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Ecotropía

Aniquilando un planeta por vez…

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Congo, siglos de saqueo

Publicada el 21/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Los delitos contra el Congo se repiten siglo tras siglo. Hoy hay allí un gobierno corrupto y ávidas compañías transnacionales mantienen al país en un estado de semicaos para poder seguir extrayendo los riquísimos minerales qua hay en su suelo al menor costo posible, sin consideración alguna a las vidas humanas. El tenebroso corazón del colonialismo late de modo tan repugnante hoy como hace cien años.

Por Carolina Jemsby

Hay una piedra verde en mi escritorio. Es una piedra de cobre, de la mina de Ruashi en Kongo-Kinshasa. Cuando nadie veía me agaché rápidamente y me la metí en el bolsillo, después la escondí mejor y la saqué del país. Ahora resplandece venenosa en el medio de mi escritorio, denunciando siglos de despojo.

A primera vista, la mina Ruashi es un hormiguero. Miles de seres humanos que cavan en una mina a cielo abierto, que llevan con grandes esfuerzos pedazos de metal que extraen de la arena plateada y verde brillante que cubre la zona.
Parece algo irreal. Desde el borde superior se ve a los trabajadores mineros como pequeños muñecos que tropiezan y avanzan a los tumbos con enormes bolsas con piedras de cobre, con pantalones cortos gastadísimos y con ojotas deshechas. Damos una vuelta por el borde para ver la mina en toda su extensión. Tropezamos, nos resbalamos. Mis borceguíes reforzados para escalar montañas resbalan en algo más resbaladizo que el hielo. Me siento una infeliz, deslizándome por la pendiente, recupero el equilibrio y puteo para mí misma mientras veo que al fotógrafo le pasa lo mismo y entonces sí tengo miedo, porque el fondo de la mina está a por lo menos 50 o 60 metros, pero se reincorpora con su cuerpo y la cámara a salvo.

–No tenemos ningún equipo de seguridad, nos dice, con amargura,  Patrick, 35 años, que hace uno trabaja en la mina y nos relata de los accidentes que se suceden uno tras otro.

–Cada semana muere o se lastima alguno; necesitamos yelmos y overoles. Es peligrosísimo trabajar así. Y ganamos poco. A gatas si cobramos, murmura con rabia.
Alrededor se apresuran los trabajadores. Muchos son niños y llevan enormes bolsas pesadas sobre sus enjutas y pequeñas espaldas. Todos los rostros están impregnados de polvo, un polvo brilloso blanquiverdoso, de aspecto muy venenoso que se asienta alrededor de la nariz y la boca.
En los caminos alrededor de la mina transitan camiones permanentemente, que cargan el cobre y desaparecen tan rápidamente como vinieron. ¿Adónde? Nadie lo sabe con certeza. Pero fuera del país. De eso y sólo de eso se trata.

La República Democrática del Congo es un país desangrado, deshecho, saqueado por Occidente desde hace más de un siglo.  Las riquezas del país son enormes, tal vez sea la región de mayor riqueza minera del mundo entero.
Es repugnante ver cómo los delitos contra el Congo se repiten. Jospeh Conrad en El corazón de las tinieblas describe el saqueo del marfil. Luego se dedicaron a saquear el caucho en condiciones igualmente terroríficas. Hoy son diamantes, aceite, oro, coltán, cobre y cantidad de otros minerales que atraen a compañías mineras sin escrúpulos. Y las compañías hacen todo lo posible por mantener la guerra en el Congo y el desorden generalizado, que les permite aumentar los precios.

Imagínese que usted es un director de una minera transnacional importante. Haga usted lo que hiciere, su objetivo es siempre encontrar tanto metal como sea posible al más bajo precio, factores que harán que tu compañía resulte la mayor y más exitosa.
Puede resultar éticamente problemático trabajar en el Congo, pero aquí están los mayores yacimientos del planeta de, por ejemplo, coltán, un metal que se usa en celulares y del que no se conoce otros yacimientos.

Si hay paz, no hay más remedio que conseguir un costosa licencia para explotar el mineral, Además hay que pagar regalías al gobierno y a las autoridades locales y una parte de los metales hay que purificarlos en el lugar, en el Congo. No se puede exportar directamente el mineral en bruto, se necesita algún tipo de inversión en el lugar.  Todo esto, siguiendo las leyes nacionales e internacionales, lo cual es complicado y costoso.

Pero si en cambio rige un estado de conflicto de baja intensidad, todas las legislaciones quedan fuera de juego. Y si se pone un importe adecuado en una cuenta suiza del presidente, se compra una licencia de explotación que te conceda un líder local o un señor de la guerra, es fácil ponerse a extraer el mineral. Y cuesta sólo una fracción  de todo el procedimiento “legal” y no
hay que costear inversiones locales. Todo se hace ilegalmente, pero ¿quién controla?

Ése es, por ejemplo, el concepto de éxito que tiene Lundin Minings, empresa sueca, que está por cierto en la primera línea de “trabajo” dentro del Congo.
La guerra en el Congo viene arreciando desde 1997. Se la ha denominado Primera Guerra Mundial africana y parece haber hecho estallar todos los límites para la crueldad y la maldad humanas. La población civil está siendo permanentemente maltratada, perseguida, violada, mutilada y aterrorizada desde hace casi una década.Ninguna guerra desde fines de la Segunda

Guerra Mundial ha aniquilado tantas vidas como la del Congo, se estima que han muerto hasta ahora unos cinco millones de seres humanos.
Uno siente que se trata de una grosera reiteración de la historia. A fines del siglo XIX, el Congo pertenecía al rey Leopoldo II, de Bélgica y durante su treinta años de “gobierno” se estima que entre tres y veinte millones  [sic] de congoleses fueron asesinados. Los sicarios de Leopoldo presentaban manos derechas seccionadas de sus cuerpos para que se contaran los asesinados y recibir la recompensa calculada sobre esas bases. Los congoleses sobrevivientes fueron forzados a la esclavitud en los plantíos de caucho o en las construcciones ferroviarias y en caminos.
Hoy tiene lugar un proceso de paz. Por primera vez en cuarenta años hay elecciones en el país.  Pero, irónicamente, la paz y la democracia están amenazadas por las enormes riquezas del suelo y el subsuelo. Las compañías mineras tienen muy escaso interés en un proceso de democratización.

Un ejemplo es la empresa minera australiana Anvil Mining. Anvil Mining proveyó a soldados congoleses de camiones y aviones para llevar a cabo una matanza y volverlos a sus sitios. Con ese operativo un centenar aproximado de seres humanos fue masacrado a sangre fría. La empresa también avitualló a los soldados durante el operativo. Ahora ha sido llevada a juicio.
Lubumbashi es una ciudad pletórica de sedes de companías mineras transnacionales y a su ingreso hay un enorme portal que da la bienvenida a “la capital del cobre”.

Como en el Lejano Oeste o en Disneylandia, como si se tratara de cavar y ponerse contento, se hacen cruceros para ricachones en enormes camiones blancos que desfilan por los pésimos caminos hasta que resultan casi intransitables. Desde Lubumbashi a Zambia es corto el camino y por lo tanto no es tan difícil llevarse por allí los metales fuera de frontera. A lo largo de las rutas se ven enormes propagandas de camiones Volvo. Lundin Mining no es por cierto la única empresa sueca que se aprovecha de la situación en el Congo.

La mina de Ruashi queda apenas fuera de la ciudad. Yendo para allí, pasamos al lado de mujeres que venden frutas a la orilla de las rutas, alguna vende carbón para conseguir alguna extra. La pobreza en el Congo es enorme y pocos son los que tienen la posibillidad de comer a satisfacción cada día.
–Ganamos un par de dólares diarios, nos diche Patrick en la mina. [Unos seis pesos argentinos. Unos cincuenta uruguayos].

De aquí procede el bienestar occidental, pienso y contemplo los cuerpos que se hacen trizas buscando afanosamente metales que aquí son tan baratos, con los cuales se hacen celulares baratísimos, baratísimos anillos de matrimonio o diamantes. ¿Cuál es la responsabilidad para los habitantes cualesquiera de los países enriquecidos? ¿Y cuánto derecho tenemos de descargar la responsabilidad sobre las empresas mineras que a su vez tiran tan abajo los precios?
Un muchachito se nos aproxima agitado. Jean-Jacques Lumumba tiene 13 años y arrastra, tira y lucha para poder llevar consigo la bolsa cargada de cobre a lo largo del camino.
–No, si no pesa nada, nos dice. No pasa nada.

El polvo ha coloreado su nariz de un blanquecino brillante y sus ojotas están destrozadas.
–Mis padres no tienen trabajo, no tienen guita y yo quisiera estudiar, verdaderamente, nos cuenta. Por eso va a la escuela de mañana y trabaja en la mina de tarde. Consigue dinero para los gastos escolares, lapiceras, cuadernos de apuntes y libros.

Serge Kapend es geólogo y está preocupado por el trabajo infantil. Nos acompaña hasta el lugar de extracción del cobalto, algunos kilómetros más adelante. Hay cada vez más niños que trabajan en las minas. A menudo son huérfanos que tienen que trabajar para sobrevivir. Son los que hacen los peores trabajos, los más pesados, transportan las bolsas del pozo hacia afuera, por ejemplo. Serge es congoleño y trabajó antes en distintas empresas multinacionales en Lubumbashi. Al día de hoy se cambió de bando y trabaja para el sindicato minero, se hastió de ver y formar parte del saqueo.

–Se necesitan mejores leyes respecto de la explotación de nuestras minas. En la situación actual, las normas se acomodan a lo que se hace. Quien gobierna localmente, o los señores de la guerra, venden el derecho a explotar un sitio, la empresa minera va a ese lugar, extrae las riquezas y se marcha con el botín. El proceso da algunas, muy transitorias, posibilidades de trabajo, pero los recursos desaparecen para siempre del país.
Uno de los objetivos del sindicato es el de poner en regla la extracción y retener una parte de las ganancias dentro del país, nos explica un colega de Serge, Komichelo.
–En verdad, habría que conseguir que las licencias sean otorgadas exclusivamente por el gobierno. Hoy en día cualquiera que tiene una Kalaschinov vende licencias para explotaciones mineras.
–El problema que tenemos hoy en día es que las empresas procuran mantener en pie los conflictos, porque ganan mucha plata con eso. Y mientras el Congo hace todo lo posible por alcanzar la pacificación, hay un actor muy poderoso que hace todo lo posible en sentido contrario, continúa Komichelo.
Alrededor suyo seres humanos se hunden en agujeros negros de cobalto. Ese metal, por ejemplo, se usa en los auriculares de los pequeñísimos MP3.
De pronto estalla el caos y se oyen voces airadas que hacen eco y salen del pozo mayor.
–¡Una mujer en la mina! ¡Esto significa una desgracia! ¡Debe ser una bruja! ¡Mátenla!
Algunos de los revoltosos son sujetados por los guardias que nos acompañan, otros vuelven al trabajo. Yo me voy de allí de prisa. El linchamiento en una mina congoleña pertenece a una de mis pesadillas.

El MONUE, de la ONU, tiene como cometido vigilar la llamada paz en el Congo. Alexandre Essome es jefe de esa repartición en Lubumbashi. Participará de las elecciones como observador y supervisor de la ONU. Su principal preocupación son las minas extranjeras y la presión extorsiva que ejercen sobre los políticos locales y los grupos armados.
–¿Cómo vamos a tener elecciones democráticas y como vamos a poder soñar en alcanzar la paz cuando hay intereses tan poderosos para que continúe la guerra? Las empresas mineras ganan enormes ganancias gracias a la guerra, nos aclara.
En Lubumbashi. hay todo un semillero de empresas mineras extranjeras. En el ámbito del desarrollo global que hoy impera no son sólo empresas occidentales las que llevan delante el despojo; al lado de las belgas, francesas, canadienses y australianas también las hay sudafricanas, libanesas, indias, israelíes y sobre todo, chinas. Todas igualmente brutales en su rapiña.

–Aquí puede pasar cualquier cosa, si contás con el dinero suficiente. Las minas son saqueadas, los interesados son incontables. Hemos comparado la compra de metales y la importación de armas: van juntas: cuanto más metales se embarcan hacia el exterior, más armas entran de contrabando, sostiene Alexandre.
–Le he escrito a las autoridades y les he pedido que hagan algo, pero no hay respuesta.
Levanta los hombros en señal de impotencia. Su oficina está en un barracón en un descampado limitado por alambre de púa en Lubumbashi. Los supervisores para las elecciones ya han llegado y se están entrenando en control de ejercicios democráticos. De alguna manera hay una esperanza de paz y democracia en el Congo. Pero la inmensa mayoría de los delitos desaparecen como en un agujero negro, de ceguera y olvido. Bajo responsabilidad “occidental”.

Sostengo mi piedra verde. Resplandece hermosamente,  tengo en mi mano un pequeño trozo del conflicto. Un signo bien concreto de mi culpa. Fui rápida para tomarla, la escondí con disimulo en mi equipaje y ahora descansa en mi escritorio. Al lado de decenas de toneladas de diamantes, oro y otro metales, testimonia el saqueo ininterrumpido que tiene lugar en el Congo. Y testimonia nuestras culpas.

El artículo con fotografías www.argentina.indymedia.org/news/2007/06/530314.php con fotos del artículo

artículo publicado en Revista futuros nº10 (2007) https://revistafuturos.noblogs.org

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La Huerta Orgázmika de Caballito corre peligro de desalojo

Publicada el 10/09/2008 - 07/09/2018 por raas

La Huerta Orgázmika de Caballito se encuentra entre una sociedad que mira, en general, para otro lado y el Gobieno de la Ciudad de Buenos Aires que emitió un decreto intimatorio, ilegítimo y por supuesto arbitrario.

Por raas
raas@riseup.net
9-8-2008

«La idea de que el mundo que debería ser, existe verdaderamente, es una creencia de los improductivos, que no anhelan crear un mundo tal y como debería ser. Consideran que existe ya, buscan los medios para llegar a él.» Friedrich Nietzsche (1)

La Sala

Hace unos meses largos la Huerta se vió amenazada por el gobierno de Tellerman que quizo extender la basofia arquitectónica, aunque muy ‘bella’ estéticamente hablando, sobre todo con esos hermosos hierros grises bordeando el perímetro de la plaza Giordano Bruno.

No pudieron por entonces doblegar la resistencia aunque muy focalizada y casi aislada -socialmente hablando- (2) de la Huerta, que mancomunadamente con el Centro Cultural La Sala, Avellaneda 645 (3), intentan modificar la absurda existencia humana en algo digno de ser vivido y disfrutado.

Basta con darse una vuelta por la Huerta, Rojas y las vías del ferrocarril TBA (Sarmiento) o por La Sala para apreciar lo que allí se cocina diariamente, que contrariamente a lo que se ‘vive’ (4) en las calles de toda ciudad neoliberal, postcapitalista o como un@ la quiera mencionar la gente -el grueso- no espera más que la llegada del fin de semana, después de una semana de tedioso trabajo (si es que lo tiene) enfermizo, alienante, estructurante, y disciplinario para poder descansar frente al televisor, tomar pastillas para dormir plácidamente, sacar a los hijos a pasear por patios de comidas, shoppings, drogarse con sustancias u objetos inanimados, o cualquiera otra diversión espectacular y masiva de esta sociedad de adictos (5).

Decía que cuando se ingresa a La Sala si se presta atención y no se es un enfermo mental medicado por los medios masivos, el consumo, la publicidad (la megamaquinaria de control) percibe claramente una atmósfera distina, un universo que vale la pena disfrutar: profilácticos para agarrar, carteles de actividades, afiches anti-sistema, hasta que uno llega a donde está la biblioteca popular ‘Los Libros de la Buena Memoria’ que se había iniciado enfrente de la ex plaza- devenida en cárcel de paseo verde- en Giordano Bruno 831.

En este lugar, además, funcionan cooperativas y colectivos de trabajo como la imprenta Kosme y Fulanito y la editorial Pedaladeorxs del Infierno (6) (que ya editó 2 libros), la cooperativa de productos de limpieza Burbuja Latina (7) que acaba de cumplir seis años, la cooperativa y taller de serigrafía Pedaledorxs, la cerveza artesanal Barbarie, el grupo El Cineasta Ameba (edición de video, salas y problemas), el taller de zapatos y destrucción de la casa King Kong y Pocahontas, el espacio de recuperación y reparación de bicicletas Bicichorros. una cooperativa de consumo responsable, además de talleres de danza, plantas medicinales, y un largo etcétera.

Pero para no alejarme del tema central que nos ocupa y preocupa les cuento que además de una biblioteca hay una pequeña sección de libros y folletos de plantas medicinales, algo tan caro a nuestra civilización que los habitantes de las ciudades (y much@s otro@s también) desprecian con santa ignorancia apoyándose automátamente en el saber biomédico, o sea los grandes laboratorios biotecnológicos (8) de producción de venenos agroquímicos – (9) (10) que se usan para producir más rápidamente cantidades industriales de soja -por ejemplo-, y medicamentos (drogas legales) para hospitales, manicomios y otros centros de encierro- y en la dependencia absoluta que genera esta organización social de libre mercado que cuanto más lejos estén los productores de los consumidores mayor la ganancia y mayor la cantidad de intermediarios que posibilitan que el precio final de un producto alimenticio aumente considerablemente.

No hace falta ser muy sabio para calcular lo que podría pasar a nivel social-alimenticio, amen de la gravedad ya existente para grandes sectores poblacionales, si nuevas crisis como las que se avecinan (11) llegan a golpear en esos y otros sectores de la población de bajos y medios recursos económicos.

Decía que el archivo que tiene la Huerta en la biblioteca sobre el uso medicinal de plantas es un tesoro que no debe perderse, como así tampoco que se efectúe el desalojo anunciado por la administración del mafioso mega-negociante Mauricio Macri y sus secuaces para agrandar el espacio de cemento y control de la plaza Giordano Bruno que el poder -y la desidia, el apoyo pasivo e ignorancia del grueso social- convirtió paulatinamente en un (casi) no-lugar del que Zygmunt Bauman nos habla. (12)

Tampoco deberíamos permitir las personas y grupos resistentes ceder las semillas ancestrales a los grandes grupos transnacionales (13) armando bancos de semillas dispersos por muchos lugares e intercambiarlos entre sí para que no se agoten la variedad de dichas semillas, como vienen haciendo ancestralmente los mapuche y hace un tiempo ‘Semillas para la Vida’ de Marcos Paz en los regulares encuentros de intercambio de semillas (14) en los que la Huerta Orgázmika participa; el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MO.CA.SE.), La Cooperativa de Trabajadores Rurales (C.T.R.) de San Vicente y tantos otros espacios minúsculos.

La Huerta Orgázmika

«Los consumidores guiados por el deseo deben ser ‘producidos’ constantemente, a expensas de una fracción intolerablemenente grande de los costos totales de producción- una fracción que tiende a crecer, y no a achicarse, con la competencia-. Pero (afortunadamente para los productores y consumidores de productos de consumo) el consumismo actual, no se basa en la regulación (estímulo) del deseo, sino en la liberación de fantasías y anhelos» Zygmunt Bauman (12)

Es casi lógico que una sociedad -y no me refiero sólo a la gente y los sectores que tienen con qué comprar o hipotecarse y tampoco sólo de Argentina o de Buenos Aires- que guía sus pasos a la velocidad del que más tiene (que es la imagen que emana del poder establecido) no vea ni asocie las consecuencias de sus actos (consumir acríticamente, repetir maquínicamente lo que en los medios grandes ‘aparece’ como válido), o mejor dicho, de sus no-acciones, de sus ‘yo no fui’, ‘a mi nunca me va a pasar’ reiterados, aburridos, pro-liberalismo y tampoco, claro está, prevea el drama social en el que está inmerso -ni hablar del que se avecina con la grave crisis socio-política-alimentaria a las puertas- pero que ni siquiera se sospecha, no ya como parte integrante del desastre y caos social, sino como generador-productor-repetidor constante de actitudes, acciones, opiniones que configuran una red social complejamente destructiva y arrasadora, en donde la ‘guerra de tod@s contra tod@s’ (15) pareciera ser la pintura más exacta para describir lo que nos sucede.

En este contexto de grave incomunicación entre las personas, enorme carencia de ver y sentir al ‘otro’ como parte integrante de la ‘misma realidad’ (aunque muy dispar entre sí), donde todos los gobiernos sólo corrigen y siguen el rumbo -que es un mandato- de lo que ya está planificado globalmente por el Mercado, en donde cada cual se acopla como puede o quiere al aparato estatal-privado de gestión del desastre (16), ya sea en pequeñas, medianas o grandes empresas, o en el abanico de instituciones y ramas que conforman el Estado, donde el crimen violento- por ‘ser’, ‘tener’ o ‘pertenecer’- contra la propiedad de mercancías o personas, donde una persona puede llegar a matar a otra porque ‘ya no le pertenece’, donde el ‘vale todo’, ‘a mi no me importa’, donde las personas y sectores empobrecidos  económicamente hablando (acorralados por todos lados) razonan con la misma vara -y la misma lógica- que el poderoso y el rico (17), donde el delincuente-asesino es juez, policía, trabajador, desempleado, lumpen, político, obrero, capataz, encargado, empresario, ateo, religioso, hombre o mujer. (18)

En este contexto de fricciones y contradicciones constantes existe la Huerta Orgázmika de Caballito, en medio de un barrio en general ‘bien puesto’, en el barrio donde también existe un agrupamiento de vecin@s que lucha contra la construcción de más y más torres (porque l@s van a perjudicar directamente a est@s vecin@s oportunistamente resistentes), en el barrio que recorren cartoneros en busca de desechos, en el barrio donde las gentes-bien pasean sus mascotas o asean sus autos lujosos, en el barrio donde se realiza todos los jueves al mediodía Comida No Bombas (*). Pegada a las vías del conflictivo y desastroso ferrocarril Sarmiento (propiedad de Trenes de Buenos Aires -T.B.A.), enclavada geográficamente en lo que antes era «…En el 2002, un basural estéril, completamente ignorado por el Estado, y se recuperó desde una iniciativa de los vecinos de la zona. Ahora es un lugar de búsqueda y encuentro, de trabajo y descanso: un desafío al cemento y la vida urbana en el que crecen y se cuidan más de cien variedades de plantas». Además, la huerta, utiliza los desperdicios orgánicos para así fomentar el ciclo natural de la tierra y sus componentes no generando basura que de otra manera (la mía por ejemplo que tiro todo, orgánico o no, en la misma bolsa) irán a parar a los basurales tóxicos a cielo abierto (19) de graves consecuencias socio-ecológicas. Ahí crece la huerta flanqueada por el cemento de las casas del lado de la calle Giordano Bruno, las vías y casi inmediatamente edificios que ‘rompen’ la vista desde la huerta.

Hay que dejar pues, inexorablemente, de reaccionar tarde a los acontecimientos (20) y al status quo que el poder diseña y estampa aquí y allá, antes y ahora; la Huerta de Caballito es un espacio que ‘se anticipa a los hechos’. Asumiendo que ‘debemos comer lo que cosechamos’, alterando el flujo ‘normal’ de la civilización de consumidores y pasivos receptores de valores, creencias y acciones, ralentizando la destrucción casi total de los espacios verdes y desalentando la intención siempre oculta del poder -a veces no tanto como es el caso del actual gobierno de la ciudad- de mantener a las poblaciones aisladas, separadas, dependientes de centros lejanos de producción de alimentos en manos, como es obvio, de grandes terratenientes y otros adinerados que siguen las directrices del capital y monopolizan y explotan la tierra- y todo lo que se encuentre dentro- sin miramientos de ninguna índole.

Mientras se formen organizaciones y grupos ‘después’ de que el accionar capitalista actuó sobre el cuerpo, ‘desapareciéndolo’ como en la última dictadura cívico-militar iniciada en 1974 (21) -que aún hoy día no termina de terminar- matándolo con cáncer (en el caso de las antenas de celular de las empresas de telefonía) (22) enfermándolo de mil maneras (con el glifosato lanzado por avionetas para el crecimiento ‘sano’ y ‘libre’ de la soja transgénica), eliminando de la faz de la Tierra parte de un bosque como pasa en Jujuy, Salta y otros muchos lugares de Argentina y el mundo; seguiremos padeciendo el avasallamiento, pero percibiéndolo aislada e individualmente como si fueran ataques personales y no sociales. Si la huerta desaparece de la Tierra, habrá desaparecido otro espacio de acción y producción autónomo y sustentable (en pos del ‘desarrollo’ y ‘progresos’ capitalistas), pero no su recuerdo, ni todo lo que se logró con semejante espacio de contra-información ‘verde’, de resistencia, de producción e intercambio de saberes.

El legado de la huerta seguirá en nuestros recuerdos, corazones y caminos emprendidos pase o no pase este impedimento burocrático-estratégico-comercial…

Y toda esta perorata sirvió para no poder describir con palabras todo lo que hace la gente de la Huerta de Caballito con un espacio tan acotado en espacio, pero tan hermoso y creativo.
Pase y vea…

Audios relacionados:

· Entrevista de Radio La Colectiva www.lacolectiva.com.ar (6-9-2008)
www.argentina.indymedia.org/uploads/2008/09/2008_09_06_-_orgaz_en_lacolectiva_comprimido.mp3

· Entrevista en el Programa La Mar en Coche www.marencoche.wordpress.com, de FM La Tribu www.podcast.fmlatribu.com (9-8-2008)
www.argentina.indymedia.org/uploads/2008/09/2008_09_08_-_orgazmika_en_tribu_edit_comprimido.mp3

· Sitios de la Huerta Orgázmika
www.orgazmika.blogspot.com * www.flickr.com/photos/orgazmika (fotografías de actividades, acciones, talleres, etc…)

notas:

1) ‘La Voluntad de poder. Ensayo de una transmutación de todos los valores’ (1888)
2) ¿Qué lucha acaso goza del apoyo ‘masivo’ y ‘popular’ en territorio argentino?, quizá tendríamos que remontarnos a la resistencia activa del pueblo de Oaxaca, y más lejos en el tiempo -aunque todavía en pie- del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (E.Z.L.N.) en Chiapas. Para tratar de encontrar algún ejemplo contemporáneo de un grupo social más o menos unido en cuanto a resistencia a los planes y los deseos del poder. La ciudad de Esquel, enfrentando a la mina de oro, de alguna manera representa también este modo de resistir un designio del capital. El M.S.T. brasilero es otro ejemplo que me viene a la memoria. Los mapuche en tierra chilena pueden ser otro buen ejemplo de resistencia. Pueblos Originarios y acción directa ambientalista www.nodo50.org/ekintza/article.php3?id_article=423
3) http://cclasala.blogspot.com/
4) Permítaseme este oxímoron tragicómico
5) Vease ‘La Sociedad del Espectáculo’ (1967) de Guy Debord
6) www.pedaleadorxs.blogspot.com ‘Salud Mental y revuelta’ (agotado), y ‘Anarquía Ontológica’ de Hakim Bey, compilación de textos del escritor-poeta neoyorkino. En breve saldrán a la luz ‘El resurgir de los bárbaros’ de Willful Desobedience y ‘Dejar de pensar’
7) Entrevista al colectivo de trabajo Burbuja Latina- 6 años de vida! http://argentina.indymedia.org/news/2008/09/624885.php
8) Bayer, Monsanto, Bagó, Novartis y un largo etcétera.
9) Los efectos de los agroquímicos y otros contaminantes en la salud, de Sandra V. Miguez http://www.ecoportal.net/Contenido/Contenidos/Eco-Noticias/Los_efectos_de_los_agroquimicos_y_otros_contaminantes_en_la_salud
10) Es sabido por quienes buscamos más allá de lo que nos muestran los ‘mass media’ que Mosanto junto a Dow Chemical fabricaron el gas naranja que las tropas norteamericanas echaron desde 1961 a 1971 en el territorio invadido de Vietnam. Cerca de tres millones de vietnamitas sufren los efectos del gas naranja, de Dani Triadó http://www.asiared.com/noticia_pais_info.php?ident=398&id_pais=VN
11) Las soluciones mágicas y las inevitables catástrofes subsiguientes, del Grupo de Reflexión Rural http://argentina.indymedia.org/news/2008/08/621518.php
12) Modernidad Liquida (2000)
13) El Mundo Según Monsanto (2007) de Marie-Monique Robin http://www.imdb.com/title/tt1189345/
14) 2º Feria Intercambio de Semillas de 2008 http://organicsa.net/2%C2%BA-feria-intercambio-de-semillas-de-2008.html
15) «Moralistas, filósofos, legisladores, aduladores de la civilización, he aquí el plano de vuestro París puesto en orden, he aquí el plano perfeccionado en el que están reunidas todas las cosas semejantes. En el centro, y en un primer recinto: hospitales de todas las enfermedades, hospicios de todas las miserias, casas de locos, prisiones, presidios de hombres, de mujeres y de niños. En torno del primer recinto, cuarteles, tribunales, comandancia de policía, casa de los esbirros, emplazamiento de los patíbulos, morada del verdugo y de sus ayudantes. En los cuatro extremos, cámara de los diputados…, Instituto y palacio del Rey. Al margen, lo que alimenta el recinto central, el comercio, sus bribonadas, sus bancarrotas; la industria y sus luchas furiosas; la prensa, sus sofismas; las casa de juego; la prostitución, el pueblo muriéndose de hambre o revolcándose en el desenfreno, siempre al acecho de la voz del Genio de las Revoluciones; los ricos sin corazón… en fin, la guerra encarnizada de todos contra todos» La Phalange, 10 de agosto de 1836, París, Francia. Extraído del libro de Michel Foucault ‘Vigilar y Castigar, el nacimiento de la prisión’ (1976)
16) Entrevista a ‘Los Amigos de Ludd’ http://www.nodo50.org/ekintza/article.php3?id_article=440
17) Entrevista al líder (encarcelado) de Primer Comando Capital http://argentina.indymedia.org/news/2006/09/441276.php
18) Las redes del poder (1976) Michel Foucault http://ecotropia.noblogs.org/post/2008/09/08/las-redes-del-poder
19) Los desechos cotidianos de una sociedad moderna, accidental… y cretina, de Luis E. Sabini Fernandez http://revistafuturos.com.ar/index.php/otros-escritos/44-otros-escritos/60-desechos-cotidianos-sociedad-moderna
20) El negocio del hambre, de Devinder Sharma http://ecotropia.noblogs.org/post/2008/09/04/el-negocio-del-hambre
21) Se podría decir que, de alguna manera, en este suelo nunca exisitó nada siquiera parecido a la ‘democracia real’ (al menos en grandes porciones de territorio) y que entonces algo que nunca dejó-de-ser no puede ‘empezar’ por consiguiente. Sólo basta recordar o analizar cómo se fundó el Estado-Nación argentino.
22) Ahogándonos en un mar de microondas, de Mae Wan-Ho http://revistafuturos.com.ar/index.php/editorial/30-editorial/46-ahogandonos-en-microondas

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Decreto de desalojo de la huerta

El día miércoles 3 del corriente mes llegó la cédula de notificación con el decreto firmado por el Jefe de Gabinete del Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, intimando a la desocupación de la Huerta Orgánica de Caballito en los próximos 5 días.

La Huerta Orgázmika de Caballito se encuentra entre la calle Rojas, las vías del Ferrocarril Sarmiento (a 30 metros de la estación de Caballito) y la Plaza Giordano Bruno. Este espacio era, en el 2002, un basural estéril, completamente ignorado por el estado, y se recuperó desde una iniciativa de l@s vecin@s de la zona. Ahora es un lugar de búsqueda y encuentro, de trabajo y descanso: un desafío al cemento y la vida urbana en el que crecen y se cuidan más de cien variedades de plantas.

Desde hace varios años, la huerta viene siendo “llamativamente” amenazada, pudiendo, mediante el trabajo cotidiano, seguir creciendo. En este sentido y ratificando nuestra labor, el día 3 de noviembre de 2007, recibimos el dictamen favorable del Representante Fiscal remitiendo la causa al Juzgado Nacional en lo Correccional Nº 5 para su resolución ordenando el archivo de la causa por usurpación DECLARANDO LA INEXISTENCIA DE DELITO.

Ahora, el gobierno, ignorando el dictamen citado pretende: “recuperar el terreno de la huerta” argumentando ponerlo a disposición toda la comunidad, haciendo, de esta forma, notorio su absoluto desconocimiento de la realidad, siendo que el espacio siempre fue objeto de goce y uso de la comunidad toda.

Frente a este ATAQUE A LA LIBERTAD por parte de la gestión macrista vamos a estar en la Huerta Orgázmika de Caballito y en el Centro Cultural La Sala en forma permanente realizando una mesa informativa y continuando con la recolección de firmas.

En las horas siguientes estaremos comunicando las próximas iniciativas y actividades que estaremos realizando durante estos días.

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Las redes del poder

Publicada el 08/09/2008 - 10/09/2019 por raas

Vamos a intentar hacer un análisis de la noción de poder. Yo no soy el primero, lejos de ello, que intenta desechar el esquema freudiano que opone instinto a represión -instinto y cultura. Toda una escuela de psicoanalistas intentó, desde hace decenas de años, modificar, elaborar este esquema freudiano de instinto vs cultura, e instinto vs represión-me refiero tanto a psicoanalistas de lengua inglesa como francesa.

Por Michel Foucault

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La sociedad industrial- del espectáculo (fragmento de 1836)

Publicada el 08/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Por Michel Foucault

«Moralistas, filósofos, legisladores, aduladores de la civilización, he aquí el plano de vuestro París puesto en orden, he aquí el plano perfeccionado en el que están reunidas todas las cosas semejantes. En el centro, y en un primer recinto: hospitales de todas las enfermedades, hospicios de todas las miserias, casas de locos, prisiones, presidios de hombres, de mujeres y de niños. En torno del primer recinto, cuarteles, tribunales, comandancia de policía, casa de los esbirros, emplazamiento de los patíbulos, morada del verdugo y de sus ayudantes. En los cuatro extremos, cámara de los diputados…, Instituto y palacio del Rey. Al margen, lo que alimenta el recinto central, el comercio, sus bribonadas, sus bancarrotas; la industria y sus luchas furiosas; la prensa, sus sofismas; las casa de juego; la prostitución, el pueblo muriéndose de hambre o revolcándose en el desenfreno, siempre al acecho de la voz del Genio de las Revoluciones; los ricos sin corazón… en fin, la guerra encarnizada de todos contra todos» La Phalange, 10 de agosto de 1836, París, Francia

Extraído del libro de Michel Foucault, Vigilar y Castigar, el nacimiento de la prisión (1976). Fondo de Cultura Económica.

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El negocio del hambre

Publicada el 05/09/2008 - 07/09/2018 por raas

En el distrito Sheopur en Madhia Pradesh en India, los pueblerinos no tenían con qué alimentarse pero estaban provistos de celulares.

Por Devinder Sharma

Era demasiado tarde. Cuando Jai Lal, un campesino sin tierra de Bandali, en el distrito Sheopur en Madhia Pradesh ubicado en el corazón de la India, regresó para contarle las buenas noticias a su esposa, de que finalmente consiguió un trabajo mediocre en una tienda, ella ya había sucumbido a causa del hambre. Una semana más tarde, enterraron a sus dos hijos, ambos derrotados en la dura batalla contra el hambre.

La familia de Jai Lal pagó un precio alto por las políticas agrícolas erradas que están siendo despiadadamente promovidas e impulsadas en nombre del crecimiento y el desarrollo económico. Jai Lal no es la única víctima del modelo de desarrollo que se rehúsa a ver el sufrimiento que provoca. Cuando viajo por el país, ya no me sorprendo ante las dificultades que atraviesan las masas rurales que, sin saberlo, continúan pagando los altos costos de las políticas agrarias desplegadas en su nombre. Lo que me lastima es que a 57 años de la independencia, el hambre y desigualdad crecientes no logran despertar la conciencia de una nación.

No existe otra causa plausible que explique lo que le pasó a la familia de Jai Lal. Porque esta familia murió de hambre cuando 45 millones de toneladas de granos estaban apiladas a cielo abierto, pudriéndose porque no existe tal capacidad de almacenamiento. Esto pasó en 2003. Dos años después, el país logró un excedente máximo histórico de 65 mill. de tn mientras que aproximadamente 320 millones de personas (la tercera parte de la estimación total de hambrientos de mundo: 840 millones) miraban, sin poder creer, las montañas de comida que se pudrían ante sus ojos secos.

Ninguno de los laureados del Nobel, los académicos distinguidos o los grandes ejecutivos de compañías de tecnologías de información, que nunca se cansan de jurar por la erradicación de la pobreza, hicieron siquiera la más mínima referencia a la criminal indiferencia demostrada ante la paradoja humillante de abundancia: montañas de comida pudriéndose mientras millones viven con hambre.

Un informe del comité titular del parlamento estima que el gobierno gastaba 62.000 millones de rupias por año para el mantenimiento de los graneros. Los principales economistas o científicos no cuestionaron, tan solo una vez, la necesidad de mantener estos almacenes mientras millones se van a dormir con el estómago vacío. Algunos parlamentarios incluso sugerían arrojar los excedentes de comida al mar. En vez de alimentar a los pobres, aproximadamente 17 mill. de tn del inmanejable excedente de comida fueron derivadas a la exportación en 2002-2003 a un precio ideado para personas que viven bajo la línea de pobreza. Otras 6 millones de tn fueron al mercado internacional al mismo precio bajo.

El objetivo de la muy publicitada “Metas del Desarrollo para el Milenio” es reducir a la mitad la población mundial que vive en la pobreza y la indigencia para el año 2015. Si al menos India hubiese intentado alimentar a sus 320 millones de indigentes en 2002-2003, un tercio del hambre mundial podría haberse eliminado. Privándose de alimentar a su propio pueblo, los sucesivos gobiernos se excusan diciendo que el costo de alimentar a los pobres incrementaría el déficit fiscal. Por otro lado, entre 2000 y 2005 se invirtieron 720.000 millones de rupias en el sector de telecomunicaciones. La escasez de dinero no existe cuando se trata de industrias emergentes. Esto se defiende, sin embargo, con la promesa de construir una economía rural basada en la información.

La brecha tecnológica

Hace diez años, cuando investigaba para mi libro En la trampa del hambre (publicado por UK Food Group, Londres) viajé por Kalahandi, una región infame en el oeste de Orissa. Durante esa época se supo de algunas muertes por inanición en el distrito de Balangir. Me dirigí hacia el pueblo para conocer a los familiares de quienes habían sucumbido ante el hambre. Mientras arribaba al pueblo polvoriento, me horroricé ante la aparición de dos torres satelitales enormes instaladas en el corazón del pueblo. Créase o no, cada casa tenía su teléfono satelital. Los pueblerinos no tenían con qué alimentarse pero estaban provistos de teléfonos.

¡Torres satelitales en un pueblo donde la gente no tenía para comer! ¡Sin duda, ésa es una manera bizarra de salvar la brecha tecnológica para ayudar a los golpeados por la pobreza a que se unan al boom de los celulares!

En un país, que por sí sólo alberga a un tercio de los indigentes del mundo, el hambre y la muerte por inanición ya no despiertan compasión ni reacción. Las noticias sobre muertes por hambre ya no adornan las tapas de los diarios. El hambre, en realidad, es una no cuestión. Es algo que debemos despreciar, algo que debemos ignorar. Después de todo, la élite no tiene por qué arruinar su desayuno mirando fotos de hambrientos esparcidas por las tapas de los diarios.

Los campesinos constituyen la mayoría rural. Algunos economistas liberales lideraron el asalto a la agricultura afirmando que no son los campesinos pobres quienes necesitaban infraestructura adecuada, crédito barato, un mercado seguro y un precio remunerativo sino el pequeño porcentaje de ricos industriales, negocios y comercio el que necesitaba ser rociado con la chequera del estado. El resultado es que mientras los activos no devueltos (no se puede llamar fraude bancario cuando fue efectuado por ricos) a los bancos nacionalizados de India ascendieron a un billón de rupias [22 mil millones de dlrs.], con muchos industriales que deben sumas individuales de 5 000 millones de rupias [más de 110 millones de dólares], el cobro de deudas extraordinarias a campesinos pequeños y marginales continuó en el rango del 85%.

Es regocijante que la mayoría de estas empresas en falta ya hayan incursionado en el sector de tecnología de información y comunicación (TIC). Las brechas tecnológica o digital se ahondan cuando los fondos públicos escasos son, en primer lugar, mal repartidos y luego invertidos por esas mismas empresas beneficiadas con la “devota” intención de mejorar la pobreza.

Tomemos el caso de la agricultura. Miles de campesinos se suicidaron en Andhra Pradesh, Karnataka, Uttar Pradesh oriental, Bihar, Tamil Nadu, Maharashtra, Madhia Pradesh y hasta en la provincia agrícola de frontera, Punjab. Agobiados por la presión de deudas gigantescas y con las cosechas a merced del comercio privado de granos, miles prefirieron una salida fatal a tener que afrontar la humillación que provoca la insolvencia. Se ha sabido de otros miles que vendieron sus órganos. Entre los sobrevivientes, la mayoría ha migrado hacia centros urbanos. Gran parte de la crisis agraria se debe a que los términos del intercambio cargan pesadamente a las áreas rurales: se les saca más dinero del que se les invierte.

Más recientemente, entre mayo y agosto de 2003, cientos de campesinos de Karnataka, en el sur de India, paradójicamente el centro de la industria de ingeniería genética, también han tomado esa decisión fatal para escapar a la pesadilla del hambre y la humillación que avanza con el fracaso de las cosechas. De hecho, tal es la crisis en ascenso en el mundo rural que difícilmente pase una semana sin que una pareja de campesinos no se suicide en alguna parte del sur de India. Si se escoge un diario local de cualquier región del sur, probablemente se encuentre algún reporte sobre suicidios de campesinos. Incapaces de comprender la realidad más elemental, un comité de expertos de Karnataka solicitó al gobierno que envíe un equipo de psiquiatras para hablar con los campesinos.

También hace algunos meses, y con esto vemos una tendencia que se remonta desde hace algunos años, un puñado de educados empresarios de la capital de Karnataka, Bangalore, en poco tiempo se convirtieron en los favoritos de la chequera estatal. Muchas compañías extranjeras, incapaces de operar en Europa por el ambiente hostil a los transgénicos, han mudado sus negocios a Bangalore. El ratón, se dice, no puede resistir el queso. Por eso, la inversión extranjera seduce a muchos jóvenes educados de la capital. Invariablemente, todos vienen con promesas de cultivos con mayores rendimientos, más nutritivos y con el presupuesto tácito de erradicar el hambre. La mayoría de estas unidades de ingeniería genética, muy subsidiadas por el estado indio, funcionan como centros de servicios para las compañías extranjeras.

Por eso, no sorprende que Bangalore sea sede de cinco cónclaves estelares por mes y, ello también, en nombre de la lucha contra el hambre. Ningún delegado, repito, ni uno solo ha puesto un pie fuera del hotel para, aunque sea, visitar y conocer a las familias de aquellos que dieron sus vidas para sostener estas políticas erradas que ponen un énfasis totalmente fuera de lugar para producir cultivos transgénicos. Aquellos que hablan de hambre y pobreza nunca estuvieron ni siquiera cerca de sentir hambre. Para los educados y la élite, hambre sólo significa perderse un almuerzo. En consecuencia, la ingeniería genética es una “herramienta tecnológica” que, para ellos, puede ayudar a mitigar el hambre y la malnutrición. Pero la cuestión que habitualmente se omite es, el hambre y la malnutrición ¿de quiénes?

La brecha digital

En un tiempo en que la tasa de desempleo aumenta en progresión geométrica, al gobierno se le ha ocurrido una salida fácil. Dándose cuenta de la importancia de desarrollar una economía rural basada en la información y el conocimiento “especialmente entre los indigentes y los sectores sin privilegios de la sociedad”, el gobierno inició un ambicioso programa para llevar la tecnología de información y conocimiento (TIC) a las aldeas. ¿No escuchamos acaso sobre la costurera del remoto Tadul Nadu que pudo vender saris cosidos a mano a un precio fabuloso? ¿No leemos en The New York Times acerca de los info-quioscos y los “sitios-e?” que la Indian Tobacco Company instaló en las zonas rurales? ¿No sabemos acaso de las iniciativas del gobierno para alentar a los campesinos a comercializar commodities? (1) Se nos dice a menudo que esto es sólo una pequeña parte del enorme potencial de TIC para promover la inclusión, la igualdad de género, para unir áreas remotas y revertir desequilibrios regionales.

Con un enfoque similar se plantea fundar universidades agrícolas virtuales. En Maharashtra, se sugirió una universidad virtual para la prosperidad agraria. Ya se instalaron cincuenta kioscos de Internet como parte de una prueba piloto en aldeas de Baramanti y Khed, en Pune. Como el abandonado sistema de “entrenamiento y visita” para la extensión agraria, donde se esperaba que cada campesino entrenado difundiera la tecnología aprendida a otros diez campesinos de su pueblo, la universidad virtual se basa en la misma estrategia. Lo que quizás se desconozca es que a pesar del respaldo del Banco Mundial, el sistema de “entrenamiento y visita” para la extensión agrícola fracasó miserablemente. Mientras tanto, Maharashtra gastó 15 millones de rupias en el proyecto piloto durante 2003-2004 y prometía otras 17,5 millones para 2004-2005.

El nuevo paradigma de capacitación está siendo calificado como un cambio revolucionario en la vida del campesino indio. Después de todo, el proyecto de quioscos-e ya ha beneficiado a cerca de 2,4 millones de campesinos en seis estados. En los próximos diez años alcanzará a 100.000 aldeas más, así como también creará más de 10 millones de campesinos electrónicos ¿Qué pasará entonces? El sistema mejorará la capacidad gerencial del campesino, creando una cooperativa virtual de productores que contribuirá al agregado de demanda y facilitará el acceso a insumos de alta calidad a costos más bajos.

Esto es más o menos lo que se prometía mientras el país se introducía en el universo televisivo. El gobierno ingenió numerosos programas para proveer a la comunidad de sus respectivos equipos de televisión en cada aldea, con las mismas aspiraciones y objetivos. Mientras la TV fallaba en inspirar a la comunidad campesina la revolución tecnológica, la realidad indica que a pesar del alcance de la TV, el hambre y la pobreza continúan creciendo en números absolutos.

Quienes sí se beneficiaron en el proceso fueron los fabricantes y proveedores de equipos de televisión.
En primer lugar, analicemos qué hay detrás del intercambio de commodities. Mientras en los últimos años miles de campesinos de todo el país se suicidaban, el interés del gobierno en incorporar arroz, trigo y otras commodities al comercio a futuro, revela una total insolvencia para encontrar alternativas reales al problema específicamente indio. En India, el tamaño medio de los predios rurales es de 1 ½ ha. y sólo el 5% de la población agrícola posee extensiones que superan las 4 ha. Contar con que estos campesinos, que continúan sobreviviendo año tras año contra todos los obstáculos y expectativas, se conecten y comercien electrónicamente sólo parece ser posible para la imaginería de un corredor de bolsa que ha sido apáticamente aceptada por la maquinaria oficial.

Se sabe que el gobierno se está retirando poco a poco de la distribución de alimentos valiéndose de que la infraestructura está deteriorada, y de la ineficacia del sistema. Sin embargo, la distribución de alimentos resultaba una política vital para asegurar un mercado a los campesinos. Retirándose, resulta obvio que los campesinos están siendo culpados por la ineficacia de la corporación de alimentos y de varias otras agencias gubernamentales, como algunos de los promotores originales de la National Multi-Commodity Exchange of India Ltd.

Al mismo tiempo, el gobierno también está abandonando el precio fijo para los campesinos, argumentando una y otra vez que el precio de soporte mínimo (MSP, por su sigla en inglés) se convirtió en el precio de soporte máximo. Esta conclusión es errada y totalmente falsa. La realidad indica que el MSP es más alto que los precios internacionales porque los subsidios agrícolas masivos en los países occidentales deprimen los precios globales.

En el bloque comercial más rico, la Organización de la Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), se otorgan mil millones diarios de dlrs. de subsidio a la agricultura; por consiguiente, los precios internacionales caen.
La cuestión es: ¿por qué se castiga a los campesinos indios por los subsidios agrícolas de los países enriquecidos? Al retirarse del precio de apoyo, el gobierno indio sólo esta ayudando a los agricultores norteamericanos y europeos a que continúen produciendo con precios subsidiados con los que luego inundan los mercados globales. Estas commodities subsidiadas y baratas que colman los mercados mundiales son la causa principal del aumento de la pobreza y la pérdida de vidas.

Incluso en EE.UU., no son los agricultores quienes comercian en el mercado de valores. Es el comercio el que hace eso. Si la comercialización a futuro fuese un mecanismo viable para asegurar los precios o la venta y si administrara eficientemente los riesgos de precio a través de los acuerdos a futuro, no habría necesidad de que los países enriquecidos desembolsaran subsidios monumentales. Si los agricultores estadounidenses, con su nivel educativo y el tamaño de sus explotaciones, no encuentran útil la comercialización a futuro, es extraño que el gobierno de India la promueva como la salvación de la comunidad campesina.

En realidad, el comercio a futuro es una receta para destruir de una vez por todas las ganancias obtenidas a partir del advenimiento de la revolución verde. Se trata de una receta para la erradicación de los agricultores pequeños y marginales, que constituyen el 80% de la mano de obra agrícola, y su objetivo es preparar el camino para el sutil ingreso del sector privado corporativo. Ésta es una receta para marginar aún más a las comunidades campesinas. Es una fórmula para que la India regrese a los días oscuros de la vigencia del régimen de provisión de alimentos “del barco a la boca”.

El surgimiento del quiosco informático viene acompasado con el abandono de las redes de seguridad social de los campesinos. Llega en el momento en que las redes de supermercados avanzan rápidamente sobre las áreas rurales. El objetivo real de los quioscos-e es crear un canal directo de estímulo a las ventas para los consorcios promotores a través de lo que se denomina “evitar múltiples intermediarios”.

Su verdadero propósito es adquirir una cartera de clientes para tales consorcios en vez de ayudar a la comunidad campesina con sistemas a favor del ambiente, de la mujer y hacia una agricultura que permita una calidad de vida sustentable.

Si el comercio al menudeo (léase supermercados) fuera el que garantizara la concreción de objetivos tan preciados como el desarrollo social y económico, los agricultores de los países enriquecidos no habrían sido expulsados de sus tierras.

Está comprobado que las corporaciones agrícolas junto con los supermercados han saqueado los recursos naturales a la vez que convertido a la agricultura en improductiva y dañina para el ambiente. Promover semejante sistema en India profundizará inevitablemente la crisis agraria y conducirá a problemas socioeconómicos imprevisibles.
Fomentar una revolución en la manera de ver la ruralidad no es, por cierto, incorrecto. Pero lo que se necesita es un programa que se base en el conocimiento y la sabiduría ya existente en las áreas rurales y que incorpore estrategias que realmente ayuden a mitigar los problemas existentes.
El cambio no sólo es deseable, es vital.

Pero las tecnologías ancestrales no pueden ser confinadas a un museo muerto. Tómese el caso del cultivo tradicional en estanques. Éste ha sido perfeccionado con el tiempo, y ha incorporado la sabiduría de la gente que ha sufrido la escasez de agua. Lo que hace falta es reconstruir estas estructuras en vez de permitir que la mafia de los camiones de agua arruine este notable sistema tradicional.

La historia nos enseña que las civilizaciones se han desarrollado a lo largo de los ríos, el serpenteo de los ríos se comporta como líneas de vida. A su vez, la población de las ciudades se abastecía de alimentos desde las áreas aledañas. De esta forma, la sinergia entre las ciudades y poblados (llámese lo urbano) con las zonas rurales se daba a través de la integración económica. Esto ha sido gradualmente desmantelado. Ahora, en cambio, se pone empeño en privatizar ríos y lagos, desligándolos de la gente que protegía estos cuerpos de agua. De la misma manera, la provisión de alimentos a las megaciudades o centros urbanos está pasando a manos de los supermercados. Estos centros de comercialización altamente subsidiados están, ahora, ubicándose en las aldeas.

Empujar a los campesinos y pobladores rurales a otro sistema enajenante de “conocimiento” no concuerda con el sueño de Mahatma Gandhi de gram swaraj (autonomía, autoconfianza). Gandhi reconoció la fuerza de las comunidades y quiso que éstas fueran autosustentables. Lo peor es que quienes diseñan estos programas masivos contra la pobreza y el hambre han perdido todo contacto con la realidad. Los problemas están en otra parte y aparecen “soluciones” que en realidad ayudan a que las corporaciones acumulen más ganancias.

Es un hecho que el sector TIC, a pesar de los fondos masivos recibidos del gobierno, no ha creado más de 600.000 puestos de trabajo. Por su parte, la red de servicios de tercerización, BPO (Business Process Outsourcing), emplea a unas 200.000 personas. Esto no representa ni una gota en el océano en relación con la gran crisis de generación de empleo en la India.(2) Estamos al tanto de las promesas de que el sector TIC llegará a crear un millón de puestos de trabajo para el 2007.

También está comprobado que la industria TIC puede afrontar sus compromisos con sus propios recursos. La tecnología es realmente útil y este escritor no se opone a la intervención de la tecnología, pero lo que debe ser urgentemente revisado es el promover los intereses comerciales de los fabricantes de hardware en nombre de la creación de medios para la vida rural.

Es tiempo de redefinir las prioridades nacionales. Es tiempo de que el gobierno reconozca primero las limitaciones de su propio “conocimiento” para lidiar con los problemas y obstáculos reales del desarrollo rural. Las conversaciones para fomentar la generación de empleo para los indigentes con ayuda del sector TIC recuerdan a la fábula de los cuatro ciegos intentando reconocer a un elefante. Jai Lal es uno de los millones de indigentes. ¿Donde está la intervención tecnológica que aporte al bienestar o a la emancipación de personas como él y tantos otros sin privilegios? ¿Y a quién le importa mientras nuestra calidad de vida permanezca intacta y sostenida gracias a tales afirmaciones llenas de gloria? La pobreza no se erradica distribuyendo celulares y quioscos informáticos entre los pobres así como el hambre tampoco se combate instalando una red de “centros-e” por toda la nación. Si somos honestos en nuestra causa contra el hambre y la miseria, empecemos por hacer algún esfuerzo donde se necesita.

notas:
fuentes.:”The Business of Hunger”, Znet, Cambridge, Mass., EE.UU., jun. 2005. Original: “ICT and Rural Livelihoods. Whose livelihoods are we talking about?”, Mainstreaming ICT”, One World South Asia, marzo-abril 2005.
1) Los productos, en este caso de la tierra, convertidos en mercancía, donde la cantidad se hace más importante que la calidad. Los precios se forman a través de bolsas de comercio, lo cual implica la especulación pues se establecen precios a futuro. Una vía para ahondar el proceso de privatización [n. de ed.].
2) India tiene más de mil millones de habitantes y más de la mitad viven en zonas rurales [n. de ed.].

artículo publicado en revista Futuros nº9, verano- otoño (2004). https://revistafuturos.noblogs.org

 

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(poesía) Un mundo a ningún lado

Publicada el 04/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Por raas
raas@riseup.net
10-12-2006

Perfeccionar el arte
de cagar a la gente
mediante artilugios legales o no
apelando a métodos
de guerra psicológica
de baja, mediana y alta
intensidad, para matar
decretando la ley de la selva.

El más apto sobrevive
en tu mundo sin destino
los demás que se maten
entre ellos, creyendo que
van a llegar a ser vos.

El método consiste en
confundir, agredir, exigir
basurear, maltratar, calificar
competición curricular
la lucha ‘no obligada’
por acceder al puesto
por la conquista del poder
y la libertad de mandar.

Demandar lo peor de cada ser
para ser un esclavo, uno más
en la larga cadena de esclavitud
autómata de los sin frontera
ni cooperación; magros privilegios
materiales, económicos, virtuales
tu máquina no funciona
ni con sol, ni uranio ni gas metano.

Suicidio en el trabajo, es la píldora
o estrellate con el auto verde metalizado
contra un local de teléfonos celulares
o de antenas satelitales
drogate con coca de la buena
pero excedete cien veces en la dosis
mostrate fuerte, sos de los vencedores.

La lucha por un sueldo mejor
es una ruta sin salida;
cuanto más rutas, más choques
contra la pared del callejón.
‘Ni pared ni rutas’ decimos
basta de trenes mal pagos
y de gente que quiere ingresar.
Hay que salir disparando locamente
porque la muerte en vida
no tiene salario ni obra social.

“El eslabón más débil de una cadena es el más fuerte. Puede cortar la cadena” Stanislaw Jerzy Lec

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Obra y control social

Publicada el 03/09/2008 - 08/09/2018 por raas

La experiencia de una persona que sufrió la ‘medicina’ de una Obra Social

Por revista La Brumaria

Dos años, cuatro cambios de turno e innumerables cambios de tarea y área después, ese tipo iba a ser Salcedo, de Recursos Humanos, el que me encontraba en el ascensor para recibir sermones sobre alguna de mis “faltas” o mi escasa “disponibilidad”, pero en ese momento Salcedo todavía era sólo una cara sin nombre que leía mi currículum, y me decía: “¿Está dispuesta a resignar calidad de vida?” Le tuve que decir que sí, porque necesitaba el trabajo.

Curiosamente, el lugar que reclamaba semejante renunciamiento a sus empleados, estaba dedicado a la salud, era la Obra Social del Personal de Sanidad (personal jerárquico de laboratorios), llamada “Luis Pasteur”. Además reafirmaban esto con un discurso constante de preocupación por la salud de todos, me mandaban cartas a mi casa para que me hiciera revisaciones ginecológicas, mamografías, etcétera. Organizaban “maratones por la salud” y seminarios sobre la tercera edad para los afiliados en los que nos mandaban a acomodar sanguchitos. Pero, detrás de esa preocupación, los que trabajábamos estábamos todos enfermos, con picos de stress, los propios médicos del centro de atención no podían evitar decirnos lo mal que estábamos. También te agarraba gastritis porque te obligaban a comer en tiempo récord: media hora dentro de la cual tenías que subir al comedor, pedir (había un solo mozo en el comedor, que aparte tenía que atender a clientes de afuera), comer, bajar y seguir atendiendo.

Además la filosofía empresarial que te inculcaban era una de total entrega a la obra social, tenía que poner mi cabeza y mi cuerpo al servicio de ellos, cuando me iba de ahí tenía que seguir pensando “aportes”, no sé que esperaban realmente. Querían que atendieras como si estuvieras dando tu vida en la Cruz Roja. Esto implicaba además constantes eventos y reuniones fuera del horario de trabajo: por ejemplo, desayunos de trabajo, cada dos o tres meses, en los que ibas en representación de tu área, dónde te “sobornaban” con un café con leche y unas medialunas exquisitas, pero atragantadas te quedaban de tener que compartir la mesa con el consejo directivo de la obra social, los representantes de los centros médicos, los directores administrativos. Supuestamente querían fomentar la comunicación cara a cara con el empleado, recibir tus inquietudes y propuestas, pero la verdad es que ahí también aparecía la exigencia de que estuvieras puesto en cuerpo y alma con la camiseta de ellos.

Por supuesto que estaban los infaltables cursos de capacitación, con un tarado que te hacía hacer un role play de cómo atender el teléfono, o el festival del día del niño en el que tenía que ir un domingo a hacer de animadora, dar globos, repartir golosinas…Y claro, me decían “los niños afiliados quieren ver caras conocidas, si es la fiesta del día del niño, ¿cómo no va a estar Sol, de pediatría?”. Después en el “Día del Jubilado” primero me apalabraron para que fuera a bailar salsa, pero después hubo un cambio de planes: tuve que hacer de moza y subir con los otros empleados a un escenario a cantar “Color Esperanza”, por supuesto que no lo canté y me escabullí en el fondo. A mi no me pasó, pero un fin de año a una compañera recepcionista, se la llevó una encargada a comprar adornos de Navidad al Once, obviamente que se pasaron del horario de la jornada de trabajo.

La participación en todas estas tareas nominalmente era voluntaria, pero cuando te negabas a ir, te tenías que atener a las consecuencias: te llegaba el “castigo”, bajo la forma de una reprimenda verbal primero y después con un cambio de horario o el traslado a otra área de laburo más ingrata.

Otro aspecto con el que insistían era la presentación del empleado ante el paciente, bah, el cliente, en consonancia con la mentalidad de prepaga. Tenías que cuidar la postura, siempre parada y con una sonrisa, aunque hubieras trabajado doce horas. La sonrisa la tenías que sostener aún cuando hablabas por teléfono porque, según decían, “del otro lado se dan cuenta”. A las mujeres (todas lo éramos en atención al público) nos hacían ir de uniforme, con camisa transparente y pollera. Una vez pedimos que nos dejaran usar un uniforme con pantalón y nos lo negaron porque la pollera era “más atractiva”.

Pero lo más impresionante que viví en este laburo era el despliegue de mecanismos de control: era tal la pulsión de control que tenían desarrolladores de software propios, aunque después lo tercerizaron, claro que para poder sobrefacturar y currar guita. Había cámaras por todos lados, en el comedor, en los pasillos, en las salas de espera, en la recepción. Te seguían “en vivo” desde un cuarto de máquinas arriba de todo y por las dudas además te grababan. Yo cuando podía me iba al sótano a tomar mate con el de mantenimiento, tenía como una necesidad corporal de generar prácticas contrahegemónicas.

Aparte grababan todas las llamadas telefónicas y como una compartía el teléfono con otros empleados tenías que marcar una clave personal antes de atender para que quedara registrado quien eras: también había una clave similar en las computadoras, que también se compartían. Cada acción realizada tenía que estar a nombre de alguien y ese alguien tenía que quedar registrado. Aparte medían el tiempo ocioso, según cuanto tocabas el teclado y mouse, y al final de mes se emitía una planilla de tiempo ocioso. Y si estabas un determinado tiempo sin hacer nada (es decir, sin tocar el teclado), tenías que correr a otro piso y aprender algo, ya que la idea era que pudieras hacer cualquier tarea. Y mientras te ibas a “capacitarte” tenías que derivar tu interno hacia donde estuvieras para seguir atendiendo las llamadas de tu piso. La filosofía empresarial era que tenías que saber de todo, que no tenías puesto de trabajo fijo, que cualquier oportunidad era buena, y que para capacitarte tenías que tener tu proactividad dispuesta para aprovechar los tiempos muertos del trabajo y, por ejemplo, aprender información complejísima de autorizaciones y reintegros en el área administrativa, con un oído atento simultáneamente por si sonaba una llamada de tu piso. Y así, una mañana llegabas y te podían a mandar a cubrir cualquier tarea que se les ocurriera. Esto se fue haciendo cada vez más común con el tiempo.

Por eso mismo tenían la idea de que si derivabas una llamada a otro interno, eso revelaba una incapacidad de tu parte, era un problema que no habías podido resolver, así que aparte te contabilizaban las llamadas derivadas para calcular tu porcentaje de resolución de problemas. Tenías que saber todo, incluyendo las preparaciones de los pacientes para todas las prácticas médicas. Un día, sábado para peor, me llama un médico desde la puerta del quirófano, porque tenía un paciente ya anestesiado y todavía no había llegado una prótesis que tenía que colocarle. Yo no tenía idea de que hacer, ni tenía a quien consultar, porque un sábado no hay nadie, así que dejé la llamada en “hold”, hasta que a la una terminó mi horario y me fui. Quedó la llamada en “hold”. Lo mismo pasaba cuando te mandaban a atender salud mental, no te daban ningún tipo de contención, nadie te explicaba como tratar con esa gente, que venía sacada, hostil, te amenazaban, aparte muchas veces demandando cosas justas.

A fin de año, te entregaban una “evaluación de desempeño”, una planilla en la que tu jefa te evaluaba de 1 a 5 en ítems tales como “Productividad”, “Motivación”, “Iniciativa y creatividad”, “Adaptación a los cambios”, “Cumplimiento de normas internas”, “Aptitud de servicio” y “Disponibilidad”. Debajo de cada uno había una breve explicación: por ejemplo en el de motivación decía: “mide el compromiso personal, lealtad y empeño para asumir responsabilidades o encarar un trabajo. Tendencia a superar las exigencias del puesto, a ir más allá de lo requerido”. En “Identificación y compromiso” explicaba: “grado de alineamiento con los valores culturales, políticas y acciones llevadas a cabo por la obra social”. Bajo el ítem “Disponibilidad”, en cambio, el interés del empleador aparecía de manera menos metafórica: “Evalúa la predisposición para cumplir tareas voluntariamente en horarios no habituales”. Al final, como en un boletín de la primaria, te agregaban “aspectos a destacar” y “aspectos a mejorar” de puño y letra de tu superior. A mí, por ejemplo, una vez en “a mejorar” me recomendaron “trabajar con la idea de que todos los cambios dentro de la faz laboral son positivos”.

Tenían además un sistema de quejas y reclamos a disposición del afiliado que funcionaba como escupida de músico: pasaba algo e inmediatamente te llamaba el gerente: por culpa de una de esas me derivaron, como “castigo”, al “call center”. Bah, esa fue la excusa. Ya me habían mandado de pediatría al piso de atención general, y entonces, una mujer me metió una queja y me citaron al edificio central de la obra social (que no era dónde yo trabajaba). Ahí me dijeron que mi calidad de atención era mala (cuándo esta había sido casi la única queja en contra mía), hasta que mostraron la hilacha: el problema era que yo no estaba nunca disponible para quedarme después de hora. ¡Y claro, era verdad, pero yo no iba a ser su esclava!

Me mandaron entonces al call-center, dónde lo que me salvó fue la sensación de hermandad y apoyo entre todos los compañeros, porque fuera de eso…ahí las mismas estrategias de control de toda la empresa estaban exacerbadas al límite. Era una habitación ínfima, no habilitada como call-center, toda cerrada, sin ventanas: una caja de zapatos forrada con goma espuma. Había, eso sí, una pared de vidrio, pero que daba a la oficina del jefe médico del servicio de urgencias, que te podía vigilar si quería. Igual, por supuesto, estaban las cámaras.

Pero lo peor era la información que registraban a partir del teléfono, porque tenías que poner una clave para ir a almorzar, una para tomarte un café, otra para ir al baño. A partir de esto, calculaban cuántas llamadas atendías, cuántas llamadas derivabas (como ya expliqué, cuando no podías “resolver” la llamada), cuánto tiempo estabas atendiendo, cuánto tiempo tardaba cada llamada (porque tenías que atender rápido), cuánto tiempo estabas adentro del baño, cuánto tiempo estabas comiendo: y a partir de todos estos datos generaban un informe mensual y se lo mandaban por mail a todos los empleados. Después lo imprimían y había que firmarlo. La idea era fomentar la competitividad y el resentimiento entre los empleados, por suerte la mayoría se cagaba en eso, pero la intención de la empresa estaba. Además la jefa de esa área, si no había llamadas te dejaba leer el diario, pintarte las uñas, tejer, porque creo que era consciente que si no descomprimía un poco, en esa caja de zapatos nos psicotizábamos todos. En las otras áreas, por ahí te comías un reto por estar tomando un café. Al final terminé aprovechándome del sistema de control, porque dejé de levantar llamadas a propósito, y la computadora dio que estaba atendiendo con bajo rendimiento y me mandaron de vuelta a atención en piso.

Por cierto que los médicos eran objeto de un control bastante parecido, los controlaban igual que a nosotros: los desarrolladores de software de la empresa, que antes mencioné, estaban de lo más orgullosos con un sistema que ellos llamaban “la bandera italiana”, que era un sistema para recomendar prestadores. Básicamente, registraban qué médicos le salían más baratos a la obra social a partir de su historial, si recetaba mucho, si recomendaba estudios de alta complejidad. A partir de eso, clasificaban a los prestadores según los colores de la bandera italiana. Y a vos te capacitaban para que lo usaras: cuando el afiliado llamaba para pedir turno, los “rojos” estaban

prohibidísimos, y yo tenía que persuadirlo para que fuera con el prestador “verde”, aunque el otro le quedara a la vuelta de la casa. Yo siempre me cagué en el sistema igual, recomendaba a cualquiera, pero la lógica en esa obra social era siempre la de costo/beneficio, también a la hora de elegir los médicos. “Luis Pasteur” era una obra social, pero tenía una mentalidad absoluta de prepaga, sobre todo después de esta oleada de reestructuración y que les vino esta fiebre de informatizar todo, poner comités de evaluación de planillas, etcétera.

A los médicos que trabajaban en el centro de atención también les hacían un seguimiento estadístico total: La obra social tenía un absoluto dominio de la consulta médica. Les medían cuanto tiempo demoraban con cada paciente (los presionaban para que atendieran rápido), contrastaban el horario del turno dado y el horario real de atención, cuántas y cuáles prácticas mandaban. Encima te presionaban a vos empleado, para que llamaras a los médicos para retarlos: “lográ que de alguna manera este tipo atienda más”. También nos hacían mentirles para que tomaran franjas horarias con poca demanda de turnos, en las que no había nadie (los médicos alquilaban los consultorios pagando una suma fija por hora).

Para peor, la obra social promocionaba un servicio de médicos de guardia, de demanda espontánea para que los afiliados fueran a atenderse sin turno, que no era tal, es decir, el médico de guardia era el mismo que atendía a los que tenían turno, porque no querían gastar en más profesionales. Muchos médicos no querían tomar sobreturnos, pero a vos te hacían darles sobreturnos. Y nosotros estábamos entre la presión de los médicos por un lado y la presión de la obra social por el otro, total la ponías vos la cara con el médico, que te quería achurar. Bueno, y para completarla, con los pacientes que faltaban, también se armaban planillas, y te hacían llamarlos por teléfono y “retarlos”. No quedaba nadie afuera del control.

Un día, a partir de la información que surgía de sus infaltables planillas, determinaron que al mediodía no había demanda de turnos, con lo cual lo que se les ocurrió para remediar tal “ineficiencia” fue cortarnos el horario: 4 horas y media a la mañana y 4 horas y media a la tarde, divididos de una manera que prácticamente te abarcaba todo el día: de 8 a 12:30, y de 16 a 20:30. A mi eso desde ya me impedía tener la cursada de la facultad y armé un zafarrancho, porque encima no les cortaban el horario a todos, sino que elegían a los empleados que ellos catalogaban como “resistentes al cambio” y te atacaban con esto. En el medio de esta disputa, me lo mandan a Salcedo de Recursos Humanos, el de la calidad de vida, me lo encuentro “casualmente” en un ascensor, y me explica con una poética expresión: “Acá no se trata de hacer pasar a nadie por el fuego de las ametralladoras”. Al final, de tanto oponerme zafé, aunque me mandaron al turno tarde con horario de corrido, pero a otra chica que protestó menos se tuvo que bancar el horario cortado.

La política empresarial era no gastar un peso de más si podían obligar al empleado a que hiciera alguna concesión: por ejemplo, cuando tu compañera de trabajo -la que atendía el mismo mostrador que vos- se pedía día de examen, se iba de vacaciones o se enfermaba (enfermedades que te producía el mismo laburo a veces), tenías que cubrir su lugar, con lo cual tu jornada se extendía a doce horas (las horas extra a veces te las pagaban y a veces no, según si ellos consideraban que “estaban dadas las condiciones”). Y en el transcurso de cada día, lo mismo: cuando tenías que irte a almorzar o cualquier otra cosa, tenías que obligar a otro a que te cubriera, tenías que arreglarte vos tu reemplazo. Y, obviamente, de la misma manera que lo hacía uno, también te caían pedidos similares a vos, para que reemplaces a otro. Todo era así, tenían la filosofía de que si dos personas se encimaban en un puesto la empresa perdía plata, con lo cual no tenías quien te sustituya.

Con todo esto sumado, las presiones con las que había cumplir eran agobiantes y encima a veces eran contradictorias, ni siquiera era que podías seguir un manual para someterte y hacer buena letra: por ejemplo, a la gente tenías que tratarla bien, con una sonrisa, pero no demasiado bien, porque no se tenían que encariñar con vos, por si no estabas. Muchas veces con la gente mayor pasa, que necesitan una relación personal, piden por la persona que los atendió la vez anterior. Creáse o no, si pasaba que un afiliado pedía por fulano de tal, a fulano de tal se le armaba quilombo, porque no era absolutamente reemplazable. Vos tenías que ser una mera tuerca, pero con capacidades comunicativas, eso sí.

Por suerte terminé renunciando, a la vuelta de unas vacaciones, mandé un mail cagándome en todo el mundo, después varios compañeros me llamaron para felicitarme. Ese factor humano es lo único que puedo rescatar de esta experiencia. Me sentía como adentro de un videojuego, el más mínimo movimiento (o no movimiento, como cuando no tocabas el teclado), tenía que dar como resultado un número. En ese lugar, todo era codificable.

Extraído del sumplemento Precario de la revista La Brumaria Nº2.

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Entrevista con Roberto Rosler: ‘tenemos un cerebro del paleolítico’

Publicada el 02/09/2008 - 07/09/2018 por raas

Convencido de que la complejidad de lo humano no podía explicarse sólo por la interacción de neuronas y moléculas, el neurocirujano Roberto Rosler encontró respuestas en la neurobiología de la afectividad, un área de estudio relativamente nueva, que analiza los circuitos del sistema nervioso para explicar emociones como la agresividad, la tristeza y el miedo. «Las neurociencias de la afectividad muestran que Freud tenía razón y que el inconsciente de verdad existe», afirma.

Por Mori Ponsowy
La Nación
18-05-2008

Roberto Rosler trabajó muchos años como neurocirujano «duro» antes de interesarse por el novedoso campo de las relaciones entre el sistema nervioso y los afectos. En esa primera etapa de su carrera introdujo innovaciones en procedimientos quirúrgicos que lo llevaron a recibir reconocimientos como el Premio Neurocirugía (otorgado por la Sociedad Argentina de Neurociencias), el Premio Raúl Carrea (de la Asociación Argentina de Neurocirugía), el Premio Julio Monereo en Oncología Pediátrica y el Premio otorgado por la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva.

Sin embargo, con el paso de los años, Rosler empezó a preguntarse si todos los males de sus pacientes podían explicarse a partir de la interacción entre neuronas y moléculas. «La neurofisiología que se enseña en la Facultad de Medicina es ortodoxa, sigue la separación entre el alma y el cuerpo iniciada por Descartes», afirma Rosler. «Como los afectos no se pueden medir, muchas veces los médicos desatendemos ese campo.

A veces un paciente dice que se siente mal, pero si todos sus análisis de laboratorio arrojan resultados normales, nosotros le decimos que está bien.»
Sospechando que quizá había una manera de tender un puente entre lo que Descartes había separado, Rosler inició sus primeras lecturas en torno a la neurobiología de la afectividad, un área de estudio relativamente nueva, que «analiza los circuitos del sistema nervioso que ayudan a explicar emociones como la agresividad, la tristeza y el miedo».

Empezó entonces a considerar muchos padecimientos desde una nueva óptica. «Vivimos en la modernidad, pero nuestro cerebro sigue siendo del paleolítico», afirma. «Algunos síntomas que consideramos patológicos, en realidad no son más que reacciones sanas.»

Actualmente, Roberto Rosler trabaja como neurocirujano en el Hospital Británico y como docente en la Facultad de Medicina de la UBA y en la Maestría en Neuropsicología del Hospital Italiano. Su doble interés, por la fisiología del sistema nervioso y por la neurobiología afectiva, se ve reflejado en su producción escrita más reciente: por el lado más árido de la fisiología, es autor del libro Del síntoma al diagnóstico neurológico para estudiantes de medicina y, por el lado más «humanístico» de la psicología, es autor de trabajos como Un viaje neurobiológico al interior del lenguaje , Tratamiento neuroquirúrgico de la neurosis obsesivo compulsiva , y Bases neurobiológicas del psicoanálisis .

-¿Las neurociencias están reñidas con el psicoanálisis?
-No, de ninguna manera. Las neurociencias de la afectividad muestran que Freud tenía razón y que el inconsciente de verdad existe.

-¿A qué se refiere cuando afirma que el inconsciente existe? ¿Han encontrado el lugar donde se aloja en el cerebro?
-Topografiar el inconsciente es complicado, pero existen trabajos que demuestran su existencia. Hay una enfermedad que se llama negligencia, en la cual el paciente tiene una parálisis de un lado del cuerpo, pero aun así niega que está paralizado. Lo mismo ocurre con ciertos casos de ceguera en los que el paciente niega rotundamente su condición. Conscientemente, ambos pacientes creen que lo que dicen es verdad, pero en trabajos realizados por equipos multidisciplinarios se ha demostrado que el inconsciente de estos pacientes conoce su verdadera condición. Hay otro trabajo en el que a un paciente ciego se le muestran distintas caras, unas sonrientes y otras tristes. Es asombroso, pero ellos saben con exactitud cuándo se trata de una u otra. Además de nuestra visión consciente, tenemos una visión inconsciente, en paralelo, que también procesa información.

-Como si el nervio óptico llegara hasta el inconsciente…
-El nervio óptico tiene una terminal en la corteza moderna del cerebro, que es la parte consciente, pero tiene otra terminal en el complejo amigdalino, que es la corteza reptiliana, la que nos queda de una etapa evolutiva anterior. Esa vía procesa, sobre todo, gestos emocionales. Cuando una persona no nos cae bien, y no sabemos por qué, muchas veces lo que sucede es que hemos percibido algo de un modo no consciente.

-Todo esto parece decir que la psicología y la neurología tienen un área de estudio en común.

-Siempre ha habido el temor de que las neurociencias se abalanzaran sobre la psicología, pero para poder avanzar en el conocimiento se necesita que neurocientíficos, psicólogos y filósofos trabajen juntos.

-¿Las neurociencias de la afectividad pueden explicar todos los aspectos de nuestras emociones?
-No. Nuestros afectos son un cóctel, una mezcla de lo biológico con factores psicológicos, históricos y sociales. Uno viene con un programa genético, con un perfil afectivo que marca ciertas tendencias, pero ese programa está abierto a los estímulos que recibimos. La neurobiología de la afectividad muestra que muchas emociones que a veces consideramos patológicas, en el fondo, son normales. Sucede con el miedo y la tristeza. Hoy en día, a muchas personas que dicen que están tristes las diagnostican como deprimidas y les dan antidepresivos. En esta sociedad estar triste es estar enfermo, pero en la mayoría de los casos es normal ponerse triste. Está realmente enfermo quien nunca se pone triste.

-¿Y el miedo?
-Tener miedo es normal. Pasa como con la tristeza: si tenemos el circuito del miedo en nuestro sistema nervioso es porque a lo largo de milenios, al protegernos de daños corporales, eso aumentó nuestra posibilidad de supervivencia. Sorprendentemente, en el DSM-IV, el catálogo comúnmente aceptado de todas las enfermedades psiquiátricas, se describen muchas enfermedades entre cuyos síntomas está el miedo, ¡pero no se habla de ninguna enfermedad por no tener miedo! El miedo a las alturas, por ejemplo, y hasta el estrés, en realidad son mecanismos sanos de supervivencia.

-¿Está diciendo que el estrés es síntoma de buena salud?
-Los medios dicen que el estrés nos está matando y los libros de fisiología dicen que el estrés aumenta la supervivencia del hombre. Ambos tienen razón. Nuestro cerebro está brillantemente adaptado al paleolítico, una época en la que no había contadores, índices de inflación, políticos, ni suegras. El estrés era provocado por algún felino que nos quería devorar. Al cabo de unos minutos, el felino nos comía o nos subíamos a un árbol, y todo terminaba. Vivimos de esa manera durante un millón trescientos noventa y tres mil años. Hace sólo siete mil años que nos transformamos en sedentarios, pero fue sólo después de la II Guerra Mundial cuando nuestras sociedades se trastornaron a una velocidad nunca observada.

-¿Podría dar ejemplos de esas respuestas sanas que hoy se convierten en patológicas?
-Hoy se diagnostica a muchos chicos con síndrome de atención disminuida, pero ¿acaso es normal que un niño de cinco años tenga que quedarse ocho horas sentado prestando atención a la maestra? Neurobiológicamente, nuestro sistema nervioso central termina de madurar recién a los doce o trece años. Otras enfermedades, como el colon irritable, muchas veces ocurren porque vivimos constantemente estresados. En la década del 70, la mayoría de los infartados tenía más de 60 años; ahora no es raro ver a infartados de 30.

-¿Qué otras características de las sociedades contemporáneas representan un reto para ese cerebro paleolítico?
-La rapidez de los cambios. La incertidumbre constante. Antes uno empezaba a trabajar en un lugar y sabía que se jubilaría ahí. Ahora nunca se sabe dónde va a terminar. Hay un trabajo que se hizo con una chimpancé embarazada que a mí me parece que refleja el modelo del argentino. La chimpancé no sabía cuándo iba a comer, un día comía a mediodía, otro en cuanto se despertaba, otro recién a la caída del sol. La incertidumbre generaba un inmenso nivel de estrés. Pero no sólo eso: la cría de esa madre tuvo por el resto de su vida una respuesta al estrés diez veces superior a la de otras crías. Eso demuestra que el estrés impacta también en nuestra descendencia. La buena noticia es que también se demostró que la respuesta al estrés podía disminuir si la cría era cuidada por una madre tranquila, protectora y cariñosa.

-¿Qué tienen para decir las neurociencias acerca de la diferencia entre mujeres y hombres?

-La neurociencia de la afectividad es un argumento poderosísimo contra el machismo. El cerebro femenino es mucho más inteligente que el masculino y tiene muchas ventajas desde el punto de vista cognitivo. Las mujeres pueden procesar el lenguaje con ambos hemisferios cerebrales. Además, tienen conexiones más fuertes entre ambos hemisferios lo cual hace que el paso de la información de uno a otro sea más rápido y eficaz. Por otra parte, la mujer siempre ha tenido funciones más importantes que el hombre en la reproducción y en el aporte alimentario. Muchos científicos se preguntan por qué prosperó la reproducción sexuada, si en el fondo representamos un doble costo para ustedes.

-Si lo que dice es cierto, ¿por qué por lo general son los hombres los que detentan el poder?
-Porque somos más fuertes muscularmente, no porque seamos más inteligentes. Y por miedo. Uno siempre tiene miedo a quien es más inteligente. En el sistema nervioso, el circuito de miedo potencia el de la agresividad, y el de la agresividad potencia el del miedo. Siempre le digo a mis residentes que si se encuentran con una persona inexplicablemente agresiva con ellos es señal de que esa persona les tiene miedo. Si los hombres no tuviéramos miedo de las mujeres no tendríamos que ser machistas y les daríamos igualdad de oportunidades.

-¿Todas estas cosas que aprendió cambiaron en algo su manera de estar en el mundo?
-Sí. Especialmente con respecto a la Argentina. Hay que comprender que cuando una persona está en un estado de pobreza grande, cuando desde la infancia no ha tenido ninguna educación, cuando ha sido abusada y maltratada, la agresividad es una respuesta ineludible. La represión y la cárcel no son la solución. Estoy convencido de que lo único que se puede hacer para disminuir la agresividad es disminuir la pobreza y aumentar la educación.

-¿Hacia dónde cree que va la especie?
-Soy muy pesimista. Hay dos grandes tipos de organismos vivos: los especialistas y los generalistas. La cucaracha y el ratón son generalistas, porque pueden vivir en cualquier parte y bajo un abanico inmenso de condiciones. Nosotros, en cambio, somos especialistas. Eso significa que si hay un cambio brutal en el medio ambiente, lo más probable es que no sobrevivamos. El problema es que con nuestra cultura nos hicimos generalistas: podemos volar, hacer submarinismo, vivir en los polos y en los desiertos. Todo eso ha hecho que nos creamos invencibles. Confiamos tanto en nuestra cultura que creemos que somos generalistas, pero si nuestro medio ambiente cambia nos va a pasar como a los dinosaurios.

fuente http://www.lanacion.com.ar/1013181-roberto-roslertenemos-un-cerebro-del-paleolitico

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La ciencia socialista, nueva religión de los intelectuales *

Publicada el 01/09/2008 - 07/09/2018 por raas

El socialismo del siglo XIX no es, como lo afirman sus creyentes, un ataque contra los fundamentos del régimen de despotismo que existe desde hace siglos bajo la forma de toda sociedad civilizada, vale decir el estado. Es nada más que el ataque a una forma de ese despotismo; la dominación de los capitalistas. Incluso en caso de victoria, este socialismo no suprimirá el pillaje de siglos, eliminará únicamente la propiedad privada de los medios materiales de producción, la tierra y las fábricas. No suprimiría más que la explotación capitalista.

Por Jan Vaclav Majaiski

La supresión de la propiedad capitalista, es decir de la posesión privada de los medios de producción no significa la desaparición de la propiedad privada familiar en general. Es justamente la institución de esta última la que garantiza el pillaje secular que asegura a una minoría poseedora y a su descendencia todas las riquezas y toda la herencia cultural de la humanidad. Es precisamente esta institución la que condena a la mayoría de la humanidad a nacer esclavo, tener una vida de trabajos manuales. La expropiación de la clase de los capitalistas no significa en absoluto la expropiación de toda la sociedad burguesa.

Por la sola supresión de los capitalistas privados, la clase obrera moderna, los esclavos contemporáneos, no dejan de ser esclavos condenados a un trabajo manual durante toda su vida; en consecuencia, la plusvalía nacional creada por ellos no desaparece sino que pasa a través de las manos del estado democrático, y se constituye como fondos de sostén para la existencia parasitaria de todos los pícaros, de toda la sociedad burguesa. Esta última, después de la supresión de los capitalistas, continuará siendo una sociedad bajo un sistema de dominación como hasta ahora, la de los conductores y gobernantes cultivados, el mundo de los “manos blancas”, que quedarán en posesión de los beneficios del país, que se repartirán de la misma forma como hasta ahora: como “honorarios” de los “trabajadores intelectuales”; gracias a la propiedad y al modo de vida en familia con el que este sistema se conserva y se reproduce generacionalmente.

La socialización de los medios de producción no significa más que abolición del derecho de propiedad privada y de la gestión privada de fábricas y tierras. En sus ataques al industrial, el socialista no roza siquiera los “honorarios” del director fabril y el ingeniero.
El socialismo del siglo pasado deja inviolables todos los ingresos de los “manos blancas” en tanto que “salarios de trabajadores intelectuales”, y declara que la intelectualidad “no está interesada y no forma parte de la explotación capitalista” (Kautsky).
El socialista contemporáneo no puede ni quiere suprimir el pillaje y la servidumbre seculares.

En la segunda mitad del siglo XIX, el socialismo se ha proclamado por todas partes ciencia social. A continuación de la economía política “proletaria” se crea ahora una sociología “proletaria” y una historiografía “socialista”.
La ciencia social no puede ser el enemigo del régimen de servidumbre que existe desde el desarrollo histórico de la civilización. No desea ser otra cosa que el analista imparcial de ese desarrollo histórico; por consiguiente, no es su enemigo sino más bien su tutora.

Entretanto, el socialismo ha experimentado una tendencia irresistible a convertirse en una verdadera ciencia social. Los sabios socialistas se alejan progresivamente del pensamiento de que toda historia pasada de las sociedades civilizadas no es sino la historia de la servidumbre de la mayoría de la humanidad, que les leyes históricas de los siglos pasados y las de nuestra época, son leyes fundadas sobre el pillaje, la expresión de la voluntad de la minoría dirigente, y se dedican en cambio a analizar estas leyes como si fueran objetivas para describir el desarrollo de la comunidad humana, ocupándose en “revelarlas y formularlas para poder someterse a ellas”.

Gracias a la propagación de la fe, los sabios socialistas han llegado a persuadir a las masas obreras que sometiéndose a la marcha histórica objetiva, se someten al mismo tiempo, sin duda alguna, a las leyes de la naturaleza del siglo XIX, que nos preparan el paraíso socialista.
Con este plan, la ciencia socialista se revela como un simple medio de embotamiento del espíritu de revuelta de los obreros; se convierte, pese a su ateísmo, en una simple meditación religiosa y en una oración para el advenimiento del paraíso socialista. Se convierte en una religión que embota el espíritu y la voluntad de los esclavos del régimen burgués.

La ciencia socialista marxista ha creado una verdadera providencia socialista, gracias a cuya acción la “producción capitalista cava su propia tumba”, se destruye a sí misma por su propio desarrollo; y las leyes económicas irreversibles, independientes incluso de la voluntad de los hombres, los llevan directamente al “reino de la igualdad y la libertad”.

Los años pasan y las profecías marxistas de los sabios socialistas revelan su identidad con las profecías de tantos otros predicadores y sacerdotes. Prometen a los esclavos de la sociedad burguesa la dicha después de la muerte, garantizan el paraíso socialista a sus descendientes.
La certidumbre inquebrantable de la religión científica marxista en el advenimiento inevitable del reino socialista de la libertad bendice al mismo tiempo el progreso burgués, el “progresismo”, la “legitimidad”, la “conformidad en los objetivos” del régimen contemporáneo fundado sobre el pillaje. La creencia marxista en el pasaje inevitable del capitalismo al socialismo; la creencia en el capitalismo en tanto que premisa indispensable para la instauración del socialismo, se convierte a la larga en el equivalente de un… alto grado de amor al progreso burgués, al desarrollo de la dominación total de la burguesía, al pillaje burgués total. Los creyentes, los verdaderos socialistas proletarios, compenetrados de la religión marxista, se convierten en los mejores combatientes por el progreso burgués, los apóstoles más entusiastas y los más cálidos participantes de la revolución burguesa.*

La “pureza” original del evangelio socialista, a pesar de todas las deformaciones llevadas a cabo por los malos pastores de la socialdemocracia no se puede perder ni olvidar. La enseñanza contemporánea del anarquismo se plantea como tarea la de retornar a los principios inquebrantables del socialismo del siglo pasado, en toda su pureza. Al contrario que el oportunismo de la socialdemocracia que ha escandalizado y corrompido a las masas por su aspiración a la reforma y al desarrollo del régimen contemporáneo, la enseñanza anarquista convoca a las masas a la aspiración pura del ideal, a un movimiento directo, sin etapas, hacia el “objetivo final”.
[…]

Los mismos anarquistas no pueden negar la sentencia de Bernstein según la cual en la vida, en la lucha práctica y “real”, cada paso del socialista no puede evitar ser un compromiso y una defección respecto de la doctrina; tanto más que entre ellos, los anarquistas, ha surgido últimamente una práctica específica (el anarcosindicalismo francés). El anarcosindicalista, por su sola participación en cualquier huelga, traiciona sus principios, puesto que entonces no lucha ya por el “objetivo final” sino por “concesiones”, por “reformas”.
Aparentemente, el socialismo del siglo XIX no puede encontrar un camino sin un acomodamiento con el orden burgués existente.

Semejante vía se reencuentra, total y exclusivamente escrita entrelíneas dentro del régimen burgués contemporáneo. El socialismo del s. XIX, incluso bajo su variante más radical, el anarquismo, se convierte en un acontecimiento totalmente legal dentro de una república democrática, bajo la forma de sindicalismo y de la “propaganda del ideal anarquista”. Los anarquistas más irreductibles se convierten en ciudadanos bien intencionados, como los socialdemócratas de la sociedad contemporánea, y no pueden ya conspirar contra las “libertades” democráticas, de expresión, de “prensa”, de “asociación”, que otorgan la posibilidad de acuerdo con sus convicciones (que son a este respecto las mismas que las de los socialdemócratas) de una preparación legal de la revolución social.

La actividad clandestina y conspirativa deviene para los anarquistas en el estado democrático tan utópica, tan blanquista, como para cualquier socialdemócrata.
De hecho, la única vía directa de subversión del orden de servidumbre vigente, la única vía libre de todos los compromisos con la legalidad burguesa, es la de la conspiración clandestina con miras a transformar las huelgas obreras frecuentes y violentas en una insurrección, en una revolución obrera mundial. Esta vía se encuentra totalmente fuera de los límites de la enseñanza socialista actual.

Los socialistas del s. XIX se declaran los enemigos revolucionarios irreductibles, no del régimen contemporáneo de clases, no del régimen burgués en general sino únicamente de la forma de sociedad civilizada que nace a comienzos del desarrollo de la producción capitalista, cuando ésta, explican los marxistas, no ha podido desplegar todavía su papel progresista, y no manifiesto sino sus rasgos más sombríos.
Es precisamente en la medida en que el socialismo se desarrolla como ciencia que se refuerza y se elabora la conciencia de los socialistas acerca de su hostilidad irreductible respecto de la forma monstruosa de la sociedad contemporánea, y solo respecto de ella, forma adquirida a través de la explotación capitalista
Presentado de este modo, el socialismo en tanto que ciencia no puede expresar más que una rebelión contra las “anormalidades mórbidas” de la sociedad contemporánea, no contra la sociedad civilizada en general.

En efecto, ¿cuáles son los motivos, las razones para atacar al régimen burgués actual, de acuerdo con la doctrina socialista? En primer lugar, el agravamiento de la situación de la población, en comparación con el estado en que se vivía en formaciones sociales anteriores, como consecuencia de la ofensiva de la producción capitalista. A continuación, el comportamiento desordenado de la economía, la “anarquía” de la producción, la incapacidad de la sociedad actual de garantizar una evolución justa y constante de la vida económica del país.

La enseñanza marxista predice la caída del capitalismo con independencia de la voluntad de los hombres, y predice la necesidad objetiva del socialismo para la sociedad existente. El objetivismo marxista constituye un sistema que reposa por completo en postulados de este tipo.
El régimen socialista se convierte en una necesidad para todos, puesto que las crisis no le permiten a la sociedad existir bajo su forma anterior. Los socialistas no se rebelan por el derrocamiento de la sociedad actual, en contra el régimen capitalista, sino para curarlo de sus crisis. Lo cual no significa en absoluto el derrocamiento del régimen secular de servidumbre, sino por el contrario, su reafirmación.

Los socialistas científicos declaran que el régimen capitalista es incapaz de sobrevivir, puesto que no está siquiera en condiciones de cumplir lo que realizaban incluso los regímenes autoritarios anteriores, es decir ni siquiera puede ocupar toda la fuerza de trabajo que, al contrario, dilapida mediante la desocupación.

El capitalismo en tanto que estadio social peor de la sociedad civilizada, concentra, al contrario de lo que acontecía en el pasado, todas las riquezas en un puñado de magnates. No sólo que no les permite esperar una mejora a los elementos más fuertes de las clases inferiores sino que incluso amenaza su existencia. Expropia incluso a los mismos capitalistas. Disminuye el número de propietarios. Entonces sobreviene el tan conocido argumento del socialista científico: hacia fines del siglo XIX había un campesinado y un artesanado florecientes, los compañeros oficiales más empeñosos tenían la posibilidad de acceder a la condición de maestros; las individualidades más capaces mantenían incluso la posibilidad de elevarse a posiciones privilegiadas. Las formas antiguas de la sociedad mantenían entre los explotados la esperanza que los más hábiles de entre ellos, el uno por ciento, por ejemplo, o el uno por mil, podrían convertirse en maestros. El capitalismo ha casi aniquilado esa posibilidad y por ello mismo se ha condenado a desaparecer. Es incapaz de multiplicar el número de maestros.

Los socialistas son los enemigos del orden existente porque éste no sabe llevar adelante la economía racionalmente, es incapaz de progresar, los gobiernos son demasiado ignorantes e incapaces de resolver los problemas de la vida, que surgen y se desarrollan cada vez más.

El Manifiesto comunista se esfuerza por presentar todo esto lo más claramente posible:
“Evidentemente, la burguesía es incapaz de mantenerse como la clase dirigente y de imponerle a la sociedad, como ley suprema, las condiciones de vida de su clase. No puede gobernar puesto que no puede asegurar la existencia del esclavo dentro de su misma esclavitud: se ve obligada a dejarle decaer tan bajo que es ella la que debe nutrirlo en lugar de ser nutrida por él. La sociedad ya no puede vivir bajo el dominio de la burguesía, lo cual significa que la existencia de la burguesía y la existencia de la sociedad se han hecho incompatibles.”
Basta con recordar la naturaleza de la polémica entre los “ortodoxos” y Bernstein para confirmar lo que hemos dicho más arriba.

Para probar que no tiene sentido ser revolucionario en Europa occidental, que la socialdemocracia en tanto que defensora de la clase obrera, debe hacerse reformista, Bernstein debía demostrar que el capitalismo contemporáneo no representaba sino un agravamiento del régimen social en comparación con el que lo había precedido. Todos los ortodoxos reconocieron que la existencia del socialismo científico estaba ligada del modo más estrecho con la resolución de este problema, en un sentido o en otro.

El derrocamiento del orden actual no puede ser posible y aceptable sino cuando degenera o se hace impotente.Kautski lo reconocía de manera harto ingenua. Si es cierto, decía, como sostiene Bernstein, que la crisis que amenaza sin cesar al mundo industrial llegara a desaparecer, si el capitalismo no aniquilase a las capas medias, si el número de propietarios no disminuyese, entonces no habría razón para derrocar al orden existente y, en general, para ser socialista (véanse sus artículos contra Bernstein en Vorwärts).

La degeneración de las clases dirigentes, para un marxista o para cualquier otro socialista contemporáneo, representa la premisa indispensable para la supresión de la esclavitud. Si la sociedad burguesa es capaz de desarrollarse, su derrocamiento se torna impensable. No se puede aspirar a una revolución violenta si uno mismo no cree ni puede convencer a los demás de que la burguesía es débil, que el régimen burgués se “descompondrá” muy pronto e inevitablemente por sí mismo.

Los ortodoxos que experimentaban la necesidad de calmar la intransigencia de sus huestes, dirigida únicamente contra las leyes y las autoridades que impiden el progreso burgués (tal es la posición en que se encuentra la socialdemocracia rusa a partir de la existencia del zarismo), son llevados a forjar la creencia en una “bancarrota de la burguesía” inevitable e inmediata. Lo hacen a despecho de todos los escamoteos de prestidigitación que esto les obliga a cumplir. De este modo, para Parvus, el mismo que considera a la revolución socialista tan remota como para todo bernsteniano, únicamente una revolución burguesa es posible en Rusia en el momento actual; el mismo Parvus demostrará de inmediato apoyado en cifras, que “la catástrofe industrial y la bancarrota definitiva de la burguesía se producirán necesariamente muy pronto.”

El marxismo aspira a comprobar su revolucionarismo y su carácter intransigente muy de otro modo que luchando con intransigencia contra el régimen de pillaje. Se contenta con demostrar que el mismo momento histórico, las leyes mismas de la sociedad humana, independientes y por encima de los hombres –lo cual es una verdadera predicción socialista– no hacen sino condenar a la sociedad burguesa a la debilidad y a la ruina, y al mismo tiempo le da al marxismo la posibilidad de liberar al mundo de la servidumbre.

Pero no hay videncia socialista, no hay ninguna ley de desarrollo de la sociedad independiente de la voluntad de los hombres. No hay fuerzas de la naturaleza que puedan recompensar a los “buenos” oprimidos en razón de sus desdichas, y que castigarían a los opresores injustos por sus malas acciones. Los socialistas se indignan y luchan contra el agravamiento del régimen de clases; su lucha puede suprimir este agravamiento pero no el régimen de clases en sí mismo.

Es por ello que a despecho de las expectativas y las esperanzas de creyentes ingenuos, el socialismo científico no puede más que colaborar activamente con el desarrollo del progreso burgués.

En el socialismo científico esto constituye una conciencia específica y muy profunda. Por sus profesiones de fe, la socialdemocracia tiende a granjearse, a todos los elementos capaces y competentes de la sociedad burguesa contemporánea. En Interés de clase Kautsky declara: “Si la socialdemocracia se ha convertido en el único partido que lucha por el progreso social, debe simultáneamente convertirse en el partido de todos los que aspiran al desarrollo ulterior de la sociedad. […]”
“En la actualidad sólo el proletariado y su partido son los que representan los intereses del progreso social, y al mismo tiempo, los intereses vitales de toda la sociedad […] Los intereses proletarios coinciden actualmente con los de la nación.”

Del mismo modo que la religión cristiana, que después de haber condenado el mundo del mal lo ha encarnado ella misma de un modo sin parangón, análogamente, los partidos socialistas, que han condenado a la ruina al orden existente se convierten, bajo la condenación de los ortodoxos, en los partidos del progreso burgués.
La fe socialista ha empujado a todos sus fieles a luchar por el progreso burgués, por el reforzamiento y el desarrollo de estados burgueses constitucionales. La democracia industrial y política,

la obra cultural en las municipalidades, el cooperativismo y los sindicatos, todo esto debe preparar a los obreros para la vida socialista.
Los anarquistas irreductibles argüirán que el mundo del mal burgués ha corrompido únicamente a los socialdemócratas, que la caída y el oportunismo de estos últimos se presentan como la continuación de su participación en los órganos legislativos actuales. En cuanto a ellos, los anarquistas, postulando la no participación en la política, estarán al abrigo de semejante degeneración.

Lo que hemos señalado más arriba, acerca de la naturaleza de toda la prédica socialista del siglo XIX confirma toda la vanidad de las esperanzas y afirmaciones de los anarquistas. El fundamento de la prédica socialista –la fórmula de la socialización como panacea– bajo cualquier forma, incluso la más pura, no es por sí misma más que una ofensiva contra una de las formas de pillaje, y no contra el pillaje secular en su totalidad. Nada más se puede esperar de la doctrina anarquista pues ella intenta conservar, del mismo modo que las otras doctrinas socialistas, el único evangelio socialista revelado desde hace tiempo, y se amuralla en ello.
En efecto, el principal teórico del anarquismo contemporáneo, Kropotkin, llama a todo el mundo a la revolución poniendo sobre el tapete los mismos motivos que los socialistas científicos.

Podemos leer en Palabras de un rebelde lo siguiente:
“Comprobaremos que se desencadenan dos hechos predominantes: la rebelión de los pueblos, al lado del colapso moral, intelectual y económico de las clases dominantes; y los esfuerzos impotentes, agonizantes de las clases superiores, para impedir este despertar (p. 2) […] [estas clases gobernantes] siempre temerosas, siempre con la vista volcada hacia el pasado, cada vez más y más incapaces de llevar a cabo una acción durable (p. 4) […] Una enfermedad incurable los corroe a todos: la senilidad (p. 10) […] Si las clases dirigentes pudiesen tener el sentimiento de su posición, por cierto que ellas se apresurarían a ponerse al frente de estas aspiraciones [nuevas de los pueblos]. Pero, envejecidas en sus tradiciones, sin otro culto que el de la bolsa de valores, se oponen con todas sus fuerzas a esta nueva corriente de ideas (p. 10).
[…] El trabajador se da cuenta de la incapacidad de las clases gobernantes: incapacidad para comprender sus nuevas aspiraciones, incapacidad para administrar la industria, incapacidad para organizar la producción y el intercambio (p. 7).”

Ya sea bajo la bandera del socialismo científico o la del anarquismo, los trabajadores llevan la ofensiva contra las “clases gobernantes”, únicamente porque ellas son “incapaces de administrar la industria, de organizar la producción y el intercambio”, únicamente porque se han convertido en irreversiblemente “seniles”. La actitud del anarquismo respecto del régimen secular de pillaje, como lo puede comprobar el lector, no es más hostil que la de los “socialistas parlamentarios” corrompidos. Muy al contrario, Kropotkin, aunque enemigo de todo gobierno, demuestra respecto de las “clases dirigentes” una ingenuidad infantil que costaría encontrar entre los socialdemócratas “corrompidos”. Piensa que si “las clases dominantes” no se hubiesen puesto tan “seniles” y si “pudiesen tener el sentimiento de su posición, por cierto se apresurarían a ponerse al frente de estas aspiraciones”, que ellas serían “capaces de llevar a cabo una acción durable.

Todo lo cual crea gran perplejidad: ¿sobre qué base declara Kropotkin con toda su prédica que es hostil a todo gobierno cuando al mismo tiempo no se indigna sino contra las clases gobernantes seniles? Todos los gobiernos progresistas aparecidos más de una vez en el desarrollo histórico, gobiernos que “comprendían” las aspiraciones nuevas, comprendían igualmente, a su modo de ver, la necesidades del pueblo y garantizaban el bienestar de las masas populares.

¿Qué pasaría, entonces, si las clases dirigentes “seniles” fueran reemplazadas por otras, nuevas, jóvenes, no impotentes, no ignorantes? Entonces todas las razones para hacer la revolución, para derribar el gobierno, para ser anarquista, desaparecerían, caducarían. Esta cuestión fatal se perfila delante del anarquismo, con tanta fuerza como delante del socialismo científico, como en general delante de todos los socialistas del siglo pasado. Muy a menudo en la historia, las revoluciones han eliminado a las clases dirigentes “seniles” para reemplazarlas por nuevas.

¿Dónde existe la garantía de que las clases dirigentes podrían cesar de existir en general y verdaderamente?

La única garantía que puede haber al respecto es la aspiración consciente de las masas explotadas de derribar a todas las clases dirigentes, sean ellas retrógradas o progresistas.
Según el razonamiento de los socialistas, la rebelión de los esclavos modernos no surge de la existencia de clases dirigentes en general sino a causa de su degeneración. Esto quiere decir que en la actualidad lo que existe es únicamente una fuerza de indignación y lucha dirigida exclusivamente contra el estancamiento y la degeneración de la sociedad dominante. ¿Dónde se encuentra la fuerza que derrocaría por completo la sociedad dominante, que suprimiría la existencia misma de las clases dirigentes? Se trata de una fuerza que está por encima de los hombres, es una fuerza histórica predestinada, que augura transformar la protesta contra la degeneración y la debilidad actual, del siglo presente, en una lucha contra la dominación en general. Los marxistas se afanan en desarrollar esta creencia por medio de consideraciones y promesas “científicas” y “económicas”; en cuanto a los anarquistas lo hacen a través de la simple propaganda religiosa del ideal anarquista.

De manera similar a la fe cristiana que no concibe en absoluto lo del reino celeste sobre la tierra y no hace más que contribuir a santificar el régimen de pillaje, la religión socialista no crea el paraíso socialista sino que, en rigor, no hace sino contribuir al progreso burgués, al nacimiento de nuevas y jóvenes clases dirigentes cuya ausencia ha motivado su lucha.

El socialismo del s. XIX se afana por comprender únicamente la debilidad y el proceso de descomposición de la forma contemporánea de dominación. Es comprensible, en consecuencia, que el misterio de la dominación en general, no sea ni percibido ni revelado. El socialismo no hace sino demostrar “la incompetencia” y la inadecuación de la sociedad dominante contemporánea, lo cual no prueba en absoluto, la “inadecuación”, el parasitismo y el pillaje de todas las dominaciones a lo largo de la historia. Al contrario, el marxismo considera como su tarea principal la de probar la necesidad, para la comunidad humana, de las clases dirigentes que ya han aparecido a lo largo de la historia.
En consecuencia, el socialismo del s. XIX no desnuda y no tiene ninguna intención de hacerlo, el fundamento de toda dominación, débil o fuerte. No quiere ni siquiera reconocerla, ni tomar conciencia y ver en realidad, el pillaje constante que ha representado y representa la existencia misma de amos en el curso de toda la evolución histórica.

No tiene la fuerza ni la voluntad de crear las premisas humanas verdaderas que engendrarían la caída del régimen secular de pillaje y violencia. Por el contrario, su tarea fundamental consiste en granjearse la confianza de las masas e insuflarles la fe inquebrantable de que constituye, precisamente, la única vía para el derrocamiento del régimen de opresión. He aquí su tarea más primordial: convencer del advenimiento inevitable del paraíso socialista, “independientemente de la voluntad de los hombres”, simplemente provocado por el transcurso histórico, la acción de leyes históricas y objetivas.

¡Pero ésa es la tarea clásica de toda religión y la religión socialista lo logra de un modo brillante! La ciencia positivista y atea del s. XIX no ha preservado a los socialistas de inventar una sustancia sobrenatural y una nueva forma de providencia. Muy por el contrario, en el momento mismo en que el socialismo ha sentido la necesidad irreprimible de convertirse en una ciencia que devele y explique las leyes del desarrollo social, se ha puesto a elaborar ficciones religiosas. La ciencia socialista nos ha dejado los mismos frutos que la ciencia de los sacerdotes paganos o la de los teólogos cristianos.

Los anarquistas se esfuerzan para demostrar que si la ciencia de los marxistas se ha revelado tan mortífera para el socialismo revolucionario, eso se debe a que no han utilizado los auténticos fundamentos y los métodos de la ciencia moderna, sino aquellos propios de una metafísica envejecida y principalmente los de la enseñanza gastada de los heguelianos. Los anarquistas, por el contrario han planteado como fundamento de su doctrina un positivismo estricto, el método “verdaderamente” científico de las ciencias naturales, el método inductivo y deductivo que nos preserva de toda metafísica y garantiza la infalibilidad de la enseñanza socialista.

Los anarquistas, con su aspiración a la “cientificidad” a la par de la de los marxistas, no hacen sino mantener al socialismo en el terrreno de las creencias. La ciencia socialista cumple aquí una función común a todas las religiones, por su pretensión de “cientificidad”, de objetividad, por su carácter omnisciente y obligatorio por todas partes y para todos.

* Escrito en 1905 y publicado en la revista Futuros Nº6: verano- otoño de 2004, Río de la Plata

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Libro ‘La ciencia socialista, religión de intelectuales’, Bardo Ediciones

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Los desechos cotidianos de una sociedad moderna, accidental… y cretina

Publicada el 27/08/2008 - 07/09/2018 por raas

Desde hace ya un tiempo, y no sólo en Argentina, se observa que la cuestión de los desechos cotidianos, la llamada “basura” ha cambiado francamente de status.

Por Luis E. Sabini Fernandez*
luigi14@gmail.com

Brutalmente, podríamos decir que apareció. Porque durante décadas, o siglos, había permanecido cuidadosamente invisibilizada. Sus dimensiones se hicieron tales que difícilmente podía sostenerse aquel ocultamiento, aquella liviana ignorancia.

El sistema establecido de producción de basura cuidó celosamente aquella invisibilización. Era la que permitía eliminar costos, lo que en economía se llama externalizarlos.  Pagadiós, la madre o puta madre natura? si juzgamos por el tratamiento?, los nietos, el fondo oceánico, en fin.

En 1977, cuando el aire de Buenos Aires se había hecho francamente irrespirable, por dos causas bien distintas, es cierto (el aire espiritual por la caza callejera del diferente desde los equipos de torturadores llamados oficialmente grupos de tareas); el aire físico, bien material, había alcanzado tal grado de contaminación mediante la quema de plásticos en todos los edificios de la capital, que el sistema político imperante tuvo que afrontar dicha contaminación. Mediante el cómodo expediente, es cierto, de alojar los desechos en enormes zanjones (que han dado lugar, con las décadas, a preciosuras semánticas como el Camino del Buen Ayre).(1)

La contaminación, entonces,  no desapareció, sólo se aplazó. Con el tiempo, empezó a sufrirla un sector, no más del 1% o el 0,5 % de la población, el más próximo a los vertederos; los vecinos de José León Suárez, Wilde, González Catán y últimamente Ensenada…
Pero si es cierto que desde la Luna la única obra humana perceptible no es la promocionada Muralla China sino el basurero de Nueva York, parece lógico que en algún momento semejante cuestión perdiera su invisibilidad, y que a la larga esperemos que sus responsables vayan perdiendo su impunidad.

La del tero: evitar mostrar donde está el problema

Pero estamos lejos del regocijo, lejos del núcleo problemático. Porque las más de las veces se aborda un problema cuando ya resulta insoslayable. Y sólo eso. Por otra parte, la floración de abordajes que cada vez más escuchamos sobre “la basura” presenta un sesgo sintomático: mucho reciclaje, mucha basura cero, mucha recuperación, las tres erres (reciclar, reducir, reusar) o incluso las algo más radicales cinco erres (rechazar, reparar, reducir, reusar, reciclar), pero todo o casi todo parece dedicado al consumo, al mercado de consumo. Nuestros “basurólogos” más o menos recientes, más o menos oficiales, parecen muy dedicados a encarar el consumo, no la producción. Pero es justamente en la producción de mercancía (que prestamente se hará basura) donde está el núcleo del problema. Por lo cual, toda política concentrada en encauzar el consumo se va a parecer, peligrosamente, a arar en el mar.

Claro que ello tiene una ventaja: no toca los intereses “principales” y, en cambio, tiende a modificar la vida de los que no tienen capacidad decisoria: si no se puede hacer lo importante, al menos parecer como si se lo hiciera. Con un plus nada despreciable desde el punto de vista de las relaciones públicas: encarar la administración de los residuos ya producidos, se ensambla con una actividad que espontáneamente, por necesidad, encararon sectores muy sumergidos de la sociedad contemporánea; los más golpeados por la modernización sacralizada y genocida: campesinos y peones rurales expulsados por la tecnificación creciente, obreros desocupados y con baja calificación, arrancados del mercado de trabajo con modernizaciones o extranjerizaciones, población toda ella que ante la indigencia golpeando a sus puertas, encararon la recolección de lo salvable de sociedades que mientras expulsan gente desde las capas más empobrecidas, por “abajo”, derrochan bienes desde las capas socioeconómicas de más “arriba”.

El problema planteado por los últimos proyectos y exposiciones sobre el tema de “la basura” que leemos cada día más en la prensa, en los sitios-e, que vemos en los informes televisivos, pasa entonces, si se es ejecutivo y sistémico, por ordenar el volumen, establecer centros patéticamente llamados “verdes” donde habrá gente –jamás los programadores– que harán la clasificación de los desechos (eso sí, con guantes y barbijo, ya que no escafandra) y si se es basurólogo pero progre, se pondrá el acento en la tarea socioeconómica de cartoneros, recuperadores y clasificadores y en el reconocimiento de sus derechos como tales.

Casi como si se tratara de una profesión elegida a la que faltaba regular, como si habláramos de rematadores antes de ser colegiados, o de periodistas todavía en actividad espontánea o de diagramadores electrónicos en el momento de su irrupción laboral… como si no se tratara de una opción asumida dentro de la mayor necesidad, arrinconado cada uno por un sistema que tritura no sólo las mercancías…

Por cierto que es mejor que los clasificadores trabajen sin represión,  con reconocimiento (y hasta agradecimiento, bien merecido) social, con mejores condiciones higiénicas, pero el tema de fondo es, como ya señalamos, muy otro. La prueba del nueve de que la actitud de los que han encarado el tema de la basura desde la progresía no conocen ni les importa el destino de los cartoneros y clasificadores por más que los invoquen permanentemente es que, cuando salieron en Montevideo con el inefable intendente Arana unos primorosos contenedorcitos que ahogaban totalmente la labor de recuperación, no sólo no escuchamos críticas ante tal política que englobaba residuos en lugar de separarlos, sino que ni siquiera  hubo espacio para abordar tal medida con el necesario ojo crítico en prensa progre. Se nos dijo: ¿Cómo criticar medidas municipales tan populares (lo cual era cierto)? (2)

¿Campaña de impacto o hecho cultural?

¿En qué términos se manejan desde los medios de incomunicación de masas y desde las direcciones políticas este asunto? Como una cuestión de campañas (de concientización), como una cuestión de organización (los centros verdes en Buenos Aires) y de estructuración de un significativo gremio novel: el de los clasificadores de la basura.

El CEAMSE en el Gran Buenos Aires había procurado en su momento poner en funcionamiento tales centros de clasificación de los restos, de las veinte mil toneladas diarias que el GBA expulsa de sus hogares luego de compradas en supermercados, autoservicios, centros de compras y otros lugares de mercadeo. Tuvieron que suspender las tareas, porque el olor nauseabundo era tal que ni siquiera la gente más maltratada por el sistema podía hacerse cargo. Sin embargo, hay programadores, grupos de inversores asistidos técnicamente, que ven con buenos ojos la instalación de tales cámaras depurativas.

Es interesante seguir “el razonamiento” de especialistas en la materia como Elena Sanusian, auspiciada por el BGS Groups, una empresa de “análisis y asesoramiento de inversiones”, actuante en Argentina (Brasil y Venezuela).

Sanusian, en conferencia sobre el particular, (3) concentra toda la actividad posible para encarar “la solución” de los residuos en la administración de lo consumido y devenido tal, con consignas entradoras, como  “del consumismo irracional al ecoconsumo responsable”. Sostiene que hay que “armar eco-clubes (algo que se utiliza en Europa) donde capacitar a los niños que luego vuelven al seno de sus familias”. Sin embargo, bien pronto se somete a la cruda realidad que nos habita, y entonces postula la separación de la basura (para recuperar, reciclar, reusar) en grandes “establecimientos”, donde “operarios” proceden a hacer esa separación “perfecta”. En medio de la mayor higiene y sin olor alguno. Lo que denomina ‘Plan integral para el tratamiento de los desechos’.

Una transición por lo menos rápida, del análisis social y la concientización al más feroz continuismo: ya estamos “respirando” soluciones tipo Macri.

Dice sin desmayo y con escasa conciencia de sus palabras: “Ésta es la tarea en que tendremos que trabajar todos”. Parafraseando a Orwell, algunos tendrán que hacerlo un poquito más que otros, ¿no?

Insiste mucho en la concientización de los consumidores. Se le ha pasado por alto –menudo detalle–  la concientización de los empresarios. La necesidad de reconfigurar la producción industrial, el universo fabril del cual proviene buena parte, por no decir casi todo lo que poco después se convierte en desechos.

A medida que avanza en su planteo, ni siquiera la concientización minutos antes ensalzada parece ya demasiado importante. Dice, sí, que lo mejor es la separación en el hogar (en origen) pero sostiene a la vez que las plantas de tratamiento son tan eficientes que resulta indiferente el estado en que ingresen los desechos [sic]. Y afirma rotundamente “que funcionan óptimamente aunque los residuos vengan  en el mayor entrevero”. Y da una puntadita final: “Puede haber tratamiento con y sin separación de residuos.” Pero si nosotros en Argentina queremos hacer tratamiento con separación en origen, “tendríamos que empezar desde muy abajo” y eso significaría “un proceso de mucho tiempo”. Por eso, “el valor de las plantas de tratamiento de que estoy hablando es que son aptas no sólo cuando llega la basura separada” sino cuando llega “en el peor estado en que nosotros nos podemos imaginar”. Compactada o sin compactar, incluso directamente desde el camión. “Cae por una tolva en una mesa larga, de ahí se comienza a separar mediante manejo manual en general, se separa lo que es reciclable de lo que no es reciclable [sic]. Se ve que nuestra técnica no ha avanzado un pasito más en “lo reciclable”. Seguro que se pierde.

‘Y así llegamos a tener una partida para lo que se llama disposición final, pero no como la habitual en que va todo entreverado sino que ha pasado por una selección previa…’
Le pregunto final y retóricamente:
-¿Usted ha hecho algo de lo que cuenta? y le abro la puerta de salida: ¿Quién realiza semejante separación?
-“Operarios, claro”, me contesta. Ah.

Los diseñadores de una tarea que ni los esclavistas más imaginativos pudieron concebir

Los grandes solucionadores de la basura cero han encontrado una tarea que ni los más perversos de los esclavistas de todos los tiempos habrían imaginado: seleccionar basura, elegir e ir separando los restos que la humanidad urbana, consumista y sofisticada deja detrás suyo. Imaginen apenas: restos de verduras, cáscaras de banana, potes plásticos de yogur, hilos rotos, pilas gastadas, grasa y bordes del plato del mediodía, medias rotas, sonajero que ya no suena, diskette arruinado, pelo del perro, camiseta gastada, papeles de envolver, sobres de las facturas a pagar, restos de arroz hervido, sobres de té, cáscaras de queso, bolsas de todo lo imaginable, de fruta, de electrodomésticos, bandejas de telgopor, películas plásticas de todo tipo de alimentos, comida en mal estado, plásticos duros de protección de cartuchos, cubeteras averiadas, lamparitas quemadas, otros restos de comida, panes viejos, volantes, comida en pésimo estado, jirones de lo que se te ocurra, mezclados con mugre, biromes gastadas o rotas, restos de carnes, de verdura, ramas y flores ajadas, vasos rotos, agendas y almanaques viejos, agujas hipodérmicas descuidadamente arrojadas al tacho, potes de cremas o desodorantes gastados, cortinas desvencijadas, ropa en desuso, folletería de propaganda, diarios viejos, tubos plásticos de varios productos alimentarios procesados (mostaza, salsa dulce de tomate), muebles rotos y viejos, herramientas ídem, mangueras agujereadas, llaves obsoletas, frascos de mermelada o de cera para muebles, enchufes descompuestos, pañales descartables, herrajes rotos, pasajes caducos, algodones usados, cuadernos en desuso, electrodomésticos inutilizados de todo tipo y tamaño (secadores de pelo, procesadoras de cocina, relojes a pila), botellas de vidrio o de plástico de cerveza, agua, vino, aceite, vinagre, bebidas alcohólicas fuertes, refrescos, y un larguísimo etcétera.

A lo que hay que agregar lo que uno tira en el lugar de trabajo; vasitos plásticos para café, toallas de papel, papelería diversa o desde el auto: envases varios, cubiertas, baterías gastadas, o desde el jardín…

Y estamos hablando de un “hogar” que no bebe agua embotellada… que es el principal problema de saturación de los vertederos hoy en día… Todo eso más o menos junto va creando un hedor nauseabundo. Basta acercarse a los tan bienvenidos contenedorcitos en una día de calor para darse cuenta. La diferencia es que uno lo huele a la distancia y el cartonero, clasificador, a menudo se zambulle adentro para rescatar lo rescatable… Imagine el lector no ya un contenedor de un metro cúbico sino un galpón con cientos de metros cúbicos de tal mixtura., recuerde el lector que el tiempo agrava la situación de los contenidos por putrefacción, agriamiento, aparición de larvas e insectos de todo tipo…

La cuestión de los desechos industriales, del mercado y del hogar no es un problema técnico ni organizativo sino cultural. Esta recorrida por las propuestas en boga nos permite avizorar que estamos muy, pero muy lejos de abordar realmente el problema de “la basura” generada por el consumo irrefrenable.
Encarar el problema es vérselas, precisamente, con ese consumo irrefrenable, el consumismo. La idea de sociedad que nos domina hoy en día. Que dista de ser eterna, natural o inmutable. En rigor, la producción de basura es un fenómeno relativamente reciente de la humanidad. En tiempos pretéritos ni había recolección de basura ni había acumulación propiamente dicha.  O la había en términos casi despreciables. Los vikingos llenaban hoyas durante generaciones. Claro que se trataba de agrupaciones de no más de cientos de seres humanos o tal vez miles. Pero tardaban décadas en llenar una hoya. Y cuando lo hacían, se desplazaban o hacían otra. Con nuestro régimen de consumo, mil habitantes llenaríamos cualquier hoya inmensa en cuestión de meses, no ya de generaciones. A razón de una tonelada o dos diarias, en cuatro o cinco meses tendríamos cubierto un volumen de entre cien y trescientas toneladas… una hoya más bien cuadrada de tres metros de profundidad y de diez metros de lado…

Un modelo occidental, moderno… e irradiante

La sociedad occidental moderna ha sido la gran forjadora de la producción de basura. Muy gradualmente, la sociedad moderna fue abandonando el ciclo de las cosas y constituyendo un proceso económico lineal, según el cual, el producto bruto se convierte en mercancía, se lo usa y se lo expulsa de la sociedad, desentendiéndose de él. En realidad, obligando al resto de la humanidad, ya sea las clases subalternas de los países “industrializados” o las sociedades periféricas (con sus propias reservas ambientales y habitacionales de privilegiados) a hacerse cargo de semejante “producción”, más o menos subrepticiamente expulsada.

La presencia de cada vez más productos químicos de difícil manejo (por su toxicidad, por ejemplo), fue facilitando ese camino, el destino rectilíneo de los bienes desde los albores de la modernidad, con el desarrollo  industrial en auge. Pero fue la invasión literalmente imparable de los termoplásticos a mediados del siglo XX el gran desencadenador de una conformación de la basura como ente ingobernable. Fue el auge ideológico del consumismo, del use-y-tire, la apoteosis de lo nuevo, la depreciación de lo usado, del remiendo, del zurcido, de los refritos alimentarios. El triunfo, en una palabra, del american way of life. Por ejemplo, en la cocina hogareña, todos aquellos platos, incluso sabrosos, como ropa vieja, torrejas, budines de pan, tartas, revueltos de todo tipo, albóndigas, que se hacían tan a menudo con los restos de la  comida anterior, fueron desapareciendo, de las mesas y del imaginario social nuestro. En realidad, la cultura consumista ha arrinconado a la propia cocina hogareña, hoy “nutrida” de deliveries; hasta el idioma proviene del Gran Hermano.

Fue también la llegada del alud de envasados. El mundo empresario, a caballo de razones atendibles, como la higiene, pero en realidad, más movido por los aumentos de rentabilidad que por la salud poblacional, fue universalizando los productos envasados, aboliendo los sistemas a granel.

Con una doble consecuencia: por un lado, como dice Vandana Shiva, las manos se fueron convirtiendo en agentes delictivas por excelencia: una sustancia tocada o rozada por manos, era algo penable, punible o rechazable. Como si lo envasado fuera garantía de pureza y calidad. Y por otro lado, la creación de envases, a menudo dobles, triples, cuádruples, agigantó el problema de la producción de desechos. A esa tijera que nos mutila y agiganta un problema habría que agregarle un tercer aspecto, –tendríamos que hablar de una triple consecuencia entonces– tan o más problemática que las anteriores: los envases que se usan, y los que más se usan, distan de ser inertes. Con lo cual, hemos introducido, modernización mediante, un factor patógeno desconocido o casi desconocido en tiempos tradicionales.

Pensemos que, p. ej.,  para el tratamiento de aguas minerales, hace ya un par de siglos, se usaban espitas de porcelana porque eran del material más inerte que se conocía, para no contaminar el agua surgente. O que el arquitecto romano Vitruvio, hace dos mil años, leyó bien, hace dos mil años, desaconsejaba el uso de cañerías de plomo para la distribución de agua potable en Roma, Pompeya y ciudades del imperio, por ser un metal que desprendía sustancias, no precisamente amigables para los humanos (ya estaba perfectamente diagnosticado el saturnismo). La sociedad moderna europeo-occidental, muy oronda, instaló las cañerías de plomo en todas partes, como señal de progreso, durante los siglos XIX y XX y no sólo para agua fría sino incluso para caliente, cuando el agua caliente se “come” literalmente dichos caños (y por lo tanto, los humanos ingerimos el plomo así extraído y pasado por las canillas respectivas).

La sociedad industrial, que despejó la visión para percibir una serie de acontecimientos inéditos en las sociedades humanas, a la vez, nos encegueció para ver otros aspectos de la naturaleza que las sociedades “tradicionales” sí sabían ver.

Lo que ganamos en técnica lo perdimos en sentido común

Sólo así pudimos “aceptar” plásticos blandos como envases de nuestros alimentos, cuando hay investigaciones terminantes de que dichos materiales empiezan a fundirse y a desprender sustancias cancerígenas a apenas 40 grados centígrados. La temperatura de cualquier verano rioplatense.(4)
Pero aquí estamos encarando el segundo de aquellos desastres: la montaña de basura creció sin medida ni concierto con la aglomeración incontenible de envases. Es lo que vemos hoy en cualquier campo, en cualquier mar.

Si llegamos a entender que se ha ido configurando un sistema de producción de basura que ha sido de interés para determinadas ramas industriales que se han expandido hasta lo irreconocible, como es el caso de la petroquímica, la industria del embalaje, y otras, entonces, es fácil darse cuenta que cualquier intento de cambiar este estado de cosas no pasa tanto por el consumo  –que siempre llega tarde y mal al problema–,  sino por la producción, que de algún modo configura el estado de situación.

Y si nos damos cuenta de esto, también podemos advertir que “el eje” no pasa por campañas de concientización, ni propaganda visual o televisiva, ni por las exhortaciones magisteriales a los niños en las escuelas, aunque todo eso contribuya en algo.

La situación es más bien de carácter económico y político.

Económico, porque ese estado de cosas afecta negativa o positivamente la rentabilidad empresaria.
Político, porque se necesitan decisiones para encauzar la actividad empresaria, por ejemplo, y la actividad material general, para evitar p. ej., el envasado ambientalmente gravoso o sanitariamente peligroso, y tantos otros encauces.

Pero que, por sobre todo, se trata de una cuestión cultural. Si sectores significativos de la población no ven problema en nuestras vidas cotidianas, va a estar difícil conseguir algo, bueno, durable. Porque es la cultura nuestra la que está en juego. Es un hecho cultural, aunque a algunos nos parezca atroz, aceptar sustancias cancerígenas y confiar luego en la medicina legal y oficial para obtener la detección precoz, que es el desiderátum de tantas campañas de “lucha contra el cáncer”).(5)

Si sectores decisivos de población prefieren vivir como viven, en todo caso con detección precoz (de cánceres, alergias, anemias, enfermedades autoinmunes, y otras patologías no sólo corporales sino también “mentales”), la basura es irrefrenable. Y los laboratorios festejarán, seguirán festejando, tal “elección”.

Cultura es lo que uno hace porque no puede no hacerlo

Si la gente advierte que nuestro sistema de vida nos miente, y en realidad es, poco a poco, cada vez más, un sistema de muerte, tal vez sí pueda haber un cambio. Pero tendrá que ser un cambio con rasgos culturales diferenciados. La primera erre tendrá que ser relevante: rechazar el uso de material irreciclable, como p. ej. los blixter, los tetrabrik, los sobres de papel con “la cómoda” ventana de plástico, los papeles plastificados (que no sirven para reciclar como plástico y menos como papel), las pilas no recargables, rechazar el uso “generoso” de bolsas de plástico que terminan rodando con el viento por mares y suelos, rurales y urbanos, rechazar la comida cargada de agrotóxicos, atreverse a reusar cosas, a reciclar. Pero no que lo haga “otro”, sino a partir de una asunción personal: cuando alguien ya no soporta un envenenamiento, lo que se suele llamar en el  contexto una contaminación, por ejemplo, eso quiere decir que en su trama cultural ya no lo puede incorporar (literalmente, metérselo en el cuerpo).

Cuando un edificio de veinte pisos con un predio de media manzana alrededor tenga habitantes que no soporten desprenderse cada día de una tonelada de materia celosamente escondida en bolsas negras de consorcio, y empiecen a reclamar, que, por ejemplo, los restos alimentarios, se composten en el jardín que tienen con solo césped, estaremos hablando de cambios culturales, cambios en la cultura cotidiana, que implica cambios de actitud y situaciones donde uno ya no puede comportarse como lo hacía antes y lo veía hacer a otros.

Mientras sigamos con técnicos viendo cómo hacer para que los cartoneros sean enterrados en vida en grandes recintos con tolvas para que “ellos” separen lo que pueden y devuelvan al cauce principal lo inservible, no habremos avanzado gran cosa, antes bien, nos habremos engañado una vez más. Porque los humanos tenemos la habilidad de hacerlo ene veces.

* Miembro del equipo docente de la Cátedra Libre de Derechos Humanos, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, periodista free-lance y editor de la revista semestral futuros del planeta, la sociedad y  cada uno.

notas:
1) Si esos zanjones además de postergar más que solucionar el problema de la contaminación por los desechos cotidianos, sirvió para resolver “dos en uno”, depositando restos humanos que “cosechaba” la dictadura entonces, es una pregunta de las que han quedado, por lo menos hasta ahora, sin respuesta.
2) En Buenos Aires, poco después, con la gestión Telerman, sobrevino algo por el estilo, aunque con un peregrino intento de clasificación entre residuos secos y húmedos. Tampoco entonces salió algún basurólogo progre a señalar que los promocionados y costosísimos contenedorcitos iban en sentido opuesto a todo criterio de separación en origen, una de las pocas medidas que, encaradas con un trasfondo cultural basado en la conciencia de la cuestión, tiene algún sentido.
3) Dictada en la Fundación R. Rojas, a fines de 2007.
4) Véanse “Detener al PVC” del equipo editorial de Integral, no 98, Barcelona, febrero 1988 y nuestros “Política de migraciones”  Página 12, Boletín Verde, 24 mayo 1992, reeditado en Ciudadanía planetaria, V. Bacchetta (comp.), Federación Internacional de Periodistas Ambientales, Montevideo, 2000;  “ALARA: otro mito tecnológico”, Revista del Sur, no 70, Montevideo, 10 jun. 1997; Basura y cultura, folleto del seminario-taller de Ecología y Derechos Humanos de la Cátedra Libre de DD.HH, de la Fac. de Filosofía y Letras de la UBA, 2º. cuatrimestre 2004; “La petroquímica y su visión autoindulgente sobre el desastre planetario”, www.rebelion.org del 20/6/2006, www.biodiversidadla.org del 21/6/2006, www.ecoportal.net/content/view/full/60988 del 3/7/2006, www.serviciosesenciales.com.ar, s/f.
5) Véase Samuel Epstein, oncólogo, autor de The Breast Cancer Program, estremecedora investigación sobre el cáncer de mama en EE.UU.: Epstein sostiene con documentación y pruebas irrefutables que las grandes organiza-ciones estadounidenses del área; National Cancer Institute (NCI) y American Cancer Society (ACS) luchan por la detección precoz, no por la prevención porque ‘es más la gente que vive del cáncer que la que muere por él’.

Publicado en revista Futuros. https://revistafuturos.noblogs.org

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El asalto oculto a las instituciones

Publicada el 24/08/2008 - 07/09/2018 por raas

Por Hakim Bey

Los niveles de la organización Inmediatista:

1) El Encuentro. Podría ser cualquier cosa desde una fiesta a un disturbio. Puede ser planeado o no, pero depende de la espontaneidad para “suceder realmente”. Ejemplos: encuentro anarquista, celebración neo-pagana, Rave, breve motín urbano o protesta espontánea. Por supuesto los mejores encuentros se convierten en TAZ’s como algunos de los Be-Ins de los 60s, las primeras reuniones de la tribu Rainbow, o el Disturbio de Stonewall.

2) El potlach horizontal. Un único encuentro de un grupo de amigos para intercambiar regalos. Una orgía planeada podría caer en esta categoría, siendo el regalo el placer sexual — o un banquete, siendo el regalo la comida.

3) La Minga (1). Como una minga de colchas, la Minga inmediatista consiste en un grupo de amigos/as que se reúnen regularmente a colaborar con un proyecto específico. La Minga podría servir como un comité de organización para un encuentro o un potlach, o como una colaboración creativa, un grupo de afinidad para la acción directa, etc. La Minga es como una Serie Pasional del sistema de Fourier, un grupo unido por una pasión compartida que solo puede ser realizada grupalmente.

4) Cuando la Minga adquiere un número de miembros más-o-menos permanente y un propósito mayor que un proyecto singular — un proyecto constante, digamos — puede convertirse en un “club” o una Gesellschaft organizada no-jerárquicamente para la actividad abierta, o también en un “Tong” organizado no-jerárquicamente sino clandestinamente para la actividad secreta. Ahora el Tong es del más inmediato interés para nosotros por razones tácticas, y también porque el club opera en el peligro de la “institucionalización” y por eso (en la frase de Ivan Illich), de la “contra-productividad paradójica”. (Eso es, mientras que la institución se acerca a la rigidez y el monopolio, comienza a tener el efecto opuesto de su propósito original. Sociedades fundadas para la “libertad” se convierten en autoritarias, etc.) El Tong Tradicional también es sujeto de esta trayectoria, pero el Tong Inmediatista es construido, por decirlo de alguna manera, para auto-destruirse cuando ya no sea capaz de servir su propósito.

5) La TAZ puede surgir de cualquiera o de todas las formas anteriores, singularmente, en secuencia, o en un patrón complejo. Aunque he dicho que la TAZ puede durar tan brevemente como una noche o tan extendido como un par de años, esta es sola una regla rústica, y probablemente la mayoría de los ejemplos están entre medio. Una TAZ es más que cualquiera de las primeras cuatro formas, en el sentido de que mientras dura, satisface el horizonte de atención de todos sus participantes; se convierte (por más corta que sea) en una sociedad completa.

6) Finalmente, en el levantamiento, la TAZ quiebra sus propias fronteras y fluye (o quiere fluir) hacia el “mundo entero”, hacia todo el tiempo/espacio inmediato disponible. Mientras dura el levantamiento, y no ha sido acabado por derrota o por un cambio hacia la “Revolución” (que aspira a la permanencia), la Insurrección mantiene la conciencia de la mayoría de sus adherentes espontáneamente sintonizada con ese otro modo esquivo de intensidad, claridad, atención, de realización grupal e individual, y (para ser obtuso) con esa felicidad tan característica de los grandes solevantamientos sociales como la Comuna o 1968. Desde el punto de vista existencial (y aquí invocamos a Stirner, Nietzsche y Camus), esta felicidad es de hecho el propósito del levantamiento.

Los objetivos de la organización Inmediatista son:

1) Convivialidad: el acercamiento en cuanto a cercanía física del grupo para el perfeccionamiento sinérgico de los placeres de sus miembros.

2) Creación: la producción colaborativa, directa e inmediata, de belleza necesaria, fuera de toda estructura de hipermediación, alienación, mercantilización (2) . Hace rato nos hemos hastiado de sutilizar los términos, y si no sabes a lo que nos referimos con “belleza necesaria” podrías también dejar de leer aquí. “Arte” es solo una sub-categoría posible de este misterio, y no necesariamente la más vital.

3) Destrucción: Iríamos más lejos que Bakunin, y diríamos que no hay creación sin destrucción. La noción misma de traer alguna nueva belleza a la vida implica que una fealdad anterior ha sido barrida del lugar o volada en pedazos. La belleza se define a sí misma en parte (pero precisamente) destruyendo la fealdad que no es ella. En nuestra versión del mito Soreliano de la violencia social, sugerimos que ningún acto Inmediatista es completamente auténtico y efectivo sin la creación y la destrucción: toda la dialéctica Inmediatista está implícita en cualquier “acción directa” inmediatista, tanto la creación-en-la-destrucción como la destrucción-en-la-creación. Por eso el “terrorismo poético”, por ejemplo; y por eso el verdadero objetivo o telos de toda nuestra forma organizacional es:

4) la construcción de valores. La “experiencia cumbre” Masloviana es formadora de valores a nivel individual; la factualidad existencial de la Minga, el Tong, la TAZ o el levantamiento permite que una “reevaluación de los valores” fluya de su intensidad colectiva. Otra forma de ponerlo: — la transformación de la vida cotidiana.
El vínculo entre la organización y el objetivo es la táctica. En términos simples, ¿qué es lo que hace la organización Inmediatista? Nuestra “estrategia” es la de optimizar las condiciones para la emergencia de la TAZ (o incluso de la Insurrección) — pero ¿qué acciones específicas pueden ser llevadas a cabo para construir esta estrategia? Sin tácticas, la organización Inmediatista podría también dispersarse de una vez. La “acción directa” debería fomentar la “causa”, pero también debe contener todo el potencial para el florecimiento de la causa en sí misma. De hecho, cada acto debe ser in potentia tanto apuntado al objetivo como idéntico al objetivo.

No podemos usar tácticas que estén limitadas a la mediación; cada acción debe inmediatamente realizar el objetivo, por lo menos en parte, a fin de que no nos encontremos trabajando para abstracciones e incluso simulaciones de nuestro propósito. Aún así, las muy diferentes tácticas y acciones deberían además ser más que la suma de sus partes, y dar vida a la TAZ o al Levantamiento. Así como las organizaciones ordinarias no pueden proveernos de las estructuras que necesitamos, las tácticas ordinarias no pueden satisfacer nuestra demanda de “situaciones” tanto inmediatas como insurreccionarias.

La convivialidad es tanto una táctica como un fin. Noble en sí misma, puede servir como forma y como contenido para modos organizacionales tales como el encuentro, el potlach, el banquete. Pero la convivialidad por sí misma carece de la energía transformativa que generalmente surge solo de un complejo de acciones que incluyen lo que hemos llamado “destrucción” así como “creación”. La organización Inmediatista ideal apunta a este objetivo más complejo, y gana convivialidad como una estructura necesaria en ella. En otras palabras, reunirse en un grupo para planear potenciales TAZ para un grupo incluso mayor es ya un acto Inmediatista que involucra la convivialidad — como el reino de los cielos, se “suma a” todo el esfuerzo sincero por interrupciones más exaltadas. Podría parecer que el más puro acto o táctica Inmediatista involucraría sin embargo creación y destrucción simultánea más que solo convivialidad — por eso la Minga y el Tong son formas organizacionales “mayores” que el encuentro y el potlach.

En la Minga el énfasis está en la creación — la colcha, por así decirlo — el proyecto de arte colaborativo, el acto grupal de generosidad hacia sí misma y hacia la realidad, más que hacia una “audiencia” de consumidores mediatizados. Por supuesto la Minga puede también considerar y emprender acciones destructivas o “criminales”. Pero cuando lo hace ya ha dado, quizás, el primer paso para convertirse en una sociedad secreta o un Tong Inmediatista. Por lo tanto pienso que el Tong es la forma de organización inmediatista más compleja (o la “mayor) que puede ser pre-determinada a un grado significativo. La TAZ y el levantamiento dependen finalmente de muchos factores para que el proceso de “organización” sea llevado a cabo sin “suerte”. Como he dicho, podemos maximizar las posibilidades para la TAZ o la insurrección, pero no podemos realmente “organizarlos” o hacer que sucedan. El Tong, sin embargo, puede ser definido y organizado claramente, y puede realizar acciones complejas, tanto materiales como simbólicas, tanto creativas como destructivas. El Tong no puede garantizar la TAZ, mucho menos la insurrección, pero seguramente puede complacer muchos o la mayoría de los deseos inmediatos de menor complejidad — y después de todo podría ser exitoso en precipitar el gran evento de la TAZ, la Comuna, la “restauración del Ming” como un Gran Festival de Conciencia, el objetivo correlativo de todo deseo.

Teniendo todo esto en cuenta tratemos de imaginar — y luego criticar — posibles tácticas para el grupo Inmediatista, e idealmente para el Tong semi-permanente bien organizado o para el grupo de acción o red de afinidad virtualmente clandestinos, capaces de intentar acciones directas complejas y totalmente desarrolladas en una estrategia articulada. Cada acción de este tipo debe dañar o destruir simultáneamente algunos tiempos/espacios reales y/o imaginarios de “el enemigo”, incluso como crea simultáneamente, para sus perpetradores, la fuerte posibilidad de la experiencia cumbre o la “aventura”: así, en cierto sentido, cada táctica se mueve para apropiar y desviar el espacio del enemigo y eventualmente ocuparlo y transformarlo. Cada táctica o acción ya es potencialmente todo el “Camino” de la autonomía en sí mismo, de la misma forma que cada invocación de lo Real ya contiene la totalidad del camino espiritual (de acuerdo a la “gnosis” del Ismaelismo y el sufismo heterodoxo).

¡Pero espera! Primero: — ¿Quién es “El Enemigo”? Está muy bien eso de murmurar sobre conspiraciones de lo Establecido o de las redes de control psíquico. Estamos hablando de acciones-directas-en-tiempo-real que deben ser llevadas a cabo “en contra” de nodos identificables del poder-en-tiempo-real. La discusión de enemigos abstractos como “el estado” no nos conducirán a ningún lugar. No estoy oprimido (o alienado) directamente por ninguna entidad concreta llamada el estado, sino por grupos específicos como los profesores, la policía, los jefes, etc. Una “Revolución”: podría apuntar a derrocar un “estado”. Pero la Insurrección y todos sus grupos de acción Inmediatista tendrán que descubrir algún objetivo que no sea una idea, un pedazo de papel, un “espectro” que nos encadena a nuestros malos sueños sobre el poder y la impotencia. Jugaremos en la guerra de las imágenes, sí. Pero las imágenes surgen de o fluyen a través de nexos específicos. El espectáculo tiene una estructura, y la estructura tiene coyunturas, cruces, patrones, niveles. El Espectáculo incluso tiene una dirección — a veces — quizás. No es real en la forma en que la TAZ es real. Pero es lo suficientemente real como para un asalto.

Dado que los textos Inmediatistas han sido mayormente dirigidos a los “artistas” y a los “no-autoritarios”, y dado que el Inmediatismo no es un movimiento político sino un juego, incluso un juego estético, parecería inescapablemente obvio que deberíamos buscar al enemigo en los Medios, especialmente en aquellos que consideramos directamente opresivos. Por ejemplo, para el estudiante, el medio opresivo y alienante es “la educación”, y el nexo (el punto de presión) debe, por lo tanto, ser la escuela. Para el artista, la fuente directa de alienación parecería ser el complejo que usualmente llamamos los Medios, que ha usurpado el tiempo y el espacio del arte como quisiéramos practicarlo — que ha redefinido toda la comunicatividad creativa como un intercambio de mercancías o de imágenes alienantes — que ha envenenado el “discurso”. En el pasado el medio alienante era la iglesia y la insurrección era expresada en el lenguaje de la espiritualidad herética versus la religión organizada.

Hoy los Medios cumplen el rol de la Iglesia en la circulación de imágenes. Así como la Iglesia alguna vez tramó una falsa escasez de santidad o salvación, los Medios construyen una falsa escasez de valores, o de “significado”. Así como la Iglesia alguna vez trató de imponer su monopolio en el espíritu, los Medios quieren re-hacer el lenguaje en sí mismo como pura mente, divorciado del cuerpo. Los Medios niegan el significado a la corporalidad, a la vida cotidiana, de la misma forma en que la Iglesia alguna vez definió al cuerpo como malvado y a la vida cotidiana como pecado. Los Medios se definen a sí mismos, o a su discurso, como el universo real. Nosotros, meros consumidores, vivimos en un mundo-mental de ilusiones, con TVs como ojos-enchufes a través de los cuales nos asomamos al mundo de los vivos, los “ricos & famosos”, los reales. Así mismo la religión definió al mundo como una ilusión y al cielo como lo único real — real, pero tan lejos. Si la insurrección le habló alguna vez a la Iglesia como herejía, así debe hablarle ahora a los Medios. Alguna vez, los campesinos revoltosos incendiaron iglesias. Pero, ¿cuáles son exactamente las iglesias de los Medios?

Es fácil sentir nostalgia por tales enemigos magníficos de antaño como la Iglesia Católica Romana. Incluso he tratado de convencerme que todavía vale la pena conspirar contra la desteñida charada actual de odio al sexo. Infiltrar la iglesia; llenar el anaquel de tratados con bellos volantes porno rotulados “Esta es la Cara de Dios”; esconder objetos dada/vudú bajo los asientos y detrás del altar; enviar manifiestos ocultistas al Obispo y al clero; filtrar amedrentamientos satánicos a la prensa idiota; dejar evidencia incriminando a los Illuminati. Un blanco incluso más satisfactorio podrían ser los Mormones, que están completamente cautivados por la hipermediada Tecnología de las Comunicaciones, y aún así intensamente sensibles a la “magia negra” (3).

El Televangelismo ofrece una mezcla especialmente tentadora de Medios y mala religión. Pero cuando se trata del poder real, las iglesias se perciben bastante vacías. El dios las ha abandonado. El dios tiene su propio show estelar de conversación ahora, sus propios auspiciadores corporativos, su propia red. El verdadero blanco son los Medios.

El “asalto mágico”, sin embargo, todavía se mantiene promisoria como una táctica contra esta nueva iglesia y su “nueva inquisición” — precisamente porque los Medios, como la iglesia, hace su trabajo a través de la “magia”, la manipulación de imágenes. De hecho, nuestro mayor problema en asaltar a los Medios será inventar una táctica que no pueda ser recuperada por Babilonia y volverla hacia su propia ventaja-de-poder. Un jadeante reporte de “noticias en vivo” de que la CBS ha sido atacada por hechiceros radicales simplemente se convertiría en parte del “espectáculo de la disidencia”, el drama sub-maniqueo del discurso de la simulación.

La mejor táctica defensiva contra esta co-optación será la sutil complejidad y la profundidad estética de nuestro simbolismo, que debe contener dimensiones fractales intraducibles al lenguaje plano de las imágenes del tubo. Incluso si “ellos” intentan apropiarse de nuestra imaginería, en otras palabras, conllevará un inesperado subtexto “viral” que infectará todos los intentos de recuperación con un nauseabundo malestar de incertidumbre — un “terror poético”.

Una idea simple sería volar una torre de transmisión de TV y luego llevarse el crédito de la acción en nombre de la Sociedad Americana de Poesía (que deberían estar volando torres de TV); pero tal acto puramente destructivo carece del aspecto creativo de la táctica auténticamente inmediatista. Cada acto de destrucción debería idealmente ser también un acto de creación. Supón que pudiéramos dejar en blanco una transmisión en un barrio y al mismo tiempo hacer florecer un milagroso festival, liberando y transformando el centro comercial local en una TAZ de una noche — luego nuestra acción combinaría destrucción y creación en una acción directa de belleza y terror verdaderamente Inmediatista — Bakuninesca, situacionística, dada real por fin.

Los Medios podrían intentar distorsionarla y apropiar su poder para ellos, pero incluso así no podrían borrar jamás la experiencia del barrio liberado y su gente — y es probable que los Medios permanecerían, después de todo, silenciosos, ya que todo el evento parecería demasiado complejo para digerirlo y cagarlo como una “noticia”.

Una acción tan inmensamente complicada estaría más allá de las posibilidades de cualquier Tong Inmediatista, o sólo podría ser realizada por el más rico y completamente desarrollado. Pero el principio puede ser aplicado en bajos niveles de complejidad. Por ejemplo, imagina que un grupo de estudiantes quieren protestar contra el estupidizante efecto de la educación como medio, interrumpiendo o tomándose la escuela por un tiempo. Puede ser hecho fácilmente, como muchos agudos saboteadores secundarios han descubierto. Llevado a cabo como una acción puramente negativa, sin embargo, el gesto puede ser interpretado por la autoridad como “delincuencia” y de esa manera su energía podría ser recuperada para el beneficio del Control.

Los saboteadores deberían crear un punto a través del cual se transmita simultáneamente información valiosa, belleza, un sentido de aventura. Por lo bajo, panfletos anónimos sobre anarquismo, educación en casa, critica a los Medios o información del tipo debieran ser “dejados en la escena” o distribuidos a otros estudiantes, facultades, incluso a la prensa. En el mejor de los casos, una alternativa a la escuela misma debería ser sugerida, a través de la convivialidad, el festival, el aprendizaje liberado, la creatividad compartida (4).

Volviendo al proyecto del “asalto mágico” a los Medios, o al embrujo-de-los-medios:: — debería también combinar en un gesto (más o menos) tanto los elementos creativos como destructivos de la efectiva obra de arte o de terrorismo poético Inmediatista. De esta manera probará (esperamos) ser demasiado compleja para el usual proceso de recuperación. Por ejemplo, sería fútil bombardear al blanco de los Medios con imágenes de horror, derramamiento de sangre, asesinato en serie, abuso sexual alienígena, chapoteo S&M y cosas por el estilo, ya que los Medios mismos son los principales proveedores de tal imaginería.

El semi-satanismo del Guignol calza justo en el espectro del horror-como-control donde la mayor parte de la transmisión ocurre. No puedes competir con las “noticias” por imágenes de disgusto, repulsión, pánico atávico, o gore. Los Medios (si podemos personificarlos por un momento) podrían en primera instancia sorprenderse de que alguien se molestara en reflejar esta mierda de vuelta a los Medios — pero no tendría ningún efecto oculto (5).

Imaginemos (¡otro “experimento-del-pensamiento”!) que un oculto grupo Inmediatista de cierto tamaño y seriedad ha conseguido de alguna manera las direcciones (incluyendo el fax, teléfono, E-mail, o lo que sea) del staff ejecutivo y creativo de un show de TV al cual pudiéramos sentir representando un nadir de alienación y veneno psíquico (digamos “NYPD Blue”). En “La Maldición Malaya del Djinn Negro” (6) sugerí enviar paquetes de objetos dada/vudú a tales personas, junto con advertencias de que su lugar de trabajo había sido maldito. En ese momento, yo estaba poco dispuesto a recomendar maldiciones contra individuos.

Ahora recomendaría, sin embargo, algo aún peor. Además, para estos magnates de los Medios favorecería el tipo horripilante de imaginería Musulmana/herética de reptil de jungla que describí en la operación del “Djinn Negro” — ya que los Medios muestran tanto miedo del terror “Musulmán” y tanta intolerancia contra los Musulmanes — pero ahora haría todo el escenario y la imaginería mucho más compleja. Se les debería enviar a los ejecutivos y escritores de TV objetos tan exquisitos y perturbadores como “cajas” surrealistas, conteniendo imágenes bellas pero “ilegales” de placeres sexuales (7), e intrincado simbolismo espiritual, evocativas imágenes de la autonomía y el placer en la auto-realización, todo muy sutil, replegado, misterioso; estos objetos deben ser hechos con fervor artístico real y la más alta inspiración, pero cada uno pensado para una persona — la víctima del hechizo.

Los receptores podrían bien ser perturbados por estos “regalos” anónimos, pero probablemente no los destruirán, ni siquiera lo discutirán alguna vez. Ningún daño a nuestro plan si es que lo hacen. Pero estos objetos podrían bien lucir demasiado finos, demasiado “caros” para destruirlos — y demasiado “sucios” para mostrárselos a alguien más. Al día siguiente, cada una de las víctimas recibirá una carta explicando que su recepción de los objetos efectuó el envío de una maldición. El hechizo les hará llegar a conocer sus verdaderos deseos, simbolizados por los objetos mágicos. Comenzarán ahora a darse cuenta de que están actuando como enemigos de la raza humana al mercantilizar el deseo y trabajar como agentes del Control del alma.

Los objetos de arte mágicos se entretejerán hacia sus sueños y deseos, haciendo que sus trabajos parezcan ahora no solo venenosamente aburridos, sino también moralmente destructivos. Sus deseos despiertos tan mágicamente los arruinarán para trabajar en los Medios — a menos que se vuelvan hacia la subversión y el sabotaje. En el mejor de los casos, podrán renunciar. Esto podría salvar su sanidad a expensas de sus “carreras” insensatas. Si se quedan en los Medios se debilitarán por el deseo insatisfecho, la vergüenza y la culpa. O se convertirán en rebeldes, y aprenderán a luchar contra el Ojo de Babilonia desde el interior del vientre del ídolo. Mientras que su “show” ha sido escogido para un asalto mágico total por parte de un grupo de hechiceros terroristas Shiitas, o la Escuadra de Choque Vudú de Libia, o algo por el estilo. Por supuesto sería bueno tener un agente interno para plantar “pistas” y espiar información, pero algunas variaciones de este plan pueden ser llevadas a cabo sin una infiltración activa en las instituciones. El asalto inicial podría quizá ser seguido por cartas de propaganda anti-Medios, e incluso tratados Inmediatistas. Si fuera posible, por supuesto, algo de mala suerte podría ser producida para las víctimas o su institución. Travesuras, ya sabes.

Pero, de nuevo, esto no es necesario, e incluso podría salirse del camino de nuestra pura experimentación con el cagar-la-mente y la manipulación de imagen. Deja que los bastardos produzcan su propia mala suerte desde su tristeza interna por ser imbéciles así de malvados, desde su superstición atavística (sin la cual no podrían ser ese tipo de magos de los Medios), desde su temor a la alteridad, desde su sexualidad reprimida. Puedes estar seguro de que lo harán — o que, por lo menos, recordarán la “maldición” cada vez que algo malo les pase.

El principio general puede ser aplicado a otros Medios que no sean la televisión. Una compañía de computadores, por ejemplo, podría ser maldita a través de sus computadores por un hacker talentoso, aunque uno tendría que evitar los escenarios de ciencia ficción como el cyberespacio encantado de William Gibson — demasiado barroco. Las compañías de publicidad funcionan sobre la base de pura magia, cineastas, empresas de Relaciones Publicas, galerías de arte, abogados, incluso políticos (8). Cualquier opresor que trabaje a través de la imagen es susceptible al poder de la imagen.

Debería ser subrayado que aquí no estamos describiendo la Revolución, o la acción política revolucionaria, o siquiera el Levantamiento. Esto es meramente un nuevo tipo de agit-prop neo-hermética, una propuesta para un nuevo tipo de “arte político”, un proyecto para un Tong o los artistas rebeldes, un experimento en el juego del Inmediatismo. Otros lucharán contra la opresión en sus propios campos de especialidad, trabajo, discurso, vida. Como artistas nosotros escogemos luchar dentro del “arte”, dentro del mundo de los Medios, contra la alienación que nos oprime más directamente. Escogemos batallar allí donde vivimos, en vez de teorizar sobre la opresión en algún otro lugar. He intentado sugerir una estrategia e imaginar ciertas tácticas que podrían adelantarla. Ninguna otra afirmación es hecho y ningún detalle mayor debería ser divulgado. El resto es para el Tong.

Admitiré que mi propio gusto podría correr hacia un acercamiento aún más violento a los Medios que el propuesto en este texto. La gente habla acerca de “tomarse” las estaciones de TV, pero ninguno de ellos ha tenido éxito. Por más ridículo que pueda parecer, tendría más sentido dispararle a los televisores en las vitrinas de las tiendas de electrónica que soñar con tomarse los estudios. Pero rayo una línea en el suelo al sugerir atentados contra los fascistas de las Noticias, o incluso el asesinato del perro de Geraldo, por muchas razones que todavía parecen suficientes para mí. De una vez, he tomado a pecho las observaciones de Nietzsche respecto de la inferioridad y la inutilidad del revanchismo como una doctrina política. La mera reacción nunca es una respuesta suficiente — mucho menos una senda noble. Además, no funcionaría. Sería visto como un “ataque a la libre expresión”.

El proyecto propuesto aquí incluye dentro de su estructura la posibilidad de efectivamente cambiar algo — incluso si son solo un par de “mentes”. En otras palabras tiene un aspecto constructivo integral y estrechamente ligado con un aspecto destructivo, para que los dos no puedan ser separados. Nuestro objeto dada/vudú es un ataque y una seducción a la vez, y ambos motivos serán explicados a fondo en los volantes o cartas que los acompañen. Después de todo, está la posibilidad de que podamos convertir a alguien. Claramente, podríamos fallar fácilmente aquí también. Todos nuestros esfuerzos pueden terminar en la basura, olvidados por mentes demasiado bien blindadas incluso para sentir la desazón de un momento. Esto es, después de todo, un mero experimento del pensamiento, o un experimento en el pensamiento. Si quieres puedes incluso llamarlo una forma de crítica estética dirigida a los perpetradores más que a los consumidores del mal arte. El tiempo para la violencia real no ha llegado todavía, si solamente porque la producción de violencia permanece siendo el monopolio de las Instituciones. No hay punto alguno en arriesgarse y alzar una pistola si uno está enfrentándose a un satélite de rayos tipo Estrella de la Muerte (9).

Nuestra tarea es la de alargar las grietas en el seudo monolito del discurso social, desvelando gradualmente porciones de espectáculo vacío, rotulando formas sutiles de control mental, mapeando rutas de escape, astillando la cristalización de la sofocación de la imagen, golpeando en sartenes y potes para despertar a algunos ciudadanos del trance de los Medios, usando los Medios íntimos (10) para orquestar nuestros asaltos a los Grandes Medios y sus Grandes Mentiras, aprendiendo nuevamente a respirar juntos, a vivir en nuestros cuerpos, a resistir la imagen-heroína de la “información”. Lo que aquí he llamado “acción directa” realmente debería ser conocida como acción indirecta, simbólica, viral, oculta y sutil más que efectiva, hiriente, militante y abierta. Si nosotros y nuestros aliados naturales disfrutamos de un poco de éxito, sin embargo, la superestructura podría eventualmente perder tanta coherencia y seguridad que su poder empezaría a resbalarse también.

El día podría llegar (¿quién hubiera pensado que una mañana en 1989 el Comunismo se evaporaría?), podría llegar el día en que el Capitalismo-aún-más-tardío comience a derretirse — después de todo solo ha llegado más allá que el Marxismo y el fascismo porque es aún más estúpido — un día el material mismo del consenso podría empezar a desenhebrarse, junto con la economía y el medio ambiente. Un día el coloso podría temblar y balancearse, como una vieja estatua de Stalin en alguna plaza de provincia. Y en es día quizás una estación de televisión será volada en pedazos y se mantendrá así. Hasta entonces: — uno, diez, mil asaltos ocultos a las instituciones.

Hakim Bey

Notas:
1) N. del T.: Ya que estas traducciones están hechas para Latinoamérica principalmente, utilizo el termino Minga como la más precisa traducción del termino “Bee” usando por Bey, que designa a una tradicional costumbre anglosajona en la que grupos de mujeres (vecinas de un pueblo, de una calle…) se reúnen (al parecer la costumbre aún pervive) para hacer una colcha con retales y de paso charlar, beber y; en definitiva, pasarlo bien. Minga es el nombre que se le da a una tradición similar en diferentes lugares de Sudamérica. En definitiva, un “trabajo gratuito en común”.
2) No estoy usando aquí el término hipermedios en el sentido asignado a él por nuestros camaradas de la Endarquía Xexoxial, que llaman hipermedios simplemente a la apropiación de todos los Medios creativos para un efecto singular (en otras palabras, la nueva etapa más allá de los “Medios mezclados”)… Estoy usando el término “hipermediación” para significar la representación exacerbada al punto de la alienación máxima, como en la imagen de la mercancía.
3) El Mormonismo fue fundado por bribones Masones ocultistas, y los líderes Mormones siguen siendo extremadamente susceptibles a alusiones de un pasado enterrado regresando a rondarlos. La Iglesia Católica Romana podría tratar un “asalto mágico” con un encogimiento milenarista de sofisticación Italiana — pero los Mormones irían por sus armas.
4) Es importante no ser atrapado, ya que esto neutraliza todo poder que podamos haber ganado o buscado expresar, e incluso convierte nuestro propio poder contra nosotros. Una buena acción Inmediatista debería ser relativamente impecable, para acuñar un oxímoron. Ser expulsado de la secundaria podría arruinar el efecto. El Inmediatismo quiere ser un arte marcial, no un camino al martirio.
5) El problema con la mayor parte del arte “transgresor” es que no transgrede ninguno de los valores del Consenso — meramente los exagera, o en el mejor de los casos, los exacerba. La obsesión estética con la muerte hace una mercancía perfecta (imagen-sin-sustancia), ya que el envío del significado de la imagen efectivamente le pondría un fin al consumidor. Comprar muerte es comprar fracaso o fascismo — un borde sobre el cual el mismo Bataille se balanceó con una enfermiza carencia de balance. Digo esto a pesar de la admiración por Bataille.
6) N. del T.: Conjuro de magia negra explicado en uno de los Comunicados de la Asociación de la Anarquía Ontológica.
7) Esto prevendrá que las imágenes alguna vez aparezcan en TV o en fotos de la prensa. Coincidentemente, será también una declaración sobre la relación entre “belleza” y “obscenidad”, y entre “arte” y “censura”, etc., etc.
8) Que generalmente no valen la pena ser atacados como “políticos”, ya que después de todo son meros “tigres de papel” (dicen o parecen ser amenazas, pero no lo son realmente) — pero quizás vale la pena que sean atacados como tigres de papel.
9) Todos los elogios a los activistas que destruyeron un satélite así en California, con hachas. Desafortunadamente fueron pillados, y castigados con la retención de sus salarios para pagar el costo de la destrucción. Nada de bueno.
10) Los Medios íntimos por definición no alcanzan el inconsciente de masas como la TV, las películas, periódicos. Pueden todavía “hablarle” al individuo. Radios FM, videos de acceso público vía cable, pequeña prensa, CDs y cintas de cassette, software y otras tecnologías de la comunicación pueden ser usados como Medios íntimos. Aquí la idea de la Endarquía Xexoxial de los “hipermedios” como una herramienta para la insurrección encuentra su verdadero rol. Existen dos facciones enfrentadas dentro de la teoría no-autoritaria actualmente: — los primitivistas anti-tecnología (Fifth Estate, Anarchy: A Journal of Desire Armed, John Zerzan) y los futurologistas pro-tecnología (incluyendo tanto a los anarcosindicalistas de izquierda como a los anarco-libertarios de derecha). Encuentro todos los argumentos sumamente informativos e inspiradores. En la Zona Temporalmente Autónoma y en otras partes he intentado reconciliar ambas posiciones en mi propio pensamiento. Sugeriría ahora que la cuestión propuesta por estos argumentos no puede ser respondida excepto en el proceso-de-devenir de una praxis (o política) activa del deseo. Imaginemos que “la Revolución” ha tenido lugar. Somos libres de decidir nuestro nivel de tecnología, en un espectro que va desde lo primitivo pre-Era del Hielo hasta la Ciencia Ficción post-industrial. ¿Forzarán los neo-paleolíticos a los futuristas a que dejen su tecnología? ¿Forzarán los cadetes del espacio a los Zerzanianos a comprar equipos de Realidad Virtual? Piadosamente, uno espera que no. La cuestión será, mejor dicho: ¿cuánto deseamos la vida cazadora/recolectora? ¿o la vida CiberEvolucionaria? ¿Deseamos computadores lo suficiente como para forjar chips de silicio nosotros mismos? Porque después de la Revolución nadie aceptará el trabajo alienado. En esto coinciden todas las tendencias no-autoritarias. ¿Quieres un bosque lleno de juego? Eres responsable por su fecundidad y lo salvaje en él. ¿Quieres una nave espacial? Eres responsable de su manufacturación, desde extraer el oro hasta forjar sus partes. Por todos los medios forma una comuna o una Red. Por todos los medios demanda que mi nivel de tecnología no interfiera con el tuyo. Aparte de estas pocas reglas de base para evitar la guerra civil, la sociedad no-autoritaria no puede depender más que en el deseo para conformar su techné. Como Fourier lo habría puesto, el nivel de complejidad económica de una sociedad utópica deberá estar en armonía con la totalidad de todas las Pasiones. No puedo predecir cuál emergería exactamente. Todo lo que puedo imaginar es lo que soy capaz de desear al punto de estar dispuesto a su realización.

Personalmente (como una cosa de gustos) yo visualizo algo bastante como bolo’ bolo: — infinita variedad dentro del contexto básico revolucionario de libertad positiva. Por definición podría no haber tal cosa como una bolo-NASA o un bolo-Wall Street, porque la NASA y Wall Street dependen de la alienación para existir. Esperaría algo más como baja-tecnología o tecnología “apropiada” (imaginada por los teóricos de los 60s como Illich) para ser el promedio Utópico, con alas extremas ocupando una Salvajidad restaurada por un lado, y la Luna por el otro… En cualquier caso, todo es ciencia ficción. En mi escritura trato de visionar tácticas que puedan ser usadas ahora por cualquier tendencia no-autoritaria. Tanto el “Tong” como el asalto a los Medios deberían atraer tanto a primitivistas como a los de la tecnología. Y discuto el uso tanto de la magia como de los computadores porque ambos existen en el mundo que habito, y ambos serán usados en la lucha por la liberación. No solo el futuro, sino también el presente lleva en sí muchas posibilidades, muchos recursos, un exceso superabundante-redundante de potenciales, para ser limitado por ideología. Una teoría de la tecnología es muy restrictiva. El Inmediatismo ofrece, en cambio, una estética de la tecnología, y prefiere la praxis a la teoría.

* Una nota sobre la Arquitectura de la TAZ : Obviamente la TAZ usualmente no deja ninguna ruina a su paso. Construir no es su prioridad. Y aún así todo el espacio habitado es arquitectura — espacio construido, espacio hecho — y la TAZ por definición tiene presencia en el tiempo y el espacio reales. El campamento nómade podría servir quizás como el prototipo primordial. Carpas, casas rodantes, caravanas, botes-casas. La antigua carpa viajera de circo o carnaval podría ofrecer un modelo para la arquitectura de la TAZ. En un escenario urbano, la okupa se convierte en el espacio más común posible para nuestros propósitos, pero en Estados Unidos, a como dé lugar, la ley de propiedad hace que la okupa sea un lugar pobre por definición. La TAZ quiere un espacio rico, no tan rico en articulación (como en el espacio de control, la construcción oficial del capital, la religión, el estado), sino más bien rico en expresión. Los espacios juguetones temporales propuestos por los situacionistas y los urbanistas radicales en los 60s tenían cierto potencial, pero financieramente probaron ser demasiado caros y demasiado planeados. la arquitectura de la ur-TAZ es la de la Comuna de París. El microbarrio es cercado por barricadas.

Las casas idénticas de los pobres son entonces conectadas haciendo pasadizos a través de todas las murallas al nivel del suelo. Estos pasadizos nos recuerdan de las arcadas de Fourier, a través de los cuales los Falansterianos circularían a través de su palacio comunitario, del espacio privado al público y viceversa. La ciudad-cuadra de la Comuna se convirtió en una TAZ fortificada con espacio militar público al nivel del suelo (y en techos) y espacio privado en los pisos superiores, con las calles cerradas como un espacio-festival. Este plan influencia la arquitectura del bolo’ bolo de “P.M”, donde una cuadra-comuna se convierte en una comuna utópica urbana más permanente. En cuanto a la TAZ, es efectuado por un tipo de cierre, pero uno paradójicamente disparado a través de aberturas. Escapa al encierro asfixiante de la Capital, y a la fealdad trágica del espacio urbano. Su arquitectura es suave, no estriado — por eso la carpa, no la prisión; el pasadizo, no el portal; la barricada, no los bulevares de Haussmann.

fuente: www.caosmosis.acracia.net/?p=14

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Comunicado Nº11. Arenga de las fiestas. Número especial sobre la alimentación: ¡Abajo lo light!

Publicada el 24/08/2008 - 07/09/2018 por raas

La Asociasión de la Anarquía Ontológica convoca un boicot contra todos los productos mercantilizados bajo el santo y seña de lo light; cerveza, carne, dulces bajos en calorías, cosméticos, música, «estilos de vida» preempaquetados, lo que sea.

Por Hakim Bey

El concepto de lo light desarrolla un complejo de simbolismos por el que el Espectáculo espera reutilizar toda repulsión contra su mercantilización del deseo. El producto «natural», «orgánico», «saludable» está diseñado para un sector del mercado de consumidores ligeramente insatisfechos, con casos leves de shock del futuro y con una sutil añoranza de tibia autenticidad. Han preparado un nicho para ti, suavemente iluminado con las ilusiones de la simplicidad, la esbeltez, la limpieza, con una pincelada de ascetismo y de autonegación. Por supuesto, esto cuesta un poco más caro… después de todo, la ligereza no fue diseñada para pobres hambrientos primitivos que todavía piensan en la comida como alimento en vez de como decoración. Tiene que ser más cara -de otra forma tú no la comprarías-.

La Clase Media Americana (no me vengas con sutilezas; tú ya sabes a lo que me refiero) cae naturalmente en facciones opuestas pero complementarias: los Ejércitos de la Anorexia y de la Bulimia. Los casos clínicos de estas enfermedades tan sólo representan la espuma psicosomática en una ola de patología cultural, profunda, difusa y en gran medida inconsciente. Los bulímicos son aquellos yupposos de las clases acomodadas que se atiborran de margaritas y vídeo domestico, y después se purgan con comidas light, carreras, o vapuleos (an)aeróbicos. Los anoréxicos son los rebeldes del «estilo de vida», maníacos a ultranza de la comida, comedores de algas, tristes, pálidos y macilentos -pero satisfechos en su celo puritano y en sus cilicios de diseño-. La grotesca comida basura sólo representa la otra cara de la espectral «dieta sana»: nada sabe a nada sino a serrín y aditivos; todo es o aburrido o carcinogénico -o los dos- y todo es increíblemente estúpido.

La comida, cruda o cocida, no puede escapar al simbolismo. Es y a la vez representa aquello que es. Toda comida es comida del alma; tratarla de cualquier otra forma es cortejar la indigestión, ya crónica o metafísica.

Pero en la cripta al vacío de nuestra civilización, donde casi toda experiencia se encuentra mediatizada, donde la realidad es forzada a través de la malla mortífera de la percepción
consensuada, perdemos contacto con la comida como alimento; empezamos a construirnos personajes basados en lo que consumimos, tratando a los productos como proyecciones de nuestra añoranza de lo auténtico.

La AAO a veces imagina el CAOS como una cornucopia de la creación continua, una especie de geyser de la generosidad cósmica; por tanto nos abstenemos de reivindicar dieta específica alguna, por miedo a ofender a la Sagrada Multiplicidad y a la Santísima Subjetividad. Aquí no hemos venido a venderte otra receta new age más para una salud perfecta (sólo los muertos son perfectamente saludables); a nosotros nos interesa la vida, y no los «estilos de vida».

Adoramos la verdadera ligereza, y la rica pesadez nos deleita en su momento. El exceso nos sienta perfectamente, la moderación nos complace, y hemos aprendido que el hambre puede ser la más fina de las especias. Todo es ligero y las más exuberantes de las flores crecen alrededor de la letrina. Soñamos con mesas de falansterio y cafés bolo’bolo donde cada festivo grupo de comensales comparte el genio individual de un Brillat-Savarin (ese santo del paladar).

El sheik Abu Sa’id nunca ahorró dinero, ni siquiera lo retuvo por una noche; por eso, en cuanto algún bienhechor donaba una bolsa repleta a su hospicio, los derviches lo celebraban con un festín por todo lo alto; y el resto de los días, pasaban hambre. El punto estaba en disfrutar de ambos estados, pleno y vacío…

Lo light parodia el vacío y la iluminación espirituales, de la misma manera en que Mc Donald’s traviste la imaginería de la plenitud y la celebración. El espíritu humano (por no mencionar el hambre) pueden trascender y superar todo este fetichismo -la alegría puede entrar en erupción incluso en el Burger King, e incluso la cerveza light puede ocultar una dosis de Dionisos-. ¿Pero por qué habríamos de luchar contra esta marea de basura de sablazo hortera barato, cuando podríamos estar bebiendo el vino del paraíso ahora mismo bajo nuestras propias viñas e higueras?

La comida pertenece al reino de la vida cotidiana, a la arena primaria de toda emancipación insurgente, de toda autosuperación espiritual, de toda reocupación del placer, de toda revuelta contra la Maquinaria Planetaria del Trabajo y sus deseos de imitación. Nada más lejos de nosotros que el dogmatizar; el cazador nativo americano puede sustentar su felicidad con ardilla frita, el anarco-taoísta con un puñado de albaricoques secos. El tibetano Milarepa, después de diez años de sopa de nido, se comió un dulce de manteca y alcanzó la iluminación. El necio no ve eros alguno en un buen champan; el brujo puede caer intoxicado con un vaso de agua.

Nuestra cultura, ahogándose en sus propios contaminantes, clama (cual Gohete moribundo) por «¡más luz! » como si estos afluentes polinsaturados pudieran aliviar de alguna forma nuestra miseria, como si su sosa ligereza y su insípida falta de carácter pudieran protegernos de las sombras acechantes.

¡No! Esta última ilusión nos sorprende finalmente en toda su crueldad. Nos vemos forzados contra nuestras propia inclinaciones perezosas para tomar postura y protestar. ¡Boicot! ¡Boicot! ¡que apaguen la luz!

Apéndice: menú para un banquete negro anarquista (vegetariano y no vegetariano)
Caviar y blinis; huevos de cien años; calamares en su tinta con arroz; calabacines preparados con la piel y sazonados con ajo negro; arroz silvestre con nueces negras y setas negras; trufas en mantequilla negra; venado marinado en oporto, pasado por la barbacoa, servido en rodajas de pan negro y aderezado con castañas asadas. Black Russians; Guiness y champan; té chino negro.
Mousse de chocolate oscuro, café turco, uvas negras, ciruelas, moras, etc.

Más comunicado de la Asosiación de la Anarquía Ontológica www.merzmail.net/comunicados.htm

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Jan Vaclav Majaiski, ¿y a éste quién lo conoce?

Publicada el 24/08/2008 - 07/09/2018 por raas

Presentación en castellano de Earnest Pavesip sobre un texto escrito en 1908 por Jan Vaclav Makaiski. Serie aparecida en diferentes números de la revista Futuros.

Por Earnest Pavesip

El por qué de este texto «vetusto»

Presentamos un texto de JanVaclav Majaiski (1866-1926), un polaco nacido bajo el imperio de los zares y que vivió toda su vida en la Rusia, ya sea imperial clásica o en la neoimperial soviética. Muere de un infarto –algo que según sus allegados le ahorró una purga segura e inminente–, trabajando como corrector en las imprentas del estado-partido.

Sin pretender ser exhaustivos, no conocemos traducciones al castellano de sus numerosos trabajos, lo cual no deja de ser significativo, dada la importancia de sus reflexiones, el carácter crítico y fermentario de sus análisis. Al punto que Lenin llegó a polemizar con él en los tiempos en que la izquierda rusa se permitía los debates públicos (es decir, antes de 1917).

Nuestra presentación está motivada por la actitud más opuesta que podamos albergar a un panegírico, a una actitud de seguidismo. Los cien años que median entre la realidad que él vivió y sobre la que procuró actuar, y la nuestra, revelan la enorme distancia que tenemos en visiones políticas, expectativas, actitudes, creencias porque sin duda vivimos realidades muy distintas. Visiones tan dispares de la economía, la revolución o la familia, para nombrar tres configuraciones conceptuales francamente separables nos permiten verificar esas distancias.

Pero lo que creemos que está absolutamente en pie es su osadía intelectual, su penetración para desnudar naturalezas engoladas y escamoteadas en tantos sectores de la izquierda de su época… algo que tanto necesitamos en la nuestra.

Hacer una crítica de la izquierda desde la izquierda no es tarea fácil. Sus razones tuvieron una dramática vigencia durante un siglo; el colapso soviético descentra el peso de su crítica; el socialismo ya no es lo que era. De todos modos, su tesis principal, de que el socialismo no es sino la ideología enmascaradora del proyecto de tantos intelectuales de sustituir a la burguesía como clase o capa dominante tiene de alguna manera una corroboración siquiera indirecta en el fenómeno que corroe a las capas intelectuales en todas partes desde el desmembramiento del «campo socialista». La increíble agudeza de la crítica majaiskiana durante casi todo el siglo XX se ha trasmutado desde los noventa en dos sentidos: pierde vigencia pero confirma su tesis.

Basta ver el trasiego de tantos intelectuales otrora socialistas a las carpas bien remuneradas del neoconservadurismo mal llamado neoliberalismo, su integración en esos organismos «de nuevo tipo» llamados oenegés, a veces con el corazón a la izquierda, pero demasiado a menudo con el bolsillo a la derecha, y tantos otros fenómenos que nos muestran el entramado de poder y conocimiento que tan bien supo exponer Majaiski.

Es curiosa, sintomática y penosa la ausencia prácticamente total de este trabajador polaco, perseguido y encarcelado, en los debates políticos de todo el siglo XX en el mundo de habla castellana. Porque, además, cuando uno habla del s. XX, es inevitable hablar de socialismo. Y el alineamiento de fuerzas, al menos hasta 1990, fue el de pre-suponer a la derecha como burguesa, capitalista, antisocialista y a la izquierda como socialista más o menos anticapitalista en sus tan diversos ropajes.

Majaiski rompió ya en los albores del s. XX con esa falsa dicotomía. Haber omitido sus reflexiones ha dificultado reconocer los vicios, las falsedades ideológicas del campo socialista desde el pensamiento crítico, paradójicamente esclavizado por sus propios puntos de partida presuntamente revolucionarios.

Esta debilidad autocrítica por cierto trasciende la cortedad intelectual del mundo hispanohablante porque es un fenómeno de mucho mayor alcance. Porque también hay que saber que aunque existieron ediciones en francés o inglés (y tal vez en ruso, polaco), se trataron siempre de rara avis.

Se pueden reconocer varias vías de escape o de solución a la crisis de los noventa por parte de los intelectuales ex-orgánicos o ex-intelectuales ahora orgánicos. Unos, anteponiendo la «fuente de trabajo» a cualquier otra consideración, han abandonado «la revolución y sus inmediaciones» y han encontrado en el sistema de poderes establecidos sus lugarcitos al sol, procediendo a una democratización, liberalización u occidentalización de sus almas.

Hay un segundo grupo, que se ha replegado y mantiene en rescoldo los viejos calores, a la espera de un reverdecimiento que vuelva propicio el retorno a «la lucha por el socialismo».

Tal vez estos dos sean los comportamientos más abundantes, pero creo que existe otra constelación, más arduamente asible por sus características menos nítidas, menos instrumentales, más actitudinales: es el de la cantidad de militantes, de críticos, de gente inquieta que han abandonado todo programa de cambio, de modificaciones sociales para acercarnos a una vida más vivible, pero que no trasmutan la vieja derrota en un aggiornamiento profesional ni un repliegue «táctico» sino en una verdadera crisis acerca de la sociedad. En un desnudamiento. Lo cual no es sino una crisis acerca de qué es el mundo y cómo se transforma. Para estos agónicos, Majaiski puede ser un removedor, pese a su pérdida de vigencia (definitiva o transitoria, porque hay también quienes insisten en que este triunfo del neoconservadurismo, este retorno al capitalismo manchesteriano de hace dos siglos no es sino un paréntesis, convicción que el que suscribe no comparte).

Entendemos que Majaiski puede aportar a las sendas del «pensamiento alternativo» como muchos califican a lo que procura oponerse al «pensamiento único», el que procura persuadirnos de que el doctor Pangloss tenía razón…

Su desnudamiento del «paraíso socialista» diez años de 1917 es sencillamente estremecedor Lo mismo puede decirse de su perspicacia para ver el papel que en una perspectiva revolucionaria, los intelectuales se atribuyen a sí mismos y le atribuyen a otros. Percibir y denunciarlo décadas antes de que plasmara el intelectual orgánico en el estado soviético, en un amplísimo despliegue que cubre desde Trotski con sus proyectos de trabajo forzado, Zhadov con su realismo socialista, pasando por Neruda con su Oda a Stalin y por Liberman explicando durante el posestalinismo porqué los apparatchik tenían que tener ingresos varias veces superiores a los de obreros, es francamente notable. Qué decir de su acercamiento a la noción del conocimiento como poder, ciertamente muy elaborado en la segunda mitad del s. XX por estudiosos como Foucault, pero analizados por Majaiski con singular acierto medio siglo antes…

Un advertencia final sobre los múltiples corchetes que señalan pasajes ausentes. Alexandr Skirda, el editor de la selección de trabajos de Majaiski del cual hacemos esta extracción, en 1979, en plena época en que el socialismo estaba o parecía estar en auge (Vietnam y Afganistán tenían entonces luces muy distintas a las actuales) explicita que ha editado los pasajes «más actuales y pertinentes». En el pos-«socialismo real», tras el colapso soviético y en un mundo unipolar la actualidad del texto de Majaiski se ha reducido, ha incluso cambiado de sentido. Ya no va a servir, como cuando fue pensado y escrito, para analizar las posiciones y los ardides de la ideología socialista, pero bien nos puede servir para analizar otras ideologías, el papel de los intelectuales en los sistemas de dominación (¿intelectuales orgánicos de qué?) y otras cuestiones que es mejor ir dejando libradas al lector.

Publicado en revista Futuros nº6, verano de 2003-2004, Río de la Plata. https://revistafuturos.noblogs.org

Artículos de Jan Vaclav Majaiski:

La ciencia socialista, nueva religión de los intelectuales
La conspiración obrera
La conspiración obrera (2º parte)

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La conspiración obrera (1º parte)

Publicada el 24/08/2008 - 07/09/2018 por raas

¿Qué es el socialismo?, ¿qué quieren los socialistas y qué critican?

Por Jan Vaclav Majaiski
Ginebra, 1908

La raíz del mal –sostienen– es la propiedad privada de los medios de producción; individuos que poseen los instrumentos de trabajo, la tierras, las fábricas…

Pero, ¿han proclamado ya los liberadores que todo el mal consiste en la pertenencia de esclavos a amos distintos?

Los socialistas dicen que si se deja de lado a los pequeños propietarios campesinos y a los artesanos que no emplean a nadie y que tampoco se alquilan, y que de todos modos muy pronto se convertirán en proletarios, la sociedad contemporánea se encuentra dividida entre un puñado de propietarios de tierras e industriales, que recogen los frutos del trabajo ajeno y los proletarios que viven de la venta de su fuerza de trabajo […] y que de esto proviene todo el mal.

Y que si se modificara este estado de cosas, de modo tal que la tierra y las fábricas no fueran ya propiedad privada, sino que pertenecieran a toda la sociedad, y que no hubiera ya más patrones, entonces aparecería la feliz república de los trabajadores. Nadie podría vivir del trabajo ajeno, todo sería bueno para todos, puesto que la raíz del mal habría sido extirpada; la propiedad privada de los instrumentos de producción.

[…] Veamos un poco más de cerca esta fábula socialista. Si se descarta al pequeño propietario, según ella, la sociedad contemporánea representa, fuera de un puñado de grandes propietarios, una tropa indiferenciada de proletarios asalariados del capital, humillados por él, de un modo idéntico, ganando todos por igual su pan con el sudor de sus frentes, unos con las manos, otros con su cerebro… ¡Sí!, todos son trabajadores, los hacheros, los labriegos, los tejedores, los ingenieros, los profesores, los contables… sí, pero algunos llevan a cabo exclusivamente un trabajo manual de productores-esclavos en tanto que otros cargan el fardo patronal de la dirección y la organización de esa misma mano de obra, y llevan a cabo lo que los patrones han practicado en todos los tiempos, y lo que realizan todavía hoy en día algunos capitalistas y grandes latifundistas.

Es verdad que los intelectuales, al igual que los proletarios sin calificaciones, deben vender su fuerza de trabajo para vivir, «alquilarse» a un patrón o a toda la sociedad, al estado. Sin embargo, el obrero vende sus manos desnudas, la fuerza física de que ha sido dotado por la naturaleza; del mismo modo que cualquier animal, él vende su sudor y su sangre. El intelectual otorga al mercado los conocimientos que ha adquirido gracias al trabajo de los obreros, como el capitalista ha adquirido a su vez la fábrica; puesto que, mientras él estudiaba en la universidad, viajaba a hacer su práctica al extranjero, los obreros se debatían en la fábrica, producían los medios para su capacitación, su enseñanza «a favor de la humanidad» […]. Él vende a los capitalistas su saber hacer para extraer del mejor modo posible el sudor y la sangre de los obreros. Vende el diploma que ha adquirido gracias a la explotación de aquéllos […].

¿Trabaja más porque ha tenido la posibilidad de estudiar sobre las espaldas de otro en lugar de trabajar? En cuanto al obrero, no puede más que sobrevivir con su salario y perpetuarse en el mercado de trabajo como ganado laborioso, mientras el intelectual vive como los amos y hace de sus hijos «señores». Así como el propietario lega sus bienes, el intelectual transmite el privilegio de su trabajo ligero, propio y ganancioso, a su descendencia […].

¿Significa esto que habría otros parásitos amén del puñado de propietarios de los medios de producción? No hay sino más con cada año que pasa, con cada paso dado por la civilización […],

con el patrón se encuentra el ingeniero y una docena de sus ayudantes, y por el otro lado, se presenta una jauría de empleados al «servicio» de la sociedad, así como miembros de diversas profesiones liberales; los socialistas no pueden conocer –no pueden siquiera plantearse la pregunta– acerca de los medios mediante los cuales, no poseyendo ningún derecho sobre la tierra y las fábricas, no poseyendo ningún «propiedad», esta gente se aprovecha del trabajo de los obreros. Son gente inocente, dicen los socialistas, ¡viven de su trabajo!

Callándose en este punto, los socialistas dejan en penumbra y en paz la mejor parte de las ganancias realizadas por el patrón después de su repartija con sus intelectuales mercenarios. El patrón es, ante todo, un organizador intelectual, no se contenta con ser meramente propietario. Mete en su bolsillo izquierdo los dividendos por su aporte de capital, y en su bolsillo derecho una recompensa por su «esfuerzo», su «penuria», no sólo por el «riesgo» corrido sino igualmente por su «iniciativa», por su gestión consecuente, en una palabra, por su penoso y pesado trabajo de organizador. Los socialistas no piensan siquiera atentar contra esta clase de ganancias. Al contrario, expresan de mil modos su respeto por este bolsillo del patrón. Y bien; este bolsillo es una vía de ingreso bajo la forma de remuneración a los organizadores; cada intelectual tiene el mismo bolsillo.

Por consecuencia, hay un papel en el bolsillo derecho del patrón que señala que toma –en tanto organizador del negocio– todo el beneficio que comparte con sus ayudantes. Es aquí que se encuentran las finanzas consagradas a la remuneración de la organización –por el patrón y toda su sabia hermandad– necesaria para la producción contemporánea. En el bolsillo izquierdo tiene otro papel más que estipula que en el momento del reparto, el patrón deberá quedarse con una plusvalía, en tanto que dividendos del capital.

Entonces, cuando el socialista exclama: ¡Abajo la propiedad privada!, significa que hay que desgarrar el papel que se encuentra en el bolsillo izquierdo del patrón y que lo provee de ventajas particulares en relación con otros explotadores, y que es preferible transferir el dinero de este bolsillo al de la derecha, a la suma total del ingreso nacional… ¡Ni más ni menos! ¡En esto consiste todo el socialismo!

El patrón no se queda sin medios para asegurar favorablemente a su descendencia, ni sin poder sobre los no-propietarios, como pasó con el propietario feudal. Pero es la intelectualidad la que se apropia de todo el beneficio.

[…] No sin razón el socialista no quiere organizar el ataque directo contra las ganancias. ¡Es que son las que no piensa disminuir en ningún momento! En tanto que intelectual quiere obtener únicamente, eliminando al capitalismo, un reparto más armonioso de las ganancias en el seno de las sociedad dirigente. Si se la pasa hablando de métodos más racionales de extracción y aumento del ingreso nacional.

El socialismo no es la rebelión de los esclavos contra la sociedad que los despoja; son las quejas y los planes de rapacería pequeña, del intelectual humillado pero que está comenzando a tener parte del control y le disputa al patrón sus beneficios, extraídos de la explotación de los obreros.

Examinemos más circunstanciadamente cómo y por qué el socialista critica al patrón capitalista. Examinemos su propio razonamiento.

En la actualidad los patrones ya no organizan el trabajo de sus obreros, han cesado de dirigirlos por sí mismos, de ejercer el mando directo, y han transmitido estas tareas a la intelectualidad asalariada, en tanto viven la buena vida en sus balnearios y se contentan con percibir sus cupones. Veamos qué dice el socialista. Por esto último que hacen, los capitalistas han devenido, ahora, parásitos. Mientras extraían los beneficios con su propio órgano succionador, los capitalistas no eran parásitos, ¡desde el punto de vista de la prédica socialista! No hacían sino cumplir «un papel socialmente útil». Análogamente, antes que ellos los nobles esclavistas eran necesarios y útiles (uno puede preguntarse en todo caso, para quiénes). Fueron quienes organizaron las primeras grandes explotaciones (¿a favor de quién, con quiénes?).

Defendían a los villanos contra los nobles vecinos (del mismo modo que el lobo defiende la cabra que acaba de apresar contra uno de sus congéneros vecinos) […] En tanto el noble era el explotador casi único y en todo caso el más activo, no podía ser un parásito. En eso se convierte cuando a su costado se agranda el capitalista, quien emprende mejores trabajos que él y tiene necesidad de caminos seguros y bajo control, por eso es que se pone a organizar con los reyes y príncipes grandes estados fuertes, después pasa a la organización directa del trabajo de los esclavos, a la vista de ganancias bastante más considerables. El noble se convierte en parásito porque deja de ser el principal comanditario del negocio, porque ya no es su organizador; al contrario, sus viejos privilegios –la posesión de esclavos, etc.– impide a los nuevos amos manifestar todas sus capacidades, desarrollar sus métodos para acrecentar el bienestar de las clases privilegiadas.

Así piensan y enseñan todos los señores socialistas, y si los socialistas científicos se caracterizan por ello, mucho más todavía los socialdemócratas.

¿Por qué tendrían que justificar ellos al capitalista e incluso al noble feudal, siendo que éstos erigen un sistema social de explotación?

Para que los bienes acumulados al cabo de los siglos en las manos de la sociedad dirigente, en medio de ese «progreso», sean considerados como bienes inviolables. Para preparar a fondo la justificación y la legitimación de la deducción de todos los beneficios, de todo el «ingreso nacional», del «disfrute social», por la cofradía sabia que se apresta a tomar el lugar de los viejos explotadores. Esta cofradía que los socialistas siempre dejan en la sombra cuando enumeran a los explotadores actuales señalando con el dedo a los capitalistas y a los grandes terratenientes.

¿Un explotador acaso no sería parásito más que cuando cesa de organizar por sí mismo la explotación? Si los socialistas juzgan a los capitalistas como prescindibles y nocivos para la sociedad hoy, es porque no organizan ya la producción; por lo tanto, quienes sí lo hacen en su lugar no serán parásitos en absoluto, aunque se alcen jugosos beneficios. Por lo tanto, según el derecho socialista, son ellos quienes deben ocupar el lugar de los amos, y si toda la ganancia termina en sus manos, no significará, empero, que ellos sean ahora los parásitos de la sociedad. Al contrario, todo volverá a su cauce normal y natural. Lo que no habrá más en la sociedad es gente que percibirá beneficios sin tomar parte en la producción, aunque la esencia eterna de la esclavitud –la división de la sociedad entre explotadores-organizadores a un lado y esclavos-ejecutantes hambreados por el otro– se mantenga en su totalidad.

¿Es así? ¿Hay acaso un antagonismo radical entre los esclavos y los organizadores de la esclavitud, entre el trabajo ajeno y el propio, entre los aprovechadores del trabajo manual y los productores explotados, entre los satisfechos de siempre y los hambreados de siempre? El socialista jamás remarcará esto, ni alrededor suyo ni en el pasado. No ve más que el antagonismo

entre los amos viejos y los nuevos. ¿Será por eso que él designa a la historia del pillaje utilizando términos tan convenientes como «historia del desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad» o del «progreso humano en general, será por ello que funda tantas esperanzas en este proceso «natural», conforme a las «leyes históricas»? […] ¡No faltaba más! Los amos siempre se han beneficiado de cada «grado de desarrollo de las fuerzas productivas», siempre han ganado y mucho con cada paso de «progreso», tanto que les resulta totalmente «natural» aceptar de un modo u otro (dialéctico u otro) la historia «de acuerdo con las leyes de desarrollo».

Por lo demás, no hay ninguna doctrina socialista que no se haya esforzado con mayor o menor elocuencia, en persuadir a los capitalistas que no tenían nada que perder con el socialismo, del mismo modo en que otrora los liberadores convencían de lo mismo a los señores feudales.

Es evidente que esto no se hace desde los folletos y proclamas que se difunden en el seno del «pueblo»; con ese destinatario se agita un único punto: ¡Abajo el capitalismo!, pero aquello está expresado en obras densas y eruditas escritas por las mismas manos, que el pueblo no lee.

[…] Pero si la jauría de lobos no pierde nada, ¿qué es lo que ganan los carneros? […] Si los socialistas mismos aseguran que los patrones actuales no perderán nada en general, ¿qué es lo que esto podrá aportarle a los obreros, a su exigencia de supresión del hambre y la esclavitud, es decir de la explotación, en una palabra, de las ganancias de los capitalistas y otros parásitos?

Va de suyo que esto no aportará nada, puesto que el progreso de la explotación y su supresión son dos cuestiones totalmente disímiles.

El socialista no lo ignora, pero ¿es ése su negocio? ¿En qué sentido podría preocuparlo?

Kautsky, por ejemplo, a quien se dirigen casi todos los socialistas del mundo entero como a uno de los pilares vivos del socialismo, para preguntarle, pedirle explicaciones y recibir sus enseñanzas, incluso aquella que enseña a los congéneres más jóvenes acerca de cómo es necesario componer hábilmente, para los obreros, proclamas sobre temas como: «¡Abajo el capitalismo!», Kautsky, pues, en su libro sobre la revolución social declara con total tranquilidad que al día siguiente de la revolución, el salario de los obreros será sin duda más elevado que en la actualidad. y que los gastos sociales aumentarán también sensiblemente (se trata, para hablar en términos más simples, de la paga de todos los parásitos, que serán, para entonces, todos funcionarios sociales, y ya no propietarios como al día de hoy).

Si bien no todos los socialistas lo reconocen tan simple y abiertamente, algunos de entre ellos, en todo caso, no se han asombrado por las declaraciones de su propio apóstol. Todos explican que la lucha del obrero por elevar su salario y sus condiciones de vida no consigue nada, y que la raíz del mal se encuentra en la propiedad privada de los medios de producción, aunque también saben que la transferencia de la propiedad de privada a social no cambiará en absoluto las condiciones de vida de los explotadores y sus explotados.

Alcanza para advertirlo mirar un poco alrededor: ¿son solamente las empresas privada las que esquilman al obrero? ¿Qué pasa en las públicas? ¿En las de ferrocarriles del estado o en las minas nacionalizadas? Y allí no hay patrones privados. ¿Qué pasaría si todos los patrones se camuflaran de la misma manera en fábricas y propiedades raíces, bajo la forma de funcionarios de estado? ¿Habríamos llegado con ello a la república socialista, social, volcada al bienestar general? El socialista sonríe con desprecio: hay que aprender a distinguir la propiedad pública de la social; al día de hoy, dice, hay funcionarios zaristas en las fábricas [nacionalizadas] en tanto que en la repúbica socialista serán empleados sociales; ahora el patrón es la autocracia; más tarde será la sociedad, la república.

En todo caso, podemos observar desde ya en las empresas públicas del estado que la ausencia de propiedad privada de los medios de producción no resuelve en absoluto la cuestión de la explotación del hombre por el hombre, incluso aunque se denomine a ese estado de hecho, en un contexto diferente, como una «producción socializada».

[…] Es necesario antes que nada conquistar el poder político, obtener todas las libertades posibles (y sobreentendida entre ellas la de morirse de hambre), conquistar la democracia, instaurar la república, más tarde desarrollarlas hasta el fin […] sostienen los social-demócratas y los social-revolucionarios […] para que el capitalismo pueda desplegar todas sus contradicciones, explican los primeros, en tanto que los segundos prefieren dejar ese asunto en la sombra…

Eso significa, afirmamos nosotros, que la libertad total de concurrencia de todos los capitales y de todos los conocimientos, de todos los medios de explotación, ha conducido a los capitalistas actuales a no poder ya prescindir de los intelectuales, a la necesidad para ellos de apelar a las masas de esos explotadores suplementarios y llevarlos al proscenio con el fin de retenerlos a sus flancos.

[…] El estado democrático significa que el científico toma el lugar de la policía, o más bien que se pone en el mismo rango que la policía. Por eso se multiplican los responsables sociales; los diputados, los políticos, los agrónomos, los estadísticos, los corresponsales de periódicos, los abogados, etcétera.

He aquí porqué la intelectualidad democrática aguarda con impaciencia, más que los mismos burgueses, el progreso ulterior de la sociedad burguesa, en general, y las democratizaciones sobrevenidas con él. He aquí porqué esta intelectualidad democrática explica a las masas que se insurgen que su emancipación no se alcanzará a través de la lucha económica, del ataque a la bolsa de sus amos, sino exclusivamente a través de la lucha política, es decir de la lucha para instaurar un régimen tal que esa bolsa pueda acrecentarse de un modo mejor en primer lugar, y sobre todo pueda entreabrirse para la cofradía sapiente. He aquí porqué la intelectualidad considera a la democratización de la sociedad, es decir su propia penetración en todos los poros del estado burgués, como la garantía suficiente de que la socialización constituirá por sí la entrada en un verdadero paraíso y no una nueva prisión, mucho más hermética que la anterior. Y bien, ¡sí!

La transmisión de todos los medios de producción a las manos de la intelectualidad que ya tiene el gobierno social, constituirá para ella un verdadero paraíso. La socialización de los medios de producción, en una democracia, no puede prometer a los trabajadores manuales más que el reforzamiento de la organización de poder que los domina, la reafirmación del estado, en suma.

La sociedad capitalista contemporánea daña los intereses de la intelectualidad, ya sea o no parte integrante del sistema y encima la humilla poniéndola bajo la dependencia de los capitalistas.

Resintiéndose ante tal humillación, el intelectual se resiste y se dirige a los esclavos del trabajo manual, siempre prestos a la rebelión, esforzándose en predicarles la revolución […] cuando el progreso burgués se estanca. Sin embargo, como no sufre por las mismas causas, ni de la misma manera que el obrero, no le propone sino planes de lucha que le permitan eliminar cuanto antes las causas de su propio mal, sin aportar al «camarada» obrero nada en absoluto, salvo la promesa genérica de un futuro mejor. Las exigencias que han movido a los obreros son inevitablemente postergadas por el intelectual; para más tarde, dejadas de lado, para «el futuro».

¿Cómo gente que vive en la sociedad actual como lobos y corderos podrán luchar juntos por un porvenir mejor, por un porvenir para toda la sociedad? En tanto que unos viven a expensas de los otros. Solo quien quiere enmascarar el antagonismo existente en esta alianza que anuncia tantos problemas, se atreve a hablar del porvenir radiante de la humanidad; quiere enmascarar este antagonismo porque con ello se aprovecha para tratar sus pequeños negocios.

Toda la sumisión de los esclavos se explica por las riquezas que se les quita a cada momento, cada día, en cada pago. El socialista les enseña a dar la espalda a lo que pasa cada día, como si se tratara de cosas insignificantes, para poder fijar mejor la mirada en lo futuro, en las tareas de «la humanidad». Si el proletariado combate por las premisas de la humanidad «futura» no lo hace de hecho sino para la satisfacción de necesidades bien actuales de la intelectualidad. Si el proletariado se priva de «cosas insignificantes» del presente, en nombre de eso futuro, provee por ese mismo hecho de ventajas al universo de las «manos blancas». Este último se beneficia de cosas «insignificantes», de esas necesidades actualmente insatisfechas de la masa obrera, de allí no retira más que una parte suplementaria de riqueza.

El intelectual gana así a dos puntas. La conquista de «grados» le provee, desde ya, de una parte importante del ingreso nacional. El abandono de la lucha por el pan en nombre de esos «grados» por parte de la masa obrera, aumenta directamente y conserva toda esta ganancia nacional.

El mejor azote que somete el esclavo al señor es el hambre del desocupado; pero el cuello blanco enseña que en el estado actual de la economía de la humanidad, ese látigo no es más la obra de los amos, sino que es natural, inevitable, que no se lo puede suprimir, que pretenderlo sería insensato, incluso criminal, puesto que, si no sobreviniera en el momento oportuno, toda la obra futura de la emancipación podría peligrar… según la doctrina socialista no se podrá cocer un pan igual para todos más que en un régimen futuro y de ninguna manera de inmediato, como se lo desearía. La sociedad actual no puede proveer todavía el horno para ese fin. El trabajo no sería tan productivo en la sociedad actual, según lo que declaran. La «sociedad» está todavía demasiado dividida por la competencia a que se libran los poseedores entre sí.

No se está en condiciones de nutrir a todo el mundo. No se trata de que no quiera hacerlo –por no sufrir ella misma de hambre– y que se aproveche de esa hambre extendida entre los productores, para desarrollarse y enriquecerse sin pausa; no, se trata de que «ella» no puede. ¡Eso es lo que dice «el enemigo», el «destructor» del régimen actual! ¡Un enemigo bien acomodaticio, por cierto! Para decidirse a decir todo esto a todos los que están en la indigencia en medio de innumerables riquezas, y no revelar de inmediato su naturaleza rapaz de explotador, se hace necesario elaborar concienzudamente el ideal socialista, esa piel de cordero que esconde al lobo…

La preparación del paraíso socialista o los sindicatos legales

De acuerdo con la enseñanza socialista, la sociedad actual de pillaje no establece únicamente la esclavitud de los obreros sino que prefigura igualmente la libertad de estos últimos, prepara el futuro paraíso socialista: la explotación capitalista porta en su seno la igualdad socialista, la opresión capitalista nos conduce a la libertad socialista. Por eso no nos debemos asombrar de encontrar simultáneamente entre los socialistas dos concepciones diametralmente opuestas sobre los sindicatos obreros legales. Cuando se trata de la opresión actual de los obreros, la infelicidad y los sufrimientos se transforman al mismo tiempo en bienestar y alegría, lo negro en blanco, la mentira en verdad. Semejante contabilidad doble es la continuación inevitable de sus enseñanzas.

Cuando los socialistas son llevados a discutir con los defensores de un gobierno también reaccionario, por ejemplo, con el gobierno zarista, recuerdan y demuestran con muchísmo celo que los sindicatos obreros representan por sí mismos en toda Europa la garantía del progreso burgués, la garantía de la tranquilidad, del poder y de la solidez del estado burgués. Cuando hablan de esos mismos sindicatos delante de los obreros, les aseguran que las masas laboriosas construyen en ellos el fundamento del futuro régimen socialista. Advirtamos que esto debería significar en la lengua de los socialistas » abolir el yugo para los obreros», en tanto que en realidad, solidifica el estado burgués, no contribuye sino a reforzar ese mismo yugo.

Así los socialistas se convierten en verdaderos charlatanes, tanto cuando hablan con los gobiernos burgueses como cuando hablan con los obreros, y siempre con la misma amable sonrisa: demuestran a los gobernantes que los sindicatos refuerzan la dependencia de los obreros; a los obreros les aseguran que los sindicatos los llevarán a la independencia.

¿Pretenden los socialistas tomar a los obreros por imbéciles? En algún caso la burguesía, como en los países de Europa occidental, dejando propagar los sindicatos en la mayoría de las ramas de actividad, ha garantizado efectivamente la tranquilidad al mundo del pillaje. En lo que atañe al fundamento socialista, el negocio se presenta cada vez peor. Cuanto más se elabora este fundamento por parte de los obreros, más los socialistas alaban sus méritos, más alto en el cielo se eleva el edificio socialista.

Examinemos más de cerca porqué todas las consideraciones sobre los fundamentos socialistas, planteadas por los sindicatos y otras organizaciones obreras legales no son más que mentiras.

Para emanciparse, para suprimir la clase de los capitalistas, los socialistas dicen que los obreros deben hacerse cargo de toda la producción. Sin embargo, no pueden hacerlo todo de golpe, deben primero prepararse. En los sindicatos, los obreros –siempre de acuerdo con los socialistas– se familiarizan con todas las particularidades de su rama de producción y se convierten cada vez en más capaces de hacerse cargo, con total independencia, haciendo superfluos a los empresarios privados.

Los socialdemócratas agregan también que los obreros deben aprender a dirigir el estado, y que en sus asociaciones políticas, en el momento de las campañas electorales, en todas sus bancadas parlamentarias, en todas las diversas responsabilidades elegibles, en los consejos municipales y en otras instituciones, los obreros se adueñarán progresivamente del poder de la burguesía, adquiriendo al mismo tiempo todos los conocimientos indispensables para ejercer la dirección estatal. Los socialistas declaran únanimemente, además, ser partidarios de crear todo tipo de sociedades culturales, de universidades populares, para que, pretendidamente, los obreros adquieran en la menor cantidad de tiempo los conocimientos que posee la burguesía cultivada. He aquí como, gracias a los socialistas, se edifica el fundamento de la sociedad socialista por venir. ¡Qué formidable actividad!

–Pásenla bien, diviértanse, mis pequeñuelos; no prohibimos a nadie de soñar. Así responden todos los gobiernos de la Europa occidental a estos planes socialistas de derribamiento del régimen burgués, y le acuerdan a los socialistas la más completa libertad de charlatanería. .

Los obreros tienen que destruir su prisión secular, en tanto que los socialistas los adormecen aconsejándoles que eleven su nivel moral, que desarrollen su inteligencia y su corazón. Los obreros tienen delante suyo el adueñarse de las riquezas del mundo entero, en tanto que los socialistas les aconsejan distraer una parte de su miserable salario servil ¡con el único fin de organizar el paraíso futuro en los sindicatos y otras asociaciones corporativas! Cuando se perjudica una parcela menor de sus riquezas, la burguesía los castiga enviándolos al presidio o a la horca, en tanto que los fariseos socialistas prometen eliminar todas las leyes feroces gracias a la facundia de sus periódicos, a sus discursos en los encuentros callejeros, en los congresos y en las tribunas parlamentarias.

Jamás en lugar alguno, la gente se ha liberado en el terreno de sus enemigos, que es lo que los socialistas prescriben a los obreros. Basta comparar su obra con la de las revoluciones –cuando  nuevas clases realmente se liberaron– y entonces podremos ver que la obra de los socialistas consiste en extinguir la revolución y que, de hecho, no la preparan, sino al contrario, frenan e impiden la revolución obrera.

[…] que los socialistas no se asombren cuando los obreros insurgentes les arranquen al fin las máscaras, y los declaren traidores y enemigos de la revolución obrera.

La conspiración obrera, 2º parte

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La conspiración obrera (2º parte)

Publicada el 24/08/2008 - 07/09/2018 por raas

Todos las enseñanzas socialistas acerca del comunismo futuro y sobre la necesidad de prepararse para ese fin no tienen por objetivo principal sino el distraer a los obreros de la lucha directa e inmediata, y de llevarse al cielo sus esperanzas. Los socialdemócratas declaran, in extremis, que eso es verdad para los utopistas pero que en lo que concierne al socialismo científico –las enseñanzas de Marx y Engels– el asunto es totalmente diferente.

Por Jan Vaclac Majaiksi
Ginebra, 1908

El socialismo científico, precisamente, con sus hechos y cifras ha constituido una absurda fábula acerca del advenimiento del paraíso socialista. Según ellos, los grandes capitalistas, a través de la competencia, aplastan sin pausa a los pequeños capitalistas, y muy pronto, de ese modo, la clase entera de los capitalistas se reducirá a un insignificante puñado de multimillonarios y todo el resto de la sociedad burguesa se transformará en proletarios asalariados. Con el acompañamiento de tales canciones hipócritas nacen cada día millares de nuevos burgueses de manos blancas, que se instalan en los barrios más distinguidos de las grandes ciudades y viven con mucho más lujo que los pequeños propietarios que «perecen» en la competencia con el gran capital. Los más fieles discípulos de Marx se ríen ahora de esta fábula de su maestro, se ríen para sus adentros, ciertamente, puesto que sería altamente inconveniente adoptar delante de todo el mundo una actitud tan irreverente ante un maestro infalible.

Es evidente que este hallazgo «científico» no tiene más objeto que contener los ímpetus de revuelta entre los obreros hasta que toda la burguesía se transforme en un «puñado ínfimo» de multimillonarios. Los socialdemócratas han repetido y continúan haciéndolo detrás de sus guías, sin hacerse el menor problema ante los obreros: «esperen a que los capitalistas hayan cavado sus propias tumbas», el «desarrollo del capitalismo por su propio movimiento prepara la emancipación del proletariado». Todo esto, sin duda, «independientemente de la voluntad de los hombres». Esto debería significar que entre los socialdemócratas para reemplazar a los viejos nacen nuevos dioses socialistas, «bienhechores», quienes por su poder celestial, reducen a los fuertes y elevan a los débiles.

La ciencia socialista, como toda ciencia social, aun cuando sea enemiga jurada del oscurantismo religioso, sabe operar con las masas obreras haciendo los mismos pases de prestidigitación que los brujos paganos o los sacerdotes cristianos. En cualesquiera de los partidos socialistas, en sus reuniones, en los congresos, durante los desfiles del Primero de Mayo, los obreros rezan, del mismo modo que en las iglesias, para la dicha futura que no se realizará sino en los más remotos descendientes. ¡El fruto no está todavía maduro! ¡Las fuerzas productivas no están todavía suficientemente desarrolladas! ¡La hora de la revolución socialista todavía no ha llegado! ¡Paciencia! Esto es lo que predican infatigablemente todos los curas socialistas. De ese modo, toda la indignación contra la esclavitud, toda la rebeldía contra el mundo de la violencia y la mentira no desencadenan entre los obreros socialistas acciones, ni luchas sino únicamente fe en un régimen futuro de justicia.

Es necesario difundir la nueva religión socialista para salvar el mundo. De todos modos, si la propagación de ésta salva al mundo, la explotación no cesará por ello. Al contrario, el viejo mundo del pillaje se hará sin cesar más fuerte, rejuvenecerá y adquirirá una gran longevidad.

Porque el crecimiento de la fe socialista, o como dicen los socialistas, de la conciencia socialista, no aumenta para nada la capacidad de revuelta de los obreros, ni sus aspiraciones a derrocar la esclavitud secular. Muy por el contrario, significa únicamente un mayor amor hacia el régimen existente. No puede ser de otro modo. ¿En qué consiste pues la fe socialista?

El régimen burgués actual prepara un orden futuro de igualdad y justicia totales. ¿Cómo no valorar entonces, cómo no amar este régimen de pillaje, cómo no participar con todas las fuerzas en su desarrollo y progreso? Para que se transforme cuanto antes, como está pronosticado, en el paraíso socialista. De ese modo exactamente actúan por todas partes los socialistas y los obreros que tienen la fe socialista. Más que la propia burguesía, adoran la grandeza de la «patria» burguesa. Son los mejores combatientes a favor del progreso burgués. Ésta es la razón por la cual el socialismo se extiende tan libremente por todo el mundo, la razón porqué resulta imprescindible a la prosperidad burguesa de modo similar a como lo fue el cristianismo en tiempos pretéritos.

Este papel de religión científica está desempeñado de la mejor manera en beneficio de la burguesía, gracias a la enseñanza de Marx y Engels, por el socialismo científico, el mismo que había dado por tierra tan victoriosamente con los primeros socialistas utópicos que según ellos querían llevar a los obreros a librar batalla prematuramente contra la burguesía, que había iluminado con una luz refulgente –al parecer– la marcha victoriosa del proletariado hacia su emancipación.

Los escritores reaccionarios a menudo le critican a los marxistas de predicar a los obreros la lucha contra la burguesía, la guerra civil generalizada. A esto, los marxistas responden que estos escritores no han comprendido a Marx. Su enseñanza preconiza la lucha de clases únicamente contra un puñado de plutócratas, pero está nutrida de una profunda ternura hacia la sociedad burguesa y su progreso. No hay nada de anarquista ni de insurreccional en esto, muy al contrario, lo que hay es de lo más idealista y religioso.

En este caso preciso, los marxistas dicen la verdad. En efecto, ¿qué es lo que enseña la filosofía de Marx, denominada comprensión materialista de la historia o incluso materialismo histórico y dialéctico? Enseña que en todos los tiempos, en todas las sociedades, todos sus gobiernos y leyes deben corresponder a las necesidades materiales de la gente, a sus necesidades económicas y a sus fuerzas productivas. ¿No significa eso que los propietarios de esclavos en la Antigüedad encadenaban a sus esclavos, que los señores feudales azotaban a sus siervos, que los capitalistas hambrean ahora a los obreros por la exclusiva razón que así lo han exigido y lo exigen todavía «las necesidades de la gente», siempre de acuerdo con las «necesidades económicas de la sociedad»? ¿Qué más puede pedir la burguesía de los marxistas? ¿Acaso las doctrinas sacerdotales y de los estadistas han intentado demostrar otra cosa?

¡Este socialismo científico contemporáneo es un mecanismo increíblemente maligno! ¡Es tan fácil dejarse seducir por sus hermosas palabras! «La lucha de clases contra los explotadores» quiere decir si se reflexiona un poco: «¡Derroquemos de inmediato a los pillastres!; «material», «económico» significan con toda seguridad que ésta es una causa exclusivamente obrera. ¿»Materialista» equivaldría a insurreccional entonces? ¿Contra todas las santidades de la religión? Uno se deja seducir por semejantes definiciones puesto que, confiadamente uno quiere aprender todo lo de esta enseñanza. Uno hace toda la escuela socialista y no se da cuenta siquiera de que se ha transformado en un peón intelectual burgués. Uno vive en medio de la opresión de los obreros y uno no la siente ya más, uno se olvida que se ha nacido en una prisión, que se está condenado a un trabajo esclavo para toda la vida. Uno comienza así a amar a la sociedad del pillaje. Se comienza a magnificar como su patria a la unión de todas las Rusias, opresores de todas las nacionalidades. Se desea un renacimiento burgués de esta patria y se pone uno a luchar por la felicidad de esta unión opresora.

Cuanto más se extiende la doctrina socialista por el mundo más se convierte, con el paso del tiempo, en una verdadera doctrina sacerdotaal. Antes todavía, había casos en que los socialistas, en particular los marxistas, se sentían ofendidos al ser comparados con propagandistas religiosos. Hoy en día los socialistas reconocen públicamente que han elaborado una religión nueva. De ahora en adelante, tratarán de calumniador a quien considere a los sacerdotes como estafadores y a la religión como la más sólida cadena de la esclavitud. ¡Qué se creen! ¡Todas las religiones, a su debido tiempo, «han educado a la humanidad»!

Así que ya lo hemos visto, los eruditos socialdemócratas deliberadamente echan un velo sobre la opresión secular de las masas obreras. Consideran con tanta imprudencia como naturalidad la coexistencia de la sociedad civilizada y del estado y denominan colaboración la servidumbre de la mayoría de la humanidad, exclusivamente transformada en bestias de carga para las minorías privilegiadas.

Por cierto que si esta «colaboración» ha sido siempre indispensable para el bien común, ahora lo es en grado superlativo y más lo será hasta tanto el paraíso socialista no se instaure. Esta enseñanza de los socialdemócratas acerca de la homogeneidad del cuerpo social reduce a una declaración hueca y vana toda la voluntad declarada de «lucha de clase contra el régimen de explotación». En efecto, no pregonan a los obreros más que una «lucha de clases» que no constituye peligro alguno para el orden vigente de pillaje, y que puede ser admitida por toda sociedad burguesa inteligente.

Esta concepción de la colaboración económica de los trabajadores y sus explotadores restaura la intregridad de los preceptos morales de los amos, y hace pesar otra vez sobre los obreros todas las «obligaciones morales» elaboradas hace ya tiempo por los moralistas hipócritas al servicio de los amos; todas las mentiras de estos últimos son resucitadas así por los socialdemócratas, con el único fin sostenido de engañar a los explotados. Los obreros tienen que amar a la unión de ladrones que constituyen sus patrones, unión que se denomina en el mundo de la violencia y la mentira «patria», «país natal» o «nación». Deben defender esta unión de ladrones contra sus «enemigos», y amarla más todavía que los mismos explotadores.

Los obreros deben ser los más sinceros y honestos nacionalistas, los más ardientes patriotas. Por medio de la lucha y la sangre, son obligados a liberar a sus enemigos, los «manos blancas», ofrecerles la más completa felicidad y la libertad política más amplia. Deben ser esclavos honestos, fieles, desinteresados y generosos ya no por miedo sino a conciencia. Deben incluso despertar entre sus amos la aspiración por la libertad, y por «la verdadera vida de justicia», por «el radiante ideal de la razón, del amor, del bien, de lo bello».

¡Ay! La propaganda de los discursos socialistas no se ha perdido por completo. Durante estos últimos años, los obreros socialistas han sorprendido agradablemente a toda la intelectualidad saciada con su «ideal radiante». Cuando las «hermosas jornadas de octubre»(1) han llegado a declarar «camaradas» a todos los burgueses de «manos blancas» y han repetido tras los socialistas todas las mentiras de sus explotadores; patria, pueblo, nación, verdad, justicia […].

Los obreros rusos han servido de carne de cañón en la lucha emprendida para beneficio de los octubristas y los cadetes.(2) Esta estafa se difundió no por intermedio de los estafadores burgueses habituales, sino por intermedio de los «verdaderos representantes del proletariado», de los «defensores» de la clase obrera.

[…] Hemos visto como la religión socialista, después de haber enmascarado la opresión secular de las masas obreras, declara que todo estado civilizado es la realización de una colaboración para la satisfacción de necesidades económicas, para el desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad. Apoyándose sobre su «ciencia», los sacerdotes socialistas declaran que toda la historia es una prolongada preparación de la humanidad hacia una vida futura justa de hombres libres e iguales. El efecto de la predicción socialista es algo verdaderamente misterioso: los amos no han pensado jamás sino en explotar a sus esclavos, en aumentar sus bienes personales, pero pese a todo, esta riqueza acumulada habría servido para educar a los hombres –a despecho de los prolongadísimos malos tratos– y a preparar su dicha futura!

Pero, ¿por qué esta sociedad de hombres libres no ha nacido todavía? La religión socialista responde simplemente que la humanidad no ha tenido todavía tiempo para prepararse, al no disponer de los medios materiales necesarios, y que el mismo pueblo no ha sido suficientemente educado para una vida comunista y fraternal. En consecuencia, es necesario prepararse por todos los medios, puesto que, aseguran los socialistas, en el momento de la emancipación de la clase obrera, la principal dificultad no va a estar en la apropiación de los bienes de la burguesía sino en el saber cómo hacerlos funcionar, para, con la ayuda de esos bienes, conseguir una vida mejor. Cuanto menos tengan los obreros una representación clara del régimen futuro, menos estarán preparados y por lo tanto no valdrá la pena provocar una revolución obrera, exclaman los socialistas superándose unos a otros. No vale la pena atacar a la burguesía; de todos modos eso no sería lo mejor, muy al contrario: una revolución fallida hará retroceder a los obreros, les quitará incluso lo que ya hubieran ganado, destruirá la larga preparación hacia el paraíso socialista.

Por estas palabras que valen oro, la burguesía se prepara a retribuir a los socialistas con mil gentilezas. Les otorga una total libertad de propaganda, les promete pequeños lugares, cálidos y confortables, e incluso sillones ministeriales. La burguesía comprende perfectamente que las baladronadas socialistas pueden serle tan útiles como la propagación de la fe cristiana, como la cárcel y las armas. «No se rebelen», exhortaban los sacerdotes, porque de lo contrario ¡van a perder la esperanza en el reino celestial! Los socialistas dicen lo mismo: «No se rebelen», porque si lo hacen, «¡van a destruir todo el fundamento socialista!»

Los socialistas tienen discursos hasta el agotamiento, entintan montañas de papel e invariablemente terminan sus proclamas, sus libros y discursos con una misma consigna: «El régimen socialista es impensable sin una condigna preparación. ¡No comiencen nada sin una buena preparación!»

Los socialistas no se fatigan en vano. Puesto que, durante todo el siglo anterior, al margen de la iglesia socialista y de las revoluciones socialistas burguesas, se fue configurando cada vez más nítidamente una vía de emancipación de los obreros, camino al derribamiento de la opresión secular.

Ninguno de los pensadores socialistas, aunque se los pueda contar a centenares, ha logrado prever o entrever esta vía. Las masas obreras la han ido trazando por sus propios medios: algo que ni los eruditos ni los socialistas pueden admitir sin rencor. Esta vía, es la de la lucha económica de masas de los obreros, la huelga general económica.

¡Cuántos sabios socialistas se han estrujado el magín, al parecer, para conocer cómo los obreros tenían que liberarse, organizarse en la nueva sociedad, para que nuevos explotadores no pudieran nacer!

[…] ¡Abandonen el mundo putrefacto del becerro de oro y funden en países lejanos, en islas desiertas, comunidades según los principios comunistas! Sin ninguna duda, esta empresa de los primeros socialistas terminó con el mismo éxito que aquella de los fanáticos religiosos y otros dementes que se retiraban al desierto para poder comunicarse mejor con Dios…

¡Construyan sus propios bancos, su propia bolsa de valores, después intercambien sus productos sin tener que pasar por la intermediación de mercaderes y capitalistas! Pero esta idea brillante también ha explotado como una pompa de jabón…

Pero no, de ninguna manera, exclamaron los políticos socialistas, no actúen de ese modo, comiencen por derribar los tronos y así el poder pasará a las manos del pueblo. Eso será la dictadura del proletariado, y será la dictadura la que organizará la sociedad futura. Se derribaron los tronos, se ha proclamado la república y el poder del pueblo se ha revelado no como dictadura del proletariado sino como dictadura de la burguesía…

Democraticen la máquina estatal, aconsejan los socialdemócratas, elijan diputados socialistas. Y bien: más de cien diputados socialistas se han elegido en Alemania y ellos han resultado tan charlatanes y tan inútiles como todos los otros «representantes del pueblo».

¡Hay que conquistar el sufragio universal! Pero para conquistar este sufragio, universal, directo, no existe más que los gobernantes y comandantes que están bien encaramados sobre las espaldas de los trabajadores y cuyo número crece sin cesar…

¡Socialicemos al menos la tierra! proponen los socialistas populistas rusos, démosle al pueblo siquiera eso, dicen. Pero la única transferencia de la tierra al pueblo de la que se puede hablar es aquella por la que aumenta el número de campesinos ricos (los socialistas revolucionarios [socialrevolucionarios] lo saben perfectamente bien por sí mismos). Campesinos con muchos medios que hacen sudar a los campesinos pobres del mismo modo que lo hacen los grandes terratenientes…

En una palabra, de todas las numerosas invenciones socialistas no han resultado sino absurdidades, o peor aún, un aumento del número de explotadores, y en todos los casos, el refuerzo de la opresión de los obreros.

A todas estas lucubraciones socialistas, los obreros responden con su reivindicación básica: ¡aumento de salarios, acortamiento de la jornada de trabajo! «¡Cuánta sordidez, cuánta grosería!, repite el socialista comentando esas consignas. Sí, cuán sórdido es para su ardiente corazón de comunista! ¡Es igualmente grosero para su delicada alma de intelectual!

De todos modos, gracias a las obstinadas revueltas de los obreros, la burguesía se ha visto obligada a aumentar los salarios y a disminuir la cantidad de horas por jornada de trabajo, por lo menos para algunas capas de obreros. ¿Y qué ha pasado? Toda la «elevada» invención de los socialistas no ha aportado consigo sino la liberación de la burguesía y un aumento del número de explotadores, en tanto la «sórdida» conquista de los obreros ha aliviado el trabajo forzado de algunas capas de obreros, sin haber por ello aumentado el número de explotadores. Por primera vez en la historia, ha surgido una lucha llevada adelante por los explotados, a través de la cual éstos han se han servido de una vía emancipadora sin convertirse a la vez en nuevos explotadores, como ha sido hasta ahora, por ejemplo cuando la emancipación de los artesanos o los campesinos.

Los socialistas se esfuerzan en prevenir a los obreros contra toda emancipación demasiado prematura, que no esté suficientemente anclada y que podría dar lugar al nacimiento de nuevos explotadores. Que traten de imaginarse entonces, cuanto puede apresurarse la marcha de la lucha económica y cuán importante puede resultar para los obreros el aumento de salarios o la disminución de horas de la jornada de trabajo. Estas conquistas no podrán dejar de aliviar la opresión de todos los obreros, sin llegar a crear ni un solo puesto nuevo de explotación, ni ingresos parasitarios suplementarios. Muy por el contrario, se trata precisamente de un crecimiento lento de los salarios que se produce, hasta ahora, sin daño alguno para la burguesía, únicamente a favor de determinadas capas privilegiadas de trabajadores. En tanto que, un aumento rápido e importante de salarios como el que puede obtenerse a través de una huelga económica general de los obreros, mejorará la situación de todos los trabajadores.

Esta importante y rápida conquista de los trabajadores trae consigo una consecuencia que hace temblar a los socialistas: la expropiación de los explotadores. Cuando los obreros lleguen a organizar una huelga económica general, cuando hayan desechado las redes de captación democráticas y socialistas, sus reivindicaciones serán tan elevadas y tan insuperables que su satisfacción hará necesario no sólo la expropiación de los grandes capitalistas, sino también una disminución de ingresos privilegiados. Allí se verá la diferencia entre las revoluciones obrera y política. En tanto esta última no hace sino reemplazar a unos holgazanes por otros, la revolución obrera suprime, en su propio desarrollo, todos los aspectos de la holgazanería.

La revolución política suprime el poder de los monarcas para que aquél pase a las manos de los ricos y de la sociedad burguesa en general. Bajan las rentas de los generales, los gendarmes y los curas, únicamente para aumentar la de los científicos de la represión social. Sin embargo, para los obreros, es bien evidente que resulta indistinto llevar a cuestas a los parásitos de una u otra especie. Los intelectuales podrían, en última instancia, decidirse por su revolución «socialista», la que distribuiría los millones arrebatados a los ricos, a todas los «manos blancas»; los obreros no tendrían nada para ganar en este caso puesto que la suma de ganancias nacionales, el fondo consagrado al mantenimiento de los parásitos no disminuiría para nada.

La revolución obrera, es decir, la huelga económica general, que conquista un salario realmente elevado, disminuye en la misma medida en que aumenta ese fondo destinado a mantener a los monarcas, los ricos, los parásitos «militares» y «civiles», los burócratas del estado o privados, los capitalistas y la intelectualidad. Es sobre la base del salario miserable y servil de los trabajadores manuales que descansa la existencia de todos los explotadores. La elevación de este salario, es entonces la única vía, la única arma, que puede hacer desaparecer a los explotadores de todo tipo.

Los personajes eruditos, como, entre otros, los socialistas, no quieren oír hablar de la huelga económica general de los obreros, como si no pudieran captar lo que esto significa. De hecho, no hay en esto nada de sorprendente: no quieren comprender lo que la lucha económica general significa y por eso hacen como que les resulta «incomprensible». No la quieren porque ningún tipo de propietario quiere su propia expropiación. Los personajes eruditos, los socialistas y los pedagogos de todo pelaje gozan de ingresos privilegiados que serían ineluctablemente suprimidos en una revolución obrera.

Sólo las masas obreras pueden comprender la lucha económica general de los trabajadores manuales. Todas las capas de la clase obrera la comprenden, incluso las menos evolucionadas. Incluso las masas analfabetas de los países más atrasados la comprenden por igual. Lo cual quiere decir que su comprensión no proviene de ningún libro […]. Su discernimiento proviene de la sensación misma de opresión sufrida por las masas obreras, y por eso puede ser experimentada por igual en todos los países, en el mundo entero, tanto en Europa como en América, tanto en Francia como en Rusia.

Sin embargo, la lucha económica general y las revueltas económicas de los obreros no estallan a menudo. No es fácil para las masas romper las mallas de las redes socialistas y democráticas que los envuelven, ni es fácil desprenderse de las consignas soporíferas que le entonan los intelectuales o incluso sus propios camaradas devotos a los intereses y a los objetivos de la intelectualidad. ¿Y cómo provocar estas rebeliones si no hay organización dispuesta a sostenerlas y unificarlas, si no hay conspiración obrera, y lo que existe es una conspiración de intelectuales que quieren transformar cada rebelión obrera en una revolución política, para realizar alguno de los ideales de los intelectuales?

En estos últimos tiempos, las masas expresan su rebelión económica cada vez que creen que sus organizaciones y comités preparan la revolución obrera; así ha sido cuando la huelga minera en Ucrania en 1903, y en parte en Italia en 1904; o cuando se sublevan en momentos de indignación y desesperación extremos, como cuando la insurrección italiana de 1898, en Ginebra y en Barcelona en 1902, o incluso, como recientemente, en Belfast. Entonces, los obreros dan por tierra con todos los obstáculos legales de las leyes burguersas y de la ciencia socialista. Irresistiblemente cunde entonces el incendio de la insurrección obrera.

«¡Cuán inescrutable es la psicologia de masas!, declaran con profundidad los intelectuales hipócritas. Sin embargo, en esos momentos de rebelión, los obreros están lejos de expresar reivindicaciones ininteligibles. Se encuentran en su medio puesto que son los ojos de su propia causa. El aumento de salarios, el alivio del régimen de trabajos forzados propio del trabajo manual, son asuntos de todos los explotados y sólo de ellos. Allí no existe ninguna mala jugada llevada adelante por una intriga de intelectuales a favor de un ideal mentiroso. Por el contrario, se trata de una insurrección contra todos los explotadores, contra el mundo de los «manos blancas». En tales momentos, de huelga económica general, se toma conciencia, todos los obreros toman conciencia, […]. He aquí la razón por la cual se sublevan todos, por qué surge su lucha.

Traducción del ruso al francés: Alexandr Skirda / Retraducción del francés al castellano: Luis E. Sabini Fernández

notas:
1) 1905.
2) Grupos políticos nacidos en el curso de los acontecimientos de 1905, partidarios de una monarquía constitucional.

La conspiración obrera, 1º parte

Publicado en revista Futuros nº6, verano de 2003-2004, Río de la Plata https://revistafuturos.noblogs.org

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Una historia repetida de negaciones y sueños

Publicada el 21/08/2008 - 07/09/2018 por raas

Historia del ‘Malón de la Paz’ que en 1946 caminó 2000 kilómetros para intentar recuperar sus tierras durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón.

Por Marcelo Valko  

¿Quién tiene presente al Malón de la Paz que en 1946 caminó 2000 kilómetros durante 81 días para recuperar sus tierras? ¿Quién recuerda que los kollas de la Puna y de Orán durante casi tres meses fueron tapas de diarios y revistas apareciendo incluso en medios dedicados al espectáculo y la farándula como Antena y Radiolandia o en la sección de deportes? ¿Alguien sabe que por primera y única vez en la historia argentina, dos indígenas estuvieron en el balcón de la Casa Rosada ante una Plaza de Mayo colmada? ¿Quién conoce cómo terminó aquella fiesta inicial?

A mediados de 1946 un grupo de 174 indígenas kollas, representantes de comunidades originarias ubicadas en las provincias de Salta y Jujuy que padecían condiciones de explotación extrema, resolvieron realizar una marcha multitudinaria. Hartos de soportar la usurpación de tierras comunales, el látigo del capataz, el cepo del hacendado, pasando por jornales arbitrarios, golpizas intimidatorias a los que alzaban la voz por sus derechos y hasta impunes abusos sexuales como el derecho de pernada, las comunidades resolvieron realizar una gran protesta que tuvo como finalidad llegar hasta la lejana Plaza de Mayo, centro simbólico del poder político nacional. Desde tiempos inmemoriales habían elevado pleitos ante las autoridades provinciales y enviado pequeñas delegaciones de 2 o 3 comuneros a la Capital Federal.

Eran concientes que, para lograr sus objetivos, debían emerger del estigma de invisibilidad. “El Malón de la Paz por las Rutas de la Patria”, tal como ellos mismos se denominaron, se convertiría en un hito en los anales de las reivindicaciones indígenas y en uno de los mas inusuales capítulos de la historia nacional. En primer lugar, el Malón kolla, fue la protesta indígena de mayor exposición pública, siendo además, el primer reclamo multitudinario que tuvo que afrontar el flamante gobierno de Perón a pocos días de asumir. Los kollas que el 15 de mayo partieron de los ejes Abra Pampa y Oran, reclamaban las tierras que les había arrebatado, entre otros terratenientes, el tristemente célebre Robustiano Patrón Costas, uno de los mayores latifundistas del Noroeste argentino y poseedor de una enorme proyección política. Cabe recordar al respecto, que el golpe de 1943, en el cual Perón era una figura relevante, buscó impedir que Patrón Costa apelara al “fraude patriótico” para apoderarse de la presidencia de la Argentina.

Vayamos por partes. Durante los casi 4 mesas que el Malón estuvo instalado como tema cotidiano en los medios de difusión escritos, radiales y cinematográficos, ocurrieron los episodios más inauditos de los que se tenga memoria en relación con una demanda de estas características. Menciono algunos de ellos. El 9 de julio de 1946, los casi doscientos maloneros con sus caballos y mulas, desfilaron junto a regimientos de infantería por las principales avenidas de Rosario, para terminar alojados en guarniciones del Ejército. Los indígenas argentinos conocían el interior de los cuarteles sólo en calidad de cautivos y las veces que marcharon con las tropas, lo hicieron como trofeos de guerra. Cuando el Malón de la Paz ingresó en la provincia de Buenos Aires, millares de personas salieron a su encuentro vitoreándolos como “nuevos héroes”. De hecho ante su mera aproximación, se creaban comités “Pro Reforma Agraria”. Al llegar a la Plaza de Mayo, varios de sus integrantes se unieron en un abrazo fraternal con el general Perón, nada menos que en el mítico balcón de la Casa Rosada, a la vista de la multitud que observaba emocionada la escena.

Jamás en nuestra historia había pasado algo similar. ¿Indios en el balcón de la Casa Rosada? Paradójicamente, después de tan apoteótica recepción fueron alojados en el Hotel de Inmigrantes, que como todos sabemos, era el lugar donde internaban a los extranjeros ni bien descendían de los barcos. Después, cuando el gobierno advirtió que se había metido en un laberinto, comenzaron a devaluar las aspiraciones de los kollas. Entre las actividades extravagantes en las cuales les obligaron a participar, se destaca el partido de fútbol que jugaron previo al tradicional River – Boca, encuentro al que asistieron 40.000 espectadores que no comprendían que hacían jugando a la pelota aquellos esforzados kollas que habían venido por sus parcelas. Tres semanas después de su apoteótica llegada, la esperanza kolla terminó de la peor manera: en medio de gases lacrimógenos, golpes, insultos, llantos y vejámenes. El reclamo tuvo una enorme resonancia pública y también una profunda repercusión política hasta que se desencadenó su abrupto final.

En virtud de la antinomia “civilización o barbarie”, en el momento del reclamo kolla, la percepción del grueso de la sociedad argentina oscilaba entre no advertir la presencia de los indios dejándolos en las sombras, o en su defecto, considerarlos como habitantes de un territorio que invariablemente los remitía a un pasado inculto y salvaje. En 1946, el indio vivo que respira, sueña y tiene necesidades era un asunto “inactual”, no era “marquetinero” ni siquiera para los especialistas. De hecho, las carreras universitarias de antropología no se crean hasta 1957 en La Plata y al año siguiente en Buenos Aires. Precisamente para contrarrestar los efectos negativos de esta percepción, es que el último tramo de la marcha del Malón, ya en la provincia de Buenos Aires, tuvo un evidente itinerario simbólico con el que demostrarían que también ellos eran chacareros, criollos y católicos. Examinemos este proceso con mayor detenimiento.

Cuando el Malón ya estaba en el eje Rosario-Buenos Aires, a la altura de San Nicolás, modifica la ruta prevista, y en lugar de seguir al sur rumbo a la Capital, gira al oeste internándose en la provincia con el objetivo de tocar tres puntos específicos: Pergamino, San Antonio de Areco y Luján. Cada una de estas ciudades representaba distintas aspiraciones o imágenes que el Malón pretendía brindar a la Nación. Tocar Pergamino implicaba adentrarse en el centro del granero argentino, es decir, en el eje del problema de la tenencia de tierras y mostrarse como trabajadores del campo. Cultivar la parcela propia no era una problemática circunscripta a la Puna, era una herida que lastimaba a todas las regiones por igual. De hecho la Pampa Húmeda, en la que todavía resonaba el “Grito de Alcorta” se encontraba atravesada por la misma aspiración. Los humildes kollas habían experimentado una mutación que tenía que ver con la repercusión y los contactos que establecían a diario a lo largo de la ruta; esa maduración puso en evidencia la extraordinaria capacidad de los indígenas para anudar alianzar estratégicas con otros sectores de la sociedad y ganarlos para su causa. De alguna manera querían enviar un mensaje a los retardatarios y “forzar” al primer mandatario a dar los pasos necesarios hacia la reforma agraria que había prometido en la campaña electoral.

En ese momento, julio de 1946, Perón tenía apenas un mes en el ejercicio de la primera magistratura y nadie sabía a ciencia cierta hasta donde se proponía llegar. Por lo pronto la fama del Malón llevó a que varias firmas comerciales como la tabacalera 43/70 o el analgésico “Geniol”, se aprovecharon de los kollas para vender sus productos. Por su parte, pasar por San Antonio de Areco significaba imbuirse de la tradición criolla y argentina que en todo momento intentaron asumir como propia. Areco era la cuna de Ricardo Güiraldes autor del libro gauchesco Don Segundo Sombra, allí desde 1940 se celebraba la Fiesta Nacional de la Tradición. La tercera localidad en la mira fue Luján, emplazamiento de la basílica donde se encuentra el santuario de la principal Virgen patrona de la Argentina. Peregrinar hasta Luján significaba hacer una demostración de fe religiosa, cerrando la trilogía agraria, argentina y católica.

Mientras tanto, la impactante cobertura periodística irá in crescendo en forma proporcional con su cercanía a la Capital Federal. Esta aparente contradicción, tiene que ver con el propósito inicial del gobierno de convertir a los maloneros y su reclamo en un ejemplo de los alcances de la Nueva Justicia Social. La solución del pedido kolla sería inmediata. Radios, periódicos y noticieros cinematográficos como “Sucesos Argentinos” se ocupaban de kollas, brindándoles un espacio destacado con titulares, entrevistas y primeras planas. Finalmente el 3 de agosto ingresaron a la Capital aclamados por millares de porteños. Desde las ventanas de los edificios de la Av. de Mayo los vecinos arrojaban flores al paso del Malón. ¿Flores ante el paso de una caravana indígena? Tras ser homenajeados por el Congreso Nacional, atendidos por el mismísimo Perón, su vicepresidente y varios ministros, con muestras de enorme simpatía por parte de la ciudadanía y del arco político, en menos de un mes pasaron de ser “huéspedes oficiales de la Justicia Social” a transformarse en una incómoda presencia que se obstinaba en permanecer en Buenos Aires a todo trance “sin pagar un centavo, sin esfuerzo, sin trabajo”. Una fuerza conjunta compuesta por cientos de soldados de la marina de guerra y una brigada lanzagases de la policía federal obtuvieron “otra épica victoria contra la barbarie”.

El gobierno había comprendido tarde los alcances del Malón de la Paz. Si les otorgaban las parcelas a los 174 kollas, una lluvia de malones indígenas y de criollos necesitados de tierras se lanzaría contra el Ejecutivo. El presidente no tenía opción, o les daba la tierra a los kollas afrontando lo que vendría después, o los borraba de la vidriera nacional. Así los maloneros fueron secuestrados, arrojados dentro de un tren y desterrados a sus provincias en un convoy con custodia armada para que no pudiesen descender antes de arribar a la Siberia Argentina, nombre inicial de Abra Pampa. En las numerosas entrevistas realizadas para la investigación sobre el Malón, constantemente afloraba el neologismo “envagonar” enhebrado del modo siguiente: “a mi papa lo envagonaron”. A partir de aquel envagonamiento, prácticamente todo el periodismo que se había encolumnado para narrar sus padecimientos y lo justo de sus reclamos, se lanzó sin misericordia sobre ellos difamándolos burdamente o, en el mejor de los casos, manteniendo un mutismo tan escandaloso como cómplice.

Esto nos lleva a incursionar en la herencia recibida por el imaginario argentino sobre el concepto del indio y los alcances de la nacionalidad. Un ejemplo de ello fueron los estériles y absurdos debates que tuvieron lugar en la Cámara de Diputados, en relación con los kollas, como cuando el diputado Teodoro Saravia de Jujuy saltó en su banca gritando: “en Jujuy no existen indios ni kollas”. Para el imaginario argentino en general y del legislador puneño en particular, nuestro país es blanco y europeo, y por ende resulta natural la ausencia de indios y kollas. Pero las infamias todavía fueron más lejos. Para terminar con el problema, distintos sectores de la prensa como del poder político “descubrieron” que los maloneros no eran indios.

Una de las “pruebas contundentes” en tal sentido, la constituía el hecho que numerosos integrantes del Malón supieran leer y escribir. Nada más “sospechoso” para el imaginario que un indio lector. Otros, aprovechando su procedencia de provincias limítrofes con Bolivia, comenzaron un proceso de bolivianización de los kollas, es decir, comenzaron a extranjerizarlos. En síntesis, si eran extranjeros, el problema desaparecía. En general, se dio rienda suelta a un racismo visceral, como el del periódico La Voz de Luján cuando señaló que los kollas regresaron a sus lares “con el cerebro estragado por el vértigo de la civilización”, o como Criterio, principal semanario católico cuando afirmó alegremente que los indígenas no querían regresar a Jujuy para continuar degustando “las delicias de la mayonesa” descubierta en la Capital Federal.

Para salir del paso, desde el gobierno además de negar su participación en el envagonamiento, se sucedieron los acostumbrados pedidos de informe y ficciones varias al gusto argentino. Entre otras se designaron tres comisiones investigadoras pertenecientes a los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo con el mandato imperativo de investigar hasta las ultimas consecuencias. En el caso de los kollas ni uno sólo de los sospechosos o damnificados fue indagado.

Como consecuencia de esa nula investigación, al año siguiente se iba a producir un episodio aún más grave y dramático. Casualmente el 12 de octubre de 1947, en Rincón Bomba, Formosa, centenares de indígenas pilagás hambrientos fueron ametrallados impunemente por la Gendarmería Nacional en el mayor genocidio indígena del siglo XX. Por supuesto, al igual que en el caso del Malón, no se investigó absolutamente nada. Alrededor de 400 cadáveres terminaron en fosas comunes o pudriéndose en la selva. Gendarmería se ufanó de haber restablecido el orden tras el “malón” al mínimo costo de 4 muertos.

Si bien la reforma constitucional del 1949 suprimió pasajes vergonzosos como el de “mantener un trato pacífico con los indios, o “la obligación de convertirlos al catolicismo”, el gobierno no volverá a promover ninguna marcha indígena para la restitución de tierras originarias. La visibilidad pública que el gobierno facilitó para la percepción del reclamo del Malón de la Paz, fue producto de la vorágine de aquellos primeros meses del gobierno justicialista que había asumido las riendas del estado el 4 de junio de 1946. Perón había aprendido la lección.

La historia en un país que hace un culto de la impunidad y el olvido siguió su curso. En el 2006, se realizó un segundo Malón de la Paz que llegó hasta Humahuaca pidiendo lo mismo que 60 años atrás: tierras, dignidad, salud, justicia. El 16 de julio de 2007, casi una semana después de presentar el libro Los indios invisibles del Malón de la Paz en Abra Pampa, los kollas tomaron los edificios públicos de la localidad exigiendo que las autoridades ofrecieran soluciones con respecto a la montaña de 12.000 toneladas de deshechos de plomo que la fundidora Metal Huasi “olvidó” hace 25 años a dos cuadras de la plaza principal. Esta acumulación de residuos tóxicos provocó la contaminación de la mayoría de la población infantil de este pueblo de 14.00 habitantes.

El 81% de los niños que participó de la muestra tiene valores por encima de cinco microgramos por decilitro en sangre (a partir de ese valor se estima que los niños tienen daños neuromadurativos). Cuando sopla viento norte la ceniza que se desprende de la escoria de metal llueve sobre Abra Pampa, y ese fino y mortal polvillo de plomo es lo que respiran y se les pega en la piel. Es un envenenamiento paulatino y letal. Hoy existe un proyecto de resolución en la Cámara de Diputados solicitando al Ejecutivo se informe qué resolución se tomará con esta vergüenza. La plombemia ha sido detectada desde el 2004 y todavía ninguna autoridad hizo algo que tuviera sentido, mientras tanto el nivel de plomo en la sangre de los niños sigue aumentando.

El Malón de la Paz de 1946 como el que se produjo 60 años después, solicitó los títulos de propiedad de las tierras donde tienen enterrados a sus abuelos. La Federación Pilagá interpuso una demanda contra la Nación por el mayor genocidio del siglo XX. En el caso de la plombemia de Abra Pampa existe un pedido de informes al Poder Ejecutivo. Existe impunidad. Existen gobernantes insensibles. Existen denuncias, existen trámites y esperas y papeles. Muchos papeles y la pregunta de siempre: ¿cuándo la tinta saldrá por fin de las hojas y folios, y los pedidos y reclamos se corporizarán en soluciones concretas? ¿Cuándo?

Fragmentos del libro «Los indios invisibles del Malón de la Paz»

artículo publicado en revista Futuros nº11, primavera-verano 2007-2008, Río de la Plata. https://revistafuturos.noblogs.org

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60 años israelíes

Publicada el 20/08/2008 - 07/09/2018 por raas

En el Luna Park se produjo el pasado 7 de mayo un acto de grandes proporciones. El Estado de Israel tiraba la casa por la ventana. 60 años no se cumplen todos los días. Un gran operativo de tránsito y de control.

Por Luis E. Sabini Fernandez
luigi14@gmail.com

Fácilmente comprensibles. El de tránsito a cargo de la policía y el de control, combinado de la policía con la seguridad propia de los organizadores, aunque no estuviera del todo claro quiénes eran los organizadores.

Había estado un rato antes, en el acto de recordación que palestinos y árabes habían realizado conmemorando precisamente los 60 años de la tragedia que denominan Nakhba. La Catástrofe. Allí, en Corrientes y Florida, centenares de palestinos y afines reunidos hablaban con dolor y rabia del avasallamiento y el despojo, y sobre todo el silencio cómplice de “el mundo” ante hechos que, realizados por cualquier otro estado que no fuera Israel habría levantado montañas de indignación. Salvo que los hubiera hecho EE.UU.: los comportamientos de estos dos estado resultan cada vez más indiscernibles.

Me acerco hasta las barreras del Luna, muestro mi carnet de periodista y cordialmente me señalan que no puedo entrar por ese control, que vaya a Alem. Voy a Alem y me señalan que no es en ésa la esquina para la prensa, que me corra hasta Lavalle. Allí me preguntan a la vez guardias israelíes y policías federales qué busco. Otra vez el carnet y ahora me derivan a un cuarto control, en Alem y Tucumán. Allí muestro el carnet, me piden un documento de identidad, los cotejan lenta y cuidadosamente, me piden revisar la mochila, lo hacen bolsillo por bolsillo. Finalmente paso, guardo toda la documentación porque creo estar ya dentro del vedado, pero hay otra valla, otro control, otro grupo ahora sólo de civiles.
Vuelven las preguntas. Fue un interrogatorio duro. Como se trata al “enemigo”. Como la policía trata al que ya “sabe” que es delincuente. Como hacían los nazis con los que no pertenecían… a la raza. Como se mira al que es de otra especie, de otro bando, de otro mundo.
Con una desconfianza radical. Otra vez me pidieron las credenciales y la identificación y como yo andaba buscándolas porque ya las había guardado, el que llevaba la voz cantante medio quiso apurarme diciendo que las mostrara de una vez y tuve que explicarle que justo me las habían pedido cien metros atrás, que las había guardado y no me acordaba dónde…

Se las di, me revisaron ocularmente una vez más el bolso, preguntando qué contenía. Poniendo los ojos chiquitos como hacen los “malos” en una policial yanqui clase B y echándose hacia atrás, el fulano que retenía mis documentos me quiso ir sonsacando: –¿periodista de qué, de dónde, de qué medio? –¿cómo se enteró?, –¿pertenece a la comunidad?, –¿estuvo en algún otro acto?, –¿estuvo antes en actos de la comunidad? Luego del ametrallamiento de preguntas, llamó a un veterano del MOSSAD y le dijo: “–tomá nota de sus datos” y le extendió mis credenciales y la cédula de identidad. El fulano, que apenas hablaba castellano, apuntó deletreando trabajosamente mi nombre y apellido y el domicilio y finalmente me devolvió los documentos que había estado observando del derecho y del revés.
Una sensación nauseosa. De que estos tipos están absolutamente separados de lo que no son ellos mismos. El abismo se siente. Lastima el maltrato.

Un transeúnte, intrigado por el paso cortado le había preguntado, en los vallados de Alem, a un guarda, mientras yo esperaba dictamen en uno de mis tantos puestos de control: -¿qué pasa, por qué no se puede cruzar? “Hay un acto por la paz”, le contestó el joven sionista.
Cuando llegué al edificio propiamente dicho, le pregunté a una chica dónde conseguir el programa que tenía en su mano. Me dijo que lo conseguían sólo quienes tienen asiento reservado pero que uno se apiadó con ella y por eso lo consiguió. Está en hebreo y castellano. Le pregunté a la joven que significa lo que parece ser el título: “60 años de la independencia”, me dijo. Y me acordé de “la paz” con que el guarda había titulado el mismo acontecimiento. El oportunismo enmascara la realidad con diversos disfraces.

Es para tener en cuenta la adicción por la paz de los imperios; la Pax Romana, la Pax Britannica, la Pax American. Si vis pacem para bellum. Un viejo y conocido latinajo: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. Pero se le podría agregar con justicia una enmienda: “Si quieres o vives de la guerra, invoca la paz”.
La denominación “sesenta años de independencia” también tiene sus bemoles. En todo caso, una mezcla sui generis de independencia y conquista. Israel no es como Ghana, Irak o Paraguay; una colonia que se independizara. En todo caso, procurando la mayor neutralidad, “fundación del estado israelí”. Y si habláramos con cierta continuidad histórica, se podría recordar en el 2008 los 91 años del Hogar Judío que el colonialismo británico le otorgó a algunos judíos prominentes como “derecho” para establecerse en Palestina/Israel.

La conmemoración no se refiere a la convención de la ONU de 1947 mediante la cual se decidió, sin tomar para nada en cuenta el parecer de sus pobladores árabes palestinos (la mayoría), la partición de Palestina (56% para Israel, 43 % para Palestina, 1% para Jerusalén internacionalizado). Recuerda en cambio, la derrota de los ejércitos árabes que no habían aceptado la formación del estado israelí. Mucho más ventajoso ese momento, porque con esa guerra, el territorio israelí pasó del 56% inicial al 78%. Por eso entiendo que es un mezcla de independencia y conquista. Y por eso, la autocalificación de algunos grupos sionistas “de izquierda”, como “movimiento de liberación nacional” confunde los hechos: no hubo una población judía colonizada que luchara por su independencia. Las atrocidades nazis contra los judíos dieron una justificación psicológica al sueño sionista, porque entre judíos perseguidos hubo quienes nucleados en el sionismo, optaron por establecerse en tierra ajena, con el fundamento bíblico e histórico de que en algún momento había sido tierra propia (pero el interregno había sido milenario, con lo cual todo se complica; ya no se trata de recuperar un territorio usurpado mediante la reconquista contra quienes los habían despojado). En realidad, allí vivían otros despojados que tuvieron que sufrir las consecuencias de una guerra librada entre Israel y algunas jefaturas árabes luego de haber sido arrancados de su tierra ancestral.

Todo de blanco. El color de la pureza. El color dominante en el acto. El blanco. La blancura. No pude menos que recordar el culto a la luminosidad de los nazis en la década de los ’30. Ellos también encarnaban algo puro. Es decir, la simbología nazi postulaba la belleza, la salud, en aquellos desfiles de hombres y mujeres vestidos de blanco, gimnastas. Los que aparecen en las documentales de L. Riefenstahl. Que no eran sino la contracara y la fachada de un proyecto político superautoritario, que hacía un uso intensísimo de la oscuridad en mazmorras para doblegar y eliminar lo disidente.
Las banderas celestes y blancas. Como estaban recogidas no pude ver si eran argentinas o israelíes. Tal vez aquellas con asta terminada en chuza fueran argentinas y las terminadas con la Estrella de David, israelíes, pero no pude saberlo.

No me quedé a toda la celebración. Desde mi muy periférica ubicación apenas si oía. Escuché, con mucha dificultad, al primer orador, un veterano que repasó la etapa “heroica” del establecimiento sionista, la vida esforzada y espartana. Su mirada, como la de todo colonialismo, ignoraba radicalmente lo que estaba antes, los que estaban de antes, los transferidos, los avasallados, los matados. Pero ¿cómo hacer un mundo sin “el otro”? diría Martin Buber…

Es patético el esfuerzo de la pureza, el endiosamiento de algunas entidades. Siempre pienso en una observación de Blas Pascal, transmitida por uno de mis inolvidables profesores, Mario Sambarino: “El hombre es mitad ángel, mitad bestia. Y cada vez que procura transformarse totalmente en ángel, se convierte totalmente en bestia.”

Indudablemente, el socialismo fue un intento de transformarnos en ángeles, implantando el paraíso en la Tierra. El socialismo nacional, mal traducido como nacional-socialismo, y simplificado como nazismo, también. Por cierto este atroz mecanismo mental no comenzó con el socialismo. También EE.UU. se forjó como tierra de salvación, tierra única, utopía del mundo nuevo, que arrancó proclamando la igualdad absoluta en el género humano mediante la abolición de los títulos nobiliarios mientras negaba ciudadanía y derechos a los nativoamericanos (1) porque no estaban integrados a la “Unión”, “no pagaban impuestos”. Y negaban esa tan proclamada igualdad también a los afros transportados a la fuerza y en condición de esclavos a la “Unión”. ¿De qué “género humano” hablaban?

La América “Latina” es otra cadena de humanidades excluidas, y el sionismo otro trágico eslabón en ese cadena de atrocidades. De establecimientos puros, de “focos de civilización” contra la barbarie. Recordemos las escalofriantes palabras del mismísimo fundador del sionismo, Theodor Herzl: “Para Europa formaríamos allí [en Palestina] parte integrante del baluarte contra el Asia: constituiríamos la vanguardia de la cultura contra la barbarie.” El pensamiento motriz del colonialismo: la justificación de toda apropiación, de todo avasallamiento, de todo asesinato en la lucha de la civilización contra “la barbarie”. Un Sarmiento redivivo.

La pregunta que me queda retumbando es: ¿por qué se separan tanto de lo demás, es decir de los demás? ¿Cómo pueden sentirse tan ajenos al resto de humanidad? ¿Por qué todo lo demás tiene que ser (y ser tratado como) enemigo? Entiendo perfectamente el mecanismo de defensa por las atrocidades ejercidas por el antisemitismo. Entiendo perfectamente una “neurosis de destino” con lo vivido a manos del nazismo y antes, a manos de tantas autocracias como el zarismo. Entiendo incluso una actitud de mucha desconfianza por los atroces y asesinos atentados habidos en Argentina, en la embajada israelí y en la AMIA. Con mi escasez de conocimiento, las considero de los peores atentatos contra las colectividades judías después de 1945 en el mundo entero. En Europa, por ejemplo, desde 1945 se ha debilitado mucho ese vénero antisemita, subsiste pero como fenómeno residual.

En las zonas privilegiadas del planeta, al menos las occidentales, han ido creciendo, en cambio, otros racismos generadores de otros “anti”: un antiarabismo, por ejemplo, el ya clásico y siempre usable racismo contra los afro-negros y un antiislamismo más racial que religioso (aunque también religioso).
Pero en Occidente, el antisemitismo está en franco retroceso. Por eso es tan chocante la actitud de desconfianza generalizada desde el sionismo hacia “el resto del mundo”.

No atinamos con una explicación satisfactoria a ese deliberado exclusivismo. No sabemos si proviene de la propia ideología sionista, que tanto ha puesto el acento en la noción de “pueblo elegido”, noción racista de las más “perfectas”.

O si se trata de una suerte de sindrome de Estocolmo que habría provocado una identificación con el victimario, y el sionismo organizado estaría cumpliendo una metamorfosis que lo vaya acercando al nazismo.

Israel se ha ido convirtiendo en uno de los principales poderes nucleares del planeta. En uno de los principales exportadores de armas del planeta. En uno de los principales exportadores de instructores para la represión y la tortura a los más diversos lugares del planeta. Todo eso junto a la identificación cada vez mayor con EE.UU. que ejerce un imperio cada vez más discrecional en el mundo entero, que está regando de bases militares los siete mares, que va extendiendo su política de violación sistemática de los derechos humanos a más y más humanidad, no puede sino atestiguar un proceso de creciente abuso y represión.

Nos parece irrelevante si eso merece el nombre de nazificación o americanisation.
Lo que sí vemos es que EE.UU. e Israel son los dos únicos estados que han legislado públicamente a favor de la tortura (que muchos otros estados, ciertamente, aplican sin confesar), que son los dos únicos estados en cuyos parlamentos se discute y menciona con descaro, a quienes hay que condenar a muerte según los intereses políticos dominantes (otra vez: el asesinato político no es exclusivo de tales estados, pero en otras partes, no tienen más remedio que ocultarlo; lo que preocupa no es la exclusividad ante tan aberrantes y condenables actos sino el desparpajo de que gozan políticos que puedan mencionarlo públicamente sin merecer con ello la repulsa pública (ni desde dentro ni desde fuera de fronteras, por otra parte).

El Estado de Israel coarta la vida cotidiana y la sobrevida de palestinos desde hace años, cada vez peor, apretando todos los resortes de una sociedad para que estalle en pedazos, con una racionalidad escalofriante, bombardeando puertos, aeropuertos, usinas, fuentes energéticas, archivos, bibliotecas, bloqueando alimentos, medicamentos, agua (que se otorga una vez por semana), combustibles, talando cultivos, impidiendo a barcos pescadores que se alejen de la costa tras un cardumen, baleando a quienes se acercan a los basureros a rescatar algo dado el estado de indefensión, hambre y vicisitudes que pasa la población.

Existe consecuentemente un proceso de encanallamiento creciente que se expresara, por ejemplo, en los saludos que alegremente niños y niñas israelíes rubricaran en bombas que iban a caer en población civil (palestina o libanesa) o, como lo expresa el dolido e indignado testimonio del periodista italiano Genaro Carotenuto que no podía entender cómo se puede llegar a impedir el acceso al agua a niños sedientos del lado palestino mientras que a pocos cientos de metros la población israelí la usaba o dilapidaba en piscinas y lavados de autos.

Hay una terrible explicación para semejante pérdida de “el otro” que formula un sionista desengañado, Avraham Burg: él sostiene que la sociedad israelí ha ido perdiendo la compasión. La compasión es un senti-miento muy profundo, instransferible, que tiene que ver precisamente con el otro, con el “tú” de Martin Buber. Burg sostiene que esa pérdida es tan radical que afecta a los mismos judíos israelíes entre sí.
Los nazis no eran compasivos, los marines no lo son ni pueden serlo (por eso existen suicidios, p. ej.). Por lo mismo, existen los refuseñik.

Si observamos que la invisibilizaciòn de lo palestino implica la invisibilización de los comportamientos que acabamos de reseñar, el resultado es que el aniversario festejado aquí en Buenos Aires, o en todo el Estado de Israel, constituye un homenaje a la fuerza, al despotismo, que ha logrado sentirse satisfecho de sí mismo.

Nada más lejos de la idiosincrasia clásica del pueblo judío, a menudo segregado, a menudo perseguido, aunque muchas veces también amparado dentro de los pliegues del comercio, las profesiones liberales y la banca. La instauración del estado israelí parece haber metamorfoseado la mentalidad dominante, a través de los mismos pasos cumplidos: el desalojo de millones de palestinos pero también la matanza de algunos miles.

Y el sionismo y su estado, nutrido desde al principio por una clara minoría dentro de la comunidad judía pasó sin embargo a ser mayoría tras la política genocida del nazismo que precipitó a muchos judíos dentro de la organización sionista.
Paradójicamente y con o sin sindrome de Estocolmo, el sionismo puede “agradecer” al nazismo su enorme fortalecimiento dentro de la judería internacional.
Los 60 años de la Nakhba palestina, de la fundación del estado israelí, no pueden ser considerados, de la paz. ¿De qué paz? Hay demasiada sangre inocente inmolada en ese proyecto.

Afortunadamente, son varias las voces judías que lo advierten. Desde hace ya mucho tiempo, diversos pensadores judíos han temido ese posible acercamiento sionismo-nazismo, esa posible negación del judaísmo mediante el sionismo. Un rabino extraordinariamente lúcido, Yeshayahu Leibovitz, hace un tiempo fallecido, temía y condenaba al sionismo precisamente por esa ominosa potencialidad. Muchos pensadores judíos han visto en el desarrollo sionista, cumplido siempre al amparo de grandes poderes políticos y económicos, un desarrollo potencialmente temible.

Tanto es así, que en el mismo día en que el Estado de Israel proclamaba su fiesta de los 60 años en el Luna Park, llegaba a las librerías porteñas un libro de Yakov Rabkin, un rabino de origen canadiense, declaradamente antisionista. Más aún: dedicado a fundamentar la incompatibilidad entre judaísmo y sionismo; “narra la historia de la oposición del judaísmo al movimiento sionista”.

Rabkin nos recuerda el repudio que desde el sionismo se le dispensó en su momento a Hannah Arendt, quien siendo inicialmente sionista, como tantos otros judíos, abandona esa posición. Como le pasara a Israel Shahak, a quien se le acaba de traducir y publicar, aquí en Buenos Aires, un libro sobrecogedor de denuncia contra el Estado de Israel.

Rabkin nos revela algo de la mentalidad sionista: no aceptaron discutir con Arendt. ‘Están con nosotros o contra nosotros.’ Tal actitud es la que reconocimos, hace décadas en el franquismo, en el nazismo. Tal es exactamente la disyuntiva que nos plantea hoy en día la barbarie bushiana. Dicho esto, con disculpas a los bárbaros. No hay matices, no hay verdades relativas; hay un absolutismo mental.
Es lo que da miedo. Desagrado, asco. Pero es también lo que despierta la resistencia. Rabkin no está solo.

nota:
1) Y ciertamente, la vida, salvo a los encerrados en las indian reservations, que fueron los bantustanes del s. XIX; ni siquiera en sus atrocidades fueron originales los sudafricanos blancos, que han constituido uno de los principales aliados que ha tenido el Estado de Israel en su historia y fuente de inspiración de la “bantustanización” de los territorios palestinos.

Publicado en revista Futuros nº12, primavera-verano 2008, Río de la Plata. https://revistafuturos.noblogs.org

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(poesía) El dueño del mundo

Publicada el 20/08/2008 - 07/09/2018 por raas

Por raas
raas@riseup.net
24-03-2007

Yo, el dueño del mundo
decido desde ahora
y para siempre
que la tragedia será
pan y castigo, escasez y desolación;
que los peces, los mares
las plantas y la gente serán
extintos a mi anotojo.
Trabajarán para mi a destajo,
y los que sobren
desaparecerán por obra
y gracia de mis ejecutores:
los gobiernos del mundo.

Yo, el camaleón azul, verde,
rojo, marrón o amarillo
comandaré, como un viento negro y frío
el trabajo, mi espada favorita,
con su brillo esencial que
tragará mujeres y hombres,
agua, plata, oro, bosques,
sal, tierra, seda y bronce
mandaré a plantar cercos
y brutos seres con
bastones, botas y soberbia
les obsequiaré miseria legal
a cambio de todo;
su espíritu y voluntad.

Yo y solo yo seré rey y amo;
donde haya esperanza e ideas
esparciré opresión, silencio y paz,
con prensa, con astucia,
con garrote y seguidores fieles
agotaré y exprimiré todo lo
que a mi alcance esté.

Mi nombre es uno y todos
ascendí al trono de las mentes
para catapultarme al castillo
del odio y la amenaza.
Los que dictan leyes serán
mis intérpretes, los generales
mis marionetas; mi idioma
es universal y la pobreza,
mi salvación eterna.
Estoy sin ser, palpito sin latir
y muerdo sin dientes.

Oh, yo soy religión y obediencia
fantoche que camina observando.
Yo, el monstruo más temible,
estaré en todas partes;
habrá templos en mi nombre
donde la gente luchará y luchará
y yo siempre venceré…
Soy el verdugo y la cárcel,
la escuela y el banco,
el orden y el caos:
yo, el cementerio volátil.

No habrá sobre este mundo
Carta Magna que no me contemple
seré espurio y contagioso
senil y competitivo
confundiré a locos y sabios
trabajarán para mi,
matarán por mi, con la ciencia
motorizaré el gran plan.

No existirá lugar donde
no hablen de mi.
Las mujeres parirán
para darme más poder.
Yo, soy número y eficacia
control y matanza
suicidio y bonanza
ilusión y progreso.

Se elogiará la paz
a través de la guerra,
se firmarán pactos
que romperán para mi,
por propia decisión.
Yo fabrico armamento
y ofrezco libre albedrío.

Yo gobernaré con sangre
por los siglos de los siglos
y todos gritarán
a coro mi sinfonía, sin tregua.
No tengo secretos
porque lo oculto me pertenece,
las ánimas serán mi advertencia,
el desierto mi testigo,
el tiempo mi aliado.
La jerarquía daré para engañar
a idiotas y guerrilleros:
mi pirámide de cristal líquido
seducirá por doquier.

Hágase mi voluntad
porque yo seré grande y papel,
tintura y fábrica
omnívoro y terrestre.
No existo más allá del mundo,
no tengo terrenos en Marte,
mi poder es inerte en Júpiter,
pero aquí seré fuego, terremoto y agua…
No hay nada, yo seré todo.

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Reflexiones en torno a la guerra y el integrismo tecnológico

Publicada el 20/08/2008 - 07/09/2018 por raas

«… Hay que recuperar el mundo. Hay que dejar de fantasear sobre el más allá del mundo, sobre el más allá de la Tierra y sobre el más allá del hombre […] en cuanto a crear atmósfera artificial sobre la Luna o sobre Marte ¿a quién pretenden tomarle el pelo?.» Paul Virilio (1)

Por Loreto Echeverría

Conspiradores de lo viviente

El vizconde Étienne Davignon niega que el ya quincuagenario Bilderberg Group que él preside, constituya «una clase dirigente global». Tal cosa no existe. «Los negocios influyen en la sociedad y la sociedad es influida por la política… eso es puro sentido común». Se trata, nos explica, que se reúna gente «que tiene influencia interesada en conversar con otra gente influyente».(2) A sus miembros, todos en la cima de la jerarquía política-corporativa «occidental» (que comprende desde los presidentes del Banco Mundial y British Petroleum hasta los cinco mayores propietarios de prensa y el rey de Bélgica) suelen incorporarse futuros líderes elegidos por el Estado Llano. El gobernador de Arkansas Clinton y el parlamentario Blair ya estaban en el club, que según dicen, se inicia en Holanda en 1954 .

Con perfecta regularidad, el poder habla al poder, que con agenda desconocida ha de aceitar una de las «hélices mundializadoras»: «el cuatrimotor»: ciencia, técnica, industria e interés económico.(3)

¿Es el fenómeno Bilderberg la punta del iceberg?  Muy probable. Las teorías conspirativas, ejercicio que despierta tanto escarnio dentro del establishment académico, hoy apenas demandan elucubraciones. Porque si en un mundo globalizado los órganos directivos de las finanzas, la industria, los medios de comunicación sostienen «conversaciones» tan inaudibles como las de una logia masónica y cuyo contenido permanecerá secreto  in perpetuum ¿no es legítimo concluir que se está gestando un supra-estado en la sombra?

Por otra parte, ¿no es obvio que la Guerra Fría de los últimos 60 años ha moldeado la economía mundial como una economía de guerra bajo el comando de la tecnocracia militar-corporativa (TMC) y en consecuencia, impedido un efectivo funcionamiento democrático?

Ni las fuerzas de «disuasión» ni la «conquista» espacial, que siguen marcando la carrera armamentista en la era post-soviética, permiten una economía justa o una democracia genuina. La nuclearización en sí despoja a la sociedad civil de parte importante de su capacidad de escrutinio (baste recordar lo sucedido en Kashiwazaki, en las cercanías de Tokio, en julio pasado; véase recuadro). La complejidad de la tecno-ciencia, que espanta tanto como asombra, deja al margen del debate a la mayor parte de la clase política, que no sabe ni contesta. Y algo parecido pasa en la brumosa esfera financiera, progresivamente más ininteligible, aun para los «expertos».

La patria extraterrestre

En estos años de guerras frías y sangrientas, de déficit incontrolable, de mega bancarrotas, Washington, fiel a su propia lógica autística, ha alentado con obstinado celo la aventura espacial, piedra angular de todo tecno-utopismo. A pocos meses de «la caída» de Bagdad se lanza la Declaración de la Luna, entre cuyos signatarios (estadounidenses en abrumadora mayoría y con la conspicua ausencia de China) figuran Boeing y Lockheed Martin. El documento es elocuente: necesitamos de nuestro satélite, no sólo por sus recursos de agua y energía, sino como un refugio en caso de catástrofe (4) y finaliza con una romántica proclama: «nuestra visión es la de una humanidad expandiéndose en el espacio en un viaje sin término».(5)

Conscientes que sin robots la colonización del espacio es inviable, los arquitectos de la Declaración subrayaron que el progreso en este campo era fundamental. Rodney Brooks, «Panasonic Professor» de robótica en MIT, figura cumbre en la inteligencia artificial (IA) y un militante ferviente de la astronáutica, ha dedicado sus mejores esfuerzos a construir robots para misiones espaciales. Su objetivo, sin embargo, va más allá de la creación de máquinas que nos abran el camino en el sombrío espacio estelar. Lo que busca el profesor Brooks es «alterar nuestra percepción de las capacidades potenciales de los robots»

En su popular libro Cuerpos y máquinas: de los robots humanos a los hombres robot (6) explora «la recíproca conexión entre humanos y sus hermanos tecnológicos» («Technological Brethren»), e impugna indignado la concepción que tenemos de nosotros. «Nos hemos programado» afirma, para creer que constituimos seres únicos, cuando nuestro cuerpo «es una masa de biomoléculas», una máquina que actúa de acuerdo con reglas específicas. De ahí se infiere que debamos mirar a los robots con ojos fraternos.

Su «biologicismo» es paradigmático de lo que E. Morin y su escuela (Asociación para el pensamiento complejo, APC) denominan «la cosmovisión unidimensional de un pensamiento simplificante y reduccionista».(7) Y que entendemos como la ideología dominante de la TMC en general y del alto sacerdocio de la IA en particular.
En sus antípodas, la antropolítica, el movimiento ciudadano que percibiendo a la Tierra como «la casa de todos» reacciona «contra los efectos de una civilización reducida a lo cuantitativo, el dinero, lo prosaico y lo agresivo».(8)

Un caso interesante de esta reacción contra la TMC es el de James Hansen, director del Instituto Goddard de la NASA a quien la administración Bush ha tratado de silenciar. Décadas atrás, a raíz de sus investigaciones climáticas de Venus, Hansen fue uno de los primeros en hacer sonar la alarma respecto al calentamiento global, advirtiendo que «nuestro modo de vida es insostenible» y que si no hay cambio de rumbo inmediato, el daño será irreparable.(9) Reconoce el interés científico que encierran Venus y Marte, pero no vacila en enfatizar que el planeta en el que vivimos «es más importante» y que tenemos «una obligación hacia nuestros hijos y nietos» . Para este rebelde que ha abandonado la nave de los locos es «esencial» que la comunidad científica pueda establecer una comunicación directa con la gente, ya que «la preocupación pública es probablemente lo único capaz de imponerse a los intereses corporativos que han confundido (obfuscated) el tema».(10)

Confrontado por C. Gracie a la pregunta de si hay o no «una conspiración en el corazón del establishment norteamericano», Hansen (quien ha sido amordazado y sujeto a implacable vigilancia como es de público conocimiento) soslaya el término «conspiración» y se limita a denunciar manipulación de información y «fraude científico». Su insistencia en que ni el Congreso ni la ciudadanía están siendo debidamente informados sobre una situación próxima a escapar a todo control es muy reveladora.

Fraude jurídico: derechos robóticos y corporativos

Los desarrollos en el campo de la biónica y de la IA nos aproximan con celeridad al advenimiento del «robo sapiens». Lo más notable de todo, sin embargo, es la mutación que parece estar sufriendo el robot en el imaginario colectivo y en consecuencia en el concepto de lo humano. David Levy de la Universidad de Maastricht en Holanda profetiza que habrá matrimonios «legales» entre hombres y robots. Tal vez a mediados de este siglo en los EE.UU.(11)

Una revolución que según él es similar a la suscitada por la primera unión interracial en EE.UU. o entre individuos del mismo sexo («Live science», 12-10-07). Las proyecciones políticas y jurídicas que intenta darle la TMC son también escabrosas. Debido a que se espera, como una suerte de fatalidad cósmica, «la llegada» de las máquinas autorreplicantes, evolutivas y autónomas, el gobierno de Blair («New Labour») financió una curiosa investigación. A través de una organización gubernamental (The UK Office of Science and Innovation’s horizon Scanning Centre) encargó a diversas consultoras y «think tanks» (Outsights, Ipso Mori, Institute For The Future) dilucidar el status jurídico que los robots, como «sentient machines» podrían adquirir dentro de las próximas décadas. El estudio, publicado a fines de 2006, concluye que si los robots desarrollan conciencia y son capaces a su vez de generar IA, requeriremos «reglas éticas» que regulen nuestra interacción. El sueño del profesor Brooks se haría realidad: tendremos que amarlos como a nosotros mismos. «La sociedad «, nos advierten, «tendría el deber de cuidar a estos nuevos ciudadanos digitales», contribuyentes con derecho a voto y «quizás», ¡sujetos a servicio militar obligatorio!

Esto a su vez ha abierto otros debates. En el programa «Reporting Religion» de la BBC, Dan Demon entrevistó en julio pasado a un «experto» sobre el tema, Ronald Arkin, un roboticista de Georgia Institute of Technology, Atlanta, EE.UU. ¿Cómo enseñarles los principios de la Guerra Justa y quienes serían en última instancia los responsables de sus actos? Porque un error mecánico podría convertirse en «crimen de guerra», pero Arkin nos tranquiliza. Los robots, desprovistos de emociones, tendrían un mejor desmpeño que los humanos, circunscribiéndose a «blancos legítimos».(12)

En este contexto de enajenación y necrofilia es muy natural que en el seno del universo corporativo las empresas estén demandando derechos comparables a los que, en teoría, el sistema democrático garantiza a las personas. «Puede que las grandes corporaciones no respiren, ni hablen ni coman, pero ellas ahora están utilizando la legislación de derechos humanos para exigir protecciones y libertades legales».(13) Por muy exiguo que sea nuestro conocimiento respecto al círculo de Bilderberg estamos en posición de hacer un pronóstico: su «quehacer» será cada vez más siniestro y destructivo. Junto con corromper absolutamente, el poder absoluto también enloquece por completo…

El soldado-máquina

Las dificultades de reclutamiento, las incesantes deserciones, el costo de las fuerzas mercenarias, etcétera, han forzado al «mundo civilizado» a una creciente tecnificación de la guerra. Foster-Miller corp. dio a luz «EL ROBOT GUERRERO», capaz de perseguir y atacar al enemigo (BBC Report: US  plans «robot troops» for Iraq, 23-1-05). Aún suponiendo cierta exageración con fines propagandísticos, la tendencia es clara. Recientemente el Ministerio de Defensa británico convocó, con tentadores premios y fondos, a un concurso para seleccionar los mejores robots destinados a incorporarse a las filas (BBC Report: «Robots battle for military prize», J.Fildes, 31-7-07)

Por otro lado, el sinnúmero de combatientes que han sufrido amputaciones ha conducido a sorprendentes logros, bien publicitados en la web por el Departamento de Defensa de EEUU. Ahí podemos observar, por ejemplo, cómo un ingeniero biomecánico enseña al sargento Ramón Padilla a usar armas de fuego con su prótesis, ya que de lo que se trata ahora es de «reciclar» el reducido contingente disponible: re-habilitar y reintegrarlos en el frente.

En Escocia Touch Bionics ha manufacturado «una mano biónica completamente funcional» que se ha colocado con éxito en los ex-soldados. Y la American Forces Press Service anunció, también en julio, prótesis con un avanzado sistema, provisto de mayores sensores y velocidad y de mejor memoria, para  2009.

Terremoto

En el terremoto del 16 de julio de 2006 la mayor central nuclear del mundo, la de Kashiwazaki-Kariwa (proveedora del 12 % del consumo eléctrico de Tokio) –ahora cerrada “por reparaciones” –, sufrió daños desastrosos: incendio, decenas de agrietamientos y múltiples escapes radioactivos, contaminando agua, suelo y atmósfera. La Tokyo Electric Power Co. guardó silencio sobre lo ocurrido y la globalización se encarga de que el «incidente» y sus indeterminadas víctimas caigan en el olvido.

notas:
1) P. Virilio, Cibermundo ¿una política suicida?, Dolmen, Stgo. 1997, p. 83.
2) Bill Hayton , «Inside the secretive Bilderberg Group», BBC REPORT: 29-9-05.
3) Edgar Morin, E. Roger Ciurana y R.D. Motta, Educar en la era planetaria, Gedisa , Barcelona 2003, p. 11. La otra “hélice mundializadora” es: “las ideas humanistas y emancipadoras del hombre”.
4) Véase mi nota «La Carrera Espacial: control cibernético y fiebre sideral», Futuros n· 7, primavera-verano 2004-2005, pp. 33-35.
5) Conferencia Lunar Internacional 2003. «The Hawai Moon Declaration». Días después Bush visita la NASA y autoriza financiamientos para exploraciones a la Luna y a Marte, obteniendo un incremento presupuestario para la agencia «más allá de la tasa de inflación». Guardian Weekly, 15-22 enero, 2004.
6) Ediciones B.  Título original: Flesh and Machines: how robots will change us ( Feb. 2002).
7) E. Morin, ob. cit,  p. 73
8) Ibíd , p. 110.
9) C.Gracie en «The Interview», BBC World Service Radio, 16-9-07.
10) Ibíd. Véase además la entrevista a Hansen de Andrew Revkin, 29-1-06.
11) Financial Times, 19-12-06,  BBC World Service News, «Robots could demand legal rights», 24-12-06.
12) Reporting Religion, 29-7-07.
13) «On a legal absurdity», columna de G. Monbiot, Guardian Weekly, 19-25 oct. 2000.

Publicado en revista Futuros nº11, primavera-verano 2007, Río de la Plata. https://revistafuturos.noblogs.org

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HAARP: los ‘músicos’ que nos quieren hacer tocar el arpa

Publicada el 17/08/2008 - 07/09/2018 por raas

Desde hace unos años han recrudecido las notas que señalan algo tenebroso alrededor del proyecto HAARP, un engendro de los militares estaodunidenses para el control del clima con fines militares.

Por Luis E. Sabini Fernandez
luigi14@gmail.com

Las notas de quienes se han tomado el trabajo de recopilar elementos sobre el proyecto High-Frequency Active Aural Research (Programa de investigación activa de alta frecuencia de la aurora), que es a su vez parte del programa estratégico mayor, Guerra de las Estrellas, apuntan todas ellas a “preocupaciones”, indicios, atisbos, de semejante estrategia, que, faltos de pruebas de alguna concreción, se limitan a hacer un diagnóstico preocupante y a la vez quieren evitar presentar cargos que, sin verificación a la vista, puedan convertirse en flancos débiles a cualquier reacción. Por infundio, calumnia, etcétera.

“Nuestro” estimado Michel Chossudovsky (1) en un trabajo de 2005 ubica el origen de tales proyectos en 1992. (2) Otro estudioso del tema, Nick Begich, (3) en coaturía con Jeane Manning, en cambio, rastrea orígenes de estos planes en la década del 50, algo en lo que coincide el grupo-e en otra presentación reciente. (4)

Públicamente, como aclaran Begich y Manning en su trabajo, HAARP “da la impresión que se trata de un proyecto académico con el objetivo de modificar la ionosfera para mejorar la calidad de nuestras comunicaciones. Sin embargo, diversos documentos de origen militar expresan más claramente que el objetivo de HAARP es aprender a “explotar la ionosfera al servicio de los propósitos del Ministerio de Defensa [sic]”.
Lo cierto es que la Universidad Fairbanks, de Alaska, está empeñada en investigaciones de manipulación atmosférica sin precedentes desde los estallidos de las bombas atómicas.

Se estima que este programa, tan celosamente custodiado por los militares estadounidenses les permitiría proveerse de un tomógrafo cubriendo todo el planeta con el cual verificar a quien lo instrumente si hay o no proliferación nuclear, por ejemplo. Asimismo se podría rastrear aviones volando a muy bajo nivel o cruceros misilísticos, superando así las viejas formas de detección. El manejo de HAARP según sus titulares también habilitaría asegurar mejores y más amplias comunicaciones en áreas extremadamente extensas.
Pero ésas son las “actividades legales” o “a la vista” del proyecto. Para algunos científicos un uso desconsiderado de ondas electromagnéticas, incluidas en los proyectos HAARP, podría incluir cataclismos ambientales.

Antecedentes no faltan. Precisamente en vísperas de lo que cambió el estilo político del planeta con la “guerra al terrorismo” inaugurada en el WTC, el Weekly Telegraph en su edición (semanal) que salió el 5 de setiembre de 2001, reveló “un experimento que se había mantenido oculto en Inglaterra en 1952, y que luego de casi medio siglo salía a luz gracias a la puesta a disposición del público de información del estado hasta entonces confidencial”.
Un aguacero cayó entonces en una pequeña población del sur inglés, Lynmouth, “matando a 35 personas en una sola noche”. El artículo remata: “puede no haber sido un desastre natural”.

Los documentos oficiales hasta entonces confidenciales han permitido conocer planes de la RAF [Fuerza Aérea militar británica] para “precipitar precipitaciones” valga la cacofonía. Algo que las autoridades habían estado negando reiteradamente, pese a atisbos presentados por diferentes ex-miembros de la RAF.

El Ministerio de Defensa británico sostuvo tras lo publicado en el 2001 que no se pudo tratar de una tormenta inducida, y por lo tanto rehuyó toda responsabilidad por los 35 muertos, puesto que los estudios para modificar el clima no empezaron hasta 1954. En resumen: por un esguince cronológico de dos años, el gobierno excusaba toda responsabilidad pública, estatal… Dos años con el paso de las décadas parece una minucia, un esquive poco digno. Para remate, la BBC, al poner a luz los documentos antes secretos reveló que el Archivo Nacional británico se refería a experimentación e inducción climática… entre 1949 y 1955, lo cual es totalmente coherente con el comienzo de la Guerra Fría, pasada la cortísima primavera de posguerra. Tan enmarcados en la Guerra Fría estaban tales planes que en ellos se puede leer que la inducción de lluvias torrenciales estaba pensada “para entorpecer la marcha del enemigo” y ”para incrementar el cauce de los ríos e impedir su franqueo al enemigo” (programa radial de fines de agosto de 2001, BBC Radio 4, cit. p. Weekly Telegraph, ibíd.).

Para terminar con los esquives de responsabilidad institucional, el mismo artículo nos recuerda que a su vez el Science Monitor atribuye los primeros experimentos para desencadenar lluvia a la década de los ’40 en EE.UU. bajo el nombre “Project Cirrus”, conducido por General Electric y encabezado por Irving Langmuir, premio Nobel en Química del año 1932, un especialista en el estudio de las nubes, en la creación de aparatos de descarga de electrones, bombas de vacío, soldadura de hidrógeno atómico y en la producción artificial de lluvia…

Pero no se trata sólo de investigar cuán lejos se ha llegado con el proyecto HAARP, y desde cuánto tiempo se ha estado trabajando en ello. Se trata de ver la mentalidad dominante en las capas militares que procuraron adueñarse del planeta en 1945, que tuvieron un cierto eclipse, por empate al menos aparente de fuerzas con el bloque soviético durante la Guerra Fría, y que a partir de los ’90 otra vez se han sentido los amos indiscutidos, excluyentes.

En un período geopolíticamente similar a éste que estamos viviendo, de unipolaridad, que va de mediados de los 40 hasta comienzos de los ’50 (en 1952 la URSS detona su primera bomba de hidrógeno y se acaba la primacía que creían haber cosechado los estadounidenses para un largo período…), el mundo, igual que ahora, estaba pletórico de candidatos a confrontar con la hegemonía norteamericana. En aquel entonces, todavía “calientes” los planteos racistas (aunque erradicados del vocabulario, junto con la caída ignominiosa del nazismo), los militares se dedicaron a buscar armas étnicas, por ejemplo. De esa época son precisamente el Proyecto Cirrus y la Operación Cumulus.

La necedad y el racismo fueron tan consustanciales al militarismo estadounidense, que había entrevisto con la segunda posguerra el principio de su universalización, que gastaron millones en procurar rastraer virus o bacterias que dañaran a las razas “negra” o “amarilla” dejando indemnes a los blanquitos. Uno de esos proyectos se denominó “Who, me?” e imaginaba encontrar sustancias que vertidas al aire (en un aeropuerto, por ejemplo) hicieran que un chino o un jap despidieran un olor apestoso que por supuesto, presuponían, no iba a desprenderse de los cuerpos blancos. El proyecto, con cierta lógica, aunque también afortunadamente, no encontró las ansiadas sustancias, pero da cuenta de la mentalidad de los dueños del poder, mentalidad que por cierto perdura por encima, o debajo, de coyunturas polìticas o cambios epocales. Salió a luz cuando algunos de los experimentos militares terminaron con la vida de algún civil de los rociados en espacios públicos con sustancias de experimentación y sin aviso, es decir usando a su población como cobayos.1 Cuando los papeles confidenciales de aquella época salieron a luz, en la década de los ’80, se tuvo un panorama de la amplitud de las técnicas militares puestas al servicio de la preponderancia estadounidense.

También la soberbia caracterizó la estrategia militar norteamericana.
La ingeniería genética, por ejemplo, fue entrevista como la posibilidad inagotable de producir agentes patógenos irresistibles, mediante modificaciones genéticas que los hicieran irreconocibles a las defensas biológicas naturales, tradicionales o adquiridas mediante medicamentos. Hay frases que dan el sentido de esa aspiración al poder absoluto: “La ingeniería genética empuja el potencial de crear patógenos nuevos hasta el infinito”; “La barrera moral para la guerra biológica ha sido franqueada”, la primera pertenece a un “informe” del Depto. de Defensa [sic] de EE.UU., en general más conocidos, vaya uno a saber por qué, por sus funciones ofensivas, y la segunda, una escaramuza ética del director de la CIA de los ’80, suponemos que etólogo William Webster…
Los proyectos étnicos, así como los bioquímicos pertenecen exactamente a la misma época que el Proyecto Cirrus y la Operación Cumulus que hemos espigado.

Y es a la luz del modus operandi, sistémico, de los mandos militares estadounidenses que tenemos que juzgar la posibilidad, la probabilidad, la certeza de estrategias de dominio climático, de poder militar a través de modificaciones climáticas.
Integrar entonces los datos fraccionados que se conocen, como los que presentamos sucintamente, con esta estrategia o cosmovisión con aspiraciones al dominio planetario que ha caracterizado a la élite de EE.UU. y que, de alguna manera, ha tenido éxito en llevarla a cabo. Con las armas sofisticadas que estamos repasando, con las más tradicionales de los bombardeos o sencillamente con el poder cultural que han sabido diseminar en el mundo entero, al punto que hoy en día podemos hablar, mal que nos pese, de una americanization de, en mayor o menor medida, todas las sociedades humanas.

El antídoto está en nosotros. Conciencia, resistencia, forja de otros vínculos. No aceptar que un país sea doblegado mediante el clima. Como tampoco deberíamos aceptar que fuera doblegado por hambre o enfermedades, como el sur sahariano, o por los bombardeos, “convencionales” o nucleares. Perdimos con Irak. No deberíamos perder con Irán. El universo de los agresores debería ser conmovido por nuestra reacción: no se puede agredir impunemente y proseguir “como si nada”, la “vida cotidiana”. La de ellos, y la nuestra.

notas:
1) “Falsedades globales: como el BM y el PNUD distorsionan las nociones de pobreza planetaria”, futuros, nº 2, invierno 2001.
2) “La nueva «arma de destrucción masiva», manipulación del clima con fines militares”, Global Research, Canadá.
3) “The Military Pandora’s Box”, www.haarp.net
4) El proyecto HAARP o la tierra en peligro www.formarse.com.ar/conspiraciones/proyecto_haarp.htm

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• Encuentro con la sombra. El poder del lado oculto de la naturaleza humana, de Connie Zweig y Jeremiah Abrams (1991)

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