipo (no menos en las pretendidamente “multiculturales” que en las “asimiladoras” clásicas), operando a través de la figura ‘moral’ del Educador y de la “opinión” consciente e inconsciente del conjunto de los estudiantes. Es una represión diaria, de cada hora, ejercida por la comunidad de estudiantes y profesores, que los alumnos indios se han acostumbrado a soportar como el precio psicológico de su proclamado derecho a la educación, la contrapartida ambiental de su formación académica secundaria y superior.

Los comportamientos que escapan a la racionalidad docente (o escolar) occidental son “atacados” de dos maneras: por la antipatía y la marginación con que el grupo responde al individuo ‘diferente’ y por la actitud “correctora” del Educador, que ve ahí un problema y procura subsanarlo por la vía de una ‘normalización’ del afectado (“no te aísles”, “intenta integrarte”, “haz un esfuerzo”,…). En muchos casos, por esa doble acción – segregadora/marginadora y normalizadora/integradora -, el estudiante indio se aboca, en variable medida, a una suerte de auto-coerción, a una deliberada “identificación” con el grupo, “convergencia” con las actitudes y manifestaciones de la colectividad – pugna, en definitiva, por ‘des-indigenizarse”… (4).

11) No hay ‘comentarista’ de la Escuela que no esté de acuerdo en que, tradicionalmente, se le ha asignado a esta institución una función de homogeneización social y cultural en el Estado Moderno: “moralizar” y “civilizar” a las clases peligrosas y a los pueblos bárbaros, como ha recordado E. Santamaría. Difundir los principios y los valores de la cultura ‘nacional’: he aquí su cometido.

Nada más peligroso, de cara al orden social y político mejicano, que los pueblos indios, con su historia centenaria de levantamientos, insurrecciones, luchas campesinas,… Nada más bárbaro e incivilizado, en opinión de muchos, que las comunidades indígenas. Nada más alejado de la “cultura nacional”, construcción artificial desde la que se legitima el Estado Moderno, que el apego al poblado, la fidelidad a la comunidad, la identificación “localista” de las etnias mejicanas, enemigas casi milenarias de toda instancia estatal fuerte y centralizada, como señalara Whitecotton… La Escuela habrá de hallarse muy en su casa en este escenario, habrá de sentirse muy útil, pues para este género de “trabajos sucios” fue inventada…

12) A la Escuela compete difundir una determinada selección y retranscripción de los materiales culturales disponibles -de por sí heterogéneos, ambivalentes, contradictorios. Aquello que circula por las aulas y recala en la cabeza de los estudiantes deviene siempre como el resultado de una discriminación sistemática, una inclusión y una exclusión, y, aún más, una posterior re-elaboración pedagógica (conversión del material en “asignaturas”, “programas”, “libros”, etc.) ejercidas sobre el variopinto crisol de los saberes, las experiencias y los pensamientos de una época…. El criterio que rige esa “selección” y esa “transformación” de la materia prima cultural en discurso escolar (‘currículum’) no es otro que el de  propiciar una ‘integración’ no-conflictiva de la juventud en el orden social vigente, favorecer la adaptación de la población a los requerimientos del aparato productivo y político establecido -lo que exige su homogeneización psicológica y cultural…

Con el patrimonio cultural de los pueblos indios, la Escuela intercultural mejicana sólo puede hacer en rigor dos cosas, una contra la otra o ambas a la vez: desoírlo, ignorarlo y sepultarlo mientras proclama cínicamente su voluntad de protegerlo; o “hablar en su nombre”, subtitularlo interesadamente, esconder sus palabras fundadoras y sobrescribir las adyacentes, sometiéndolo para ello a la selección y deformación sistemáticas inducidas indefectiblemente por la estructura didáctico-pedagógica, currícular y expositiva, de la Escuela moderna…. (5).

13) Con diferencias de grado, las prácticas (“interculturales”) que se experimentan en los distintos estados apuntan hacia la asimilación del inmigrante, hacia su integración selectiva, y, al mismo tiempo, hacia la postergación y el olvido de las culturas autóctonas, cuyas ‘resonancias’ (la lengua, el atuendo, las costumbres, el folclore) se utilizan para segregar y discriminar a los recién llegados y a sus descendientes, separando a los que pueden y quieren promocionarse socio-económicamente -que darán la espalda a las asignaturas relacionadas con sus culturas de origen- de aquellos otros incapacitados para hacerlo, ‘fracasados’ escolares, provisión de subproletarios que podrán aferrarse a sus señas de identidad étnicas como quien busca un “refugio” o un “consuelo” (6).

Dolores Juliano ha hablado de “adscripción étnica asignada”, para caracterizar la estrategia subyacente, que pasaría, en el caso que nos ocupa, por la “asignación” de una especificidad étnica a la población no-mestiza de las ciudades, que se vería así ‘marcada’ con el propósito de discriminar su desenvolvimiento laboral y de pesquisar su circulación por las vías desdobladas del espacio social.

14) La hipocresía y el cinismo se dan la mano en la contemporánea racionalización “multiculturalista” de los sistemas escolares occidentales. Jorge Larrosa ha avanzado en la descripción de esa doblez: “Ser ‘culturalmente diferente’ se convierte demasiado a menudo, en la escuela, en poseer un conjunto de determinaciones sociales y de rasgos psicológicos (cognitivos o afectivos) que el maestro debe ‘tener en cuenta’ en el diagnóstico de las resistencias que encuentra en algunos de sus alumnos y en el diseño de las prácticas orientadas a romper esas resistencias.” En países como México, donde porcentajes elevados de estudiantes,  por no haber claudicado ante la ideología escolar y por no querer “implicarse” en una dinámica educativa tramada contra ellos, son todavía capaces de la rebeldía en el aula, del ludismo, del disturbio continuado, etc., estas tecnologías para la atenuación de la “resistencia”, del atributo psicológico inclemente atrincherado en alguna oscura región del carácter, cobran un enorme interés desde la perspectiva de los profesores y de la Administración…  La “atención a la diferencia” se convierte, pues, en un sistema de adjetivación y clasificación que ha de resultar útil al maestro para vencer la ‘hostilidad’ de éste o aquél alumno, de ésta o aquella minoría, de no pocos indígenas y demasiados subproletarios. Más que ‘atendida’, la Diferencia es tratada.

Las Escuelas del “multiculturalismo” trabajan en dos planos: un trabajo de superficie para la ‘conservación’ del aspecto externo de la Singularidad -formas de vestir, de comer, de cantar y de bailar, de contar cuentos o celebrar las fiestas, apunta Larrosa- (7), y un trabajo de fondo para aniquilar sus fundamentos psíquicos y caracteriológicos -otra concepción del bien, otra interpretación de la existencia, otros propósitos en la vida,… Y, en fin, la apelación a la “comunicación” entre los estudiantes de distintas culturas reproduce las miserias de toda reivindicación del diálogo en la Institución: se revela como un medio excepcional de ‘regulación’ de los conflictos, instaurado despóticamente y pesquisado por la ‘autoridad’, un ‘instrumento pedagógico’ al servicio de los fines de la Escuela… (8)

He aquí, para terminar con la sugerencia de Larrosa, el “beneficio” simbólico que nos reporta la utopía multiculturalista: usufructuar al extraño, físicamente como mano de obra, culturalmente como ‘valor’ enriquecedor; y extirpar su índole ‘rebelde’, ‘amenazante’, reduciendo y controlando los intercambios y las comunicaciones que establece con los ‘naturales’ de la región…

15) El modelo de la Escuela nacional, homogénea e igual a sí misma a lo largo de todo el territorio, cede, irreversiblemente, ante una tendencia a la atomización y la autonomía, sobre todo en lo concerniente a los currícula, a las asignaturas, a los programas. La administración federal mexicana ha dado pasos decisivos, durante los últimos años, en esta dirección, incrementando las potestades escolarizadoras de los Estados, transvasándoles competencias educativas, incrementando el margen de intervención municipal en la organización local de la enseñanza,…

Aún así, y de modo complementario, cabe constatar cómo los “rasgos estructurales” de la Escuela occidental se mundializan en nuestros días, se universalizan, y cómo determinadas orientaciones generales de los currícula se imponen también a lo largo y ancho de todo el planeta. J. Meyer, por ejemplo, ha hablado de la constitución de un “orden educativo mundial”, con unos currícula oficiales estandarizados y homologados planetariamente (9). Según este autor, los países ávidos de “legitimidad” y de “progreso”, que se quieren presentar como Estados en ascenso, tal el México contemporáneo, son muy receptivos a tales prescriptivas curriculares  -que, de esta forma, tienden a aplicarse por todo el globo, motivando que, cada día más, se estudie casi lo mismo en toda la Tierra. Que se estudie lo mismo, y de la misma manera…
Y es por debajo de estas grandes líneas maestras, de estas orientaciones generales, donde se promueve la descentralización y la diversificación (los mismos marcos y semejantes pigmentos para una notable variedad de representaciones pictóricas, valga la metáfora).

notas:
(1) Cuando el presente tropieza con un pasado que apuntaba en otra dirección, donde no reconoce semillas de su ser, un pasado sin retoños o con retoños extraviados, un pasado hostil que lo cuestiona y deslegitima, un pasado eterno que, como apuntara incisivo Benjamin, sólo podría redimirse en un futuro escapado del continuum de la historia, entonces pone en marcha su pesada maquinaria compresora. Sólo es capaz de percibir en esa tradición esquiva, en esa diferencia añosa, un objeto que doblegar o que aniquilar – así lo exige la lógica del interés que lo constituye. Este es, exactamente, el caso de las comunidades indias de México regidas por “autoridades tradicionales” y organizadas política y económicamente en el respeto de la consuetudinaria “ley del pueblo”.
(2) Un anhelo igualitario de raíz genuinamente campesina y popular; una defensa de la tierra como “valor” cultural y hasta ‘religioso’, en contra de aquellos que sólo piensan en ‘explotarla’ y ‘rentabilizarla’, degradándola de paso, hiriéndola de muerte; una concepción radicalmente democrática del “cargo político”, entendido como ‘servicio’ no-remunerado a la colectividad, fuente de ‘prestigio’ si se desempeña con honestidad y dedicación, exigiendo de por sí un considerable “sacrificio personal”, siempre rotativo, siempre electivo, siempre bajo la supervisión y el control de esa Reunión de Ciudadanos, de esa Asamblea del Pueblo, que constituye el verdadero corazón político de la Comunidad; una insólita capacidad de reivindicación y de movilización, que agota prácticamente ‘todas’ las vías conocidas, desde la “petición” o “solicitud” formal y el recurso administrativo-judicial (que algunos traslumbrados de Occidente podrían execrar como “reformismo”) hasta la manifestación encorajinada, la ocupación audaz, el acto público temerario (causa de cárcel, exilio o desaparición para muchos de estos hombres), pasando por la infinitas variantes del apoyo mutuo, la solidaridad resistente y la imaginación combativa.
(3) Llama la atención que todas estas apelaciones al “diálogo entre las culturas” y a la “educación intercultural” soslayen un asunto capital: que la Escuela no está por encima de esas culturas colocadas, en pie de igualdad, unas al lado de las otras, no es un moderador neutral, un árbitro imparcial, no es un juez honesto ante la eventualidad de que se produzcan litigios, sino una parte interesada, representante de un fracción, defensora particular de intereses sesgados, voz específica de una cultura –la occidental. ¿Con quién dialoga la cultura occidental en su propio terreno de juego, la escuela occidental? Siendo juez y parte, moderadora y contertulio, árbitro y competidor, ¿dónde podemos hallar la garantía de su equidad?
(4) Adorno y Horkheimer hablaron, en relación con estas dinámicas, de la forja de un “carácter social” (pautas gregarias de conducta, formas coincidentes de pensamiento, modelos unívocos de sensibilidad)… Del “carácter social” que propende la Escuela mejicana contemporánea, aún o sobre todo en su facies intercultural, están excluidos los rasgos sobre los que se asentaba la especificidad psicológica india: la primacía absoluta de la comunidad sobre el individuo, la sobredeterminación de las consideraciones “espirituales”, morales o religiosas, en detrimento de los móviles crasamente materiales, económicos; el peso de la palabra en la interacción social, rigurosamente vinculado a la expresión ‘forzosa’ de lo que se siente como “verdad”, etc.
(5) Cabe concluir que el aparente multiculturalismo de la Escuelas extra-occidentales camufla la alienación cultural de esos países, que sacrifican sus señas de identidad para ‘asimilarse’ lo antes posible a la civilización occidental. La colonización cultural avanza, adornada con motivos ‘exóticos’ e inventarios ‘museísticos’; y la diferencia espiritual a duras penas sobrevive. Una escolarización “no-occidental”, alejada de los modelos hegemónicos en los países desarrollados, únicamente podría tentarse desde una esfera política absolutamente autónoma, al modo de los territorios zapatistas, y arrastraría siempre la falla de no ser congruente con su objeto declarado –la preservación de la cultura india. Por aquí se deja ver la tragedia de las escuelas zapatistas chiapanecas: en la medida en que abordan la re-transmisión de las culturas indígenas, las deforman y trivializan sin remedio; en la medida en que se centran en los aspectos inmediatamente utilitarios (lengua castellana, historia de las luchas indígeno-campesinas del siglo XX, matemáticas ‘modernas’,…), occidentalizan de hecho. No debemos olvidar que la “pedagogía implícita” portada por la Escuela moderna en tanto escuela (por la mera circunstancia de exigir un recinto, un horario, un profesor, un temario, una disciplina,…), su “currículum oculto” es, a fin de cuentas, Occidente –las formas occidentales de autoridad, interacción grupal, comportamiento reglado en los espacios de clausura, administración del tiempo, socialización del saber,…
(6) A los indígenas no-aprovechables, no-occidentalizados, se les marcará con el hierro de su identidad pretérita, se les atará a sus orígenes, a sus culturas de nacimiento, que arrastrarán en adelante como un estigma, como una señal de ‘derrota’ socio-económica y disponibilidad para una explotación sin límites. Malvivirán en los barrios periféricos, en los suburbios, conservando un tanto más sus vestimentas, sus símbolos, un poco como un “desafío”, un poco por orgullo ‘residual’, un poco porque ya no tienen nada que ganar disfrazándose… Los otros, los que se han apresurado a auto-neutralizarse como ‘diferencia’, triunfando por ello en la Escuela, y se han incorporado a la sociedad nacional-capitalista, pasearán, en el caso de la Ciudad de México, por los barrios céntricos, vistiendo cada vez más al modo euro-norteamericano y luciendo sus rasgos raciales, junto a algunos pequeños ‘signos’ de sus culturas originarias, como un mero adorno, un toque no-inquietante de ‘exotismo’, cifra de una alteridad domesticada.
(7) La “apertura del currículum”, su vocación ‘interculturalista’, tropieza desde el principio con límites insalvables; y queda reducida a algo formal, meramente propagandístico, sin otra plasmación que la permitida por áreas irrelevantes, tal la música, el arte, las lecturas literarias o los juegos -aspectos floklorizables, museísticos, diría Provansal…
(8) Todo este proceso de “atención a la diferencia”, “apertura curricular” y “posibilitación del diálogo”, conduce finalmente a la elaboración, por los aparatos pedagógicos, ideológicos y culturales, de una identidad personal y colectiva, unos estereotipos donde encerrar la Diferencia, “con vistas a la fijación, la buena administración y el control de las subjetividades” (Larrosa). El estereotipo del “indio bueno” compartirá banco con el estereotipo del “indio malo”, en esta comisaría de la educación vigilada y vigilante. El éxito de la Escuela multicultural en su ofensiva anti-indígena dependerá del doble tratamiento consecuente…
(9) Estos “currícula universales de masas” proceden de las prescripciones de poderosas organizaciones internacionales, como el Banco Mundial o la UNESCO, de los “modelos” aportados por los Estados hegemónicos (occidentales) y de las indicaciones de una “tecnocracia” educativa -reputados profesionales e investigadores de la Educación- influyente a escala mundial.

Publicado en revista Ekintza Zuzena nº35

fuente: https://www.nodo50.org/ekintza

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(poesía) Al general

Publicada el 28/11/2008 - 07/09/2018 por raas

Por Eugenio Muñoz

He tenido un sueño
He tenido un sueño

Reuniones de gente
escupían tu tumba
y un remolino
de sombras siniestras
comían satisfechas
tus entrañas huecas.

Mientras, la ciudad
despertaba fuerte
y el sol prometía
una tarde libre,
una tarde limpia.

Y sobre tus restos
unas nubes negras
llovían
sangre contenida.

Del suelo crecieron
mil zarzas de acero
queriendo abrazarte.

Mientras, en el pueblo,
la gente entre abrazos
miraba la luna,
se veía alegre,
se veía pura.

No sólo era un sueño.

Pronto,
fantoches de barro
soñarás por siempre
la noche profunda.

Pronto, la verdad sedienta
clavará en tu frente
el sufrir eterno.

Pronto serás sólo tierra,
tierra que una vez sembraste de muertos.

Pronto,
serás olvidado,
serás breves textos
entre libros viejos.

Extraído de Los ojos del ahogado, Madrid, junio de 1999

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Venezuela una «revolución» con un cadáver en la boca

Publicada el 16/11/2008 - 07/09/2018 por raas

Desde el año 1998 un gobierno, retóricamente de izquierda, ha tomado el poder en Venezuela. Desde esa fecha, los representantes de la nueva burocracia han iniciado un insistente proceso deslegitimizador de todos los cuestionamientos a su gobierno, especialmente contra quienes desde la izquierda (y obviamente el anarquismo) lo rechazan.

Por Rafael Uzcategui

Es cierto que en el llamado «antichavismo» conviven algunos de los sectores más conservadores del país, representantes del anterior status desplazados del poder. Pero tras esta afirmación apuntamos que no es posible entender la situación venezolana atendiendo al esquema infantil gobierno (izquierda) versus «oposición» (derecha).

Los y las anarquistas venezolanos hemos expresado nuestro rechazo al proyecto bolivariano por varias razones. La primera es que detrás del discurso «izquierdizante» del ejecutivo, las políticas concretas han profundizado el rol del país en la globalización económica: a saber, la venta de hidrocarburos, de manera segura y confiable, al mercado energético mundial.

A pesar de su discurso anti-imperialista, el gobierno radicado en Miraflores ha revertido el proceso de nacionalización del petróleo, y ha hecho socias del negocio, a través de la figura de las empresas mixtas, a compañías como Chevron, British Petroleum, Repsol, entre otras. En segundo término, y debido a lo anterior, por una agresiva política fiscal de corte neoliberal, el gobierno está disfrutando de la mayor bonanza económica de los últimos 30 años. Esto ha ocasionado,   por una parte, la aparición de una nueva burguesía, amparada por sus relaciones con el Estado, la cual gobierna junto a los sectores oligárquicos tradicionales vinculados con los sectores dinámicos de la mundialización (telecomunicaciones, banca y finanzas, seguros…)

Por otra, que a pesar de tales cantidades de dinero, la situación de las clases más desfavorecidas del país no ha mejorado sustancialmente. A contracorriente de su propaganda, el gobierno bolivariano no ha cambiado una de las distribuciones de riqueza, del PIB, más desiguales del continente. En tercer lugar, por la estatización militarizada de todos los órdenes de la vida social en Venezuela, especialmente la institucionalización de los movimientos sociales de base.

No solamente realizamos una refutación antiautoritaria del gobierno venezolano, sino una nítida crítica anticapitalista que nos diferencia claramente de la oposición mediática, precisamente, el tipo de antagonista «arquetipo» que interesa difundir como contrario por los voceros del actual tren ejecutivo. Reiteramos que, como anticapitalistas, hemos caracterizado la confrontación de poderes ocurridas en Venezuela como una pugna inter-burguesa, entre factores y representantes de las clases dominantes. Por ello nuestro rechazo, a ambos, se acompaña de la propuesta de la reconstrucción beligerante de la autonomía de los movimientos sociales, un espacio que creemos como precondición para el desarrollo de una alternativa y una propuesta libertaria para el país.

Detrás de la propaganda del actual gobierno venezolano hay un desierto. El llamado «proceso bolivariano» ha difundido al mundo que, desde Caracas, se modifican las injustas relaciones sociales, se hace retroceder la pobreza y el pueblo se hace cargo de su destino. La realidad se resiste a ser maquillada por la demagogia. Venezuela, a pesar de vivir un período inédito de bonanza económica, no ha revertido una de las distribuciones de riqueza más injustas del continente. La ineficacia de las políticas sociales y el agravamiento de los principales problemas del país, son razones de peso que explican la ausencia del pueblo chavista en las urnas el pasado 2-D, cuando se intento legitimar una constitución a medida del proyecto político gubernamental.

Provea, una de las organizaciones sociales antiguas del país, recientemente presentó los resultados de su Informe Anual sobre la situación de los Derechos Humanos en Venezuela. Revisando algunas áreas, se puede dar una verdadera idea de lo que ha significado para los más pobres la demagogia «bolivariana». Por ejemplo dentro de los estancamientos, la situación de los pueblos indígenas continúa signada por la pobreza y el abandono. En un sector donde se han generado grandes expectativas, el área de vivienda, el ejecutivo nacional cumple su octavo año consecutivo en incumplir sus propias metas, construyendo sólo 60.000 de las 150.000 casas prometidas (el déficit se estima en casi 3 millones).

Uno de los programas más propagandeados por el Ejecutivo, como es el caso de la Misión Barrio Adentro, comienza a mostrar signos regresivos y acumularse denuncias sobre ambulatorios cerrados, ausencia de insumos y reducción del horario de atención al público. El sector salud continúa caracterizándose por la coexistencia de dos sistemas: el tradicional, conformado entre otros por ambulatorios y hospitales, y el edificado por Barrio Adentro. No existe un sistema nacional público integrado de salud que garantice el acceso universal y de calidad a los servicios, presentando el sistema tradicional, que realiza una mayor cobertura cuantitativa, serias fallas en su operación.

Los derechos de los trabajadores y trabajadoras no muestran una mejor realidad. Diferentes declaraciones y proyectos del ejecutivo nacional erosionaron la autonomía de las organizaciones sindicales, produciendo su debilitamiento y ausencia de protagonismo en el diseño de las políticas públicas. Como una muestra, fuentes sindicales señalaron que 243 contratos colectivos se encontrarían sin firma en el sector público. Aunque parezca extraordinario, Venezuela ocupó, detrás de Colombia, el segundo lugar en el ranking mundial de peligrosidad para la acción sindical. 53 personas, de ellos 46 dirigentes gremiales, perdieron la vida debido a violencia relacionada con la obtención de puestos de trabajo, tanto en el sector construcción como en el sector petrolero. Por otra parte, se ha intensificado la tendencia denunciada por Provea desde el año 2006 acerca de la criminalización de la protesta. Durante este período 98 manifestaciones fueron reprimidas por los organismos de seguridad del Estado, siendo la cifra más alta en los últimos 8 años.

«Quién habla de revolución y lucha de clases sin referirse a la vida cotidiana, tiene un cadáver en la boca». La frase ilustra la situación venezolana. Los retos para los de abajo son múltiples. En principio, romper el maniqueísmo impuesto por la derecha en el gobierno y la derecha opositora, reconstruyendo el tejido de base de múltiples organizaciones de base beligerantes y autónomas. Rechazando la electoralización de nuestras dinámicas, la agenda de movilización y resistencia debe incluir, en un primer orden, todos los males y problemas que nos aquejan, como oprimidos y oprimidas, en nuestra vida diaria.

publicado en la revista Ekintza Zuzena nº35

fuente: https://www.nodo50.org/ekintza/spip.php?article459

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Aquellos barros trajeron estos lodos

Publicada el 16/11/2008 - 07/09/2018 por raas

La izquierda latinoamericana vuelve a tener un rol político indiscutible. Rol que se expresa electoralmente. En la década de los 80’ 60 millones de latinoamericanos eran gobernados por la izquierda; hoy son más de 260 millones.

Por Revista Alter
Taller A (Uruguay)

Ello es más significativo porque sucede  después de ser derrotada en sus intentos revolucionarios de «izquierda armada». Sucede a pesar de sufrir directamente la represión durante años y, en algunos casos, décadas de dictaduras feroces. Hoy esa izquierda guerrillera, partidaria del foco guevarista, jerárquica y clandestina; más antiimperialista que anticapitalista; con objetivos donde primaba la liberación nacional; con prácticas estalinistas en el interior de las organizaciones partidarias, escondidas detrás de la compartimentación, que significó expulsión de discrepantes e incluso, en algunos casos, como fue el del poeta salvadoreño Roque Dalton, su ejecución; retorna  siendo parte de los nuevos gobiernos de izquierda y en otros integrando la fuerza mayoritaria.

Esta izquierda que no pudo conquistar el poder político con las armas, su objetivo estratégico; lo logra décadas más tarde, después de años de cárcel, de muertos y desaparecidos, por medio de procesos electorales y de complicadas, y a veces contradictorias alianzas políticas, éticamente imposibles de comprender, y explicadas generalmente por el funcional argumento de la «acumulación de fuerza».

Esta izquierda administradora del poder político y continuadora de los lineamientos económicos del capitalismo global, no es capaz de hacer autocrítica de su militancia pasada; de la utilización y manejo de los movimientos de base de acuerdo a los intereses partidarios, habiendo jerarquizado y separado lo político de lo social; de haber debilitado a los movimientos quitándole a sus mejores militantes reclutándolos para su aparato militar. Pues sí, construyó un aparato militar, con todo lo que eso significa, para oponerlo a otro aparato, al  ejército y las fuerzas represivas del Estado. Una institución contra otra concebidas con las mismas formas y mismas jerarquías. Esta posición permitió a los ideólogos, que intentan hoy justificar el terrorismo de estado, pergeñar la «teoría de los dos demonios». Eran tan iguales que, en algunos países, las fuerzas de la guerrilla pasaron a integrar el ejército nacional.

Todo cambia…

Lo nuevo en estas dos últimas décadas, tras la hecatombe de los gobiernos militares que aplicaron la «doctrina de la seguridad nacional» para intentar la implantación de un nuevo orden económico, ha sido las explosiones que han producido la emergencia de inesperados, variados e impredecibles movimientos sociales en América Latina. Algunos de ellos  han resistido los ajustes neoliberales y los recortes de las libertades públicas. Estas resistencias, además, dificultaron la aplicación de los planes de reestructura capitalista y fueron deslegitimando lo que se llamaba «pensamiento único». Abrieron brechas por las que han surgido nuevas formas para pensar y cambiar el mundo.
Los movimientos lograron hacer retroceder privatizaciones, han hecho caer varios presidentes y, en el caso boliviano, han producido acciones insurreccionales que podían haber llevado a formas organizativas de autogobierno apoyadas en las comunidades y en la autogestión.

Estos movimientos, con un protagonismo social importante al igual que las organizaciones sociales que sobrevivieron a las dictaduras militares, en los últimos años han tenido dificultades, han perdido espacios de acción, han sido relegados y en algunos casos subordinados o cooptados por los nuevos gobiernos. Sin embargo no todo se ha perdido; los acontecimientos calaron profundo, hubo cambios que abrieron caminos, se crearon nuevas formas de actuar, nuevas sensibilidades, etc.

No hay gobiernos «buenos» que apoyen y sean favorables a movimientos sociales que buscan su libertad, que construyen autónomamente su sentido de vida, que pelean por la emancipación social. Esto, por supuesto, no quiere decir que no haya diferencias entre un gobierno u otro, no es lo mismo una dictadura o un gobierno de derecha que uno progresista o de «izquierda». Pero, en definitiva, los gobiernos y los estados no pueden permitir la existencia de realidades que ellos no controlen o administren, que se pongan por fuera, en otro lado.

Es bueno recordar que la situación de América Latina se enmarca en la misma inestabilidad en la que se encuentra el capitalismo global. Invasiones, tropas de ocupación, militarización de territorios ricos en materias primas estratégicas como petróleo, agua, alimentos (Paraguay, la triple frontera de Argentina, Paraguay y Brasil, el «Plan Colombia»), presiones de distinto tipo e incluso la posibilidad de cambio de fronteras como sucedió en la ex Yugoslavia, están al orden del día y cuentan con la instrumentación logística de Estados Unidos y las fuerzas represivas «nacionales».

Conquistar el estado, conquistar el poder

Los teóricos marxistas de la «izquierda estadocentrista» señalan en estos nuevos gobiernos, surgidos entre 1999 y 2006, dos grupos: uno de «izquierda» y otro de «centro». En el primero se ubicarían Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Estos gobiernos serían antiimperialistas, aunque sea sólo declarativamente, y opuestos al neoliberalismo. En el segundo grupo encontraríamos a Argentina, Brasil, Chile y Uruguay que tendrían una posición más tibia respecto al neoliberalismo, más mediadora y sólo pretenden mitigar la pobreza que ha producido los embates del capitalismo neoliberal.

Los gobiernos de «izquierda» se enfrentarían a duras y combativas burguesías y empresas transnacionales que siempre se han negado a repartir, aunque sea mínimamente, las riquezas producidas por las clases subalternas. Los capitalistas no quieren aceptar de ninguna manera ver recortados ninguno de sus privilegios que mantienen desde hace siglos. Menos aún en la actualidad, donde sus márgenes de ganancia se han visto reducidos y ha sido necesaria la reubicación de los aparatos extractivos e industriales, y los sistemas de la especulación del capitalismo financiero ya no produce las ganancias de antaño.

Mientras tanto, los gobiernos de «centro» estarían en una posición (frente a una burguesía) más «dialogante», ya que históricamente el liberalismo y el populismo han impulsado  políticas de reparto de riqueza que ha permitido sobre todo la creación de clases medias que han constituido un mercado interno importante y han sido amortiguadoras de los enfrentamientos sociales (humanismo capitalista), salvo en los cortos periodos de su radicalización.

Para estos teóricos la posibilidad de estos nuevos gobiernos  de salir del neoliberalismo es la de reconstruir los estados. «Los estados han sido duramente castigados por las políticas neoliberales» y concluyen en que: «no hay democracia que funcione de la mano de un Estado en descomposición».
Según esta idea los nuevos gobiernos vienen a recuperar a los estados debilitados, replanteando con fuerza la idea de Estado soberano. Atilio Boron replantea, también, el modelo soviético de un Estado con planificación centralizada de la economía y desarrollo del mercado interno.

Parece que lo más importante no sería la reconstrucción comunitaria superando la fragmentación social producida por el capitalismo actual, sino la de salvar estados que inevitablemente seguirán fragmentando y atacando los vínculos sociales y las prácticas que se pongan por afuera suyo, fuera de su control.
Pero no hay duda que las nuevas gobernabilidades, en todos los casos, buscan el fortalecimiento de un Estado debilitado y un papel más activo en relación al mercado y a los organismos internacionales.
John Holloway, discrepando con la posición «estadocentrista», afirma: «Decir que el Estado es un proceso equivale a decir que canaliza la actividad social de cierta manera, de una forma que la reconcilia y la integra en la reproducción del capital. Entrar en contacto con el Estado significa ser empujados a canales dirigidos hacia la reconciliación con el capital».

Pero la derecha neoliberal latinoamericana no se atemoriza fácilmente, por eso ha organizado en Rosario, Argentina, un conclave para ver cómo recupera los gobiernos y lleva nuevamente al continente por la senda, sin ninguna amortiguación, de las políticas de saqueo diseñadas por el capitalismo global.

Las nuevas gobernabilidades fortalecen al estado

La izquierda latinoamericana llega al gobierno en medio de un proceso donde la representación política está entrando en crisis como consecuencia de la profunda deslegitimación que se produce por el fracaso de los gobiernos dictatoriales por la secuela de corrupción, destrucción del entramado social y conculcación de todas las libertades liberales y burguesas. Consecuentemente se enfrenta, como consecuencia a una conciencia surgida del enfrentamiento a los gobiernos dictatoriales, a un nuevo protagonismo social que no acepta ser representado. Pero también la izquierda latinoamericana se desliza encima de una ola de cambios, de gobernabilidades progresistas en la región, que crea expectativas y esperanzas en amplios sectores de las clases subalternas. Esperanzas que, a poco de caminar, tampoco serán la primera vez en ser traicionadas.

La crisis neoliberal y de los partidos gobernantes de derecha es el resultado de su propia deslegitimación y también de décadas de luchas sociales. En el caso de los pueblos indígenas, son más de 500 años de dominación y resistencia cultural. De estas luchas se produce el surgimiento de fuerzas de izquierda y progresistas que tomando parcialmente las banderas de estos movimientos los canalizan hacia políticas estatales, a políticas electorales para ganar el gobierno.
Así las nuevas gobernabilidades aparecen como gobiernos más estables. Son la afirmación de la democracia representativa a la que refuerzan con  alguna variante participativa y consultiva.  Prestan mayor atención a los movimientos a los cuales hacen alguna concesión buscando nuevos pactos sociales para lograr la calma social. Pero estas políticas  reproducen la forma–estado que muchos movimientos habían cuestionado o puesto al menos en discusión.

Para los propios partidos de  la izquierda gobernante, la nueva situación  es consecuencia de una acumulación de fuerzas, en función de una estrategia de poder, que en el caso de Uruguay, según sus propios voceros, comienza al final de los años 50 y que finalmente  les permite conquistar el gobierno en el 2005.
Estos gobiernos de «izquierda» encuentran países con profundas fragmentaciones en distintos ámbitos: cultural, étnico, económico, derechos humanos…

En el plano de la integración regional e internacional las nuevas gobernabilidades están planteando políticas, en algunos casos diferentes; al extremo tal que han logrado conjuntamente bloquear el proyecto norteamericano de creación del ALCA y han dificultado la aplicación del Plan Colombia. Alternativamente Chávez esta impulsando el ALBA con el apoyo de Morales, Correa, Ortega y Castro y, por otro lado, el resto de los otros gobiernos integran el MERCOSUR y no faltan también los que afirman la necesidad de un multilateralismo en las relaciones comerciales. Pero estas diferencias no significan, en un principio, opciones opuestas, sino que se inscriben en el modelo general de recuperación de instrumentos de reconstrucción de los aparatos estatales.

Países como Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay han saldado completamente su deuda con el FMI, mientras que a Bolivia y Nicaragua el propio Fondo les canceló la deuda.  Este organismo, emblemáticamente vinculado con las políticas imperialistas en la región, no ha visto todas las cancelaciones con la misma preocupación. En el caso de Brasil y Uruguay mantienen un buen relacionamiento con el FMI.
Productores de materias primas estratégicas (petróleo y gas) han renegociado los contratos, en el pasado leoninos, con las multinacionales extranjeras poniéndoles límites y nuevos condicionamientos. Las privatizaciones de empresas públicas en algunos casos dieron marcha atrás.

Estos países han creado bancos regionales de desarrollo como el Banco del Sur, acuerdos de producción y distribución de energía y colaboración en materia de salud y educación.
En política de derechos humanos los gobiernos de Argentina, Uruguay y Chile están llevando adelante distintos juicios contra militares y civiles acusados de asesinatos, torturas y desapariciones durante las pasadas dictaduras militares que han posibilitado que terminen condenados algunos de los culpables, desresponsabilizando de esta manera al sistema que exigió (al igual que ahora exige gobiernos de izquierda) dictaduras, torturas, asesinatos. Si bien es necesario aclarar que en Uruguay, vergonzosamente, aún sigue vigente la llamada Ley de Impunidad que garantiza a los violadores de los derechos humanos no ser juzgados por delitos cometidos durante la dictadura salvo que el presidente, por su decisión, los deje afuera de esa ley, que es lo que ha sucedido en algunos casos.

En estos países la lucha por «Verdad y Justicia» fue llevada adelante durante años, en soledad y en difíciles condiciones, por familiares y organizaciones de derechos humanos. Hoy los gobiernos de izquierda han logrado neutralizar y cooptar muchas de esas organizaciones abanderándose con la política de los derechos humanos.
Sin embargo la represión sigue actuando contra los movimientos, deteniendo, juzgando y condenando; y no faltan los asesinados por las fuerzas represivas. Se continúa promoviendo la criminalización y judicialización de los que luchan por sus derechos, de los que no se dejan trampear por estos gobernantes. Esto es evidente en Chile, Argentina, Uruguay, Venezuela…

Las políticas sociales

Los estados en las nuevas gobernabilidades disponen de recursos, que antes no existían y que son producto de la coyuntura favorable del alza de los precios internacionales de las materias primas, para financiar programas de apoyo a los sectores más pobres. Programas recordamos que son promovidos por el Banco Mundial y toda la gama de organismos multinacionales de créditos.  Todos estos gobiernos de distinta manera están desarrollando políticas públicas de lucha contra la pobreza y la marginalidad en el trabajo, la educación y la salud. Estas políticas son el buque insignia, el programa estrella, en la búsqueda de nuevos consensos sociales, y de la manifestación del intento de restauración de estados “nacionales” confiables para la inversión de capitales.

En el área andina estas políticas de lucha contra la pobreza se vienen llevando adelante desde los gobiernos anteriores a través de planes para el desarrollo y la participación comunitaria promovidos y financiados directamente por el BID. Con estas políticas los gobiernos han logrado neutralizar los movimientos, cooptarlos e integrarlos a las instituciones sociales en algunos casos («Lula» da Silva nombró ministro de trabajo al principal dirigente sindical opositor).

Si bien han aumentado los beneficios sociales otorgados a los más pobres, en general se continúa con una política económica para atraer los capitales de las transnacionales.

Nuevas gobernabilidades y movimientos

En toda América latina los gobiernos anteriores aplicaron las recetas neoliberales con consecuencias graves que sumieron a amplios sectores de las poblaciones en la miseria más atroz. Los de abajo no tuvieron más remedio que aprender a organizar su supervivencia para continuar con sus vidas. Pero además organizaron su rebeldía que se expresaron en importantes movimientos en todo el continente como el «caracazo» en Venezuela, zapatistas en México, los indígenas en Ecuador, cocaleros y guerras del agua y del gas en Bolivia, los Sin Tierra en Brasil y «piqueteros»y fábricas recuperadas en Argentina, movimiento mapuche en Chile…

Algunos piensan que la existencia de estos gobiernos de izquierda con mayor sensibilidad social les da a los de abajo posibilidades de fortalecerse y de lograr conquistas hasta ahora inalcanzables con los gobiernos de derecha. Esto puede ser cierto a corto plazo, pero a la larga todos los gobiernos, incluidos aquellos que quieren lograr un mejor reparto social, inevitablemente tienden a manejar, conquistar e institucionalizar los movimientos de base. Las políticas sociales de las nuevas gobernabilidades tienen mayor capacidad para arrastrar atrás de sí a los movimientos al adueñarse de sus banderas y hacer efectivas algunas de sus reivindicaciones.

Desembarcan con sus funcionarios y técnicos sociales, muchos de ellos militantes sociales, encuestando, numerando, registrando, neutralizando y controlando. Pero sobre todo impulsando un nuevo estilo de trabajo social donde estimulan organizaciones sociales participativas y “autónomas”. Las incitan a que actúen dentro del Estado, reconociéndoles representación institucional, cooptando así movimientos que pasan a definir y vestir estos gobiernos como «populares».

Las nuevas gobernabilidades necesitan controlar los movimientos, pues ellos son creadores de incertidumbre social porque con sus reivindicaciones cuestionan la naturaleza y estructura de los estados en reconstrucción y espantan a los inversores.

El abajo que se mueve

Los movimientos de los pueblos originarios o indígenas son seguramente uno de los rasgos más sobresalientes de estos tiempos. Tal vez ellos están llevando adelante el proceso de descolonización que en estos países nunca se concluyó.  Se han enfrentado duramente a las transnacionales del petróleo en Ecuador y Colombia.
En Chile y Argentina los mapuches han resistido a las empresas madereras y de celulosa. En Chile han sido duramente criminalizados aplicándoles la Ley Antiterrorista (legislada por Pinochet) por parte del gobierno de la socialista Bachelet. El movimiento de lucha del pueblo Mapuche es contra las multinacionales que se adueñan de las tierras indígenas para desarrollar los agro-negocios,  por la autonomía y la gestión comunitaria del territorio sin la ingerencia del Estado chileno.

En Bolivia la lucha por el agua y por el gas y por la nacionalización de los hidrocarburos ha visto a las comunidades indígenas y campesinas en primera fila cuando en octubre del 2003 derribaron a un gobierno y entre mayo y junio del 2005 estuvieron a un paso de tirar al presidente Rodríguez y de organizar un autogobierno, pero Morales y su partido el MAS, negocian y logran que el movimiento insurgente acuerde una tregua con el gobierno, quedando así nuevamente abierta la vía electoral que llevara al aymará Evo Morales a la presidencia de Bolivia. La reivindicación de la nacionalización del gas y el petróleo, el plantear la soberanía sobre estas industrias organizadas según el modelo centralizado estatal  significa hacer entrar otra vez al parlamentarismo y al Estado como interlocutores validos en el conflicto.

En Ecuador los pueblos originarios promueven un estado multicultural y multirracial. En el caso de Ecuador ya los pueblos indígenas en el pasado han hecho alianzas en este sentido con partidos y candidatos a gobiernos que después los traicionaron. Tal vez sea posible la construcción de un nuevo estado donde quepan las culturas indígenas siempre que no se cuestione el mercado capitalista.
Los aymará en Bolivia proponen el autogobierno de las comunidades,  reivindican la construcción de la «nación aymará» oponiéndola a la idea de conquistar el Estado.

El movimiento piquetero en Argentina ha sido debilitado e integrado mayoritariamente en las políticas gubernamentales desde el gobierno de Kirchner. El grupo numéricamente más importante dirigido por D’Elía son actualmente los piqueteros y grupo de choque del gobierno. En esta situación de gran confusión provocada por una política gubernamental que presta mayor atención a la asistencia a las clases más pobres, llegando incluso a suceder que un Movimiento de Trabajadores Desocupados vinculado a una organización anarquista terminó trabajando electoralmente para Kirchner, pasándose con armas y bagajes al lado de las instituciones. Sin embargo algunos sectores piqueteros, fábricas recuperadas, asambleas vecinales continúan afirmando sus vínculos y construyendo autónomamente su vida, produciendo y comercializando de otra manera, autogestionariamente.

El chavismo en Venezuela es un movimiento impulsado desde el gobierno y tiene como líder máximo al propio presidente. Ese ya es su límite de nacimiento, un cordón umbilical que lo une fuertemente al Estado. «Que la gente asuma el poder» esa es la idea de Chávez según escribe entusiasmado el libertario estadounidense Michael Albert. ¿Pero qué significado puede tener esa propuesta cuando es hecha por quien ejerce realmente el poder, el mismo que construye el partido único PSU, para dirigir los destinos de la «revolución bolivariana», y de quien él es el líder máximo. Un poder popular diagramado desde arriba por los funcionarios del gobierno sólo puede servir a fortalecer el poder de los funcionarios, de Chávez y del Estado. Es que el socialismo del siglo XXI está inspirado en ese espejismo denominado socialismo cubano.

«El poder tiene necesidad de disminuir nuestra potencia de actuar para, precisamente, ejercer su poder sobre nosotros» No hay mejor manera para hacer perder el poder hacer de los movimientos que integrarlos al espacio del gobierno, institucionalizando las nuevas formas de participación nacidas en la base del chavismo.
Chávez quiso afirmar su poder, no el poder popular, por medio de un referéndum que el propio movimiento chavista boicoteó. Por eso es necesario diferenciar a Chávez del movimiento que lo apoya.
Los Sin Tierra de Brasil vinculados en su surgimiento a las comunidades eclesiásticas y políticamente al PT, hoy están parcialmente distanciados del partido de Lula a partir de posiciones distintas respecto a la Reforma Agraria y al cultivo de los transgénicos.

El MST es seguramente uno de los movimientos más poderosos de América Latina, pero es también el más estructurado y vertical. Eso tal vez venga de mezclar las posiciones de la iglesia progresista y una izquierda marxista bastante ortodoxa que mira con expectativas hacia la construcción de un estado popular.

Un movimiento muy combativo y participativo en su base, en sus campamentos y en las ocupaciones de tierra, pero que deja de serlo en la medida que se sube en la estructura, ya que se rige por el centralismo democrático.
El movimiento zapatista ha sido el que más han influido en estos tiempos en el movimiento libertario y también el que más ha incidido en la búsqueda de un cambio en el pensamiento emancipatorio en Latinoamérica. Sin embargo la última etapa de los zapatistas de mirar, no hacia abajo como han hecho hasta ahora, sino que con la otra campaña, han recorrido México mirando hacia abajo y a la izquierda. Ello los ubica en un espacio político, el de la izquierda radical, más o menos ortodoxa y leninista, donde se repiten las políticas que los mismos zapatistas han venido criticando. Además el ubicarse no abajo sino abajo y a la izquierda es seguir manteniendo una categoría vinculada a la forma estado que sirve para seguir reproduciéndolo.

También en México el movimiento indígena y popular de Oxaca organizado en el APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oxaca) y en un movimiento aún más amplio conocido como la Comuna de Oxaca, han sido los protagonistas de la resistencia contra el gobernador Ulises Ruiz que es la expresión de años de corrupción y represión. Ya el oxaqueño Flores Magón había encontrado en las comunidades indígenas el fundamento de sus propuestas libertarias.
En Uruguay, los movimientos visibles son nada más que estructuras verticales, sin vida.

Las fuerzas que hubo en algún momento en esas estructuras, fueron ahogadas por los requisitos de la legalidad, legalidad que los integrantes mismos aceptaron corriendo tras la zanahoria de la democracia participativa y las facilidades que promete el «progresismo», que por cierto no son gratuitas. Estas fuerzas se diluyeron en los pasillos del poder, más ocupadas en perseguir permisos legales, en integrarse al sistema que en construir sus propias realidades. Pero, mas allá de intencionalidades el aparato burocrático de los movimientos sociales,  sigue funcionando y reproduciéndose por inercia.

Sin embargo existe, también, un movimiento invisible, disperso e impredecible, que partiendo de sus realidades y sus deseos, busca esa autonomía y crea desde la diferencia, las realidades que desea; haciéndose cargo de la alimentación, la educación, la salud, esquivando la legalidad para poder tener dónde vivir, donde hacer crecer alimentos… viviendo día a día la aventura (en mayor o menor grado) de construir juntos esa realidad que nos posibilite vivir más libre y sanamente.

Nuevos contextos, nuevas capacidades

Una mirada crítica hacia los movimientos, hacia su fragilidad, no implica un juicio negativo. Pues de esa fragilidad, de la crisis de referentes, de las incertezas nace ese deseo de creación, de la búsqueda de nuevos sentidos para nuestras vidas.
Los movimientos no son puros, son heterogéneos, híbridos, son mezclas de diferencias con distinto tipos de impurezas, pero de esas mezclas, de ese mestizaje es de donde pueden nacer las trasformaciones. De lo homogéneo, de lo puro, no hay más que repeticiones, nunca creaciones.

Sin embargo, algunos movimientos de base en América Latina siguen impregnados por esa lógica leninista de que la política partidaria es una instancia superior de la política, separando lo social de lo político, afirmando de esta manera su rol de correa de trasmisión de decisiones tomadas en instancias superiores,  y cuando no es así, muchos de ellos no van mas allá de reivindicaciones corporativas o de practicas clientelares.
La crisis de la representatividad  y del vanguardismo no desemboca  automáticamente al desarrollo de acciones autónomas y en la autoorganización.

Dentro de los nuevos grupos de la izquierda radical, muchos reivindican instrumentalmente la autonomía de los organismos de base, pero es una autonomía construida al servicio de una estrategia de poder. Se juega con el concepto de independencia de clase y autonomía  confundiendo como si fuera lo mismo. En Uruguay en los años ’60 y  ’70 la independencia de clase significaba la independencia del Estado, de los gobiernos de turno, y de los partidos burgueses; pero no de los partidos y grupos de izquierda. Y esa es la autonomía que se intenta hacer pasar.

La estrategia de poder implica la acumulación y ¿cuál es el lugar por excelencia, según esa estrategia, de la acumulación política sino el partido o la organización política?
Para los movimientos sociales, no solo aquellos que se limitan a hacerle solicitudes al Estado en una actitud subalterna; sino sobre todo para aquellos que no quieren quedar atrapados en las redes de las instituciones estatales, parece claro que no se puede seguir peleando igual que antes de estos gobiernos, como si no hubiera sucedido nada. No todo es igual y esta situación actual, que es más compleja, hace necesario la invención de nuevas formas que eviten tanto la cooptación como la marginalización de los movimientos, ¿o será que justamente debemos fomentar la marginalidad misma, en el sentido de que estamos en los márgenes de un sistema del cual queremos salir?

Un contexto nuevo que nos exige y desafía a la creación de nuevos conceptos y prácticas, de otras nuevas capacidades.

fuente: https://www.nodo50.org/ekintza/spip.php?article461

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Comienza una campaña contra el uso de niños en conflictos armados

Publicada el 08/11/2008 - 07/09/2018 por raas

La participación de niños y niñas en conflictos armados en todo el mundo no ha cesado de aumentar en los últimos años. Constantemente son reclutados para combatir, colocar o retirar minas antipersonales o para realizar labores de intendencia.

Por revista Ekintza Zuzena

Para acabar con esta situación se ha creado la campaña «Ni un niño más para la guerra», impulsada por diversas multinacionales del sector textil, así como de la eslaboración de prendas deportivas. «Esta situación resulta intolerable. No podemos continuar permitiendo que la creciente demanda de niños para guerras en países de África y Asia haga escasear y encarezca la mano de obra infantil, precisamente en los países donde se confeccionan la mayor parte de nuestros productos», afirmó conmovido el portavoz de la campaña.

De la revista Ekintza Zuzena nº35. Sección LSD http://www.nodo50.org/ekintza

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La bandera pirata de Jean Vigo

Publicada el 12/10/2008 - 07/09/2018 por raas

Por Juan Nicho

“Instrucción”

«Y tú me preguntaste,
¿qué hay en el centro de la tierra?
¿Hay casas diminutas rodeadas de fuego
donde arden los niños no obedientes,
traviesos en la escuela?

Seis años, dulces, seis años dulces,
poblados ya de pútrida enseñanza». Alfonso Costafreda

Es una niña, estudiadamente ambigua, quien enarbola la bandera pirata manufacturada con exquisito cuidado la víspera por todos los niños rebeldes.

Se trata de boicotear la patochada oficial-académica de la fiesta del colegio. Las autoridades de la ciudad, las fuerzas vivas, estarán presentes, y el momento en que actuar parece inmejorable. Es algo más que una vengan­za contra todos los domingos de castigo, contra las manos demasiado largas de los profesores, contra la mezquindad de los vigilantes y la repugnante mediocri­dad autoritaria de todo el colegio con su insignificante director al frente. Está todo perfectamente calculado y los niños no pueden disimular su excitación. La noche previa al ataque es toda una orgía de desmanes y alegría, de almohadas desplumadas y colchones reventados. Sus movimientos, inmaculadamente recogidos en cámara lenta por Vigo, revelan algo diferente a una simple revuelta. Vemos en ellas un matiz añadido a los colores del motín: la sacra­lidad, la religión entendida como desatado paganismo adherido a la vida, a sus objetos y movimientos, al entrechocar de las palabras que vuelan entre los seres. Ellos saben que están dando rienda suelta a un rito, un ritual que se elabora sin guiones ni estructuras, acora­zándose por los propios sentimientos hilvanados al vuelo.

Sus únicas dudas son respecto a la fidelidad de los par­ticipantes en la rebelión. Temen, con toda la razón del mundo, que alguno de ellos pueda haber sucumbido a las fauces aspirantes del orden: las amenazas, las falsas promesas, las prebendas, privilegios, el terror… Pero no, todos son Niños Perdidos en la Isla del Miedo de un Colegio Público.

Antes de proseguir, recordar que la película de que hablamos, «Zéro en conduit» (1933), fue duramente ata­cada en su tiempo, llegando a ser definitivamente censu­rada y su director marcado para siempre con el estigma de maudite o, más apropiadamente, de inaceptable. Pero Jean Vigo ya había sido marcado por otra realidad más severa que la risible condena de los hombres: la enfermedad. La tuberculosis, en sus últimos coletazos morta­les del siglo, había llamado ya a su puerta y se había ins­talado en él definitivamente. Esto, que fue sin duda un alivio para sus detractores, no pudo hacer en él más que provocar un exasperado aceleramiento de sus intencio­nes creativas. «Zéro en conduit» fue su grito de guerra contra el mundo; pasara lo que pasara él ya había grita­do.

«L’Atalante» fue un dulce canto de cisne de una pre­sencia ya materialmente comprometida por la tisis. En ella, ya desde los primeros tropezones en la gabarra adi­vinamos que el amor es una casi completa imposibilidad. La fragilidad con que se desarrollan sus procesos no augu­ra nada bueno en ningún momento. Por ello su final feliz es un final semi-soñado, sumergido, estructurado débilmente en las brumas del deseo más que de la realidad. ¿Aunque no es el deseo el motor de la realidad? Pero volviendo al «cero en conducta» que obviamente Vigo endosa desde el principio al entorno en el que ha crecido, es ésta una de las pocas películas en las que el rechazo a la educación infantil reglada aparece sin con­templación alguna. Nada puede salvarse del entramado agónico que conforma la escuela, la sensación que provoca es invariablemente la de la asfixia.

La crítica a los sistemas educativos siempre ha sido la que de modo más endeble ha evolucionado. Lo que siempre ha estado en el punto de debate han sido los métodos educativos, los planes de estudio o aún la forma en que debían disponerse los diferentes módulos académicos. Pero casi nunca se ha tratado de cuestionar la base misma del invento uniformador que es la escue­la. Nunca se ha cercenado con virulencia la idea misma de una coerción temprana en la vida de los individuos. La coartada de la necesidad educativa, de la adquisición de conocimientos básicos ocultaba siempre la raíz tupi­da y sucia del invento. Jean Vigo se atrevió a ello, y lo hizo a lo bestia, sin mediar paño tibio alguno en su des­trucción del sistema. La coerción primera, el abuso sexual, la violencia gratuita, el entontecimiento, la uni­formización en la bobería, todo está presente en su breve película de 44 minutos.

Todo en ella rezuma el salvajismo liberador de la vida. La condena estaba anunciada.

Hay que decir también que no es para nada un agujero negro de dolor y rabia, sino que el humor y la ternura pululan por doquier demostrando que en la peor de las situaciones los seres humanos pueden hallar los cauces de comprensión y conocimiento que la colectividad neciamente organizada les niega.

Un personaje de la película, evidente alter ego de Vigo y de su visión de las cosas, suaviza el asco y mantiene a lo largo del metraje una crujiente y quebradiza esperan­za. Paradójicamente se trata de un vigilante. Él es quien a modo de “emboscado” jüngeriano se infiltra en la bestia y, rompiendo sus normas, se ríe abiertamente de ella. Un nuevo vigilante en la escuela, un «policía de patio», se gana la confianza y el aprecio de los niños más rebeldes pero de un modo muy peculiar y que, en los medios más supuestamente libertarios de hoy resultaría paradójicamente extraño: con la no intervención.

Son demasiados ya los salvadores de la infancia, de los obreros, de las patrias, del tercer mundo, que nos inun­dan con sus blanqueadas soflamas. Miles de aplicados monitores presunta y presuntuosamente progresistas abanderando la causa del libre aprendizaje de los niños; educadores de calle, psicólogos, profesores… todos creen que su intervención es clave para el perfecto des­arrollo de los acontecimientos de la infancia. Y no lo es. Aunque se empeñen en ello.

Se aprende más, si a ello vamos, del no involucramien­to, del prodigio de la libertad sin censuras, que de cual­quier programa de actividades encaminadas al creci­miento personal para pasar la tarde. De la escuela de curas al colegio público de orientación avanzada sólo varían los valores a inculcar a los niños y niñas. Y la escuela libertaria, como monstruo imposible y contra­dictorio, sigue en un sueño del que despertar se hace difícil.

El atípico personaje del vigilante, un joven que se inmis­cuye cuando le apetece en los juegos de los niños y los deja a su aire en todo momento, no es una figura actual. Uno de los escándalos que provoca su actitud «dejada» parte de la permisividad que al parecer mantiene frente a las estrechas relaciones, fuertemente sexualizadas, entre dos alumnos. Y esto es así porque él no les sermo­nea, no les adiestra, no los agobia, sólo observa y sigue su vida, atraído él mismo por mujeres con las que se cruza en la calle y que ocupan su interés. No ve por qué debe meterse donde no le llaman.

En todo caso, y a modo de brillante antecedente de la algo melosa «El club de los poetas muertos», escenifica con ellos en clase las lecturas de los libros en una especie de improvisación teatral caótica donde todos gritan, fuman y hacen lo que les da la gana. Así, en el momento culmen de la revolución, él tampoco interviene. Se limita a no actuar en ningún sentido, a no reprimir y, única manifes­tación ante el hecho, a celebrar dando saltos y sonrisas, el descalabro del orden establecido.

Llueven piedras, tejas, objetos de todo tipo sobre las marionetas patéticas en que Vigo ve convertidas a las autoridades competentes. Los niños hablan abiertamen­te de «munición» cuando se refieren al cargamento que lanzarán el gran día. No les importan las consecuencias, les da igual el resultado de su empeño. Saben que es per­fectamente inútil. Y por eso es bello, y es perfecto.

A nadie se le escapa la similitud de su revuelta en el tejado con la que los presos emprenden de tanto en tanto (y que sistemáticamente silencian o distorsionan los medios) en todas las prisiones del mundo. Los niños, al igual que los presos («niños = presos políticos», decía Deleuze), saben que eso acabará mal, que no pueden vencer, como lo saben los okupas, que viven en la cuen­ta atrás de los desalojos. Es la rebelión por la rebelión misma, la que empieza y acaba en su propia esencia, el sacrificio lúcido del futuro por una realidad terrible y verdaderamente pre­sente.

Sólo por esos momentos de auténtica ordalía la vida se arma de un sentido más denso. No puede nunca destruir­se a quien ha cantado su canción y ha sido acallado luego. La canción ha sido cantada y el eco persigue a los enmudecedores.

La clave, para mí, de la película, y que quizá la diferen­cie de otras versiones más edulcoradas de alborotos estudiantiles se halla en la actitud del personaje más ambi­guo del drama. La niña que se niega a ser manoseada por el rollizo hijo de puta que cree incluido en sus potes­tades de profesor el derecho de pernada infantil. La niña, que aparece como niño-niña, le envía directamen­te a la mierda. Ello genera una suerte de consejo escolar de guerra donde la niña, en presencia del director y de la plana mayor de la escuela, debe abjurar de su insulto y pedir disculpas al obeso obseso. Por supuesto, y aquí está la clave que lo precipita todo, no lo hace. Y no sólo no lo hace, sino que fieramente se reafirma en el mismo epíteto que le lanzó antes. ¡A la mierda!, que diría Fernán Gómez. O como sugeriría tiempo atrás Valle Inclán cuando le recriminaron sus insultos: «Yo no insulto, defino.»

Esta imaginación precisa de la niña es lo que supongo descolocó a los bienpensantes de la época, dispuestos a ver ficcionado un despropósito, pero no su reiteración, la justificación del mismo, su aprobación definitiva. Ellos dan una oportunidad para rectificar y sin embar­go…

Ya no estábamos ante una chiquillada sino ante una reflexionada postura vital. Los niños pasaban a ser intocables. Toda violencia posterior contra ellos resultaría inútil. En realidad, a nadie le ha importado demasiado la vio­lencia contra los niños en las sociedades, digamos, civi­lizadas. Nos escandalizamos rápidamente ante cualquier abuso de los primitivos salvajes del tercer mundo (o del cuarto, como los quieran llamar), pero con ello nadie quiere darse cuenta de que ocultamos lo que aquí ocurre a diario y con una fuerza ciertamente inusitada.

Es una cuestión de propiedad: los niños del tercer mundo tam­bién son nuestros (para ellos van nuestras campañas, incluso los apadrinamos, en una forma virtual de propie­dad), pero es que los estrictamente nuestros son mas nuestros todavía, y nadie ha escrito en ninguna parte que pueda tenerse acceso desde fuera al trato que uno da a lo que es suyo. Alice Miller recuerda las dificultades que tuvo un informe sobre el maltrato infantil en la super­moderna Suiza para ser publicado en los medios del país. Las estadísticas y los casos en esa bonita isla de neutralidad aterrorizan, incluyendo más de catorce tipos diferentes de agresiones físicas a los niños, desde los golpes hasta la misma cámara de tortura instalada en el sótano familiar…

Quien lea una novela autobiográfica escrita no muchos años antes de la película de Jean Vigo comprenderá lo que estoy diciendo: «El niño», de Jules Vallés, narra una infancia absolutamente destrozada a golpes, sin sentido ya por la monotonía de la violencia y, lo que es peor, vista ya por su víctima con algo espeluznantemente cer­cano a la frialdad. Por fortuna, otro tipo de experiencias, vividas y narradas en posteriores libros, contribuyeron a aliviar en parte ese insoportable dolor del cuerpo y del alma.

Toda esta violencia, toda esta oculta costumbre del daño y la represión a los más débiles es considerado en muchos momentos como la norma, y también lo es ahora, pero con la condición de no hablar de ello, de no exteriorizarlo demasiado… («El origen», de Thomas Bernhard, con su tétrico colegio es una muestra de ello). Ocurre quizás que, con el advenimiento de la psiquiatría y de las «ciencias de la mente» ocupando lugares de dis­pensación de poder, posiciones desde las que establecer criterios legales y jurídicos, las cosas han cambiado un poco.

En nuestra época quizá no se hablaría de indisciplina y rebeldía sino de trastorno psicosocial de adaptación. Los chavales despiertos de la película de Vigo serían tratados como chicos conflictivos, de riesgo, portadores de una peligrosa patología social, fruto de familias deses­tructuradas, en fin… como enfermos o inadaptados. Su opinión sobre las cosas deja de contar, su decisión de optar por algo distinto a lo impuesto revela tan sólo un síntoma, a lo sumo un síndrome de carencias afectivas ante el que una buena psicoterapia combinada con un efectivo y com­prensivo trabajo social podría reducir sus manifestacio­nes de violencia hasta la feliz convivencia con sus com­pañeros en el medio de estudio.

Fruto de esta concep­ción sería la evolución de las películas que muestran «hechos de entidad» de los niños, aún censurándolos, a las que buscan despertar la compasión del espectador por la inconsciencia y la locura de los pobres chavales, tipo «El niño que gritó puta». Y así con todo. Escribo esto mientras empieza a llover y sé que todo lo que se habla es prácticamente inútil. Pero no por eso voy a dejar de recordar nunca esa bandera negra casera, de tela pobre, en la que unos niños fabulosos dibujan dos tibias y una calavera y que alzan sobre el tejado de un colegio y que luego lanzan a sus compañeros que les vitorean desde abajo para que la devoren y jueguen el juego de la ver­dadera guerra, la de la supervivencia contra la estupidez organizada. Quiero creer que esa bandera pirata, sin líderes, sin esperanza, sin demasiado miedo a la muerte, sigue y seguirá ondeando en alguna parte.

fuente: https://www.nodo50.org/ekintza/spip.php?article444

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Cuando abusamos del abuso machista…

Publicada el 01/10/2008 - 07/09/2018 por raas

Lo que son y lo que queremos que sean las relaciones entre hombres y mujeres

«La igualdad como algo deseable ha quebrado la estructura misma de la lógica sexual. Cualquier sentimiento de particularidad sexual (reconocimiento de mis caracteres sexuales) ha sido tenido por irrelevante; y en el caso de los caracteres sexuales terciarios, como indeseables (cuando no ‘inestudiables’, ‘inanalizables’, y otros muchos ‘in’). Y ésta es la paradoja en la que el hombre se ha perdido en tanto concepto (lo que la mujer consiguió a mitad del siglo XIX el hombre lo ha perdido entrando el siglo XX). Dado que de negar alguno de los dos sexos, se ha negado el masculino: el opresor frente al oprimido». S. Sáez, 2002.

Una breve presentación:

Buenas:
Desde la publicación de «Cansadas de tanto neofeminismo y políticamente incorrectas» no han sido pocas las críticas que hemos recibido, algunas muy constructivas que nos han hecho reflexionar sobre nuestra postura y darnos cuenta de las limitaciones del texto, de sus vacíos y carencias y de aquellos aspectos en los que no fuimos demasiado claras a la hora de exponer nuestros argumentos; y otras que más que críticas eran insultos tras los que se parapeta un gran vacío teórico, pataletas de quienes no soportan que se cuestionen sus planteamientos y que preferimos ignorar. Lo último que se pretendía con el fanzine era comenzar una batalla maniqueísta (o estás conmigo o contra mí) con ciertos colectivos feministas, sino que esperábamos abrir un debate constructivo que nos permitiera avanzar en la lucha compartida, de hombres y mujeres, contra la opresión patriarcal. Así que agradecemos las primeras y suprimimos las segundas.

Entre esas aportaciones y críticas, recibimos una invitación de Ekintza Zuzena a colaborar en este número (con el que cumple su veinte aniversario, por cierto: Felicidades y muchas gracias por vuestro esfuerzo de estos años). Y en esta invitación encontramos una buena ocasión para aclarar todo aquello que parece haber dado lugar a confusión en el fanzine y profundizar en algunas cuestiones, en concreto lo relativo al «abuso del abuso machista» que, en ocasiones, vemos que se hace en nuestros entornos.

El discurso antipatriarcal y las relaciones entre los sexos

Antes de entrar de lleno en la cuestión del abuso, creemos que es importante echar la vista atrás y revisar de dónde proceden los actuales discursos antipatriarcales, y en concreto aquellos que se refieren a la sexualidad y otros aspectos de «lo privado»: La observación de que la opresión del patriarcado parecía que se mantenía a través de la historia y de las culturas por parte de las llamadas feministas radicales durante los años 70 y 80, reforzó la idea de que este sistema de opresión operaba con máxima efectividad en la esfera privada. La idea de que lo personal es político propulsada por Kate Millet en su obra «Política sexual» (1969) ganó empuje entre las feministas, y se comprendió que el escrutinio de las propias historias de vida era potencialmente liberador, acompañado por esfuerzos de cambio en la dinámica de las relaciones entre hombres y mujeres: No importaba lo bien intencionados que los hombres pudieran parecer, ya que como detentadores de un profundo interés en su status quo, al nivel de la sexualidad y la afectividad todos eran cómplices.

La sexualidad se convierte, en este momento, en un tema central en la agenda feminista: se critica la heterosexualidad dominante y las formas de sexualidad masculinas; se denuncia el sesgo androcéntrico de la sexología y el psicoanálisis y la relación entre los sexos queda definida como relación política, dando lugar a uno de los debates comunes entre las feministas de los 70 sobre la posibilidad de considerar el lesbianismo como única forma correcta de sexualidad para las mujeres. Los debates en torno a la erótica femenina que se plantean estas autoras -en respuesta a la heterogenitalidad promovida por las teorías reichianas, en pleno auge- se centraron en la concepción de la sexualidad femenina como un terreno de placer y peligro: El feminismo radical como movimiento reclama al feminismo que se cuestione el estatus de la sexualidad en el discurso feminista. Se deja de hablar sólo en términos de agresiones sexuales para hablar de poder: el placer es una fuente de poder y de vida, y no tanto debilitador y corrupto, como plantearán en los 80 otras grandes fracciones del feminismo y, en concreto, el feminismo cultural y antipornográfico.

El llamado feminismo cultural de los 80 llevará esta idea hasta el extremo, pasando, de culpabilizar al patriarcado -en tanto que sistema que concede el poder a los varones- a atacar directamente a los hombres, individual o colectivamente, por el mero hecho de serlo. Bajo este epígrafe se recogen las aportaciones de diversas autoras que, partiendo de un análisis esencialista de la realidad, acentúan las diferencias en lugar de las semejanzas: Si hasta ahora el feminismo se manifestaba en contra de lo biológico como determinante de las desigualdades sociales, el feminismo cultural da una vuelta de tuerca más al proponer que las mujeres han de confiar en sus instintos biológicos, se trata de «pensar a través del cuerpo». Se establece un vínculo directo entre las vidas de las mujeres, sus cuerpos y el orden natural.

Para las feministas radicales la violencia masculina era una estrategia política de dominación, la clave no estaría en la violencia sino en el poder: el pene como arma y el coito como sometimiento se entienden, desde esta perspectiva, como elementos dentro de un sistema de dominación más amplio. La violencia contra las mujeres deja de ser un suceso, un problema personal entre agresor y víctima para definirse como violencia estructural sobre el colectivo femenino. La violencia tiene una función de refuerzo y reproducción del sistema de desigualdad sexual. Frente a este planteamiento las feministas culturales harán del peligro el único foco de análisis, olvidando cualquier reflexión sobre el placer y planteando la violencia masculina como una cuestión identitaria. Desde esta perspectiva el hombre queda definido como violento, agresor potencial por el hecho de ser hombre. La sexualidad masculina: agresiva, irresponsable y genital, se sitúa como nunca antes en el punto de mira. El foco del problema no se sitúa ya en la construcción cultural de los sexos -género- sino en la propia naturaleza de ambos sexos.

La separación entre el feminismo radical y el cultural se produce, básicamente, en el terreno de la sexualidad y, más concretamente, en la relación entre feminismo y lesbianismo. El lesbianismo se planteó, dentro del feminismo cultural, como una opción política -y no como opción sexual- que implicaba el alejamiento del mundo femenino y el masculino. El lesbianismo se presenta como prueba del compromiso absoluto con el feminismo, produciéndose una separación obvia entre lesbianas y feministas heterosexuales:< /br> Ambos sectores -heterosexual y lesbiano- del feminismo cultural coinciden en el desarrollo de un «pensamiento maternal». Ser naturaleza y la capacidad de ser madres inclina a las mujeres hacia la salvación del planeta, dada su superioridad moral frente a los hombres.

El feminismo lesbiano -a caballo entre las propuestas del feminismo radical y el feminismo cultural-, dentro del que destacan autoras como Adrienne Rich y Mary Daly, define la maternidad como vínculo intrínsico y básico entre las mujeres. El lesbianismo es entendido como única alternativa de vida no susceptible de contaminación por el varón, convirtiéndose en una cuestión política que solidariza a las mujeres. La atracción entre mujeres no es sexual, porque eso es algo de varones, sino que se trata de una identificación consciente de unas con otras. Evidentemente, si la relación entre hombres y mujeres se entiende como opresión de unos sobre las otras, la postura de las feministas lesbianas, que deciden separar por completo su vida de la de los hombres, nos parece la más coherente: ¿Cómo vas a compartir tu vida con tu opresor, tu enemigo de clase? De hecho, lo que no entendemos es cómo estos mismos postulados pueden ser mantenidos -también ahora- por mujeres heterosexuales, que comparten y desean compartir su vida intima con hombres: ¿Se puede afirmar que todos los hombres son cómplices de la opresión de las mujeres, que las relaciones heterosexuales son el máximo exponente de esa dominación y, al mismo tiempo, desear y compartir nuestra vida con ellos?

A partir de algunos de los supuestos de estas feministas, y ya en la década de los 80, se crea entre el feminismo, el pacifismo y los movimientos ecologistas una unión que dará origen al actual ecofeminismo, el cual llevará esta separación entre lo «femenino-natural-bueno y lo masculino-cultural-malo» a su máxima expresión. Mientras que en lo que se refiere a la identidad femenina el feminismo cultural distingue entre aquellos rasgos que vienen del patriarcado -pasividad, docilidad…- y aquellos innatos o propios de la naturaleza femenina -bondad, cuidado, ternura…- en lo que se refiere a la naturaleza masculina no se admite tal distinción, definiendo lo masculino como algo innato, expresión de su naturaleza maligna y no como algo en parte construido por el patriarcado y la sociedad.

La sexualidad femenina según un amplio sector de las feministas culturales, se reduce a una expresión del dominio masculino. El deseo de las mujeres -ya sea hacia los hombres como hacia otras mujeres- y su gran variedad de experiencias sensuales, como la masturbación o el placer al dar de mamar o jugar con sus hijos, no se tienen en cuenta, quedan desplazados por la «opresión masculina» arrebatando a las mujeres su identidad como sujetos deseantes y transformándolas en mero objeto de deseo. Y este deseo, considerado exclusivo del sexo masculino, se llena de connotaciones negativas. El sexo y lo erótico quedan definitivamente ligados a la opresión y la violencia masculinas. En este sentido, Catherine MacKinnon afirma que «la socialización de género es el proceso mediante el cual las mujeres acaban identificándose como seres sexuales, como seres que existen para los hombres» (MacKinnon, en Flax 1995: 303).

Susan Brownmiller, Catherine MacKinnon y Andrea Dworkin son posiblemente las activistas que, desde esta corriente, más empeño pusieron en la criminalización de las relaciones entre los sexos. Partiendo de la premisa «La pornografía es la teoría y la agresión sexual es su práctica» (Dworkin, 1980) éstas y otras feministas culturales emprendieron una lucha contra la pornografía como símbolo de la opresión sexual a partir de la que el sexo queda ligado a la violencia al mismo tiempo que las identidades y relaciones de hombres y mujeres definidas en términos de agresión. De nuevo Dworkin afirma que «es difícil distinguir la seducción de la violación. En la seducción el agresor a veces se molesta en comprar una botella de vino» (Dowrkin, en Amezúa 2003:86)

La violación, el acoso sexual y la pornografía -a las que añaden la prostitución, el striptease, y todo aquello que guarde relación con el erotismo- forman un conjunto que pone en evidencia la misma violencia contra las mujeres: La dominación masculina se basa en el poder de los hombres para tratar a las mujeres como objetos sexuales.

La idea de que la violación es «un proceso consciente de intimidación por el cual todos los hombres mantienen a todas las mujeres en un estado de miedo» (Brownmiller, 1981) pronto será aceptada más allá de los círculos feministas iniciándose una fuerte persecución de la pornografía como puntal de la ideología masculina que rebasará también los límites del feminismo al encontrar un respaldo legal, mediante la configuración de nuevas figuras como el acoso sexual o los malos tratos, y el consecuente despliegue de leyes, instituciones y medidas penales. De esta manera, lo que estos sectores no habían logrado por la vía de la razón, fue finalmente impuesto por la presión social organizada en torno a la victimización de las mujeres y su instrumentalización.

La violencia contra las mujeres pasa a ocupar, en este momento, un papel central en el discurso feminista, siendo además un nexo de unión entre las feministas de la Igualdad y aquellas defensoras de la Diferencia. En este punto en el que la violencia es concebida como el elemento a través del que se mantienen las desigualdades entre los sexos y al mismo tiempo se ve reforzada por la desigualdad de poder; es en el que ambos discursos se solapan y apoyan, siendo este discurso el que, sumado a la ideología de la Igualdad, trascenderá los límites del movimiento feminista y se asimilará también en el seno de las instituciones democráticas.

Las aportaciones teóricas de estas feministas y las prácticas que de ellas se desprenden son de gran importancia al evidenciar que la represión de las mujeres operaba con mayor efectividad en el terreno de lo íntimo y señalar la necesidad de cambiar ciertas dinámicas en la relación con los hombres. Permitieron que las mujeres se replantearan su sexualidad y cuestionaran lo que venía siendo y lo que querían que fuera; cuestionaran la heteronormatividad impuesta y el poder otorgado a sus padres, compañeros, hermanos, hijos, etc. por el hecho de ser hombres; profundizaron en la importancia de la maternidad entendiéndola como una posibilidad positiva, y alejándose de aquellas feministas que la concebían como una carga, una limitación para el desarrollo y la autonomía de las mujeres; centraron el análisis en el propio cuerpo e invitaron a la reflexión sobre el propio poder. Ofrecieron a las mujeres la posibilidad de decir NO y que significara No… aunque podríamos cuestionarnos qué pasó con nuestra posibilidad de decir SÍ…

De estas aportaciones surgieron los primeros grupos de mujeres en los que éstas analizaban sus vidas, compartían sus problemas cotidianos en la relación con «lo masculino» y planteaban formas colectivas de lucha contra la dominación patriarcal. Sin embargo, al definir todas las relaciones con los hombres desde el punto de vista del poder masculino, olvidaron o silenciaron el poder de las propias mujeres en el terreno de lo íntimo y en la construcción de las relaciones, negándoles, por lo tanto, su responsabilidad y autonomía y su capacidad de cambiarlas. «Lo personal es político» se vio transformado en «lo personal es agresión y nosotras las víctimas».

La misión del feminismo es buscar la igualdad política completa de las mujeres y los hombres. No debería haber impedimentos para el avance social de las mujeres, pero somos mucho mayores que nuestro yo social. Nosotras contemplamos dos esferas: una es social, la otra es sexual y emocional. Puede que un tercio de cada esfera se superponga a la otra; esta es la zona donde el feminismo ha dicho correctamente que «lo personal es político». Pero hay muchísimo más en la historia humana. El hombre ha gobernado tradicionalmente la esfera social, el feminismo le dice que se eche a un lado y comparta su poder. Pero la mujer gobierna la esfera sexual y emocional, y ahí no tiene rival.

La ideología victimista nos parece una caricatura de la historia social e impide que la mujer reconozca su dominación, su papel activo en la construcción de este sistema de relaciones. Estas teóricas olvidaban la complicidad de las mujeres en la construcción de ese sistema de relaciones, mostrándolas constantemente como oprimidas -víctimas inocentes- e ignorando sistemáticamente su propia violencia y su poder, ofreciéndonos, un relato de la humanidad cortada en dos poco realista.

Por una parte las víctimas de la opresión masculina, y por la otra, los verdugos todopoderosos. Los postulados de estas feministas se basan más en sus experiencias personales (violaciones, abusos durante la infancia, lesbianismo militante… en el caso de Dowrkin y Mckinnon) con una fuerte carga emocional, que en la observación de los hechos. El carácter dramático de estos hechos -acosos, violaciones, agresiones, muertes… a partir de este momento calificados como sexuales- paraliza el razonamiento e impide una visión en conjunto que permita avanzar hacia su reducción y la convivencia armónica entre hombres y mujeres.

Tal carga emotiva eclipsó el debate de ideas en torno a los sexos recurriendo al atajo de la moral y, sobre todo, del Código Penal: es decir, una fijación de figuras delictivas para remediar unos problemas urgentes, más que un debate abierto y ordenado para enmarcar la relación entre los sexos y la lucha compartida por la libertad. Cuando aún no se habían digerido las consecuencias de la llamada revolución sexual de los 60, estas feministas junto a la amplia «derecha moral» estadounidense se encargarán de devolver lo sexual al terreno del pecado, lo sucio, el vicio y el delito y de culpar a los hombres de ello.

Creemos que este discurso, orientado a la criminalización de lo sexual y lo masculino en general, caló hondo en la mayor parte de las aportaciones feministas, también de aquellas hechas desde posturas antisistema y también desde el llamado anarcofeminismo, y por eso hemos considerado importante dedicar unas páginas a exponer sus aportaciones y contradicciones, a fin de entender el origen de lo que hemos llamado el actual «abuso del abuso», punto de unión de diversas aportaciones feministas, incluso de corrientes de pensamiento contrarias.

Abusos del abuso

Es desde este análisis de la gestación del discurso antisexual desde el que afirmamos que este feminismo victimista y antihombres desquicia la lucha antipatriarcal, al convertir a los hombres en el enemigo por el hecho de ser hombre, criminalizando lo masculino y enturbiando las relaciones heterosexuales en todos sus aspectos: erótico, convivencial, amistoso… Sabemos que una vez más nos hemos excedido al citar autoras, teorías, etc.

Sabemos que la lucha feminista, como cualquier otra, se hace en la calle, el día a día, y no en los libros; pero nos parece importante señalar las bases teóricas que la historia del feminismo nos ha dejado, al menos aquellas que más han influido en los posicionamientos actuales que consideramos peligrosos en tanto que nos desvían de nuestro objetivo: la lucha por la libertad contra cualquier opresión. En concreto, el empeño puesto en criminalizar nuestras relaciones con los hombres y en considerar cualquier conflicto entre hombres y mujeres como síntoma de la dominación de unos sobre otras.

Nuestras vidas son el testimonio de nuestra lucha, «lo personal es político», y nos partimos la cara a diario para que así sea, crecemos en nuestra lucha y no olvidamos que nuestro peor enemigo seguimos siendo nosotras mismas. Por eso nos esforzamos por comprender de dónde viene nuestro malestar, por ponerle cara al enemigo, saber quiénes somos, dónde estamos y dónde querríamos estar. Por eso nos negamos a asumir posturas victimistas, a renunciar a nuestra propia responsabilidad en todo esto, a echar balones fuera y culpar a los hombres de todos nuestros males… Somos defensoras del ya clásico «Ni una agresión sexista sin respuesta», y nos enorgullece, como ya hemos dicho otras veces, sabernos parte de un movimiento en el que existe repulsa contra las agresiones sexistas y se toman medidas colectivas contra las mismas.

Sin embargo nos entristece ver cómo desde nuestras filas el abuso o la agresión sexual se ha utilizado como pretexto para fines personales, cómo cada vez más situaciones se interpretan como abuso y cómo se enturbian nuestras relaciones. Obvia y lamentablemente la violencia machista existe y merece todo nuestro desprecio. Pero ¿qué ocurre cuando las cosas no son tan claras? ¿Dónde ponemos el límite de qué consideramos y qué no consideramos agresión? ¿Qué ocurre si para mi cualquier réplica a mis argumentos me parece agresiva e insultante, si califico de machista cualquier acto contrario a mis intereses ya venga de un hombre o de otras mujeres?

De toda relación existen al menos dos versiones, y pensamos que antes de posicionarnos y tomar medidas es necesario escuchar ambas. Si no, podemos meter la pata y joder la vida de algún compañero/a… Las relaciones personales son complicadas, existen los conflictos de intereses, se dan juegos de poder, interpretaciones, suspicacias… no podemos reducirlas a «buenos y malos», «víctimas y verdugos»… Si yo me he sentido agredida pero el otro/a no tenía intención de agredirme: ¿Ha habido agresión? Al hacer de esto un problema colectivo, como no podría ser de otra forma, ocurre que a la opinión de una y otro hay que añadir la de aquellos que se ven implicados en la situación y, sin pretenderlo la mayor parte de las veces, se ven convertidos en responsables de la solución.

Con frecuencia la «palabra de la víctima» es considerada prueba suficiente y otras veces ni siquiera se tiene en cuenta aunque existan «pruebas contundentes» -disculpad tanto entrecomillado, pero no nos sentimos cómodas manejando este lenguaje criminológico…- la reacción colectiva dependerá de muchas cosas, como el status político de uno y otra, las amistades que tengan, su implicación en las asambleas, su «curro» en según qué temas, etc. No es lo mismo acusar de agresor a un compañero «comprometido» y con cierto status en el mundillo que atribuir los mismos hechos a otro algo tímido, que a penas se implica y del que, como colectivo, se sabe más bien poco. Igual que no es lo mismo que la «denuncia» venga de una compañera con tablas y redes sociales amplias, caché político, etc. que de otra que no cuente con esos «recursos sociales» o, simplemente, nos caiga peor… Cada situación es completamente distinta, cada conflicto una historia, por lo que reducirlo todo a una cuestión de abuso machista o sexual nos parece un abuso en sí mismo.

Los juegos y abusos de poder en las relaciones existen, y negarlo sería una estupidez por nuestra parte, lo que queremos cuestionar es si este poder lo ostentan siempre los hombres y es un poder machista.

Si dos compañeros -hombres- discuten y uno termina soltando una ostia al otro, pensaremos que se le ha ido la olla, o que tenía razones de sobra porque el otro le estaba calentando, o que es un tío agresivo que todo lo resuelve igual, o pondremos como excusa que iba muy pedo o… habrá muchas respuestas posibles. Si la misma situación se da entre una compañera y un compañero y es él quien termina soltando la ostia, las posibles respuestas tienden a reducirse a una: es un capullo machista.

Pensemos, por ejemplo, en la habitual figura del «baboso» y en las diferencias entre ser un baboso y ser un ligón: Seguro que conocemos cantidad de ocasiones en las que acusar a alguien de baboseo ha servido para desprestigiarle y apartarle de algunas movidas. ¿Dónde ponemos el límite entre ligue y acoso? Nosotras lo ponemos en la negativa explícita por una de las dos partes de continuar por ese camino. Mientras no se muestre un rechazo explícito, por muy clara que creamos que está nuestra postura, el otro -o la otra- pueden interpretar nuestra actitud como parte del juego, y continuar con las insinuaciones o ir un poco más allá. Una violación -una relación sexual forzada- es un abuso de poder -de la mayor fuerza física, generalmente-, una paliza también lo es.

Pero que te toquen el culo intentando ligar, o te abracen más tiempo del deseado, se te «lancen al cuello» intentando besarte o te guiñen un ojo… sólo son eso, formas de continuar con el cortejo que había comenzado. Si tú no quieres continuarlo basta con decir «ya te vale», o ponerte un poco chunga, o soltarle una ostia si lo consideras oportuno y es lo que te sale. Tal vez habría sido más útil y menos violento para ambos no entrar en el juego, no permitir que se llegara a esa situación. ¿Dónde está la autonomía femenina de la que tanto hablan las feministas? Podremos pensar que es un pesado, que tiene un ego demasiado subidito al no haberse dado cuenta de que pasamos de él, que va demasiado pedo -el alcohol es un mal aliado en estas situaciones-, incluso asquearnos un poco y decidir no volver a verle o hablarle. Pero de ahí a acusarle de abuso hay un salto importante.

Y, ¿qué pasa cuando la situación es al revés? Cuando es una mujer quien se pasa de la raya o malinterpreta una situación e intenta ir más allá, lo más probable es que él intente pararle los pies, puede que comente lo «calienta pollas» que le parece -imbéciles hay en todas partes-, pero lo que seguramente no ocurra es que la acuse de abusar de él o de acosarle porque casi nadie le creería y porque probablemente la reacción que generase sería más de burla que de solidaridad… la recomendación de la ostia que hacíamos más arriba es impensable en este caso. En esto del ligoteo le hemos dado la vuelta a la tortilla: nosotras ahora somos quienes podemos mirar, piropear, insinuar o entrar directamente. A ellos, en algunos círculos, más les vale cuidarse mucho de lo que hacen o dicen… Algo tan simple como un «Joder, qué buena está» puede convertirse en la llave para una campaña masiva contra el «baboso» en cuestión por machista y por «permitirse semejante cosificación de las mujeres en espacios liberados»…

A lo que vamos: o ciertas actitudes se consideran válidas para todos/as o para nadie. Hablamos de respeto, y las faltas de respeto lo son independientemente del sexo de quien las hace. Ya va siendo hora de que nos planteemos, además, lo cerca que está nuestra intolerancia hacia cierto lenguaje de la mojigatería… Considerar agresión sexual ciertas expresiones, incluso ciertos insultos, es como afirmar que por fumar porros se terminará siempre enganchado al caballo. Nos parece algo exagerado, un mecanismo de control de la libertad de expresión ejercido con más fuerza sobre los hombres.

Sí, creemos que se abusa del abuso, y cuando todo se interpreta como abuso es imposible que se dé una relación entre iguales, puesto que uno -una- verá todos y cada uno de los gestos y actos del otro como síntomas de su condición de abusador, concibiéndose a sí misma, por lo tanto, como víctima en un estado permanente de inferioridad… En el maltrato psicológico o manipulación se concentran muchas de las cuestiones de las que venimos hablando hasta el momento. En principio, el maltrato psicológico podría definirse como la adopción de una serie de actitudes y palabras por parte de uno orientadas, de manera sistemática, a denigrar, desestabilizar y herir al otro -la otra-.

Pero, lejos de ese abuso y humillación sistemáticas, con frecuencia hemos visto que se apela al maltrato psicológico o la manipulación para tirar por tierra los argumentos de nuestros compañeros por ejemplo durante una discusión: «Me estás manipulando, le das la vuelta a todo, etc.» Acusar a alguien de manipularnos psicológicamente significa aceptar una superioridad argumentativa por su parte y reconocernos nosotras mismas como inferiores, poner al descubierto nuestras propias inseguridades y nuestra falta de confianza en nuestros propios argumentos, sensaciones, opiniones…

En realidad de lo que se le acusa es de ser capaz de razonar sus argumentos con cierta capacidad de convicción, como si esto se tratara de un mal a erradicar, en vez de cuestionarnos nuestra propia incapacidad -por oposición a su supuesta capacidad- y currarnos nuestras propias argumentaciones u otras formas de expresión. Y sabemos que esto no es siempre fácil, somos conscientes de la educastración que nos dieron nuestros padres -y madres, que no se nos olvide- y de la inseguridad que acarrea, pero esta educación castrante en el seno del «Patriarcado Capitalista Blanco» no es motivo ni pretexto suficiente para hacer de la carencia virtud.

En cualquier relación, sea del tipo que sea -familiar, de pareja, amistad, laboral, entre compañeros de lucha…- y sé de entre personas de igual o diferente sexo, habrá siempre alguien que tenga más tablas argumentativas para defender su postura respecto a ciertas cosas que el otro/a, habrá quien se exprese mejor, se muestre más seguro/a de sí, incluso quien grite más. También habrá una de las partes que sea más emotiva, lleve con menos calma ciertas situaciones o cuente con un gran sentido del humor que ayude a liberar ciertas tensiones… Insistimos en que estas diferencias se darán siempre que se junten dos o más individuos e independientemente de que sean hombres o mujeres, por lo que no podemos estar de acuerdo con quienes consideran alguna de estas cualidades como un signo de dominación sexista. Cada uno/a somos diferentes, únicos/as e irrepetibles, y cada una/o tenemos nuestras virtudes y nuestros defectos, sabemos cómo utilizar las primeras y cómo controlar o corregir los otros.

Habremos de esforzarnos por reconocer los propios y respetar los de los/as demás, esforzarnos por entenderlos y no utilizarlos para nuestro propio beneficio, para construir una relación en positivo y no sobre miserias. Al afirmar que «nos gustan vuestros penes» -afirmación que nos ha costado unos cuantos «enemigos»-, no pretendemos limitar el asunto a una cuestión genital ni coitocentrista, sino utilizar la misma figura -el pene- que usan desde estos feminismos como símbolo de la dominación masculina y darle la vuelta: Pene y coito se han visto culpabilizados, convertidos en herramientas de la dominación masculina.

Por supuesto, sabemos que no es la única forma de compartir placer sexual, el coito no es lo único ni tiene por qué ser lo mejor, y el placer masculino no puede reducirse a la sensibilidad de su glande. Nuestra expresión de la sexualidad es mucho más amplia y hay muchas otras prácticas eróticas que nos parecen tan placenteras o más que éste, pero de ahí a considerar al coito como el «Satanás» de las relaciones hay un trecho: No podemos evitar que se nos escape una risilla cuando oímos ese nuevo término tan extendido en nuestros círculos de «envolvimiento» con el que algunas pretenden sustituir el de «penetración» al que ellas mismas han llenado de connotaciones negativas. El coito supone la introducción del pene en la vagina o el ano, es éste y no aquellos el que se arrima e introduce, o sea, el que penetra y por lo tanto queda envuelto por las paredes de una u otra cavidad.

Penetración nos parece por lo tanto un término muy descriptivo y no encontramos por ninguna parte la supuesta violencia que conlleva, menos aún en las relaciones mutuamente consentidas. Por supuesto, comprendemos que el término envolvimiento tiene también sus ventajas, en tanto que resalta el papel activo de la mujer en el coito, aunque, al surgir como alternativa a la penetración por considerarla negativa o expresión de dominio, pierde parte de su valor.

Proponemos entonces hablar de coito, de follar, etc. expresiones en las que ambos quedan implicados por igual. La reducción del pene a instrumento de dominación, intimidación y agresión nos resulta absurda y vemos en ella mucho más esfuerzo intelectual por discutir la teoría freudiana del complejo de castración que por comprender los mecanismos fisiológicos y las estructuras anatómicas humanas. Así que lo repetimos y repetiremos las veces que haga falta, aunque se nos siga acusando de querer complacer y agradar a los hombres, o de estupideces varias como ser cómplices del falocentrismo imperante: Nos gustan vuestros penes, no los envidiamos, pero nos gustan porque nos gustáis vosotros. Nos alegramos de que seáis parte de nuestras vidas, de compartir con vosotros sueños y proyectos, de saberos cerca, de contar con vosotros para conspirar, afrontar y enfrentarnos a esta realidad de mierda. Gracias por contar también vosotros con nosotras.

Queremos construir espacios donde nuestras diferencias no se sitúen ni por encima ni por debajo de nadie. Queremos compartir con los hombres nuestras luchas, nuestras acciones, nuestra vida, y plantarle cara juntos al dominio patriarcal.

Queremos un mundo sin abusos, nos negamos a seguir siendo víctimas de igual forma que nos negamos a ser las nuevas agresoras. Queremos que se nos tenga en cuenta y queremos tenerles en cuenta. Que se nos respete y entienda, respetarles y entenderles. Combatir junto a ellos el sexismo y construir nuevas relaciones sobre la belleza de las diferencias.

Zaragoza, marzo de 2008

fuente: https://www.nodo50.org/ekintza/spip.php?article442

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No olvidéis a los presos de Action Directe!

Publicada el 30/09/2008 - 07/09/2018 por raas

La memoria del poder contra la memoria anticapitalista y viceversa

Por revista Ekintza Zuzena

Si la película «Salvador», a pesar de su eminente mediocridad, ha sido promocionada con tan gran despliegue de medios, entre los que no han faltado once nominaciones a los Goya y un premio, no será solamente porque la concentración de la oferta mediática haga que todo quede en casa, ni porque la mayoría de los «académicos del cine español» sean profesionales del espectáculo muy interesados en estar a bien con su productora, Mediapro, multinacional española de la «comunicación», prepotente en varios sectores del mercado correspondiente y un claro exponente de esa tendencia a la concentración. Será quizá también porque en el actual régimen totalitario de dominación mercantil-tecnológico-espectacular los medios se confunden absolutamente con los fines y la oferta crea directamente la demanda.

La historieta que cuenta sobre los últimos días de Puig Antich y los acontecimientos que le llevaron al garrote ha sido compuesta -partiendo de un libro del director de la televisión catalana, que también hizo un documental sobre el mismo tema- por unos mercenarios sin ideas. Su estilo es el de los telefilmes gringos, con el sentimentalismo como principal materia prima, moldeada en los humanitarios valores del individualismo burgués, pero, eso sí, en versión posmoderna. Así que no hace falta que el héroe tenga personalidad, basta con que sea guapo, amante de la familia y de talante bondadoso y tolerante, incluso con sus propios carceleros y verdugos, como corresponde a un «mártir de la lucha por la democracia».

Quizá otro de los factores de su éxito sea, precisamente, que lo cuenta todo desde la perspectiva de los arrepentidos, o más bien, de los que están de vuelta sin haber ido a ninguna parte, de manera que el espectador medio, por el precio de la entrada, pueda ver morir ejecutado al «joven idealista» que lleva dentro y volver, relajado después de la catarsis, a su vida normal de servidumbre voluntaria.

Por otra parte, semejante falsificación, no es más que una de tantas dentro de la corriente iniciada con la llamada «transición española a la democracia» y más vigente hoy en día que nunca, a través, por ejemplo, de la «ley de memoria histórica» o de los diversos intentos de revisión de hechos represivos de la dictadura, uno de ellos patrocinado por las hermanas de Puig Antich, las mismas que se han dejado manejar por los perpetradores de la película.

Un caso parecido es el engendro «Oriol Solé, el Che catalán», que maltrata la figura de otro miembro del MIL, asesinado dos años después que Salvador durante una fuga masiva de la cárcel, presentándole como una especie de «independentista catalán» y «luchador por la democracia», y que no nos sorprendería nada fuera llevado también al cine. Unos episodios cualesquiera de esa corriente revisionista animada desde sus inicios por el partido del orden producto de la reconciliación de todos los servidores fascistas o demócratas del capitalismo, los que ganaron la guerra para acabar con la revolución y los que acabaron con ella para perder la guerra.

La misma alianza que consiguió vencer durante la «transición» contra el proletariado autoorganizado que amenazaba sus sueños de prosperidad con su dinámica de huelgas salvajes, motines en las cárceles y otras actitudes insurreccionales, y que ha querido celebrar sus hazañas con tanto disimulo que pretende ocultar incluso la existencia de los vencidos. Las nuevas tendencias de moda entre la élite dirigente no parecen haber alterado gran cosa la dirección de esa corriente: ahora hablan de lo que ha estado censurado durante años, pero ocultando celosamente cualquier rasgo que pueda resultar peligroso para la dominación.

Los beneficiarios de esa victoria, los mismos que hoy se reparten el poder en la sociedad española, y sus servidores de todas las escalas, incluidos los recién llegados al socaire de la renovación tecnológica, estaban tan interesados entonces como lo están ahora en presentar el franquismo democratizado, una monarquía directamente heredera de Franco, con los mismos policías, jueces o militares que la dictadura y al servicio de los mismos intereses, como un régimen democrático y legítimo «al servicio de todos los españoles».

El mismo bajo el que nos encontramos ahora, así que, en realidad, estamos hablando de historia oficial. Al fin y al cabo, los subproductos mediáticos que sustituyen hoy en día la conciencia, histórica o de cualquier otra clase, son elaborados por un sector de esa capa social sin nombre que constituye la base humana del actual totalitarismo, para consumo de sus congéneres de otros sectores de la misma, de acuerdo con ellos en casi todo y, en primer lugar, en lo fundamental: en aceptar, comprar y vender, la falsificación de todos los aspectos de la vida en que consiste la dominación a la que sirven como si fuera vida auténtica.

Por eso, no se van a poner ahora unos mercachifles mediáticos a desenterrar las vergüenzas de sus mejores clientes contando la verdadera historia del Movimiento Ibérico de Liberación, para trasmitir su herencia envenenada contra el Capital y el Estado y ponerla a disposición de sus potenciales enemigos. No tiene nada de sorprendente que intenten ocultarla con esa especie de máscaras funerarias, verdaderos certificados de defunción de todo lo que tenían de revolucionarios sus protagonistas reales ¡Así se alimentan los chacales de la dominación con los despojos de los asesinados!

El verdadero MIL fue el producto efímero (de enero del 71 a agosto del 73) del acuerdo de personas y grupos de diferentes procedencias en apoyar los intentos de autoorganización del proletariado contra las maniobras dirigistas de los burócratas cristianos, leninistas y demócratas que luchaban por el poder dentro de las Comisiones Obreras de entonces. CCOO habían surgido unos años antes como espontáneos comités de huelga extendiéndose rápidamente por todo el territorio industrial, pero habían caído finalmente bajo la hegemonía de los estalinistas. Éstos propugnaban ya entonces la «Reconciliación Nacional» con el régimen franquista, la colaboración con sus estructuras sindicales, en una toma de posiciones con vistas a su posible democratización, y la negociación con los sectores liberales de la burguesía que habría de necesitar para sus proyectos de modernización económica y social «fuerzas políticas y sindicales progresistas» que, al estilo europeo, integraran en ellos a la clase obrera.

La línea del resto de las organizaciones izquierdistas sólo se diferenciaba en que soñaban con sustituir al PCE en la dirección mientras le seguían el juego. Frente a todo eso, los Grupos Autónomos de Combate, que utilizaron a veces la sigla MIL, o 1000, se propusieron contribuir al fortalecimiento de una corriente obrera autónoma y anticapitalista difundiendo textos antiguos y actuales en defensa de una concepción de la revolución comunista como insurrección general del proletariado autoorganizado.

Y también por medio de la agitación armada (consistente, en su caso, principalmente en expropiaciones de dinero y de material de impresión), que había de servir «como expresión de ira por la cotidianidad humillada del proletariado»; para autofinanciarse y apoyar económicamente las luchas autónomas y la agitación teórica en su defensa; y para demostrar que «el nivel de violencia con el que se puede, y por lo tanto se debe, responder a la violencia capitalista es mucho mayor de lo que comúnmente se cree».

Quisieron practicar, contra todo militarismo o vanguardismo, «el terrorismo mediante la palabra y el acto contra el capital y sus fieles guardianes, sean de derechas o de izquierdas». Para ellos la democracia era, como la dictadura, una forma de la dominación capitalista y los partidos llamados obreros y sus sindicatos, «la izquierda del programa político del Capital».

Tampoco es sorprendente que no cuenten nada nuestros serviciales publicistas del abandono en el que dejaron los «demócratas», empezando por la Asamblea de Cataluña (una especie de plataforma unitaria de la oposición democrática catalana) tanto a Puig Antich como al resto de los presos del MIL. Ni de la verdadera solidaridad con ellos, practicada, sobre todo en forma de atentados, manifestaciones violentas y alguna huelga salvaje, por algunos incontrolados, los cuales, a raíz de la condena a muerte y posterior asesinato de Salvador, respondieron al llamamiento lanzado un poco antes por el GAC Septiembre 73, que agrupaba a los antiguos miembros del autodisuelto MIL ahora presos, en el sentido de que «la intensificación de la lucha por la destrucción del sistema que engendra la represión es la mejor manera de desarrollar la solidaridad revolucionaria con los represaliados».

Hasta que cayeron presos algunos de los participantes, sólo se supo de ellos por sus actos, pues nunca utilizaron unas siglas fijas ni se pudo percibir ninguna estructura permanente en su manera de organizarse: se coordinaban sencillamente en y por la práctica. Y, de hecho, la mayor parte de sus acciones no las reivindicó nadie: se entendían por sí mismas y por el contexto. Todo lo cual recuerda también otra propuesta del MIL: «la organización es la organización de tareas».

La policía y la prensa, íntegramente adicta al régimen de dominación, más o menos como hoy en día, llamaron OLLA (Organització de LLuita Armada) a algunos detenidos, en un intento de aparentar que se había desarticulado una organización, supuestamente responsable de una parte de esas acciones. Además de en el territorio del Estado español, hubo acciones de ese tipo en Francia (donde, por ejemplo, fueron volados con explosivos varios puentes y otras vías de comunicación con España), en Suiza, Bélgica y otros países. Posteriormente, una coordinación de grupos autónomos utilizó las siglas GARI (Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista) para reivindicar una serie de acciones realizadas en territorio francés y belga entre mayo y agosto del 74, en solidaridad con los presos del MIL.

Por ejemplo: secuestro del director del Banco de Bilbao en París, atentado contra los autobuses de los peregrinos españoles a Lourdes, sabotajes contra el tour de Francia, atentados contra representaciones diplomáticas españolas, contra oficinas de Iberia, trenes y autobuses con destino a España, puestos fronterizos, etc. Otros grupos autónomos continuaron realizando después con parecido estilo acciones de solidaridad a ambos lados de los Pirineos.

Con todo, la peor omisión de ese «alegato contra la pena de muerte», como llama la crítica sumisa a la citada película, es que ni siquiera menciona el nombre de algunos antiguos miembros de varios de esos grupos, que continúan presos en Francia, condenados a una prolongada muerte en vida por haberse empeñado en continuar aquellas luchas bajo las siglas de Action Directe.

El Estado francés los mantiene encarcelados en un régimen de excepción parecido al FIES. Por ejemplo, Jean-Marc Rouillan, que participó en los GAC-MIL, en los GARI y en varios grupos autónomos posteriores; Nathalie Ménigon, miembro del Colectivo Autónomo de trabajadores de la Banca Nacional de París y de la coordinadora de grupos autónomos parisienses conocida por Camarades; Georges Cipriani, que militó también en diferentes grupos franceses y alemanes.Llos tres, condenados a dos cadenas perpetuas, cumplen este febrero los veinte años de prisión efectiva. Régis Schleicher, otro antiguo componente de los GARI, condenado también a cadena perpetua, lleva más de veintitres años en la cárcel.

Todos han pasado gran parte de ese tiempo en aislamiento sometidos a un verdadero programa de aniquilación en el que el Estado ha hecho de todo para destruirlos tanto física como psíquicamente. Desde luego, los citados productos «culturales» constituyen un insulto a la memoria de sus protagonistas y una provocación para quienes se identifiquen de alguna manera con sus propuestas, pero pueden tener un lado positivo: la posible reacción de los provocados.

Al contar, en versión amañada según los intereses de la dominación, lo que se puede considerar un episodio de su propia historia, les obliga a fijar la atención sobre la misma poniendo a prueba su memoria histórica, y les coloca ante la alternativa de abandonarla en manos del enemigo o dedicarse a fortalecerla. Por otra parte, los insultos duelen más cuanto más se corresponden con la realidad del insultado, y esta película recuerda por defecto que los presos de Action Directe, al fin y al cabo prisioneros de la guerra entre la dominación capitalista y las perspectivas autónomas, han sido abandonados en manos del enemigo por sus supuestos compañeros durante largos años y en las peores condiciones.

Ellos serán lo único que quede vivo de aquella historia a no ser que algunos de los que estamos en la calle decidamos darnos cuenta de que nosotros también somos prisioneros de esa misma guerra. Para terminar de explicar por qué decimos eso, vamos a continuar intentando reanudar, aunque sea parcialmente, el hilo roto de los acontecimientos. Aunque eso sólo se puede hacer realmente en la práctica.

Todavía no se había cerrado completamente la crisis revolucionaria en Portugal cuando en el territorio del Estado español se celebraba la muerte de Franco resucitando en multitud de frentes las tradiciones libertarias de acción directa. Las huelgas salvajes se extendían, poniendo en peligro tanto los beneficios capitalistas como los proyectos reformistas de la nueva «clase política» y haciendo efectiva la autonomía obrera a base de solidaridad, piquetes, asambleas soberanas y delegados revocables.

Mientras en la calle se luchaba, entre otras muchas reivindicaciones de quienes entendían la democracia a su manera y no a la del poder, por la ampliación de la amnistía a los acusados de delitos violentos, en las cárceles, los presos sociales, autoorganizados también por medio de asambleas y de una Coordinadora de Presos En Lucha, se amotinaban en cadena por una reivindicación no menos justa pero inaceptable para el sistema: que se les considerara presos de la dictadura y de la injusta sociedad correspondiente, o sea, presos políticos y que, por tanto, se les amnistiara. También se multiplicaban, con un elevado porcentaje de éxitos, los intentos de fuga, mientras crecía vertiginosamente el número de atracos, a bancos sobre todo, como si el MIL hubiera conseguido, al menos en este aspecto, el objetivo ejemplificante de su agitación armada.

Con todo y con eso, una gran parte de los componentes de los muchos grupos autónomos existentes entonces renunciaron a la defensa de la autonomía, tanto la suya personal como la de las luchas proletarias, participando en la reconstitución de la CNT o integrándose en otros sindicatos y grupúsculos izquierdistas. Sólo algunos individuos y grupos continuaron resistiendo, recurriendo a menudo a acciones violentas, como atracos, atentados con cócteles o explosivos y, en el caso de los autónomos vascos, algunos atentados personales, en apoyo de las luchas obreras autónomas, de las luchas de los presos o contra la represión estatal y paraestatal.

En el 81 cayeron los últimos participantes en una coordinación de grupos de Barcelona, Madrid y Valencia que habían continuado en activo a pesar de la detención de la mayor parte de sus compañeros, precisamente para intentar con todas sus fuerzas liberarlos. Los Comandos Autónomos Anticapitalistas de Euskadi todavía continuaron actuando hasta su desarticulación después de la matanza de Pasajes en marzo del 84, último episodio del verdadero linchamiento al que, una vez derrotados los intentos de autonomía proletaria, les sometieron en formación cerrada todos los poderes constituidos en las sociedades española y vasca, incluidos los sectores abertzales.

Entre el 68 y el 78, en Italia, alcanzó el grado más alto el enfrentamiento entre el proletariado salvaje y el Estado capitalista, el cual no retrocedió para vencer ante ningún medio (provocación, delación, leyes especiales, asesinatos, masacres…), siguiendo el camino abierto en Alemania occidental, en la guerra entre los grupos armados y el Estado, al recurrir éste a leyes antiterroristas, prisiones de alta seguridad con regímenes de tortura blanca y endurecer la represión hasta llegar al asesinato de los presos de la RAF, presentándolo como suicidio con la complicidad de la mayor parte de los medios de «comunicación» internacionales. Medidas que inauguraron el estado de excepción permanente en el que nos encontramos hoy. Los atentados de protesta se extendieron espontáneamente por toda Europa.

En Francia, a pesar del «reflujo» del 68, aún se producían algunas luchas obreras salvajes y ganaba fuerza una corriente autónoma. Eran numerosos los individuos y grupos que intentaban enfrentarse a la dominación capitalista, fuera de los partidos y sindicatos y casi siempre directamente contra ellos, organizando por sí mismos día a día su participación en las luchas sociales que se planteaba en diversos terrenos, como la lucha antinuclear o contra la precarización del trabajo, la solidaridad antirrepresiva, el movimiento anticarcelario, la autodefensa de los inmigrantes, las ocupaciones, etc.

Los intentos de coordinación práctica, aunque efímeros, se sucedieron unos a otros. Incluso en la extrema izquierda, algunas organizaciones se fragmentaron en pequeños grupos produciéndose una verdadera hemorragia de militantes hacia el área de la autonomía. De ahí proceden, por ejemplo, parte de los componentes de los NAPAP (Núcleos Armados Por la Autonomía Proletaria) que reivindicaron en 1977 varios atentados y sabotajes, empezando por la ejecución de un segurata de extrema derecha que en 1972 había matado, en un enfrentamiento entre vigilantes de la Renault y militantes de la GP (Gauche Proletarienne, organización del «maoísmo espontaneísta»), a uno de ellos, Pierrot Overney.

Muchos otros individuos y grupos autónomos anarquistas y comunistas, recurrieron también a acciones armadas, coordinándose de diversas maneras, unas veces coincidiendo espontáneamente en la elección de los objetivos, como las oficinas del paro, agencias de trabajo temporal, comisarías o juzgados, etc. Otras veces la coordinación fue más explícita recurriendo a siglas de circunstancias, al estilo de los GARI, algunos de cuyos antiguos componentes participaban también en ellas.

Por ejemplo, la «Nuit bleue» (Noche azul) antinuclear, jornada de lucha en la que se produjeron, en noviembre del 77, veintitantos atentados en todo el territorio del Estado francés, contra intereses ligados a la industria nuclear, sobre todo instalaciones de EDF (Electricité De France), reivindicados con la sigla CARLOS (Coordination Autonome Radicalement en Lutte Ouverte contre la Société); o las acciones del 78 en Toulouse contra oficinas de empleo y agencias de trabajo temporal en protesta por la precarización reivindicadas CACT (Coordination Autonome Contre le Travail).

De ahí surgió Action Directe, al decidir algunos de los grupos e individuos participantes en ese movimiento coordinarse bajo unas siglas permanentes en una estrategia común a más largo plazo. Mediante acciones armadas simbólicas, intentaron enfrentarse a la reestructuración capitalista que se iniciaba entonces, señalar sus puntos neurálgicos, poner de manifiesto sus principales líneas de fuerza, atacando, por ejemplo, en momentos clave, las sedes patronales, los ministerios de trabajo, comercio o sanidad, las oficinas de extranjería, del paro o de gestión urbanística, los bancos y empresas de armamento, inmobiliarias o de trabajo temporal, los bancos de datos informáticos, los comercios de artículos de lujo, las sedes del FMI o del Banco Mundial, de la UE, de INTERPOL o de la OTAN, atentando contra confidentes y policías, militares traficantes de armas, un dirigente empresarial responsable de miles de despidos… En una primera etapa, a partir del 1 de mayo de 1979, cuando hicieron su primera aparición reivindicando el ametrallamiento de la sede central de la patronal francesa, actuaron casi siempre en estrecho contacto con luchas sociales concretas. A principios del 81, al iniciarse la campaña para las elecciones presidenciales y legislativas a las que se presentaba una coalición de la izquierda liderada por François Mitterrrand, el número de presos de AD había crecido mucho. Durante la campaña y en la primera etapa de mandato de aquél la gente de AD decidió abandonar temporalmente las acciones armadas limitándose a apoyar las luchas de los presos por su libertad, las cuales se resolvieron con una amnistía del gobierno. A partir de ahí, actuaron durante un tiempo a la luz del día, participando abiertamente en las luchas sociales. Incluso mantenían una sede pública en una casa ocupada del barrio de Barbès. Muchos de sus integrantes decidieron abandonar el proyecto por no considerarlo ya necesario en la nueva situación. Entre los que quisieron seguir hubo varias escisiones. Aunque se mantuvieron las siglas, la organización resultó bastante disminuida numéricamente. Cuando el Estado volvió a declararla ilegal, y a medida que se iban debilitando las luchas sociales, la línea de acción, fue cambiando cada vez más en una dirección «antiimperialista», y de especialización en la lucha armada.

Finalmente se aliaron con la RAF alemana y otras «organizaciones de guerrilla» de corte leninista y los atentados se dirigieron mayoritariamente contra el «complejo militar-industrial» occidental, aunque sin olvidar la denuncia de la reestructuración capitalista. La última acción fue la muerte del director general de la Renault, un especialista en «reestructuraciones de plantilla», responsable de uno 50.000 despidos, reivindicada por el «comando Pierre Overney» en noviembre del 86. Poco después fueron detenidos los últimos militantes. Todavía siguen presos.

En la cárcel han mantenido siempre una actitud de enfrentamiento con el sistema penitenciario y contra el régimen especial que sufren. Han hecho varias huelgas de hambre reivindicado, por ejemplo, su abolición, o el reagrupamiento. Con muy poco apoyo exterior, han sufrido durante mucho tiempo lo peor de la represión. Las consecuencias se hacen notar: Georges fue psiquiatrizado a la fuerza; Nathalie ha sufrido varios ataques cerebrales y se encuentra semiparalizada y afectada por una grave depresión.

De un tiempo a esta parte ha habido movilizaciones en Francia, Alemania, Bélgica, Grecia y otros lugares, y alguna también en territorio del Estado español pidiendo su libertad. Pero no han sido suficientes. Sólo se consiguió la de Joëlle Aubron, que llevaba diecisiete años presa y sufría un tumor cerebral. Murió en marzo de 2006. Si los deseos que algunos manifiestan de que lleguen a reabrirse aquellas perspectivas revolucionarias han de cobrar siquiera un mínimo de realidad, se tienen que hacer cargo de sus presos, sin lo cual darían sencillamente risa por su falta de dignidad. Los presos de la lucha armada, son prisioneros de guerra, igual que otros miles de presos que abarrotan las cárceles del mundo: los presos de la precarización, de la inmigración, de la exclusión social, prisioneros de la reestructuración capitalista, igual que todos nosotros.

Ellos son, en relación con quienes estamos en la calle, lo mismo que los FIES respecto a los presos en general: son quienes sufren, como escarmiento por su rebeldía, la cárcel dentro de la cárcel. Pero, en realidad, todos estamos presos, más o menos voluntariamente. Las reivindicaciones actuales de la gente de Action Directe y de quienes les apoyan coinciden con las de quienes luchan hoy contra la cárcel, desde dentro y desde fuera, en Europa y en todo el mundo. La lucha por su liberación es un momento necesario de la lucha contra la opresión.

Más información: www.llibertatsebas.info

Cronología de Action Directe:

1979

– 1 de Mayo.: ametrallamiento de la sede central de la patronal francesa.
– 15 de septiembre: atentados contra los ministerios de Trabajo y Salud.
– 16 de septiembre: destrucción de la sede de la SONACOTRA (sociedad mixta que gestiona las residencias de trabajadores inmigrantes), después que los antidisturbios desalojaran las residencias tras varios meses en huelga de alquileres. Ametrallamiento de los locales oficiales del secretariado de los trabajadores inmigrantes.
– 27 de septiembre: atentado contra los locales de la patronal encargados de la gestión del empleo para la región parisiense.

1980

– 3 y 5 de febrero: atentados contra la dirección de la inspección de trabajo.
– 10 de febrero: atentado contra la UCPI, sociedad inmobiliaria implicada en expropiaciones de viviendas en barrios populares de París.
– 12 de marzo: atentado contra otra sociedad inmobiliaria implicada.
– 14 de marzo: atentado contra los locales de la DST (Dirección de Vigilancia del Territorio. Equivalente al CNI: Centro Nacional de Inteligencia). Atentado contra la sede oficial de la Organización Internacional de Cooperación de las Policías.
– 16 de marzo: ocupación armada del Ministerio de la Cooperación.
– 27-28 de marzo: 32 detenciones. Acciones de respuesta contra el cuartel del GIGN (Grupos de Intervención de la Gendarmería Nacional) y contra una comisaría de Toulouse.
– 15 de abril: lanzamiento de misiles contra Ministerio de Transportes y contra la Dirección de Seguridad de las Carreteras.
– 4 de julio: robo de documentación en blanco en la alcaldía del distrito XXIV de París.
– 28 de agosto: tiroteo con la policía durante un atraco.
– 13 de septiembre: detención de una docena de militantes después de otro tiroteo.
– 17 de septiembre: ametrallamiento del puesto de guardia de la Escuela de Guerra.

1981

– Al principio del invierno, AD suspende sus acciones durante la campaña presidencial.
– 15 de abril:: tiroteo durante el atraco a un banco en París; un policía muerto.
– Después de la elección de Mitterrand, dos huelgas de hambre de los presos de AD en seis meses con un gran apoyo en el exterior. Amnistía y liberación de todos los presos políticos comunistas y anarquistas. Escisión de AD en varias tendencias. Noviembre y diciembre: AD participa en la ocupación de talleres clandestinos en Le Sentier y de viviendas en Barbès (barrio de inmigrantes árabes en París).
– 22 de diciembre: Laouri «Farid» Benchelal, militante de AD, torturado hasta la muerte en la comisaría de Helsinki donde estaba detenido.
– 24/25 de diciembre: siete atentados contra tiendas de lujo, entre ellas la de Rolls Royce, en diferentes ciudades francesas.

1982

– 13 de febrero: ejecución del chivato Gabriel Chahine.
– 19 de febrero: atentado contra el local de las organizaciones fascistas turcas en París.
– 30 de marzo: ametrallamiento de la antena en París del Ministerio de Defensa israelí.
– Abril: sale el texto «Por un proyeto comunista», donde AD se define «comunista libertaria» o anarcomarxista, sin ninguna referencia a Lenin ni a Mao. Se dicen anarquistas, pero luchan por una «sociedad comunista». Detenciones y redadas en las okupas de Barbès. La sede de AD destruida por una bomba.
– Junio: cumbre del G7 en Versalles donde se están decidiendo las políticas neoliberales, atentado contra la sede del FMI y del Banco. Aparece el texto «Sobre el imperialismo», en el cual los USA y la URSS son equiparados como potencias imperialistas.
– Agosto: Acciones armadas contra empresas israelíes y norteamericanas, en respuesta por las masacres de refugiados palestinos en los campos de Sabra et Chatila. AD habla por primera vez de su alineación en el «Frente Antiimperialista».
– 19 de agosto: el Estado «disuelve» AD. Atentado contra el periódico fascista Minuit.

1983

– 31 de mayo: tiroteo con la policía: Dos policías muertos y uno gravemente herido.
– 26 de septiembre: atentado contra la Marina Nacional.
– 29 de septiembre: atentado contre el Círculo Militar Inter-aliado.
– 14 de octubre: tiroteo en París, Ciro Rizzato, militante italiano de los COLP (Comunistas Organizados por la Liberación Proletaria) muerto, y dos policías heridos. Otoño: aparición del mensual L’Internationale.

1984

– 29 de enero: atentado contra la empresa Panhard, que fabrica blindados militares.
– Febrero: detención de una decena de militantes en Francia y en Italia.
– 13 de marzo: emboscada de la policía en Bruselas. Varias detenciones a los pocos días.
– Primavera: con compañeros belgas, atracos a bancos, asalto la armería de un cuartel militar y robo de una tonelada de explosivos. Todo ello en Bélgica.
– 11 de julio: AD inicia la ofensiva «unidad de los revolucionarios en Europa del oeste» con un atentado contra el Instituto Atlántico.
– 12 de julio: atentado contra el Instituto de los Asuntos Atlánticos.
– 13 de julio: atentado contra los servicios informáticos de la oficina de investigación y programación del Ministerio de Defensa .
– 14 de julio: atentado contra edificios del Ministerio de Industria.
– 2 de agosto: atentado contra la sede de la ESA (European Space Agency).
– 23 de agosto: aparcan un coche-bomba bajo las ventanas del hemiciclo de la UE.
– 28 de agosto: atentados contra la sede del PSF y contra el Ministerio de Defensa.
– Septiembre: se inicia una huelga de hambre de 38 días de los presos de AD junto con otros presos por el reagrupamiento y contra el régimen de aislamiento.
– 20/21 de Octubre: atentados contra varias empresas de armamento. Diciembre: detenidos los miembros del colectivo de redacción de L’Internationale. Condenados a grandes penas por «asociación de malhechores».
– 31 de diciembre: Atentado contra la misión técnica del armamento de la Embajada francesa en Bonn.

1985

– 15 de enero: alianza con la RAF en un «frente antiimperialista».
– 25 de enero: ejecución del general Audran, responsable de los asuntos internacionales del Ministerio de Defensa (relación con la OTAN, venta de armas, etc.).
– 13 de abril: atentado contra la banca Leumi y contra la ONI.
– 14 de abril: atentado contra el periódico Minute.
– 27 abril: atentado contra la sede europea del FMI.
– 30 de abril : atentado contra las empresas de armamento TRT y SAT.
– 26 de junio: atentado contra el general Blandin, controlador general de los ejércitos.
– 8 de agosto: un comando común RAF-AD ataca la base aérea USA de Francfort. Tres soldados norteamericanos muertos.
– 5 de septiembre: atentados contra ATIC, Péchiney, Renault, Spie-Batignolles.
– Octubre: atentados contra Radio-France, Antena 2 y la Alta Autoridad del Audiovisual.

1986

– 15 de abril: atentado contra el vicepresidente de la patronal, Guy Brana, Presidente Director General de la rama de armamento de la multinacional Thomson.
– 16 de mayo: penetran en la sede de INTERPOL, ametrallan las diferentes oficinas y colocan varias decenas de kilos de explosivos.
– 21 de julio: atentado contra la sede de la OCDE.
– 9 de septiembre: el Estado francés adopta leyes de excepción antiterroristas. .
– 17 de noviembre : el comando Pierre Overney ejecuta a Georges Besse, PDG de Renault, responsable de 50.000 despidos. 1987
– 21 de febrero: detención de Nathalie Ménigon, Joëlle Aubron, Jean-Marc Rouillan y Georges Cipriani.

fuente: https://www.nodo50.org/ekintza/spip.php?article437

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El océano planetario ante su destino final

Publicada el 28/09/2008 - 07/09/2018 por raas

En abril de 2006 la revista Mother Jones, expresión de periodismo crítico y ecologista en EE.UU., ajena al universo mediático dominante, publicó un informe de la investigadora Julia Whitty: The Fate of the Ocean (El destino del oceáno).* Project Censored lo tomó entre sus cuestiones principales [véase al final de la nota]. A fines de ese año, Argenpress, otra expresión de periodismo ajeno al universo dominante, lo resumió y tradujo. Nosotros transcribimos aquí esta última versión (de Ernesto Carmona), previo cotejo y revisión con pasajes del original inglés. Edición, notas y aclaraciones entre corchetes, de futuros.

Por Julia Whitty

“Más allá de especulaciones empresarias, la realidad es un proceso de retroalimentación que ya está en pleno desarrollo: el hielo compacto con su gran blancura refleja el 80% del calor solar y lo devuelve al espacio, en tanto el agua de mar, con mucho menos blancura, absorbe el 80%. La conversión de los hielos en agua, que es lo que se verifica cada vez más en el Ártico, incrementa el calentamiento del océano, que además se expande térmicamente, creando una superficie aun mayor de agua, que a su vez promueve más calentamiento y consiguientemente mayor derretimiento de los hielos.” (pasaje del trabajo de J. Whitty).

Rachel Carson  escribió acerca del oceáno que “en su misterioso pasado acompaña todos los brumosos comienzos de la vida y recibe al final, después, tal vez de muchas transmutaciones, los últimos pellejos o carcasas ya muertos de la misma vida. Porque todo, a la larga vuelve al mar, al mar océano, al río océano.” Retornamos al mar, también en varios pellejos, incluyendo uno bajo la forma de emisiones atmosféricas. A propósito de ellas, en Suecia se ha calculado que con su población de casi nueve millones de habitantes, retornan 2,8 toneladas de mercurio, casi tres mil kilos, provenientes de los arreglos dentales en sus bocas; la inmensa mayoría de ese mercurio llegará a la atmósfera a través de los crematorios.

Los problemas oceánicos encontrados antes a escala local son ahora pandémicos. Los datos de la oceanografía, la biología marina, meteorología, ciencia de la pesquería y glaciología revelan que los mares están cambiando de manera ominosa. Un vórtice de causa y efecto forjado por los dilemas ambientales globales está cambiando el océano de un horizonte acuático con variados problemas regionales a un sistema global en alarmante aflicción. […] hay un solo océano, con sus corrientes uniéndose en los mares y regulando el clima. La temperatura del mar y su química cambia al ritmo de la contaminación y de las prácticas temerarias de la pesca, entrelazándose para poner en peligro la fuente común de vida más grande del mundo.

Calentamiento por efecto invernadero

En 2005, los investigadores del Scripps Institution of Oceanography y del Lawrence Livermore National Laboratory encontraron pruebas de que el océano está calentándose rápidamente. Descubrieron que hasta unos 800 metros de profundidad, desde la superficie, el océano se ha calentado dramáticamente en los últimos cuarenta años como resultado de la inducción de los gases del invernadero humano.

Una manifestación de este calentamiento es la fusión del Ártico [y de la Antártida]. Por cuarto año consecutivo, la cubierta ártica de hielo ha retrocedido (en grosor y extensión) acelerando un aumento de la superficie del agua que promete más calentamiento y fusión de hielos. Con el aumento de las aguas polares en los mares más templados y tropicales más salados, el ciclo de evaporación y precipitación se vuelve más rápido, vigorizando aún más el efecto invernadero. […] Esta aceleración del ciclo de causa y efecto se hará difícil de revertir, si no imposible.

La basura atmosférica también está alterando la química del mar, así como miles de compuestos tóxicos de propagación devastadora que envenenan a las criaturas marinas. Se estima que el océano ha absorbido unos 118 mil millones de toneladas métricas de anhídrido carbónico desde el arranque de la Revolución Industrial, con 20 a 25 toneladas que se agregan diariamente a la atmósfera.

La acidez en aumento de los niveles crecientes de CO2 está cambiando el equilibrio del pH del océano. Los estudios indican que las conchas y esqueletos de moluscos y plancton que contribuyeron a construir los arrecifes de coral se disolverían en 48 horas de exposición a la acidez que se espera tenga el océano en el 2050. Los arrecifes de coral ciertamente casi desaparecerán y, lo aún más ominoso, tal legado afectará al plancton. El fitoplancton absorbe los gases del efecto invernadero, fabrica oxígeno y es el productor primario del tejido de la red de alimentos del mar.

La contaminación de mercurio ingresa en el tejido de los alimentos por la vía del carbón y de los residuos de la industria química. Se oxida en la atmósfera y se establece en el fondo del mar. Allí es consumido entregando mercurio a cada eslabón subsecuente de la cadena alimentaria. Los predadores como atunes o ballenas acumulan niveles de mercurio un millón de veces más altos que las aguas que los rodean. El Golfo de México tiene los niveles más altos de mercurio jamás registrados, con un promedio equivalente a diez toneladas de mercurio que bajan cada año por el río Mississippi, y otra tonelada agregada por las perforaciones costeras.

Agujeros negros del océano

Junto con el mercurio, el Mississippi entrega nitrógeno (sobre todo de los fertilizantes). El nitrógeno estimula en el agua el crecimiento bacteriano y de plantas que consumen oxígeno, creando una condición conocida como hipoxia, o zonas muertas. Las zonas muertas aparecen dondequiera que el oxígeno oceánico se empobrece por debajo del nivel requerido para sostener la vida marina. Una porción importante del Golfo de México, que en 2001 medía casi 13.000 kilómetros cuadrados, se ha convertido en zona muerta, el área más grande en EE.UU. y la segunda más grande en el planeta. No es ninguna coincidencia que prácticamente todas las casi 150 zonas muertas (o eutrofizadas) conocidas en la Tierra estén en la desembocadura de los ríos y casi 50 ulceren las costas de EE.UU.

Mientras la mayoría fueron causadas por el nitrógeno llevado por los ríos, las instalaciones de combustible fósil ardiendo también ayudan a crear esta condición, como lo hace el alcantarillado humano, fosforoso, y las emisiones de nitrógeno de los automóviles.
[…] Desde su nivel más alto en el 2000, la captura global de peces silvestres ha iniciado un marcado declive, a pesar del progreso en las tecnologías marineras y la pesca intensificada. La llamada eficacia en la pesca ha estimulado estragos inauditos en la vida marina, deviniendo en una de las más resonantes ineficacias. Una de las formas más lesivas es la de que un solo barco puede tender aparejos hasta sesenta o más millas de océano [unos cien km o más], cebando unos 10.000 anzuelos con los que captura por lo menos un 25% de peces no deseados. Estimando unos 2 mil millones de anzuelos instalados cada año, se terminan tirando al océano unos 40 mil millones de kilos anuales de peces muriéndose, vida desechada.

A la pesca con desperdicio hay que agregarle las mallas que se ponen con boyas y se recogen días después de echadas. Constituyen cortinas casi invisibles que van dañando la vida del océano. En el Atlántico Norte, redes para tiburones y otros peces pueden ser de hasta 200 km de largo y se ubican a unos 300 metros por debajo de la superficie y allí pasan a moverse a la deriva, atrapando vida. En el curso de las operaciones de pesca con tormenta, muchas de estas redes gigantescas son abandonadas y continúan llenándose con presas que a su vez atraen a predadores que a su vez quedan también atrapados reproduciendo el ciclo con nuevos predadores. Están hechas con productos sintéticos y no biodegradables, son redes fantasmas con pesadillesca eficiencia por años y años…

Adicionalmente, los pesqueros de arrastre dragan cada centímetro cuadrado de las plataformas continentales. Pescando en el suelo del mar con una verdadera excavadora o bulldozer, las rastras nivelan cada año una área 150 veces mayor que todos los desmontes en tierra y destruyen los ecosistemas del fondo del mar. La acuacultura tampoco es buena: cada kilo de salmón cultivado devora como alimento más de tres kilos de peces silvestres capturados. Un estudio difundido en 2003 por la Universidad Dalhousie de Nova Scotia, basado en datos fechados desde los años cincuenta, concluyó que tras cinco décadas de tal asalto en cualquier parte en el océano apenas si sobrevive el 10% de los grandes peces de altura (atún, pez espada) y peces de costa (bacalao, merluza, lenguado).

También están amenazadas otras guarderías del mar. En los últimos diez años ha desaparecido el 10% del lecho de hierba marina, privando así a los peces juveniles, manatíes y tortugas de mar de sus hábitats ya en situación crítica. Los lechos de algas marinas también están muriendo en proporciones alarmantes.

Mientras continúa la vorágine del ataque humano en los mares, la ciencia en ningún momento de su historia ha enseñado más que hoy sobre cómo trabajan los sistemas que sostienen la vida sobre la Tierra. Si no se revierte rápidamente el fracaso humano en el gobierno del dominio público más grande del mundo, ciertamente el océano alcanzará pronto un punto de no retorno.

P.S. de la autora:
Esta historia está sintonizada con los nuevos desarrollos. Científicos están publicando actualmente una proporción sin precedentes de observaciones -no sólo predicciones- sobre los rápidos cambios del océano en nuestro planeta. Primero y principal, el 2005 resultó ser el año más caluroso registrado. Esto refuerza otros datos que muestran que la tierra está más caliente que nunca en los últimos 400 años y posiblemente en los últimos 2.000 años. Un estudio emitido por el Centro Nacional para la Investigación Atmosférica indica que las temperaturas del océano halladas en el Atlántico Norte tropical en 2005 son aproximadamente un grado centígrado más altas que el rango normal anterior. Lo cual resultó el catalizador predominante para los monstruosos huracanes de la temporada 2005, la estación más violenta nunca vista.

Las noticias del hielo polar no son nada buenas. Los estudios científicos (2002/2006) de la alianza NASA/Universidad de Kansas revelan que los glaciares de Groenlandia están desplazándose hacia el mar y están fundiéndose dos veces más rápido que hace diez años. Esto pone en peligro el equilibrio crítico del Atlántico Norte meridional poniendo en zozobra la circulación que sostiene nuestra estabilidad climática. El Estudio Antártico Británico anunció que “el recalentamiento global” del Antártico es tres veces más grande que el que estuvimos observando en otras partes de la Tierra; la primera prueba a gran escala del cambio de clima también en el continente sur.

Desde que se publicó ‘The Fate of the Ocean’ en Mother Jones, es evidente que también ha surgido la politización de la ciencia en la guerra sobre el clima global. En enero de 2006, uno de los científicos de clima más relevantes de la NASA, James Hansen, acusó a la agencia de intentar censurar su trabajo. Cuatro meses después, las imputaciones de Hansen tuvieron eco entre los científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, así como en un científico del Estudio Geológico de EE.UU. que trabaja en un laboratorio de NOAA [Administración Océanica y Atmosférica Nacional, por su sigla en inglés], quien denunció que su trabajo sobre el cambio del clima global estuvo censurado en su departamento, como parte de una política de intimidación anti-ciencia de la administración Bush.

Los problemas de la fauna del océano también están agravándose. En 2005, biólogos del Servicio de Manejo de Minerales de EE.UU. encontraron osos polares ahogados aguas afuera de Alaska, claramente victimados por la desaparición del hielo. En 2006, investigadores del Centro de Estudios de Ciencias Geológicas para Alaska encontraron osos polares matándose y comiéndose en áreas del mar en las que en ese año no se formaron hielos, dejando a los osos privados de comida. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales revisó su “Lista de Peligros” para el oso polar, cambiándole la calificación de conservación ‘dependiente’ a ‘vulnerable’ […].

La mayoría de estas historias permanece fuera de la vista, sumergidas en el remanso de los periódicos científicos. Los grandes medios de comunicación resultan incapaces de discernir lo bueno y lo malo de la ciencia y dan a todo el mismo crédito, sin definirse. La historia de nuestro declinante mundo oceánico y de nuestro propio futuro transcurre más allá del conocimiento público, sin alterar conductas o metas y marcada por la falta de previsión.

Project Censored (Proyecto Censurado) es un programa a cargo del profesor de sociología Peter Phillips, de la Universidad Sonoma, California, que desde hace treinta años emite un estudio anual sobre las 25 grandes noticias mayores ocultadas por la gran prensa de EE.UU., cuyo conocimiento permite comprender mejor los designios del imperio. Los textos completos pueden verse (en inglés) en https://projectcensored.org

notas:
*  www.motherjones.com/news/feature/2006/03/the_fate_of_the_ocean.html
1) Bióloga marina, autora de Silent Spring,, Primavera silenciosa, el texto que en 1962 anunció y denunció la muerte multitudinaria de los pájaros por los agrotóxicos aplicados a cultivos y frutales.
2) Véase Luis E. Sabini Fernández, “Un estilo de vida… necrofílico”, futuros no 7, acerca de la censura de la Casa Blanca acerca de otro informe sobre clima, que revela que la manipulación de informes que molestan es sistemática y sistémica.
3) Los m.i.m.  nos anuncian que Bush se ha sensibilizado frente a los osos. Y se habla de ponerlos bajo la protección de La Ley de Especies en Peligro. Menos mal. Como sostiene Clive Stafford Smith, defensor de presos políticos (v. p. ¿?), vivimos en un mundo en que tenemos que luchar para que las leyes que supuestamente favorecen a los animales alcancen a los humanos. Porque afganos,  palestinos, iraquíes, somalíes, haitianos, leoneses, nicaragüenses, sudaneses, ecuatorianos, aymaras, tzoziles, bengalíes, malíes, y tantos otros no parecen gozar de la sensibilidad de Bush. Al contrario.

fuente: revista futuros nº 10 (2007) https://revistafuturos.noblogs.org

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La residencia, eufemismos, paradojas, mitos y realidades

Publicada el 23/09/2008 - 06/09/2017 por raas

Un análisis sobre el papel de los centros de encierro modernos.

«La norma está representada por la eficacia o la productividad, quien no responde a estos requisitos tiene que encontrar su ubicación en un espacio en el que no entorpezca el ritmo social.» Franco Basaglia

Presentación

Las personas con grave discapacidad intelectual institucionalizadas en residencias conforman uno de los colectivos más olvidados de nuestra sociedad. En este artículo se pretende dar a conocer la situación de exclusión que padece este colectivo, así como los efectos negativos de la institucionalización. También se describe el funcionamiento y realidad interior de las residencias donde se materializa este género de marginación, haciendo hincapié en los aspectos técnicos que le dan cobertura.

A pesar de los esfuerzos por disfrazarla, la institucionalización de personas con graves discapacidades intelectuales sigue siendo uno de los escenarios donde más se vulneran los derechos humanos y una de las formas más graves de exclusión. Las instituciones dedicadas al confinamiento de este colectivo -oculto y marginado entre los marginados- pretenden adquirir un carácter terapéutico, huyen del término institución, incluyen en su propaganda conceptos como calidad de vida, atención especializada, rehabilitación, etc. Sin embargo, se utilizan exclusivamente como «depósitos» donde los internos son abandonados a una denigrante situación vegetativa, sin estimulación ni libertad alguna, y donde son víctimas de todo tipo de abusos.

Este es el caso, por ejemplo, de las macrorresidencias para «profundos» con capacidad para cien y más personas que, alejadas de los núcleos urbanos, controlan la totalidad de la vida de sus internos bajo el eufemismo atención integral (dispensan todos los servicios necesarios y «no hace falta salir para nada»). Gobernadas según criterios empresariales, en estas residencias se procura organizar la vida diaria de tantas personas con el mínimo gasto de recursos. De hecho, la única atención que reciben allí los residentes se limita a una misma y estricta custodia para todos. Asimismo los ambientes restrictivos y deshumanizados que reinan en su interior, lejos de ser terapéuticos, contribuyen a incapacitar totalmente a los individuos, aumentando sus minusvalías y cronificando su situación de dependencia.

De individuo a problema técnico

El internamiento en residencias de este tipo nunca es un acto libre y voluntario. En la mayoría de las ocasiones llega producto del deseo de los familiares, muchas veces tras conseguir éstos la incapacitación legal del afectado por sentencia judicial. Este mecanismo legal se basa en que un juez nombra un tutor (representante) «porque el individuo es incapaz de manifestar su voluntad puesto que su discapacidad se lo impide», limitando así la capacidad de obrar y de decidir sobre todos los aspectos de su vida.

En todos los casos el encierro supone reforzar los efectos negativos que se producen sobre la persona que padece una minusvalía. Estas instituciones anquilosadas y marginadoras no responden en absoluto a las necesidades de sus internos. Su ideología asistencial está cimentada sobre una manera superficial y obsoleta de concebir la realidad del colectivo, herencia de los prejuicios del pasado. Las personas con grave discapacidad intelectual son incapaces de aprender nada y muchísimo menos llevar una vida mínimamente independiente, tan sólo se les pueden cubrir las necesidades básicas (higiene, salud y alimentación).

Una vez dentro, el radical desarraigo que se produce con el mundo exterior y la vida diaria institucional originan un progresivo proceso de despersonalización. Al ingresar en grandes soluciones residenciales, donde es característica la masificación deshumanizante, los internos pasan a considerarse meros objetos pasivos de intervención técnica. Marcados, agrupados, clasificados y uniformados según su patología, van perdiendo paulatinamente su propia identidad. La persona que estaba ahí con sus dificultades y sus capacidades es despojada de toda su humanidad y convertida poco a poco en un cúmulo de registros e informes (control de crisis epilépticas, evaluaciones psicológicas, historias clínicas, informes médico-psiquiátricos, registros de medicación, de dietas, de actividades,…)
Efectos yatrogénicos

El entorno hostil y restrictivo en el que viven las personas institucionalizadas tiene realmente unos efectos catastróficos. Las relaciones humanas en el seno de estos centros son fuertemente jerárquicas. Evidentemente, los internos se encuentran degradados en el último peldaño de la estructura, obligados a adaptarse al disciplinado «existir» diario y sometidos al rígido reglamento de la institución, la cual no discrimina necesidades ni demandas particulares de los que allí residen. Todos reciben la misma oferta institucional basada en un «asistencialismo de contención».

Moldeados mediante la celosa privación de estímulos en un día a día absolutamente rutinario y vacío de contenido, los residentes son conducidos a la pasividad incondicional. No tienen derecho a manifestar preferencias ni derecho a decidir nada en ningún aspecto de sus propias vidas, teniendo que ir de una sala a otra en rebaño y resignándose a dormir, despertar, comer, hacer sus necesidades, etc. a la hora que toca y no a otra. Simplemente han de «portarse bien». Lo que quiere decir que su conducta ha de limitarse a la docilidad y a la obediencia. El interno «bueno» es el interno pasivo, el que no reniega ni perturba. Así, pasan la mayor parte del día sin hacer nada, vigilados de cerca por un escaso número de cuidadores no cualificados y en condiciones más que precarias.

La existencia en las entrañas de estas instituciones puede llegar a ser absolutamente tediosa y denigrante, inimaginable para quien no ha estado en una de ellas alguna vez. Los internos tan sólo reciben una cama para dormir, comida y se les pone delante de la televisión, que representa la única «ventana hacia el mundo». Nadie ha de preocuparse de nada porque todo lo deciden otros . La mayoría no desempeñan ningún tipo de actividad lúdica u ocupacional. Además la carencia de calor y de estimulación da lugar a una destrucción de las voluntades. Nadie tiene deseos ni esperanzas allí dentro. Todos los días son iguales.

La misma secuencia invariable de gestos y actos se repite diariamente hasta el infinito. Eventualmente este ambiente llega a proporcionar una falsa sensación de seguridad a los internos, que acaban temiendo cualquier cambio o novedad. Las pocas actividades y salidas que se realizan en la institución vienen rigurosamente programadas desde arriba y van dirigidas siempre al mismo grupito de internos (los que han aprendido a no crear problemas y a pasar desapercibidos). Pero la mayoría no tienen otra opción que replegarse en su autismo, indiferentes a todo lo que les rodea, abstraídos psíquicamente en cualquier rincón, sumergidos en una profunda apatía o golpeándose estereotipadamente contra la pared. De esta manera, día tras día, año tras año, la competencia y las aptitudes de los individuos se van deteriorando, se crean nuevas discapacidades adicionales y se fortalecen las dependencias. El resultado final es un grupo de personas totalmente ineptas para encarar los aspectos más básicos de su vida diaria.

Para facilitar este régimen carcelario en un contexto donde es característica la insuficiencia extrema de personal, existen todo tipo de medidas de control del comportamiento. Desde los cócteles de psicofármacos hasta las contenciones mecánicas como las muñequeras o el chaleco-cinturón son utilizados para acabar de restringir la capacidad funcional de aquellos posibles «alborotadores» del orden institucional.

Cobertura técnica

A pesar de la fachada terapéutica que le proporciona la presencia de médicos, psicólogos, asistentes sociales, rehabilitadores, etc., la residencia no es precisamente un espacio de salud ni de rehabilitación ni de integración social. El personal técnico se encarga básicamente de dar una apariencia ética a la institución. Cosa que no ha de ser nada fácil ya que, mientras por un lado se proclaman objetivos formales a favor de la inclusión social de sus internos, por el otro se ha de justificar la existencia de vallas, puertas cerradas, ventanas con rejas, aparatos de contención física, etc. Como dice Goffman respecto a las instituciones totales, «esta contradicción entre lo que la institución hace realmente y lo que sus funcionarios deben decir que hace, constituye el contexto básico donde se desarrolla la actividad diaria del personal» (Goffman: 2004, p. 83).

Las restricciones físicas, por ejemplo, se justifican argumentando razones terapéuticas o de seguridad (evitar caídas, eliminar conductas desadaptadas, mantener vías invasivas, vencer las resistencias a un tratamiento o alimentación, mantener la alineación corporal del interno,…) Sin embargo la mayoría de las veces se utilizan como simple castigo o como medida desesperada de un cuidador ante la terrible sobrecarga de trabajo. Cualquier indisciplina o desobediencia por parte de algún interno se interpreta como un síntoma de empeoramiento de su enfermedad y se corrige rápidamente con muñequeras y cinchas.

Posteriormente el incidente se traduce a un lenguaje técnico y queda registrado como una crisis de agitación psicomotriz. Sucede que ante la inexistencia de alternativas menos intransigentes, muchas de estas prácticas se acaban «institucionalizando», y a pesar de que atentan directamente contra los principios fundamentales del cuidado y chocan frontalmente con los fabulosos objetivos de la institución en relación con la autonomía, independencia y calidad de vida de los internos, la utilización abusiva de restricciones físicas termina formando parte de lo cotidiano y de lo habitual. De este modo podemos encontrarnos con residentes que pasan los días y los años atados «preventivamente» a la cama de manos y pies simplemente por el hecho de contar con antecedentes conflictivos.

Otros, los que presentan conductas «molestas» para sus cuidadores, pasan el tiempo inmovilizados por un acercamiento extremo entre la silla y la mesa, apretados como auténticos bocadillos humanos, o directamente sujetados a la silla con sábanas anudadas y correas. Es evidente que en estos casos el uso de dispositivos limitantes responde más a razones de gestión y organización que a criterios terapéuticos o de seguridad.

Lo mismo sucede con los psicofármacos. Las personas con discapacidad psíquica institucionalizadas constituyen una de las poblaciones más medicadas con neurolépticos. Aunque se argumenta para ello la alta frecuencia y gravedad de los trastornos de conducta presentes en esta población, no parece ser este el principal criterio para la utilización de estas drogas tan nocivas para la salud. Las prácticas de prescripción están fuertemente influidas por factores no médicos, como la falta de personal o la inexistencia de programas, actividades y estrategias más adecuadas. Además, pese a que los psicofármacos los prescribe un psiquiatra (que apenas pisa la institución), la persona que cuenta las gotitas de haloperidol que caen en el desayuno del interno es la misma persona que después ha de estar ocho horas custodiándolo (y… si hoy te has levantado un poco «motorizado» hoy te tomas cinco o seis gotitas extras).

Esencia y presencia

Muchas de estas instituciones desarrollan un obsesivo afán por el cuidado de su imagen. Se presentan a la sociedad como hogares donde las personas con discapacidad encuentran una atención especializada, y donde llegan a estar «mejor que en casa». Repetidamente los órganos directivos muestran en público su interés por la gestión de la calidad, pregonan principios de solidaridad, divulgan la mejora constante de sus servicios, anuncian su compromiso con las personas discapacitadas, se llenan la boca de objetivos y misiones, incluso inician procesos de certificación para acreditar la bondad de su manera de proceder.

En realidad esta gestión de la calidad nunca llega a salir de los despachos porque su verdadera finalidad es totalmente ajena al compromiso con sus usuarios. La implantación de un plan de calidad no deja de ser un lavado de cara de la organización que sirve para ganar posiciones en el mercado y estar en mejor situación para la consecución de subvenciones públicas. Subvenciones millonarias que sirven para engrosar las arcas particulares de gestores y fundaciones privadas, y que se justifican con la remodelación permanente de mobiliario y arquitectura del centro, pero que nunca suponen una mejora real para el usuario.

Se eliminan barreras arquitectónicas de los aseos para recibir una subvención, pero acto seguido se ha de derribar todo porque la próxima subvención exige lavabos individuales que preserven la intimidad de los residentes, se construyen de nuevo los lavabos y se vuelven a derrocar, se construye, se derriba… Esto explicaría la presencia continua de obras en estas instituciones.

Tras este discurso de sus gobernantes se oculta una clara preocupación por parchear los objetivos reales de la institución, procurando aparentar una realidad que, en el mejor de los casos, tan sólo existe sobre el papel. Todos los esfuerzos dirigidos a mejorar la imagen de la residencia son pocos. No obstante, de puertas para dentro la esencia sigue siendo la misma de siempre. De hecho, esa es precisamente la esencia de estas instituciones: que nada cambie, que siga todo igual.

Cualquier cambio es sinónimo de ansiedades, confusión y desconcierto, y no sólo para los internos. El personal, con el tiempo, también acaba padeciendo una institucionalización paralela donde la inercia es el motor de toda su actividad. Difícilmente cualquier innovación, por pequeña que sea, será tolerada por el rígido orden establecido. El tiránico equilibrio institucional entretejido durante años no es capaz de asimilar reformas que podrían llevar al caos. Todo está perfectamente dispuesto, jerárquicamente ordenado. Y eso hace que los profesionales se sientan terriblemente frustrados e insatisfechos, que no puedan desarrollar adecuadamente su profesión. Porque el buen hacer profesional es incompatible con la eficiencia institucional. Y tarde o temprano todos, internos y personal, tienen que adaptarse a las precisas «normas de la casa».

Lo cierto es que la última sensación que tienen los residentes es la de sentirse en su casa. Cada vez más medicados y menos autónomos, son sencillamente reducidos a un lamentable estado vegetativo, animados a dormir todo el día. Y así languidecen a través de los años hasta su extinción, víctimas día a día de la infantilización, los castigos corporales, las amenazas, las humillaciones y el trato vejatorio que reciben de sus cuidadores, los cuales, a su vez, son víctimas de un trato vejatorio por parte de su convenio laboral (célebre es la precariedad laboral que caracteriza al sector de las residencias privadas). Toda una violencia vertical que impregna la actividad diaria en el interior de la institución y que cristaliza en forma de clima humano irrespirable.

Es innegable que estas instituciones no tienen otra función que la de «almacenar» internos hasta el día de su muerte de la manera más económica posible. A pesar de su atención médica y «especializada», la residencia no cura ni rehabilita ni beneficia en nada. Más bien es un lugar oscuro de marginación y yatrogenia devastadora, del que ninguno de sus internos saldrá alguna vez para volver a su hogar.

Sílvia Broto Vizcaíno / silvia.broto@hotmail.com

Bibliografía
– Focault, Michel (1975): Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores, S.A. 13ª reimp. (2005). p.338
– Goffman, Erving (1961): Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales. Amorrortu editores. 8ª reimp. (2004). p. 383.
– Basaglia, F., Carrino, L., Castel, R., Espinosa, J., Pirella, A., y Casagrande, D. Psiquiatría, antipsiquiatría y orden manicomial . Barral Editores, Barcelona, 1975. Recopilación de textos a cargo de Ramón García.
– Editar una vida, documental de Raúl de la Morena, 2005.
– L’atenció a la gent gran dependent a Catalunya: Informe extraordinari del síndic de greuges de Catalunya

fuente www.nodo50.org/ekintza/article.php3?id_article=426

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La sociedad transparente. Tecnologías de control en la estructura empresarial moderna

Publicada el 23/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Detrás de la inclinación del capitalismo occidental de exhibir de modo obsceno un agresivo «poder pastoral» (aquel capaz de desarrollar el doble juego de la ciudad y el ciudadano, y el del pastor y el rebaño) e imponer sobre la espalda del sujeto el peso inabarcable de una organización que le trasciende, se ocultan los mecanismos que protegen precisamente a aquello que otorga fundamento y eficacia a las prácticas del sistema.Se asiste así a un universo de imperceptibles coacciones que se incrustan en nuestras vidas cotidianas, una microfísica del poder que se infiltra en los cuerpos de los individuos allí donde se materializa la acción capitalista. 

Por Carlos Hugo Sierra

Decía Michel Foucault que «el poder es tolerable sólo con la condición de enmascarar una parte importante de sí mismo».

Si bien eso es cierto, hoy en día difícilmente podemos encontrar una parcela de nuestras vidas que escape a su dominio, ya que el fondo ideológico y práctico que anima el discurso neoliberal (a pesar de que en apariencia resulte lo contrario) exige, para su perpetuación, la necesidad de intervención, de ordenación y ordenamiento de las colectividades. En este sentido, la floreciente emergencia de las tecnologías (ligadas a la información/comunicación) han contribuido a facilitar y, por ello, a «endurecer» el desarrollo de la economía neoliberal.

Algo que se contempla muy bien en el ámbito del trabajo, cuyas débiles resistencias (lo que queda de la histórica lucha de la clase trabajadora por sus derechos) ante cualquier ataque se han visto superadas por el ímpetu de toda una infraestructura tecnológica de control político/social. Del «departamento sociológico» encargado de investigar el comportamiento de los trabajador@s en las cadenas de producción fordistas se ha pasado a la integración en la gestión empresarial de las innovaciones y capacidades de los servicios de seguridad e inteligencia surgidos desde los Estados modernos.

Las tecnologías de control han favorecido una «humanización» de las relaciones con l@s trabajador@s, reduciendo la presencia de los actos de carácter represivo o de la disuasión basada en la fuerza, «normalizando» las condiciones de aceptabilidad del poder por l@s propi@s dominad@s. De esta manera las lógicas empresariales del liberalismo imperante no van a influir en la capacidad de elección de los trabajadores sino que, en un nivel más profundo, van a incidir en la elaboración de los criterios desde los que el sujeto selecciona la toma de una postura.

Hay pues «libertad» en la toma de decisiones del sujeto trabajador/a precisamente porque el sistema económico es capaz de naturalizar su imposición, es decir, de convencer de que la imposición a la que se ve sometido el individuo surge de su «libre actividad reflexiva» y de su «libre voluntad». Con ello se despliega una estructura disciplinaria de control basada en la ilusión ( ya lo dejó apuntado Bentham en «El panóptico») de l@s trabajador@s de estár bajo una vigilancia constante. De este modo, el sujeto termina por sumergirse en un «estado de conciencia y visibilidad permanente que asegura el funcionamiento automático del poder» (M. Foucault).

simultáneamente, parece evidente que el entramado de tecnologías de la información y de la comunicación han acelerado el proceso de reorganización de la estructura laboral y empresarial. Con su desarrollo se ha posibilitado la dispersión geográfica de l@s trabajador@s (teletrabajo) sin que por ello haya disminuído el poder de control sobre ést@s, ya que ahora la vigilancia empresarial puede introducirse en los espacios más íntimos con el fin de supervisar los horarios y la productividad. Hablamos, pues, de una reorganización de las estructuras de control desde la descentralización, algo que crea la figua del «cibersierv@» sujeto a un entramado comunicativo unidireccional que le lleva a convertirse en la parte terminal de la gestión económica.

Son las consecuencias de lo que David Lyon denomina «vigilancia desorganizada» y de lo que Abbe Mowshowitz, con cierta semejanza en sus planteamientos, sugiere con su término de «feudalismo virtual». En el desarrollo de ambos conceptos se reconoce el incremento de la vulnerabilidad del/la trabajador/a dado que las tecnologías se han convertido en instrumentos posibilitadores del «horario flexible», en mecanismos que revalorizan los aspectos de flexibilidad, rapidez, eficacia y productividad, y en las bases fundamentadoras de un discurso ideológico generado desde las instituciones políticas y socioeconómicas que prioriza la movilización del/la trabajador/a en un proceso cíclico de formación contínua, «normalizando» la arbitrariedad y la impunidad en las relaciones laborales (desde el contenido de las modalidades contractuales a los criterios de despido).

De igual modo, las tecnologías ejercen una labor de vigilancia interna (vigilancia reflexiva) que se ha convertido en fundamental en el aseguramiento de la «competitividad» de las empresas. No tenemos que ir muy lejos para escuchar este discurso: la Unidad de Consultoría Tecnológica de ROBOTIKER nos dice que «las personas deben tener conocimiento sobre su organización (misión, visión, valores, cultura, procedimientos, formas de trabajo, etc.) y las actividades que se realizan (ofertas, proyectos, cursos, ponencias, seminarios, artículos, etc.) de forma que se evite la duplicidad de esfuerzos, se aprovechen las lecciones aprendidas, etc. mejorando la productividad de las personas y su satisfacción» (en el Parque Tecnológico de Miramón, Donostia ya se están ofertando cursos de «Vigilancia Tecnológica e Inteligencia Competitiva» -BIC BERRILAN DIGITAL- cofinanciado por el Gobierno Vasco).

Esta «High Tech», esta sofisticada tecnología, le sirve a la clase empresarial para seleccionar, vigilar y controlar a l@s emplead@s, con el argumento justificativo de mejora de la competitividad de la productividad, de establecimiento de la Calidad Total, de la Reingenieria (Conceptos estos que ocultan toda una ideología de corte belicista que se añade a los fines del rancio liberalismo de siempre. Baste, para darse cuenta de ello, mencionar el éxito logrado en occidente de la traducción y aplicación de las técnicas del bushido japonés a la gestión empresarial). La ventaja de la vigilancia sistemática a l@s trabajador@s por parte de l@s empresari@s es clara, en la medida en que mejora el establecimiento de filtros de cara a reclutar al personal más conformista y sumiso ante las órdenes patronales, permite la elaboración actualizada de registros individuales de desempeño laboral y el perfeccionamiento de bases de datos con información personal e individualizada (datavigilancia), así como el establecimiento de medidas que garanticen el cumplimiento de las normas estándar de productividad.

El/la trabajador/a y, más allá, el individuo alcanza un grado de vulnerabilidad máxima pues se ha transformado en un sujeto «aislado, subcontratado en una red flexible» (Manuel Castells), al que se le conquistan los últimos espacios de intimidad que le quedan y acaba siendo «gestionado» sutilmente desde el control mediático y el procesamiento informacional. Convendría por ello, en lo que sigue, describir brevemente alguno de estos procedimientos a fin de ser conscientes de la real dimensión de este nuevo fenómeno.

Uno de los fenómenos más simples es el «monitoreo telefónico», en el que los números desde las extensiones de una línea telefónica pueden registrarse por medio de un aparato denominado «pluma registradora». Dicho aparato permite que el empresario disponga de una lista de los números de teléfono que se marcan desde la extensión que pueda poseer cada empleado, así como la duración de la llamada. No obstante, el procedimiento de control más generalizado es lo que R. Clarke denominó como «datavigilancia» que, aunque en un principio, se utiliza para referirse a la investigación de las personas utilizando la estela cibernética dejada, quizá hoy en día es aplicable además a los mecanismos de procesamiento, recuperación y consolidación de todo dato.

Para ello las tarjetas inteligentes (tarjetas de crédito, de control de asistencia, de identidad (ID), de identificación…) están siendo rediseñadas para facilitar la conexión de bases de datos múltiples. Mediante una técnica denominada «corrimiento de fusión» las nuevas tarjetas poseen un circuito microelectrónico que puede almacenar varias páginas de información de cada persona. Así se dispone de la capacidad tecnológica para elaborar perfiles sociales (data profiles) de l@s usuari@s (recordemos que ya existe software, como el llamado Falcon, capaz de reconocer patrones de conducta-cuándo y dónde se compra, cuándo y dónde se viaja, etc- tras el análisis de las transacciones económicas realizadas por l@s usuari@s). En ese sentido las tarjetas de identificación laboral son paradigmáticas ya que aseguran el control y localización del trabajador/a en las empresas públicas y privadas (controlando su rendimiento, cuánto tiempo tarda en tomarse el café, etc).

En todo caso, ésta no es la única técnica de vigilancia y de control de la identidad existente. Más allá del control básico a partir de la huella dactilar se están imponiendo las técnicas de verificación biométricas, o sea, sistemas automáticos que hacen «scan» electrónico y digitalizan partes del cuerpo humano singulares, y que nunca son idénticas a las de otra persona (iris, voz humana-sonometría…). Ejemplos de ello son el sistema de la geometría de la mano que mide, a través de un lector electrónico, la longitud y la distancia entre los dedos o, por otro lado, la terrmografía facial que mide las curvas del rostro desde varios ángulos, digitalizando la información y haciendo comparación computerizada con imágenes ya existentes en la bases de datos o en una tarjeta de identidad. En la actualidad ya es posible realizar una operación en un cajero automático mediante la exploración de la retina y el iris con unos lentes de cámara a las que se tendrá que aproximar el/la usuari@a (unos 30 ó 40 centímetros), esperando la confirmación de su identidad mediante el estudio comparativo con el código almacenado en la base de datos (se trata de una tecnología desarrollada en Gran Bretaña que «puede reconocer una huella ocular individual, el único patrón encontrado en el iris, una anilla coloreada de tejido que envuelve a la pupila. Cada persona tiene un patrón diferente de filamentos, marcas y estrías en el iris» Nigel Hawkes).

Otro de los métodos de vigilancia más extendidos es la introducción en las áreas de trabajo de las Cámaras de Televisión de Circuito Cerrado (CCTV). El sistema SEEHAWK, por ejemplo, es un modelo de la penetración del «ojo electrónico» proporcionada por la tecnología en el ámbito laboral, ya que mantiene las áreas vigiladas mediante una unidad conectada con cámaras que permite ver exactamente lo que sucede y llama al/la operador/a del PC controlador en el caso de que sucedan actividades sospechosas en las zonas monitoreadas, desplegando imágenes congeladas en la pantalla (es lo que se denomina «videocam», o sea, un sistema de cámaras dirigidas por ordenadores). El operador puede controlar la situación del empleado a distancia ya que dispone de una unidad remota manteniendo una red de seguridad que genera una grabación digital de ocho canales MPEG 1 (sistema de compresión) multiplexados. Termina por imponerse así, con este tipo de tecnología, la tendencia que deja a un lado la vigilancia con fines defensivos o de conservación de la empresa, y asume sin complejos el control activo de la localización de trabajador@s.

Sin embargo, si a este sistema se le añade el monitoreo de los sistemas computerizados, la vigilancia activa es casi completa. El empresario puede hacer uso de un software de ordenador que le permita ver lo que está en pantalla o guardado en las terminales y discos duros que vean los empleados. Además, las personas que trabajan intensivamente con procesador de palabras y captura de datos puede estar sujeta a la vigilancia del teclado (golpes por hora) e, incluso, es posible conocer y registrar el tiempo que desperdicia frente a la pantalla del ordenador o lejos de él.

Además, con la expansión del correo electrónico y del correo vocal como complemento indispensable en el trabajo han surgido simultaneamente los sistemas para su control. Si en la empresa funciona un sistema de correo electrónico el empresario es el dueño del sistema, y puede revisar el contenido. Es conveniente mencionar aquí que los sistemas de correo electrónico y vocal guardan los recados en la memoria del sistema, aún después de ser borrados, quedando registrados permanentemente en un archivo «respaldo» de cinta magnética, junto con el resto de información importante del sistema computerizado.

La cibervigilancia que puede realizar el/la empresari@ se incrementa mediante el registro de las cookies (códigos incrustados en el disco duro que identifican al usuario de la red), ya que a través de ellas es posible conocer las páginas web a las que entra el/la trabajador/a. No es de extrañar, entonces, que estados como Gran Bretaña, país pionero en la legalización de la intervención de las comunicaciones electrónicas sin autorización judicial, planteen la elaboración de normativas como las Lawful Business Practices Regulations, en desarrollo de la Regulation of Investigatory Powers Act 2000, que autorizan a la empresa a controlar, interceptar y grabar cualquier llamada telefónica, correo electrónico o la navegación por internet sin conocimiento del/la trabajador/a, «siempre que la finalidad de tal interceptación encaje en alguno de los supuestos que se establecen».

COmo consecuencia de ello, comienzan a surgir sistemas de vigilancia y control como el programa SurfWatch que está diseñado para bloquear los contenidos pornográficos y el lenguaje injurioso. El Spector 2.1 lleva a cabo pantallazos cada pocos segundos que, posteriormente se pueden contemplar como si se tratara de una sucesión de imágenes-del ordenador en el que está instalado. Estas se almacenan en un servidor, al que el/la espía puede acceder por contraseña o bien recibir las imágenes vía correo electrónico.

Las contramedidas tecnológicas tradicionales que se utilizan normalmente no sirven para Spector (no se pueden cifrar los mensajes con PGP ni ocultar las huellas en la web mediante un programa anonimizador). Y si con estos procedimientos tecnológicos de control no tenemos bastante siempre nos queda esperar a la aplicación en el terreno laboral (todavía tiene un uso estríctamente militar) de la tecnología TEMPEST, capaz de interceptar directamente (sin necesidad de red) las comunicaciones del ordenador y de penetrar en su disco duro aprovechando las radiaciones electromagnéticas que emite. O de otro modo, interceptar las comunicaciones laborales realizadas desde los teléfonos móviles mediante el control de las estaciones a las que llegan las señales (Reg Whitaker, en este sentido nos propone, como si de un juego se tratara, que tecleemos la siguiente dirección de AT&T: www.anywho.com y, una vez allí, tecleemos nuestro número de teléfono. Sorprendentemente quizá podamos encontrar información sobre nuestra propia localización). Así las cosas, si nos atenemos a las cifras que se dan en el más grande Estado policial laboral del mundo (EEUU) nos daremos cuenta de la importancia de todo ello: un 45% de las grandes empresas tienen instalados sistemas de vigilancia interna para controlar el correo electrónico de sus emplead@s (50 millones). De ellas más del 30% almacena y revisa los correos electrónico envíados y recibidos por sus empleados. El 20% de las compañías tienen instaladas cámaras de vigilancia.

La prolongación de la vigilancia del/la trabajador/a presenta otra dimensión que en un futuro ya cercano puede resultar trascendente como es la aplicación de las tecnologías a los procesos vitales del sujeto, es decir, la ingeniería genética. Los análisis genéticos se enmarcan en el contexto de la vigilancia médica de l@s trabajador@s, debido a la necesidad de prevención o protección de la salud del/la futur@ trabajador/a. Con ello se puede desencadenar un riesgo de medicina de la obediencia que intente establecer cuerpos menos opacos, más transparentes, más sujetos al «cuidado» y al «control». Aplicados por el/la empleador/a como instrumento de selección de l@s candidat@s en aras de la mejora de la productividad y de la rentabilidad de sus empresas, los análisis genéticos tienen el riesgo de abocar a la exclusión sistemática de ciertas personas y de crear también un «proletariado genético».

En definitiva, la productividad como valor no sólo sociopolítico sino también ético/moral (el/la empresari@ se transforma no sólo en un agente capaz de orientar los procesos políticos de primer orden sino en un verdadero «benefactor social» investido de un conjunto de atribuciones morales) se sobrepone e, incluso, justifica la intervención en la gestión de lo íntimo y de la corporalidad del sujeto. El empleado se encuentra así atrapado en una red de influencias coercitivas sutiles que descansan en un orden de «seguridad».

Orden generado por una tecnología que propicia, por su propia estructura panóptica, la interiorización de los propios esquemas de control -debido al miedo a ser vigilados- y genera actitudes de autocensura por parte del propio trabajador sin necesidad de que existan otros sistemas de control manifiestos. Y es que la tecnología sutiliza los sistemas de control social, haciéndolos invisibles a los ojos de los individuos aunque éstos se expongan con toda desnudez a la visibilidad de los propios sistemas. Esta lógica bipolar enfatiza y desarrolla actitudes de sumisión y de aceptabilidad por parte del sujeto.

En última instancia, parece evidente que el orden establecido asume sin tapujos unos dispositivos de control y vigilancia cada vez más complejos y eficaces. El neoliberalismo se ha metamorfoseado en una sofisticada red de gestión de los individuos. Sin embargo, en nuestro mundo contemporáneo todavía pueden encontrarse rendijas por las que escapar a ese dominio.

Es necesario recordar aquí que la propia tecnología, fuente de control y represión, puede convertirse también en el principal instrumento de liberación y de lucha. Una primera vía que se plantearía sería la propia defensa frente a la ofensiva controladora, que las estructuras neoliberales fortalecen desde la tecnología de control mediante programas «trituradores de cookies», sistemas de «retransmisión» (re-mailing, en los que las personas envían sus comunicaciones canalizadas por un centro de retransmisión que presenta la capacidad de borrar marcas de identificación o trayectorias virtuales tanto del/la emisor/a como del/la receptor/a), encriptación en clave pública de los mensajes (sistema asimétrico en el que se utiliza una clave pública y otra privada de decodificación de los mensajes imposibles de relacionar entre sí y que permite únicamente al receptor la posibilidad de leerlos.

Al mismo tiempo, mencionemos la versatilidad defensiva de programas de encriptación de mensajes como el PGP-Pretty Good Privacy, capaz de asegurar la inviolabilidad del mensaje gracias a un sistema de 128 bites, frente a los de 56, o la llamada «esteganografía» (ocultación de mensajes en otro conjunto de información para que se ignore y no se intercepte. Normalmente se mezclan los bites del mensaje con los de un archivo de imagen o de sonido). La segunda vía, complementaria a la primera, se hace eco de la capacidad subversiva de la tecnología para infiltrarse en los centros económicos y políticos principales del sistema para desestabilizarlo.

Los ciberasaltos a las agencias de seguridad, la emisión de virus informáticos y saqueo de los centros informáticos de las grandes estructuras económicas, así como la llamada «infoguerra» organizada sobre las bases de datos de los estados y el aprovechamiento de la infotecnología como un elemento de guerra mediático desde el que es posible acceder y proyectar las situaciones reales de ciertas luchas (Palestina, Euskal Herria, Chechenia…) suponen un conjunto de posibilidades y recursos que ofrece la propia tecnología a muchos colectivos y que son imposibles de eludir si se desea afrontar con realismo la compleja trama del poder existente en las sociedades modernas.

Vivimos cada vez más en la ciudad de cristal que tan brillantemente muestra Zamiatin en su obra «Nosotros», un cristal transparente a través del cual el poder dominante contempla las trayectorias vitales de todos sus «subdit@s». Si la tecnología de control ha contribuído a su consolidación quizá también nos permita, por otra parte, construir espacios de invisibilidad, lugares «conspirativos» y opacos, ajenos a la mirada vigilante del poder contemporáneo.

fuente: https://www.nodo50.org/ekintza

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Soja, símbolo de destrucción de la naturaleza

Publicada el 22/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Hace 50 años, ninguna cultura del mundo comía soja. Entonces en EE.UU. empezó a ser incluida en el 70% de los alimentos procesados. En la actualidad, está presente en el 60% de todos los alimentos procesados “globalmente”.

Por Vandana Shiva

La promoción del uso alimentario de la soja es una enorme experimentación de alcance planetario apoyada en una política de subsidios de 13 mil millones de dólares por parte del gobierno norteamericano entre 1998 y 2004 y por 80 millones de dólares anuales que aporta la industria de ese país. Como resultado de tamaño experimento, la salud de los seres humanos está siendo destruida. La humanidad se nutrió a través de su evolución con más de 80 mil plantas comestibles y con unas tres mil de modo constante.

Actualmente, la humanidad depende apenas de ocho cultivos para la provisión del 75% de sus alimentos.

En 1988 el aceite comestible autóctono de la India, hecho con granos de mostaza, con pulpa de coco, con lino y almendras, todos procesados en frío a través de molinos artesanales, fue prohibido bajo el pretexto de “proteger la seguridad alimentaria”   Al mismo tiempo, se levantaron con inusitada rapidez todas las restricciones a la importación de aceite de soja, todo lo cual afectó los medios de subsistencia de unos  diez millones de agricultores. Los molinos “caseros” de aceite fueron clausurados, de a miles.

Una veintena de agricultores perdieron la vida cuando protestaban contra tales cierres y contra la invasión de soja en el mercado indio, que se hizo con precios de dumping, hundiendo a los cultivos locales. Los millones de toneladas de aceite de soja transgénica vendidos a precios artificialmente baratos siguieron invadiendo el mercado indio.

Las mismas compañías responsables de la operación de dumping en la India; Cargill y ADM, están ahora destruyendo enormes sectores de la región amazónica para plantar soja. Millones de hectáreas de selva tropical son quemadas para preparar el suelo para cultivos destinados a la exportación. En cuanto a los seres humanos, en Brasil y en la India ven como son amenazados sus medios de subsistencia por el fomento de los monocultivos que se acompasan con las grandes empresas del agribusiness.

Las personas en EE.UU. y en Europa sufren también una amenaza, puesto que el 80% de la soja es destinada a alimentar el ganado para obtener carne barata, lo cual destruye tanto la selva lluviosa de la Amazonia como la salud de las personas en los países enriquecidos. La soja tiene un alto contenido de isoflavonas y fitoestrógenos que provocan desequilibrios hormonales en los seres humanos. Los monocultivos afectan así tanto a los subalimentados como a los sobrealimentados.

Mil millones de seres humanos carecen de alimentos suficientes porque los monocultivos industriales los expulsan de sus medios de vida en el campo. Además, unos mil setecientos millones de seres humanos sufren obesidad y dolencias vinculadas con el exceso de alimentación. Al depender de los monocultivos, el sistema alimentario deviene cada vez más en dependiente de los combustibles fósiles utilizados para elaborar fertilizantes sintéticos o para mover grandes máquinas o para el transporte de larga distancia. Superar los monocultivos es un imperativo para procurar la provisión mundial de alimentos. Los pequeños predios con diversidad biológica tienen una productividad mucho más alta y generan así una renta mayor para los agricultores. Y las dietas basadas en alimentos biodiversos proporcionan una nutrición superior.

El control de las grandes corporaciones empresarias sobre la agricultura mundial lleva al monocultivo.
La libertad de alimentar a los habitantes depende de la biodiversidad. La libertad humana y la libertad de las otras especies se refuerzan mutuamente. En nuestro tiempo, la soja se ha convertido en un símbolo de una economía que destroza la naturaleza y los cultivos autónomos. Simboliza el alejamiento de la naturaleza y de nuestros propios cuerpos. Simboliza la codicia y el control: a través de la soja, las corporaciones transnacionales como Monsanto, Cargill, ADM [todas made in USA, n del ed.], se apoderan del control de los suelos y de la biodiversidad.

Monsanto, por ejemplo, tiene una enorme cantidad de patentes sobre la soja GM.
No es que sólo estamos en trance de perder la Amazonia, que puede desaparecer si continúa el actual ritmo de desmonte, también estamos desquiciando el clima del planeta. La Amazonia es el pulmón y el corazón del planeta. Más allá de hacer bajar el nivel de carbono en la atmósfera, ayuda a mejorar el clima y acrecienta la humedad de los vientos alisios. En la medida en que siga desapareciendo se va a reducir la humedad y aumentarán las sequías.  En la de 2005 el nivel del río Amazonas que normalmente puede caer unos 10 a 13 metros, bajó 17 metros. En un sitio del río, en Acre, se podía vadear.

Al “comerse” el río para obtener carne y soja baratas las corporaciones agrocomerciales, como Cargill, en los hechos se están “comiendo” el planeta. Si queremos evitar una catástrofe ecológica y humana total, necesitamos abandonar este primitivísimo modelo de acumulación económica que destruye para crear “crecimiento”.
Solamente las culturas autóctonas pueden enseñarnos cómo vivir de un modo diferente, permitiendo que las diversas especies y las diversas culturas puedan florecer en nuestro planeta.

artículo publicado en Revista futuros nº10 (2007) https://revistafuturos.noblogs.org

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Congo, siglos de saqueo

Publicada el 21/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Los delitos contra el Congo se repiten siglo tras siglo. Hoy hay allí un gobierno corrupto y ávidas compañías transnacionales mantienen al país en un estado de semicaos para poder seguir extrayendo los riquísimos minerales qua hay en su suelo al menor costo posible, sin consideración alguna a las vidas humanas. El tenebroso corazón del colonialismo late de modo tan repugnante hoy como hace cien años.

Por Carolina Jemsby

Hay una piedra verde en mi escritorio. Es una piedra de cobre, de la mina de Ruashi en Kongo-Kinshasa. Cuando nadie veía me agaché rápidamente y me la metí en el bolsillo, después la escondí mejor y la saqué del país. Ahora resplandece venenosa en el medio de mi escritorio, denunciando siglos de despojo.

A primera vista, la mina Ruashi es un hormiguero. Miles de seres humanos que cavan en una mina a cielo abierto, que llevan con grandes esfuerzos pedazos de metal que extraen de la arena plateada y verde brillante que cubre la zona.
Parece algo irreal. Desde el borde superior se ve a los trabajadores mineros como pequeños muñecos que tropiezan y avanzan a los tumbos con enormes bolsas con piedras de cobre, con pantalones cortos gastadísimos y con ojotas deshechas. Damos una vuelta por el borde para ver la mina en toda su extensión. Tropezamos, nos resbalamos. Mis borceguíes reforzados para escalar montañas resbalan en algo más resbaladizo que el hielo. Me siento una infeliz, deslizándome por la pendiente, recupero el equilibrio y puteo para mí misma mientras veo que al fotógrafo le pasa lo mismo y entonces sí tengo miedo, porque el fondo de la mina está a por lo menos 50 o 60 metros, pero se reincorpora con su cuerpo y la cámara a salvo.

–No tenemos ningún equipo de seguridad, nos dice, con amargura,  Patrick, 35 años, que hace uno trabaja en la mina y nos relata de los accidentes que se suceden uno tras otro.

–Cada semana muere o se lastima alguno; necesitamos yelmos y overoles. Es peligrosísimo trabajar así. Y ganamos poco. A gatas si cobramos, murmura con rabia.
Alrededor se apresuran los trabajadores. Muchos son niños y llevan enormes bolsas pesadas sobre sus enjutas y pequeñas espaldas. Todos los rostros están impregnados de polvo, un polvo brilloso blanquiverdoso, de aspecto muy venenoso que se asienta alrededor de la nariz y la boca.
En los caminos alrededor de la mina transitan camiones permanentemente, que cargan el cobre y desaparecen tan rápidamente como vinieron. ¿Adónde? Nadie lo sabe con certeza. Pero fuera del país. De eso y sólo de eso se trata.

La República Democrática del Congo es un país desangrado, deshecho, saqueado por Occidente desde hace más de un siglo.  Las riquezas del país son enormes, tal vez sea la región de mayor riqueza minera del mundo entero.
Es repugnante ver cómo los delitos contra el Congo se repiten. Jospeh Conrad en El corazón de las tinieblas describe el saqueo del marfil. Luego se dedicaron a saquear el caucho en condiciones igualmente terroríficas. Hoy son diamantes, aceite, oro, coltán, cobre y cantidad de otros minerales que atraen a compañías mineras sin escrúpulos. Y las compañías hacen todo lo posible por mantener la guerra en el Congo y el desorden generalizado, que les permite aumentar los precios.

Imagínese que usted es un director de una minera transnacional importante. Haga usted lo que hiciere, su objetivo es siempre encontrar tanto metal como sea posible al más bajo precio, factores que harán que tu compañía resulte la mayor y más exitosa.
Puede resultar éticamente problemático trabajar en el Congo, pero aquí están los mayores yacimientos del planeta de, por ejemplo, coltán, un metal que se usa en celulares y del que no se conoce otros yacimientos.

Si hay paz, no hay más remedio que conseguir un costosa licencia para explotar el mineral, Además hay que pagar regalías al gobierno y a las autoridades locales y una parte de los metales hay que purificarlos en el lugar, en el Congo. No se puede exportar directamente el mineral en bruto, se necesita algún tipo de inversión en el lugar.  Todo esto, siguiendo las leyes nacionales e internacionales, lo cual es complicado y costoso.

Pero si en cambio rige un estado de conflicto de baja intensidad, todas las legislaciones quedan fuera de juego. Y si se pone un importe adecuado en una cuenta suiza del presidente, se compra una licencia de explotación que te conceda un líder local o un señor de la guerra, es fácil ponerse a extraer el mineral. Y cuesta sólo una fracción  de todo el procedimiento “legal” y no
hay que costear inversiones locales. Todo se hace ilegalmente, pero ¿quién controla?

Ése es, por ejemplo, el concepto de éxito que tiene Lundin Minings, empresa sueca, que está por cierto en la primera línea de “trabajo” dentro del Congo.
La guerra en el Congo viene arreciando desde 1997. Se la ha denominado Primera Guerra Mundial africana y parece haber hecho estallar todos los límites para la crueldad y la maldad humanas. La población civil está siendo permanentemente maltratada, perseguida, violada, mutilada y aterrorizada desde hace casi una década.Ninguna guerra desde fines de la Segunda

Guerra Mundial ha aniquilado tantas vidas como la del Congo, se estima que han muerto hasta ahora unos cinco millones de seres humanos.
Uno siente que se trata de una grosera reiteración de la historia. A fines del siglo XIX, el Congo pertenecía al rey Leopoldo II, de Bélgica y durante su treinta años de “gobierno” se estima que entre tres y veinte millones  [sic] de congoleses fueron asesinados. Los sicarios de Leopoldo presentaban manos derechas seccionadas de sus cuerpos para que se contaran los asesinados y recibir la recompensa calculada sobre esas bases. Los congoleses sobrevivientes fueron forzados a la esclavitud en los plantíos de caucho o en las construcciones ferroviarias y en caminos.
Hoy tiene lugar un proceso de paz. Por primera vez en cuarenta años hay elecciones en el país.  Pero, irónicamente, la paz y la democracia están amenazadas por las enormes riquezas del suelo y el subsuelo. Las compañías mineras tienen muy escaso interés en un proceso de democratización.

Un ejemplo es la empresa minera australiana Anvil Mining. Anvil Mining proveyó a soldados congoleses de camiones y aviones para llevar a cabo una matanza y volverlos a sus sitios. Con ese operativo un centenar aproximado de seres humanos fue masacrado a sangre fría. La empresa también avitualló a los soldados durante el operativo. Ahora ha sido llevada a juicio.
Lubumbashi es una ciudad pletórica de sedes de companías mineras transnacionales y a su ingreso hay un enorme portal que da la bienvenida a “la capital del cobre”.

Como en el Lejano Oeste o en Disneylandia, como si se tratara de cavar y ponerse contento, se hacen cruceros para ricachones en enormes camiones blancos que desfilan por los pésimos caminos hasta que resultan casi intransitables. Desde Lubumbashi a Zambia es corto el camino y por lo tanto no es tan difícil llevarse por allí los metales fuera de frontera. A lo largo de las rutas se ven enormes propagandas de camiones Volvo. Lundin Mining no es por cierto la única empresa sueca que se aprovecha de la situación en el Congo.

La mina de Ruashi queda apenas fuera de la ciudad. Yendo para allí, pasamos al lado de mujeres que venden frutas a la orilla de las rutas, alguna vende carbón para conseguir alguna extra. La pobreza en el Congo es enorme y pocos son los que tienen la posibillidad de comer a satisfacción cada día.
–Ganamos un par de dólares diarios, nos diche Patrick en la mina. [Unos seis pesos argentinos. Unos cincuenta uruguayos].

De aquí procede el bienestar occidental, pienso y contemplo los cuerpos que se hacen trizas buscando afanosamente metales que aquí son tan baratos, con los cuales se hacen celulares baratísimos, baratísimos anillos de matrimonio o diamantes. ¿Cuál es la responsabilidad para los habitantes cualesquiera de los países enriquecidos? ¿Y cuánto derecho tenemos de descargar la responsabilidad sobre las empresas mineras que a su vez tiran tan abajo los precios?
Un muchachito se nos aproxima agitado. Jean-Jacques Lumumba tiene 13 años y arrastra, tira y lucha para poder llevar consigo la bolsa cargada de cobre a lo largo del camino.
–No, si no pesa nada, nos dice. No pasa nada.

El polvo ha coloreado su nariz de un blanquecino brillante y sus ojotas están destrozadas.
–Mis padres no tienen trabajo, no tienen guita y yo quisiera estudiar, verdaderamente, nos cuenta. Por eso va a la escuela de mañana y trabaja en la mina de tarde. Consigue dinero para los gastos escolares, lapiceras, cuadernos de apuntes y libros.

Serge Kapend es geólogo y está preocupado por el trabajo infantil. Nos acompaña hasta el lugar de extracción del cobalto, algunos kilómetros más adelante. Hay cada vez más niños que trabajan en las minas. A menudo son huérfanos que tienen que trabajar para sobrevivir. Son los que hacen los peores trabajos, los más pesados, transportan las bolsas del pozo hacia afuera, por ejemplo. Serge es congoleño y trabajó antes en distintas empresas multinacionales en Lubumbashi. Al día de hoy se cambió de bando y trabaja para el sindicato minero, se hastió de ver y formar parte del saqueo.

–Se necesitan mejores leyes respecto de la explotación de nuestras minas. En la situación actual, las normas se acomodan a lo que se hace. Quien gobierna localmente, o los señores de la guerra, venden el derecho a explotar un sitio, la empresa minera va a ese lugar, extrae las riquezas y se marcha con el botín. El proceso da algunas, muy transitorias, posibilidades de trabajo, pero los recursos desaparecen para siempre del país.
Uno de los objetivos del sindicato es el de poner en regla la extracción y retener una parte de las ganancias dentro del país, nos explica un colega de Serge, Komichelo.
–En verdad, habría que conseguir que las licencias sean otorgadas exclusivamente por el gobierno. Hoy en día cualquiera que tiene una Kalaschinov vende licencias para explotaciones mineras.
–El problema que tenemos hoy en día es que las empresas procuran mantener en pie los conflictos, porque ganan mucha plata con eso. Y mientras el Congo hace todo lo posible por alcanzar la pacificación, hay un actor muy poderoso que hace todo lo posible en sentido contrario, continúa Komichelo.
Alrededor suyo seres humanos se hunden en agujeros negros de cobalto. Ese metal, por ejemplo, se usa en los auriculares de los pequeñísimos MP3.
De pronto estalla el caos y se oyen voces airadas que hacen eco y salen del pozo mayor.
–¡Una mujer en la mina! ¡Esto significa una desgracia! ¡Debe ser una bruja! ¡Mátenla!
Algunos de los revoltosos son sujetados por los guardias que nos acompañan, otros vuelven al trabajo. Yo me voy de allí de prisa. El linchamiento en una mina congoleña pertenece a una de mis pesadillas.

El MONUE, de la ONU, tiene como cometido vigilar la llamada paz en el Congo. Alexandre Essome es jefe de esa repartición en Lubumbashi. Participará de las elecciones como observador y supervisor de la ONU. Su principal preocupación son las minas extranjeras y la presión extorsiva que ejercen sobre los políticos locales y los grupos armados.
–¿Cómo vamos a tener elecciones democráticas y como vamos a poder soñar en alcanzar la paz cuando hay intereses tan poderosos para que continúe la guerra? Las empresas mineras ganan enormes ganancias gracias a la guerra, nos aclara.
En Lubumbashi. hay todo un semillero de empresas mineras extranjeras. En el ámbito del desarrollo global que hoy impera no son sólo empresas occidentales las que llevan delante el despojo; al lado de las belgas, francesas, canadienses y australianas también las hay sudafricanas, libanesas, indias, israelíes y sobre todo, chinas. Todas igualmente brutales en su rapiña.

–Aquí puede pasar cualquier cosa, si contás con el dinero suficiente. Las minas son saqueadas, los interesados son incontables. Hemos comparado la compra de metales y la importación de armas: van juntas: cuanto más metales se embarcan hacia el exterior, más armas entran de contrabando, sostiene Alexandre.
–Le he escrito a las autoridades y les he pedido que hagan algo, pero no hay respuesta.
Levanta los hombros en señal de impotencia. Su oficina está en un barracón en un descampado limitado por alambre de púa en Lubumbashi. Los supervisores para las elecciones ya han llegado y se están entrenando en control de ejercicios democráticos. De alguna manera hay una esperanza de paz y democracia en el Congo. Pero la inmensa mayoría de los delitos desaparecen como en un agujero negro, de ceguera y olvido. Bajo responsabilidad “occidental”.

Sostengo mi piedra verde. Resplandece hermosamente,  tengo en mi mano un pequeño trozo del conflicto. Un signo bien concreto de mi culpa. Fui rápida para tomarla, la escondí con disimulo en mi equipaje y ahora descansa en mi escritorio. Al lado de decenas de toneladas de diamantes, oro y otro metales, testimonia el saqueo ininterrumpido que tiene lugar en el Congo. Y testimonia nuestras culpas.

El artículo con fotografías www.argentina.indymedia.org/news/2007/06/530314.php con fotos del artículo

artículo publicado en Revista futuros nº10 (2007) https://revistafuturos.noblogs.org

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La Huerta Orgázmika de Caballito corre peligro de desalojo

Publicada el 10/09/2008 - 07/09/2018 por raas

La Huerta Orgázmika de Caballito se encuentra entre una sociedad que mira, en general, para otro lado y el Gobieno de la Ciudad de Buenos Aires que emitió un decreto intimatorio, ilegítimo y por supuesto arbitrario.

Por raas
raas@riseup.net
9-8-2008

«La idea de que el mundo que debería ser, existe verdaderamente, es una creencia de los improductivos, que no anhelan crear un mundo tal y como debería ser. Consideran que existe ya, buscan los medios para llegar a él.» Friedrich Nietzsche (1)

La Sala

Hace unos meses largos la Huerta se vió amenazada por el gobierno de Tellerman que quizo extender la basofia arquitectónica, aunque muy ‘bella’ estéticamente hablando, sobre todo con esos hermosos hierros grises bordeando el perímetro de la plaza Giordano Bruno.

No pudieron por entonces doblegar la resistencia aunque muy focalizada y casi aislada -socialmente hablando- (2) de la Huerta, que mancomunadamente con el Centro Cultural La Sala, Avellaneda 645 (3), intentan modificar la absurda existencia humana en algo digno de ser vivido y disfrutado.

Basta con darse una vuelta por la Huerta, Rojas y las vías del ferrocarril TBA (Sarmiento) o por La Sala para apreciar lo que allí se cocina diariamente, que contrariamente a lo que se ‘vive’ (4) en las calles de toda ciudad neoliberal, postcapitalista o como un@ la quiera mencionar la gente -el grueso- no espera más que la llegada del fin de semana, después de una semana de tedioso trabajo (si es que lo tiene) enfermizo, alienante, estructurante, y disciplinario para poder descansar frente al televisor, tomar pastillas para dormir plácidamente, sacar a los hijos a pasear por patios de comidas, shoppings, drogarse con sustancias u objetos inanimados, o cualquiera otra diversión espectacular y masiva de esta sociedad de adictos (5).

Decía que cuando se ingresa a La Sala si se presta atención y no se es un enfermo mental medicado por los medios masivos, el consumo, la publicidad (la megamaquinaria de control) percibe claramente una atmósfera distina, un universo que vale la pena disfrutar: profilácticos para agarrar, carteles de actividades, afiches anti-sistema, hasta que uno llega a donde está la biblioteca popular ‘Los Libros de la Buena Memoria’ que se había iniciado enfrente de la ex plaza- devenida en cárcel de paseo verde- en Giordano Bruno 831.

En este lugar, además, funcionan cooperativas y colectivos de trabajo como la imprenta Kosme y Fulanito y la editorial Pedaladeorxs del Infierno (6) (que ya editó 2 libros), la cooperativa de productos de limpieza Burbuja Latina (7) que acaba de cumplir seis años, la cooperativa y taller de serigrafía Pedaledorxs, la cerveza artesanal Barbarie, el grupo El Cineasta Ameba (edición de video, salas y problemas), el taller de zapatos y destrucción de la casa King Kong y Pocahontas, el espacio de recuperación y reparación de bicicletas Bicichorros. una cooperativa de consumo responsable, además de talleres de danza, plantas medicinales, y un largo etcétera.

Pero para no alejarme del tema central que nos ocupa y preocupa les cuento que además de una biblioteca hay una pequeña sección de libros y folletos de plantas medicinales, algo tan caro a nuestra civilización que los habitantes de las ciudades (y much@s otro@s también) desprecian con santa ignorancia apoyándose automátamente en el saber biomédico, o sea los grandes laboratorios biotecnológicos (8) de producción de venenos agroquímicos – (9) (10) que se usan para producir más rápidamente cantidades industriales de soja -por ejemplo-, y medicamentos (drogas legales) para hospitales, manicomios y otros centros de encierro- y en la dependencia absoluta que genera esta organización social de libre mercado que cuanto más lejos estén los productores de los consumidores mayor la ganancia y mayor la cantidad de intermediarios que posibilitan que el precio final de un producto alimenticio aumente considerablemente.

No hace falta ser muy sabio para calcular lo que podría pasar a nivel social-alimenticio, amen de la gravedad ya existente para grandes sectores poblacionales, si nuevas crisis como las que se avecinan (11) llegan a golpear en esos y otros sectores de la población de bajos y medios recursos económicos.

Decía que el archivo que tiene la Huerta en la biblioteca sobre el uso medicinal de plantas es un tesoro que no debe perderse, como así tampoco que se efectúe el desalojo anunciado por la administración del mafioso mega-negociante Mauricio Macri y sus secuaces para agrandar el espacio de cemento y control de la plaza Giordano Bruno que el poder -y la desidia, el apoyo pasivo e ignorancia del grueso social- convirtió paulatinamente en un (casi) no-lugar del que Zygmunt Bauman nos habla. (12)

Tampoco deberíamos permitir las personas y grupos resistentes ceder las semillas ancestrales a los grandes grupos transnacionales (13) armando bancos de semillas dispersos por muchos lugares e intercambiarlos entre sí para que no se agoten la variedad de dichas semillas, como vienen haciendo ancestralmente los mapuche y hace un tiempo ‘Semillas para la Vida’ de Marcos Paz en los regulares encuentros de intercambio de semillas (14) en los que la Huerta Orgázmika participa; el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MO.CA.SE.), La Cooperativa de Trabajadores Rurales (C.T.R.) de San Vicente y tantos otros espacios minúsculos.

La Huerta Orgázmika

«Los consumidores guiados por el deseo deben ser ‘producidos’ constantemente, a expensas de una fracción intolerablemenente grande de los costos totales de producción- una fracción que tiende a crecer, y no a achicarse, con la competencia-. Pero (afortunadamente para los productores y consumidores de productos de consumo) el consumismo actual, no se basa en la regulación (estímulo) del deseo, sino en la liberación de fantasías y anhelos» Zygmunt Bauman (12)

Es casi lógico que una sociedad -y no me refiero sólo a la gente y los sectores que tienen con qué comprar o hipotecarse y tampoco sólo de Argentina o de Buenos Aires- que guía sus pasos a la velocidad del que más tiene (que es la imagen que emana del poder establecido) no vea ni asocie las consecuencias de sus actos (consumir acríticamente, repetir maquínicamente lo que en los medios grandes ‘aparece’ como válido), o mejor dicho, de sus no-acciones, de sus ‘yo no fui’, ‘a mi nunca me va a pasar’ reiterados, aburridos, pro-liberalismo y tampoco, claro está, prevea el drama social en el que está inmerso -ni hablar del que se avecina con la grave crisis socio-política-alimentaria a las puertas- pero que ni siquiera se sospecha, no ya como parte integrante del desastre y caos social, sino como generador-productor-repetidor constante de actitudes, acciones, opiniones que configuran una red social complejamente destructiva y arrasadora, en donde la ‘guerra de tod@s contra tod@s’ (15) pareciera ser la pintura más exacta para describir lo que nos sucede.

En este contexto de grave incomunicación entre las personas, enorme carencia de ver y sentir al ‘otro’ como parte integrante de la ‘misma realidad’ (aunque muy dispar entre sí), donde todos los gobiernos sólo corrigen y siguen el rumbo -que es un mandato- de lo que ya está planificado globalmente por el Mercado, en donde cada cual se acopla como puede o quiere al aparato estatal-privado de gestión del desastre (16), ya sea en pequeñas, medianas o grandes empresas, o en el abanico de instituciones y ramas que conforman el Estado, donde el crimen violento- por ‘ser’, ‘tener’ o ‘pertenecer’- contra la propiedad de mercancías o personas, donde una persona puede llegar a matar a otra porque ‘ya no le pertenece’, donde el ‘vale todo’, ‘a mi no me importa’, donde las personas y sectores empobrecidos  económicamente hablando (acorralados por todos lados) razonan con la misma vara -y la misma lógica- que el poderoso y el rico (17), donde el delincuente-asesino es juez, policía, trabajador, desempleado, lumpen, político, obrero, capataz, encargado, empresario, ateo, religioso, hombre o mujer. (18)

En este contexto de fricciones y contradicciones constantes existe la Huerta Orgázmika de Caballito, en medio de un barrio en general ‘bien puesto’, en el barrio donde también existe un agrupamiento de vecin@s que lucha contra la construcción de más y más torres (porque l@s van a perjudicar directamente a est@s vecin@s oportunistamente resistentes), en el barrio que recorren cartoneros en busca de desechos, en el barrio donde las gentes-bien pasean sus mascotas o asean sus autos lujosos, en el barrio donde se realiza todos los jueves al mediodía Comida No Bombas (*). Pegada a las vías del conflictivo y desastroso ferrocarril Sarmiento (propiedad de Trenes de Buenos Aires -T.B.A.), enclavada geográficamente en lo que antes era «…En el 2002, un basural estéril, completamente ignorado por el Estado, y se recuperó desde una iniciativa de los vecinos de la zona. Ahora es un lugar de búsqueda y encuentro, de trabajo y descanso: un desafío al cemento y la vida urbana en el que crecen y se cuidan más de cien variedades de plantas». Además, la huerta, utiliza los desperdicios orgánicos para así fomentar el ciclo natural de la tierra y sus componentes no generando basura que de otra manera (la mía por ejemplo que tiro todo, orgánico o no, en la misma bolsa) irán a parar a los basurales tóxicos a cielo abierto (19) de graves consecuencias socio-ecológicas. Ahí crece la huerta flanqueada por el cemento de las casas del lado de la calle Giordano Bruno, las vías y casi inmediatamente edificios que ‘rompen’ la vista desde la huerta.

Hay que dejar pues, inexorablemente, de reaccionar tarde a los acontecimientos (20) y al status quo que el poder diseña y estampa aquí y allá, antes y ahora; la Huerta de Caballito es un espacio que ‘se anticipa a los hechos’. Asumiendo que ‘debemos comer lo que cosechamos’, alterando el flujo ‘normal’ de la civilización de consumidores y pasivos receptores de valores, creencias y acciones, ralentizando la destrucción casi total de los espacios verdes y desalentando la intención siempre oculta del poder -a veces no tanto como es el caso del actual gobierno de la ciudad- de mantener a las poblaciones aisladas, separadas, dependientes de centros lejanos de producción de alimentos en manos, como es obvio, de grandes terratenientes y otros adinerados que siguen las directrices del capital y monopolizan y explotan la tierra- y todo lo que se encuentre dentro- sin miramientos de ninguna índole.

Mientras se formen organizaciones y grupos ‘después’ de que el accionar capitalista actuó sobre el cuerpo, ‘desapareciéndolo’ como en la última dictadura cívico-militar iniciada en 1974 (21) -que aún hoy día no termina de terminar- matándolo con cáncer (en el caso de las antenas de celular de las empresas de telefonía) (22) enfermándolo de mil maneras (con el glifosato lanzado por avionetas para el crecimiento ‘sano’ y ‘libre’ de la soja transgénica), eliminando de la faz de la Tierra parte de un bosque como pasa en Jujuy, Salta y otros muchos lugares de Argentina y el mundo; seguiremos padeciendo el avasallamiento, pero percibiéndolo aislada e individualmente como si fueran ataques personales y no sociales. Si la huerta desaparece de la Tierra, habrá desaparecido otro espacio de acción y producción autónomo y sustentable (en pos del ‘desarrollo’ y ‘progresos’ capitalistas), pero no su recuerdo, ni todo lo que se logró con semejante espacio de contra-información ‘verde’, de resistencia, de producción e intercambio de saberes.

El legado de la huerta seguirá en nuestros recuerdos, corazones y caminos emprendidos pase o no pase este impedimento burocrático-estratégico-comercial…

Y toda esta perorata sirvió para no poder describir con palabras todo lo que hace la gente de la Huerta de Caballito con un espacio tan acotado en espacio, pero tan hermoso y creativo.
Pase y vea…

Audios relacionados:

· Entrevista de Radio La Colectiva www.lacolectiva.com.ar (6-9-2008)
www.argentina.indymedia.org/uploads/2008/09/2008_09_06_-_orgaz_en_lacolectiva_comprimido.mp3

· Entrevista en el Programa La Mar en Coche www.marencoche.wordpress.com, de FM La Tribu www.podcast.fmlatribu.com (9-8-2008)
www.argentina.indymedia.org/uploads/2008/09/2008_09_08_-_orgazmika_en_tribu_edit_comprimido.mp3

· Sitios de la Huerta Orgázmika
www.orgazmika.blogspot.com * www.flickr.com/photos/orgazmika (fotografías de actividades, acciones, talleres, etc…)

notas:

1) ‘La Voluntad de poder. Ensayo de una transmutación de todos los valores’ (1888)
2) ¿Qué lucha acaso goza del apoyo ‘masivo’ y ‘popular’ en territorio argentino?, quizá tendríamos que remontarnos a la resistencia activa del pueblo de Oaxaca, y más lejos en el tiempo -aunque todavía en pie- del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (E.Z.L.N.) en Chiapas. Para tratar de encontrar algún ejemplo contemporáneo de un grupo social más o menos unido en cuanto a resistencia a los planes y los deseos del poder. La ciudad de Esquel, enfrentando a la mina de oro, de alguna manera representa también este modo de resistir un designio del capital. El M.S.T. brasilero es otro ejemplo que me viene a la memoria. Los mapuche en tierra chilena pueden ser otro buen ejemplo de resistencia. Pueblos Originarios y acción directa ambientalista www.nodo50.org/ekintza/article.php3?id_article=423
3) http://cclasala.blogspot.com/
4) Permítaseme este oxímoron tragicómico
5) Vease ‘La Sociedad del Espectáculo’ (1967) de Guy Debord
6) www.pedaleadorxs.blogspot.com ‘Salud Mental y revuelta’ (agotado), y ‘Anarquía Ontológica’ de Hakim Bey, compilación de textos del escritor-poeta neoyorkino. En breve saldrán a la luz ‘El resurgir de los bárbaros’ de Willful Desobedience y ‘Dejar de pensar’
7) Entrevista al colectivo de trabajo Burbuja Latina- 6 años de vida! http://argentina.indymedia.org/news/2008/09/624885.php
8) Bayer, Monsanto, Bagó, Novartis y un largo etcétera.
9) Los efectos de los agroquímicos y otros contaminantes en la salud, de Sandra V. Miguez http://www.ecoportal.net/Contenido/Contenidos/Eco-Noticias/Los_efectos_de_los_agroquimicos_y_otros_contaminantes_en_la_salud
10) Es sabido por quienes buscamos más allá de lo que nos muestran los ‘mass media’ que Mosanto junto a Dow Chemical fabricaron el gas naranja que las tropas norteamericanas echaron desde 1961 a 1971 en el territorio invadido de Vietnam. Cerca de tres millones de vietnamitas sufren los efectos del gas naranja, de Dani Triadó http://www.asiared.com/noticia_pais_info.php?ident=398&id_pais=VN
11) Las soluciones mágicas y las inevitables catástrofes subsiguientes, del Grupo de Reflexión Rural http://argentina.indymedia.org/news/2008/08/621518.php
12) Modernidad Liquida (2000)
13) El Mundo Según Monsanto (2007) de Marie-Monique Robin http://www.imdb.com/title/tt1189345/
14) 2º Feria Intercambio de Semillas de 2008 http://organicsa.net/2%C2%BA-feria-intercambio-de-semillas-de-2008.html
15) «Moralistas, filósofos, legisladores, aduladores de la civilización, he aquí el plano de vuestro París puesto en orden, he aquí el plano perfeccionado en el que están reunidas todas las cosas semejantes. En el centro, y en un primer recinto: hospitales de todas las enfermedades, hospicios de todas las miserias, casas de locos, prisiones, presidios de hombres, de mujeres y de niños. En torno del primer recinto, cuarteles, tribunales, comandancia de policía, casa de los esbirros, emplazamiento de los patíbulos, morada del verdugo y de sus ayudantes. En los cuatro extremos, cámara de los diputados…, Instituto y palacio del Rey. Al margen, lo que alimenta el recinto central, el comercio, sus bribonadas, sus bancarrotas; la industria y sus luchas furiosas; la prensa, sus sofismas; las casa de juego; la prostitución, el pueblo muriéndose de hambre o revolcándose en el desenfreno, siempre al acecho de la voz del Genio de las Revoluciones; los ricos sin corazón… en fin, la guerra encarnizada de todos contra todos» La Phalange, 10 de agosto de 1836, París, Francia. Extraído del libro de Michel Foucault ‘Vigilar y Castigar, el nacimiento de la prisión’ (1976)
16) Entrevista a ‘Los Amigos de Ludd’ http://www.nodo50.org/ekintza/article.php3?id_article=440
17) Entrevista al líder (encarcelado) de Primer Comando Capital http://argentina.indymedia.org/news/2006/09/441276.php
18) Las redes del poder (1976) Michel Foucault http://ecotropia.noblogs.org/post/2008/09/08/las-redes-del-poder
19) Los desechos cotidianos de una sociedad moderna, accidental… y cretina, de Luis E. Sabini Fernandez http://revistafuturos.com.ar/index.php/otros-escritos/44-otros-escritos/60-desechos-cotidianos-sociedad-moderna
20) El negocio del hambre, de Devinder Sharma http://ecotropia.noblogs.org/post/2008/09/04/el-negocio-del-hambre
21) Se podría decir que, de alguna manera, en este suelo nunca exisitó nada siquiera parecido a la ‘democracia real’ (al menos en grandes porciones de territorio) y que entonces algo que nunca dejó-de-ser no puede ‘empezar’ por consiguiente. Sólo basta recordar o analizar cómo se fundó el Estado-Nación argentino.
22) Ahogándonos en un mar de microondas, de Mae Wan-Ho http://revistafuturos.com.ar/index.php/editorial/30-editorial/46-ahogandonos-en-microondas

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Decreto de desalojo de la huerta

El día miércoles 3 del corriente mes llegó la cédula de notificación con el decreto firmado por el Jefe de Gabinete del Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, intimando a la desocupación de la Huerta Orgánica de Caballito en los próximos 5 días.

La Huerta Orgázmika de Caballito se encuentra entre la calle Rojas, las vías del Ferrocarril Sarmiento (a 30 metros de la estación de Caballito) y la Plaza Giordano Bruno. Este espacio era, en el 2002, un basural estéril, completamente ignorado por el estado, y se recuperó desde una iniciativa de l@s vecin@s de la zona. Ahora es un lugar de búsqueda y encuentro, de trabajo y descanso: un desafío al cemento y la vida urbana en el que crecen y se cuidan más de cien variedades de plantas.

Desde hace varios años, la huerta viene siendo “llamativamente” amenazada, pudiendo, mediante el trabajo cotidiano, seguir creciendo. En este sentido y ratificando nuestra labor, el día 3 de noviembre de 2007, recibimos el dictamen favorable del Representante Fiscal remitiendo la causa al Juzgado Nacional en lo Correccional Nº 5 para su resolución ordenando el archivo de la causa por usurpación DECLARANDO LA INEXISTENCIA DE DELITO.

Ahora, el gobierno, ignorando el dictamen citado pretende: “recuperar el terreno de la huerta” argumentando ponerlo a disposición toda la comunidad, haciendo, de esta forma, notorio su absoluto desconocimiento de la realidad, siendo que el espacio siempre fue objeto de goce y uso de la comunidad toda.

Frente a este ATAQUE A LA LIBERTAD por parte de la gestión macrista vamos a estar en la Huerta Orgázmika de Caballito y en el Centro Cultural La Sala en forma permanente realizando una mesa informativa y continuando con la recolección de firmas.

En las horas siguientes estaremos comunicando las próximas iniciativas y actividades que estaremos realizando durante estos días.

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Las redes del poder

Publicada el 08/09/2008 - 10/09/2019 por raas

Vamos a intentar hacer un análisis de la noción de poder. Yo no soy el primero, lejos de ello, que intenta desechar el esquema freudiano que opone instinto a represión -instinto y cultura. Toda una escuela de psicoanalistas intentó, desde hace decenas de años, modificar, elaborar este esquema freudiano de instinto vs cultura, e instinto vs represión-me refiero tanto a psicoanalistas de lengua inglesa como francesa.

Por Michel Foucault

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La sociedad industrial- del espectáculo (fragmento de 1836)

Publicada el 08/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Por Michel Foucault

«Moralistas, filósofos, legisladores, aduladores de la civilización, he aquí el plano de vuestro París puesto en orden, he aquí el plano perfeccionado en el que están reunidas todas las cosas semejantes. En el centro, y en un primer recinto: hospitales de todas las enfermedades, hospicios de todas las miserias, casas de locos, prisiones, presidios de hombres, de mujeres y de niños. En torno del primer recinto, cuarteles, tribunales, comandancia de policía, casa de los esbirros, emplazamiento de los patíbulos, morada del verdugo y de sus ayudantes. En los cuatro extremos, cámara de los diputados…, Instituto y palacio del Rey. Al margen, lo que alimenta el recinto central, el comercio, sus bribonadas, sus bancarrotas; la industria y sus luchas furiosas; la prensa, sus sofismas; las casa de juego; la prostitución, el pueblo muriéndose de hambre o revolcándose en el desenfreno, siempre al acecho de la voz del Genio de las Revoluciones; los ricos sin corazón… en fin, la guerra encarnizada de todos contra todos» La Phalange, 10 de agosto de 1836, París, Francia

Extraído del libro de Michel Foucault, Vigilar y Castigar, el nacimiento de la prisión (1976). Fondo de Cultura Económica.

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El negocio del hambre

Publicada el 05/09/2008 - 07/09/2018 por raas

En el distrito Sheopur en Madhia Pradesh en India, los pueblerinos no tenían con qué alimentarse pero estaban provistos de celulares.

Por Devinder Sharma

Era demasiado tarde. Cuando Jai Lal, un campesino sin tierra de Bandali, en el distrito Sheopur en Madhia Pradesh ubicado en el corazón de la India, regresó para contarle las buenas noticias a su esposa, de que finalmente consiguió un trabajo mediocre en una tienda, ella ya había sucumbido a causa del hambre. Una semana más tarde, enterraron a sus dos hijos, ambos derrotados en la dura batalla contra el hambre.

La familia de Jai Lal pagó un precio alto por las políticas agrícolas erradas que están siendo despiadadamente promovidas e impulsadas en nombre del crecimiento y el desarrollo económico. Jai Lal no es la única víctima del modelo de desarrollo que se rehúsa a ver el sufrimiento que provoca. Cuando viajo por el país, ya no me sorprendo ante las dificultades que atraviesan las masas rurales que, sin saberlo, continúan pagando los altos costos de las políticas agrarias desplegadas en su nombre. Lo que me lastima es que a 57 años de la independencia, el hambre y desigualdad crecientes no logran despertar la conciencia de una nación.

No existe otra causa plausible que explique lo que le pasó a la familia de Jai Lal. Porque esta familia murió de hambre cuando 45 millones de toneladas de granos estaban apiladas a cielo abierto, pudriéndose porque no existe tal capacidad de almacenamiento. Esto pasó en 2003. Dos años después, el país logró un excedente máximo histórico de 65 mill. de tn mientras que aproximadamente 320 millones de personas (la tercera parte de la estimación total de hambrientos de mundo: 840 millones) miraban, sin poder creer, las montañas de comida que se pudrían ante sus ojos secos.

Ninguno de los laureados del Nobel, los académicos distinguidos o los grandes ejecutivos de compañías de tecnologías de información, que nunca se cansan de jurar por la erradicación de la pobreza, hicieron siquiera la más mínima referencia a la criminal indiferencia demostrada ante la paradoja humillante de abundancia: montañas de comida pudriéndose mientras millones viven con hambre.

Un informe del comité titular del parlamento estima que el gobierno gastaba 62.000 millones de rupias por año para el mantenimiento de los graneros. Los principales economistas o científicos no cuestionaron, tan solo una vez, la necesidad de mantener estos almacenes mientras millones se van a dormir con el estómago vacío. Algunos parlamentarios incluso sugerían arrojar los excedentes de comida al mar. En vez de alimentar a los pobres, aproximadamente 17 mill. de tn del inmanejable excedente de comida fueron derivadas a la exportación en 2002-2003 a un precio ideado para personas que viven bajo la línea de pobreza. Otras 6 millones de tn fueron al mercado internacional al mismo precio bajo.

El objetivo de la muy publicitada “Metas del Desarrollo para el Milenio” es reducir a la mitad la población mundial que vive en la pobreza y la indigencia para el año 2015. Si al menos India hubiese intentado alimentar a sus 320 millones de indigentes en 2002-2003, un tercio del hambre mundial podría haberse eliminado. Privándose de alimentar a su propio pueblo, los sucesivos gobiernos se excusan diciendo que el costo de alimentar a los pobres incrementaría el déficit fiscal. Por otro lado, entre 2000 y 2005 se invirtieron 720.000 millones de rupias en el sector de telecomunicaciones. La escasez de dinero no existe cuando se trata de industrias emergentes. Esto se defiende, sin embargo, con la promesa de construir una economía rural basada en la información.

La brecha tecnológica

Hace diez años, cuando investigaba para mi libro En la trampa del hambre (publicado por UK Food Group, Londres) viajé por Kalahandi, una región infame en el oeste de Orissa. Durante esa época se supo de algunas muertes por inanición en el distrito de Balangir. Me dirigí hacia el pueblo para conocer a los familiares de quienes habían sucumbido ante el hambre. Mientras arribaba al pueblo polvoriento, me horroricé ante la aparición de dos torres satelitales enormes instaladas en el corazón del pueblo. Créase o no, cada casa tenía su teléfono satelital. Los pueblerinos no tenían con qué alimentarse pero estaban provistos de teléfonos.

¡Torres satelitales en un pueblo donde la gente no tenía para comer! ¡Sin duda, ésa es una manera bizarra de salvar la brecha tecnológica para ayudar a los golpeados por la pobreza a que se unan al boom de los celulares!

En un país, que por sí sólo alberga a un tercio de los indigentes del mundo, el hambre y la muerte por inanición ya no despiertan compasión ni reacción. Las noticias sobre muertes por hambre ya no adornan las tapas de los diarios. El hambre, en realidad, es una no cuestión. Es algo que debemos despreciar, algo que debemos ignorar. Después de todo, la élite no tiene por qué arruinar su desayuno mirando fotos de hambrientos esparcidas por las tapas de los diarios.

Los campesinos constituyen la mayoría rural. Algunos economistas liberales lideraron el asalto a la agricultura afirmando que no son los campesinos pobres quienes necesitaban infraestructura adecuada, crédito barato, un mercado seguro y un precio remunerativo sino el pequeño porcentaje de ricos industriales, negocios y comercio el que necesitaba ser rociado con la chequera del estado. El resultado es que mientras los activos no devueltos (no se puede llamar fraude bancario cuando fue efectuado por ricos) a los bancos nacionalizados de India ascendieron a un billón de rupias [22 mil millones de dlrs.], con muchos industriales que deben sumas individuales de 5 000 millones de rupias [más de 110 millones de dólares], el cobro de deudas extraordinarias a campesinos pequeños y marginales continuó en el rango del 85%.

Es regocijante que la mayoría de estas empresas en falta ya hayan incursionado en el sector de tecnología de información y comunicación (TIC). Las brechas tecnológica o digital se ahondan cuando los fondos públicos escasos son, en primer lugar, mal repartidos y luego invertidos por esas mismas empresas beneficiadas con la “devota” intención de mejorar la pobreza.

Tomemos el caso de la agricultura. Miles de campesinos se suicidaron en Andhra Pradesh, Karnataka, Uttar Pradesh oriental, Bihar, Tamil Nadu, Maharashtra, Madhia Pradesh y hasta en la provincia agrícola de frontera, Punjab. Agobiados por la presión de deudas gigantescas y con las cosechas a merced del comercio privado de granos, miles prefirieron una salida fatal a tener que afrontar la humillación que provoca la insolvencia. Se ha sabido de otros miles que vendieron sus órganos. Entre los sobrevivientes, la mayoría ha migrado hacia centros urbanos. Gran parte de la crisis agraria se debe a que los términos del intercambio cargan pesadamente a las áreas rurales: se les saca más dinero del que se les invierte.

Más recientemente, entre mayo y agosto de 2003, cientos de campesinos de Karnataka, en el sur de India, paradójicamente el centro de la industria de ingeniería genética, también han tomado esa decisión fatal para escapar a la pesadilla del hambre y la humillación que avanza con el fracaso de las cosechas. De hecho, tal es la crisis en ascenso en el mundo rural que difícilmente pase una semana sin que una pareja de campesinos no se suicide en alguna parte del sur de India. Si se escoge un diario local de cualquier región del sur, probablemente se encuentre algún reporte sobre suicidios de campesinos. Incapaces de comprender la realidad más elemental, un comité de expertos de Karnataka solicitó al gobierno que envíe un equipo de psiquiatras para hablar con los campesinos.

También hace algunos meses, y con esto vemos una tendencia que se remonta desde hace algunos años, un puñado de educados empresarios de la capital de Karnataka, Bangalore, en poco tiempo se convirtieron en los favoritos de la chequera estatal. Muchas compañías extranjeras, incapaces de operar en Europa por el ambiente hostil a los transgénicos, han mudado sus negocios a Bangalore. El ratón, se dice, no puede resistir el queso. Por eso, la inversión extranjera seduce a muchos jóvenes educados de la capital. Invariablemente, todos vienen con promesas de cultivos con mayores rendimientos, más nutritivos y con el presupuesto tácito de erradicar el hambre. La mayoría de estas unidades de ingeniería genética, muy subsidiadas por el estado indio, funcionan como centros de servicios para las compañías extranjeras.

Por eso, no sorprende que Bangalore sea sede de cinco cónclaves estelares por mes y, ello también, en nombre de la lucha contra el hambre. Ningún delegado, repito, ni uno solo ha puesto un pie fuera del hotel para, aunque sea, visitar y conocer a las familias de aquellos que dieron sus vidas para sostener estas políticas erradas que ponen un énfasis totalmente fuera de lugar para producir cultivos transgénicos. Aquellos que hablan de hambre y pobreza nunca estuvieron ni siquiera cerca de sentir hambre. Para los educados y la élite, hambre sólo significa perderse un almuerzo. En consecuencia, la ingeniería genética es una “herramienta tecnológica” que, para ellos, puede ayudar a mitigar el hambre y la malnutrición. Pero la cuestión que habitualmente se omite es, el hambre y la malnutrición ¿de quiénes?

La brecha digital

En un tiempo en que la tasa de desempleo aumenta en progresión geométrica, al gobierno se le ha ocurrido una salida fácil. Dándose cuenta de la importancia de desarrollar una economía rural basada en la información y el conocimiento “especialmente entre los indigentes y los sectores sin privilegios de la sociedad”, el gobierno inició un ambicioso programa para llevar la tecnología de información y conocimiento (TIC) a las aldeas. ¿No escuchamos acaso sobre la costurera del remoto Tadul Nadu que pudo vender saris cosidos a mano a un precio fabuloso? ¿No leemos en The New York Times acerca de los info-quioscos y los “sitios-e?” que la Indian Tobacco Company instaló en las zonas rurales? ¿No sabemos acaso de las iniciativas del gobierno para alentar a los campesinos a comercializar commodities? (1) Se nos dice a menudo que esto es sólo una pequeña parte del enorme potencial de TIC para promover la inclusión, la igualdad de género, para unir áreas remotas y revertir desequilibrios regionales.

Con un enfoque similar se plantea fundar universidades agrícolas virtuales. En Maharashtra, se sugirió una universidad virtual para la prosperidad agraria. Ya se instalaron cincuenta kioscos de Internet como parte de una prueba piloto en aldeas de Baramanti y Khed, en Pune. Como el abandonado sistema de “entrenamiento y visita” para la extensión agraria, donde se esperaba que cada campesino entrenado difundiera la tecnología aprendida a otros diez campesinos de su pueblo, la universidad virtual se basa en la misma estrategia. Lo que quizás se desconozca es que a pesar del respaldo del Banco Mundial, el sistema de “entrenamiento y visita” para la extensión agrícola fracasó miserablemente. Mientras tanto, Maharashtra gastó 15 millones de rupias en el proyecto piloto durante 2003-2004 y prometía otras 17,5 millones para 2004-2005.

El nuevo paradigma de capacitación está siendo calificado como un cambio revolucionario en la vida del campesino indio. Después de todo, el proyecto de quioscos-e ya ha beneficiado a cerca de 2,4 millones de campesinos en seis estados. En los próximos diez años alcanzará a 100.000 aldeas más, así como también creará más de 10 millones de campesinos electrónicos ¿Qué pasará entonces? El sistema mejorará la capacidad gerencial del campesino, creando una cooperativa virtual de productores que contribuirá al agregado de demanda y facilitará el acceso a insumos de alta calidad a costos más bajos.

Esto es más o menos lo que se prometía mientras el país se introducía en el universo televisivo. El gobierno ingenió numerosos programas para proveer a la comunidad de sus respectivos equipos de televisión en cada aldea, con las mismas aspiraciones y objetivos. Mientras la TV fallaba en inspirar a la comunidad campesina la revolución tecnológica, la realidad indica que a pesar del alcance de la TV, el hambre y la pobreza continúan creciendo en números absolutos.

Quienes sí se beneficiaron en el proceso fueron los fabricantes y proveedores de equipos de televisión.
En primer lugar, analicemos qué hay detrás del intercambio de commodities. Mientras en los últimos años miles de campesinos de todo el país se suicidaban, el interés del gobierno en incorporar arroz, trigo y otras commodities al comercio a futuro, revela una total insolvencia para encontrar alternativas reales al problema específicamente indio. En India, el tamaño medio de los predios rurales es de 1 &frac12; ha. y sólo el 5% de la población agrícola posee extensiones que superan las 4 ha. Contar con que estos campesinos, que continúan sobreviviendo año tras año contra todos los obstáculos y expectativas, se conecten y comercien electrónicamente sólo parece ser posible para la imaginería de un corredor de bolsa que ha sido apáticamente aceptada por la maquinaria oficial.

Se sabe que el gobierno se está retirando poco a poco de la distribución de alimentos valiéndose de que la infraestructura está deteriorada, y de la ineficacia del sistema. Sin embargo, la distribución de alimentos resultaba una política vital para asegurar un mercado a los campesinos. Retirándose, resulta obvio que los campesinos están siendo culpados por la ineficacia de la corporación de alimentos y de varias otras agencias gubernamentales, como algunos de los promotores originales de la National Multi-Commodity Exchange of India Ltd.

Al mismo tiempo, el gobierno también está abandonando el precio fijo para los campesinos, argumentando una y otra vez que el precio de soporte mínimo (MSP, por su sigla en inglés) se convirtió en el precio de soporte máximo. Esta conclusión es errada y totalmente falsa. La realidad indica que el MSP es más alto que los precios internacionales porque los subsidios agrícolas masivos en los países occidentales deprimen los precios globales.

En el bloque comercial más rico, la Organización de la Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), se otorgan mil millones diarios de dlrs. de subsidio a la agricultura; por consiguiente, los precios internacionales caen.
La cuestión es: ¿por qué se castiga a los campesinos indios por los subsidios agrícolas de los países enriquecidos? Al retirarse del precio de apoyo, el gobierno indio sólo esta ayudando a los agricultores norteamericanos y europeos a que continúen produciendo con precios subsidiados con los que luego inundan los mercados globales. Estas commodities subsidiadas y baratas que colman los mercados mundiales son la causa principal del aumento de la pobreza y la pérdida de vidas.

Incluso en EE.UU., no son los agricultores quienes comercian en el mercado de valores. Es el comercio el que hace eso. Si la comercialización a futuro fuese un mecanismo viable para asegurar los precios o la venta y si administrara eficientemente los riesgos de precio a través de los acuerdos a futuro, no habría necesidad de que los países enriquecidos desembolsaran subsidios monumentales. Si los agricultores estadounidenses, con su nivel educativo y el tamaño de sus explotaciones, no encuentran útil la comercialización a futuro, es extraño que el gobierno de India la promueva como la salvación de la comunidad campesina.

En realidad, el comercio a futuro es una receta para destruir de una vez por todas las ganancias obtenidas a partir del advenimiento de la revolución verde. Se trata de una receta para la erradicación de los agricultores pequeños y marginales, que constituyen el 80% de la mano de obra agrícola, y su objetivo es preparar el camino para el sutil ingreso del sector privado corporativo. Ésta es una receta para marginar aún más a las comunidades campesinas. Es una fórmula para que la India regrese a los días oscuros de la vigencia del régimen de provisión de alimentos “del barco a la boca”.

El surgimiento del quiosco informático viene acompasado con el abandono de las redes de seguridad social de los campesinos. Llega en el momento en que las redes de supermercados avanzan rápidamente sobre las áreas rurales. El objetivo real de los quioscos-e es crear un canal directo de estímulo a las ventas para los consorcios promotores a través de lo que se denomina “evitar múltiples intermediarios”.

Su verdadero propósito es adquirir una cartera de clientes para tales consorcios en vez de ayudar a la comunidad campesina con sistemas a favor del ambiente, de la mujer y hacia una agricultura que permita una calidad de vida sustentable.

Si el comercio al menudeo (léase supermercados) fuera el que garantizara la concreción de objetivos tan preciados como el desarrollo social y económico, los agricultores de los países enriquecidos no habrían sido expulsados de sus tierras.

Está comprobado que las corporaciones agrícolas junto con los supermercados han saqueado los recursos naturales a la vez que convertido a la agricultura en improductiva y dañina para el ambiente. Promover semejante sistema en India profundizará inevitablemente la crisis agraria y conducirá a problemas socioeconómicos imprevisibles.
Fomentar una revolución en la manera de ver la ruralidad no es, por cierto, incorrecto. Pero lo que se necesita es un programa que se base en el conocimiento y la sabiduría ya existente en las áreas rurales y que incorpore estrategias que realmente ayuden a mitigar los problemas existentes.
El cambio no sólo es deseable, es vital.

Pero las tecnologías ancestrales no pueden ser confinadas a un museo muerto. Tómese el caso del cultivo tradicional en estanques. Éste ha sido perfeccionado con el tiempo, y ha incorporado la sabiduría de la gente que ha sufrido la escasez de agua. Lo que hace falta es reconstruir estas estructuras en vez de permitir que la mafia de los camiones de agua arruine este notable sistema tradicional.

La historia nos enseña que las civilizaciones se han desarrollado a lo largo de los ríos, el serpenteo de los ríos se comporta como líneas de vida. A su vez, la población de las ciudades se abastecía de alimentos desde las áreas aledañas. De esta forma, la sinergia entre las ciudades y poblados (llámese lo urbano) con las zonas rurales se daba a través de la integración económica. Esto ha sido gradualmente desmantelado. Ahora, en cambio, se pone empeño en privatizar ríos y lagos, desligándolos de la gente que protegía estos cuerpos de agua. De la misma manera, la provisión de alimentos a las megaciudades o centros urbanos está pasando a manos de los supermercados. Estos centros de comercialización altamente subsidiados están, ahora, ubicándose en las aldeas.

Empujar a los campesinos y pobladores rurales a otro sistema enajenante de “conocimiento” no concuerda con el sueño de Mahatma Gandhi de gram swaraj (autonomía, autoconfianza). Gandhi reconoció la fuerza de las comunidades y quiso que éstas fueran autosustentables. Lo peor es que quienes diseñan estos programas masivos contra la pobreza y el hambre han perdido todo contacto con la realidad. Los problemas están en otra parte y aparecen “soluciones” que en realidad ayudan a que las corporaciones acumulen más ganancias.

Es un hecho que el sector TIC, a pesar de los fondos masivos recibidos del gobierno, no ha creado más de 600.000 puestos de trabajo. Por su parte, la red de servicios de tercerización, BPO (Business Process Outsourcing), emplea a unas 200.000 personas. Esto no representa ni una gota en el océano en relación con la gran crisis de generación de empleo en la India.(2) Estamos al tanto de las promesas de que el sector TIC llegará a crear un millón de puestos de trabajo para el 2007.

También está comprobado que la industria TIC puede afrontar sus compromisos con sus propios recursos. La tecnología es realmente útil y este escritor no se opone a la intervención de la tecnología, pero lo que debe ser urgentemente revisado es el promover los intereses comerciales de los fabricantes de hardware en nombre de la creación de medios para la vida rural.

Es tiempo de redefinir las prioridades nacionales. Es tiempo de que el gobierno reconozca primero las limitaciones de su propio “conocimiento” para lidiar con los problemas y obstáculos reales del desarrollo rural. Las conversaciones para fomentar la generación de empleo para los indigentes con ayuda del sector TIC recuerdan a la fábula de los cuatro ciegos intentando reconocer a un elefante. Jai Lal es uno de los millones de indigentes. ¿Donde está la intervención tecnológica que aporte al bienestar o a la emancipación de personas como él y tantos otros sin privilegios? ¿Y a quién le importa mientras nuestra calidad de vida permanezca intacta y sostenida gracias a tales afirmaciones llenas de gloria? La pobreza no se erradica distribuyendo celulares y quioscos informáticos entre los pobres así como el hambre tampoco se combate instalando una red de “centros-e” por toda la nación. Si somos honestos en nuestra causa contra el hambre y la miseria, empecemos por hacer algún esfuerzo donde se necesita.

notas:
fuentes.:”The Business of Hunger”, Znet, Cambridge, Mass., EE.UU., jun. 2005. Original: “ICT and Rural Livelihoods. Whose livelihoods are we talking about?”, Mainstreaming ICT”, One World South Asia, marzo-abril 2005.
1) Los productos, en este caso de la tierra, convertidos en mercancía, donde la cantidad se hace más importante que la calidad. Los precios se forman a través de bolsas de comercio, lo cual implica la especulación pues se establecen precios a futuro. Una vía para ahondar el proceso de privatización [n. de ed.].
2) India tiene más de mil millones de habitantes y más de la mitad viven en zonas rurales [n. de ed.].

artículo publicado en revista Futuros nº9, verano- otoño (2004). https://revistafuturos.noblogs.org

 

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(poesía) Un mundo a ningún lado

Publicada el 04/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Por raas
raas@riseup.net
10-12-2006

Perfeccionar el arte
de cagar a la gente
mediante artilugios legales o no
apelando a métodos
de guerra psicológica
de baja, mediana y alta
intensidad, para matar
decretando la ley de la selva.

El más apto sobrevive
en tu mundo sin destino
los demás que se maten
entre ellos, creyendo que
van a llegar a ser vos.

El método consiste en
confundir, agredir, exigir
basurear, maltratar, calificar
competición curricular
la lucha ‘no obligada’
por acceder al puesto
por la conquista del poder
y la libertad de mandar.

Demandar lo peor de cada ser
para ser un esclavo, uno más
en la larga cadena de esclavitud
autómata de los sin frontera
ni cooperación; magros privilegios
materiales, económicos, virtuales
tu máquina no funciona
ni con sol, ni uranio ni gas metano.

Suicidio en el trabajo, es la píldora
o estrellate con el auto verde metalizado
contra un local de teléfonos celulares
o de antenas satelitales
drogate con coca de la buena
pero excedete cien veces en la dosis
mostrate fuerte, sos de los vencedores.

La lucha por un sueldo mejor
es una ruta sin salida;
cuanto más rutas, más choques
contra la pared del callejón.
‘Ni pared ni rutas’ decimos
basta de trenes mal pagos
y de gente que quiere ingresar.
Hay que salir disparando locamente
porque la muerte en vida
no tiene salario ni obra social.

“El eslabón más débil de una cadena es el más fuerte. Puede cortar la cadena” Stanislaw Jerzy Lec

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Obra y control social

Publicada el 03/09/2008 - 08/09/2018 por raas

La experiencia de una persona que sufrió la ‘medicina’ de una Obra Social

Por revista La Brumaria

Dos años, cuatro cambios de turno e innumerables cambios de tarea y área después, ese tipo iba a ser Salcedo, de Recursos Humanos, el que me encontraba en el ascensor para recibir sermones sobre alguna de mis “faltas” o mi escasa “disponibilidad”, pero en ese momento Salcedo todavía era sólo una cara sin nombre que leía mi currículum, y me decía: “¿Está dispuesta a resignar calidad de vida?” Le tuve que decir que sí, porque necesitaba el trabajo.

Curiosamente, el lugar que reclamaba semejante renunciamiento a sus empleados, estaba dedicado a la salud, era la Obra Social del Personal de Sanidad (personal jerárquico de laboratorios), llamada “Luis Pasteur”. Además reafirmaban esto con un discurso constante de preocupación por la salud de todos, me mandaban cartas a mi casa para que me hiciera revisaciones ginecológicas, mamografías, etcétera. Organizaban “maratones por la salud” y seminarios sobre la tercera edad para los afiliados en los que nos mandaban a acomodar sanguchitos. Pero, detrás de esa preocupación, los que trabajábamos estábamos todos enfermos, con picos de stress, los propios médicos del centro de atención no podían evitar decirnos lo mal que estábamos. También te agarraba gastritis porque te obligaban a comer en tiempo récord: media hora dentro de la cual tenías que subir al comedor, pedir (había un solo mozo en el comedor, que aparte tenía que atender a clientes de afuera), comer, bajar y seguir atendiendo.

Además la filosofía empresarial que te inculcaban era una de total entrega a la obra social, tenía que poner mi cabeza y mi cuerpo al servicio de ellos, cuando me iba de ahí tenía que seguir pensando “aportes”, no sé que esperaban realmente. Querían que atendieras como si estuvieras dando tu vida en la Cruz Roja. Esto implicaba además constantes eventos y reuniones fuera del horario de trabajo: por ejemplo, desayunos de trabajo, cada dos o tres meses, en los que ibas en representación de tu área, dónde te “sobornaban” con un café con leche y unas medialunas exquisitas, pero atragantadas te quedaban de tener que compartir la mesa con el consejo directivo de la obra social, los representantes de los centros médicos, los directores administrativos. Supuestamente querían fomentar la comunicación cara a cara con el empleado, recibir tus inquietudes y propuestas, pero la verdad es que ahí también aparecía la exigencia de que estuvieras puesto en cuerpo y alma con la camiseta de ellos.

Por supuesto que estaban los infaltables cursos de capacitación, con un tarado que te hacía hacer un role play de cómo atender el teléfono, o el festival del día del niño en el que tenía que ir un domingo a hacer de animadora, dar globos, repartir golosinas…Y claro, me decían “los niños afiliados quieren ver caras conocidas, si es la fiesta del día del niño, ¿cómo no va a estar Sol, de pediatría?”. Después en el “Día del Jubilado” primero me apalabraron para que fuera a bailar salsa, pero después hubo un cambio de planes: tuve que hacer de moza y subir con los otros empleados a un escenario a cantar “Color Esperanza”, por supuesto que no lo canté y me escabullí en el fondo. A mi no me pasó, pero un fin de año a una compañera recepcionista, se la llevó una encargada a comprar adornos de Navidad al Once, obviamente que se pasaron del horario de la jornada de trabajo.

La participación en todas estas tareas nominalmente era voluntaria, pero cuando te negabas a ir, te tenías que atener a las consecuencias: te llegaba el “castigo”, bajo la forma de una reprimenda verbal primero y después con un cambio de horario o el traslado a otra área de laburo más ingrata.

Otro aspecto con el que insistían era la presentación del empleado ante el paciente, bah, el cliente, en consonancia con la mentalidad de prepaga. Tenías que cuidar la postura, siempre parada y con una sonrisa, aunque hubieras trabajado doce horas. La sonrisa la tenías que sostener aún cuando hablabas por teléfono porque, según decían, “del otro lado se dan cuenta”. A las mujeres (todas lo éramos en atención al público) nos hacían ir de uniforme, con camisa transparente y pollera. Una vez pedimos que nos dejaran usar un uniforme con pantalón y nos lo negaron porque la pollera era “más atractiva”.

Pero lo más impresionante que viví en este laburo era el despliegue de mecanismos de control: era tal la pulsión de control que tenían desarrolladores de software propios, aunque después lo tercerizaron, claro que para poder sobrefacturar y currar guita. Había cámaras por todos lados, en el comedor, en los pasillos, en las salas de espera, en la recepción. Te seguían “en vivo” desde un cuarto de máquinas arriba de todo y por las dudas además te grababan. Yo cuando podía me iba al sótano a tomar mate con el de mantenimiento, tenía como una necesidad corporal de generar prácticas contrahegemónicas.

Aparte grababan todas las llamadas telefónicas y como una compartía el teléfono con otros empleados tenías que marcar una clave personal antes de atender para que quedara registrado quien eras: también había una clave similar en las computadoras, que también se compartían. Cada acción realizada tenía que estar a nombre de alguien y ese alguien tenía que quedar registrado. Aparte medían el tiempo ocioso, según cuanto tocabas el teclado y mouse, y al final de mes se emitía una planilla de tiempo ocioso. Y si estabas un determinado tiempo sin hacer nada (es decir, sin tocar el teclado), tenías que correr a otro piso y aprender algo, ya que la idea era que pudieras hacer cualquier tarea. Y mientras te ibas a “capacitarte” tenías que derivar tu interno hacia donde estuvieras para seguir atendiendo las llamadas de tu piso. La filosofía empresarial era que tenías que saber de todo, que no tenías puesto de trabajo fijo, que cualquier oportunidad era buena, y que para capacitarte tenías que tener tu proactividad dispuesta para aprovechar los tiempos muertos del trabajo y, por ejemplo, aprender información complejísima de autorizaciones y reintegros en el área administrativa, con un oído atento simultáneamente por si sonaba una llamada de tu piso. Y así, una mañana llegabas y te podían a mandar a cubrir cualquier tarea que se les ocurriera. Esto se fue haciendo cada vez más común con el tiempo.

Por eso mismo tenían la idea de que si derivabas una llamada a otro interno, eso revelaba una incapacidad de tu parte, era un problema que no habías podido resolver, así que aparte te contabilizaban las llamadas derivadas para calcular tu porcentaje de resolución de problemas. Tenías que saber todo, incluyendo las preparaciones de los pacientes para todas las prácticas médicas. Un día, sábado para peor, me llama un médico desde la puerta del quirófano, porque tenía un paciente ya anestesiado y todavía no había llegado una prótesis que tenía que colocarle. Yo no tenía idea de que hacer, ni tenía a quien consultar, porque un sábado no hay nadie, así que dejé la llamada en “hold”, hasta que a la una terminó mi horario y me fui. Quedó la llamada en “hold”. Lo mismo pasaba cuando te mandaban a atender salud mental, no te daban ningún tipo de contención, nadie te explicaba como tratar con esa gente, que venía sacada, hostil, te amenazaban, aparte muchas veces demandando cosas justas.

A fin de año, te entregaban una “evaluación de desempeño”, una planilla en la que tu jefa te evaluaba de 1 a 5 en ítems tales como “Productividad”, “Motivación”, “Iniciativa y creatividad”, “Adaptación a los cambios”, “Cumplimiento de normas internas”, “Aptitud de servicio” y “Disponibilidad”. Debajo de cada uno había una breve explicación: por ejemplo en el de motivación decía: “mide el compromiso personal, lealtad y empeño para asumir responsabilidades o encarar un trabajo. Tendencia a superar las exigencias del puesto, a ir más allá de lo requerido”. En “Identificación y compromiso” explicaba: “grado de alineamiento con los valores culturales, políticas y acciones llevadas a cabo por la obra social”. Bajo el ítem “Disponibilidad”, en cambio, el interés del empleador aparecía de manera menos metafórica: “Evalúa la predisposición para cumplir tareas voluntariamente en horarios no habituales”. Al final, como en un boletín de la primaria, te agregaban “aspectos a destacar” y “aspectos a mejorar” de puño y letra de tu superior. A mí, por ejemplo, una vez en “a mejorar” me recomendaron “trabajar con la idea de que todos los cambios dentro de la faz laboral son positivos”.

Tenían además un sistema de quejas y reclamos a disposición del afiliado que funcionaba como escupida de músico: pasaba algo e inmediatamente te llamaba el gerente: por culpa de una de esas me derivaron, como “castigo”, al “call center”. Bah, esa fue la excusa. Ya me habían mandado de pediatría al piso de atención general, y entonces, una mujer me metió una queja y me citaron al edificio central de la obra social (que no era dónde yo trabajaba). Ahí me dijeron que mi calidad de atención era mala (cuándo esta había sido casi la única queja en contra mía), hasta que mostraron la hilacha: el problema era que yo no estaba nunca disponible para quedarme después de hora. ¡Y claro, era verdad, pero yo no iba a ser su esclava!

Me mandaron entonces al call-center, dónde lo que me salvó fue la sensación de hermandad y apoyo entre todos los compañeros, porque fuera de eso…ahí las mismas estrategias de control de toda la empresa estaban exacerbadas al límite. Era una habitación ínfima, no habilitada como call-center, toda cerrada, sin ventanas: una caja de zapatos forrada con goma espuma. Había, eso sí, una pared de vidrio, pero que daba a la oficina del jefe médico del servicio de urgencias, que te podía vigilar si quería. Igual, por supuesto, estaban las cámaras.

Pero lo peor era la información que registraban a partir del teléfono, porque tenías que poner una clave para ir a almorzar, una para tomarte un café, otra para ir al baño. A partir de esto, calculaban cuántas llamadas atendías, cuántas llamadas derivabas (como ya expliqué, cuando no podías “resolver” la llamada), cuánto tiempo estabas atendiendo, cuánto tiempo tardaba cada llamada (porque tenías que atender rápido), cuánto tiempo estabas adentro del baño, cuánto tiempo estabas comiendo: y a partir de todos estos datos generaban un informe mensual y se lo mandaban por mail a todos los empleados. Después lo imprimían y había que firmarlo. La idea era fomentar la competitividad y el resentimiento entre los empleados, por suerte la mayoría se cagaba en eso, pero la intención de la empresa estaba. Además la jefa de esa área, si no había llamadas te dejaba leer el diario, pintarte las uñas, tejer, porque creo que era consciente que si no descomprimía un poco, en esa caja de zapatos nos psicotizábamos todos. En las otras áreas, por ahí te comías un reto por estar tomando un café. Al final terminé aprovechándome del sistema de control, porque dejé de levantar llamadas a propósito, y la computadora dio que estaba atendiendo con bajo rendimiento y me mandaron de vuelta a atención en piso.

Por cierto que los médicos eran objeto de un control bastante parecido, los controlaban igual que a nosotros: los desarrolladores de software de la empresa, que antes mencioné, estaban de lo más orgullosos con un sistema que ellos llamaban “la bandera italiana”, que era un sistema para recomendar prestadores. Básicamente, registraban qué médicos le salían más baratos a la obra social a partir de su historial, si recetaba mucho, si recomendaba estudios de alta complejidad. A partir de eso, clasificaban a los prestadores según los colores de la bandera italiana. Y a vos te capacitaban para que lo usaras: cuando el afiliado llamaba para pedir turno, los “rojos” estaban

prohibidísimos, y yo tenía que persuadirlo para que fuera con el prestador “verde”, aunque el otro le quedara a la vuelta de la casa. Yo siempre me cagué en el sistema igual, recomendaba a cualquiera, pero la lógica en esa obra social era siempre la de costo/beneficio, también a la hora de elegir los médicos. “Luis Pasteur” era una obra social, pero tenía una mentalidad absoluta de prepaga, sobre todo después de esta oleada de reestructuración y que les vino esta fiebre de informatizar todo, poner comités de evaluación de planillas, etcétera.

A los médicos que trabajaban en el centro de atención también les hacían un seguimiento estadístico total: La obra social tenía un absoluto dominio de la consulta médica. Les medían cuanto tiempo demoraban con cada paciente (los presionaban para que atendieran rápido), contrastaban el horario del turno dado y el horario real de atención, cuántas y cuáles prácticas mandaban. Encima te presionaban a vos empleado, para que llamaras a los médicos para retarlos: “lográ que de alguna manera este tipo atienda más”. También nos hacían mentirles para que tomaran franjas horarias con poca demanda de turnos, en las que no había nadie (los médicos alquilaban los consultorios pagando una suma fija por hora).

Para peor, la obra social promocionaba un servicio de médicos de guardia, de demanda espontánea para que los afiliados fueran a atenderse sin turno, que no era tal, es decir, el médico de guardia era el mismo que atendía a los que tenían turno, porque no querían gastar en más profesionales. Muchos médicos no querían tomar sobreturnos, pero a vos te hacían darles sobreturnos. Y nosotros estábamos entre la presión de los médicos por un lado y la presión de la obra social por el otro, total la ponías vos la cara con el médico, que te quería achurar. Bueno, y para completarla, con los pacientes que faltaban, también se armaban planillas, y te hacían llamarlos por teléfono y “retarlos”. No quedaba nadie afuera del control.

Un día, a partir de la información que surgía de sus infaltables planillas, determinaron que al mediodía no había demanda de turnos, con lo cual lo que se les ocurrió para remediar tal “ineficiencia” fue cortarnos el horario: 4 horas y media a la mañana y 4 horas y media a la tarde, divididos de una manera que prácticamente te abarcaba todo el día: de 8 a 12:30, y de 16 a 20:30. A mi eso desde ya me impedía tener la cursada de la facultad y armé un zafarrancho, porque encima no les cortaban el horario a todos, sino que elegían a los empleados que ellos catalogaban como “resistentes al cambio” y te atacaban con esto. En el medio de esta disputa, me lo mandan a Salcedo de Recursos Humanos, el de la calidad de vida, me lo encuentro “casualmente” en un ascensor, y me explica con una poética expresión: “Acá no se trata de hacer pasar a nadie por el fuego de las ametralladoras”. Al final, de tanto oponerme zafé, aunque me mandaron al turno tarde con horario de corrido, pero a otra chica que protestó menos se tuvo que bancar el horario cortado.

La política empresarial era no gastar un peso de más si podían obligar al empleado a que hiciera alguna concesión: por ejemplo, cuando tu compañera de trabajo -la que atendía el mismo mostrador que vos- se pedía día de examen, se iba de vacaciones o se enfermaba (enfermedades que te producía el mismo laburo a veces), tenías que cubrir su lugar, con lo cual tu jornada se extendía a doce horas (las horas extra a veces te las pagaban y a veces no, según si ellos consideraban que “estaban dadas las condiciones”). Y en el transcurso de cada día, lo mismo: cuando tenías que irte a almorzar o cualquier otra cosa, tenías que obligar a otro a que te cubriera, tenías que arreglarte vos tu reemplazo. Y, obviamente, de la misma manera que lo hacía uno, también te caían pedidos similares a vos, para que reemplaces a otro. Todo era así, tenían la filosofía de que si dos personas se encimaban en un puesto la empresa perdía plata, con lo cual no tenías quien te sustituya.

Con todo esto sumado, las presiones con las que había cumplir eran agobiantes y encima a veces eran contradictorias, ni siquiera era que podías seguir un manual para someterte y hacer buena letra: por ejemplo, a la gente tenías que tratarla bien, con una sonrisa, pero no demasiado bien, porque no se tenían que encariñar con vos, por si no estabas. Muchas veces con la gente mayor pasa, que necesitan una relación personal, piden por la persona que los atendió la vez anterior. Creáse o no, si pasaba que un afiliado pedía por fulano de tal, a fulano de tal se le armaba quilombo, porque no era absolutamente reemplazable. Vos tenías que ser una mera tuerca, pero con capacidades comunicativas, eso sí.

Por suerte terminé renunciando, a la vuelta de unas vacaciones, mandé un mail cagándome en todo el mundo, después varios compañeros me llamaron para felicitarme. Ese factor humano es lo único que puedo rescatar de esta experiencia. Me sentía como adentro de un videojuego, el más mínimo movimiento (o no movimiento, como cuando no tocabas el teclado), tenía que dar como resultado un número. En ese lugar, todo era codificable.

Extraído del sumplemento Precario de la revista La Brumaria Nº2.

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Entrevista con Roberto Rosler: ‘tenemos un cerebro del paleolítico’

Publicada el 02/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Convencido de que la complejidad de lo humano no podía explicarse sólo por la interacción de neuronas y moléculas, el neurocirujano Roberto Rosler encontró respuestas en la neurobiología de la afectividad, un área de estudio relativamente nueva, que analiza los circuitos del sistema nervioso para explicar emociones como la agresividad, la tristeza y el miedo. «Las neurociencias de la afectividad muestran que Freud tenía razón y que el inconsciente de verdad existe», afirma.

Por Mori Ponsowy
La Nación
18-05-2008

Roberto Rosler trabajó muchos años como neurocirujano «duro» antes de interesarse por el novedoso campo de las relaciones entre el sistema nervioso y los afectos. En esa primera etapa de su carrera introdujo innovaciones en procedimientos quirúrgicos que lo llevaron a recibir reconocimientos como el Premio Neurocirugía (otorgado por la Sociedad Argentina de Neurociencias), el Premio Raúl Carrea (de la Asociación Argentina de Neurocirugía), el Premio Julio Monereo en Oncología Pediátrica y el Premio otorgado por la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva.

Sin embargo, con el paso de los años, Rosler empezó a preguntarse si todos los males de sus pacientes podían explicarse a partir de la interacción entre neuronas y moléculas. «La neurofisiología que se enseña en la Facultad de Medicina es ortodoxa, sigue la separación entre el alma y el cuerpo iniciada por Descartes», afirma Rosler. «Como los afectos no se pueden medir, muchas veces los médicos desatendemos ese campo.

A veces un paciente dice que se siente mal, pero si todos sus análisis de laboratorio arrojan resultados normales, nosotros le decimos que está bien.»
Sospechando que quizá había una manera de tender un puente entre lo que Descartes había separado, Rosler inició sus primeras lecturas en torno a la neurobiología de la afectividad, un área de estudio relativamente nueva, que «analiza los circuitos del sistema nervioso que ayudan a explicar emociones como la agresividad, la tristeza y el miedo».

Empezó entonces a considerar muchos padecimientos desde una nueva óptica. «Vivimos en la modernidad, pero nuestro cerebro sigue siendo del paleolítico», afirma. «Algunos síntomas que consideramos patológicos, en realidad no son más que reacciones sanas.»

Actualmente, Roberto Rosler trabaja como neurocirujano en el Hospital Británico y como docente en la Facultad de Medicina de la UBA y en la Maestría en Neuropsicología del Hospital Italiano. Su doble interés, por la fisiología del sistema nervioso y por la neurobiología afectiva, se ve reflejado en su producción escrita más reciente: por el lado más árido de la fisiología, es autor del libro Del síntoma al diagnóstico neurológico para estudiantes de medicina y, por el lado más «humanístico» de la psicología, es autor de trabajos como Un viaje neurobiológico al interior del lenguaje , Tratamiento neuroquirúrgico de la neurosis obsesivo compulsiva , y Bases neurobiológicas del psicoanálisis .

-¿Las neurociencias están reñidas con el psicoanálisis?
-No, de ninguna manera. Las neurociencias de la afectividad muestran que Freud tenía razón y que el inconsciente de verdad existe.

-¿A qué se refiere cuando afirma que el inconsciente existe? ¿Han encontrado el lugar donde se aloja en el cerebro?
-Topografiar el inconsciente es complicado, pero existen trabajos que demuestran su existencia. Hay una enfermedad que se llama negligencia, en la cual el paciente tiene una parálisis de un lado del cuerpo, pero aun así niega que está paralizado. Lo mismo ocurre con ciertos casos de ceguera en los que el paciente niega rotundamente su condición. Conscientemente, ambos pacientes creen que lo que dicen es verdad, pero en trabajos realizados por equipos multidisciplinarios se ha demostrado que el inconsciente de estos pacientes conoce su verdadera condición. Hay otro trabajo en el que a un paciente ciego se le muestran distintas caras, unas sonrientes y otras tristes. Es asombroso, pero ellos saben con exactitud cuándo se trata de una u otra. Además de nuestra visión consciente, tenemos una visión inconsciente, en paralelo, que también procesa información.

-Como si el nervio óptico llegara hasta el inconsciente…
-El nervio óptico tiene una terminal en la corteza moderna del cerebro, que es la parte consciente, pero tiene otra terminal en el complejo amigdalino, que es la corteza reptiliana, la que nos queda de una etapa evolutiva anterior. Esa vía procesa, sobre todo, gestos emocionales. Cuando una persona no nos cae bien, y no sabemos por qué, muchas veces lo que sucede es que hemos percibido algo de un modo no consciente.

-Todo esto parece decir que la psicología y la neurología tienen un área de estudio en común.

-Siempre ha habido el temor de que las neurociencias se abalanzaran sobre la psicología, pero para poder avanzar en el conocimiento se necesita que neurocientíficos, psicólogos y filósofos trabajen juntos.

-¿Las neurociencias de la afectividad pueden explicar todos los aspectos de nuestras emociones?
-No. Nuestros afectos son un cóctel, una mezcla de lo biológico con factores psicológicos, históricos y sociales. Uno viene con un programa genético, con un perfil afectivo que marca ciertas tendencias, pero ese programa está abierto a los estímulos que recibimos. La neurobiología de la afectividad muestra que muchas emociones que a veces consideramos patológicas, en el fondo, son normales. Sucede con el miedo y la tristeza. Hoy en día, a muchas personas que dicen que están tristes las diagnostican como deprimidas y les dan antidepresivos. En esta sociedad estar triste es estar enfermo, pero en la mayoría de los casos es normal ponerse triste. Está realmente enfermo quien nunca se pone triste.

-¿Y el miedo?
-Tener miedo es normal. Pasa como con la tristeza: si tenemos el circuito del miedo en nuestro sistema nervioso es porque a lo largo de milenios, al protegernos de daños corporales, eso aumentó nuestra posibilidad de supervivencia. Sorprendentemente, en el DSM-IV, el catálogo comúnmente aceptado de todas las enfermedades psiquiátricas, se describen muchas enfermedades entre cuyos síntomas está el miedo, ¡pero no se habla de ninguna enfermedad por no tener miedo! El miedo a las alturas, por ejemplo, y hasta el estrés, en realidad son mecanismos sanos de supervivencia.

-¿Está diciendo que el estrés es síntoma de buena salud?
-Los medios dicen que el estrés nos está matando y los libros de fisiología dicen que el estrés aumenta la supervivencia del hombre. Ambos tienen razón. Nuestro cerebro está brillantemente adaptado al paleolítico, una época en la que no había contadores, índices de inflación, políticos, ni suegras. El estrés era provocado por algún felino que nos quería devorar. Al cabo de unos minutos, el felino nos comía o nos subíamos a un árbol, y todo terminaba. Vivimos de esa manera durante un millón trescientos noventa y tres mil años. Hace sólo siete mil años que nos transformamos en sedentarios, pero fue sólo después de la II Guerra Mundial cuando nuestras sociedades se trastornaron a una velocidad nunca observada.

-¿Podría dar ejemplos de esas respuestas sanas que hoy se convierten en patológicas?
-Hoy se diagnostica a muchos chicos con síndrome de atención disminuida, pero ¿acaso es normal que un niño de cinco años tenga que quedarse ocho horas sentado prestando atención a la maestra? Neurobiológicamente, nuestro sistema nervioso central termina de madurar recién a los doce o trece años. Otras enfermedades, como el colon irritable, muchas veces ocurren porque vivimos constantemente estresados. En la década del 70, la mayoría de los infartados tenía más de 60 años; ahora no es raro ver a infartados de 30.

-¿Qué otras características de las sociedades contemporáneas representan un reto para ese cerebro paleolítico?
-La rapidez de los cambios. La incertidumbre constante. Antes uno empezaba a trabajar en un lugar y sabía que se jubilaría ahí. Ahora nunca se sabe dónde va a terminar. Hay un trabajo que se hizo con una chimpancé embarazada que a mí me parece que refleja el modelo del argentino. La chimpancé no sabía cuándo iba a comer, un día comía a mediodía, otro en cuanto se despertaba, otro recién a la caída del sol. La incertidumbre generaba un inmenso nivel de estrés. Pero no sólo eso: la cría de esa madre tuvo por el resto de su vida una respuesta al estrés diez veces superior a la de otras crías. Eso demuestra que el estrés impacta también en nuestra descendencia. La buena noticia es que también se demostró que la respuesta al estrés podía disminuir si la cría era cuidada por una madre tranquila, protectora y cariñosa.

-¿Qué tienen para decir las neurociencias acerca de la diferencia entre mujeres y hombres?

-La neurociencia de la afectividad es un argumento poderosísimo contra el machismo. El cerebro femenino es mucho más inteligente que el masculino y tiene muchas ventajas desde el punto de vista cognitivo. Las mujeres pueden procesar el lenguaje con ambos hemisferios cerebrales. Además, tienen conexiones más fuertes entre ambos hemisferios lo cual hace que el paso de la información de uno a otro sea más rápido y eficaz. Por otra parte, la mujer siempre ha tenido funciones más importantes que el hombre en la reproducción y en el aporte alimentario. Muchos científicos se preguntan por qué prosperó la reproducción sexuada, si en el fondo representamos un doble costo para ustedes.

-Si lo que dice es cierto, ¿por qué por lo general son los hombres los que detentan el poder?
-Porque somos más fuertes muscularmente, no porque seamos más inteligentes. Y por miedo. Uno siempre tiene miedo a quien es más inteligente. En el sistema nervioso, el circuito de miedo potencia el de la agresividad, y el de la agresividad potencia el del miedo. Siempre le digo a mis residentes que si se encuentran con una persona inexplicablemente agresiva con ellos es señal de que esa persona les tiene miedo. Si los hombres no tuviéramos miedo de las mujeres no tendríamos que ser machistas y les daríamos igualdad de oportunidades.

-¿Todas estas cosas que aprendió cambiaron en algo su manera de estar en el mundo?
-Sí. Especialmente con respecto a la Argentina. Hay que comprender que cuando una persona está en un estado de pobreza grande, cuando desde la infancia no ha tenido ninguna educación, cuando ha sido abusada y maltratada, la agresividad es una respuesta ineludible. La represión y la cárcel no son la solución. Estoy convencido de que lo único que se puede hacer para disminuir la agresividad es disminuir la pobreza y aumentar la educación.

-¿Hacia dónde cree que va la especie?
-Soy muy pesimista. Hay dos grandes tipos de organismos vivos: los especialistas y los generalistas. La cucaracha y el ratón son generalistas, porque pueden vivir en cualquier parte y bajo un abanico inmenso de condiciones. Nosotros, en cambio, somos especialistas. Eso significa que si hay un cambio brutal en el medio ambiente, lo más probable es que no sobrevivamos. El problema es que con nuestra cultura nos hicimos generalistas: podemos volar, hacer submarinismo, vivir en los polos y en los desiertos. Todo eso ha hecho que nos creamos invencibles. Confiamos tanto en nuestra cultura que creemos que somos generalistas, pero si nuestro medio ambiente cambia nos va a pasar como a los dinosaurios.

fuente http://www.lanacion.com.ar/1013181-roberto-roslertenemos-un-cerebro-del-paleolitico

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La ciencia socialista, nueva religión de los intelectuales *

Publicada el 01/09/2008 - 07/09/2018 por raas

El socialismo del siglo XIX no es, como lo afirman sus creyentes, un ataque contra los fundamentos del régimen de despotismo que existe desde hace siglos bajo la forma de toda sociedad civilizada, vale decir el estado. Es nada más que el ataque a una forma de ese despotismo; la dominación de los capitalistas. Incluso en caso de victoria, este socialismo no suprimirá el pillaje de siglos, eliminará únicamente la propiedad privada de los medios materiales de producción, la tierra y las fábricas. No suprimiría más que la explotación capitalista.

Por Jan Vaclav Majaiski

La supresión de la propiedad capitalista, es decir de la posesión privada de los medios de producción no significa la desaparición de la propiedad privada familiar en general. Es justamente la institución de esta última la que garantiza el pillaje secular que asegura a una minoría poseedora y a su descendencia todas las riquezas y toda la herencia cultural de la humanidad. Es precisamente esta institución la que condena a la mayoría de la humanidad a nacer esclavo, tener una vida de trabajos manuales. La expropiación de la clase de los capitalistas no significa en absoluto la expropiación de toda la sociedad burguesa.

Por la sola supresión de los capitalistas privados, la clase obrera moderna, los esclavos contemporáneos, no dejan de ser esclavos condenados a un trabajo manual durante toda su vida; en consecuencia, la plusvalía nacional creada por ellos no desaparece sino que pasa a través de las manos del estado democrático, y se constituye como fondos de sostén para la existencia parasitaria de todos los pícaros, de toda la sociedad burguesa. Esta última, después de la supresión de los capitalistas, continuará siendo una sociedad bajo un sistema de dominación como hasta ahora, la de los conductores y gobernantes cultivados, el mundo de los “manos blancas”, que quedarán en posesión de los beneficios del país, que se repartirán de la misma forma como hasta ahora: como “honorarios” de los “trabajadores intelectuales”; gracias a la propiedad y al modo de vida en familia con el que este sistema se conserva y se reproduce generacionalmente.

La socialización de los medios de producción no significa más que abolición del derecho de propiedad privada y de la gestión privada de fábricas y tierras. En sus ataques al industrial, el socialista no roza siquiera los “honorarios” del director fabril y el ingeniero.
El socialismo del siglo pasado deja inviolables todos los ingresos de los “manos blancas” en tanto que “salarios de trabajadores intelectuales”, y declara que la intelectualidad “no está interesada y no forma parte de la explotación capitalista” (Kautsky).
El socialista contemporáneo no puede ni quiere suprimir el pillaje y la servidumbre seculares.

En la segunda mitad del siglo XIX, el socialismo se ha proclamado por todas partes ciencia social. A continuación de la economía política “proletaria” se crea ahora una sociología “proletaria” y una historiografía “socialista”.
La ciencia social no puede ser el enemigo del régimen de servidumbre que existe desde el desarrollo histórico de la civilización. No desea ser otra cosa que el analista imparcial de ese desarrollo histórico; por consiguiente, no es su enemigo sino más bien su tutora.

Entretanto, el socialismo ha experimentado una tendencia irresistible a convertirse en una verdadera ciencia social. Los sabios socialistas se alejan progresivamente del pensamiento de que toda historia pasada de las sociedades civilizadas no es sino la historia de la servidumbre de la mayoría de la humanidad, que les leyes históricas de los siglos pasados y las de nuestra época, son leyes fundadas sobre el pillaje, la expresión de la voluntad de la minoría dirigente, y se dedican en cambio a analizar estas leyes como si fueran objetivas para describir el desarrollo de la comunidad humana, ocupándose en “revelarlas y formularlas para poder someterse a ellas”.

Gracias a la propagación de la fe, los sabios socialistas han llegado a persuadir a las masas obreras que sometiéndose a la marcha histórica objetiva, se someten al mismo tiempo, sin duda alguna, a las leyes de la naturaleza del siglo XIX, que nos preparan el paraíso socialista.
Con este plan, la ciencia socialista se revela como un simple medio de embotamiento del espíritu de revuelta de los obreros; se convierte, pese a su ateísmo, en una simple meditación religiosa y en una oración para el advenimiento del paraíso socialista. Se convierte en una religión que embota el espíritu y la voluntad de los esclavos del régimen burgués.

La ciencia socialista marxista ha creado una verdadera providencia socialista, gracias a cuya acción la “producción capitalista cava su propia tumba”, se destruye a sí misma por su propio desarrollo; y las leyes económicas irreversibles, independientes incluso de la voluntad de los hombres, los llevan directamente al “reino de la igualdad y la libertad”.

Los años pasan y las profecías marxistas de los sabios socialistas revelan su identidad con las profecías de tantos otros predicadores y sacerdotes. Prometen a los esclavos de la sociedad burguesa la dicha después de la muerte, garantizan el paraíso socialista a sus descendientes.
La certidumbre inquebrantable de la religión científica marxista en el advenimiento inevitable del reino socialista de la libertad bendice al mismo tiempo el progreso burgués, el “progresismo”, la “legitimidad”, la “conformidad en los objetivos” del régimen contemporáneo fundado sobre el pillaje. La creencia marxista en el pasaje inevitable del capitalismo al socialismo; la creencia en el capitalismo en tanto que premisa indispensable para la instauración del socialismo, se convierte a la larga en el equivalente de un… alto grado de amor al progreso burgués, al desarrollo de la dominación total de la burguesía, al pillaje burgués total. Los creyentes, los verdaderos socialistas proletarios, compenetrados de la religión marxista, se convierten en los mejores combatientes por el progreso burgués, los apóstoles más entusiastas y los más cálidos participantes de la revolución burguesa.*

La “pureza” original del evangelio socialista, a pesar de todas las deformaciones llevadas a cabo por los malos pastores de la socialdemocracia no se puede perder ni olvidar. La enseñanza contemporánea del anarquismo se plantea como tarea la de retornar a los principios inquebrantables del socialismo del siglo pasado, en toda su pureza. Al contrario que el oportunismo de la socialdemocracia que ha escandalizado y corrompido a las masas por su aspiración a la reforma y al desarrollo del régimen contemporáneo, la enseñanza anarquista convoca a las masas a la aspiración pura del ideal, a un movimiento directo, sin etapas, hacia el “objetivo final”.
[…]

Los mismos anarquistas no pueden negar la sentencia de Bernstein según la cual en la vida, en la lucha práctica y “real”, cada paso del socialista no puede evitar ser un compromiso y una defección respecto de la doctrina; tanto más que entre ellos, los anarquistas, ha surgido últimamente una práctica específica (el anarcosindicalismo francés). El anarcosindicalista, por su sola participación en cualquier huelga, traiciona sus principios, puesto que entonces no lucha ya por el “objetivo final” sino por “concesiones”, por “reformas”.
Aparentemente, el socialismo del siglo XIX no puede encontrar un camino sin un acomodamiento con el orden burgués existente.

Semejante vía se reencuentra, total y exclusivamente escrita entrelíneas dentro del régimen burgués contemporáneo. El socialismo del s. XIX, incluso bajo su variante más radical, el anarquismo, se convierte en un acontecimiento totalmente legal dentro de una república democrática, bajo la forma de sindicalismo y de la “propaganda del ideal anarquista”. Los anarquistas más irreductibles se convierten en ciudadanos bien intencionados, como los socialdemócratas de la sociedad contemporánea, y no pueden ya conspirar contra las “libertades” democráticas, de expresión, de “prensa”, de “asociación”, que otorgan la posibilidad de acuerdo con sus convicciones (que son a este respecto las mismas que las de los socialdemócratas) de una preparación legal de la revolución social.

La actividad clandestina y conspirativa deviene para los anarquistas en el estado democrático tan utópica, tan blanquista, como para cualquier socialdemócrata.
De hecho, la única vía directa de subversión del orden de servidumbre vigente, la única vía libre de todos los compromisos con la legalidad burguesa, es la de la conspiración clandestina con miras a transformar las huelgas obreras frecuentes y violentas en una insurrección, en una revolución obrera mundial. Esta vía se encuentra totalmente fuera de los límites de la enseñanza socialista actual.

Los socialistas del s. XIX se declaran los enemigos revolucionarios irreductibles, no del régimen contemporáneo de clases, no del régimen burgués en general sino únicamente de la forma de sociedad civilizada que nace a comienzos del desarrollo de la producción capitalista, cuando ésta, explican los marxistas, no ha podido desplegar todavía su papel progresista, y no manifiesto sino sus rasgos más sombríos.
Es precisamente en la medida en que el socialismo se desarrolla como ciencia que se refuerza y se elabora la conciencia de los socialistas acerca de su hostilidad irreductible respecto de la forma monstruosa de la sociedad contemporánea, y solo respecto de ella, forma adquirida a través de la explotación capitalista
Presentado de este modo, el socialismo en tanto que ciencia no puede expresar más que una rebelión contra las “anormalidades mórbidas” de la sociedad contemporánea, no contra la sociedad civilizada en general.

En efecto, ¿cuáles son los motivos, las razones para atacar al régimen burgués actual, de acuerdo con la doctrina socialista? En primer lugar, el agravamiento de la situación de la población, en comparación con el estado en que se vivía en formaciones sociales anteriores, como consecuencia de la ofensiva de la producción capitalista. A continuación, el comportamiento desordenado de la economía, la “anarquía” de la producción, la incapacidad de la sociedad actual de garantizar una evolución justa y constante de la vida económica del país.

La enseñanza marxista predice la caída del capitalismo con independencia de la voluntad de los hombres, y predice la necesidad objetiva del socialismo para la sociedad existente. El objetivismo marxista constituye un sistema que reposa por completo en postulados de este tipo.
El régimen socialista se convierte en una necesidad para todos, puesto que las crisis no le permiten a la sociedad existir bajo su forma anterior. Los socialistas no se rebelan por el derrocamiento de la sociedad actual, en contra el régimen capitalista, sino para curarlo de sus crisis. Lo cual no significa en absoluto el derrocamiento del régimen secular de servidumbre, sino por el contrario, su reafirmación.

Los socialistas científicos declaran que el régimen capitalista es incapaz de sobrevivir, puesto que no está siquiera en condiciones de cumplir lo que realizaban incluso los regímenes autoritarios anteriores, es decir ni siquiera puede ocupar toda la fuerza de trabajo que, al contrario, dilapida mediante la desocupación.

El capitalismo en tanto que estadio social peor de la sociedad civilizada, concentra, al contrario de lo que acontecía en el pasado, todas las riquezas en un puñado de magnates. No sólo que no les permite esperar una mejora a los elementos más fuertes de las clases inferiores sino que incluso amenaza su existencia. Expropia incluso a los mismos capitalistas. Disminuye el número de propietarios. Entonces sobreviene el tan conocido argumento del socialista científico: hacia fines del siglo XIX había un campesinado y un artesanado florecientes, los compañeros oficiales más empeñosos tenían la posibilidad de acceder a la condición de maestros; las individualidades más capaces mantenían incluso la posibilidad de elevarse a posiciones privilegiadas. Las formas antiguas de la sociedad mantenían entre los explotados la esperanza que los más hábiles de entre ellos, el uno por ciento, por ejemplo, o el uno por mil, podrían convertirse en maestros. El capitalismo ha casi aniquilado esa posibilidad y por ello mismo se ha condenado a desaparecer. Es incapaz de multiplicar el número de maestros.

Los socialistas son los enemigos del orden existente porque éste no sabe llevar adelante la economía racionalmente, es incapaz de progresar, los gobiernos son demasiado ignorantes e incapaces de resolver los problemas de la vida, que surgen y se desarrollan cada vez más.

El Manifiesto comunista se esfuerza por presentar todo esto lo más claramente posible:
“Evidentemente, la burguesía es incapaz de mantenerse como la clase dirigente y de imponerle a la sociedad, como ley suprema, las condiciones de vida de su clase. No puede gobernar puesto que no puede asegurar la existencia del esclavo dentro de su misma esclavitud: se ve obligada a dejarle decaer tan bajo que es ella la que debe nutrirlo en lugar de ser nutrida por él. La sociedad ya no puede vivir bajo el dominio de la burguesía, lo cual significa que la existencia de la burguesía y la existencia de la sociedad se han hecho incompatibles.”
Basta con recordar la naturaleza de la polémica entre los “ortodoxos” y Bernstein para confirmar lo que hemos dicho más arriba.

Para probar que no tiene sentido ser revolucionario en Europa occidental, que la socialdemocracia en tanto que defensora de la clase obrera, debe hacerse reformista, Bernstein debía demostrar que el capitalismo contemporáneo no representaba sino un agravamiento del régimen social en comparación con el que lo había precedido. Todos los ortodoxos reconocieron que la existencia del socialismo científico estaba ligada del modo más estrecho con la resolución de este problema, en un sentido o en otro.

El derrocamiento del orden actual no puede ser posible y aceptable sino cuando degenera o se hace impotente.Kautski lo reconocía de manera harto ingenua. Si es cierto, decía, como sostiene Bernstein, que la crisis que amenaza sin cesar al mundo industrial llegara a desaparecer, si el capitalismo no aniquilase a las capas medias, si el número de propietarios no disminuyese, entonces no habría razón para derrocar al orden existente y, en general, para ser socialista (véanse sus artículos contra Bernstein en Vorwärts).

La degeneración de las clases dirigentes, para un marxista o para cualquier otro socialista contemporáneo, representa la premisa indispensable para la supresión de la esclavitud. Si la sociedad burguesa es capaz de desarrollarse, su derrocamiento se torna impensable. No se puede aspirar a una revolución violenta si uno mismo no cree ni puede convencer a los demás de que la burguesía es débil, que el régimen burgués se “descompondrá” muy pronto e inevitablemente por sí mismo.

Los ortodoxos que experimentaban la necesidad de calmar la intransigencia de sus huestes, dirigida únicamente contra las leyes y las autoridades que impiden el progreso burgués (tal es la posición en que se encuentra la socialdemocracia rusa a partir de la existencia del zarismo), son llevados a forjar la creencia en una “bancarrota de la burguesía” inevitable e inmediata. Lo hacen a despecho de todos los escamoteos de prestidigitación que esto les obliga a cumplir. De este modo, para Parvus, el mismo que considera a la revolución socialista tan remota como para todo bernsteniano, únicamente una revolución burguesa es posible en Rusia en el momento actual; el mismo Parvus demostrará de inmediato apoyado en cifras, que “la catástrofe industrial y la bancarrota definitiva de la burguesía se producirán necesariamente muy pronto.”

El marxismo aspira a comprobar su revolucionarismo y su carácter intransigente muy de otro modo que luchando con intransigencia contra el régimen de pillaje. Se contenta con demostrar que el mismo momento histórico, las leyes mismas de la sociedad humana, independientes y por encima de los hombres –lo cual es una verdadera predicción socialista– no hacen sino condenar a la sociedad burguesa a la debilidad y a la ruina, y al mismo tiempo le da al marxismo la posibilidad de liberar al mundo de la servidumbre.

Pero no hay videncia socialista, no hay ninguna ley de desarrollo de la sociedad independiente de la voluntad de los hombres. No hay fuerzas de la naturaleza que puedan recompensar a los “buenos” oprimidos en razón de sus desdichas, y que castigarían a los opresores injustos por sus malas acciones. Los socialistas se indignan y luchan contra el agravamiento del régimen de clases; su lucha puede suprimir este agravamiento pero no el régimen de clases en sí mismo.

Es por ello que a despecho de las expectativas y las esperanzas de creyentes ingenuos, el socialismo científico no puede más que colaborar activamente con el desarrollo del progreso burgués.

En el socialismo científico esto constituye una conciencia específica y muy profunda. Por sus profesiones de fe, la socialdemocracia tiende a granjearse, a todos los elementos capaces y competentes de la sociedad burguesa contemporánea. En Interés de clase Kautsky declara: “Si la socialdemocracia se ha convertido en el único partido que lucha por el progreso social, debe simultáneamente convertirse en el partido de todos los que aspiran al desarrollo ulterior de la sociedad. […]”
“En la actualidad sólo el proletariado y su partido son los que representan los intereses del progreso social, y al mismo tiempo, los intereses vitales de toda la sociedad […] Los intereses proletarios coinciden actualmente con los de la nación.”

Del mismo modo que la religión cristiana, que después de haber condenado el mundo del mal lo ha encarnado ella misma de un modo sin parangón, análogamente, los partidos socialistas, que han condenado a la ruina al orden existente se convierten, bajo la condenación de los ortodoxos, en los partidos del progreso burgués.
La fe socialista ha empujado a todos sus fieles a luchar por el progreso burgués, por el reforzamiento y el desarrollo de estados burgueses constitucionales. La democracia industrial y política,

la obra cultural en las municipalidades, el cooperativismo y los sindicatos, todo esto debe preparar a los obreros para la vida socialista.
Los anarquistas irreductibles argüirán que el mundo del mal burgués ha corrompido únicamente a los socialdemócratas, que la caída y el oportunismo de estos últimos se presentan como la continuación de su participación en los órganos legislativos actuales. En cuanto a ellos, los anarquistas, postulando la no participación en la política, estarán al abrigo de semejante degeneración.

Lo que hemos señalado más arriba, acerca de la naturaleza de toda la prédica socialista del siglo XIX confirma toda la vanidad de las esperanzas y afirmaciones de los anarquistas. El fundamento de la prédica socialista –la fórmula de la socialización como panacea– bajo cualquier forma, incluso la más pura, no es por sí misma más que una ofensiva contra una de las formas de pillaje, y no contra el pillaje secular en su totalidad. Nada más se puede esperar de la doctrina anarquista pues ella intenta conservar, del mismo modo que las otras doctrinas socialistas, el único evangelio socialista revelado desde hace tiempo, y se amuralla en ello.
En efecto, el principal teórico del anarquismo contemporáneo, Kropotkin, llama a todo el mundo a la revolución poniendo sobre el tapete los mismos motivos que los socialistas científicos.

Podemos leer en Palabras de un rebelde lo siguiente:
“Comprobaremos que se desencadenan dos hechos predominantes: la rebelión de los pueblos, al lado del colapso moral, intelectual y económico de las clases dominantes; y los esfuerzos impotentes, agonizantes de las clases superiores, para impedir este despertar (p. 2) […] [estas clases gobernantes] siempre temerosas, siempre con la vista volcada hacia el pasado, cada vez más y más incapaces de llevar a cabo una acción durable (p. 4) […] Una enfermedad incurable los corroe a todos: la senilidad (p. 10) […] Si las clases dirigentes pudiesen tener el sentimiento de su posición, por cierto que ellas se apresurarían a ponerse al frente de estas aspiraciones [nuevas de los pueblos]. Pero, envejecidas en sus tradiciones, sin otro culto que el de la bolsa de valores, se oponen con todas sus fuerzas a esta nueva corriente de ideas (p. 10).
[…] El trabajador se da cuenta de la incapacidad de las clases gobernantes: incapacidad para comprender sus nuevas aspiraciones, incapacidad para administrar la industria, incapacidad para organizar la producción y el intercambio (p. 7).”

Ya sea bajo la bandera del socialismo científico o la del anarquismo, los trabajadores llevan la ofensiva contra las “clases gobernantes”, únicamente porque ellas son “incapaces de administrar la industria, de organizar la producción y el intercambio”, únicamente porque se han convertido en irreversiblemente “seniles”. La actitud del anarquismo respecto del régimen secular de pillaje, como lo puede comprobar el lector, no es más hostil que la de los “socialistas parlamentarios” corrompidos. Muy al contrario, Kropotkin, aunque enemigo de todo gobierno, demuestra respecto de las “clases dirigentes” una ingenuidad infantil que costaría encontrar entre los socialdemócratas “corrompidos”. Piensa que si “las clases dominantes” no se hubiesen puesto tan “seniles” y si “pudiesen tener el sentimiento de su posición, por cierto se apresurarían a ponerse al frente de estas aspiraciones”, que ellas serían “capaces de llevar a cabo una acción durable.

Todo lo cual crea gran perplejidad: ¿sobre qué base declara Kropotkin con toda su prédica que es hostil a todo gobierno cuando al mismo tiempo no se indigna sino contra las clases gobernantes seniles? Todos los gobiernos progresistas aparecidos más de una vez en el desarrollo histórico, gobiernos que “comprendían” las aspiraciones nuevas, comprendían igualmente, a su modo de ver, la necesidades del pueblo y garantizaban el bienestar de las masas populares.

¿Qué pasaría, entonces, si las clases dirigentes “seniles” fueran reemplazadas por otras, nuevas, jóvenes, no impotentes, no ignorantes? Entonces todas las razones para hacer la revolución, para derribar el gobierno, para ser anarquista, desaparecerían, caducarían. Esta cuestión fatal se perfila delante del anarquismo, con tanta fuerza como delante del socialismo científico, como en general delante de todos los socialistas del siglo pasado. Muy a menudo en la historia, las revoluciones han eliminado a las clases dirigentes “seniles” para reemplazarlas por nuevas.

¿Dónde existe la garantía de que las clases dirigentes podrían cesar de existir en general y verdaderamente?

La única garantía que puede haber al respecto es la aspiración consciente de las masas explotadas de derribar a todas las clases dirigentes, sean ellas retrógradas o progresistas.
Según el razonamiento de los socialistas, la rebelión de los esclavos modernos no surge de la existencia de clases dirigentes en general sino a causa de su degeneración. Esto quiere decir que en la actualidad lo que existe es únicamente una fuerza de indignación y lucha dirigida exclusivamente contra el estancamiento y la degeneración de la sociedad dominante. ¿Dónde se encuentra la fuerza que derrocaría por completo la sociedad dominante, que suprimiría la existencia misma de las clases dirigentes? Se trata de una fuerza que está por encima de los hombres, es una fuerza histórica predestinada, que augura transformar la protesta contra la degeneración y la debilidad actual, del siglo presente, en una lucha contra la dominación en general. Los marxistas se afanan en desarrollar esta creencia por medio de consideraciones y promesas “científicas” y “económicas”; en cuanto a los anarquistas lo hacen a través de la simple propaganda religiosa del ideal anarquista.

De manera similar a la fe cristiana que no concibe en absoluto lo del reino celeste sobre la tierra y no hace más que contribuir a santificar el régimen de pillaje, la religión socialista no crea el paraíso socialista sino que, en rigor, no hace sino contribuir al progreso burgués, al nacimiento de nuevas y jóvenes clases dirigentes cuya ausencia ha motivado su lucha.

El socialismo del s. XIX se afana por comprender únicamente la debilidad y el proceso de descomposición de la forma contemporánea de dominación. Es comprensible, en consecuencia, que el misterio de la dominación en general, no sea ni percibido ni revelado. El socialismo no hace sino demostrar “la incompetencia” y la inadecuación de la sociedad dominante contemporánea, lo cual no prueba en absoluto, la “inadecuación”, el parasitismo y el pillaje de todas las dominaciones a lo largo de la historia. Al contrario, el marxismo considera como su tarea principal la de probar la necesidad, para la comunidad humana, de las clases dirigentes que ya han aparecido a lo largo de la historia.
En consecuencia, el socialismo del s. XIX no desnuda y no tiene ninguna intención de hacerlo, el fundamento de toda dominación, débil o fuerte. No quiere ni siquiera reconocerla, ni tomar conciencia y ver en realidad, el pillaje constante que ha representado y representa la existencia misma de amos en el curso de toda la evolución histórica.

No tiene la fuerza ni la voluntad de crear las premisas humanas verdaderas que engendrarían la caída del régimen secular de pillaje y violencia. Por el contrario, su tarea fundamental consiste en granjearse la confianza de las masas e insuflarles la fe inquebrantable de que constituye, precisamente, la única vía para el derrocamiento del régimen de opresión. He aquí su tarea más primordial: convencer del advenimiento inevitable del paraíso socialista, “independientemente de la voluntad de los hombres”, simplemente provocado por el transcurso histórico, la acción de leyes históricas y objetivas.

¡Pero ésa es la tarea clásica de toda religión y la religión socialista lo logra de un modo brillante! La ciencia positivista y atea del s. XIX no ha preservado a los socialistas de inventar una sustancia sobrenatural y una nueva forma de providencia. Muy por el contrario, en el momento mismo en que el socialismo ha sentido la necesidad irreprimible de convertirse en una ciencia que devele y explique las leyes del desarrollo social, se ha puesto a elaborar ficciones religiosas. La ciencia socialista nos ha dejado los mismos frutos que la ciencia de los sacerdotes paganos o la de los teólogos cristianos.

Los anarquistas se esfuerzan para demostrar que si la ciencia de los marxistas se ha revelado tan mortífera para el socialismo revolucionario, eso se debe a que no han utilizado los auténticos fundamentos y los métodos de la ciencia moderna, sino aquellos propios de una metafísica envejecida y principalmente los de la enseñanza gastada de los heguelianos. Los anarquistas, por el contrario han planteado como fundamento de su doctrina un positivismo estricto, el método “verdaderamente” científico de las ciencias naturales, el método inductivo y deductivo que nos preserva de toda metafísica y garantiza la infalibilidad de la enseñanza socialista.

Los anarquistas, con su aspiración a la “cientificidad” a la par de la de los marxistas, no hacen sino mantener al socialismo en el terrreno de las creencias. La ciencia socialista cumple aquí una función común a todas las religiones, por su pretensión de “cientificidad”, de objetividad, por su carácter omnisciente y obligatorio por todas partes y para todos.

* Escrito en 1905 y publicado en la revista Futuros Nº6: verano- otoño de 2004, Río de la Plata

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Libro ‘La ciencia socialista, religión de intelectuales’, Bardo Ediciones

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